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21. beautiful stranger - I

Su espalda estaba apoyada en la cabecera de la cama y sus brazos rodeaban el cuerpo de NaYeon, el cual se encontraba entre sus piernas. Así habían permanecido los últimos diez minutos, la música en la planta de abajo volvía a servir de fondo para que la habitación no se encontrara en completo silencio.

La mayor había reposado su cabeza en el pecho de Mina escuchando y contando al azar los latidos de su corazón, le gustaba ese golpeteo tranquilo y sereno que le brindaba, aunque sólo era una vaga distracción para evitar pensar en las palabras de Akira nuevamente. Nunca había considerado esa terrible opción, ¿y si Mina se aburría de ella? ¿y si todo terminaba de la noche a la mañana? Estaba segura que su japonesa no tenía ni una pizca de maldad que ese hombre poseía, pero... quizá, sólo quizá podría llegar a hartarse y marcharse.

— Nayeon. — Llamó. — Lo que dijo mi padre...

— Dilo nuevamente.

— ¿Eh?

— Fue muy sutil y casi no se escuchó pero... me gustó, dijiste que me amas... Con eso todo miedo desaparecerá. — Nayeon sonrió al sentir los latidos de Mina acelerarse justo en ese momento.

Levantó su rostro y se encontró con una sonrisa digna de recuerdo -como todas-. La nariz de la menor se arrugó y sus ojos se ocultaron en medias lunas; la castaña tuvo que evitar chillar de la emoción. Era una faceta de Mina que sólo Nayeon era capaz de apreciar.

— ¿Siempre acostumbras a escuchar tras las puertas?

La mayor se encogió de hombros. — Mujer precavida vale por...

— Te amo. 

Nayeon pestañeó varias veces antes de reaccionar y apenas lo hizo, se lanzó a abrazar el cuello de la japonesa, dejando varios besos en su rostro y labios. Mina no pudo evitar reír ante la actitud que tomaba su novia, creía que esas dos simples palabras no eran necesarias y que el sentimiento era algo que ya estaba asumido. Sin embargo, si repitiéndole todos los días que la amaba lograba conseguir una reacción como esa, no le molestaría hacerlo.

Ni siquiera necesitaba una respuesta por parte de Nayeon, con ese brillo, esa sonrisa y emoción, le demostraba que no era un amor unilateral.

— Y mi padre tendrá que aceptarlo, le demostraré que voy en serio contigo en dos semanas.

Nayeon detuvo los besos sólo para mirarla con mucha confusión.

— ¿Cómo se lo demostrarás?

Uno de los brazos de la menor soltó la cintura de Nayeon sólo para empezar a palpar sobre la cama en busca de la invitación, cuando sus dedos dieron con ella se la mostró con una sonrisa.

— Seguro tú, pequeña entrometida, escuchaste que mi hermano se casa en dos semanas. — La castaña asintió. — Y que pedí más invitaciones, irás conmigo y te presentaré a mi familia, como mi novia.

La mayor saltó de su lugar, empezando a caminar de aquí para allá alrededor de toda su habitación. ¿Conocer a la familia Myoui? Si tan sólo el padre Mina le daba miedo, no podía imaginarse a los demás. ¿Y la señora Myoui? Estaba haciendo mal en pensar que la mujer -futura suegra en su imaginación- era una bruja hermosa, pero no lo podía evitar, ¡ella ni llamaba a su hija para preguntar cómo estaba! No se quería imaginar lo que le esperaría. Llevó una mano a su frente y la otra a la cintura, ¿cómo iba a lidiar con ellos? Podía ponerse a estudiar la historia de Japón y distraerlos con eso, sí, sonaba bien.

Los brazos de Mina deteniendo su andar la hicieron levantar la mirada, una llena de temor. La menor rió ante su sobrereacción y acomodó un rebelde mechón de cabello tras su oreja.

Con delicadeza acunó el rostro de la mayor entre sus manos y se acercó depositando un corto beso. — ¿Estás pensando en estudiar la historia de Japón?

La castaña abrió sus ojos impresionada. — ¿Cómo lo sabes?

— Una vez me dijiste que para impresionar a mi padre ibas a estudiar todo sobre sus orígenes y me pediste que te compre un mapa de Japón.

— Cosa que no hiciste. — La mayor entornó sus ojos recordando una de las tantas conversaciones al azar que tenían. Tratando de no morir de ternura al saber que Mina recordaba todo lo que decía, incluso si era muy tonto.

— Coneja... eso no será necesario. — Sonrió soltando su rostro sólo para dedicar a abrazarla, apegándose a ella y acariciando su espalda. Nayeon por su parte, juntó sus brazos cerca del pecho de la menor, dejándose envolver. — Tú impresionas a donde quieras que vas, y les vas a agradar, hasta se arrepentirán de casar a Kai con SeolHyun y no contigo.

— Mina...

— Pero tendrán otra oportunidad, porque estoy yo aquí.

Llevando sus brazos alrededor del cuello ajeno se dejó caer sobre el colchón, llevándose consigo a Mina que agradeció a sus reflejos ya que pudo sostener su peso sobre sus palmas a tiempo y no caer por completo sobre el cuerpo de Nayeon. Ambas rieron y la primera en actuar fue la japonesa, flexionando sus brazos para tomar con posesividad la boca de la castaña.

— ¿Esto quiere decir que no bajaremos por un rato? — Cuestionó Mina a escasos centímetros del rostro ajeno, recibiendo una sonrisa lasciva como respuesta.

El tiempo pareció esfumarse en un abrir y cerrar de ojos y la fecha de la esperada boda estaba a dos días; nuevamente la razón de su amargo despertar fue su móvil que vibraba a un lado de su brazo, por suerte el desocupado, ya que Nayeon usaba el otro como almohada y sus piernas las tenía enredadas a las suyas. Con un sólo ojo abierto tuvo que ingeniárselas para responder y esperar que su novia no despertara.

— Kai. — Habló en un tono bajo.

Hermanita, ¿te despierto? Lo siento. Mamá y yo ya llegamos a Seúl.

— Creí que llegarían más tarde, apenas son las cinco de la mañana...

Podrás dormir luego. Estaba pensando que hoy podrías salir conmigo, todos mis amigos están en Japón y llegarán para el día de la boda, así que tú eres la elegida para ser mi acompañante en mi despedida de soltero.

— ¿Despedida de soltero? — Dudó un poco antes de preguntar, sabía perfectamente lo que su hermano podría hacer para disfrutar sus últimos días de soltería y temía un poco a ser jalada con él. — ¿C-con bailarinas y todo eso? — Lo escuchó reír.

¿Qué esperabas? ¿Un payaso y un hombre en traje de dinosaurio morado cantando canciones satánicas?

— ¿Barney es satánico?

¡No nos desviemos del tema! Papá dijo que hoy llevarás a tus amigas a casa para quedarse hasta el domingo. Las puedes dejar ahí junto a Somi y nosotros nos vamos. Sólo será una noche.

Mina se lo pensó muy bien; el plan original era llevar a todas a su hogar después de clases ( y faltar el viernes a sus horarios) para que se sintieran más cómodas y pasar algo de tiempo con Nayeon para que esta no se sintiera presionada al momento de conocer a su familia y finalmente regresar el domingo a la universidad, sin embargo, no podía dejar a su hermano "celebrar" solo.

Soltó un suspiro y dirigió su mirada a la cama vacía que le pertenecía a Jeongyeon, su rubia amiga se la había pasado toda la noche en la biblioteca estudiando para un examen importante para ese día y por un momento pensó que sería bueno llevarla también para quitarle el estrés.

— ¿Puedo ir con Jeongyeon?

Por supuesto, tus amigos son mis amigos y mientras más, mejor.

— Está bien, Kai, estaremos en casa por la tarde y... quiero presentarte a alguien.

La llamada finalizó, dejó a un lado su teléfono y dirigió su mirada a Nayeon, sin embargo, esta ya la observaba, muy despierta y con las cejas alzadas.

— No dormías. Oh, uhm... buenos días.

— Despedida de soltero, ¿huh?

— Será sólo unas horas, y, y no haremos nada malo, es mi hermano, no puedo dejarlo solo.

La mayor entornó los ojos, no podía negarse ante esa expresión de cachorro que la japonesa le daba y por mucho que sus pensamientos ya la hacían creer que su novia terminaría en una calle sin conocimiento, o mucho peor, en una calle, sin conocimiento y con otra mujer a su lado, tuvo que ceder; no podía prohibirle el pasar tiempo con su hermano y honestamente, confiaba en la menor.

Ambas compartieron un pequeño beso y tuvieron que levantarse para cumplir con sus horarios de jueves, Nayeon fue la primera en desprenderse de la comodidad de la cama.

— ¿Por qué te cubres? — Cuestionó Mina cuando notó a la mayor cubriéndose con las blancas telas para evitar exponer su desnudez. — No es como si-

No pudo emitir más palabras y hasta sintió que se atoraba con su propia saliva cuando Nayeon sonrió dejando caer las sábanas y se giraba en dirección del baño, con un suave vaivén de sus caderas que hicieron a la japonesa levantarse de inmediato para tratar de alcanzarla.

— ¡¿Nos bañamos juntas?! — Gritó, escuchándola reír antes de cerrarle la puerta del baño en la cara.

— ¡Ya me sé ese cuento!

Mina sonrió sobando su pobre nariz que había sido alcanzada. Sonreía para no llorar, ese golpe le había dolido lo suficiente.

— Engreída...

Jeongyeon se preguntaba por qué sus amigas y novia tenían que llevar dos maletas cada una sólo para tres o cuatro días que pasarían en la casa de Mina, esta última ni se preocupó en preparar algo, todavía guardaba ropa en su antigua habitación ya que Somi se encargaba siempre de mantenerla limpia y ordenada. La rubia tomó un gran respiro antes de empujar todas las cosas y lograr cerrar el maletero con éxito, ganándose un par de risas de su mejor amiga que abrazaba por la cintura a Nayeon.

— Myoui, ¿no pudiste llamar a uno de los tantos choferes que trabajan para ti? — Reprochó la rubia secando las gotas de sudor que se habían acumulado en su frente.

La japonesa se encogió de hombros. Admitir que había olvidado ese pequeño detalle la haría quedar como una completa despistada, cosa que no era su culpa, era culpa de Nayeon y su bonita presencia que la hacía olvidarse de muchas cosas a su alrededor. Soltó a su novia y se encaminó al taxi, abriendo la puerta trasera para que ingresaran.

La única que se salvó de la incomodidad en el asiento de atrás fue Nayeon, quien ignoró la sugerencia de Jihyo de jugar "piedra, papel o tijeras" para saber quién iría como copiloto. Y aunque hizo un pequeño berrinche cuando notó que Chaeyoung tuvo que sentarse en las piernas de Mina para que pudieran entrar todas, al final tuvo que calmarse porque ella misma había perdido su oportunidad.

— Pudimos tomar otro taxi, ¿saben?

El comentario de Jihyo las hizo guardar silencio por el resto del viaje, sintiéndose todas por igual, muy tontas.

Todas, a excepción de Mina y Jeongyeon, se quedaron con la boca abierta cuando por fin llegaron a su destino; esa no era una simple casa, era toda una mansión, aterradoramente grande en la que, por un momento, Momo pensó que podría perderse y no aparecer nunca más.

— Tú vas a heredar esta casa, ¿verdad? — Todas voltearon a ver incrédulas a la mayor. — Perdón, lo dije en voz alta. — Mina rió ante el comentario y besó la mejilla de la castaña.

— Señoritas, bienvenidas.

La japonesa frunció el entrecejo al ver a su padre salir de su hogar con una sonrisa con tres empleados tras él. Inmediatamente sus amigas y novia hicieron una reverencia en respeto al hombre, respeto y algo de temor.

— ¿Papá? ¿Qué haces aquí?

— Quise recibirlas personalmente antes de volver a la oficina. Somi está junto a su madre en el centro comercial.  — Explicó. Akira se acercó hasta su hija por unos segundos, dando palmadas sobre su hombro y después se giró hacia Nayeon. — La última vez no pudimos conversar, Im Nayeon, ¿cierto? Mi hija hizo un buen trabajo en conseguir una novia hermosa.

— G-gracias, señor. — Decir que estaba cohibida era poco, el hombre lograba intimidarla como ningún otro, sin embargo, se relajó cuando Mina tomó su mano para entrelazar sus dedos.

— Akira, puedes llamarme Akira. — Puntualizó y haciendo una señal a sus empleados con la cabeza les indicó que cargaran con las pertenencias de sus invitadas. — Pónganse cómodas, cada una podrá tener su propia habitación si así lo desean, están en su casa.

— ¿Kai y mamá no están?

— Tu hermano sí, tu madre se negó a pisar la casa. — Jeongyeon notó que padre e hija viraron los ojos, algo que le pareció increíble porque lo hicieron al mismo tiempo. — Ya sabes cómo es. Kai está en su habitación, lo dejé descansar.

Mina asintió, sabiendo que esa actitud amable que el mayor estaba teniendo era porque pronto su hijo lo haría más rico de lo que ya era. Y no era una sorpresa que el dinero ponía de buen humor a Akira.

— Ahora tengo que retirarme. Disfruten de la casa.

— Woah, nunca habían permanecido en silencio por tanto tiempo. — Se burló la rubia cuando vio a las zetas relajarse al momento que el mayor se retiró, ganándose un golpe en el brazo por parte de Momo. — Me callo.

— Gober... — Mina recibió lo mismo por parte de Nayeon y una mirada nada bonita. — Me callo. 

Después de elegir cada una su habitación y Nayeon mofándose porque dormiría con la dueña de casa en una de las más grandes, Chaeyoung y Jihyo caminaron alrededor  de la enorme casa, sorprendiéndose por todos los acabados lujosos que esta tenía; claro, ellas también pertenecían a un estatus social alto pero sus hogares no eran ni la mitad de lo que era esa fortaleza. A su pasada algunos empleados las observaban en silencio, ninguno sin atreverse a dirigirles la palabra pensando que ellas podrían ser iguales o peores que los hijos de varios amigos de Akira y preferían ahorrarse malos tratos.

Ambas llegaron a la cocina y se miraron entre sí, podían buscar en las repisas algo de comer.

— ¿Deberíamos? — Cuestionó Chaeyoung dando un pequeño saltito para quedar sentada sobre la encimera.

— Chaeyoung, bájat-

Las dos se quedaron en silencio y estáticas cuando un muchacho moreno, con el torso desnudo y sólo unos boxers negros caminó frente a ellas sin notar su existencia, parecía recién despierto ya que su cabello se encontraba desordenado y sus ojos entrecerrados, como si se le dificultara abrirlos por la luz.

Kai caminó hasta la nevera sin percatarse de sus invitadas y la abrió para sacar de esta una caja de jugo. Lo bebió en silencio dando un vistazo general a la cocina, hasta que por fin se encontró con los dos pares de ojos que lo observaban. El mayor pestañeó lentamente antes de que las dos chicas gritaran, provocando que él también gritara y extendiera su brazo para tomar un sartén y así cubrir su entrepierna.

— ¿Qué, qué pasa? ¡Oh! ¡Joder, cúbrete! — Y no lo decía por su hermano, le decía a Nayeon que llegó con ella. Rápidamente su mano tapó los ojos de su novia. — ¡Kai!

— ¡Mina!

— ¡Momo! — Gritó la japonesa mayor que también llegaba. — Oh, Dios. ¡Un loco!  — Bajó la mirada apenada.

— M-Mina, ¿por qué hay muchas chicas bonitas aquí?

— La pregunta es por qué tú estás semidesnudo.

— Es mi casa. ¡Tú también te paseabas así!

Nayeon rió, sin poder ver nada la situación le empezaba a parecer graciosa.

— Cállate. Y ellas son mis amigas... oh, por favor, ve a cubrirte.

— Y-yo me iré a poner algo de ropa.

Todas las chicas asintieron y desviaron sus miradas a cualquier punto de la cocina para darle tiempo al mayor de escapar de ahí.

— ¡Un placer conocerlas! — Logró gritar el varón corriendo hacia el segundo piso. — ¡Hola, Jeong! — Saludó a la rubia de paso cuando la vio acercarse para saber la razón de tanto alboroto.

Mina fue retirando su mano y dejó que la castaña volviera a tener panorama de todo. Después de un largo rato en silencio caminaron hasta la gran sala donde se sentaron para conversar, donde la mayor parte de comentarios eran de Jeongyeon molestando a su mejor amiga sobre su hermano.

— Es atractivo. — Confesó Jihyo, cubriendo sus mejillas con sus manos esperando que estas las enfriaran. 

— Estoy de acuerdo. — Afirmaron las otras tres chicas.

— ¿Más que yo? — Jeongyeon dejó caer su cabeza al hombro de su novia, y esta atinó a reír acariciando sus cortos cabellos.

— Nunca. — Respondió Momo con ternura.

Mina quiso reírse pero sabía que Nayeon la miraría con desaprobación, ya que ella tomaba la misma actitud cada vez que se encontraban solas.

— Me siento halagado. — Todas giraron para ver al hermano de Mina ingresar, quien ya estaba vestido decentemente y mostraba una de sus mejores sonrisas. — Siento mucho lo de antes, pero es un placer tenerlas como mis invitadas de boda.

— Kai, ellas son Jihyo, Chaeyoung, Momo y Jeongyeon. — Presentó de derecha a izquierda, deteniéndose unos segundos para tomar la mano de la castaña. — Y ella Im Nayeon, mi novia. — Su pecho se llenó de orgullo con tan sólo nombrarla, la mayor la miró con ternura, sintiéndose feliz y emocionada por saber que Mina le daba su lugar como su pareja.

— ¿Nayeon? ¿La misma Nayeon de la que me hablaste?

— ¿Mina te habló de mí? — Cuestionó alzando sus cejas.

El joven asintió. — Una vez se emborrachó y-

— No necesita esa información. — Interrumpió.

— Mi cuñada merece saber muchas cosas sobre ti. — Carraspeó su garganta. — Es más, Nayeon, te enviaré algunas fotos de cuando Mina era bebé.

— ¡A mí también por favor! — Chaeyoung pidió ganándose la atención de todos. — ¿Qué? Me da curiosidad.

El japonés y las demás parecieron llevarse bien el resto de la tarde, algo que alegró a Mina, ya que así se evitaron muchos incómodos silencios, agradecía mucho la facilidad que tenía Jihyo para sacar temas de conversación entre todos, en otra vida bien podría ser una buena presentadora.

El celular de Kai sonó interrumpiendo la divertida historia de Chaeyoung y tuvo que disculparse para atender.

— Hey, ¿D.O? ... ¿En serio? — Una sonrisa apareció. — Se lo diré... Sí, no te preocupes... Nos vemos. Yo también. — Volvió a la sala y con su cabeza le hizo una señal a su hermana para seguirlo, alejándose lo suficiente para no ser escuchados.

— ¿Quién era?

— ¿Recuerdas a KyungSoo? — Su hermana asintió. — Llegó a Seúl, logró deshacerse de algunos pendientes y nos acompañará a nuestra salida, sí vienes, ¿verdad?

Una vez dentro del auto de su hermano observó hacia su hogar, ¿había sido buena idea dejar a su hermana y a Nayeon juntas? Somi junto a su madre justo una hora antes de que ella saliera, para su madrastra no hubo problema, por el contrario a su hermana.

— No quiero a la abuela en mi casa.

— También es casa de Mina, mocosa, y como ella es mayor y mi novia, eso me convierte automáticamente en la emperatriz del lugar.

Mina sonrió ante las ocurrencias de la castaña, ya se las arreglarían, y sólo estaría fuera por un par de horas, llegaría a tiempo para evitar que se asesinaran mutuamente, confiaba en Jihyo para que no fuese partidaria de alguna pelea y se encargara de imponer el orden en su hogar para evitar problemas con Akira.

Jeongyeon iba a su costado y KyungSoo, el amigo de su hermano, como copiloto, el joven parecía ser serio y logró intimidarla un poco, pero después de unos minutos se dio cuenta de todo lo contrario, cada vez que abría la boca era para decir algo realmente gracioso que robaba risas a todos. A una velocidad moderada dio llegaron al primer destino, sí, el primero de todos los que Kai tenía planeado.

— Mina, Jeongyeon, sé que tienen novias pero... algo de diversión no es malo. — Aclaró el mayor antes de ingresar. — Hice un par de llamadas y tendremos ciertos privilegios.

— ¿De qué hablas?

— Ya lo verás.

Ambas se quedaron en silencio y entreabrieron sus labios al ingresar al lugar, no sólo era un bar... y el escenario armado al medio lo comprobó. Todavía se encontraba vacío pero el mayor de los hermanos sabía que la función estaba a punto de comenzar.

Jeongyeon pasó saliva intercambiando miradas con su mejor amiga, todavía estaba a tiempo de cubrir sus ojos, dar media vuelta y salir de ahí para que su conciencia esté tranquila. Pero por otro lado, pensaba que necesitaba distraerse, y tampoco es como si mirando un espectáculo de esos la convirtiera automáticamente en infiel, ¿o sí?

— ¿Myoui? — Una joven con preciosa sonrisa, hoyuelos, cabello negro, baja estatura y vestida con su traje de camarera se acercó al pequeño grupo de cuatro. Kai asintió. — Los estábamos esperando, soy Jung WheeIn, vengan por aquí por favor. — La siguieron haciéndose paso entre la gente hasta la mesa principal, frente al escenario. — Hoy les estaré sirviendo exclusivamente a ustedes, así que no duden en llamarme si necesitan algo. Por ahora, ¿les ofrezco algo de beber?

— Una botella de whisky, por favor. — Pidió Kai.

— ¿Tan rápido? — Mina se sorprendió y temía por su poca capacidad de tolerar el alcohol.

— Por supuesto, WheeIn, con eso empezaremos.

— En seguida.

WheeIn no tardó ni cinco minutos, sabía que a los clientes les gustaba beber mientras disfrutaban el espectáculo, y faltaba muy poco para que la estrella de todas las noches saliera a relucir.

Las luces se apagaron y todos aplaudieron, por lo que el pequeño grupo tuvo que hacerlo aun sin saber el por qué. El reflector apuntó al centro del escenario donde un micrófono esperaba; una bella mujer se acercó a pasos firmes y decididos, Mina entornó sus ojos expectante a lo que la rubia haría, decir que la mujer no le sorprendió ni un poco era mentir. Se echó para atrás acomodándose sobre su asiento mientras tomaba entre sus dedos su pequeño vaso que ya había sido llenado con alcohol, pero antes de siquiera probar su bebida, la suave y dulce voz de la desconocida hizo eco por todo el lugar. La canción que presentaba era lenta, algo que sorprendió a la japonesa ya que creyó firmemente que al tratarse de un bar la música sería más animada, sin embargo, no le molestó.

Fueron apenas dos minutos que parecieron eternos y a cada segundo que pasaba Mina deseaba que la canción nunca terminara. Cuando la música finalizó y la rubia sobre el escenario sonrió hacia su público, las luces volvieron a apagarse. La pelirroja contó en su mente, aproximadamente veinticinco segundos donde nuevamente el reflector se encendía.

— Woah... — Jeongyeon dejó en evidencia su sorpresa, ganándose la mirada de Mina. — ¿Es real? — La japonesa asintió para volver su vista al escenario.

El largo y blanco vestido que en un momento la cantante tenía, fue reemplazado por un traje holgado de ¿gitana? O eso fue lo primero que pudo pensar. Otras cinco chicas subieron, pero ninguna tan hermosa como la protagonista del show. El inicio del baile fue lento, movían sus caderas al son de la música pero a medida que segundos se sumaban, iban cambiando de velocidad y aumentando la sensualidad en sus movimientos, de vez en cuando la rubia se acercaba al público ganándose gritos y halagos por parte de todos.

Mina se sobresaltó cuando la desconocida caminó hacia su mesa, escuchó de fondo la risa de Kai cuando las palmas de la joven se posaron en sus muslos para servirle de soporte e iniciar un suave vaivén con sus caderas, que por muy imposible de creer, jamás llegó a considerarlo vulgar y obsceno, la muchacha sabía muy bien lo que hacía y cómo la hacía. Cuando su respiración chocó con la de la bailarina se imaginó a Nayeon enfureciendo, por lo que rápidamente tuvo que girar su rostro. Soltó un suspiro de alivio cuando ya no sintió sus muslos presos de las manos ajenas y se levantó de su asiento; por suerte nadie lo notó ya que todos se enfocaban en la rubia que ahora bailaba para su hermano.

Necesitaba algo de aire, ya que aquello había logrado despertar muchas cosas en ella y quería evitarse burlas de su amiga. Caminó en busca del baño siendo lo suficientemente fuerte para no girar y quedarse a contemplar el final de tan grandioso espectáculo. Su mano se apoyo sobre la barra y soltó un suspiro.

— Es buena, ¿no crees? — Mina giró su rostro, encontrándose a la que parecía ser la bartender de ahí, quien limpiaba un par de copas mientras observaba hacia el escenario. — Solar es la estrella aquí.

— ¿Se llama Solar? — Cuestionó, a lo que la morena asintió feliz.

— Nombre de artista, ya sabes. — Se encogió de hombros. — Oh, lo siento, olvidé preguntar, ¿qué te sirvo?

— Uhm, yo... quería saber dónde está el baño.

— Por allá, ve de frente y luego voltea a la izquierda. Pero te recomendaría ir a los del segundo piso. — Señaló unas escaleras, Mina ni había notado que existía una planta más. — Vas por ahí y los notarás apenas llegues.

— Gracias, ehm...

— Hwasa. — Sonrió amable.

— Hwasa. — asintió tratando de recordar el nombre, aunque no sabía ni por qué lo hacía, quizá pura formalidad.

Desde dos capítulos atrás estoy feliz porque estoy llegando a las partes importantes de la historia.
Espero llenar sus expectativas un poquito. :'v

En otras noticias, los capítulos están entre 200 a 300 vistas, pero hay uno que ya está por llegar a las 500.

Lo que quiere decir que son unas puerks, pero son mis puerks y lxs amo.

Hasta luego. ❤

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