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31. broken

WooJin movía su pequeña cuchara en círculos dentro de la taza mientras escuchaba lo que según él, era una triste historia. No pudo ocultar su asombro ante las palabras de la castaña y solo pudo agradecer a sus padres que se preocuparan por sus estudios y no por el dinero.

Miró el dolor reflejado en los ojos cafés de Nayeon y trató de reconfortarla con una sonrisa.

El varón apoyó su espalda en el respaldo de la silla. — ¿Por qué no lo intentaron? Mina no tiene ninguna atadura a esa chica más que una unión de apellidos.

— Porque ella se terminará casando con EunHa, ¿comprendes? No importan los años que yo pueda llevar una relación con Mina, al final del camino ella y yo no estamos destinadas a estar juntas. Al seguir estoy segura que la amaré más de lo que ya la amo y me terminaría convirtiendo en su... ¿amante?

— Su padre no puede manejar su vida siempre.

— Eso lo sé, pero... ¿cuánto tiempo debo esperar por ella? Aunque quisiera, no soportaría cuando... — Nayeon se calló sin poder completar la frase.

WooJin rascó con su índice su mejilla izquierda. — Algo no me queda claro. — Sin saber cómo continuar mordió su labio inferior. — ¿Por qué EunHa? Hablo de que... Mina es una chica ¡y no tengo nada en contra de las parejas del mismo sexo! Pero... ¿por qué no un chico?

El calor inundó el rostro de Nayeon que sólo pudo posar sus manos sobre sus mejillas para evitar que el menor notara su sonrojo.

— Ella no puede unirse a un chico. — Explicó, sin saber si era buena idea comentarle la condición de la japonesa.— Verás, ella...

Al ver que le era difícil hablar sobre eso a Nayeon, el varón sonrió. — Puedes decírmelo después, dudo que eso sea importante ahora. — Guardó silencio intentado hallar algo con que animarla y solo atinó a extender su brazo para posar su mano sobre la ajena.— Te llevaste buenos recuerdos. Aprecia eso y sigue tu camino, con Mina o sin ella tú eres una hermosa mujer, y no hablo sólo del físico. — WooJin la soltó para no generar alguna incomodidad y miró por sobre la cabeza de la castaña. — ¿Ves a ese galán de allá? — Señaló. — No ha dejado de verte todo este tiempo.

Nayeon siguió la dirección a la que apuntaba el menor y rió por las ocurrencias de este. — ¿Me estás diciendo que el conserje se enamoró de mí?

— No creo que me mire a mí, no soy yo la chica bella con linda sonrisa de conejo.

La castaña volvió a reír mandando su cabeza hacia atrás.

— Puedo ver tus órganos desde aquí. — Siguió burlándose logrando lo que quería: distraerla de cualquier dolor.

— ¡Hey! ¡Camarero!  — Un molesto grito hizo al chico borrar su sonrisa y a Nayeon fruncir el entrecejo. — ¡¿Por qué no nos traes algo?! Nosotros pagamos tus estudios. ¡Atiende!

Las risas de los engreídos hicieron levantarse a Nayeon de su sitio, con lo que se callaron de inmediato. — ¿Pueden dejarnos? Sus gritos de animales no nos dejan charlar.

Todos se quedaron sorprendidos ante el fuerte carácter que mostró Nayeon.

— Por favor, Nayeon, no puedes estar de parte de un pobre como él. — Uno de ellos respondió, a ese punto ya eran casi el centro de atención de toda la cafetería. — Sé que quieres hacer obras de caridad pero no es necesario relacionarte con él.

La castaña enfureció al ver que esa alegre expresión de WooJin que siempre llevaba se esfumaba de inmediato. Nayeon quiso acercarse a la mesa de los idiotas, pero antes de al menos dar un paso, la mano del pelinegro sostuvo su muñeca.

— Déjalos. No pierdas el tiempo con ellos.

— Pero...

— ¿Qué pasa? — Chanyeol acompañado de sus amigos iban ingresando y al notar el silencio que había no pudo evitar pensar que algo extraño ocurría.

A lo lejos vio a Nayeon siendo sostenida por un completo desconocido para él y creyendo que este la molestaba, se acercó de inmediato.

— Suéltala. — Ordenó.

— Descuida, es amigo mío.

El más alto frunció el entrecejo cuando SeHun se le acercó para susurrarle algo. — Es de quien te hablaba, Nayeon parece tener una relación especial con él. Es uno de los becados. Últimamente se les ve juntos.

— Nayeon, ¿qué haces con él?

— Por favor, ¿tú también?— Inhaló gran cantidad de aire. — WooJin, ¿quieres continuar en otro lado?

— Sí, déjame pagar...

— Oh, miren, el chico tenía dinero. — SeHun se burló, siendo seguido por muchos que estaban atentos al problema, incluido Chanyeol. — Hermano, mejor ahorra ese poco, yo pagaré por ti. En unos años podrás tener lo suficiente para costear un semestre aquí.— Comentó sacando unos cuantos billetes de su bolsillo.

— Eres un idiota... —

WooJin fue rápido en rodear la cintura de la mayor para que esta no fuese contra el rubio. Susurrándole un «no importa» para intentar calmarla. Acción que enfureció a Chanyeol.

El pelinegro sonrió hacia Nayeon y la soltó lentamente, para luego girarse en dirección de SeHun. Caminó con seguridad sin importarle las miradas y risas burlonas de todos los que estaban ahí presentes. En un rápido movimiento tomó el dinero de los dedos del rubio e hizo un asentimiento con su cabeza.

— Gracias, aceptaré tu oferta para pagar lo que consumí. Pero me da lástima, ni con todo el dinero del mundo podrás comprar algo de educación.

Las risas ahora eran para SeHun.

Nayeon vio llegar el primer golpe hacia WooJin y cuando intentó protegerlo Chanyeol la tomó por la cintura impidiéndole acercarse.

— ¡Déjalo! — Gritó, sabiendo que su amigo no podría darle frente a los cuatro chicos que se iban a por él. El pelinegro intentó defenderse, evadiendo un par de golpes y lanzando otros que poco acertaban. Fue hasta unos segundos después cuando el rubio se estampó contra su cuerpo derribándolo en un abrir y cerrar de ojos.

Nayeon se desesperó, repitiendo una y otra vez que eran cobardes por sus acciones. Sus párpados se ampliaron cuando una melena rojiza apareció entre toda la multitud seguida de Jackson, la japonesa no notó en ningún segundo la presencia de Nayeon siendo sostenida firmemente por el más alto.

Su corazón latió con fuerza al verla sacar a SeHun del cuerpo de WooJin y a Jackson intentar contener a los otros tres. Mina volvía a llegar a tiempo -como siempre-, ayudándola incluso sin saberlo, ganándose abucheos por interrumpir la injusta pelea. Sin embargo, y a pesar de querer correr a sus brazos para agradecerle lo que había hecho, su prioridad fue el pelinegro que trataba de levantarse del suelo.

— Sabía que eran cobardes, ¿pero en serio? ¿uno contra cuatro? — Mina pateó con diversión la pierna de SeHun viéndolo retorcerse por el dolor. — Oh, vamos, SeHun, no parecías tan llorón mientras golpeabas a ese pobre chico... — Se burló. Cuando giró su rostro, el aire se le escapó de los pulmones al ver que Nayeon se encontraba de rodillas al lado del muchacho, intentado ayudarlo y casi ignorando su presencia.

Observó en silencio, sin importarle que algunos estudiantes se quejaban por haber sido ella quien les cortara la diversión.

— ¿Nayeon?

La mencionada alzó la quijada mientras WooJin se apoyaba en ella.

— Gracias Mina. — Habló casi en un susurro, para luego concentrarse en su amigo. — Ven, te llevaré a la enfermería.


Para el anochecer Mina se lamentaba por no haber conseguido la oportunidad de agradecer a Nayeon por su regalo y tarjeta. Por el contrario, se llevó una gran sorpresa al notar que esta tenía una repentina amistad con alguien que no llegaba a identificar. Y no es que le molestara, pero se inquietó cuando vio el cuidado que la castaña tenía para con el chico, ¿tan importante era?

— El regalo de EunBi fue sin duda el mejor. — Habló su padre haciéndola reaccionar. Asintió y se giró para ver a la mencionada que le sonreía desde su asiento.

— Hoy lo estrenó, señor. — Comentó la menor, mientras observaba en la carta lo que pediría para la cena.

— ¿No dirás nada, Mina?

— ¿Eh? Oh, sí, es una maravilla. Muy cómodo. — Respondió al azar. — Gracias de nuevo, y gracias por planear esta cena.

— No fue nada.

Akira sonrió e intercambió miradas con EunHa. — Y así aprovechamos para darte una noticia. Para el próximo fin de semana iremos a Estados Unidos, hay una convención a la que quisiera que asistas, así podrás aprender sobre dirigir empresas y ganar experiencia. Pienso que será una gran oportunidad para ti.

— ¿Iremos? Hablas de tú, yo...

— EunBi y YongHwa. — Completó su padre. — Kai y SeolHyun no podrán acompañarnos, desafortunadamente, pero a la próxima los tendremos con nosotros.

— Vaya sorpresa. — Habló sin ánimo la japonesa.

Mientras los minutos y las horas pasaban, Mina se enfrascó en sus propios pensamientos y en cómo su padre estaba manejando su vida a propio gusto, y no había nada que ella pudiese hacer para impedirlo porque a pesar de no admitirlo, tenía miedo. Y no por ella, no a perder los lujos que recibía estando bajo la tutela del japonés o a dejar de ver su cuenta con dinero cada mes con grandes cifras; temía por el daño que este podría hacerle a las personas que realmente quería siendo Nayeon la primera en la lista.

Miraba a EunHa mientras esta platicaba con Akira a gusto, en realidad, ellas dos no estaban en ninguna obligación por tener una relación y estaba segura que si la coreana no tuviese ningún sentimiento por ella, para ese entonces tendría algo de libertad. A Mina le dolió concluir que su padre estaba presionándola para que formalizara con EunHa sólo para tener contento a YongHwa, poniendo la felicidad de la hija de su socio por sobre la propia.

—... ya tenemos el lugar donde se construirá. Treinta y cinco pisos, varias hectáreas y estará al centro de la ciudad. ¿No te emociona, hija? En el futuro tú vas a dirigir ese gran negocio familiar. Podremos competir con otras corporaciones fácilmente.

Mina asintió tratando de sonreír. — Increíble. — Se acomodó sobre su asiento. — ¿Sigues pensando que soy la más capacitada?

— No tenemos duda, ni YongHwa, ni yo. — Respondió su padre dándole una palmada en el hombro.

El resto de su velada se la pasó asintiendo y fingiendo que prestaba atención. En una hora más se encontraba conduciendo el regalo de EunHa, con esta como copiloto que se había mantenido callada, algo extraño ya que cuando se encontraban solas ella era la primera en querer iniciar una conversación. Mina le restó importancia mientras observaba con atención la desolada calle que conducía de vuelta a la universidad.

— ¿Mina? — Cuando la menor supo que tenía la atención de la japonesa, prosiguió. — No pasaré la noche en Hayeang.

— ¿A dónde irás?

— ¿Puedes llevarme a mi casa?

La pelirroja no quería admitir que sintió cierta curiosidad del porqué. — ¿Estás bien?

EunHa sonrió por la repentina preocupación que mostró la japonesa. — Solo tengo que alistar un par de cosas. Las necesitaré.

— ¿Irás de viaje? Recién empezamos el semestre y... — La suave risa de su copiloto la hizo callarse y apretar sus dientes.

— No lo sabes, ¿verdad?

— ¿El qué?

— Ya no viviré con Jihyo y las demás. — Mina arrugó su nariz imaginándose la razón del abandono a esa fraternidad. — No creo ser bienvenida en ese lugar. Era lo mejor.

Mina le dio la razón en silencio. — ¿En qué pabellón te quedarás?

— En el tuyo. — Respondió ganándose una rápida mirada de la mayor. — ¿Te molesta?

— No. — Suspiró girando el volante y acelerar para llegar rápido a casa de la coreana. — No realmente.

— Mina... ¿cómo estás? — Preguntó de repente tomando por sorpresa a la conductora que solo alzó sus hombros restándole importancia a la pregunta.

— ¿Importa?

EunHa se quedó callada pensando que tener una de esas conversaciones con la mayor mientras conducía no era la mejor de las ideas. Esperó a que el auto se detuviera frente su gran casa y por fin se armó de valor para tocar nuevamente el tema.

— Tú me importas. — Respondió. — Y sé que no estás contenta con todo lo que está pasando.

— Ya no tiene caso. — Mina giró la llave apagando el motor y pronto tuvo la mano de EunHa sosteniendo la suya.

— ¿Por qué no me das una oportunidad? Si tú y yo vamos a estar juntas en un futuro, ¿por qué no empezar desde ahora?

— ¿Cómo puedes decirme esto después de todo lo que te hice? EunHa, sabes que no puedo corresponderte, yo...

— Amas a Nayeon, lo sé. Pero puedes amarme a mí, puedo hacerte feliz, a pesar de todos nuestros problemas yo sigo queriéndote a ti. Y me emociona que en un futuro no muy lejano seré una Myoui. Kai y mi hermana han mejorado bastante... si ellos hubieran tenido el tiempo que nosotras tenemos, tal vez ahora estarían mucho mejor. Sabes que Nayeon no estará sola para siempre, con el tiempo superará todo esto.

El corazón de Mina latió con fuerza al darse cuenta que sus palabras eran ciertas. No iba a mentir, ya se había planteado esa situación millones de veces cada noche antes de lograr conciliar el sueño; su amada coreana no estaría todo el tiempo viviendo de recuerdos que ambas habían formado, tarde o temprano se juntaría con alguien sin ataduras ni compromisos.

— Buenas noches, Mina. — Los suaves labios de EunHa besaron su mejilla y el sonido de la puerta cerrarse le hizo saber que se encontraba sola nuevamente.

La japonesa decidió irse a un lugar que conocía bien. Aparcó el auto cerca del luminoso cartel que lucía un "24 horas abierto". Caminó en silencio entre las pocas personas que se encontraban ahí y tomó asiento frente a la barra.

— Otra vez por aquí. — Hwasa fue notar la presencia de su nueva clienta. — ¿Qué te sirvo?

— Yo, ahm, no sé. Sorpréndeme.  — Sonrió la pelirroja mientras se giraba y apoyaba su espalda en la barra, buscando en el escenario a cierta rubia. Pero se encontró con la nada misma. Bajó su mirada hasta su teléfono para corroborar la hora, faltaban veinte minutos para que el día acabara.

« Vaya cumpleaños. »

— ¿Mina? — Solar se acercaba con una bandeja y sobre esta un par de copas vacías.

— Ey. — Saludó la menor. — ¿No hay show hoy? — Preguntó.

— Llegaste algo tarde. Ya se encargaron del espectáculo de hoy.— La rubia se posicionó al lado de Mina y discretamente señaló a una castaña con amable sonrisa que atendía unas mesas a lo lejos. — La nueva es muy buena. — Explicó cruzándose de brazos después de dejar la bandeja sobre la barra, orgullosa como una madre viendo a su pequeña hija.

Mina entornó los ojos para poder verla mejor, las mejillas abultadas de aquella desconocida eran más notorias por su sonrisa, dudaba que esa tierna chica pudiese satisfacer el morbo de todos los que iban a ese bar sólo para ver el acalorado espectáculo.

— Sana nos sorprendió a todos. — Hwasa le ofreció la copa llena a la japonesa mientras recargaba sus brazos sobre la madera. — Es realmente buena.

— A todo esto, ¿qué haces aquí? — Cuestionó Solar quitando su mirada de su nueva favorita. — Creí que estudiabas.

— Y lo hago, solo quería distraerme. Hoy es... bueno... no, no importa. Regreso de una aburrida cena y quise pasar por aquí.

Solar sonrió, tantos años trabajando para ese lugar la hizo ser buena para darse cuenta cuando una persona iba a disfrutar de la música, la bebida y algunos shows, a cuando una persona buscaba escapar de todo. Decidió callarse y posar su mano sobre el hombro de la muchacha.

— ¿Qué te parece si yo invito la primera?

— No podría aceptarlo, yo-

— Insisto. Por los viejos tiempos.

Mina no pudo evitar en reír. — ¿Hablas de cuando me cuidaste y mis amigos y hermano llenaron tu alfombra con vómito? Sí, qué buenos tiempos. — Ante la emocionada mirada de la rubia no tuvo más remedio que asentir. — De acuerdo, pero no me quedaré por mucho, vengo conduciendo.

— Como tú ordenes.

Eso era lo que había necesitado los últimos días; hablar, y no de sus problemas que rodeaban su vida a cada nada, necesitaba hablar de cosas al azar, completamente ajenas a su mundo donde no tenía la capacidad de elegir algo sin que su padre se interpusiera. Escuchar las historias que Solar le contaba o el cómo esa tal Sana había llegado la distrajo por completo de sus preocupaciones y todo sin necesidad de perder el conocimiento con la ayuda del alcohol.

Mientras regresaba a Hayeang una sonrisa se formó en sus labios, agradeciendo el acompañamiento de Solar los últimos minutos de ese día. Cantándole -junto a Hwasa- un improvisado "Feliz cumpleaños" cuando se enteraron de la fecha especial.

Antes de llegar a su lugar designado en el gran estacionamiento de la universidad, las luces del auto alumbraron a un muchacho que se mantenía sentado abrazándose a sí mismo para generar calor. Al salir del auto este se levantó de inmediato acercándose a ella.

— ¿Qué haces aquí? — Preguntó al reconocerlo.

— No quiero tener problemas con su novia, pensé que debo ser más cuidadoso con su vehículo. — Respondió el chico.

Mina negó de inmediato. — No tienes que hacer esto por miedo a EunHa, si ella se atreve a amenazarte nuevamente, avísame. Deberías estar en cama, no aquí.

El menor sonrió, haciendo que sus ojos se escondieran en dos finas líneas. — Muchas gracias.

— Pierde cuidado, hasta mañana...

— Felix.

— Sí, Felix.

Con un repentino buen ánimo, avanzó hasta ingresar a la universidad y caminó disfrutando del silencio que envolvía el lugar a través del gran campus. Metió su mano en el bolsillo delantero de sus oscuros jeans y apenas tocó la cadena de plata que había recibido como regalo de Nayeon, sonrió, pensando que sería un buen recuerdo de la coreana.

Sus pasos se detuvieron cuando, a lo lejos, dos personas caminaban una al lado de otra y reían bajo tratando de no hacer mucho ruido. El más alto rodeaba su propio torso como si este le doliera tan solo por respirar y caminaba con cierta dificultad, mientras que la chica trataba de servir como apoyo para el muchacho, cuidando de él con gran esmero. Su mirada con la de Nayeon volvieron a cruzarse y todo a su alrededor pareció oscurecer. Mina apretó el regalo de la coreana en su puño.

— Sabes que Nayeon no estará sola para siempre, con el tiempo superará todo esto.

Y por un par de segundos tuvo el egoísta deseo de que eso no pasara, sin embargo, reaccionó a tiempo, considerando que la coreana merecía su propia felicidad y que a su lado no la conseguiría.

Sus labios se curvaron, sorprendiendo a Nayeon a lo lejos por esa repentina acción.

— ¿Por qué no me das una oportunidad? Si tú y yo vamos a estar juntas en un futuro, ¿por qué no empezar desde ahora?

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