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16. say yes...

Era increíble, Nayeon no bromeaba con restringir todo tipo de acercamiento que cruzara la barrera de "sólo amistad". La japonesa estuvo una semana entera pensando en cómo hacerle esa tonta pregunta de una forma más elaborada, porque el domingo por la noche sólo recibió carcajadas por parte de la mayor cuando le dijo  que debían formalizar esa relación, sin ningún detalle, sin ningún regalo, sólo ellas acostadas bajo el gran cielo nocturno cubierto de estrellas, ¿no era lo suficientemente romántico? Al parecer para Nayeon no. Había olvidado lo egocéntrica que la chica era.

— Esa no es una bonita forma de preguntarlo, Myoui.

Incluso llegó a pensar que debería pasearse por todo el pasillo hasta llegar a la clase montando un caballo blanco, para luego hacerle la propuesta... joder, se sintió estúpida cuando se descubrió a sí misma buscando páginas de internet que vendiesen equinos bonitos y adorables, literal, eso escribió en el buscador de Google. Odiaba esa situación. Pero más odiaba no haber podido besar ni una sola vez a Nayeon la última semana, y también la odiaba a ella por ser una engreída que pensaba que tenía el mundo a sus pies; tal vez eso era lo peor, Mina estaba dispuesta a dárselo por conseguir una sola muestra de afecto. ¿Ya estaba enloqueciendo? Y no sólo eso, luego de una noche contándole todo lo que había pasado desde el primer beso con la castaña hasta el día en la enfermería, se tuvo que aguantar las constantes burlas por parte de Jeongyeon y escuchar sus absurdas ideas.

— ¿Por qué no le das una buena sesión de...

— No lo digas.

— Sexo.

El tema quedó ahí cuando René, el peluche rana de Mina, se estrelló en la maqueta que tanto le había costado construir a su mejor amiga, viéndose obligada a pasarse toda una noche junto a Jeongyeon reconstruyendo y obteniendo un mejor resultado; pero ahí iba otro día sin saber cómo pedirle a la engreída que fuese su... novia.

Novia.

Esa palabra era nueva para Myoui, a decir verdad, nunca había tenido una. ¿Tan difícil era?

Y ahí estaba ella, con su humor hecho trizas observando desde su asiento en la cafetería cómo el patético de Chanyeol se comportaba como un príncipe azul accediendo y haciendo todo lo que Nayeon pedía. Lo sabía, sabía que esa narcisista lo hacía al propósito para ponerla celosa, y no lo soportaba, odiaba perder el control de cualquier situación.

— No lo entiendo, el día que fue rechazado de la peor forma Nayeon corrió a tus brazos y aún sigue ahí, tratando de conquistarla.

— Bah. — Cuando la mirada de Mina y Nayeon se encontraron, la menor la apartó para darle importancia a su poco apetitosa comida servida en su plato desechable.

— ¿Qué te parece esto? — Jeongyeon limpió sus labios y estiró sus brazos hacia adelante mientras entrelazaba sus dedos y los hacía sonar. — Sobrevolar la universidad y lanzarte en un paracaídas con un cartel. — Bromeó.

— Há. Iré a pulir mi licencia de vuelo y a ponerme mi traje de paracaídas. Idiota.

— ¿Por qué no le pides ayuda a Jihyo, Momo o Chae?

— Porque quiere ser Nayeon la que les de la noticia.

— ¿Y le harás caso? — Jeongyeon arqueo sus cejas robándose de la bandeja de Mina algo de fruta picada con su tenedor. — No me hagas decirlo. — Bromeó al ver que su mejor amiga no tenía nada que responder.

— Cállate, Jeong.

— Gobernada. — Gracias a sus reflejos pudo esquivar la uva que iba directamente a su rostro.

— Joder, ¿y cuándo te veré formalizando con Momo? — Contraatacó, deleitándose con la expresión de la coreana.

— ... Ya no quiero jugar.

Mina rió hasta que vio ingresar a otra rubia que no había visto por un buen tiempo, JinSol caminaba como si de una pasarela se tratase hasta llegar a la fila para recoger su comida, no sin antes guiñar su ojo izquierdo a la pelirroja; acción que no pasó desapercibida ni para Jeongyeon, ni para Nayeon que dejó de reír por las cosas sin sentido que Chanyeol decía -sólo para seguir provocando a Mina-, enfocándose en los movimientos de la japonesa y tratando de controlarse cuando la rubia pasó por su lado cargando una bandeja en una sola dirección, arrugó su nariz ante el excesivo perfume.

— Okay, ¿qué fue eso?

La menor se encogió de hombros. — La conocí hace un tiempo.

— Dime que tú y ella no...

— Ahá, lo tuvimos, en un salón de ciencias, suelen ser los más limpios.

— Si Nayeon se entera te va a...

— Hola, chicas. — JinSol se sentó al lado de la japonesa. Jeongyeon asintió y le devolvió el saludo, a lo lejos divisó a una furiosa Nayeon. Uh. Sería tan divertido todo desde ahora. Se acomodó en su asiento y esperó a que su mejor amiga o la recién llegada hicieran algo que cabreara mucho más a la castaña.

— Cuánto tiempo.

— Alguien dijo que me llamaría.

— Nunca lo dije. — Ambas rieron dejando a una muy sorprendida Jeongyeon por la poca incomodidad que mostraban, pero sobre todo por la actitud de la rubia, tan atrevida, alegre y despreocupada al acercarse de más a su amiga, apostaba que no tenía ni idea que detrás de ella - a unos cuantos metros - había una castaña martilleando su cabeza en su mente.

— Veo que son muy cercanas. — La mayor apoyó su mentón en la palma de su mano.

— Jeong. — Amenazó la pelirroja, sintiendo la mano de JinSol escabullirse bajo la mesa y posarse sobre su muslo. Eso no era bueno.


Nayeon había dejado de prestar atención a Chanyeol, fue Momo quien le hizo ver que el chico se había despedido por una llamada de su equipo a entrenar, y siendo honesta, no le tomó la debida importancia. Ignoró los comentarios y risas de sus mejores amigas, su vista estaba fija en la interacción que tenía Mina con esa desconocida, un calor había invadido la boca del estómago al ver a la menor deslizarse a través de la banca para alejarse de la rubia, pero esta imitaba su acción y volvía a acercarse. Entornó sus ojos al notar esa sonrisa coqueta, ¿no se daba cuenta que estaba incomodando a su japonesa?

— Parece que Minari es popular entre las chicas. — Bromeó Chaeyoung llevándose un pedazo de melón a su boca.

— ¿Cómo no lo sería? Es adorable, y, ¿no les parece que esas gafas la hacen ver sexy?

Nayeon quiso asesinar a su líder por tal comentario, sabía que lo hacía sólo para molestarla pero no lo soportaba, sus palabras no tenían ni una pizca de mentira; Mina, en esa imagen de nerd, la tenía comiendo de su mano. Siempre había pensado que su inteligencia junto a sus momentos de mal humor la hacían endemoniadamente sexy.

«Estúpida, nerd.»

— ¿Tú qué crees, Momo?

— ¿Yo? — La mencionada negó varias veces. — Jeongyeon es más bonita. — Afirmó antes de asaltar la bandeja de comida que Nayeon había estado ignorando.

— ¡Gracias! — Por fin alguien que estaba de su lado. Soltó un suspiro cansado.

— ¿Por qué no sólo vas e interrumpes el patético intento de esa chica por ligarse a Mina? No entiendo a qué están jugando, ya deberían de confesar sus sentimientos.

«Si supieras.» Pensó.

Además. ¿Ir? ¿Ella? No, todavía conservaba ese sentimiento denominado orgullo, después de haber estado provocando a la japonesa acercándose de más a Chanyeol no iría como perro arrepentido a buscar algo de atención, no estaba dispuesta a ir a reclamarle por algo que, técnicamente, no tenía derecho, incluso si sentía arder por dentro. Tonta, así se consideró al haber dado por hecho que no tendrían ningún tipo de relación hasta que Mina se lo preguntara, o por haberla rechazado la semana pasada; sin embargo, no daría su brazo a torcer, no señor. Así que tendría que aguantarse toda la ira que... ¡suficiente! Ya había visto demasiado cuando la rubia apoyó su cabeza en el hombro de la japonesa después de intentar besarla. Se levantó de golpe siendo celebrada por sus tres amigas y caminó hasta la mesa de Myoui.

— Mina. — Llamó la castaña haciendo que la nombrada diera un saltito. — ¿Podemos hablar?

— Uuuhhh.

— ¡Jeongyeon! — Regañó la pelirroja y salió de su sitio antes de que su entrepierna fuese asaltada por la mano de JinSol. — Claro, vamos a... uhm, ¿dónde?

— Sólo sígueme.

Ambas salieron de la cafetería, dejando a dos rubias compartiendo miradas confundidas. Jeongyeon se tensó y estuvo a punto de escupir su limonada al sentir el pie de la otra joven deslizarse a través de su pierna, ¿qué diablos? ¿qué clase de persona era? Apenas unos minutos atrás trataba de coquetear con Mina.

— H-hace calor, ¿o sólo soy yo?

JinSol se encogió de hombros, pasando la punta de su lengua sobre su labio inferior, humedeciendo este y mirando fijamente a la coreana a tal punto de incomodarla. Le divertía tanto ver esas inocentes reacciones en las personas.

Una bandeja estrellándose con la mesa las hizo inclinarse hacia atrás ante el susto, Jeongyeon levantó la mirada y se encontró a Momo fingiendo una sonrisa. Era aterrador.

— Jeongie. — Saludó con un beso en la mejilla. — ¿Me acompañas a mi próxima clase?

La rubia pudo escuchar claramente en su mente a Mina burlarse de su situación. Asintió repetidas veces sólo para escapar de esa tonta y absurda escena; apenas se levantó Momo rodeó su brazo y la jaló consigo, no sin antes girarse y sacar su lengua - como si de una niña de cinco años se tratara - a la rubia de cabellos largos que se había quedado atrás.


Por otro lado, Mina no tuvo tiempo de quejarse cuando su espalda chocó con la fría y dura pared, sus labios habían sido atacados por los de Nayeon; por primera vez tenía a la castaña actuando algo -muy- ruda y lo corroboró cuando tiró de su labio inferior sin delicadeza. Torpemente posó sus manos a cada lado de la cintura de la mayor y la atrajo a su cuerpo, tratando de seguir el ritmo del acelerado beso.

— N-Nayeon, ¿qué...

— Cállate, Myoui. — La castaña entornó los ojos, con la respiración agitada y parte de su rojo labial en los cerezos de la japonesa. Sus manos se posaron sobre los hombros ajenos cuando Mina la obligó a intercambiar posiciones, siendo ella ahora la que estaba apresada entre el cuerpo contrario y la pared, con los brazos ajenos apoyados contra el concreto a cada lado de su cabeza.

— ¿Me dirás qué es todo esto? — Ambas se desafiaban con la mirada, sin intenciones de bajarla.

Cuando sus respiraciones volvieron a mezclarse Nayeon mordió su labio inferior, llevando su diestra hasta la nuca de la menor para volver a atraerla y besarla por última vez.

— La idea era ponerte a ti celosa. — Comentó, notarialmente molesta. — Siempre arruinas mis planes.

— ¿Yo? — Mina no pudo evitar reír. — Fuiste tú la que dijo, y cito, "Nada de besos". — Imitó la voz de la coreana y sólo se ganó un golpe certero en su abdomen, haciendo que retrocediera unos cuantos pasos y perdiera el aire, ¿por qué Nayeon tenía que golpear tan fuerte?

— Seguimos sin ser novias, Myoui.

— Joder, Im, ¿qué demonios quieres que haga? No pienso comprar otro anillo de la Reina Isabel.

— No se trata de algo material, Mina.

— Entonces... ¿qué?

Nayeon se encogió de hombros y dio palmaditas a la mejilla de la menor, empezando a jugar jalando de esta ligeramente. — Averigualo.

Antes de que abandonara la clase vacía, Mina volvió a abrazarla por la cintura. Apretó su mandíbula cuando los labios de la menor besaron su hombro y subieron hasta su cuello, quiso separarse pero la menor se lo impidió sujetándola con más fuerza. Un jadeo escapó de sus labios cuando Mina succionó una parte de su piel, no quería aceptarlo, pero le había gustado y eso, precisamente, no podía dejar que pasara, al menos no por ahora. — Tampoco me gusta verte con Chanyeol. — Susurró. Nayeon sonrió satisfecha ante su revelación. — Im, no lo soporto cerca de ti.

— Entonces haz algo al respecto.



La japonesa se encontraba acostada, observando el techo de su habitación con sus brazos cruzados bajo su cabeza y con una sonrisa que sería muy difícil de quitarse.

« Seguimos sin ser novias, Myoui. »

Rió bajito, esa mujer la hacía feliz incluso teniendo las más tontas ideas.

— ¿Por qué tan sonriente? — Jeongyeon ingresó a la habitación encontrándose con una Mina perdida en sus pensamientos, que parecían ser los más hermosos ya que nunca la había visto así de alegre. — Hace un par de horas estabas como pingüino asustado cuando Nayeon te llevó.

— Ha-ha. Qué graciosa. — Mina se levantó y prácticamente corrió hasta estar frente a Jeongyeon. — Lo tengo. — Golpeó su puño con la palma de su mano y salió disparada como flecha de la habitación, para luego volver con la respiración agitada. — Lleva ... lleva a Nayeon a la azotea del pabellón S a las seis... ¡No! A las siete. Llévala a esa hora, ¿de acuerdo? Y venda sus ojos hasta que lleguen ahí.

Sin esperar respuesta volvió a salir, con su corazón a punto de explotar por la emoción. Haría una cursilería y probablemente se avergonzaría al siguiente día, pero lo valía si con eso vería esa sonrisa de conejo que tanto le encantaba.

« No se trata de lo material, Mina. »

Su mente divagó por largos minutos cuando llegó a la azotea, tenía mucho por hacer y poco tiempo; exactamente tres horas. Ese lugar si tenía algo en especial era la hermosa vista que ofrecía al anochecer, siendo el único pabellón que tenía panorama a todo Seúl, y probablemente no estaría a la altura de las películas de Hollywood donde fuegos artificiales salían formando frases en el cielo: uno porque no sabía cómo lograban hacerlo y dos porque el tiempo iba contra ella y dudaba mucho en encontrar a alguien que supiera de eso. Así que sólo tenía su cerebro para ingeniárselas, por algo era la estúpida nerd de Nayeon. Sus labios se curvaron en una sonrisa al recordarla. Llevó sus manos hasta su cabello y lo peinó con sus dedos para poder atarlo en una cola alta, ajustó sus anteojos sobre el puente de su nariz y buscó su teléfono.

— ¿Jackson? ¿Recuerdas cuando te dejé copiar una prueba y dijiste que me debías tu vida? ... Sí, sí. Quisiera cobrarte el favor, ¿podrías?

Sonrió al escuchar que el chico aceptaba.

— Bien, necesitaré que traigas unas cuántas cosas.

La última vez que se había esforzado en algo fue a los ocho años, cuando se la pasó día y noche arreglando la habitación de su hermano para su supuesto regreso de un aburrido internado en París; toda una semana había limpiado y ordenado sin aceptar la ayuda de los incontables empleados que en su casa trabajaban, quería ser ella la responsable de darle esa sorpresa a Kai y ganarse un «Buen trabajo, Mina.» Su abuela reía cuando la veía bajando y subiendo las escaleras con escobas, bolsas de basura y de más, una imagen tierna de su adorada Minari. Para el último día, con todo ya preparado, sólo faltaba la guinda del pastel: un dibujo hecho por ella misma -aunque sus habilidades fuesen pésimas- donde estaban ella y su hermano mayor tomados de las manos. Se la pasó toda la noche frente a la puerta esperando que Kai cruzara el umbral, sentada en el último peldaño sosteniendo su mentón sobre sus dos manitos, lamentablemente, el momento que había imaginado lanzándose a los brazos de su amado hermano nunca llegó por órdenes de Akira, decidiendo que se quedaría un año más lejos de su familia.

Primera y última vez que ponía su corazón en preparar algo, por muy pequeño que fuese.

... Hasta ese momento.

Sopló ante el calor haciendo que el poco cabello que caía sobre su frente se elevara, su rostro se iluminó cuando conectó las luces blancas que había puesto alrededor y sonrió satisfecha, empezando a caminar por todo el espacio para asegurarse que la mesa puesta en el centro estuviese en una perfecta posición; se sentó y paró varias veces de la silla corroborando que el sitio que le pertenecería a Nayeon fuese el mejor para apreciar la ciudad. Su mano la paso sobre el blanco mantel eliminando cualquier arruga que se hubiese formado y terminó asintiendo ante su propio trabajo.

Mientras repetía una y otra vez en su mente todo lo que diría, también jugaba con los pétalos del ramo de rosas que por suerte Jackson pudo conseguir.  

Arrugó su entrecejo cuando escuchó voces cerca, bajando su mirada hasta su teléfono, Nayeon tendría que llegar en veinte minutos.

— Jeong, te dije que la traigas a las siete.

— Oh, creo que no me esperabas a mí. — Mina entornó los ojos cuando una silueta masculina aprecio frente a ella, con una sonrisa burlona y un par de personas tras él.

Jodido Mark, ¿nunca se libraría de él?



Si se hubiese tragado su orgullo por lo menos una vez más en ese salón de clases, en ese preciso momento estaría disfrutando de alguna salida con Mina, riéndose, molestándose o robándole todos los besos que ella quisiera, pero no lo había hecho y ahora se sentía idiota por dejar pasar la oportunidad. Bufó molesta por séptima vez llamando la atención de su compañera de habitación que levantó su vista del libro que leía.

Chaeyoung dejó de lado el texto y se cruzó de piernas al borde de su colchón, observando con diversión a Nayeon que no paraba de repetirles a sus peluches lo estúpida que era cierta nerd.

— Unnie. — Llamó, pero fue ignorada. — ¡Unnie!

— ¡Chaeng! ¡Dios Santo! — La mayor se llevó una mano a su pecho y se giró en su dirección. — Estabas aquí, no me hagas asustar de esa forma.

— Me siento ofendida por no notarme, pero lo ignoraré esta vez... ¿Por qué insultas a Minari? ¿Te hizo algo?

El labio inferior de la castaña se estiró, dando vista a un tierno mohín que obligó a Chaeyoung extender sus brazos para recibir el cuerpo de la mayor, todavía le costaba entender cómo es que Nayeon podía ser así de tierna. — Es que es una... una... ¡tonta insensible!

— ¿Mina unnie? ¿Insensible?

Okay, no era una insensible por completo pero ese último mes lo único "bonito" que le había escuchado decir a la japonesa era que tenía un lindo trasero, seguido de una palmada en este. Claro, ignorando el "te ves linda" cuando estuvo resfriada, sin embargo, eso no contaba. Y lo sabía, sabía bien que esa pelirroja tenía mejores pensamientos hacia su persona, unos más tiernos -o eso quería pensar- pero nunca los decía en voz alta. Quería darle la confianza necesaria para expresarse, así que sólo le estaba dando un empujoncito. Inteligente, Nayeon, muy inteligente. Pero ya se estaba tardando más de lo necesario.

— ¿Interrumpo? —Jihyo ingresó a la habitación, seguida de Jeongyeon. — Jeongie quiere decirte algo.

Dos chicas gritaron emocionadas y una se quedó estática en su sitio cuando escucharon la explicación de Jeongyeon. Tal vez debió hacerlo en privado y comentarle los planes de Mina sólo a Nayeon, pero ya empezaba a cansarse de la presión que su amiga estaba teniendo para complacer a la castaña en todo.

— Te quiere ahí a las siete, quise darte una hora para que te prepares. Vendré diez minutos antes.

Nayeon vio salir a la rubia y lentamente se giró hacia sus dos amigas.

— ¿Podemos ayudarte?

— Eso ni se pregunta. — Sonrió emocionada.

Cuarenta y tres minutos exactos.

Miró la aprobación de Jihyo y Chaeyoung a través del espejo, y asintieron al mismo tiempo.

— Woah. — Jeongyeon ingresó junto a Momo, pero la rubia fue la más sorprendida. — N-Nayeon, te ves, te ves... ¡Auch! — Llevó su mano a su brazo izquierdo por el golpe y bajó la mirada hasta la japonesa quien mantenía sus cejas alzadas, como si esperara a que diga algo innecesario. — Te ves bien. — Finalizó tratando de no mostrar expresión alguna. — Ehm, ¿nos vamos?

Las dos chicas partieron de la casa zeta; no era la primera vez que se quedaban a solas pero esa noche, precisamente, ambas iban en silencio, Nayeon tenía su corazón bombeando en alegría y emoción, sus manos sudaban y a escondidas trataba de limpiarlas en su vestido rojo, de vez en cuando su mirada se encontraba con la de Jeongyeon y compartían pequeñas sonrisas. Iba al encuentro de Mina y ya se mentalizaba para no correr a sus brazos como una niña, los nervios y ansiedad la hacían caminar más rápido, tratando de no trastabillar en su intento. A diferencia de antiguas parejas, la japonesa tenía ese poder sobre ella para hacerla sentir impaciente por verla nuevamente, nunca se aburría de su presencia y todos los días había algo nuevo que aprender de ella.

Tomó un gran respiro, escaleras con tacones no eran la mejor combinación.

— La verdad no sé qué diablos hizo Mina ahí afuera. — Comentó Jeongyeon antes de abrir la puerta que daba acceso a la azotea. — Pero lo hizo por ti y es raro que ella se esfuerce en algo... Ahm, parezco una madre a punto de entregar a su hija en matrimonio. — Rió. — Y no quiero ponerme como una maldita sensible, así que... aquí está.

Giró el pomo de la puerta; las expectativas de ambas cayeron al ver todo oscuro. Jeongyeon tragó saliva y volvió a ver la hora en su teléfono, sólo se habían tardado tres minutos, Mina podía ser impaciente pero no a ese punto. Las dos caminaron por el espacio y el crujido de un cristal rompiéndose bajo el calzado de la rubia las sobresaltó.

Nayeon arrugó su nariz, y su corazón pareció detenerse cuando notó una mesa volcada y tras ella, una persona acostada. 

Todo a su alrededor desapareció, todo se resumió a oscuridad absoluta dejándola sólo a ella y al cuerpo inconsciente de Mina a unos metros de distancia. Sus tacos golpeando el suelo cuando corrió hacia su japonesa hicieron eco por todo el lugar, cayó de rodillas a un lado y sus brazos rodearon a la pelirroja, su mente quedó en blanco mientras la observaba con los ojos cristalizados, balanceándose hacia atrás y adelante con el peso ligero de la menor mientras susurraba un “todo estará bien” incontables veces. Todo había pasado tan rápido que ni ella podía sentir el doloroso latido desenfrenado de su corazón, ni mucho menos estaba consciente que el color de su caro y mejor vestido – el cual era su favorito – se mezclaba con el de la sangre de su amada. Hasta ese momento ella siempre había sido sacada de apuros por Mina que no sabía cómo actuar para ayudarla. Ignoró cualquier palabra que estuviese diciendo Jeongyeon y tensó su mandíbula tratando de no romperse cuando escuchó una dolorosa queja de la menor cuando fue cargada en los brazos de la rubia.

Imágenes de esa noche pasaban a gran velocidad; la rubia irrumpiendo en la enfermería con sus brazos y piernas temblando ante el esfuerzo que había hecho de cargar a su mejor amiga, el rostro de horror de la enfermera en turno cuando vio las condiciones en las que se encontraba Mina, Momo abrazando a Jeongyeon cuando esta se durmió esperando noticias, Jihyo y Chaeyoung una a cada lado acariciando su cabello y espalda repitiéndole que debería dormir.  Le prestó poca atencion a la llegada de otros amigos de la japonesa a la pequeña sala de espera y, por último, a las cinco y cuarto de la mañana exactamente, el único doctor que trabajaba ahí salió para informarles que pronto se estabilizaría.

— Es una chica fuerte y valiente. Ella estará bien, pero deben darle el tiempo necesario para recuperarse y una mejor atención, llamaré a sus padres para informarles, ellos decidirán lo que se hará.  

— ¿Puedo verla?

El hombre suspiró. — Cinco minutos. Habitación A-101

Todas ahí volvieron a respirar aliviadas y automáticamente las miradas se posaron en el pálido rostro de Nayeon quien parecía tomar el valor suficiente antes de caminar por el ya conocido pasillo de ese frío edificio que servía como enfermería. Sus pasos se hicieron cada vez más grandes a medida que se iba acercando, limpió todo rastro de lágrimas, y giró el pomo después de ver la blanca puerta por más de un minuto. Toda la noche se había estado mentalizando en las condiciones que se encontraría a Mina y aun así no pudo evitar sollozar al verla en esa camilla, muy diferente a la última cuando la razón fue una descompensación, ahora su cuerpo estaba cubierto de vendas y su rostro con hematomas producto de los golpes recibidos. Una imagen muy fuerte para ella. Se preguntó, inconscientemente, cómo hacían los doctores para ver día tras día casos parecidos o peores.

— Siempre te metes en problemas. — Susurró con la voz quebrada, incapaz de dejar sentirse culpable, si no hubiese seguido empeñada en conseguir una propuesta por parte de Mina ella no habría estado esperando en la azotea a su llegada y luego haber asaltada por… ¿por quién? Se quedó quieta pensando en que había estado tan preocupada por la salud de la menor que no se dio el tiempo para señalar un culpable. — Mark… — Ese nombre le causaba la peor de las sensaciones y sabiendo que ella no era rival para el chico igual quiso ir directo a su habitación para hacerle pasar por lo mismo que su japonesa había experimentado, tomar en sus manos su patética existencia.

Bajó la mirada sintiendo toda ira desvanecerse cuando sus dedos fueron entrelazados con los de Mina. — T-te gustan… las rosas… ¿v-verdad? — Su corazón se estrujo y mordió su labio inferior, la japonesa la observaba con los párpados a punto de cerrarse, asintió lentamente.

—  No hables, estás-

— Te ves b-bonita.

— Mina...

— ¿D-dirás que s-sí? 

Su intento por no llorar frente a la menor duró muy poco, se rompió ahí mismo, hipando por el poco aire que recibían sus pulmones. — Sí, tonta, es un sí, a ti siempre te aceptaría. Mina… siempre.

La pelirroja sonrió débilmente. — Bien. — Susurró dejando caer su cabeza a un lado para poder descansar tranquila, su mente celebró por la respuesta de Nayeon. Y aunque le dolía hasta respirar, ese rostro la reconfortaba, lo único que se lamentaba era el no tener más fuerza para poder consolarla.

Lo último que pudo sentir fueron los húmedos y cálidos labios de la castaña besar su frente, sin saber que Eunha había sido una espectadora silenciosa antes de volver a cerrar la puerta para evitar llamar la atención de Nayeon.

 


Tengo capítulos preparados para hoy pero se me está siendo difícil subirlos. Ahora trataré de subir dos y en la noche (si es que puedo) subiré otros dos.

Disfruten mis pequeñines.

JinSol=JinSoul¿?

Nayeon el día de hoy. Una princesa.

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