
35. blue
Con ganas de disfrutar de esa fresca brisa, Mina apoyó las palmas de sus manos sobre el tubo de metal que servía como seguridad para no caer del balcón. Respiró hondo cerrando por un par de segundos sus ojos, imaginándose que se encontraba en Corea nuevamente, pero a pesar de poner todo su empeño para que esa fantasía sea un poco creíble, sabía que no podía cambiar su presente. Todos los días desde que abandonó Corea se levantaba solo por obligación, con un extraño e incómodo malestar en el estómago que le indicaba que nada estaba bien; había sido alejada de sus hermanos y amigos, ¿qué le quedaba en su patética vida? Su día a día parecía un programa de supervivencia donde ella sola se daba ánimos para seguir en pie.
— "¿A dónde iremos?"
— "A Londres."
Pensó, como muchas veces, que ese cielo nocturno cubierto por las estrellas más brillantes que haya visto en su vida le encantaría a Nayeon. ¿Qué estaría haciendo a esa hora? Se planteó muchas veces el llamarla, pero antes de siquiera marcar el primer dígito, se recordaba a sí misma que la coreana ya no podía seguir sufriendo por ella. Ya no podía lastimarla con sus indecisiones.
El vaho escapó de sus labios y se perdió con la repentina corriente de aire. No quería volver a ese dormitorio.
La puerta corrediza, que daba acceso al espacioso balcón de la suite, hizo su característico sonido que le indico que su momento a solas se había acabado. Tras girarse se encontró con el rostro adormilado de EunHa. La menor sobaba su ojo izquierdo mientras que un sonoro bostezo escaba de sus labios.
— ¿Qué haces despierta? — Preguntó con la voz ronca. — Es más de media noche.
— Tomaba aire. — Respondió Mina sin interés, esta vez apoyando su espalda en el barandal. — Regresa a la cama.
— Mañana tenemos clases. — EunHa estiró su mano con un mohín. — Ven conmigo.
Mina ignoró esa acción y pasó de largo, volviendo al interior de su costosa habitación tomó un gran respiro para alentarse a sí misma y así acostarse. Lo más difícil y que le estaba costando acostumbrarse, era a compartir cama con la coreana, su burbuja personal era invadida todas las noches y eso no podía tolerarlo.
Cerró sus ojos pensando que todo acabaría en algún momento y antes de poder sumergirse al mundo de los sueños, su teléfono sonó. Con un gruñido extendió su brazo y alcanzó el aparato que reposaba sobre la mesita de noche mientras escuchaba como EunHa ingresaba.
— ¿Sí? — Contestó de mala gana sin fijarse de la persona que la llamaba.
— Ey, Mina, estoy pagando por esta llamada. Responde un poco mejor. — Se quejó la rubia al otro lado de la línea. — No pude llamar antes, lo siento.
— La diferencia horaria. — La pelirroja se acomodó en su lugar intentando no salirse de la cama cuando EunHa se acostó a su lado. — ¿Cómo va todo por allá?
— Bien...— Jeongyeon soltó un suspiro. — Estos dos meses han sido... extraños.
— Extraños. — Repitió la menor. — ¿Cómo?
— Es raro no tenerte cerca para molestarte. — Intentó bromear la chica.
Mina después de varios días sonrió sinceramente. — ¿Cómo la pasas en casa de las zetas? — Cuestionó, sabiendo que su amiga al verse sola en la habitación por fin aceptó la oferta que Jihyo le hacía desde mucho tiempo atrás.
— No es lo mismo, no puedo caminar desnuda. Intenté armar un castillo de naipes nuevamente pero no me dejaron, esas chicas son un completo caos, extraño nuestro espacio. — Se quejó, esperando no ser escuchada por Momo o alguna otra de sus amigas. — Las quiero pero son un desastre. Haces falta aquí.
La menor se conmovió al escuchar tan sincera a su amiga, soltó un corto suspiro y negó girándose para darle la espalda a su prometida. — ¿me visitarás algún día?
— Está entre mis planes hacerlo, hermana, no creas que te librarás de mí tan fácilmente.
— Me alegra escucharlo. — Respondió sinceramente, aun sabiendo que esa visita no se haría hasta fin de año, después de las fiestas navideñas. — ¿Y cómo están... uhm... ya sabes, todas?
La rubia se quedó callada, sabiendo perfectamente que el verdadero interés de la japonesa era una –ahora- pelirrosa con dientes frontales parecidos a los de un conejo. No sabía cómo decirle a su mejor amiga todo lo que había pasado desde su partida con Nayeon.
Mina sintió los pasos de su amiga, quizá bajaba por las escaleras para salir de esa casa y dirigirse a sus primeras clases. — ¿Jeong?
— ¡Ah! ¡Ellas! Están bien.
— ¡Dile que la extrañamos! — Mina sonrió al reconocer la voz de Chaeyoung.
— Dile a Chaeng, que yo también lo hago.
— Se los diré... Ahm, ¿Mina?
— ¿Sí?
— ... no, no es nada, debo colgar ahora, voy directo a clases, Momo me matará si vuelvo llegar tarde. ¿Imaginas que preguntó por mi asistencia? ¡Parece mi madre!
La menor se extrañó al oír hablar así a su amiga de la japonesa. — ¿Todo bien con Momo?
— Últimamente hemos estado muy sensibles... peleamos por todo.
— Intenta arreglarlo, se quieren ¿no? Haz que valga. Por algo te mudaste a esa casa.
Jeongyeon suspiró. — ¿Te hablo después?
— Recuerda, nueve horas de diferencia.
— Siempre presente. Hasta luego, Mina.
— Ah. ¿Jeong?
— ¿Sí?
— ¿Fuiste a donde te pedí?
— Sí, tranquila, Solar, Sana y todas ellas están a salvo, tu padre no se volvió a aparecer por ahí.
— Perfecto. Cuando vuelvas, salúdalas.
— Dalo por hecho.
La llamada finalizó y una parte en Mina volvió a tomar algo de emoción, tanto que no se dio cuenta cuando EunHa se le acercó rodeando su cintura.
— ¿Todo bien por allá? — Fingió interés la coreana.
— Todo bien. — Mina recibió el ya acostumbrado beso de buenas noches por parte de la menor e intentó dormir.
Para la mañana le fue difícil despegarse de la comodidad del colchón, pero se las ingenió agradeciendo que esas horas en su nueva universidad servían para estar alejada de EunHa. Cuando el auto las dejó en la puerta del enorme lugar, ambas se despidieron con un beso y caminaron en direcciones opuestas.
— ¡Mina! — Una voz masculina la hizo detenerse. — Ven, te perderás la diversión. — Comentó en un perfecto inglés.
— ¿No podemos hablar en japonés? — Preguntó la mayor a Yuto, quien, desde su llegada, se le había apegado por ser ambos de la misma nacionalidad –y los únicos-. El más alto asintió sin perder la emoción.
— Da igual, apresúrate.
La pelirroja siguió los pasos del muchacho hasta llegar a un círculo de alumnos que alentaban a una pelea completamente injusta. Cuatro chicos se iban contra uno que apenas podía mantenerse en pie. Mina se decepcionó al ver a Yuto reír y señalar a la víctima, quiso pensar que ese no era su problema e irse pero cuando el chico en el suelo pidió ayuda se detuvo.
— "Siempre llegas en el momento oportuno, ¿sabes?"
— "Es simple casualidad"
— "No, tú eres como mi súper héroe" — Nayeon se acurrucó entre sus brazos. — "Ya armé toda una película de Marvel donde tú estás incluida en mi cabeza."
Mina hizo puños con sus manos y su respiración se hizo pesada. "Vamos... Mina, solo vete, ella ya no está aquí." Pensó.
— Déjenlo. — Su voz resonó a lo largo de todo el pasillo y automáticamente se ganó la mirada tanto de los agresores, como de los espectadores. Ya había empezado, no se iba a retractar.
El que parecía el líder de ese cuarteto soltó bruscamente a su víctima y se levantó limpiándose la sangre de sus manos. — ¿Quién lo ordena? — Preguntó burlón ganándose las risas de todos. — ¿Tú? — Posó su índice en la frente de la más baja empujándola hacia atrás.
"No lo hagas..." Se dijo a sí misma. "No lo hagas."
— No veo justa su pelea. — Intentó recurrir a las palabras, no quería que su trabajo de una semana intentando no sucumbir a la ira se fuera por el drenaje por un simple matón de universidad.
Todos rieron y el rubio rodeo su cuello con el brazo. — ¡Qué graciosa! Verás... no sé de dónde vengas tú, eres nueva, lo entiendo, por eso lo dejaré pasar por esta vez. Pero aquí el más fuerte sobrevive...— Iba hablando mientras la hacía caminar hasta el cuerpo casi inconsciente del pelinegro. — ¿Tú crees que este miserable es fuerte? — Mina guardó silencio intentado respirar hondo y aunque lo intentó, no pudo quitarse de encima al molesto chico. — Te he preguntado algo, quiero que respondas.
— No será fuerte si se enfrenta a cuatro a la vez.
— Qué inteligente... — El más alto la soltó solo para empujarla cerca del cuerpo del pelinegro. — Pelea con él, seamos justos, ¿no? — Ordenó.
— No lo haré. Apenas y puede mantenerse despierto. — Mina pensó que todo había sido una mala idea, se irguió y estiró su ropa. — Olvídalo, yo me largo.
Cuando se giró para irse y olvidarse de su absurdo intento por hacer algo bueno por primera vez, la mano del mayor la detuvo solo para intentar golpearla. La japonesa reaccionó lo suficientemente rápido, sus ojos se ampliaron pensando que uno de esos golpes la hubiesen noqueado de inmediato; ya no estaba en Corea y lo sabía. Miró a Yuto que la observaba sorprendido por haber sido rápida, sin embargo, tuvo que volver a concentrarse.
Todos exclamaron un "ohh" cuando la muchacha volvió a esquivarlo, y es que eso es lo único que podía hacer, los golpes del rubio eran tan rápidos que no le daba ni tiempo para contraatacar.
El morbo en los estudiantes volvió, pero esta vez la alentaban a ella.
"¿Qué no harán nada?" Se preguntó.
— ¡Vamos, Adam! ¡Es solo una chica! — Gritó uno de sus amigos al rubio y otro par de cosas que Mina no logró entender.
En ese momento, el rubio no intentaba golpearla por diversión, lo hacía para retomar su orgullo, nadie en esa universidad podía poner en duda su poder, mucho menos una recién llegada con aires de grandeza.
No se sintió ni un poco culpable cuando logró derribarla de un solo empujón. — No se molesten. — Dijo al ver a sus tres amigos acercarse con el fin de ayudarlo. — Esto sólo es una advertencia. — Sonrió dando un par de pasos cerca, sin remordimiento alguno pisó la mano de la pelirroja, restregando con fuerza una y otra vez su pie sobre la piel ajena hasta ver la sangre correr por todo el dorso. — ¿Ya entendiste, pequeña? — Se inclinó y dio un par de palmaditas al hombro ajeno. — Matthew, encárgate de ese inútil. — Señaló a su primera víctima y vio su amigo asentir antes de llevárselo consigo en pocos minutos. — ¡Señores! La fiesta se acabó. Es hora de irnos. — Finalizó con una sonrisa victoriosa y nadie parecía dispuesto a contradecir sus órdenes.
Mina respiró con dificultad al verse sola en ese lugar, no se movió ni se quejó, no podía comprender cómo es que ella había llegado a ese punto. Lentamente levanto su mano para poder inspeccionarla, esa zona le ardía como el mismo infierno y la sangre logró descolocarla por completo.
— Eso fue divertido de ver. — La japonesa alzó la mirada para encontrarse con una mujer que bebía tranquilamente de una botella de plástico.
— ¿Le importa? — Se levantó furiosa intentando limpiar su ropa con su mano sana.
— Como psicóloga, sí, me importa.
— Tú... ¿trabajas aquí? — La castaña asintió. — ¡Bravo! Estoy en un lugar donde los profesores están de adorno. Mi mano te lo agradece. — Levantó su diestra adolorida.
— No estoy autorizada a meterme en problemas de este tipo.
— Es la excusa más estúpida que he escuchado... ¿Qué? ¿Qué es gracioso? — Cuestionó completamente irritada al escucharla reír.
— No es nada, Mina, te noto molesta.
— Qué observadora eres... ¿y cómo diablos me conoces?
— Conozco a todo el alumnado. — La mujer se paró de puntillas para ver sobre el hombro de la menor. — Tu agresor es Adam Mason, un muchacho con serios problemas de control de ira. Pero descuida, no lo verás por una semana entera. Y el pobre joven al que ayudaste probablemente sea... Jeon Jungkook.
— ¿Jeon? ¿Es coreano? — Cuestionó sorprendida. — Aguarda, ¿cómo que probablemente?
— Llegué justo cuando se lo llevaban. Al ser coreano se volvió el blanco de muchos aquí. No es la primera vez que pasa esto.
— ¿Y lo dices así? ¿Qué clase de persona deja que muelan a golpes a un pobre chico? — Mina negó dándose cuenta del tipo de lugar donde se encontraba. — Me largo de aquí.
— ¡Nos veremos pronto, Mina!
— Púdrase. — Susurró cuando le dio la espalda para caminar directamente al baño y lavarse de la herida.
—
Nayeon reía por los incoherentes comentarios que la menor hacía, Mina era de aquellas que hablaba sin saber exactamente lo que decía cuando tenía sueño; pero la coreana no la dejaría dormir otras cuatro horas más, no señor, ella quería pasar tiempo junto a su novia ese fin de semana incluso si se trataba de solo estar acostadas todo el día anhelaba tener la atención de la japonesa, por lo que apenas tuvo la oportunidad, se sentó a horcajadas sobre el abdomen ajeno.
— No dejarás que duerma... ¿verdad? — Cuestionó la menor cerrando sus ojos y extendiendo sus brazos a cada extremo.
— Ya dormiste lo suficiente. — Nayeon se inclinó para besarla varias veces. — Vamos, Minari, no perdamos nuestra juventud estando en cama.
— Eso no decías anoche. — Agregó la menor con una sonrisa traviesa, ganándose automáticamente un golpe en su hombro.
— Quédate callada, Myoui. — Nayeon supo disimular su vergüenza y antes de levantarse del cuerpo de su japonesa, la menor se le adelantó rodeando su cintura con ambos brazos; el pobre corazón de la castaña se aceleró con esa simple acción y solo pudo atinar a inclinarse nuevamente para quedar abrazada a Mina.
— ¿No es una buena forma de pasar el tiempo?
— ¿Abrazadas?
— A-há. — Mina sonrió al sentir la nariz de la mayor rozar su cuello. — ¿Qué haces? — Rió.
— Quiero recordar siempre tu aroma.
— ¿Me quieres tener siempre contigo? —Preguntó, y Nayeon asintió sabiendo que Mina no podía verla. — A cambio... dejaste que me fuera... — La castaña se separó inmediatamente al escucharla, cuando volvió a ver a su japonesa, esta ya no sonreía ni la miraba con amor; en ella sólo había una dura expresión y su mirada solo presentaba a una persona rota.
Ese vívido recuerdo que tenía con Mina se estaba convirtiendo en una pesadilla cuando el escenario cambio a uno completamente negro, ya no se encontraban en el departamento de la menor. Nayeon intentó correr hacia ella pero parecía que cada paso la alejaba más.
— No, no... ¡Mina!
Nayeon se levantó de golpe y con la respiración agitada dándose cuenta que todavía se encontraba en su habitación; y una delgada línea de luz que se infiltraba por las cortinas le indicó que ya había amanecido. Parpadeó un par de veces solo para percatarse que había estado llorando en sueños, y la desesperación por querer llegar a la japonesa todavía no se desvanecía, esa desagradable sensación de tener un vacío en el estómago y pecho la atacó.
Una profunda tristeza la invadió nuevamente, como todos los días, como todas las mañanas después de soñar con Mina.
— Toc, toc. — La mayor alzó su mirada al ver ingresar a Chaeyoung con una bandeja y una sonrisa. — Pensé que el desayuno es la part- — Sus palabras murieron al ver a su amiga con los ojos cristalizados, dejó lo que tenía entre sus manos sobre su propia cama y se acercó preocupada hacia Nayeon. — Unnie, ¿otra vez?
La pelirrosa asintió lentamente avergonzada.
Chaeyoung hizo una mueca y atrajo a la mayor a un corto abrazo.
— Estoy enloqueciendo, ¿no es así?
— No creo eso, pero tú te estás negando la oportunidad de ver más allá de Mina unnie. Pienso que te estás sintiendo culpable por esa última noche que la viste, cosa que no logro entender. — Explicó suavemente acariciando la espalda ajena. — Ella me agrada, ¿sabes? No dudo que sea una buena persona pero es...
— ¿Idiota? — Chaeyoung rió.
— Un poco, a veces, pero te amaba, unnie. Sin embargo ese amor ahora mismo te está dañando. Mira las oportunidades que tienes... — La menor tomó la mano de Nayeon y la guio hasta la ventana para poder correr las cortinas. A lo lejos pudieron divisar a un animado WooJin acercarse a la gran casa, por supuesto, para recoger a la pelirrosa.
— Son tan diferentes... — Dijo en voz baja la mayor.
— No dudo que lo sean. WooJin es completamente opuesto a Mina unnie.
— No quiero seguir comparándolos. — Nayeon se giró para dejar de observar al muchacho. — ¿Necesito terapia? — preguntó en broma.
— Necesitas tiempo y que no te presionen a hacer algo que no deseas. Pero consejos profesionales no te vendrían mal. Nayeon unnie, todas las personas son diferentes, a algunos les cuesta superar a alguien solo unos meses y a otros años. — La puerta sonó en el primer piso indicando que su ya previsto invitado había llegado. — Come algo y baja, ¿sí? Tenemos clases en media hora.
Nayeon asintió sintiéndose más reconfortada por las palabras de su mejor amiga. — Gracias, Chaeng.
Para cuando bajó al primer piso después de cumplir con lo que su amiga le había pedido, se encontró con un sonriente WooJin que conversaba con Momo, mientras que Jeongyeon caminaba de aquí para allá conversando con alguien por el teléfono. Cuando la rubia la vio se quedó callada, y Nayeon supo de inmediato la identidad de la persona al otro lado de la línea.
Dispuesta a ignorar desde ese día todo relacionado a la japonesa, sonrió hacia Jeongyeon en modo de saludo para luego caminar hasta WooJin quien, apenas la vio, le extendió su mano para entrelazar sus dedos. — ¿Nos vamos? — Preguntó el chico.
— Vámonos. — Respondió dando un corto beso a la mejilla del más alto. — Adiós, Momorin.
—
Tzuyu miró a toda dirección, se sentía ansiosa y nerviosa. De tan solo imaginar que podría ser descubierta y poner en jaque a su familia, su piel se le erizaba. Esas dos horas libres que tenía en su horario las aprovechó para dirigirse al bar ya conocido; cuando su mirada se cruzó con la de cierta japonesa una sonrisa apareció, pero el momento fue arruinado cuando su atención fue capturada por el hombre sentado cerca de la barra que hablaba con Solar.
— Te estabas tardando, Zhou. — Comentó.
— Soy la presidenta estudiantil, no tengo el tiempo que tu hermana tenía para venir aquí cada vez que quería. — Respondió, haciéndolo fruncir el entrecejo.
— Lo que hacía o dejaba de hacer Mina ahora no importa mucho. — Kai bajó la mirada por unos instantes, pensar en su hermana menor sólo lo hacía sentirse culpable por no haber sido capaz de detener a su padre. — Sabes que te necesito, Zhou. Eres mi única esperanza para liberar a mi hermana.
— Suenas muy dramático. — La menor viró los ojos mientras se cruzaba de brazos.
— ¿Me ayudarás?
— ¿Prometes que esa deuda que tiene mi familia con Akira acabará por completo?
— Sabes que lo cumpliré.
Tzuyu tardó en decidir, sin embargo, terminó estrechando la mano con el moreno que por fin pudo sonreír aliviado al saber que pronto todo acabaría y le daría a su hermana lo que tanto le había prometido todas las noches; su libertad.
—
AHAJAJA, ESTE NO SE LO ESPERABAN, VERDAD.
de ahora en adelante podré canciones, aer si las escuchan, no están de adorno >:v
el capítulo anterior lo comentaron más, eso me motivo y no me pondré como una cursi homosexual pero les agradezco mucho que lean esta historia.<3
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro