2 ࣭⭑𓄹 I didn't last a day in the Half-Blood Camp⸒࣪
﹐ ✦ 𝄒 𝐆𝐑𝐄𝐄𝐊 𝐓𝐑𝐀𝐆𝐄𝐃𝐘 ⊹ ☀️ ₊ ⋆
┇ chapter two ¡!
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Era un lugar hermoso, en sintonía con tantas cosas...menos conmigo.
Había una enorme estatua de un tipo viejo y barbudo en el medio de todo. A su alrededor habían doce cabañas, en distribución de medialuna. Las que más llamaban la atención eran las que tenían un color fuerte, o estaban decoradas con oro. Había bastantes campistas curiosos que comenzaron a acercarse a nosotros inmediatamente después de que nos dejamos ver.
-Hay muchos niños -noté. La mayoría no parecían pasar los quince años. Willow saludó a unas hermosas chicas, quienes lo ignoraron por completo.
-Hijas de Afrodita, igual de orgullosas que siempre -murmuró, volviendo su vista al frente.
-¡Willow! -exclamó un chico. Parecía de mi edad, cabello rubio, ojos azules y una cicatriz a lo largo de su mejilla. Y todavía no había resaltado sus músculos cuando pensé que era atractivo.
-Mira, Luke, he conseguido traerla sana y salva -dijo Willow, con orgullo, mientras palmeaba mi espalda. Luke me sonrió e intentó acercarse a mí, con su mano extendida.
-Oh, no, no -le pedí. Él me miró, extrañado. Es que él no era feo. Para nada feo. Y yo olía como si recién hubiese salido de un basurero.
-Soy Luke Castellan, capitán de la Cabaña 11, hijo de Hermes -se presentó, poniendo sus mano en los bolsillos de su pantalón.
-Yo...yo soy Kailani Brown, y todavía no sé que estoy haciendo aquí -confesé. Luke sonrió amigablemente.
-Vengan, iremos a la Casa Grande para que nuestro director te conozca -me dijo. Acepté su invitación, y seguida de Willow fuimos hasta lo que ellos llamaban Casa Grande. En realidad, era una casa muy espaciosa, como las casas de verano de las películas. Estaba pintada de un color celeste vibrante.
-Iré a avisarle al Señor D -nos dijo Willow, parándose en la entrada.
-Te advierto que Quirón está dando clases, y el Señor D está de malhumor hoy -le avisó Luke -. Hoy la abstinencia al vino le volteó más fuerte que nunca.
Fruncí el ceño, ¿el director era alcohólico? Sin embargo no me animé a preguntar tal cosa, y mientras Willow entraba en la casa, Luke se dirigió a mí.
-¿Ya sabes quién podría ser tu padre? -preguntó Luke, mientras que Willow entraba a la casa en busca del famoso director. Negué con la cabeza -. Descuida, es normal, muchos vienen sin saber quién es y luego son reclamados.
-¿De verdad? -pregunté, con un atisbo de ilusión. Osea que tendría a alguien a quién reclamarle por años de abandono infantil. Tal vez podría exigir manutención no recibida...
-La mayoría sí. Hay algunos casos...pero no creo que seas uno de ellos -agregó al ver mi sonrisa peligrar -. Mientras tanto, vivirás en mi cabaña. Hermes acoge a todos los niños no reclamados.
-¡Ah, no! ¡Otra vez tú! ¡Y otra vez con una semidiosa! -de la casa salió una voz fuerte y masculina. Fruncí el ceño, confundida.
-Y ese es nuestro director, el señor D -me dijo Luke, con un pequeña sonrisa divertida.
-¡No me interesa! -parecía que estaba discutiendo con Willow -¡No quiero saber nada de ella! ¡No quiero saber nada de ninguno! -bramó, y la puerta se abrió de golpe. Me encontré con un señor que tenía unas gafas de sol puestas, y una camisa de estilo hawaiana. Él me miró y luego suspiró.
-¿Y tú quien eres? -preguntó con desgano. Willow apareció atrás, en su cara había una fusión de enojo y temor.
-Soy Kailani Brown -murmuré.
-¡Ah! Ya veo. Bien, bienvenida al campamento y todo eso, bla bla bla -dijo, apartando su vista de mí -. Buena suerte intentando no morir, Kylie Green.
-En realidad es... -no logré completar la frase porque el señor D me cerró la puerta en la cara. Abrí la boca, ofendida. No, ofendida es poco; estaba ofendidísima -¿¡Pero quién se cree que es!?
-Un dios -contestó Luke. Fruncí el ceño.
-¿Un dios?¿Como los mitológicos? -cuestioné. Luke me hizo una seña para que lo siguiera -¿Quién es?
-Piensa -respondió, divertido. Me rasqué la nuca, avergonzada.
-Luke, no tengo idea de nada a lo referido mitología -me expliqué, con mis mejillas sonrojadas de la vergüenza. Apenas, entre mi falta de estudios y mi dislexia había aprendido a leer. Y en cuanto a las matemáticas, bueno...sabía contar.
-Oh, no debí suponer... -balbuceó -. Él es Dionisio. El dios del vino, la diversión y el teatro. Pero llámalo señor D. Los nombres tienen poder.
-¿Está...bien? -todo esto cada vez me resultaba más extraño, y menos buena espina me daba. De todos modos, para ser el dios de la diversión, Dionisio no era nada divertido.
-Ven, te enseñaré el campamento -dijo Luke, tomando mi mano, lo cual disipó mis pensamientos acerca de la situación. Me llevó a semicírculo de cabañas, y señaló la más majestuosa de todas ellas.
-Esa es la Cabaña 1, de los hijos de Zeus. A su lado está la Cabaña 2; es honorífica para la diosa Hera. Para el lado de Zeus tienes: Cabaña 3, Poseidón, Cabaña 5, Ares, Cabaña 7, Apolo, Cabaña 9, Hefesto, Cabaña 11, Hermes. Y, del lado de Hera: Cabaña 4, Deméter, Cabaña 6, Atenea, Cabaña 8, Artemisa y es también honorífica, Cabaña 10, Afrodita y la Cabaña 12 es del señor D -explicó rápidamente.
-Son bastantes cabañas -murmuré -¿Qué significa que sea una cabaña honorífica?
-Que esas diosas han decidido no tener hijos mestizos. En el caso de Hera ella es la diosa del matrimonio, por lo que no le sería infiel a Zeus con ningún mortal. Artemisa se declaró una diosa virgen y decidió no tener hijos, pero sus cazadoras suelen ocuparla -explicó.
-¿Cazadoras?
-Mujeres que ella misma recluta. Hacen un voto de castidad y fidelidad, y ella les ofrece la inmortalidad y desarrollo en combate. Pero el precio a pagar es jamás poder sentir el amor romántico.
-Todo un premio -murmuré, observando la cabaña de las cazadoras, aparentemente vacía -¿Solo hay doce dioses?
-Bueno, a decir verdad faltan bastantes cabañas, como la de Hades o Hestia, o la de dioses menores. Sin embargo solo se han construido las cabaña de los que llamamos Olímpicos, y el resto de niños de otros padres viven en la 11, con nosotros -me respondió. Asentí con la cabeza, y miré de reojo a la Cabaña de Hermes. Parecía que en cualquier momento se caería encima de los campistas.
-¡Luke! -una niña pequeña, de cabello rubio y ojos grises de acercó corriendo a nosotros. Luke sonrió.
-Annabeth, ella es Kailani. Kai, ella es Annabeth, hija de Atenea -nos presentó él. La niña rubia me miró fijamente.
-Ehh, hola -saludé, algo intimidada por la mirada de la niña. Ella no dejaba de verme fijamente, como si esperara algo de mí.
¡Oh, vamos! Tiene doce años, ¿cómo puedes ser intimidada por una niña?
-Annabeth, ¿por qué no vas a buscar algunas camisetas a la lavandería? -le preguntó Luke, viéndome incómoda.
-Espera, ¿estás hablando de esas camisetas naranjas? -pregunté, señalando la camiseta que llevaba puesta. Luke asintió -¿De esas horribles camisetas naranjas?
-Son las reglas Kai -dijo. Suspiré y me rendí. Luke me guió por todo el campamento, enseñándomelo y sus alrededores. Había una arena para la practica de combate, un muro de escalda que según Luke derrama lava que quema la ropa, pero no la piel (eso espero), establos, un taller y un pabellón de comidas. El lugar era innegablemente hermoso, y mis ojos se deslumbraban con el lago que no estaba muy lejos de nosotros -¿Te gusta?
-¿Qué cosa? -le pregunté a Luke, observándolo.
-El lago.
-Oh, sí. Parece incluso mejor que las playas de Long Island -murmuré.
-Dentro de una semana habrá una carrera de canoas. Compite por la Cabaña 11, conmigo -me propuso.
-¿Estás seguro? Jamás he subido a una canoa en mi vida -le advertí.
-Yo aprendí aquí y tú también lo harás, descuida. Ahora vamos a nuestra cabaña -dijo. Lo seguí y llegamos a, en mi opinión, la cabaña peor decorada de todas. Luke me abrió la puerta y me permitió pasar primero. Había muchos chicos y chicas allí, y recordé que aquí también se hospedaban mestizos no reclamados, como yo. Luke golpeó un par de veces la puerta.
-¡Atención! -pidió. De pronto me sentí expuesta a tantas miradas...eran como cientos de personas observándome. Algunos chicos sonreían, otros tenían el ceño fruncido, pero peor eran los que tenían cara de póquer, porque yo no podía saber si les agradaba o no -. Ella es Kailani, desde hoy se nos unirá a nosotros. Recuerden el respeto, porque podría llegar a ser una residente permanente en esta cabaña.
La mayoría me observó algunos segundos más antes de volver a lo suyo. Luke suspiró.
-Es que como son tantos...recibir a alguien más resulta...
-¿Apretado? -pregunté. Luke sonrió de manera débil pero asintió.
-Ya sabes dónde están los baños. Puedes ir y asearte mientras yo veo si alguien quiere prestarte una cama para las primeras noches -me dijo, tomando mi mochila.
-Sí, eso estaría bien -le respondí -. No la pierdas de vista -pedí, mirando mi mochila.
-Descuida, nada le pasará. Y si algo le pasara, sabré quiénes fueron -me respondió, observando a un par de chicos que cuchicheaban, mientras que me observaban con ojos brillantes. Les sonreí, aunque ellos simplemente se dieron vuelta -. Ignóralos.
-¡Hola a todos! -una voz dulce y aguda hizo que hasta la niña que estaba sentada en el fondo de la cabaña observara hacia la puerta. Una hermosa chica, de unos diecisiete años tal vez, nos sonrió. Su cabello negro caía como una cascada en su espalda, y sus ojos azules brillaban de manera atractiva. Era realmente hermosa. ¿Por qué todos aquí son de belleza superior?¿Será la descendencia divina? Al verla creí que mi padre debía ser un dios feo, muy feo.
-Silena, ella es... -comenzó a decir Luke, pero la pelinegra lo interrumpió.
-¡Kailani! Que hermoso nombre tienes. Soy Silena Beauregard, capitana de la cabaña de Afrodita -dijo, extendiendo su mano -. Me alegra ver una chica de mi edad por aquí. Claro que está La Rue, pero es algo arisca.
-Silena... -le llamó la atención Luke, cruzándose de brazos.
-Uh, disculpa, no soy así todo el tiempo -sonrió apenada. Hice un gesto con la mano para restarle importancia.
-¿Qué tal si la acompañas a los baños, Silena? -preguntó Luke.
-¡Claro! Ven, ven -la pelinegra tomó mi mano y me vi arrastrada hasta el baño común, donde había una larga hilera de duchas.
-¿Todas funcionan? -pregunté.
-Sí, aunque las del fondo son mejores. Te dejaré tranquila para que te bañes, y luego te presentaré a mis amigos. Me alegra que estés aquí, Kailani, las chicas como nosotras no abundan aquí -sonrió la semidiosa, y se retiró dejando una nube de olor a perfume de diseñador.
-¿Las chicas...como nosotras? -me pregunté mientras abría la ducha.
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Por primera vez en meses olía bien. Había frotado cada parte de mi cuerpo hasta que está desprendiera un olor a pino fresco. Mi cabello se había acomodado un poco, y Silena había cortado la parte dañada, dejando lo bonito unido a mi cabeza. A decir verdad, esto no me sentaba nada mal. Tenía puesta la horrible camiseta que Annabeth me había traído, y con mi dedo jugaba con el hilo que estaba atado a mi cuello. Supuestamente por cada año que pasara en el campamento, obtendría una bolita para poner en él.
-Ella es Katie Gardner, hija de Deméter. También está cerca de nuestra edad. Y ella es su hermana, Miranda... -creo que jamás había conocido a alguien que hablara tanto como Silena. Tal vez Willow sería competición para ella.
-Oye, Silena, amo tu voz y todo eso, pero realmente estoy agotada y me gustaría dormir, ¿sabes? -le dije, poniendo una mano en su hombro. Ella me miró a los ojos y abrió la boca.
-Por las barbas de Zeus, tienes unas ojeras que parece que has dormido en el Tártaro. Sabes, ven a dormir a mi cabaña, está vacía ahora mismo porque mis hermanos están haciendo sus actividades, y huele mejor que la de Hermes.
No lo dudé ni una sola vez, seguramente la cabaña de Afrodita era mejor que la 11. Sin ofender al poderoso Hermes, pero sus hijos tienen la peor cabaña del todo el bendito campamento. ¿No podía darles algo mejor al ser un dios? Este lugar olía a problemas paternales y maternales.
Cuando entré a la cabaña de Afrodita me llamó la atención el tapete rosa. Eso era el presagio de que la Cabaña 10 era la casita de Hello Kitty. Rosa, pompones, corazones, espejos y mucho encaje predominaban allí.
-Esa cama es mía, ponte cómoda. Te llamaré a la hora de cenar -me dijo, señalando una cama alta y mullida -. Siéntete libre de desarmarla como quieras.
-Gracias -sonreí, y ella se fue no sin antes guiñarme un ojo. Cuando cerró la puerta yo me tiré en la cama. Ojalá poder ser hija de Afrodita, así estaría durmiendo en esta cómoda cama, y tendría a Silena como hermana. Mi sonrisa se desvaneció cuando supe que no era posible, porque no le llegaba ni a los talones a ella. Su cabello era sedoso, y aunque teníamos en mismo color, él mío estaba reseco. Sus facciones eran delicadas, las mías no tanto. ¿Tendría Afrodita una pócima o algo para la belleza?
Sin darme cuenta, envuelta en olor a perfume caro, caí en brazos de Morfeo.
-¡Ven! -gritó el niño, corriendo hacia mí con una pequeña espada en su mano. Yo estaba feliz, riendo, y recibí unos suaves golpes con un escudo.
-¡Mamá! -gritó una niña detrás de un árbol. El niño fue en ataque contra ella y yo los perseguí, sin dejar de reír. Mientras los dos pequeños luchaban en juego, alguien llamó la atención a mi costado. Me acerqué a él, sintiendo preocupación de su parte. Apoyé mi mejilla contra su espalda y rodeé su cuerpo con mis brazos. Él suspiró y tomó una de mis manos, besándola.
El sueño eran tan hermoso que creí que el olor a flores era parte de él. Sin embargo, no lo era.
-¿Por qué sonríes? -abrí los ojos de repente. Silena y Luke me miraban. La chica me estaba rociando la cabaña con agua de flores.
-Eh...yo...eh... -balbuceé. Silena rio.
-Descuida, son efectos de la cabaña de Afrodita. Ya sabes, diosa del amor -me explicó -. Puede que te sientas vacía por unos minutos. Y el agua es para tu piel.
-No tengo idea de qué estás hablándome -murmuré. Ella rio otra vez, y Luke esbozó una sonrisa. Fruncí el ceño y me levanté.
-Ven, es hora de comer -me dijo Luke. Los seguí al exterior de la cabaña, donde los campistas ya comenzaban a reunirse y caminar con destino al pabellón del comedor.
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La pregunta que todos se deben estar haciendo: "Oh, querida Kailani, ¿fuiste reclamada durante la cena?"
Bueno, déjenme decirles que...no. Luke me dijo que solía pasar, que era algo normal que no fuera reclamada el primer día. Decidí fingir que no me sentía herida, y en mi mente las palabras de Luke quedaron grabadas.
-Ellos son egoístas, solo piensan en su propio beneficio. Cuando te necesitan para una misión, te reclaman, y luego te olvidan -había dicho el rubio, sin pizca de sentimientos por los dioses. Algo en sus palabras no me gustó, y aunque preferí ignorar su comentario, algo de este quedó haciendo eco en mi mente.
Miré el techo. Connor Stoll me había cedido sospechosamente su cama, la parte de arriba de una litera. Todos dormían en sus respectivas camas. Había silencio interrumpido constantemente por los ronquidos del mayor de los Stoll. Me moví a un lado y al otro, buscando la mejor posición para dormir. Se sentía raro tener una cama que no fuera un banco o cajas en el suelo.
Con mi visión panorámica noté que algo se movía a mi costado. En la litera de enfrente, cama de abajo, una pequeña figura se levantaba. La observé sacar una mochila de debajo de su cama y caminar hasta la puerta. Abrió y cerró tras ella.
Bien, sabía que no debía seguirla. Probablemente debería haber despertado a Luke. Pero algo en mí hizo que me levantara, me pusiera mis zapatillas nuevas a toda prisa y saliera de la cabaña. Apenas la ví meterse en el bosque. Fruncí el ceño, ¿No que había un tipo enorme con muchos ojos vigilando?¿Y dónde están las arpías de limpieza que se comen a los campistas despiertos?
Espanté esas ideas de mi cabeza y la seguí, metiéndome en el bosque. Cuando la vi, caminé hacia ella y la tomé del hombro. Ella giró, y con un cuchillo me dañó la mano y salió corriendo. Comencé a seguirla, sin saber muy bien porque. Solo sabía que ella debía estar a salvo en su cama, no en la calle, o bosque, o a dónde fuera que estuviera yendo.
-¡Detente! -le grité. Finalmente logré alcanzarla y saltar sobre ella antes de que nos alejáramos mucho del Campamento.
-¡Suéltame! -me gritó, lanzando puñetazos al aire. Le tomé sus manos y la retuve contra el suelo hasta que se tranquilizó.
-¿Por qué escapabas? -le pregunté, tranquilizándome.
-Que te importa -escupió la niña. Fruncí el ceño.
-Te hice una pregunta.
-Y yo ya dije mi respuesta.
-No me hagas enojar, niña.
-¡No soy una niña!
-¡Claro que lo eres! Apenas superas la altura de un gnomo de jardín.
-¡Eso es mentira!¡Mido un metro y cincuenta centímetros!
-Mira... -comencé a decir. Sin embargo, mi sermón quedó interrumpido por un ruido extraño. Pisada, pero pisadas enormes. Solté a la niña, quién miró en la misma dirección que yo. Pisada tras pisada me levanté y arrastré a la chica conmigo.
Cuando un perfecto círculo de un amarillo brillante se vislumbró entre los árboles, y unos enormes pies fueron revelados por el olor a suciedad, fui capaz de articular una palabra.
-Corre.
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⿻ ៹ AZU'S SPACE !
1. Holaa, ¿cómo están? Estoy re atrasada con mis fics, pido perdón. Espero que les guste este capítulo. Recuerden que si comentan me ayudan a saber si este fic les va gustando <3
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