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09. ring

Nunca en toda su vida había extrañado tanto su cama; ella y Jeongyeon habían regresado a su habitación casi a las siete de la mañana después de rechazar el desayuno que Jihyo les ofreció en agradecimiento por su estadía. La líder no perdió la oportunidad y también hizo recuerdo a la oferta de pertenecer a la fraternidad, permaneciendo igual o menos tentativa para ambas chicas. Rodó por el colchón como una niña, esbozando una sonrisa satisfecha cuando su espalda por fin tuvo la suavidad que había aclamado toda esa fatídica noche. Cerró sus ojos, agotada, sabiendo que Morfeo la abrazaría dispuesto a brindarle el mejor de los sueños, y a ella poco le importó que su próxima clase empezaba en una hora exactamente.

Pero Jeongyeon no corría con la misma suerte, tenía un examen y no estaba dispuesta a perder la nota. Quiso molestar a su mejor amiga que abrazaba su almohada mientras dormía plácidamente, sin embargo, se abstuvo, se merecía ese descanso. Cerró con gran cuidado la puerta para no hacer ruido y emprendió su camino hasta su salón.

Mientras que que a cada paso sentía sus piernas más pesadas, más convencida de dar media vuelta y encontrarse con su cama estaba.

« No, Jeongyeon. Tú puedes. »

Se alentó sola mientras pensaba y recreaba la noche pasada en su mente, ¿quién diría que ella y Mina la pasarían en esa casa? Había juzgado mal a todas esas chicas de fraternidad, le habían demostrado que eran más que caras bonitas, sí, algo extrovertidas y sin temor a las consecuencias de sus actos, pero al final de todo, buenas personas (Dejando de lado su primer encuentro, que para ese entonces ya le resultaba gracioso). Jihyo una buena líder cuidando de sus chicas, Nayeon una completa engreída pero que le agradaba por ser la única que ponía en apuros a su amiga, Chaeyoung siendo siempre la voz de la razón, la más amable entre todas, y, finalmente, Momo. Esa energética japonesa. Espontánea y alegre sin importarle la situación, atrevida como ninguna.

La rubia sonrió inconscientemente.

; Flashback

— ¿Y eso? — Mina señaló a un grupo de gente reunida alrededor de algo o alguien. Jeongyeon se encogió de hombros sin tener una pizca de curiosidad, sin embargo, las expresiones sorprendidas y a la vez satisfechas que los estudiantes - y algunos profesores - tenían, las hicieron acercarse.

Mientras caminaban en dirección del espectáculo, la música se hacía más fuerte.

— Permiso, permiso. — Ambas quedaron al frente de todos.

La rubia tuvo que disimular su enorme y grata sorpresa. Momo se encontraba al medio de otras dos chicas, claramente opacadas por los movimientos que la japonesa hacía, era una coreografía perfectamente ejecutada. La pelinegra se movía al ritmo de la música y su aniñada mirada había cambiado por completo, y al parecer la única en darse cuenta había sido Jeongyeon, Momo ya no desprendía inocencia, ahora tenía un toque sensual, fuerte y confiado.

— Es buena, ¿no? — Jihyo y Nayeon habían estado presentes desde el inicio del baile, observando con orgullo lo que su mejor amiga lograba. La castaña apoyó su brazo en el hombro de Mina y chasqueó sus dedos frente a sus ojos. — Cuidado, Myoui, se te cae la baba.

La pelirroja sonrió y negó, llevando su mirada hasta Jeongyeon quien no tuvo la menor intención de quitar su atención de Momo.

— Yo no soy la que babea. — Hizo una señal con su cabeza en dirección de su amiga.

Cuando la música se detuvo la japonesa mayor buscó a sus dos amigas, encontrándose con la mirada anonadada de Jeongyeon. — ¡Jeongie! — Y como si de un conejito se tratara, se acercó a saltos pequeños hasta rodear con sus brazos el cuerpo de la rubia. — ¿Te gustó? — Preguntó con su energía desbordando, cada vez que bailaba su humor mejoraba.

— ¿Gustarle? ¡Le encantó! ¡Ah! — Mina había recibido un golpe en su abdomen, cortesía del codo de Nayeon.

— Nosotras tres ya nos vamos al baño. — Comentó con una sonrisa Jihyo para dejar solas a las dos muchachas.

— ¿Qué? No, tengo clase.

— ¡Al baño dije! — Mina tragó saliva al escuchar así a la líder. Por primera vez la vio ejerciendo su poder.

— Bye, bye, Moguri. — Nayeon en un brazo y Jihyo en el otro, la japonesa se mareó al tener a ambas chicas rodeándola y llevándosela a la fuerza de ahí hasta un baño cercano.

Momo observó a la pobre pelirroja recibir pequeños golpes en sus brazos por parte de las dos chicas mientras se alejaban, una risita escapó de sus labios y giró para volver a concentrarse en Jeongyeon.

Woah, eres... increíble, Momo. — Admitió con una gran sonrisa, el corazón de la japonesa se aceleró, feliz y orgullosa de obtener esas palabras por parte de la mayor.

— Debería enseñarte.

— ¿A bailar? — Arqueó sus cejas, ella tenía la misma capacidad de bailar que Mina para dejar su adicción al kétchup. No era posible. — Tengo dos pies izquierdos.

— Todos podemos hacerlo. — La menor junto sus manos, emocionada por su grandiosa idea. — ¡Oh! Debo ir a prepararme para mi próxima clase. Pero te veré después. — Sin ningún tipo de vergüenza se acercó a la rubia dejando un casto beso sobre su mejilla. — Adiós, Jeongie.

; Flashback end.

Jeongyeon deseó volver a encontrarse con una escena como esa, mejor dicho, volver a encontrarse con esa agradable japonesa, pero su mala suerte la acompañó ese día y lo único que podía ver a su alrededor eran estudiantes caminando de aquí para allá tratando de llegar a sus próximas clases.

Su cabeza resbaló de la palma de su mano por tercera vez, no entendía el porqué de ir a esa clase sintiendo que sus párpados pesaban lo suficiente como para producirle un ligero dolor de cabeza. Su mirada se desviaba de vez en cuando a la entrada esperando ver a una agotada japonesa, pero al parecer, a ella le había importado muy poco ese curso.


« Nerd, idiota y ahora floja. »

Observó a Chaeyoung quien estaba igual o peor que ella, durmiendo tras un libro que había puesto al revés sobre su mesa para ocultarse de la mirada del profesor.

Quería a Mina cerca para volver a molestarla, no había mejor sentimiento que el verla frustrada, o ver esa curiosa costumbre de la pelirroja por humedecer su labio inferior cuando se concentraba, hasta incluso esos lunares: uno en la nariz, otro sobre sus labios. ¿Había alguno que se olvidara?

« Oh, sí. »

Nayeon pareció haber encontrado la cura para el cáncer por la emoción que sintió; otro más cerca del labio inferior y uno muy pequeño, casi desapercibido en la barbilla de la japonesa. La sonrisa de la castaña desapareció justo cuando cayó en cuenta sobre esos detalles que habían descubierto en Mina, no se la pasaba observándola, ¿o sí? No, nunca. Al menos eso creía ella.

« Oh, Dios, pareces una loca. »

Insultó por última vez a la ausencia de Mina por hacerla pensar más de la cuenta y puso todo su empeño para atender la aburrida clase, con suerte no se quedaría dormida como su pequeña amiga.

Por fin iba despertando de su largo sueño, algo desorientada por no saber qué hora era y haciendo un ruido raro con su boca, como si degustara algún platillo inexistente. Todavía con un ojo cerrado y su mejilla hundida en la comodidad de su almohada estiró su brazo palpando el colchón en busca de su teléfono para encenderlo.

« Justo a tiempo. »

Pensó. Hora perfecta. Podía bañarse, vestirse decentemente y salir rumbo a la cafetería en busca de su almuerzo, con la esperanza que ese día la cocinera estuviera de ánimos como para preparar algo delicioso.

O terminaría comprando chatarra de la máquina expendedora.

Y como lo había planeado, no le tomó más de treinta minutos para estar lista. Caminó con su ánimo a tope por los pasillos, una larga siesta lograba ponerle una sonrisa en su rostro. Le había enviado un mensaje a Jeongyeon para comer juntas, pero al parecer, la rubia se iba a mantener ocupada todo el día.

« Supongo que sólo soy yo. »

Con bandeja en mano buscó una mesa desocupada, a esa hora era difícil tener tranquilidad en el lugar. Todos los estudiantes iban en busca de saciar su hambre para luego continuar con sus agitados horarios.

— ¡Hey! ¡Mina! — Una mano se adhirió a su brazo y la jaló consigo, antes de poder quejarse se encontró con la alegre sonrisa de Jackson. — ¿Por qué sola? ¿Jeongyeon no está?

— Ocupada, al parecer tiene muchos planos por hacer. Ahora mismo debe estar babeando alguna mesa de la biblioteca. — Comentó, al menos no estaría sola. — Hola. — Hizo un saludo general a todos los que acompañaban a su amigo quienes le devolvieron el gesto.

— Yugyeom, Yewon o Arin para los amigos y finalmente, Lisa. — De izquierda a derecha los fue presentado. — Chicos, ella es Mina, la superdotada de segundo año. Y no lo digo solo por su inteligencia. — El rubio guiñó hacia su amiga. La japonesa tuvo que deshacerse de las inmensas ganas por patearlo en la entrepierna.

Después de esa gran indirecta por parte Jackson, Mina agradeció que no hiciera más insinuaciones. La comida de los cinco chicos fue, hasta cierto punto, agradable. La pelirroja sintió un gran interés por la medicina al oírlos hablar tan animados de su carrera, pero gracias a su padre y su gran influencia, no podía imaginarse a ella misma con una bata blanca y un estetoscopio alrededor de su cuello, no, según Akira, ella había nacido para los negocios.

— Chanyeol no pierde el tiempo, ¿huh? — Mina siguió la mirada de Yugyeom encontrándose con el gigante rodeando el cuerpo de Nayeon. Tensó su mandíbula, ¿cómo podía hablarle? El idiota era amigo de los otros idiotas que la habían hecho llorar.

— Seguro insistirá en invitarla a la fiesta de mañana.

— ¿Cómo lo sabes? — La japonesa quitó su mirada de la molesta pareja cuando Nayeon empezó a reír causándole un gran alboroto en su estómago, podía vomitar ahí mismo sus fideos.

— ¿No te lo dijo? Yugyeom es de esa fraternidad. Hoy nos contó que Chanyeol estaba furioso con Baekhyun y Sehun. — Explicó Lisa.

« Ya sé el porqué. »

Decidió ignorarlos y seguir con su conversión, esperando que la risa de la castaña se calmara por fin.

— Lo olvidaba. Arin es gran fan tuya.

— ¿Fan? — La mencionada sólo bajó la mirada apenada cuando tuvo la atención de Mina. — ¿Y como por qué?

— Te vio enfrentando a Mark, vamos, Mina, que ya estás de rompecorazones.— Comentó Jackson terminando de limpiar la salsa de los fideos que quedaba en sus labios. — Aunque el idiota te rompió el labio, si me lo cruzo se las verá conmigo. Te hiciste famosa, Myoui.

— ¿Estuviste ahí, Yewon? — Ignoró toda la palabrería de Jackson y sonrió hacia la chica.

— Fue un tonto, me alegra que lo expulsaran del equipo. — Admitió la menor.

— ¡Mientes! — Nayeon olvidó por un momento que odiaba a las personas que se atrevían a tocarla sin tener la confianza suficiente. Pero lo que Chanyeol le contaba era gracioso, lo suficiente como para distraerla y dejar que el más alto se acercara.

— Así aprenderán a no hacer bromas estúpidas, y menos a ti. — Sonrío como niño orgulloso de una travesura. Llevó a la joven hasta una de las mesas centrales y esperó a que se sentara para inclinarse en su dirección. — ¿Puedo adivinar? Bibimbap y jugo de pomelo, si es que hubiera, claro. — La castaña asintió asombrada.

— ¿Cómo lo sabes?

— Me lo dijiste en primer año, hace mucho tiempo pero lo guardo aquí. — Explicó dando golpecitos con su índice a su cabeza. — Ya regreso.

Tan tonto y superficial como lo creyó, no era. Se estaba llevando una buena impresión del chico y hasta lo llegó a ver tierno. Podría considerarlo buena compañía para la fiesta.

Apoyó su mentón en su puño y cuando estuvo por perderse en el chat que mantenía con Jihyo, su mirada chocó con una cabellera pelirroja. Era la primera vez que veía a la japonesa rodeada de más personas, pero lo más sorprendente ¡ella sonreía!

Mina y sus acompañantes se levantaron dispuestos a irse pero una de las chicas detuvo el caminar de la japonesa dejando que los demás se adelantaran. La castaña se sintió ligeramente curiosa por lo que la desconocida le hablaba, intentó concentrarse para escuchar esa conversación y se terminó rindiendo, estaban muy alejadas como para lograrlo, sin contar que otros estudiantes hablaban en voz alta.

— ¡Te invito a la fiesta de mañana! — Toda la cafetería quedó en silencio por el repentino grito de una nerviosa Arin. Nayeon entreabrió los labios, ¿era una broma? Sin duda, su reacción había superado por mucho a Mina. Ahora parecía que todos, incluso sin saber quiénes eran las dos chicas, esperaban la respuesta de la pelirroja, para ser exactos, esperaban una respuesta positiva.

— Y-yo...

Antes de que la castaña pudiera intervenir, Chanyeol se le apareció con dos bandejas en mano.

— ¿Ella no es Jeongyeon? — Preguntó inocente.— Espero que acepte. Harían bonita pareja.

— Claro. ¿Por qué no? — Mina por fin sonrió, y aunque su voz no fue tan alta, todos escucharon su respuesta, algunos celebraron el triunfo de Arin y otros siguieron con sus comidas.

Las vio salir de la cafetería. — Sí, bonita pareja. — Comentó fingiendo desinterés, si se hubiera apresurado en ir hasta Mina quizá la habría ayudado, porque claramente había aceptado por la presión, ¿no es así? Nayeon se aferró a esa idea.

— Y aprovechando... — Chanyeol se sintió nervioso, no iba a gritarlo a los cuatro vientos, pero necesitaba una respuesta desde ya para ir buscando su mejor ropa y estar a la altura de Nayeon. — ¿Ya pensaste si irás conmigo? Sin presiones, si dices que no...

— Me encantaría, Channie. — Forzó una sonrisa imaginándose la larga noche que le esperaría.

El varón celebró alzando ambos brazos antes de detener a un chico cualquier que pasaba por ahí. — ¡Dijo que sí! — Casi lo gritó.

Los rumores corrían rápido por los pasillos, y a Mina no tardó en llegarle la gran noticia del día, Nayeon y Chanyeol asistiendo a la gran fiesta que ofrecía esa fraternidad. Ni si quiera se entendía, no quería estar cerca de esos chicos tontos y aun así había aceptado ser la compañía de Arin, ahora sus ganas habían descendido mucho más al saber que se la pasaría toda la noche del sábado escuchando lo perfectos que se veían Im y Park como pareja.

— Qué agotador. — Jeongyeon entró y de inmediato notó la presencia de su amiga.— ¿Faltaste a todas tu clases?

La menor se encogió de hombros. — Estaba cansada.

— De dormir todo el día, claro. — Habló con sarcasmo mientras se quitaba sin pena alguna la camiseta para ponerse algo más cómodo. El tiempo compartiendo espacio con Mina había servido para que ambas tuvieran la suficiente confianza.

— Myoui, me preguntaba si... ¡cúbrete! — Nayeon había ingresado a la habitación sin tocar, pero se arrepintió cuando vio el torso semidesnudo de Jeongyeon.

— ¡Intrusa! — La rubia se escondió tras el cuerpo de Mina quien seguía sin comprender todo lo que pasaba, al parecer siempre estaba rodeada de situaciones incómodas.

— ¡Degenerada!

— ¡Pervertida!

La japonesa golpeó su frente y se apresuró en tomar la muñeca de Nayeon para llevarla fuera del cuarto, sólo para evitar que ambas chicas siguieran lanzando insultos sin sentido al aire.

— ¿Conoces lo que es tocar antes de abrir la puerta? — Soltó a la mayor cuando por fin estuvieron en el pasillo y se cruzó de brazos.

— ¡No lo creí necesario!

— Desde ahora deberías aplicarlo, Im. — Alzó una de sus cejas dándose cuenta al fin que Nayeon la buscaba. — ¿A qué se debe esta... visita?

— Ten. — Un libro impactó el abdomen de Mina, pero esta vez, no hubo dolor ni falta de aire.

— ¿Qué es esto?

— Todo lo que tienes que explicarme para el lunes. — No era la mejor excusa que pudo haber pensado Nayeon, empezando porque sus notas no eran tan malas en matemática, pero quería quitarse de encima el interrogatorio que sus amigas le harían para saber su repentina cita con Chanyeol, tampoco quería estar con personas que se le acercaban con la única intención de tener un chisme nuevo, y Mina era la indicada para estar tranquila, oh, y por supuesto también su curiosidad influía, por querer saber los detalles de todo el show armado en la cafetería unas horas atrás.

— Enseñarte. — Una suave risa escapó de los labios de Mina cuando leyó la portada del libro. — Entonces quieres que te enseñe sobre algo que hicimos el año pasado.

Nayeon rápidamente le quitó el libro de las manos, leyendo y releyendo el título, se había equivocado de tomo. Quiso abofetearse ahí mismo por su gran equivocación.

— No sabía que te gustaba recordar cursos pasados.

— ¡Cállate! Sólo quería hablar contigo, ¡¿okay?! — Sus puños apretados con fuerza, sus ojos cerrados y unas mejillas teñidas de un leve carmesí hicieron a la japonesa tragarse cualquier broma preparada. Mina guardó silencio sin saber cómo responder. — Olvídalo, Myoui. — Se giró dispuesta a salir de ahí, insultando de todas las formas posibles a la pelirroja.

— Im, espera. — Nayeon suspiró deteniendo su paso a la llamada de Mina. — Si quieres hablar, hablemos. No tengo nada qué hacer el resto de la tarde. — Jeongyeon la mataría, ambas tenían que limpiar la habitación, pero no hay mal que dure cien años, ¿no? A la rubia se le pasaría el enojo si llegaba con comida.

— Tú pagas.

— ¿De qué hablas?

Gracias a la influencia de Nayeon y sus grandes dotes de actuación, ambas consiguieron permiso para salir de la universidad, según la castaña, el primo del hijo del amigo de su padre estaba en el hospital y la necesitaban ahí. Mina se quedó callada en todo momento tratando de dar sentido a las palabras de la coreana, pero sobre todo, sorprendida porque le terminaron creyendo esa absurda mentira.

Y ahí estaba ella, siendo jalada de aquí para allá por todas las tiendas del gran centro comercial, la energía de Nayeon se recargó al momento en que pronunció la palabra "compras", y la tarjeta de Mina era la que sufría.

— ¿Y este? No, no, mejor este. — Ambas observaban los costosos anillos y collares protegidos por el aparador.

Mina sabía que el hombre - dueño de la tienda - las observaba insistentemente para que compraran alguna joya. Pero no se dejaría presionar, no señor, ni por esos instigadores ojos del varón, ni por el inesperado puchero de Nayeon.

— Gracias por su compra, vuelvan pronto.

— Hijo de puta. — La menor desvío su mirada hasta la brillante expresión de Nayeon al tener ente sus manos esa caja forrada por un fino material negro y dentro de esta estaba el anillo que la japonesa había sido obligada a pagar. — ¿Le pertenece a la Reina Isabel o qué?

— No seas aburrida, está precioso. Bien, siguiente parada.

— Eh... — Pero a la pelirroja no le dio tiempo de contradecir a su acompañante, seis minutos después se encontraba sentada en uno de los sillones frente al probador, esperando que Nayeon encontrara el vestido perfecto.

La coreana nunca había sonreído por tanto tiempo ni con tanta sinceridad, mientras se miraba al espejo recordaba cada palabra, cada expresión, incluso cada insulto que Mina le hacía a los dueños de las tiendas. Esa japonesa era diversión andante, hasta en los momentos que trataba de verse enojada, Nayeon la comparaba con un tierno pingüino.

Recorrió con la mirada su esbelta figura envuelta en un hermoso vestido rojo, pensó en que sería buena idea tenerlo para la fiesta del sábado pero no quería los ojos de Chanyeol puestos en su cuerpo todo el tiempo.

« ¿Este estaría bien? »

Tuvo que ponerse de puntitas para poder ver a la pelirroja por sobre la puerta, reprimió una risa al verla tan aburrida, hundida en el sillón y a punto de prenderle fuego a toda la tienda sólo con su mirada.

Soltó un suspiro y antes de subir la cremallera del vestido se fijó en un pequeño detalle.

— ¡Auxilio!

Mina no supo cómo ni cuándo, pero sus piernas le acercaron hasta el probador, pensando que pudo haber superado a Flash. La puerta se abrió de golpe y tuvo suerte de que esta no azotara contra su nariz. La extranjera recibió el cuerpo de Nayeon, sintiendo los brazos de la mayor rodear su cuello.

— ¿Qué? ¿Qué te pasó? ¿Nayeon?

— ¡Araña!

— ¿En serio te asusta una araña, Im?

— No molestes, Myoui, es enorme.

— Por favor... — Mina fue acercándose hasta el pequeño espacio, y, por comodidad, Nayeon había descendido su agarre para así rodear la cintura de la menor, caminando tras ella y escondiendo su rostro, no quería quedar como una cobarde pero odiaba esos animales. — Por una araña tanto escándalo... ¡Pero qué diablos! — Sus ojos se ampliaron al ver tan horrible arácnido, quiso escapar con Nayeon en ese preciso instante, sin embargo, decidió tragarse su miedo.

Tomó una de las tantas prendas que había escogido Nayeon y con todo el cuidado que podría poseer, botó al suelo a la indefensa araña para luego ir sacándola del probador con ayuda de su pie, no tenía la menor intención de pisarla, tampoco era una desalmada, ¡podía tener familia!

— Ya está, Nayeon, ya se fue.

Los brazos de la mayor fueron quitando fuerza a su agarre (sin soltar por completo a Mina) y lentamente abrió los ojos. Cuando se sintió segura soltó un suspiro.

— Eso estuvo cerca. Casi muero.

— No exageres, Im.— Sonrió satisfecha por su gran acto heroico, sin embargo, esa sonrisa se desvaneció cuando sintió la respiración de Nayeon tras su nuca haciendo que su piel se erizara, pensó que podía ser peor, sí, hasta que se dio cuenta que los pechos de la castaña se presionaban contra su espalda.

« Ahora no. »

Bajó la mirada hasta sus (inesperados) ajustados jeans, no podía tener un ataque hormonal en ese momento, ¿tenía quince años de nuevo?

Ante el repentino silencio de la japonesa y su inocente idea de que la estaba incomodando, la soltó para posarse frente a ella, tenía que agradecerle y finalmente ingresar de nuevo al probador y cambiarse, pero la expresión de Mina la hizo fruncir su entrecejo, ¿estaba mal?

— ¿Todo en orden, Myoui?

— ¿Eh? — Volvió su mirada a la castaña, no se había dado cuenta de que había sido liberada por tratar de bajar su erección con la mente, imaginando un lago lleno de cisnes, vamos, que no perdía nada intentándolo. Sin embargo todo esfuerzo se fue al drenaje cuando notó el escote que traía Nayeon, ¿ese era un corazón? — Joder. — Masculló girándose.

— ¿Qué pasa contigo? — La mayor no se rindió y volvió a caminar alrededor de Mina para quedar frente a ella. — Estás actuando como una... oh, ya veo.

— ¡Deja de verme así! — Más avergonzada no podía estar y ahora que tenía la mirada de Nayeon sobre el bulto que sobresalía quería que el suelo la tragara y la mandara hasta occidente.

— ¿Te pusiste así por mí? — Inquirió con las cejas alzadas, resultándole una escena digna de recordar.

— No digas locuras, Nayeon.

— ¿Me dirás que una araña te pone? — Una sonora carcajada hizo fruncir el entrecejo a la menor.

— Cállate.

— No sabía que podías ser muy sensible. — Posó sus manos sobre los tensos hombros de Mina y la hizo retroceder hasta empujarla sobre el sofá nuevamente. — Qué adorable. — Susurró cerca del pálido rostro de la menor y antes de tener una reacción por parte de esta, se sentó sobre sus piernas.

— Quítate, Im.

— Oblígame. — La pelirroja frunció el entrecejo, ¿estaba perdiendo contra Nayeon? ¿por una simple provocación? Sus brazos rodearon celosamente la cintura de la mayor, acercándola a su torso y por ende teniendo un pequeño roce de su miembro contra el trasero de la castaña.

Ambas compartieron miradas, Nayeon tragó saliva por esas incontrolables ganas de lanzarse contra la boca de la pelirroja y comérsela a besos.

— ¿Está todo bien? — La llegada de una de las empleadas hizo a Mina levantarse de golpe ocasionando la caída de la mayor al suelo. — Lo siento, me dijeron que escucharon un grito. — La mujer bajó la mirada apenada por la escena que había osado en interrumpir.

— Gracias, muy puntual. — Habló con evidente sarcasmo Nayeon desde el suelo, se levantó de mala gana ignorando la mano extendida de Mina y se encerró de nuevo en el probador.

— Las dejo solas.

Mina no se salvó de ser, oficialmente, mula de cargas de Nayeon, ella se había autodenominado así cuando aceptó cargar con todas las bolsas de ropa de la castaña. El ambiente incómodo que se había formado entre las dos desapareció cuando la pelirroja casi cae sobre una pobre anciana por tratar de ordenarse un poco y la coreana no dejó de burlarse por un largo rato.

— Irás con Chanyeol, ¿huh? — Nayeon retiró su mirada de las calles y edificios que pasaban a velocidad, ella y Mina no habían conversado desde que ingresaron al taxi.

— Y tú con... ¿quién? Toda la cafetería se enteró.

— ¿Estuviste ahí? — Cuestionó, sabía bien la respuesta pero prefería hacer creer a la mayor que en ningún momento había notado su presencia.

— Ese grito se escuchó hasta Japón.

— Ja-ja. Muy graciosa, Im. Creo que no tuve opción.

— Lo sabía. — Nayeon sonrió victoriosa, estaba en lo correcto desde el comienzo. — Es decir, estuvo mal usar la presión pública.

La menor se encogió de hombros. — Tengo palabra, tal vez la pasemos bien. Pero aún no me respondes, ¿Chanyeol? ¿En serio con él?

— No es tan malo. Dice haberles dado su merecido a Baekhyun y Sehun.

— ¿Y yo no?

La mayor rió por la tierna expresión de Mina.

— Fue diferente. — Explicó, recordando las palabras del más alto, la forma infantil de Chanyeol en resolver un conflicto como ese no se comparaba ni un poco con el actuar de la pelirroja la noche pasada. Había más peso en las acciones de Mina.

— Diferente. — Relajó su expresión y se acomodó en el asiento, prefería no ahondar más en el tema para evitarse una posible inexplicable ira.

El auto aparcó frente a la verja de la universidad, ambas bajaron dividiéndose el trabajo de cargar las innumerables bolsas y, como era de esperarse, Mina le pagó al hombre por su servicio.

Caminaron en silencio llegando justo al punto donde sus caminos tenían que separarse, por muy dramático que sonara. Mina tenía que regresar a su torre y Nayeon hasta la acogedora casa de fraternidad.

— ¿Tú y Jeongyeon aún no se deciden? ¿No les gustaría ser parte de la fraternidad?

— Nos gusta nuestro espacio. Pero en el futuro, tal vez.

— Decídanlo rápido, es una oportunidad que no se le da a cualquiera. Sobre todo si eres una nerd con problemas de ira y una casi peloncita. — La menor rió por el acertado comentario de la mayor.

— ¿Y por qué tienen a un conejo mutante?...¡Hey! — Se quejó cuando una de las bolsas se estampó en su brazo.

— Tonta, Myoui, eres una tonta.

— Me han dicho peor. Puta egoísta, tal vez, ¿lo recuerdas?

— Hmp, no, no lo recuerdo. — Se inclinó buscando algo entre las cosas y al hallar la pequeña caja se la extendió. — Toma.

— Es tuya.

— No, es muy costoso como para recibirlo. Tenlo tú.

La menor tomó lo que Nayeon le ofrecía y lo abrió viendo por primera vez con detenimiento el anillo que habían comprado. Sus manos lo tomaron con delicadeza, el aro hacía gala del brillante diamante en el medio, ya entendía la razón del precio, era hermoso.

— ¿Y en qué dedo se supone que van los anillos? — Preguntó confundida.

— Donde tú quieras que vayan, no importa. — Explicó mientras observaba el perdido rostro de la japonesa. Sus ojos se ampliaron cuando la menor tomó su mano y encajó perfectamente el anillo en el dedo anular. ¿Mina sabía al menos lo que significaba aquello? Probablemente no, todo lo que sabía la japonesa sobre ese tipo de cosas "románticas" era igual a los conocimientos de Nayeon sobre los videojuegos, totalmente nulos. — Entonces es mío. — Su corazón se descontroló por el leve asentimiento de Mina.

— Da bien en ti. — Sonrió con sinceridad, tomó una gran cantidad de aire y dirigió su mirada hasta la casa de Nayeon, donde las luces aún seguían encendidas. — Debo irme, Jeongyeon debe estar loca con Sally.

— ¿Qué? — La castaña no había dejado de admirar la joya que adornaba su dedo anular.

— Nada, nada. Cosas de nerd y... pelona.

Las dos trataron de hallar la forma de despedirse pero ninguna resultaba cómoda, mientras Mina hacía una reverencia Nayeon extendía su brazo, o viceversa.

— Trata de no caerte con tantas bolsas. — Se burló.

— Soy más fuerte que tú, Myoui.

— Claro.

— ¡Dijiste que me ayudarías! — Una almohada golpeó el rostro de Mina apenas ingresó.

— ¡Te compraré comida!

— ¡Ganas por esta vez! 

  

Casi 5000 palabras, ya entiendo por qué mi cabeza explotó, pero sigue sin gustarme por completo el capítulo, tal vez lo edite después

• Pequeña edición porque no me fijé que se borró una partecita separando a Jeong de Nayeon.

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