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28.

— ¿Cuántas estrellas hay? — Cuestionó Nayeon mientras se acomodaba entre los brazos de Mina y trataba de ignorar la molestia que le causaba el césped bajo su cuerpo.

— No sé, doscientas, trescientas mil millones.

La mayor se levantó y observó con asombro a su novia que no entendía su reacción.

— ¡Son muchas!

— Creí que ya lo sabías. — Rió la menor y arqueó una de sus cejas al ver la mano extendida que le ofrecía Nayeon.

— Eso quiere decir que hay muchas historias tras ellas, muchas leyendas. Vamos, iremos a investigar.

— No lo dices en serio, ¿verdad? — Antes de que Mina pudiese echarse sobre el césped nuevamente, la expresión de la castaña la hizo tragar saliva. — Ugh, okay, okay, vamos.

Nayeon sonrió orgullosa antes de besar la mejilla izquierda de Mina y entrelazar sus dedos.



No podía seguir fingiendo que era de acero, no cuando tenía todos esos momentos con Mina perfectamente grabados en su mente.

Cuando Jihyo ingresó a su habitación y la encontró en la misma posición de dos horas atrás se acercó a ella, sentándose al borde del colchón. Sin emitir palabra alguna, sus brazos se extendieron recibiendo el cuerpo de Nayeon, sintiendo como su cuello se humedecía ante las lágrimas de esta.

— Nayeon, sé que no quieres pero debes hablar con ella. — Sugirió.

— No quiero.

— Debes. No eres más una niña, tienes que resolverlo. Ha pasado una semana ya.

Nayeon levantó su rostro y negó con una sonrisa triste. — Siento que fue mucho más. ¿Qué hizo Mina en mí? ¿Por qué no solo nos quedamos como dos completas desconocidas?

Si todo hubiese quedado como un año atrás, en ese momento ella no estaría llorando por alguien que le mintió, no sentiría que su pecho dolía cada vez que la nombraban o la veía en clases. No era ningún secreto que la presencia de Mina le hizo cambiar ciertos aspectos: su natural egocentrismo se había esfumado, su mayor importancia al aspecto físico antes que a la personalidad ya no estaba, su amabilidad y tolerancia habían crecido bastante, todo gracias a Mina, por lo que era inevitable sentir que había un gran vacío en ella y en todo lo que le rodeaba sin la presencia de esa japonesa.

— Nayeon, no tengo respuesta a eso. Pero en su momento lo disfrutaste, tú no pensabas que terminaría, ¿no crees que son buenos recuerdos? Fuiste feliz.  — Jihyo acarició el cabello de su amiga y sonrió. — Si Mina no es esa persona especial, llegará alguien que sí lo sea, pero al menos dale el beneficio de la duda, deja que te explique su versión de la historia. — Ahora levántate.

— No tengo ganas...

— Como quieras, pero yo no le diré a Chanyeol que se vaya. Él está abajo y espera por ti. Creo que está de más decirte que no estás haciendo lo correcto al darle falsas esperanzas. — La líder se levantó y caminó hasta la puerta, girándose antes de abandonar la habitación de su amiga. — Piensa en lo que haces y en cómo repercute en otras personas.



— No puedes pelear con la primera persona que se te cruza en el camino sólo porque necesitas "desahogarte". — Habló la rubia mientras colocaba la bolsa con hielo sobre el pómulo hinchado de la menor. — ¿Por qué actúas así? Lo único que lograrás es que Nayeon enfurezca más.

Mina desvío su mirada y antes de que pudiera quejarse por la presión que hizo su amiga sobre la zona lastimada, la puerta se abrió.

— Myoui Mina. — La voz de Somi logró espantarla y la japonesa se levantó de su cama sólo para esconderse tras su mejor amiga. — Escuché sobre tu pelea, ¿me dirás qué ocurre contigo? Sé que tu ruptura con la abuela te afecta, pero no dejaré que vayas repartiendo golpes a diestra y siniestra por todo el campus. 

— Dijo todo lo que pensé. — Jeongyeon sonrió satisfecha y escuchó a Mina suspirar.

— No tienes por qué decirlo así. — La japonesa se dejó caer sobre su cama mientras extendía sus brazos. — Sé que estuvo mal pero-

— Pero nada, Mina. — Somi se sentó al borde del colchón y sus dedos acariciaron la cabellera de su hermana mayor. — Te quiero, pero estás actuando como una cavernícola que piensa que sus problemas se resolverán con golpes. ¿Qué sucede contigo? No eres una adolescente de quince años.

La mayor negó y cubrió sus ojos con su brazo. — No sé qué me ocurrió. Yo sólo... estaba enojada por verla con Chanyeol todo el tiempo,  ese idiota la sigue como su maldito perro. — Habló antes de quejarse cuando su mano rozó sin querer la zona adolorida. — Sólo sirvo para arruinarlo.

— Sólo debes pensar antes de actuar. — Dijo su hermana.

— Parece que eso es lo que no puede, pensar. — Tras recibir una pesada mirada por parte de Somi fingió entretenerse con la bolsa de hielo. — Yo sólo decía.

Mina se levantó cuando llamaron a la puerta.

Jeongyeon se adelantó a las dos hermanas y abrió la puerta para encontrarse con una joven de baja estatura, cabello morado y sonrisa muy contagiosa.

— Ahm, ¿sí?

— ¿Se encuentra Somi? — Preguntó mientras se ponía de puntitas y trataba de mirar sobre el hombro de la rubia.

— Eh...

— ¡Dahyun! — La nombrada apartó a la rubia de la entrada y corrió hacia su nueva amiga. — Creí que estarías en el laboratorio.

— Terminé rápido y dijiste que estarías aquí con tu hermana, ¿es ella? — Señaló a Jeongyeon.

— Oh no, su hermana es la chica satánica con depresión tirada por allá. — Aclaró la rubia, ganándose una adorable risa por parte de la pelimorada.

— ¡Puedo escucharte! — Gritó la japonesa mientras se ponía de pie y se acercaba a la amiga de Somi.

— ¡Jesús! ¿Qué te pasó en el rostro?

— Se golpeó con la puerta. A veces es muy tonta.— Dijo Jeongyeon ganándose un codazo por parte de Mina. 

Dahyun volvió a reír y esta vez se dirigió a las tres. — ¿Les parece ir por algo de beber? Iba a ir con Somi pero me han agradado.

— Yo, ehm, tengo que-

— ¡Le encantaría! — Cortó Somi a su hermana mientras rodeaba los hombros de esta con su brazo. — No dejaré que te quedes encerrada en tu habitación lamentándote. — Susurró hacia la mayor para que sólo ella le escuchara.

— ¡Perfecto! ¡Y Mina paga! — Agregó la rubia.

— ¿Yo qué?

En menos de quince minutos las cuatro chicas se encontraban en la cafetería, sentadas en una de las mesas más alejadas de todo el alboroto de los estudiantes. Mina mantenía su mejilla apoyada sobre la palma de su mano cuando vio ingresar a Nayeon junto a Chanyeol al lugar, sus miradas se conectaron de inmediato pero la mayor decidió desviarla.

La japonesa apretó la mandíbula y se propuso ignorar la presencia de ambos.

— Es mejor que me vaya. — Comentó la japonesa levantándose de su asiento, dispuesta a no presenciar más la incómoda cercanía que Nayeon tenía con el varón, pero fue jalada de nuevo por Somi obligándola a sentarse.

— No te vas de aquí.

— ¿Sucede algo Mina unnie? — Cuestionó Dahyun al no comprender la mirada llena de odio que la pelirroja enviaba a una pareja lejos de ellos.

— Nada importante. — Mina cerró los ojos e inhaló una gran cantidad de aire para luego enfocarse en la menor. — ¿Te gusta tu malteada? — Preguntó tratando de evadir el tema y concentrarse en algo más.

La pelimorada sonrió asintiendo varias veces. — Una de las mejores que he probado.

— Y espera hasta la quincena, nos dan pizza. — Dijo la rubia con una sonrisa. — Te enamorarás de este lugar sólo por la pizza.

Mina bebió todo de un solo golpe cuando Chanyeol empezó a jugar con Nayeon. ¿Por qué lo hacía? Si la mayor sabía cuánto odiaba su cercanía con el chico.

Antes de que pudiera reaccionar y largarse de ese lugar, el sitio desocupado a su lado fue tomado por EunHa. La mesa quedó en silencio y Mina pensó que las cosas no podían empeorar más.

— ¿Ocupado?

Somi sabía la situación de su hermana, sin embargo, en sus días de vacaciones y conviviendo un poco con la coreana le fue imposible odiarla, por lo que en ese momento no sabía cómo responder, quería evitar un mal rato para todos.

— No. Está libre. — Para sorpresa de Jeongyeon y Somi, Mina no ahuyentó a EunHa como tuvieron previsto.

La rubia supo entonces que lo que sea que estuviera planeando su mejor amiga, no era bueno.

— Un placer, soy Dahyun. — Se presentó la joven sin estar enterada de nada y pensando que entre más persona, era mejor.

— EunBi. Pero puedes llamarme EunHa. — Dijo con una sonrisa. — Novia de Mina. — Finalizó besando la mejilla de la nombrada, quién se tensó de inmediato.

— ¿Eso es cierto? ¡Felicidades!

— Ahm, ¿nos disculpan? — La japonesa se levantó tomando de la muñeca a su prometida y la llevó consigo fuera de la cafetería. Dando un último vistazo a Nayeon, a quien se le borró la sonrisa cuando la vio cerca de EunHa.

La rubia negó y suspiró ante lo mal que estaba actuando su amiga.

— No somos novias. — Habló por fin la mayor cuando estuvieron fuera. — No quiero que-

— ¿No es lo que querías? Prácticamente llegué a salvar tu pellejo.

— ¿De qué hablas?

EunHa sonrió y dirigió su mirada al lugar donde habían estado minutos atrás. — No podías soportar a Nayeon cerca de Chanyeol. Si no hubiera llegado, seguirías ahí, comprobando que a ella no le importa ni un poco cómo te sientes.

Mina tragó saliva y negó. — Ella no es así.

— ¿Ah, no? — EunHa dio un paso más cerca de la mayor y al ver que ella no retrocedía, se tomó el atrevimiento de posar sus manos sobre los hombros contrarios. — ¿Nunca le has dicho a Nayeon que te molesta verla con él? — Mina asintió. — Y qué raro, a donde vas, ella está ahí en compañía, riendo y sonriendo, como si tú no existieras.

Si decía que no le molestaron y dolieron esas palabras, estaría mintiendo, pero no podía enojarse, no con Nayeon. Sabía perfectamente que todo había sido su culpa y no estaba en posición de enojarse por palabras que podían ser o no ciertas.

— Basta, EunHa.

— Sólo quiero ayudarte. — La menor alzó su mano y acarició la mejilla de Mina, sonriendo cuando esta cerró los ojos por unos segundos.

— ¿Ayudarme? ¿La misma que me confesó querer ver mi relación con Nayeon finalizada? No me hagas reír.

— Y no me retracto. Pero verte sufrir por alguien que no vale la pena no me gusta.

— Deja de hablar así de ella. Te estás equivocando.

— ¿Sabes cómo sé que tú también estás odiando su comportamiento? — EunHa se acercó, apoyando su mejilla en el hombro contrario para susurrar. — No me has alejado en todo este tiempo, y muy dentro de ti, quieres pagar con la misma moneda. No te culparía por querer hacerlo.

— No, eso no-

El índice de EunHa se posó sobre los labios ajenos.

— Piénsalo.



Mina se dejó caer sobre el césped, con la respiración agitada y un incómodo dolor en su brazo derecho. Levantó la mirada y observó a los dos hombres que seguían jugando tenis como si de eso dependiera su vida; Akira tenía una ligera ventaja sobre YongHwa y al parecer el juego finalizaba si volvía a atrapar con la guardia baja al Jung. Se preguntó cuánto tiempo le dedicaban al ejercicio, ella apenas pudo soportar una hora y le dificultó seguir el paso a su padre.

— Muy competitivos, ¿no? — EunHa apareció con una botella de agua fría y una sonrisa para tomar asiento a su lado. Observando con verdadero asombro y respeto a los dos hombres que mantenían la concentración al tope. — Ya sé por qué tú eres así.

Mina la miró con las cejas alzadas. — ¿Crees que soy competitiva?— La menor asintió ofreciendo de su bebida a la japonesa, quien no se negó a dicha oferta. — Creí ser todo lo contrario. — Contestó por fin, limpiando con el dorso de su mano la humedad de sus labios.

EunHa se levantó y puso ambas manos a cada lado de su cintura. — Vamos adentro, ellos seguirán así por un largo rato.

Mina dudó, sin embargo terminó accediendo.

Los últimos días había fallado en su intento por acercarse a Nayeon, y no porque esta se escondiera o la rechazara, siempre había algo que llegaba a interrumpir sus escasas oportunidades. A cambio, y para su poco gusto, EunHa aprendió a llegar al momento indicado cada vez que su paciencia se agotaba por ver a Chanyeol tan cerca de su, ahora, ex novia. Todo era un tonto embrollo que no sabía manejar. Se decepción de sí misma al darse cuenta que prefería irse de Hayeang para evitar ver a Nayeon que a quedarse y luchar por unos pocos minutos de su atención. Ya hasta se había cansado de escuchar a Jeongyeon repetirle que estaba siendo cobarde al no enfrentar todo de una vez. 

Ese fin de semana su padre había invitado a YongHwa y EunHa a casa para convivir un poco mejor, por lo que Mina estuvo obligada a asistir, sabiendo que la convivencia sólo era una excusa para que ambas jóvenes se acercaran y una nueva relación naciera.

— ¿Todo en orden? — Preguntó EunHa al verla tan perdida.

— No me gusta jugar bajo el sol.— Respondió, obteniendo risas por parte de la menor. — ¿Qué?

— Mina, está nublado desde muy temprano.

La japonesa no pudo evitar sonreír ante su propia estupidez dicha, siendo seguida por la menor.

— Eso estuvo reñido. — Dijo YongHwa mientras ingresaba al lado de Akira, encontrando a la no pareja oficial sentadas una al lado de otra en el sofá del salón. — ¿Tú qué crees Mina?

— Tiene grandes reflejos, señor. — No mentía, no era un halago por tratar de llevarse la aprobación del mayor, el hombre era increíble en ese deporte y no podía negarlo.

— ¿Quién ganó? — Cuestionó EunHa.

— Jung ganó, y fue porque me distraje.

— Excusas, Myoui.

El japonés sonrió y con su cabeza hizo una señal a un empleado para que se acercara. — ¿Les apetece unas bebidas?

Mina pasó el resto de la tarde con los invitados y su padre, sin poder acostumbrarse a esa faceta alegre del mayor. Todavía no olvidaba lo que había planeado con Solar, y tampoco se quedaría de brazos cruzados, pero no haría un lío frente a Jung e hija, necesitaba hablarlo con calma cuando se encontraran a solas. Para su mala suerte, no tuvo ninguna oportunidad, YongHwa parecía un chicle pegado siempre a su padre y empezaba a ser irritante en ciertos momentos.

Cuando menos se lo esperó, la hora de irse nuevamente a Hayeang llegó.

EunHa se acomodó sobre el asiento trasero del auto y esperó a que Mina ingresara ya que esta se encontraba conversando con su padre.

— Kai dijo que necesitas un auto propio. — comentó Akira. — Si tú quieres, mañana mismo-

— No. — cortó la menor. — No lo usaría a menudo, estando en Hayeang la mayor parte del tiempo sólo se llenaría de polvo.

— No está de más, piénsalo hija. Ahora ve, tu prometida te espera. — Mina apretó la mandíbula sin poder acostumbrarse al cómo se refería Akira de EunHa.

— ¿Puedo visitarte en tu oficina esta semana?

El mayor asintió. — Me encargaré de pedir permiso para que puedas salir.

— Siempre los consigues.

— El dinero mueve a las personas, Mina, no lo olvides. Nos vemos.



Ese sábado se la había pasado en la biblioteca preparándose para un examen importante del lunes, sin Mina ahora se le dificultaba un poco más aprender ciertas cosas, y no estaba dispuesta a seguir dependiendo de esa tonta japonesa.

Sin poder evitarlo una sonrisa apareció.

Mina caminaba junto a Jeongyeon por los pasillos ayudándola a cargar sus trabajos, antes de que la rubia ingresara a su primera clase codeó a su amiga para que observara a Nayeon a unos cuántos metros.

— Está sola. — Susurró. — No hay rastro de Chanyeol o Jihyo. Aprovéchalo.

— No lo sé... Yo... Sí, lo haré.

— Suerte, debo ingresar. — Jeongyeon dio unos pasos dentro del salón, cerrando la puerta tras ella a pedido del profesor.

La japonesa no quitó su mirada de la mayor, cuando dio unos cuántos pasos hacia su lugar se dio cuenta que todavía tenía en su poder la pequeña maqueta que su amiga había diseñado la última semana. — Ah, Jeongyeon. — Mordió su labio inferior y retrocedió de espaldas nuevamente hasta el salón de su amiga.

« Entro, se lo doy y salgo corriendo. Sólo no te vayas. »

Pensó, sin quitar su atención de Nayeon inhaló para llevar a cabo ese plan simple, apenas se giró y tomó impulso, su cuerpo y rostro chocaron con la dura puerta.

Lo siguiente que pudo escuchar fueron las risas de los alumnos que por ahí pasaban, incluida la castaña, que tal acto tierno logró suavizarla. Sin embargo, su sonrisa desapareció, no pudo evitar preocuparse cuando vio la mueca de dolor que Mina hizo. 

— ¿Señorita Im? — Nayeon levantó su rostro encontrándose con uno de sus profesores. — Me alegra que esté estudiando para la prueba del lunes. Sé que usted es cercana a la señorita Myoui. — Golpe bajo para la castaña que tuvo que asentir sólo por obligación. — ¿Puede decirle que vaya mañana por la tarde al salón de profesores? Necesito entregarle una tarea.

— ¿Una tarea? — Cuestionó. — ¿Sólo a ella?

— Sí, ella es la más capacitada. — El hombre acomodó sus gafas sobre el puente de su nariz y sonrió. — Intenté buscarla, pero al parecer no se encuentra dentro de la universidad. Dele ese recado por mí... Oh, muchas gracias, los necesito para mis pruebas. — Dijo cuando la encargada de la biblioteca llegó con cuatro libros para el docente. — Nos vemos, señorita Im.

Nayeon dejó caer su cabeza y chocó su frente con el libro abierto que hace unos minutos leía.

«Supongo que le pediré a Chaeyoung ese favor... O podría decírselo yo»

Se quedó en esa posición por un largo rato, estudiar y mantener su mente ocupada le había servido mucho para dejar de pensar en Mina, pero todo parecía ponerse en su contra para lograr recordársela.

«¿Qué estará haciendo ahora?»

Suspiró cansada y volvió a erguirse, extendió su brazo sobre la mesa de madera y alcanzó su teléfono sólo para darse cuenta que estaban por dar las ocho de la noche. Había sido suficiente ese día. Cerró el libro, lo devolvió y se despidió de la anciana mujer que atendía la biblioteca antes de salir de ahí.

Mientras frotaba sus manos y se lamentaba por no haber llevado abrigo consigo divisó dos siluetas a lo lejos. Su corazón se agitó cuando notó de quiénes se trataban, todo pareció detenerse cuando su mirada chocó con la de Mina.

La japonesa detuvo su paso cuando notó a Nayeon a lo lejos, un pequeño apretón en su brazo la hizo bajar la mirada encontrándose a EunHa, quien parecía leer sus pensamientos y deseos por correr hacia la coreana.

— No lo hagas. — Pidió.

Por su parte, Nayeon al ver el firme agarre que EunHa tenía alrededor de Mina pensó que no había nada qué hacer ahí. Ignorando el dolor que su pecho experimentaba tomó una gran cantidad de aire avanzando en dirección contraria. Mientras caminaba pequeños, pero sonoros, sollozos escaparon de sus labios, siendo incapaz de controlarlos. 

«Entonces estabas con ella.»

Resistió y luchó contra su propio impulso de voltear a ver, quería saber si ya ambas habían partido sin importarles su presencia.

— Nayeon. — Una suave mano cubrió su brazo deteniendo su paso, no fue necesario girarse para saber de quién se trataba.

Mina la miraba con esperanza de por fin tener la oportunidad que tanto había esperado.

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