19. good morning, Minari
Los rayos solares se filtraban por la diminuta división de las dos cortinas, Mina abrió los ojos con dificultad sintiéndose algo desorientada los primeros minutos, aquel despertar junto a su coreana fue totalmente diferente a otros, empezando porque ahora era ella la que reposaba su mejilla sobre el pecho de la mayor, logrando escuchar los tranquilos latidos del corazón ajeno; y terminando por lo feliz que se encontraba al revivir escenas de la noche pasada. Sus labios se curvaron, Jihyo las asesinaría por haberla dejado – de nuevo – sin habitación, si tenían suerte, la líder estaría junto a Chaeyoung todavía afectada por la resaca de esa muy oportuna fiesta que había organizado en honor a Nayeon.
La menor fue levantándose lentamente para evitar despertar a la castaña, la cubrió con las sábanas y caminó alrededor de todo el espacio en busca de su ropa, se vistió y salió del enorme cuarto; caminaba con cautela por todo el pasillo, abriendo todas las puertas que allí se encontraban sólo para asegurarse de que las revoltosas y ruidosas zetas siguieran durmiendo. Quiso reír al encontrar a Jeongyeon abrazando a Momo en la cama de esta última, ambas parecían estar en el mejor de los sueños, y ¿cómo no? Si se hacían compañía la una a la otra. Su última parada fue la verdadera habitación de Nayeon, al asomar su cabeza quiso retroceder el tiempo al menos diez segundos, el cuerpo semidesnudo de Jihyo en el suelo abrazando una almohada y, por lo que pudo apreciar, Chaeyoung se encontraba en las mismas condiciones pero en su respectiva cama balbuceando cualquier tontería, producto del poco alcohol que todavía quedaba en su organismo.
«Les gusta dormir siempre desnudas… y a mí también a veces.»
Tragó saliva al recordar lo que alguna vez Nayeon le contó sobre sus amigas, y no las culpaba, Jeongyeon y ella también disfrutaban de tener pocas prendas al momento de dormir.
Volvió a cerrar la puerta y bajó hasta la cocina, haciendo una mueca por el enorme desastre que había en la sala de la casa, sentía pena por la desdichada alma que tendría que limpiar todo ese desorden. Bien, al menos no había nadie inconsciente en el sofá.
Lavó sus manos y buscó en las repisas todo lo que necesitaría; lo había visto o leído innumerables veces: preparar el desayuno a tu persona amada. Algo cliché pero que había estado tentada a hacerlo desde mucho tiempo atrás. Huevos, leche, harina y una pizca de polvo para hornear, todo lo mezcló hasta obtener la masa uniforme. Iba por el camino correcto, sus conocimientos adquiridos por los innumerables tutoriales de cocina vistos en YouTube estaban dando resultados.
Su mente divagaba mientras encendía la cocina; su mirada, su sonrisa, hasta su cabello desaliñado, todo lo que Nayeon le había ofrecido quedaría grabado en su memoria hasta el fin de sus días.
Su pecho se llenaba de orgullo y felicidad, la coreana se había entregado a ella sin excusas ni pretextos, entregándole toda su confianza, recién podía entender esa singular diferencia que había entre hacer el amor y tener una noche de sólo sexo. Sí que la tenía mal esa engreída.
— ¡Joder! Digo… maldición… a Nayeon no le gustan las groserías en la cocina. — Su pulgar había rozado la caliente superficie, correcto, no debía de distraerse y después de llevarlo a su boca para apaciguar el ardor se dio cuenta de lo patética que había sonado.
Tan pendiente estuvo de hacer unos simples waffles que no se dio cuenta de una presencia recostada en el umbral de la puerta, observándola mientras jugaba con el borde de su suéter – lo único que llevaba – el cual le quedaba un poco más grande y lograba cubrir una pequeña zona de sus lechosos muslos.
— Minari. — Llamó casi en un susurro, pero que llegó a la perfección a Mina.
La pelirroja se giró encontrándose con una imagen difícil de descifrar, no sabía si tenía que considerarla tierna o estúpidamente sensual. Los descalzos pies de Nayeon la llevaron hasta estar frente a la menor y así poder rodear su cuello con ambos brazos.
De forma automática y casi al mismo tiempo, Mina la abrazó por la cintura. Sus labios se atrajeron como dos imanes y compartieron tres cortos besos de buenos días.
— Te preparaba el desayuno. — Comentó.
Nayeon sonrió enternecida y se giró en los brazos ajenos para darle la espalda a Mina, caminó pegada a ella hasta estar cerca de la cocina e inhaló el aroma de los panqueques que se hacían en la sartén. Mordió su labio inferior al sentir los labios de la menor adheridos a su hombro, sus cejas se alzaron cuando se movió lo suficiente para frotar su trasero con la entrepierna de la japonesa.
— No me tientes, Im.
La mayor, en su silencio, giró un poco su cabeza para poder mirarla, el entrecejo fruncido de Mina y su agarre aún más fuerte hizo contraer su abdomen a la vez que una ya experimentada humedad empezaba a aumentar en su intimidad. Se colocó de puntillas y besó fugazmente los labios ajenos, la tonta revista de Momo terminó por tener toda la razón, después de esa preciosa noche con la menor su cuerpo deseaba todavía más, incluso si todavía le quedaba una pequeña incomodidad entre sus piernas.
Sus manos soltaron los brazos que le rodeaban la cintura y sus dedos sujetaron el borde de su suéter para ir levantándolo lentamente hasta dejar expuesto su bien formado trasero.
Mina miró hacia el techo después de ese tormentoso panorama. Si despojaba a Nayeon de esa prenda quedaría completamente desnuda, y podría hacer lo que quisiera con ella nuevamente.
— Minari… tú también lo quieres…— Susurró deseosa a que su japonesa cumpliera con su pedido.
El agarre que Mina le tenía alrededor de su cintura perdió presión cuando retiró uno de sus brazos y así dar uso a su mano libre para bajar sus jeans y bóxer lo suficiente, dejando expuesto su ya endurecido pene.
Tomó el tronco de su miembro y rozó el glande sobre la entrada de la mayor, escuchándola jadear ante el contacto. — Ruega otra vez, Im… quiero que ruegues por mí.
— D-déjate de juegos, Myoui y cógeme de una buena vez.
Nayeon cerró los ojos y apretó la mandíbula cuando sintió a Mina hundirse en ella, sus estrechas paredes lubricadas en sus propios fluidos le dieron el perfecto desliz, sus palmas buscaron apoyo en la encimera de la cocina y reprimió cualquier grito que pudiese escapar de sus labios siendo muy consciente que en cualquier momento alguien podría bajar y, como lo había escuchado infinidad de veces, el ser descubiertas sólo aumentaba el morbo.
— Mgh.. m-más fuerte… M-Mina por favor.
Mina aumentó el ritmo de cada embestida y a cada minuto que pasaba la rudeza formaba parte del vaivén de sus caderas, su brazo rodeaba la cintura de la mayor sólo para darse un soporte a sí misma ya que sentía que en cualquier momento sus piernas colapsarían. El sonido de sus muslos chocando con violencia el trasero de la mayor junto a los gemidos que esta le brindaba sólo era un estimulante.
Su mano se escabulló hasta el abdomen contrario y fue bajando encontrándose con el húmedo centro de Nayeon, dos de sus dedos la estimularon un poco más antes de introducirse por completo, sincronizándolos con los movimientos de sus caderas.
Los gritos de la mayor inundaron la cocina, sintiendo sus pechos rebotar contra su propio torso bajo el ancho suéter ante la fuerza que estaba usando Mina con ella, mordió su labio inferior tratando de contenerse, sabía que pronto acabaría pero no quería dejar de sentir a su japonesa en ella, quería seguir incluso si eso la dejaba completamente vacía.
— J-joder… N-Nayeon… — Su mano se empañó con los jugos de su mayor, sintiéndola tensarse bajo su cuerpo agotada por su reciente orgasmo, sin embargo, no paró, quería venirse dentro de ella. Quería volver a escucharla pronunciar su nombre. Retiró sus dedos y aprovechó lo último que tenía de fuerza para posar ambas manos en las caderas contrarias, ayudándose de ese nuevo agarre para empujar con más fuerza.
— En mí… Mina, te quiero en mí…
La japonesa sonrió, ella y Nayeon habían tenido el mismo pensamiento, y como buena novia obedeció, viéndose incapaz de moverse cuando por fin dejó fluir su líquido dentro de la mayor.
— Nayeon… eres…
— ¿Por qué huele así? ¿Unnies?
Sus corazones saltaron y no precisamente por el acto que acababan de realizar, las voces somnolientas que venían del piso de arriba les dieron la peor bofetada para que volviesen a la realidad.
Nayeon amplió sus ojos y de un codazo apartó a Mina de encima haciendo que esta retrocediera adolorida y que a la vez intentara subirse sus pantalanes a tiempo. La castaña corrió hasta la sala, sentándose en el sofá y cubriendo sus muslos con las almohadillas, estirando su mano hasta un periódico viejo fingiendo leer este.
Chaeyoung y Jihyo bajaron con cara de pocos amigos. Examinándola de pies a cabeza.
— ¿Me dirás por qué mi casa apesta a quemado?
— Mina quiso hacer el desayuno y se le quemaron los panquecitos. — Explicó. — El olor también me despertó. — Se removió en el sofá sintiéndose algo incómoda, la bestia de Mina se había excedido con la fuerza, su pecho subía y bajaba rápidamente, esperando que su mentira fuera lo suficientemente creíble.
La líder se sentó a su lado sin quitar su mirada inquisidora y Chaeyoung se dirigió a la cocina, Mina soltaba maldiciones al aire mientras botaba a la basura su intento fallido de desayuno, se las iba a cobrar.
— ... mira que golpearme, ella fue la que...
— ¿Unnie?
La pelirroja saltó sobre su sitio, dándole la espalda rápidamente para asegurarse que ninguna erección le arruinara su reputación con la menor.
Todo correcto.
Volvió a darle la cara a la azabache fingiendo una sonrisa. — Lo siento, quise prepararles algo de comer pero me distraje.
Chaeyoung frunció el entrecejo acercándose a ella, posando una mano en su frente. — ¿Te sientes bien? Te noto algo... agitada.
— ¿Agitada? Oh, es por esto. — Mostró el sartén con restos de masa quemada. — Yo, yo lo iré a lavar. — Se alejó nuevamente, parecía una tonta actuando así, pero se sentía avergonzada. Dudaba de su capacidad de darle la cara a Jihyo. ¡Había dañado la pureza de esa cocina! ... En esa encimera. Movió su cabeza para alejar de su mente la imagen de Nayeon a su disposición o algo en ella volvería a despertar.
Y el ambiente en la sala no era el más adecuado, Nayeon sentía la mirada de Jihyo fija sobre su perfil mientras fingía leer la sección de deportes.
— Te fuiste.
— ¿Adónde? — Jihyo viró los ojos.
— De tu propia fiesta y luego te encerraste en mi habitación con Mina. — Nayeon levantó su mirada, pero muy opuesto a lo que creía encontrar, la menor la observaba con una sonrisa.
— ¿Qué hicieron ahí dentro?
Los ojos de la castaña se ampliaron y chilló empujando a su amiga. — ¿Qué podríamos hacer?¡Pervertida! Presumí un poco mis regalos. — Buscó refugio en sus propias uñas, mirándolas como si se trataran de lo más interesante del mundo.
— Sobre eso...— Se levantó estirando sus brazos hacia arriba. —espero que te haya dado un buen regalo como recompensa a su ausencia. Ahora iré a ver que no haya quemado nada más.
Nayeon aprovechó esa oportunidad para correr hasta su habitación y poder cambiarse, no le resultaba favorable estar sólo con ese suéter marrón.
Cuando regresó buscó a su novia pero no estaba, ni en la cocina, ni en la sala, lo único que había era desorden por todo el lugar y sus dos amigas sentadas en el sofá bebiendo café.
— ¿Y Mina?
— Salió a atender una llamada.
La castaña avanzó hasta la puerta principal, abriendo esta cuidando de no hacer ruido. Ahí estaba Mina, de espaldas a ella y con su teléfono pegado a la oreja.
— ... por favor, padre, no te importó mi condición hace unas semanas, no te importó amenazarnos ayer cuando nos encontraste en tu oficina, ¿ahora de repente nació interés hacia mí? — Inhaló todo el aire que sus pulmones podían retener. —justo cuando necesitas de mi ayuda, muy conveniente de tu parte, ¿no?
Nayeon mordió su labio inferior al escucharla, quiso acercarse a ella pero se detuvo cuando Mina giró.
La menor apartó su mirada, avergonzada por lo que acababa de decir, escuchó las últimas palabras de su padre y no tuvo más opción que aceptar.
— Nos vemos. — Finalizó la llamada, mirando a cualquier dirección.
Akira era un tema sensible para Mina, y la coreana estaba al tanto, las pocas veces que habían hablado de él algo en la expresión de su novia moría.
Se acercó hasta estar frente a ella y tomó entre sus manos el rostro de la menor para obligarla a verla. — ¿Sabes? Tú y papá se llevarían bien. Ambos tienen pinta de gruñones y en el fondo son el ser más adorable que he conocido.
El corazón de Mina se agitó.
— Nayeon... — Los labios de su novia se posaron sobre los suyos.
— Si no quieres hablarlo ahora no te obligaré, pero cuando estés lista estaré para escucharte.
Mina la abrazó por la cintura hundiendo su rostro en el cuello de la mayor, sintió las manos de Nayeon recorrer su espalda hasta llegar a su cabeza y acariciar esta.
— Muchos de sus socios están al tanto de mi lugar en la universidad, sugirieron ponernos a Kai y a mí como responsables de un proyecto.
— Tu hermano ya se graduará, pero...
— Sí, yo sólo soy una estudiante de segundo año. Pero mis notas y buenas referencias ayudaron a convencerlos.
— ¿Y tú no quieres hacerlo?
— Me da igual hacerlo o no. — Mina se separó. — ¿Sabes que no me llamó ni una sola vez cuando se enteró de mi accidente con Mark? Siento que sólo soy una pieza en su juego y no su hija.
Nayeon negó besando la mejilla de la menor.
— Aw. — Ambas se giraron y vieron a sus amigas reunidas en el marco de la puerta observándolas con una sonrisa.
— ¿No son lindas? — Mina ni siquiera entendía a qué hora Jeongyeon se había despertado y llegado hasta ahí.
La menor tomó la mano de Nayeon para ingresar junto con ella de vuelta a la casa, tratando de no enojarse al haber sido interrumpidas.
— Hablaremos más tarde. — Susurró la castaña.
— Cenaré con él. — Respondió de inmediato, sabiendo que le esperaba una larga velada junto a Akira.
—
Santa me preguntó qué quería de regalo: un millón de dólares para mis lectores/seguidores o inspiración para escribir estos dos últimos capítulos. Pero el maldito me engañó porque no me dio ninguno de los dos. Así que les pido perdón. :'v
Lo siento si el anterior fue muy largo pero era necesario poner todo lo que ahí está para los próximos capítulos.
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