57. 21:00; time out
No puedes arruinar muchas vidas y luego arrepentirte, aunque ese arrepiento se basara en el miedo que le causaba la sola idea de ser descubierto. Mark sabía que ese día había fallado gravemente al seguir como perro fiel a EunHa hasta la universidad, pero todavía tenía tiempo para enmendarlo, esa noche tenía su única y última oportunidad en el vuelo que esperaba por ellos para llevarlos hasta Busan; y estaba más que decidido a no perderla.
Se las había ingeniado para salir de las grandes instalaciones que poseía la universidad sin ser descubiertos, meter a EunHa en el asiento trasero del auto que los había llevado y calmarla en el camino.
—Todo estará bien, todo estará bien. —repetía el muchacho mientras golpeaba con su índice su muslo. —EunHa.
—Por favor... —la coreana llevó su índice y dedo corazón hacia sus sienes y las frotó. —Si vuelves a preguntar sobre nuestro vuelo, es mejor que no lo hagas, empiezas a ponerme nerviosa.
El plan era deshacerse de Mark llegando a Busan, pero empezaba a considerar muy tentativa la idea de hacerlo en ese preciso momento; una sola orden a su chofer y el chico se convertiría en historia antigua.
—¿Señorita? —El hombre al volante habló interrumpiendo la conversación de los dos jóvenes mientras iba desacelerando hasta aparcarse a una calle del lugar. —¿Su padre iba a estar aquí?
EunHa asomó su rostro y divisó varios autos estacionados cerca del edificio; ninguno le pertenecía a su padre pero definitivamente eran de personas que trabajaban para él. Solo podía imaginar una razón para que estuviesen ahí y le provocó terror absoluto.
—Mina...—sus párpados se ampliaron y se giró en dirección de Mark. —Creo que están aquí por ella... no podemos dejar que le hagan algo... ¡¿Qué estás esperando?! ¡Acelera!
—¡No! —El varón gritó sintiendo cómo poco a poco su presión iba en descenso cuando vio una primera patrulla pasar a gran velocidad cerca de donde ellos estaban, seguido de las inconfundibles sirenas que abrumaron por completo sus sentidos. —Lo saben...
—¡No! ¡No! ¡Debemos ir por Mina! ¡Está sola ahí!
—Señorita... es mejor esperar, es arriesgado acercarnos.
La coreana gruñó molesta y salió del auto dispuesta a enfrentar a quien sea que se atreviera a alejarla de Mina, con su corazón acelerado e incontrolables ganas de patear todo a su alrededor tomó un gran respiro intentando planear una forma de llegar hasta ahí.
Un doloroso quejido se escapó de sus labios cuando su espalda chocó con fuerza con la puerta trasera del auto, al reaccionar se encontró con el rostro pálido de Mark.
—¡¿Qué crees que haces?! Entra...EunHa, entra.
—No puedo dejarla sola, Mark. ¡Todo esto es por ella!
Mark revolvió su cabello completamente frustrado, miró hacia el chofer que intentaba ignorar esa pelea, luego al edificio a medio construir y finalmente a EunHa. —Vendrás conmigo. Me importa una mierda lo que quieras.
La menor negó y se acercó al rostro del muchacho hasta rozar sus narices. —Yo iré por ella... y tú me ayudarás, porque dudo mucho que quieras como enemigo a mi padre.
°°°
Wonho se levantó alarmado y caminó hasta su compañero que miraba con compasión a la chica en el suelo.
—¿En serio lo ordenó? ¿Cómo es que llegaron tan rápido? —preguntó en voz baja refiriéndose a los hombres que esperaban en el umbral de la puerta.
—Esperan por el jefe, él es quien lo hará.—respondió encogiéndose de hombros— Ellos son parte de su guardia personal. Pero no vinieron solo a mantener su seguridad...—asomó su rostro por sobre el hombro de Wonho y suspiró cansado.
—Hermano, ella apenas puede mantenerse despierta. Si recibe una golpiza más el jefe vendrá solo para asegurarse de que está muerta.
—Lo sé, pero son órdenes y tanto ellos como nosotros solo seguimos órdenes. ¿Comprendes? Ahora es mejor salir de aquí y dejarlos hacer su trabajo.
El muchacho no podía hacer nada en contra de los deseos de Jung YongHwa o recibiría las consecuencias, lo tenía en claro, deseó no ser tan cobarde; pero no podía perder su vida intentando salvar otra. Se giró y se sintió culpable ante la sonrisa que le brindaba la japonesa; caminó en su dirección y se puso de cuclillas.
—Lo siento. —susurró.
—Si me das a elegir, prefiero morir a golpes que con una bala atravesada en mi cabeza. — Mina contó a los hombres, eran seis y se veían más fuertes que Mark. —Di que vencí a uno. —intentó bromear. —Eso me haría feliz.
Wonho guardó silencio para luego sonreírle. —Claro. —Se volvió a levantar y con una señal de cabeza le indicó a Jooheon que era hora de salir. Ambos observaron a los guardias de YongHwa y simultáneamente sintieron respeto por Mina, preguntándose cuanto tiempo podría aguantar antes de su último aliento.
Mina intentó concentrarse, ¿cuántas posibilidades había de vencer a esos seis? Cero. No estaba en condiciones. Entonces, ¿cuántas posibilidades había de aguantar hasta que YongHwa llegara? Tal vez un uno por ciento. No está tan mal.
No había ni una pizca de piedad en las expresiones de esos hombres, incluso llegó a reconocer una sonrisa que le confirmó su destino.
—¿Esta chica fue capaz de molestar al jefe? —uno de ellos por fin habló, su pregunta hizo reír a todos los presentes y la japonesa arrugó su entrecejo sin comprender la gracia de esas palabras. —¡Es una pobre diabla! ¡Sólo mírala!
—¿No es hija de Myoui? —otro se unió.
—¡Por supuesto! ¡Myoui! ¡La princesa de Myoui Akira!
Mina hizo una mueca, no le gustaba ser llamada así, no lo había escuchado desde que tenía diez años y para ese momento le resultaba embarazoso que en algún momento le hubiese encantado la idea.
—Bueno...—uno de ellos se acercó para inspeccionarla y tras no encontrar nada de especial en ella se inclinó para obligarla a levantarse. —Es hora de divertirnos un poco... ¡Diez billetes al que la derribe primero!
La menor se tambaleó y retrocedió un par de pasos mareada, empezaba a ser rodeada por los hombres. Ahogó un grito cuando su muslo herido recibió el primer golpe, uno de ellos no se había medido al momento de patear directamente al vendaje sucio que rodeaba esa zona. Mina cayó de rodillas respirando con dificultad, sus palmas se adhirieron al suelo y cerró sus ojos cuando recibió otra patada sobre su espalda que la hizo desplomarse por completo.
—¡No soportas nada, niña! Esto será aburrido...
La menor se giró y pudo esquivar a tiempo la patada que estaba por recibir en su cabeza. Sus agresores se vieron entre sí y pequeñas risas empezaron a escucharse.
—Todavía puedes hacer eso. — el hombre que parecía ser el más emocionado tomó impulso y pisó con gran fuerza el estómago de la chica. Mina tosió desesperada ante el poco aire que empezaba a recibir e ignoró las pequeñas gotas de sangre que salían junto a su saliva; se movió rápidamente y se alejó de una patada más. —¡Pero mírenla! ¡Quiere jugar con nosotros!
—Okay, ya es mucho. Taecyeon, deja algo para nosotros.
Mina lo sabía, no podría soportar más, pero todavía no deseaba irse. No quería morir, sin embargo, era solo una chica con poca fuerza, no era un super héroe que a mitad del combate recuperaría sus poderes. Con gran esfuerzo se arrastró intentando alejarse, escupiendo un poco más de sangre en el camino mientras escuchaba de fondo las molestas risas de los hombres. Sus brazos cedieron y volvió a caer. En su difícil recorrido hasta la puerta por la que muchas veces había imaginado escapar, recordaba a todas las personas con las que había formado un lazo especial. Nayeon era la más importante, pero no la primera.
"¿Nunca has imaginado tu futuro?"
La voz de su mejor amiga resonó en su cabeza llevándola directamente al momento en el que tuvieron esa conversación en la habitación que compartían. Su débil mente la hizo imaginar a Jeongyeon a un lado de la puerta, con una sonrisa que le intentó devolver. No hay un futuro qué imaginar.
Intentó reincorporarse para tomar la perilla y abrir la puerta, pero una mano se encargó de alejarla. Uno de los hombres se había acercado y sin pena alguna había tomando de su pierna para llevarla a rastras hasta el centro de la habitación.
—Qué tierna, creía que podía escapar.
Volvieron a reír.
Sin fuerza para seguir intentándolo no se movió; tras varios segundos a la expectativa su cuerpo comenzó a recibir golpes y patadas, no sabía si ya se había acostumbrado al dolor o si ya perdía la conciencia, pero empezaba a adentrarse en una relajación absoluta, sus párpados se cerraban lentamente mientras que las ruidosas voces de los mayores eran reemplazadas por un largo y bajo pitido.
Lo siento...
El silencio que reinó en la habitación no era normal.
—¡Mierda! —Uno de ellos gritó. —¡El jefe nos matará!
El peso que sentía sobre su cuerpo desapareció.
Lo siento...
Lo siento...
Lo siento...
No pude...
—¡Mina! — Alguien cayó cerca de ella y la cubrió con sus brazos de forma protectora. —Te tengo, Mina.... aguanta, todo estará bien... estamos aquí... Te tengo, hermana, por favor...
La japonesa perdió la conciencia después de escuchar el primer disparo.
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