Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

40. lost?

El largo y relajante baño que había tomado antes de ir con Jeongyeon para ayudarla con una tarea le había servido para despejar su mente y estar, por el momento, tranquila y de buen humor; sin contar que agradecía tener a EunHa distraída con su familia. Nunca se había divertido tanto con su –ahora- castaña amiga mientras pegaban y median para obtener una maqueta de un colegio casi perfecta. Jeongyeon sacaba a relucir su grandiosa exactitud, algo que les facilitaba la tarea por completo. Esas últimas dos horas se la habían pasado riendo y bromeando, instaladas en la sala de la casa.

— En serio extrañaba tu ayuda para esto. — La castaña cortó un pequeño trozo de madera y se la pasó a su mejor amiga.

— ¿Ayuda? Me estás haciendo cumplir tareas en mi semana de vacaciones obligadas. Esto te costará Yoo. — Ambas sonrieron. — ¿Las hacías sola desde que me fui?

— Intenté pedir ayuda pero... Momo es un desastre, Chaeyoung intentó dibujar en mis bocetos, Nayeon solo hablaba y se quejaba de mi profesor por dejarme "muchos" trabajos. — Hizo comillas con sus manos y suspiró derrotada recordando a las chicas intentando ayudarla. — Oh, Jihyo, me gritaba cada vez que me equivocaba y me hacía volver a empezar todo de nuevo.

Mina formó una mueca de dolor. — Ouch.

Jeongyeon se encogió de hombros y dejó a un lado el lápiz para poder estirar sus brazos hacia arriba intentando deshacerse de la pereza en todo su cuerpo. — ¿Cómo te va a ti en Londres?

— Nada nuevo. — Dijo. — Pero me encontré con una mujer...

— Dios, Mina, ni que te escuchen. ¿Tan rápido te fuiste a andar?

— ¿Qué? No... Tiffany es una psicóloga. Ella me estuvo ayudando bastante. — La castaña relajó su expresión y de sus labios brotó casi en un susurro un "oh".

— Nunca te imaginé recibiendo ayuda psicológica. — Jeongyeon apoyó ambos brazos sobre la mesa y miró con preocupación a su amiga. — Y ahora... con todo esto de tu padre...

— Tranquila, Jeong, estoy bien. — Sonrió. — Ayer hablé con mi hermano, me dijo que todo va por buen camino.

— Sabes que te apoyo

— No lo dudo. — Ambas compartieron un cómodo silencio antes que toda esa paz se viniera abajo cuando la puerta se abrió.

Jihyo junto a Nayeon y WooJin ingresaban a la casa charlando, quedándose callados apenas vieron al par sentadas a unos cuantos metros.

— Ey. — Saludó Mina intentando no mostrar interés por la pareja.

— ¡Mina! — La líder fue la primera en acercarse a ella y abrazarla. — No creí que te encontraría aquí.

— Ayudaba a Jeong. — Explicó con una media sonrisa. — Pero ya debo irme, tengo que reunirme con Kai y Tzuyu. — Al hacer mención de la taiwanesa una sonrisa se asomó en el rostro de la mayor.

— Salúdala de mi parte.

— ¿Quieres que le diga que el amor de su vida le manda saludos? — Preguntó alzando las cejas, había sido informada por cierta rubia bajita que Jihyo tenía a Tzuyu en un altar y que, obviamente, gustaba de ella.

— ¡Mina!

— O quizá, "tu futura esposa te saluda." — La pelinegra tomó su mentón, escuchando de fondo las risas de Jeongyeon y Nayeon. Esta última no pudo evitar reír ante el exitoso intento de la japonesa para poner nerviosa a su amiga.

— Auch, auch. — Tanto Jeongyeon como Mina se quejaron cuando la líder tomó de sus mejillas jalándolas hacia abajo y haciéndolas inclinarse para evitar que el dolor siguiera propagándose.

— Ya me voy, ya me voy. — Alcanzó a decir Mina, tomando su teléfono de la mesa y haciendo innecesarias reverencias a todos. — Nos vemos. — Mostró una de sus mejores sonrisas y salió de ahí antes que JiHyo volviera a molestarse. Pasando por desapercibido la irregular respiración del único varón ahí presente.

Oh, WooJin cuánto deseaba tener esa familiaridad y confianza que Mina poseía con las amigas de su novia. Él empezaba a llenarse la cabeza de dudas, porque vamos, que un poco de desconfianza le era permitido... si cada vez que volteaba a ver a la mayor esta tenía puesta toda su atención en la japonesa.

"Sólo una semana." Pensó el muchacho, esperando que esos cinco días restantes no se convirtieran en todo un reto.

Mina no pudo ni dar un paso fuera del campus universitario cuando su teléfono sonó y ella por supuesto que sabía de quién se trataba, ya se había estado demorando en contactarla. Tomó un gran respiro y deslizó el dedo sobre la pantalla para recibir la llamada.

Mina. — Esa voz profunda nunca la había incomodado tanto como en esa ocasión. — Al parecer tengo que enterarme por medio de otras personas que estás aquí y no por ti.

— Llegué ayer. — Respondió. — Quería visitarte pero se me presentaron unos cuantos asuntos en Hayeang.

Tus amigas antes que tu propio padre. — Dijo seguido de una corta risa. — Lo entiendo y lo pasaré por alto esta vez. Pero me intriga mucho que estés aquí cuando, claramente, yo te pedí que te quedaras en Londres.

La menor apretó el teléfono entre sus manos y trató de sonar normal, sin ninguna pizca de miedo. — Los extrañaba. Planeo volver a Londres pero... necesitaba visitarlos, estar con mis hermanos y amigas, no toda mi vida girará en torno a EunHa como tú estás esperando para satisfacer a YongHwa. —Akira se quedó callado por breves instantes ante la repentina determinación de la pelinegra. — Si quieres verme, iré ahora mismo.

Te estaré esperando.

La llamada finalizó y Mina suspiró marcando de inmediato el número de su hermano.

Ey, Mina, iré por ti de inmediato.

— No podré ir contigo.

¿Ocurrió algo? ¿Te encuentras bien?

— Sí, pero Akira me quiere ver así que... ¿Qué? — Se extrañó al escuchar la suave risa de su hermano.

Es ahí donde te iba a llevar. Los planetas se alinean a nuestro favor. — Mina sonrió negando ante las tonterías de su hermano. — Espero que estés a tiempo, ¿nos vemos ahí?

— Kai... ¿qué es lo que harás?

Tú espera y verás. Nos vemos. — La menor no tuvo tiempo de reaccionar y para cuando quiso responder, la llamada ya había finalizado.

Se tomó unos segundos para poder comprender lo que estaba pasando y esperó que nada malo sucediera una vez llegara a la oficina de Akira.

El poco tránsito en las calles junto a la forma irresponsable con la que manejó directo al edificio de su padre, la hizo llegar en menos de treinta minutos. Mina intentó deshacerse de la molesta recepcionista que la había reconocido de inmediato al ingresar, pero nada sirvió, la mujer era muy obstinada y no desistió de su ofrecimiento para acompañarla hasta el décimo piso.

— Cualquier cosa puede avisarme y yo con gusto se lo daré. —

— Gracias. — Respondió con una clara sonrisa fingida.

Al ingresar se encontró con Akira leyendo algún documento, el cual fue dejado de lado apenas la vio. Después de compartir un obligado abrazo, la menor se sentó frente al escritorio de su padre, escuchándolo hablar de lo perfecto que iba todo con sus negocios, sin embargo, no podía dejar de ver a cada nada su teléfono revisando la hora.

— ¿Esperas algo?

— No... yo-

— ¡Padre! — La ruidosa voz de Kai interrumpió. Mina se giró en su asiento y vio a su hermano con una expresión difícil de descifrar, parecía preocupado. — Tengo algo importante que decirte.

— No puedes interrumpir así. — Reprendió el mayor. — ¿No te dijeron que estaba con tu hermana?

— Oh, sí. — El moreno se acercó a la pelinegra besando la frente de esta. — ¿Todo bien hermanita?

— Kai, ¿qué haces? — Preguntó en un susurro.

— Tú espera. — Respondió, volviendo a erguirse y caminar alrededor de la oficina del hombre. — Padre, sé que es de improvisto pero necesito que conozcas a alguien.

Mina pasó a tener una expresión completamente confusa, y Akira no se alejaba de lo mismo cuando vieron entrar a Tzuyu empujando a un hombre que la japonesa jamás había conocido. La puerta de la oficina se cerró y su hermano caminó hasta estar cerca del desconocido para poder rodear con su brazo el cuello de este.

— ¿Es necesario que te lo presente?

— Kai, ¿qué estás haciendo? No puedes venir a mi empresa a formar todo un escándalo con una niña...— Dijo refiriéndose a Tzuyu, a la cual fingió no conocer. — Y con un... hombre que parece recogido de la calle. — Finalizó al ver las condiciones en las que se encontraba JiYong. Akira sabía que nada bueno saldría de ahí por lo que quiso llamar a seguridad antes de que muchos de sus propios negocios salieran a la luz.

— ¿Me dirás que no los conoces? — El japonés se apresuró y cortó la llamada que hacía su padre. En un brusco movimiento empujó a JiYong cerca del mayor. Su expresión se endureció y ladeo su cuello de un lado a otro intentando relajarse. — El que se encargó de llevar a la ruina al señor Zhou, el que creó una cuenta en el extranjero para desviar fondos por una orden tuya y una innumerable lista de bajezas. ¿Fingirás no conocerlo?

Akira apretó su quijada y observó con reproche al hombre, quien se negó a devolverle la mirada, limitándose a quedarse callado. — ¿Qué intentas?

— ¿Yo? — Se señaló. — Solo devolverle a las personas todo lo que les arrebataste.

— ¿Cómo piensas hacerlo? —Preguntó después de reír por las tonterías que su hijo empezaba a decir. — ¿Me dirás que él te ayudará? — Alzó sus cejas, sabiendo que Kwon no lo podría traicionar.

— ¿Por qué no? — Se encogió de hombros. — Esta mañana ya hizo su declaración.

La sonrisa victoriosa que llevaba Akira se desvaneció en un parpadeo.

Mina se tensó al ver a su padre empuñar sus palmas, sabía que esa reacción no era nada buena. Tanto ella como Tzuyu se pusieron frente a JiYong para evitar que este fuese cruelmente golpeado por el mayor entre todos.

— ¿Qué estupideces estás hablando, Kai?

— Estoy diciendo que aunque me duela estar haciendo esto contra mi propia sangre, al fin podré hacer justicia. — El moreno se giró extendiendo su brazo, recibiendo por parte de Tzuyu una carpeta amarilla. — Aquí no está ni la mitad de todo lo que tengo en contra tuya. — Dijo estampándola en el pecho de Akira. — Puedes revisarlo si quieres. ¿Y sabes? Hoy Raymond Tuan me dio una maravillosa noticia.

Su hermana frunció el entrecejo "¿Tuan?" Ese apellido no lo había escuchado por mucho tiempo, pensó que era una simple coincidencia por lo que le restó importancia y se dedicó a observar a Kai esculcar en su saco y sacar de ahí una hoja perfectamente doblada en dos que se la extendió sin apuro.

— Esto debería de hacerlo otra persona, pero joder... Tuan es un magnifico negociador. — Sonrió. — Espero que llegues puntual y con una grandiosa defensa.

Mina por primera vez vio la desesperación en las facciones de su padre cuando leyó lo que había en el documento. Se acercó a Tzuyu que se había mantenido callada. — ¿Qué es? — Preguntó en un susurro.

— Su primera citación. —

— Sabes que esto no es tan fácil. — Replicó Akira llamando la atención de las dos muchachas. — Y tienes tiempo para retractarte.

— No, seguiremos con esto. — Dijo con determinación.

— No puedes hacer nada contra mí.

— Solo mírame, padre. Muchas veces me repetiste que no podía hacer nada por mi cuenta si tú no estabas a mi lado. ¿No es grata esta sorpresa? ¿No estás orgulloso? — El chico rápidamente frotó sus ojos con su brazo para librarse de cualquier rastro de lágrimas y tomó aire. — Créeme que me duele más a mí que a ti.

— ¿Eso es lo que quieres? — Más que una pregunta, a todos les pareció una amenaza.

— Eso es lo que quiero.

— Sabrás de mí, Kai.

— No está solo. — Mina por fin obtuvo la atención de su progenitor después de muchos minutos.

— ¿Tú sabías de esto? — La menor asintió. — Entonces esto va para ambos, saben que no caeré, y si por obra del destino, en una probabilidad de una en un millón yo llego a perderlo todo, no me iré solo.

Kai intercambió miradas con el hombre y al ver que este no le había prestado la menor importancia a la carpeta que le había entregado, se la arrebato de sus manos para entregársela a su hermana. — Como quieras. — Finalizó.

Sus tan preciadas horas de sueño fueron interrumpidas por uno repentino golpe fuera de su habitación. La japonesa se removió entre las sábanas pensando que era una vana imaginación suya o, quizá, algún vecino molestoso que no encontraba nada mejor que interrumpir su encuentro con Morfeo; se dispuso a cubrirse la cabeza con su almohada para evitar que otro ruido la perturbara, pero unos susurros llegaron a ella haciéndola abrir los ojos de inmediato. Con mucho cuidado de no hacer ruido al levantarse se acercó hasta la puerta del cuarto, abriéndola lentamente y vio en dirección del pasillo que daba a la sala principal.

Mina quiso darse la media vuelta y llamar a su hermano cuando vio a tres hombres que no pudo reconocer caminar como si nada por todo el amplio espacio. Pero, nuevamente, esa voz la detuvo.

— Ven aquí, Minari.

La japonesa frunció el entrecejo al reconocerlo y abrió por completo su puerta solo para acercarse con notoria molesta a su padre quien se había atrevido a ingresar sin su consentimiento. Poco le importó la compañía de Akira y se cruzó de brazos esperando la explicación de este.

— ¿Interrumpí? — Preguntó con notorio sarcasmo.

— Sólo dime qué quieres.

— Vine por lo que Kai te dio en la tarde. — Mina sonrió incrédula y se dio media vuelta.

— Entonces... — La menor caminó alrededor de todo el lugar hasta llegar a la cocina donde había guardado la carpeta que su hermano le había entregado. — ¿Quieres esto? ¿El folio que contiene varias pruebas en tu contra? — Cuestionó con las cejas alzadas recibiendo un silencioso asentimiento. — Toma. — Decidiendo jugar un poco con el mayor se las extendió sin mayor complicación, sabiendo que ahí no habían más que hojas vacías y documentos poco importantes. — No lo sé Akira, ¿en serio vienes aquí a decirme que quieres una de las tantas copias que existe de eso? ¿Irrumpiendo como si fueras un ladrón? Por favor, mi padre es más inteligente que eso.

El hombre mostró por primera vez una expresión preocupada por el poco respeto que estaba teniendo la menor para con su persona. Akira miró a sus dos hombres de confianza y estos fingieron no escuchar mientras seguían inspeccionando los alrededores; acomodó su saco y se acercó a su hija posando ambas manos sobre sus hombros.

— Mina, no pueden seguir con esto. ¿Se dan cuenta que perderemos todo?

— ¿Perderemos? — La chica se soltó de su agarre con fuerza y negó mientras tragaba saliva. — No, Akira, eres tú el que perderá todo. Primero a tu familia... aunque dudo que eso te importe, y después a tus tan preciadas cuentas con muchos ceros. — Mina señaló la carpeta que tenía su padre en manos y sonrió. — Tú no viniste por esto, que por cierto no contiene nada de útil para ayudarte a crear una defensa. Tú viniste por mi ayuda, y debes saber desde ahora que no la tendrás.

Ambos intercambiaron miradas por varios segundos antes de que el mayor se girara desajustando su corbata en un intento por tranquilizarse, con un movimiento de cabeza indicó a sus hombres lo que tenían que hacer cuando él cruzara esa puerta. — Te di una oportunidad, Mina, sabes que luchar contra mí será difícil.

— Lo lograremos. — Dijo con determinación. — Confío en mi hermano.

Akira no respondió, salió de ahí rompiendo con ira todas esas inservibles hojas y terminó botándolas en la entrada del departamento.

Mientras tanto, Mina suspiró sabiendo que había una razón por la que esos dos hombres todavía estaban ahí, mirándola con detenimiento y sonriendo entre sí.

— Es mejor que se vayan.

— Señorita Mina, sabe que una orden de su padre no se puede desobedecer. Lo siento.

La menor asintió, bajando la mirada hasta sus manos que de un momento a otro habían empezado a sudar. — Bien... que sea como ustedes... perdón, como mi padre quiera.

[...]

Tras una larga hora sentada en su sofá sosteniendo una bolsa de hielo sobre su pómulo y tratando de ignorar el punzante dolor alojado en sus nudillos, la japonesa extendió su mano para poder tomar el teléfono inalámbrico que reposaba sobre la mesita de centro. Con cierta dificultad, quejándose por el dolor que sus manos estaban experimentando intentó recordar el número de la mayor.

Bastaron dos intentos para que le contestaran. — ¿Jeong? — Preguntó. — ¿Puedes venir?

Mina esperó mientras sentía que todos sus sentidos se iban desvaneciendo a cada minuto que pasaba, el dolor físico mezclado con las diferentes emociones experimentadas esa madrugada la hacían querer tomar una larga siesta. Para su suerte, llamaron a la puerta con gran insistencia salvándola de quedarse dormida sobre el acolchonado sofá. Con cierta pereza arrastró sus pies y al abrirla supo que podría estar en más problemas.

Jihyo, Chaeyoung, Momo y Nayeon la miraban preocupadas por su condición desde el umbral.

— Lo siento, Mina, intenté no hacer mucho ruido pero ellas...— La castaña se hizo paso entre las cuatro chicas y al quedar frente a su mejor amiga amplió los ojos. — ¿Qué diablos te pasó?

Nayeon se acercó a la sorprendida japonesa y empujó ligeramente sus hombros. — Myoui, ¿no te quedas tranquila hasta recibir una golpiza? ¿Verdad? — Preguntó con molestia. Sintiendo, de alguna forma, el dolor por el que estaba pasando Mina. No podía mentir, odiaba verla así, tan lastimada tanto física como emocionalmente.

— Yo... ahm... yo...

— ¿Quién fue? — Preguntó la mayor.

Mina buscó ayuda en su mejor amiga pero esta, adivinando la identidad del responsable, enfureció. — Vamos, Mina, ellas también son tus amigas, deberían saber que el desgraciado de Akira fue el que te hizo eso y que tú no viniste solo por una visita casual.

La menor asintió, no faltaba razón en las palabras de la castaña y se hizo a un lado para que sus invitadas ingresaran. — Pasen. Hay mucho que contarles. 


otro capítulo en una hora porque los dejé solos por mucho tiempo

iasevieneloshido.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro