Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

1 ࣭⭑𓄹 I meet a guy with goat legs ⸒࣪

﹐ ✦ 𝄒 𝐆𝐑𝐄𝐄𝐊 𝐓𝐑𝐀𝐆𝐄𝐃𝐘 ⊹ ☀️ ₊ ⋆

┇ chapter one ¡!












⠀⠀⠀













⠀⠀⠀
Soy Kailani Brown. Kai para mis amigos mendigos. Soy lo que definirías como una viajera sin rumbo, y para tener dieciocho años, me guio muy bien.

Mi vida siempre ha sido un descontrol. Para comenzar, mi madre es una alcohólica. Hace años que no la veo. La extraño un poco, pero puedo vivir sin ella. Mi padre... está fuera del mapa, ¿bien? No sé dónde está, nunca estuvo y nunca lo estará. Aunque a veces me pregunto como era, y cuanto me parecería yo a él.

Escapé de casa cuando tenía ocho años. Estaba cansada de la vida que llevaba. Ignora a mi madre, mi familia, mis compañeros de escuela y otras cosas. Hay algo mucho peor. Creo (y solo es una hipótesis) que sufro algún defecto en mi salud mental. Lo descubrí cuando tenía siete años, cuando vi a la gárgola de una iglesia moverse y aletear sus alas. Nadie más la vio, y solo recibí burlas por ello.

Pero ahora, tras años de luchar contra cualquier tipo de monstruos, algo me dice que puede ser reales. De todos modos, siempre llevo conmigo un cuchillo, aunque a veces no es de mucha ayuda. Imagina, una niña con un cuchillo (de los que usas para cortar tu comida en el plato) contra un semi gigante de un solo ojo.

Mi momento favorito del día es la madrugada, cuando el sol me despierta suavemente con sus rayos en mi rostro. Me gusta dormir en el césped, y al despertar lo primero que vea sea el sol. Y ese momento es ahora.

Me levanto a toda prisa, sabiendo que me espera un largo día. Mi plan es llegar a las playas de Long Island para este verano. Así es la vida de la gente sin hogar, bueno, si ignoras la parte de las ratas asadas y los vagabundos malos.

¿A quién engaño? Mi vida es una mierda, pero estoy mejor sola.

-¡Oye, tú, no puedes estar aquí! -me grita un guardia de seguridad del parque.

-¡Ya me voy! -contesto, tomando mi mochila. Salgo corriendo del parque y comienzo a caminar por las calles hasta llegar a la tienda donde siempre compré el desayuno durante mi tiempo aquí. Entro a la tienda, y Sally, la dependienta, me sonríe.

-Estoy haciendo café -me dijo, mientras me acercaba al mostrador. Una señora se alejó inmediatamente, probablemente repelida por mi olor a falta de baño.

-¿Me das unos arándanos acaramelados? -preguntó, sacando unos billetes arrugados de mi bolsillo. Sally me entregó el paquete.

-Oh, no, no me debes nada. En realidad, salvaste mi sueldo de este mes -dijo, rechazando mi dinero.

-Pero...

-Pero nada. Insisto -afirmó la castaña. Hacía unos días había entrado un ladrón queriendo robar, y me empujó para llegar a la caja. Enojada ante tal falta de respeto, le devolví la cortesía, haciendo que cayera y perdiera su arma, la cual Sally tomó. Desde entonces Sally insistía en eso de que yo no debía nada.

Cuando se fue a buscar mi café, metí el valor de la bolsita de dulces en el frasco de propina.

-Aquí está -dijo, volviendo con el vaso y la bolsita de golosinas.

-Gracias Sally. Mis saludos a Percy -sonreí. Ella sonrió de vuelta.

-Mucha suerte con tu viaje.

Le agradecí por todo y me fui de la tienda. Bebí el líquido caliente rápidamente. El siguiente tren para llegar a mi destino salía en media hora. Claramente no iba a pagar el pasaje, sino que iba a colarme en la parte del equipaje o carga pesada.

Cuando llegué a la estación, todo parecía normal. Pero algo me dio una punzada en el pecho. No era ese hermoso y pacífico estado de tranquilidad, como el de un niño cuando está con su madre, sino uno que advertía que algo malo sucedería. Metí mi mano en mi bolsillo y rescaté mi cuchillo de cocina, listo para ser usando si fuese necesario.

¿Alguna vez algo ha llamado tu atención a tal punto que, si alguien te estuviera hablando, no lo escucharías por estan concentrado en eso?

Ahora mismo eso era lo que me sucedía. Mi cuerpo tembló al ver a una mujer envuelta en un abrigo de piel y peluche negro. Me daba mala espina. En sus ojos podía ver algo que me recordaba a los monstruos con los que había luchado gran parte de mi vida. Comencé a caminar hasta meterme en el baño de damas. Allí solo había una madre y una niña, quién se lavaba sus manos.

-Vamos, Avery -dijo la madre, tomando a la niña mientras me miraba de manera suspicaz. La niña salió junto a la mujer con las manos mojadas, y yo me escondí en un cubículo, cerrando la puerta. Me subí a la taza del baño y esperé en silencio, con el corazón agitándose en mi pecho. Abracé mi mochila, la cual contenía mis pocas pertenencias: un cepillo de dientes viejo, una remera agujereada, una botella de agua vacía y el paquete de arándanos de Sally.

De repente, oí esos pasos. Al principio provenían del exterior, se oía como si la aguja de un tacón caminara alrededor del edificio. Eso definitivamente no era normal. Cerré mis ojos y recé para que fuera cualquier otro ser humano que venía a hacer uso de los baños. Pero cuando sentí la puerta abrirse lentamente, con un sonido rechinante, supe que era ella. Y eso no era nada bueno. La puerta se cerró, y esa fue la última vez que oí el ruido del tacón.

La mujer abrió el primer cubículo, donde no había nadie. Luego fue por el segundo. Realmente me pregunto como hacen (los monstruos en general) para saber donde estás. Es como si te cazaran. Monstruos cazando humanos...creo que antes era al revés. ¿Sería la venganza de los monstruos por haberlos cazado en los libros de fantasía?

Una sombra apareció por debajo de la puerta del baño donde estaba yo. Temblé al observar unas enormes patas de ave, con unas filosas uñas que repiquetearon en el suelo cuando descubrió que la puerta estaba bloqueada. La mujer gruñó, pero de su garganta salía un ruido horrendo, como si pusieras a tres águilas frente un micrófono, y ellas silbaran a la vez.

De la nada, la mujer-pájaro golpeó la puerta. Me asusté, dejando caer mi mochila. Tomé el cuchillo, respirando de manera agitada. Ese ser era realmente fuerte, y no tardaría mucho en romper la puerta. Miré el cuchillo en mi mano; sabía que no tenía muchas probabilidades de huir, pero no iba a rendirme tan fácil. Si iba a morir, moriría luchando.

Con un segundo golpe, la puerta se volvió astillas. Cuando observé a la figura detrás de tal horror, me encontré con que ya no era una mujer. En su lugar había un ave enorme y negra, con rostro femenino. Tenía las garras largas y afiladas, unas alas enormes y plumosas; y su iris era completamente amarillo. Su expresión era de hambre y odio.

La mujer-pájaro me observó y sonrió con malicia. Abrió su pico, y con una voz chillona dijo:

- ¡Ahí estás, semidiosa! ¡Te he encontrado al fin! ¡Vas a ser mi cena!

No entendí a que se refería con lo de "semidiosa" pero si entendí que tenía hambre, y a pesar de estar muy delgada, parecía un buen platillo de entrada para la mujer-pájaro.

Me lancé contra ella, y le clavé el cuchillo en el pecho. Esperaba que eso la detuviera, pero la arpía rio y el cuchillo quedó atrapado en el plumaje. La mujer-pájaro rio.

-¿En serio? -me lamenté, observando el cuchillo inútil.

-¿Eso es todo lo que tienes, semidiosa? ¿Un cuchillo de cocina? ¡Necesitas algo mejor que eso para herirme! - me tomó con su garra del cuello, aprisionándome contra la pared -. Te voy a arrancar la cabeza, y luego el corazón. Y luego me comeré el resto. ¡Te ves deliciosa, semidiosa!

No me rendí. Levanté mis brazos, tomé lo que consideraba su pierna (básicamente la parte que unía su garra con su cuerpo) y de un movimiento rápido y fuerza que, hasta a mí misma me sorprendió, la rompí. Oí un chillido de dolor, y me vi liberada cuando esta retrocedió. Corrí a mi mochila, pero apenas pude agarrarla cuando una de sus alas me arrojó de nuevo contra la pared del baño.

Por favor, esto es ridículo. Había luchado con cosas más peligrosas antes. ¿Qué me impedía derrotar a esta señora con complejo de ave? ¿Estaba destinada a ser su cena?

La mujer-pájaro se abalanzó sobre mí. Cerré los ojos y espere con mi gran final, rogando que, en el caso que hubiera un paraíso del otro lado, mis acciones de supervivencia no fueran consideradas simples robos sin sentido. Pero fue entonces cuando oí un grito que no pertenecía a la arpía.

Abrí los ojos, y quedé boquiabierta al ver a un tipo con patas de cabra que acababa de entrar en el baño. Tenía una rama muy afilada en la mano, y de un movimiento se la clavó a la arpía en la espalda a la mujer-pájaro. La arpía retrocedió, llorando de dolor mientras que con sus alas buscaba desenterrar la rama de su cuerpo. El tipo con patas de cabra me tomó del brazo.

-¡Rápido!¡Tenemos que irnos!

No lo pensé dos veces. Me levanté y seguí al tipo. Salimos del baño y corrimos a un tren que estaba por partir. Una puerta de carga estaba abierta, y el tipo saltó dentro. El tren comenzó a moverse.

-¡Salta!

Salté, y él me ayudó a entrar. Me dejé caer en el suelo, mientras que él cerraba la puerta de carga. Un poco de luz entraba por las hendijas del tren. Parecía tener unos veinticinco, veintiséis años. Tenía unos cuernos pequeños y enrulados, ojos chocolate, barba de chivito y unas patas de cabra con lustroso pelaje. Él me sonrió, gesto que no le devolví.

-¿Quién eres? -pregunté con desconfianza.

-Mi nombre es Willow, y los Dioses me han encomendado la misión de llevarte al Campamento Mestizo -anunció él, con mucho orgullo -¿Y tú eres?

Genial. Primero la mujer pájaro, y ahora un loco mitad hombre mitad cabra. Este día no podía ir peor, ¿cierto?

-¿De qué dioses hablas? -pregunté, con voz áspera y desconfiada, ignorando su pregunta-. ¿Y qué es el Campamento Mestizo?

-Te lo explicaré todo, pero ahora no es el momento -dijo Willow -. Estamos en peligro. Esa arpía no era la única que nos seguía. Hay más criaturas que quieren atraparte. Tienes que confiar en mí. Soy tu protector.

-¿Mi protector? -repetí, con incredulidad-. ¿Y por qué debería confiar en ti? No te conozco de nada. ¿Cómo sé que no eres uno de ellos?

-No soy uno de ellos, te lo aseguro -dijo Willow, con sinceridad-. Soy un sátiro, un servidor de los dioses. Ellos me han encomendado la misión de encontrarte y llevarte al Campamento Mestizo, el único lugar seguro para los mestizos como tú.

-¿Mestizos? -pregunté, cada vez más confundida-. ¿Qué quieres decir con mestizos?

-Quiero decir que eres hija de un dios y de un mortal -dijo Willow, con solemnidad-. Eres una semidiosa.

Me quedé sin palabras. No sabía si reír o llorar. ¿Hija de un dios? ¿Semidiosa? Yo no tenía nada de especial. Era solo una chica de la calle, una fugitiva, una marginada. ¿Cómo podía ser hija de un dios? Finalmente opté por sonreír, cada vez más incrédula.

- ¿Ah, sí?¿Y de qué dios soy hija? -pregunté, entre la curiosidad y el sarcasmo.

-No lo sé -admitió Willow-. Eso solo lo puede revelar tu padre o madre divino, cuando considere que es el momento adecuado. Pero debe de ser alguien muy poderoso, porque tienes un aura muy fuerte. Eso también explica por qué atraes tanto a los monstruos. Ellos pueden olerte a kilómetros.

-¿Olerme? -pregunté, ofendida. No era la primera vez que alguien me juzgaba por mi olor corporal, pero en mi defensa, no hay duchas públicas para bañarse -¿Qué quieres decir con olerme?

-Quiero decir que tu sangre tiene un olor especial para ellos -dijo Willow-. Un olor que los vuelve locos. Quieren lastimarte, o peor, llevarte al inframundo. Por eso tienes que llegar al Campamento Mestizo cuanto antes. Allí estarás a salvo, y podrás aprender a defenderte, y si los tienes, a controlar tus poderes.

-¿Mis poderes? -pregunté, sin creer lo que acababa de oír -. ¿Qué poderes?

-Los poderes que heredaste de tu padre o madre divino -dijo Willow-. Cada dios tiene sus propios atributos y habilidades, y sus hijos las comparten. Aunque ya es poco común ver mestizos con poderes. Los más comunes solían ser los hijos de los Tres Grandes, pero después de la guerra... -se lamentó, y luego negó con la cabeza.

No sabía qué pensar. Todo lo que me estaba diciendo Willow me parecía una locura. Pero sin embargo, todo esto de los dioses parecía casi divertido. Además, en un campamento debería haber duchas, ¿verdad? Y camas.

-¿Y cómo llegamos al Campamento Mestizo? -pregunté, con una chispa de interés.

-En tren -dijo Willow, señalando el vehículo en el que estábamos-. Este tren nos llevará a Long Island, donde está el campamento. Pero tenemos que tener cuidado. El tren está lleno de mortales que no pueden vernos como somos. Tienen el velo de la niebla, que les impide ver la realidad mágica. Para ellos, yo soy un chico normal, y tú una chica normal. Pero los monstruos pueden atravesar la niebla, y pueden atacarnos en cualquier momento. Por eso tenemos que estar alertas.

-Bien... -dije, sacando de mi mochila el paquete de golosinas azules -¿Quieres?

-No gracias...pero, ¿esa lata de Coca-Cola está vacía? -preguntó, señalando el refresco que estaba en un bolsillo del costado derecho de mi equipaje. Asentí con la cabeza -¿Me la das?

Se la arrojé, y él la atrapó en el aire. Para mi sorpresa, él se la metió en la boca, y comenzó a masticarla. Decidí no mirarlo, y me concentré en disfrutar mis arándanos caramelizados.

-¡Delicioso! -oí decir a Willow antes de morder otro trozo de lata -. Por cierto, ¿cómo te llamabas?

-Kailani -murmuré. El tren se sacudió, y supe que sería un viaje, muy, muy largo.

- - - - - - - - - - - -

Willow y yo caminábamos por el bosque, en dirección al arco de piedra que indicaba la entrada al Campamento Mestizo. El bosque era hermoso, y tranquilo. Se oían los cantos de los pájaros, y el susurro de las hojas. Parecía muy pacífico.

Willow iba feliz, y emocionado. Me contaba cosas sobre el campamento, y sobre los semidioses. Me decía que allí iba a encontrar mi verdadero hogar, y mi verdadera historia. Que allí iba a estar a salvo, y a aprender a usar mis poderes. Que allí iba a vivir aventuras, y a hacer amigos. En realidad, no había parado de hablar desde que habíamos partido en tren. Hablaba, hablaba y hablaba. Yo no me puse en gastos de saliva; contestaba con monosílabos o balbuceos.

Pero ahora iba nerviosa, y asustada. No sabía qué pensar sobre el campamento, y sobre los semidioses. No sabía si iba a encontrar mi verdadero hogar, o mi verdadera familia. No sabía si iba a estar a salvo, o a aprender a usar mis poderes, si es que los tenía. No sabía si iba a vivir aventuras, o a hacer amigos. Lo único que me animaba a seguir era pensar en una ducha caliente, una buena comida y una cama cómoda.

Willow se dio cuenta de mi estado de ánimo, y me preguntó:

-¿Qué pasa, Kai? ¿No estás contenta de llegar al campamento?

-No lo sé -admití-. Estoy confundida. No sé qué esperar.

-No tienes que tener miedo -dijo Willow, tratando de animarme-. El campamento es el mejor lugar del mundo para los semidioses. Allí te tratarán bien, y te ayudarán. Solo no dejes que los de la cabaña de Ares te encuentren sola.

-¿Qué harían?

-Meterían tu cabeza en el retrete, probablemente. Pero te acostumbraras a la rutina, y te sentirás como en casa.

-¿Y si no me siento como en casa? -pregunté, dudosa-. ¿Y si no encajo? ¿Y si no me aceptan?

-Claro que te aceptarán -dijo Willow, con seguridad-. Eres una de ellos. Eres una semidiosa.

-Pero yo no me siento como una semidiosa -respondí, molesta -. Me siento como una chica completamente normal y corriente.

-No lo eres. Kai, has vivido mucho. Luchaste contra mounstruos, aprendiste a sobrevivir en la calle y saliste adelante sin ayuda. Aunque no fueras una semidiosa, jamás serías una chica normal; eres extraordinaria -dijo, mirándome seriamente. Tragué saliva.

-Bueno...gracias -balbuceé.

Willow y yo seguimos caminando, y llegamos al arco de piedra. Era un arco antiguo, con inscripciones en griego. Me explicó que era el símbolo del Campamento Mestizo, y que solo los semidioses podían verlo. Él cruzó inmediatamente.

-¿Vamos? -preguntó él, observándome. Tomé aire y di el paso.

-Jabón, voy por ti.












⠀⠀⠀
╭══════ .✧. ══════╮
Recuerda que votos y
comentarios equivalen
a actualizaciones más
rápidas ◞♡°
╰══════ .✧. ══════╯

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro