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42. ... us


Mina chocó el puño con Jeongyeon cuando la bola de papel ingresó al cesto de basura, ambas celebraron por ese pequeño logro y estuvieron a punto de iniciar una innecesaria batalla por ver quién era capaz de anotar más veces, pero la puerta abriéndose detuvo cualquier intento de jugueteo. La japonesa se impulsó con sus pies y la silla giratoria le hizo dar cara a la persona que había ingresado.

— ¿Interrumpo? — Preguntó Nayeon tímidamente. La castaña negó e invitó a la mayor a pasar. — Momo quiere que bajes un segundo.

— ¿Ocurrió algo?

— Quiere que pruebes su estofado. — Tanto Mina como Jeongyeon hicieron una mueca de dolor. — Yah... no es tan malo.

— Creí que habíamos quedado en que Jihyo cocinaba. — Dijo la castaña suspirando y mirando con súplica a su mejor amiga.

— A mí no me mires. Tú eres su novia, ve y dile que está delicioso. — La japonesa se encogió de hombros estirando su brazo para tomar otro papel y hacer de este una pequeña esfera. — Apresúrate. — Dijo lanzándola y anotando nuevamente.

— ¿Por qué eres tan buena con eso? — Jeongyeon viró los ojos y salió de la habitación antes que Momo empezara a gritar desde la cocina.

Cuando las dos chicas se quedaron a solas se sonrieron torpemente, Nayeon se acercó a la menor y miró el desastre que había en el escritorio. — Creí que avanzaban con unos planos.

— Nos rendimos diez minutos después.

— ¿Qué hicieron encerradas estas dos horas? — Mina rascó su nuca.

— Jugar... — Confesó ganándose un leve golpe en el brazo. — Lo arreglaremos. — Dijo levantándose para estar a la altura de Nayeon, extendió su brazo y tomó un lápiz junto a un papel. — Solo debemos concentrarnos, estaba pensando hacer unas modificaciones en las medidas...— Mina se entretuvo escribiendo y borrando algunos números, pasando por desapercibida la tierna mirada que le dedicaba la mayor. —... podremos terminar cuando...

La menor se calló cuando la mano de Nayeon tomó su mentón para atraer su rostro y juntar sus labios.

Mina se tensó sin saber cómo corresponder al suave beso que recibía, sin embargo, cuando sintió los brazos de Nayeon enredarse alrededor de su cuello ella hizo lo mismo en la cintura ajena. Pensó que después de esa noche podría haber cierta incomodidad con la mayor, pero todas sus dudas se dispersaron al escucharla reír al momento de separarse.

Se quedaron mirando en silencio. — Creí que querrías hablarlo.

— No hay mucho qué hablar. — Se encogió de hombros.

— ¿Todavía estás segura de ir conmigo?

— Estaré segura ahora, mañana y todo el tiempo, Mina.

Esa respuesta fue suficiente para apresar a la mayor entre el escritorio y su cuerpo, sin temor a algún reclamo o rechazo la menor tomó el control del próximo beso, intentando transmitirle lo mucho que había necesitado de momentos como ese.

A pesar de no querer, ambas tuvieron que separarse cuando escucharon pasos cercanos a la habitación de Jeongyeon, y lo hicieron a tiempo ya que la castaña ingresó preocupada. — Ahm, ¿Nayeon? — Llamó entornando los ojos. — WooJin vino, te espera abajo.

La mayor infló su mejilla derecha en un tierno mohín y asintió. — Iré ahora.

Mina quiso seguir a Nayeon, pero fue detenida por su amiga. — Si quieres bajar, es mejor que te limpies eso...— Señaló sus labios. — Sí, sí, eso, te quedó algo de la boca de Nayeon ahí. — Dijo cruzándose de brazos, notando como las mejillas de la menor se coloreaban. — No puede ser, Myoui. ¿En serio?

— No es lo que crees.

— ¿Ah, no?

— Solo pasó, ¿de acuerdo? Pensaba decírtelo después. — Dijo limpiándose con el dorso de su mano el labial. — Ahora, ¿podemos ir?

— No creo que quieras verlo...

— ¿Desde hace cuánto me conoces? — Mina ignoró las palabras de la castaña y avanzó siendo seguida por esta. Pero se detuvo en el primer escalón, sin poder creer que WooJin había llegado a esa casa con el ramo de rosas más grande que haya visto y en un esmoquin que, para su gusto, le quedaba bien. Se cruzó de brazos escuchando las disculpas del muchacho.

— No sé qué me pasó ayer. — Empezó. — Pero prometo que no volverá pasar. — Se tomó el atrevimiento de rodearla con uno de sus brazos y besar su frente. — Quisiera invitarte a cenar hoy, ¿te gustaría? Y será un lugar al que tú mereces ir.

La japonesa deseó que la mayor se lo quitara de encima, rechazara esa cita, que desde ese momento le anunciara su ruptura, que la prefería a ella y que pronto se irían juntas, pero esas palabras nunca llegaron. Cuando un dio un paso dispuesta a interrumpir la escena, Jeongyeon la detuvo a tiempo.

— ¿Qué piensas hacer? — Susurró.

— Solo déjame ir a...

— ¿A qué? ¿Separarlos? Mina, no puedes ir y demostrar que todavía sigues queriendo arreglar todo a base de violencia. — La castaña volvió su mirada a la pareja. — ¿No crees que debe ser tu última opción?

Mina apretó su quijada sin refutar, se dedicó a mirar en dirección de Jeongyeon. Nayeon parecía incómoda con la situación, pero con ninguna intención de detener a WooJin, y lo comprobó cuando la pareja compartió un corto beso. Se soltó del agarre y bajó con rapidez, sintiendo su sangre hervir y con sus puños fuertemente cerrados. Sin embargo, y a pesar de lo que Jeongyeon temía, no se detuvo para formar un escándalo, por el contrario, pasó de largo para salir de ahí cuanto antes.

La castaña suspiró aliviada y siguió los pasos de su mejor amiga.

Nayeon, por su parte, se sintió completamente culpable por la frustración que mostró Mina antes de abandonar la casa.

— ¿Qué hacía aquí? — Preguntó el chico tratando de restarle importancia.

— Vino a... ayudar a Jeong. — Dijo mirando hacia la puerta.

— Como sea. — Sonrió. — ¿Entonces paso hoy por ti?



La japonesa lanzó un par de golpes al aire, y por muy divertida que se veía –a percepción de Jeongyeon-, su humor no era el mejor en ese momento. Los últimos días había soportado sus ganas de separar a la pareja, había tenido que soportar la presencia de WooJin cerca la mayor parte del tiempo pensando que Nayeon tenía claros sus sentimientos hacia él; sin embargo... después de esa noche, después de esos pequeños, pero significativos besos que compartieron y de esas palabras tan seguras por parte de la pelirrosa... todo había cambiado.

— ¿Puedes creerlo? — Preguntó Mina una vez tuvo a su amiga a lado.

— Mina... fue más que solo un beso, ¿verdad?

La menor suspiró llevándose una de sus manos a la frente, recordando cada segundo, cada minuto que había pasado junto a Nayeon el día anterior, y el cómo había alborotado su pobre corazón con su idea. — Ella... ella quiere ir conmigo a Londres.

Jeongyeon amplió sus ojos en sorpresa y dejó que su boca formara una perfecta "o" por breves segundos. — ¿Cuándo fue eso?

— Ayer, ella fue a verme y hablamos más de lo necesario. — Explicó. — Creí que moriría ahí mismo y se veía tan segura de lo que quería...

— Dale tiempo, Mina. — Sugirió pasando su brazo alrededor del cuello de la menor para obligarla a caminar en cualquier dirección. — Tú mejor que nadie debe saber que terminar con alguien que te ama y tú no amas es difícil...— Dijo refiriéndose a EunHa.

— Pudo haber rechazado esa estúpida cita... o alejarlo, no lo sé... solo estoy molesta, necesito...

— ¿Un trago? — Dijo alzando ambas cejas. — Porque sé de un lugar donde te extrañan.

Mina no pudo evitar sonreír. — No he hablado con Solar desde el lunes. Suena grandioso.


[...]


Era su cuarta copa cuando supo que era hora de parar, Sana le contaba una divertida historia en un zoológico junto a Tzuyu pero no le tomó verdadera atención, no podía divertirse ni mucho menos concentrarse. Mina no podía dejar de pensar en Nayeon junto a WooJin, ambos disfrutando de todo un día juntos para terminar en una estúpida cena. Cada vez que los imaginaba quería olvidar las palabras de Tiffany y Jeongyeon para ir directamente a la universidad y sacar de ahí a la pelirrosa.

— Cada vez que vienes, tienes un problema nuevo. — Solar la sacó de sus pensamientos mientras se sentaba frente a ella, aprovechando que a esa hora había pocos clientes por atender.

— ¿Yo? — Se señaló. — No. — Dijo formando una sonrisa. — Estoy contenta de estar nuevamente con ustedes.

— Eso no dice tu cara. — La rubia quiso llenar nuevamente la copa de la menor, pero esta negó de inmediato. — Pero aquí estamos para que puedas divertirte, sé que debes estar bajo presión por tu padre.

— Lo superaré.

— ¿Sabías que Jeongyeon estuvo viniendo muy a menudo cuando estabas en Londres? — Preguntó viendo a la castaña que hablaba muy entretenida con WheeIn en la barra. Ambas reían y parecían pasársela bien. — Se llevan muy bien.

Mina entornó los ojos. — ¿Cómo la veías cuando venía?

— Triste. — Admitió. — Parece que se aparecía cada vez que peleaba con su novia.

La pelinegra tragó saliva, ella no había sido la única que necesitaba de alguien cerca para apoyarse. Supo entonces que ambas habían estado callando sus propios problemas para evitar preocupar a la otra. Su índice golpeó la mesa y se perdió por un breve momento en las interacciones que tenía su amiga con WheeIn.

— Dime que no estoy siendo paranoica... ellas lucen como...

— ¿Cómo si tuvieran algo entre manos? — Preguntó Solar, dejando escapar un suspiro. — Intenté hablar con WheeIn, pero cada vez que mencionaba su repentina amistad con Jeongyeon me evitaba el tema.

Rápidamente negó, su amiga amaba a Momo, nunca pondría en duda el sentido de fidelidad que poseía Jeongyeon, se lo había mostrado no una, ni dos, sino, innumerables veces que ella jamás podría traicionar a alguien, sea cual sea el motivo.

— Lo hablaré con ella después, pero confío en Jeong. — Mina se hizo para atrás, recargándose en el respaldar de su silla. Su mirada ahora se dirigió a Sana que después de haberla acompañado durando varios minutos, había sido llamada para atender a una mesa. — ¿Y ella con Tzuyu? — Cuestionó.

— Hoy estás muy curiosa.

— Me interesa el bienestar de mis amigas. — Se encogió de hombros, por no decir que la líder de cierta fraternidad se había visto muy interesada por la taiwanesa y solo quería asegurarse de que esa ilusión no fuese en vano. — Ellas están... ¿saliendo?

— Algo así. — Dijo. — Es una relación rara, ¿sabes? Pero ninguna parece querer dar el primer paso.

— ¿Tzuyu vine seguido?

— Sí, me llegó a recordar a ti cada vez que escapabas de esa loca universidad.

— Ni que lo digas. — Sonrió. — Han cambiado muchas cosas.

— Especialmente tu cabello. — Dijo extendiendo su brazo para tomar un mechón de la menor. — Te sienta bien.

— ¿Y cuándo podré verte pelinegra a ti?

— Me he acostumbrado al rubio.

La conversación fue interrumpida por el teléfono de la menor. Al ver la pantalla arrugó su nariz, tentada a no responder por nada del mundo, sin embargo, podría ser una grandiosa oportunidad para acabar todo por completo. — EunHa. — Dijo con poca emoción.

Minari, dejé que lo pensaras, ¿no crees? — Mina suspiró.

— Mi decisión sigue siendo la misma, no cambiará. — El silencio al otro lado de la línea la hizo desesperarse por un momento.

¿Podemos vernos?

— Yo ahm...— Miró a Solar, como si ella pudiera dar la respuesta a todos sus problemas. — De acuerdo.

¿Nos vemos en una hora en tu departamento?

— Te estaré esperando.

— ¿Más problemas? — Cuestionó cuando vio que la llamada había finalizado.

— Por el contrario, creo que al fin podré acabar todo. No quiero dejar nada inconcluso.

— Entonces es cierto que tu estadía no es permanente.

— Quisiera que lo sea.

— ¿Sabes que te extrañaremos mucho más? — Ambas manos se encontraron a mitad de la mesa, y las dos muchachas compartieron una sonrisa.

— Vendré a visitarlas, este lugar...— Dijo mirando a su alrededor. — ... es como un refugio.

— Que apesta a alcohol. — Se burló.

— Y que las tiene a ustedes. Siempre me ayudaron y escucharon cuando lo necesité. No sé cómo podría agradecerles por todo lo que hicieron por mí.

— Oh, vamos, Mina, parece que te despidieras para siempre. — Y el tan solo pensarlo, la piel de Solar se erizó, negando inmediatamente. La mayor acarició con su pulgar el dorso de la japonesa. — Nosotras también te queremos.

Mina aprovechó para servir una última copa y beberla rápidamente. — Regresaré el sábado para despedirme como se debe.

— Te estaremos esperando.

Giró su rostro en dirección de Jeongyeon y decidió no interrumpir la animada conversación que esta tenía con WheeIn. — ¿Le puedes decir que EunHa llamó y que la buscaré después?

— Cuenta con eso.

La japonesa se acercó para besar la mejilla de Solar y después de eso salió.

Sus manos tomaron con fuerza el volante, esta vez tenía que dejar en claro todo, tenía que terminar con EunHa sin que esta viera la oportunidad de volver días después para insistir en algo que no tenía futuro. Aceleró escuchando la fricción de las llantas con el pavimento y pensó que debía aprender a conducir como una persona civilizada o terminaría envuelta en algún accidente.

Cuando descendió del vehículo prácticamente corrió hasta el edificio y apretó con desesperación el botón del ascensor.

Al estar nuevamente en la comodidad del departamento miró la hora en su teléfono, creyó que se había demorado más de la cuenta pero al parecer EunHa llegaría después. Caminó hasta la cocina y de la nevera retiró una botella de agua. Quiso formular algún tipo de discurso que le ayudara a terminar todo en buenos términos, pero nada ayudaba, y tampoco era la persona más delicada en momentos como esos por lo que intentó pensar como Tiffany.

"¿Qué haría o diría ella?"

Llamaron a la puerta y supo que su tiempo para crear un grandioso monólogo había finalizado. Tomó una gran cantidad de aire y se dirigió a la entrada.

Todo su positivismo se fue por el drenaje cuando vio a Nayeon parada frente a ella.

No, eso debía ser una broma de pésimo gusto por parte del destino.

No se vio sorprendida, ni alegre, de hecho, no parecía tener expresión alguna. Mina se quedó estática durante varios segundos y recién reaccionó cuando escuchó a Nayeon preguntarle si podía ingresar. Tuvo que hacerse a un lado y una vez ambas dentro, cerró la puerta.

— Sé que estás molesta...— Comenzó. — Y tienes razón para estarlo, pero en serio no sabía como debía tratarlo... tampoco sabía que hacer, si hubiera podido evitar que vieras todo eso...

— Nayeon. — La cortó. — Aunque esté molesta yo todavía no tengo ningún derecho a reclamo, él es tu novio, ¿no?

— Solucionaré eso. Es solo que no sé cómo decírselo, no creí que llegaría con un ramo de rosas a disculparse, y luego está esa cena.

— ¿Irás? — Preguntó alzando ambas cejas.

— Quiero ir. — Admitió bajando la mirada. — ¿Puedes confiar en mí?

La menor frotó su cuello y asintió. — Lo hago, es solo que... — Dudó un par de segundos en si debía o no extender esa conversación por la pronta llegada de EunHa, pero terminó tomando la mano de la mayor para guiarla hasta el sofá. Ambas se sentaron y Mina tomó aire animándose sola para confesar lo que sentía. — Cuando te veo con él... y-yo pienso que podrías arrepentirte. Y no te culparía, ¿de acuerdo? Es una decisión precipitada, pero que me hace feliz. Sin embargo... creo que tú podrías verlo a los ojos y darte cuenta de que a quien amas es a él, que con quieres estar es él.

Nayeon se enterneció ante las palabras de la japonesa y alzó su mano para acariciar su rostro con suavidad. — Nunca creí que llegaría a ver a Myoui Mina con miedo.

Mina posó su mano sobre la ajena para evitar que la alejara, perdiéndose en su tacto. — Tonto, ¿no? — Humedeció sus labios y se levantó de su sitio. — Debo hacerle caso a Jeongyeon y darte tiempo. Sin presiones, ¿no crees?

La mayor se levantó de inmediato para detener a Mina que había empezado a caminar de un lado a otro. — Te sigue molestando.

— Es que...agh, yo solo debo controlarme y no hacer una tontería que arruine todo. Porque no quiero que pienses que soy la misma de hace siete meses... — Habló rápido, trabándose en algunas palabras. —

— Mina...

El corazón de la menor se aceleró cuando la puerta volvió a sonar y estaba segura de quién se trataba. Tarde o temprano tenía que pasar, ¿verdad? Intentó relajar su respiración e hizo una señal a Nayeon para que se quedara ahí mientras ella atendía a su nueva visita.

EunHa se encontraba ahí, con un vestido negro que alguna vez Mina denominó su favorito entre todos los que poseía la coreana. Un beso en cada mejilla y una sonrisa, eso fue todo lo que recibió antes que la alegre expresión de EunHa desapareciera por completo al notar la presencia de una tercera persona.

— ¿Qué hace aquí? — Preguntó en voz baja, y sin esperar respuesta empujó a la mayor para poder pasar y dirigirse a la sala. — ¿Visitas a mi prometida?

— EunHa. —Amenazó la japonesa. — Sabes que tú y yo no...

— Déjalo así, Mina. — Nayeon se acercó para enfrentar a la menor. Ambas parecían estar matándose con la mirada y la japonesa se apresuró a ponerse en medio.

— ¿Apenas supiste que tuvimos un problema viniste a intentar algo con ella? — Alzó sus cejas y dejó escapar una risa.

— Ustedes dos ya no están juntas. — La mayor entre las tres quería evitar dañar a la que alguna vez fue su amiga, pero esta supo acabar con su paciencia cuando se atrevió a besar a la japonesa frente a ella. Aunque aquello no duró mucho ya que Mina la separó de inmediato. — Un intento desesperado, ¿no crees?

— No lo es. — EunHa sonrió. — Mina volverá conmigo a Londres y retomaremos nuestra vida juntas. Fue un error volver a Corea... nos habíamos vuelto tan cercanas...

— Por Dios, ¿de qué hablas? ¡Todo fue planeado! Abre los ojos, EunHa, Mina no te ama...

— No es lo que me demostró, ¿sabes? No me gusta decir nuestra intimidad a otras personas, Nayeon.

Mina se apresuró en tomar por la cintura a la mayor para evitar que esta fuese contra EunHa. Todo volvía a salirse de su propio control.

— Deja de buscar cualquier excusa, EunHa, deja de...

— No estoy mintiendo. — La menor miró a la japonesa. — ¿Por qué no se lo dices, Mina? Díselo.

Nayeon se fue girando para encarar a Mina y comprobar que lo que decía la menor era una completa mentira, pero el silencio la hizo tensarse. El fuerte agarre que mantenía la japonesa fue liberando presión.

— EunHa, es mejor que te vayas. — Mina no podía seguir presenciando el poco orgullo que mostraba la menor, no le gustaba que se estuviese humillando, diciendo y asegurando que todavía había un futuro entre ambas. Pero sobre todo, y lo único que le preocupó, era esa explicación que le debía a Nayeon sobre lo que pasó en Londres. — Tú y yo no tenemos nada que hablar, nuestro compromiso se rompió y es una decisión que no cambiará.

Mina avanzó tomó del brazo a EunHa y luchó contra su fuerza para poder llevarla hasta el pasillo. Cuando por fin estuvieron a solas la soltó. — Siempre será Nayeon... ¿no es así?

— Lo siento.

— No, Mina, yo lo siento más. No acabamos aquí.

— Por favor. — Pidió. — Toda esta semana solo he escuchado eso, de ti, de mi padre... quiero hacer mi vida sin que otros se entrometan, EunHa, lo que pasó en Londres fue un error, mi error, y aunque solo fue una vez no debió pasar nunca. No te aferres a eso porque...— Tomó un gran respiro. — ... no significó nada para mí. Quiero que lo comprendas, no te amé, no podré amarte. — Mina detuvo la mano de EunHa a punto de estamparse en su mejilla por segunda vez. — No dejaré que vuelvas a hacerlo.

Las lágrimas de la menor no tardaron en hacer aparición, se soltó con brusquedad y las limpió de inmediato. — Nos veremos pronto.

— No lo haremos, tú estás fuera de mi vida.

— ¿Quieres apostarlo? — Mina tragó saliva e ignoró esa última pregunta.

Cuando la vio partir se apoyó en la pared, esos días habían sido los más pesado para ella. No miraba la hora de que todo terminara cuando partiera a Londres nuevamente.

La silueta de Nayeon apareciéndose en el umbral de la puerta la hizo sonreír débilmente. — Volví a arruinarlo, ¿no es así?

— Entonces era verdad,

— Lo es. Pero Nayeon yo...

— No significó nada. Lo escuché.

— Debes estar pensando que soy la peor persona del mundo. Que utilizo a las persona para conseguir satisfacerme y...— El índice de Nayeon sobre sus labios la hicieron callar.

— No pienso que lo seas. — Dijo. — Pero ahora no puedo quitarme de la cabeza a las dos juntas.

— ¿Estás molesta?

— Era obvio, ¿no crees? — Alzó sus cejas. — Estuvieron juntas y solas por mucho tiempo... y no te culpo, Mina. — Ambas guardaron silencio. — Debo irme.

— Nayeon. — La detuvo para abrazarla, apoyando su frente en el hombro ajeno.

— Mina, relájate. — La mayor le dedicó una sonrisa amplia al separarse, se estaba sorprendiendo a sí misma por su increíble actuación. Estaba molesta, claro que lo estaba, pero sabía que no tenía ningún derecho a crear una pelea a raíz de esa revelación. Mina no le debía ningún tipo de explicación y aun así estaba ahí, intentando dársela. Trató de relajarse y besó la mejilla ajena. — En dos horas veré a WooJin.

— No vayas.

— Mina, sabes que debo...

— No lo hagas. — Tomó su mano para besarla innumerables veces. — Podemos cenar tú y yo, como ayer, prepararé lo que desees, hasta me pondré algo formal... al menos podría intentarlo...

Nayeon sonrió negando. — Necesito ir, y cuando lo mire a los ojos volveré a confirmar que él no es mi persona especial. — Dijo, tratando de calmarla, quería detener sus frenéticos latidos al ver tan vulnerable a la menor, tan insegura de sí misma, podía jurar que eso era nuevo en Mina, nunca creyó que la tendría como una niña pequeña pidiendo por su atención.

— ¿Estás segura de eso?

— Lo estoy.

Mina asintió y se apartó. —De acuerdo — Bajó la mirada, extendiendo su brazo hacia el pasillo que la dirigía directamente al ascensor.

La japonesa golpeó con poca fuerza la pared una vez las puertas de metal se cerraron frente a ella, llevándose consigo a Nayeon. Se había vuelto a quedar sola y lo único que logró ver como solución fue esperar hasta el día siguiente. Quiso pensar que la mayor había decidido aceptar esa cena con WooJin para hablar con él y dar fin a esa relación. Sin embargo, sabía que no lo haría, que la única razón para salir con el muchacho era para asegurarse de no sentir nada por él.

Y ese, precisamente, era su miedo.

Volvió a su departamento arrastrando su pies y una vez cerca de su cama, se lanzó, hundiendo su rostro en la almohada. No supo cuándo, ni cómo, pero sus ojos se cerraron en busca de un descanso.


[...]


— Ahora él debe estar abriendo la puerta de algún taxi, comportándose como un príncipe azul, conquistándola, y yo estoy aquí...— Bajó la mirada, hundiendo la cuchara en el bote de helado. — Hablando con mi psicóloga a través de una videollamada.

Tiffany sonrió e imitó la acción de la menor, pero a diferencia de Mina que comía uno de vainilla con chocolate, ella había elegido de fresa. — Ustedes son un caso especial. Me gustaría saber toda su historia. Tú me contaste algunas cosas pero nunca profundizaste.

— Es larga...— Dijo, recordando la primera vez que cruzaron palabra. — Ella me odiaba, y yo no la soportaba. Después las cosas solo pasaron...

— ¿Cómo?

— Ella... se dio cuenta que soy un partidazo. — Tiffany no pudo evitar soltar una carcajada, seguida de Mina.

— Debes estar realmente afectada como para hablar así.

La menor se encogió de hombros. — Intento animarme.

— Creí que hablar conmigo era más que suficiente. Dejé de ser tu psicóloga para ser tu amiga, Mina. Vamos, cuéntame más. ¿Entonces se odiaban? — Tiffany se acomodó en su lugar.

— Ni lo intentes. — Dijo de inmediato al ver que la mujer intentaba alcanzar un lápiz para tomar nota de lo que diría.

— Perdón, es la costumbre.

— Debes dejarla conmigo. — La japonesa arrugó su nariz al ver la llamada entrante. — Aguarda. — Dijo antes de atender a Jeongyeon.

Mina. — Habló. — Necesito tu ayuda, amiga.

— ¿Hablamos de algo muy grave?

Ehm... ¿alerta roja? ¿S.O. S? ¿Código 1?

— Deja eso... solo dime. Tengo un helado por terminar y luego frituras y...

Suenas mal.

— Solo ansiosa. ¿Puedes decirme?

Ábreme la puerta. — Mina frunció el entrecejo y salió casi corriendo de su cama.

Sintió perder el aliento cuando la vio, ¿estaba cuerda? ¿Por qué Jeongyeon lucía como Nayeon en un vestido que la hacía ver como toda una princesa? Frotó sus ojos y en su mente no hubo capacidad para comprender lo hermosa que lucía esa noche, aquel vestido rojo ceñido a su cuerpo le quedaba perfecto, su cabello suelto y lacio, sus labios teñidos en carmesí que encajaba tan bien en ella y unos tacones negros que la hacía parecer unos centímetros más alta.

Oh...

¿Y Mina qué tenía? Unos jeans negros, una playera blanca y... una mancha de helado en sus labios que la hacían ver como toda una tonta.

— Creo... que mi cena con WooJin se canceló.  


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