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54. 16:00




Fue su peor decisión. Jeongyeon sintió sus piernas flaquear cuando los gritos de su mejor amiga llegaron a sus oídos. Cayó de rodillas tomando grandes bocanadas de aire, sintiendo su pecho oprimirse ante el dolor que le causaban esas imágenes. Se sentía enojada, triste, con gran impotencia que revolvía su estómago.

—¿Por qué? —cuestionó en voz baja escuchando como fondo los desagradables sonidos que EunHa emitía hasta que fueron cesando dando fin al video. —¡¿Por qué lo hizo?! —su palma golpeó el suelo con fuerza varias veces, sus sentidos se nublaron sintiéndose completamente desesperada por querer tener a su amiga de vuelta, deseando inocentemente tener el poder para eliminar de su memoria esa experiencia. No supo cuándo su palma se hizo puño, ignorando el dolor que se extendía por todo su brazo, imaginando que el concreto era EunHa.

—¡Jeongyeon! —los brazos de Heechul rodearon su cintura, alejándola de la dureza del suelo, preocupado por la estabilidad emocional de la muchacha y de la nueva chica que ingresaba.

La castaña parpadeó lentamente, su mirada cristalizada paró en el rostro del hombre y luego... Momo.

La japonesa se acercó completamente aterrada, era la primera vez que veía a Jeongyeon reaccionar así. Sus manos acunaron el rostro de la mayor con ternura, queriendo ayudar tan solo un poco para que esta pudiese tranquilizarse. —Está bien, Jeongie... está bien... —susurró. Un nudo en su garganta se formó cuando la coreana se refugió en sus brazos mientras escondía el rostro en su cuello. —¿Qué sucedió? —preguntó al hombre que había permanecido en silencio.

Heechul tragó saliva y negó, queriendo ahorrarse los perturbadores detalles. —Debo de dar el aviso. —Caminó hasta la mesa y cerró su portátil con fuerza.

—¿Aviso?

Jeongyeon se separó lentamente, su pálido rostro y triste mirada estrujó el corazón de la menor. —EunHa... ella tiene a Mina...

°°°

—Sabes que tenemos que irnos cuanto antes, ¿no? Si ella ya lo vio entonces serás descubierta.

—¿Crees que no lo sé? Será algo rápido. —EunHa volvió su mirada a la ventana, tenía una larga lista de cosas por hacer y muy poco tiempo. —Nueve de la noche, recuérdalo Mark. A menos que quieras perder el vuelo. — Tenía que deshacerse de ese chico, pero aquello le tenía sin cuidado realmente. Cuando todo termine por fin solo serían ella... y Mina.

Pronto, Minari, déjame terminar con Nayeon por ti.

°°°

Nayeon se perdió en el vapor que desprendía el café del muchacho sentado frente a ella; habían hablado toda la tarde y ella no podía sentirse más agradecida con WooJin por escuchar todos sus miedos e inseguridades respecto a su embarazo. La presencia del chico la calmaba, él se había encargado de repetirle numerosas veces que Mina sería la mujer más feliz al enterarse de la noticia. ¿De qué cuento había salido el coreano? No lo sabía, pero tenía un perfil que encajaba perfectamente con el de un príncipe.

—¿Has pensado en algún nombre? —cuestionó el menor mientras se apoyaba en el respaldar de la silla y llevaba la taza hacia sus labios.

La chica se quedó callada mientras su índice y pulgar tomaban su mentón, adoptando una pose pensativa. Con lo sucedido no había tenido ni el tiempo ni las ganas de pensar en algo tan importante como el nombre de su bebé.

—Si es niña... podría ser... bueno, es que yo no lo he pensado todavía. —admitió algo apenada y a la vez entristecida, creía que no le estaba prestando la debida atención a su hijo.

—Es entendible. —WooJin dejó sobre la mesa su taza medio vacía y su índice inició un golpeteo sobre la madera, intentando pensar en posibles nombres. — YeonNa... ¿qué? ¿qué? —Hizo una mueca tras escucharla reír.

—¡Es mi nombre al revés!

—No creí que serías tan exigente, ¿no crees que suena bien? Es original y se hará notar.

—Ni loca. Pero, ¿y si es niño?

—JinWoo.

—¡Por favor! — La mayor cubrió su boca con el dorso de su mano, evitando que su risa resonara por toda la cafetería. — Dudo que Mina quiera a una YeonNa o un JinWoo.

—Por lo que me contaste, Mina le pondría a su hijo algún nombre raro de videojuego, manga o científico, ¿imaginas a tu hijo llamándose Víctor?

—¿Víctor? 

—El creador de Frankenstein... ¿no? —Nayeon negó— De acuerdo.

Ambos se dejaron envolver en un cómodo silencio mientras volvían a su labor de consumir lo pedido. WooJin se quedó observando los suaves movimientos que realizaba Nayeon al comer y no pudo evitar sentir una punzada directa a su corazón; no le molestaba pasar tiempo con ella, mucho menos hablar de ese niño en camino, pero sabía que esas conversaciones y risas nunca cruzarían la barrera de amistad, y eso, claramente, lo lastimaba. Ese era el precio de su gran amor.

Dejó que un suspiro escapara, llamando la atención de la mayor.

—¿Todo bien?

—Nayeon... ¿te hablé de la última noche que vi a Mina? —cuestionó sin saber por qué exactamente traía ese tema a flote nuevamente cuando ya había sido olvidado.

—No... creo que no lo hemos hablado.

—Bueno, recuerdo haber vomitado en su departamento. —confesó ganándose una risa. —Pero también recuerdo que ella, aunque pudo, no me echó a patadas por haber intentado golpearla.

—WooJin...

—No, no, esto es lo mejor, quise ganarle por primera vez en algo, pero me detuve, a cambio también le dije cosas dolorosas. Como a ti. Dudo que alguna vez ella y yo podamos ser amigos, sin embargo, me siento apenado por todo lo que les dije. Contigo estoy bien, pero ella...

Nayeon estiró su mano para posarla sobre la del chico, enternecida y sorprendida por la bondad que mostraba el menor. —Lo podrán hablar... cuando Mina regrese.

—Suena bien.

Ambos se retiraron de la cafetería y WooJin, aunque tenía la intención, no pudo acompañar a la mayor en su camino a casa. Después de disculparse más de tres veces le prometió que esa noche acudiría a la fraternidad con las películas que Chaeyoung y Jihyo le habían pedido y así suavizar el terreno antes de que se enteraran del embarazo de la mayor.

—Lo tomarán bien. —Dijo tratando de animarla.

—Si tengo miedo a decirles a las chicas, imagina cómo estaré cuando esté frente a mis padres. —Nayeon alzó su mano cuando vio la intención del muchacho. —Si te ven conmigo pensarán que eres tú el padre. Debo hacerlo con Mina.

—¿Y decirle que ella es el padre?

—¿Por qué no? —Se alzó de hombros. —Ya tendré la cabeza para pensar en ese momento... Ahora tú, ve a tus clases.

El chico asintió y se inclinó para besar la mejilla de la coreana. —Nos vemos.

Nayeon vio la silueta del menor alejarse y cuando lo perdió de vista entre los estudiantes que tenían un horario para esa tarde, se giró dispuesta a recostarse y dormir un poco; se sentía agotada. Sus pensamientos rondaban a las posibles reacciones que tendría Jihyo, su mejor amiga, estaba apenada por haberse alejado de ella y rechazado su compañía cada vez que intentaba animarle, pero ni siquiera ella sabía por qué lo hacía. Ella entenderá. Se dijo a sí misma recordando cómo, cada mañana, Jihyo la esperaba con un desayuno y una sonrisa, sin importarle su comportamiento lejano, retraído y, a veces, malhumorado.

Su mano acarició su vientre y una sonrisa se asomó en su rostro, preguntándose qué es lo que Mina desearía para el sexo del bebé. Si se concentraba podría descubrir la respuesta, después de todo, esa plática alguna vez la habían tenido de forma casual antes de que a la japonesa le entrara el pánico por posibles hijos entre ellas, cosa que a Nayeon le seguía resultando divertido.

—Minari, ¿niño o niña?

—No me gustan los niños, ¿qué tal un gato?

—¡Concéntrate! Pero si es conmigo.

—Oh, uhm... Niña... creo, sería la más hermosa si se parece a ti. Los papeles cambiarían, tú te volverías en una reina y ella una princesa. — Mina respondió mientras devoraba el pedazo de pizza, haciendo que esas palabras tan tiernas se perdieran por la forma en la que comía, ganándose automáticamente un golpe en su muslo por haber arruinado la conversación gracias a su gran apetito.

—¡Sharon! Límpiate.

Sus pensamientos se disiparon, sus piernas se detuvieron, y su corazón se aceleró cuando un fuerte brazo rodeó su cuello. Podía sentir a la perfección la punta de un cuchillo sobre su espalda baja y la suave respiración de alguien más chocar contra su nuca. —Nayeon, al tiempo. —Esa voz hizo que todo su cuerpo se paralizara ante el terror. —Es hora de irnos a dar un paseo, será rápido, lo prometo. Y si deseas que tu hijo siga vivo para el final del día, es mejor que obedezcas.

La coreana asintió lentamente mientras observaba a su alrededor, podía gritar y llamar la atención de alguien, podía incluso intentar patearlo en alguna zona sensible para deshacerse de él pero tenía miedo, y no exactamente por ella.

Mark avanzaba apresurado con Nayeon apegada a su torso hasta el punto de encuentro en la azotea de unos de los pabellones, asegurándose de que ningún curioso estuviese cerca y pusiera en peligro su plan. Consideraba una completa locura presentarse como si nada en un lugar como la universidad, pero necesitaba permanecer al lado de EunHa si quería librarse de futuras consecuencias. Era obvio que la chica había perdido la cabeza y era su trabajo devolverle de vez en cuando el sentido común y que esa tarde no hiciera nada que retrasara su vuelo.

—¿Te gustaron todos nuestros videos y fotos? —cuestionó con burla completamente seguro que Nayeon, a esas alturas, ya sabía que EunHa era quien estaba tras el secuestro de Mina. —Nuestra japonesa favorita te extraña.

Ambos se detuvieron a mitad de los escalones que iban subiendo, la chica se giró sin importarle que la presión ejercida por el cuchillo se hacía más fuerte. Sus manos se hicieron puños al descubrir el significado de esa pregunta.

—¿Q-qué dijiste?

Mark alzó sus cejas. —No te llegó nuestro regalo... no importa. Me aseguraré de que lo veas cuando lleguemos.

—¡Lo sabía! ¡Lo sabía! ¡Y no me escucharon! —Nayeon quiso empujarlo, sintiendo cómo poco a poco la rabia se apoderaba de su cuerpo. Quería llorar ante la frustración pero no permitiría que alguien como él la viera. Intentó golpear el pecho del muchacho pero este rápidamente tomó sus brazos, apretándolos mientras se regocijaba por el dolor que expresaba el rostro contrario.

—¿Qué haces, Nayeon? ¿Por qué las mujeres siempre creen que pueden ganarme? —se burló jalando de sus brazos para que sus rostros quedaran a pocos centímetros de distancia. —No sabes cuántas veces tuve que poner en su lugar a Myoui. —La coreana se removió y él volvió a girarla con brusquedad para retomar el camino. —Ahora es mejor que te apresures si no quieres que te quiebre la nariz como lo hice con ella.

Un minuto más tarde se encontraban en la azotea del edificio, siendo recibidos por una fría brisa que desordenó sus cabellos y por EunHa, que se mantenía de espaldas mientras disfrutaba de la vista que le brindaba ese lugar.

—Unnie, tenemos mucho por hablar, ¿no lo crees?

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