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07. all day with her - I

— ¡Tú!

Jeongyeon avanzó hasta su mejor amiga apenas esta cruzó la puerta junto a Nayeon y  golpeó la cabeza de Mina. La última hora se la había pasado en el sillón de la enorme sala, con un vasito de plástico en mano, bebiendo de a poco el líquido que le habían servido, mientras trataba de escapar de las "arpías" como había denominado a toda esa fraternidad después de haber sido humillada incluso siendo inocente. Aunque Jihyo lograba controlarlas, no podía evitar sentirse intimidada por la presencia de Momo.

— ¿Es el día de "golpea a Mina"? — Se quejó la menor mientras se sobaba, escuchó reír a Nayeon y terminó por rendirse, se lo merecía. Miró a Jihyo esperando a que esta dijera algo. — ¿Y por qué estamos aquí?

Todas siguieron a la líder hasta la sala, Mina se sintió cohibida por las miradas de las demás chicas tratando de inspeccionarla, pasó la punta de su lengua sobre el labio inferior y decidió ignorarlas.

— A nombre de todas, queremos disculparnos por nuestro comportamiento. — Jihyo fue la primera en tomar asiento y hablar.

— No se preo...

— ¡Tuve que ir a un psicólogo! — Jeongyeon exageró y Mina rodó los ojos dándole un codazo, Chaeyoung por su parte dejó escapar una risita. 

— Sólo exagera, asunto olvidado. ¿Eso era todo? — La japonesa desviaba su mirada a las escaleras, rogando para que Eunha no se apareciera.

— Calla y escucha. — Demandó Nayeon.

— En señal de disculpa, he decidido aceptarlas en la fraternidad.

— ¡¿Qué?! — Tanto como Nayeon, Jeongyeon y Mina se levantaron de golpe de sus asientos.

— Pero Jihyo, eso sería... No es una buena idea.

— Por primera vez concuerdo con la loca. — Habló Mina haciendo que Nayeon hiciera una mueca imitándola. — Yo en verdad aprecio que nos consideres pero no me gusta este tipo de cosas. No nos considero, eh... aptas.

— Sí, sí, todo lo que dijo Mina. ¿Ya nos has visto? No somos la mejor opción, a veces hablo por las noches, pateo, soy una adicta a la limpieza y a Mina le gusta andar medio desnuda por la habitación, es una descarada, desordenada, torpe y tiene ese pingüino...

— ¡Jeong! — La menor se acercó cubriendo con su mano la boca de la rubia para evitar que siguiera hablando, se había ganando la risa de todas esas chicas y más avergonzada no podía estar. — Jihyo, me siento halagada pero debo rechazar la oferta.

— Chicas, es una gran idea, deberían al menos pensarlo. — Apoyó Chaeyoung.

— ¿Lo podrían considerar? — Suplicó Momo. — No te preocupes. Eunha nos contó. — Se dirigió a Mina en japonés mientras le guiñaba un ojo y esta desvió la mirada.

— ¿Qué le dijiste? — Susurró Chaeyoung.

— Que Jeongyeon está bonita. — Se inventó la mayor mientras observaba a la rubia.

— ¿Al menos lo considerarán? — Volvió a preguntar la líder.

— Lo pensaremos.

Después de largos minutos conversando cosas al azar como el futuro matrimonio entre Momo y Jeongyeon, ambas abandonaron la casa.

— Gracias por hacerme tu dama de honor. Jeong. — Se burló la menor.

— Cállate y vámonos.

Era un caso que sabía, le ocurría a muchas personas, hacer algo sabiendo que traería consecuencias pero disfrutarlo al mismo tiempo. Las personas no pueden cambiar de la noche a la mañana, incluso si lo intentan es imposible deshacerse de un mal hábito cuando ya se lleva tiempo con este. Si alguien se enteraba de ese pequeño tropiezo, ¿qué causaría? Bien, Mina sabía que estaba faltando a su propia palabra convirtiéndola en una grandísima mentirosa, sin contar que habían pasado pocos días desde el problema con Eunha, pero nadie tenía que enterarse. 

Mandó su cabeza hacia atrás cuando lo sintió, había llegado al tan esperado orgasmo después de un rato teniendo a una estudiante saltando sobre su erección.

Acomodó su ropa y la joven se bajó con una sonrisa.

— ¿Me llamarás? — Preguntó arreglando su desordenado cabello rubio.

— No lo creo. — Mina sonrió siendo lo más sincera, sorprendiéndose ella misma. La rubia la miró divertida.

— Me gusta esa respuesta. — Se acercó dejando un beso sobre la mejilla de la japonesa y salió del salón de clases que había servido como su escondite. La pelirroja soltó un gran suspiro de alivio, lo último que quería era volver a tener un problema. Claro que se había tomado el tiempo de saber más sobre esa joven y después de asegurarse que JinSol no diría nada, acepto tener un casual encuentro con ella.

Tomó sus anteojos que habían quedado olvidados sobre el escritorio del profesor y miró la hora en su teléfono, quedaban diez minutos antes de que su clase iniciara.

Salió y caminó con buen humor a través de los pasillos.

— Tarde. — El profesor la observó de pies a cabeza. — Se te está haciendo costumbre, Myoui. Adelante pero no te contaré la asistencia.

— Gracias.

Nayeon la siguió con la mirada; esa mañana se había tomado el atrevimiento de compartir con las chicas de la fraternidad la historia de Mina, esperando que todas se emocionaran como ella. Sin embargo, recibió preguntas sin sentido como: "¿Y si era una princesa por qué se murió?" Demostrando que no le habían prestado atención, en ningún momento pronunció la palabra muerte. Sin embargo, no le tomó importancia, la leyenda de Vega y Altaïr quedaría grabada en su memoria, siendo especial para la castaña.

— Quiero estos ejercicios para el final de clase. — Señaló la pizarra y se sentó sobre el escritorio para tener vista general de la clase.— Cuarenta por ciento de la nota y en parejas. Empiecen. 

Todos se movieron en busca de sus parejas, varios quisieron acercarse a la única que sería capaz de resolver todo en tiempo récord, pero Myoui parecía poco interesada y su expresión espantaba a la mayoría. Otra parte buscaba la mirada de Nayeon, sabiendo muy bien que serían rechazados de inmediato. 

Chaeyoung antes de siquiera acercarse a la pelirroja, fue jalada por Yeri.

— Tienes el privilegio de ser mi pareja... no, mi ayudante. — La mayor soltó sus libros sobre la mesa de Mina y jaló su silla para estar frente a ella.

— ¿Y por qué la princesa Nayeon quiere ser mi pareja? — Cuestionó con un tono burlón.

— Porque me conviene. — Se encogió de hombros y abrió el libro de matemática para guiarse, inmediatamente Mina estiró su brazo volviendo a cerrarlo.

— No lo vas a necesitar. — Aclaró con una sonrisa. — Feo conejo, sólo observa en silencio.

— Vuelve a llamarme así y no respondo, Myoui, tú y yo ni siquiera tenemos confianza.

— Claro. — Entornó sus ojos y tomó una gran cantidad de aire.

Nayeon entreabrió los labios sorprendida cuando Mina empezó a copiar y resolver cada ejercicio propuesto, el tema de derivadas no era difícil para ella pero siempre se tomaba su tiempo para analizarlo, sin embargo, la pelirroja lo hacía ver como si sólo fuesen sumas comunes. Inconscientemente sonrió cuando la lengua de Mina se asomó y sus lentes se deslizaron por su nariz, nunca la había visto tan concentrada en algo.

Por primera vez se sintió inútil, es decir, la japonesa ni se tomaba el tiempo de consultarle algo, lo que sea. ¡Nada! La castaña suspiró resignada, maldiciendo y admirando a la par la capacidad intelectual de su compañera. Apoyó su barbilla sobre la palma de su mano y se dedicó a observar cada movimiento de la menor.

— ¿Es necesario que me mires así? — Cuestionó sin quitar la vista de la hoja después de quince minutos en silencio. 

— ¿Con odio? Deberías estar acostumbrada. — Se inclinó un poco observando el ejercicio que resolvía Mina, para su sorpresa, era el último. — ¿Te hicieron caer de pequeña de cabeza?

— ¿Y a ti de boca?

— Eres una hija de...

— ¡Profesor! ¡Terminamos! — Gritó Mina con un sonrisa victoriosa. Todos giraron en su dirección, era la primera vez que la escuchaban tan emocionada por algo como unos problemas matemáticos.

El hombre al notar que se trataba de Myoui asintió despreocupado, raro sería que ella no fuese la primera en terminar, desvió su mirada a Nayeon. — Pueden retirarse.

Ambas asintieron y salieron del salón de clases.

— Te gané veinticinco minutos antes de nuestra próxima clase.

— ¿Y?

— Quiero comida.

— ¿Me ves con cara de trabajadora social? — A Nayeon se le hacía raro el comportamiento alegre y animado de Mina, entornó los ojos observando su sonrisa. — Deja de sonreír como el Wason.

— No exageres.— Volvió a su tranquila expresión y se llevó una mano a su abdomen.—  Quiero que me pagues con comida, Im. No desayuné.

— No.

— Sí.

— ¿Qué te hace creer que quiero pasar tiempo contigo, Myoui?

La menor se encogió de hombros empezando a avanzar, Nayeon dio una fuerte pisada y se regañó por ir tras la pelirroja, se suponía que era ella a la que seguían, era a ella a quien invitaban comida, era ella la que se ganaba la atención, no esa idiota cuatro ojos. Infló su mejilla izquierda y se cruzó de brazos sin poder creer que estaba sucumbiendo a las exigencias de Mina, ¿cómo había caído tan bajo? Lo peor de todo es que no daba razón a su propio comportamiento.

En menos de diez minutos se encontraban en la cafetería, sentadas en una de las mesas y en silencio mientras Mina comía gustosa el emparedado. La castaña por su parte bebía su limonada mirando de vez en cuando a la menor.

— ¡Nayeon! Bonita. — Un joven alto y con el cabello gris se sentó al lado de la nombrada mientras la rodeaba con uno de sus brazos.

Park Chanyeol se había ganado un puesto en la casa Alfa por sus habilidades en el baloncesto y su interés por la castaña jamás había sido bien disimulado.

— Park. — Se movió lo suficiente y retiró el pesado brazo del muchacho, con una clara expresión de desagrado. Mina se detuvo observando al molesto intruso, estaba siendo ignorada olímpicamente por ese gigante cabeza de perro.

— Este sábado la casa Alfa ofrecerá una fiesta para todos. Obviamente Jihyo, tú y todas las bonitas Zetas serán nuestras invitadas especiales.

— Ah, ¿sí? — Menos interesada no se podía mostrar.

— Sí, y creí que tú y yo...

— Lo pensará. — Mina interrumpió, y por primera vez tuvo la atención del gigante.— Ahora, galán, déjala disfrutar de su tiempo libre.

— ¿Y tú quién eres?

— Ah. Yoo Jeongyeon, un placer. — Nayeon reprimió una risita.— ¿Puedes dejarnos comer tranquilas?

Chanyeol estuvo por contestarle pero la castaña se apresuró en tomar su mano para evitar un problema. Usó su mejor sonrisa. -falsa, claro.- y asintió. — Como ella dijo, lo pensaré, Channie. Ahora discutíamos de algo importante, ¿puedo?

El más alto se levantó con la mejor de las sonrisas mientras sentía que su pecho se llenaba de orgullo por conseguir ese trato de Im Nayeon. La japonesa giró los ojos cuando lo vio partir rebosante de alegría.

— Patético. — Bajó su mirada a medio emparedado y lo soltó de repente. — Se me quito el hambre.— Una extraña e incómoda sensación la había invadido, quitándole por completo las ganas de seguir comiendo.

— No me gasté dinero para que lo dejes a medias.

— Se lo guardaré a Jeong.

— No, lo comerás ahora mismo, Myoui. — La mayor no perdió el tiempo y se levantó, tomó el pan y prácticamente se lo introdujo por la fuerza a Mina.

La pelirroja empezó a luchar contra la fuerza de Nayeon, mientras tosía y pataleaba para no comer ni un bocado más. Las risas por parte de la castaña se esparcieron por todo el lugar llamando la atención de los pocos estudiantes que por ahí iban.


— Estúpida, Nayeon.

Mina ingresó a su habitación, estaba agotada después de su última clase. Nunca se había dado cuenta de todo el tiempo que realmente compartía con la mayor en el día, generalmente ella y la coreana hacían las cosas por separado, ignorando sus existencias. Por costumbre, era Chaeyoung la única con quien compartía de vez en cuando conversaciones sin importancia, pero ese día en especial todo parecía llevarla a estar cerca del molesto conejo.

Jeongyeon levantó su vista del libro que leía al escuchar a su mejor amiga más cansada de lo usual.

— ¿Qué pasó contigo?

— Nayeon, eso pasó. Esa chica es un dolor de cabeza. Hoy me tocó estar casi todo el día con ella.

— Tan malo no pudo ser.

Mina se dejó caer sobre el colchón y cubrió su rostro con una almohada, ¿malo? No es que hubieran peleado cada dos por tres, pero había algo que le inquietaba, el estar cerca de la castaña atraía automáticamente la atención de las personas y eso, precisamente, no era de su total agrado. Lo suyo era pasar desapercibida.

— No importa, quiero dormir hasta fin de año.

— ¿Por qué todos tus planes incluye dormir? — La rubia dejó de lado su libro y se levantó poniendo sus manos a cada lado de su cintura, mientras una sonrisa traviesa se asomaba en su rostro.

— Porque me gusta dormir. — Admitió.

Justo en el momento que la pelirroja retiró la suave almohada de su rostro vio a Jeongyeon tomar impulso, sabía muy bien lo que su rubia amiga haría.

— Oh, no... — Eso le dolería hasta el alma.

— ¡Y Jeongyeon se lanza sobre el oponente! — Gritó la mayor antes de caer sobre el cuerpo de su amiga dejándola casi sin aire. Se había vuelto una costumbre entre las dos iniciar de la nada una lucha donde la perdedora terminaba comprando comida para ambas, pero esa vez Mina no tuvo la fuerza suficiente para contraatacar.


— Gracias por la pizza, Minariiii.

— Te odio, idiota. — Se quejó la menor dando una mordida a su rebanada.

Ambas se encontraban sentadas a mitad de la habitación, el tiempo pasó tan rápido mientras conversaban y bromeaban que no pudieron darse cuenta.

Cuando por fin terminaron Mina se levantó dispuesta a golpear con la caja de pizza a su amiga como venganza por haberla dejado sin aire horas antes. Sin embargo, antes de que pudiera hacer algo, las luces se apagaron.

— ¿Qué carajos? — Jeongyeon que trataba de defenderse con un peluche, se fue poniendo de pie lentamente hasta quedar cerca de la pelirroja. — ¿Ya es el fin del mundo?

— Tal vez hubo corto circuito en algún lugar. — Mina soltó un suspiro pensando en el trabajo que aún le faltaba por hacer para el día siguiente, eso le pasaba por dejar a último minuto sus deberes. Dio un vistazo a su rubia amiga y se encogió de hombros.— Hoy toca dormir más temprano.

— ¡Pero hoy iba a estar con Sally!

— ¡Deja de llamarla así! Es sólo una... — Se calló de inmediato cuando su teléfono empezó a sonar, tanteó su bolsillo hasta dar con el y leyó el nombre en la pantalla. — ¿Hola? ¿Todo bien, Chae?

¡AYUDAAAAA! — Momo le había arrebatado el pequeño aparato a Chaeyoung, desesperada por la falta de luz en toda la universidad. La japonesa tuvo que alejar el móvil de su oreja. — ¡Está todo oscuro! ¡Somos unas mujeres indefensas en un lugar peligroso!

¡Unnie! ¡Dame el teléfono! — Escuchó decir a la pequeña azabache. Parecía que ambas forcejearon. — No le hagas caso.— Volvió a hablar. — Me preguntaba si... Tú y Jeongyeon unnie podían venir. Todas aquí están enloqueciendo.

Mina miró por un momento a su rubia amiga que se encogió de hombros, en cualquier otra situación la mayor se habría negado a regresar a esa casa pero sabiendo que probablemente se aburrirían sin luz en su habitación, no quería desaprovechar la oportunidad para salir.

— Ahm. Cla...claro. Pero demoraremos un poco en llegar.

— Ni importa, unnie, las esperamos.

La llamada finalizó y Mina alumbró la habitación con la linterna de su móvil, tomó su oscura chaqueta y subió el cierre hasta cubrir parte de su mentón, Jeongyeon hizo lo mismo, y salieron de su habitación.

— ¿En serio quieres ir? — La rubia asintió.

— Ahí deben tener mucha comida.

Mina la miró incrédula, las dos se habían terminado una pizza familiar, mejor dicho, Jeongyeon se había apropiado de toda esa masa circular dándole a la pelirroja sólo tres rebanadas.

— ¿No te da miedo encontrarte con Eunha? — La fría brisa les dio la bienvenida, todo el campus se mantenía en silencio y oscuro, dándole un tétrico aspecto. Parecía una película de terror donde las primeras en morir eran las dos tontas que se atrevieron a salir de su habitación. La mayor cerró los ojos.

« No hay monstruos aquí afuera. No hay monstruos aquí afuera. »

Se repitió apresurando el paso.

— A Nayeon se le escapó que Eunha iría de visita a la casa de su... ¿madre? O algo así por estos días. — Explicó con desinterés. — En serio es mala ocultando las cosas.

— Me debes algo de dinero. — Intentó cambiar de tema, recordando unas semanas atrás cuando su pelirroja amiga creía firmemente que Eunha no quería nada serio.

— ¿Qué?
 
— Tú y yo apostamos, ¿recuerdas?

— La pizza es suficiente. Ahora guarda silencio. — Miró alrededor, sintiéndose - sólo un poco - intimidada por la oscuridad, a lo lejos podía escuchar a perros ladrar, y uno que otro auto pasar por las calles fuera de la universidad. No se consideraba una gran miedosa pero había visto una considerable cantidad de películas de terror como para saber que siempre había un apagón antes de que el asesino atacara.

Cuando las dos dieron con la imponente casa zeta se miraron mutuamente, pensando en si era buena idea tocar.

Antes de que Jeongyeon golpeara la puerta, esta se abrió, Momo apareció junto a Jihyo. — ¡Llegaron!

Ambas chicas fueron arrastradas al interior, pronto la calidez del lugar las envolvió liberándolas del frío que habían soportado todo el camino.

— Cuando Momo me dijo que vendrían no creí que cumplirían. Vengan. — Siguieron en silencio a una sonriente líder, conocían muy bien esa parte de la casa, la enorme y elegante sala estaba con doce chicas aproximadamente. La rubia sintió marearse la verse rodeada de nuevo por ellas, sin embargo, había algo nuevo, todas estaban calladas y tranquilas.

A pesar de ser un grupo grande, tenían miedo. Y en parte, tenían razón para estarlo, las velas que habían encendido para alumbrar la casa sólo daba un aspecto pesado, digno de una cinta de terror.

Mina por su parte, detuvo su búsqueda cuando dió con Nayeon, la mayor llevaba una graciosa mascarilla sobre su rostro; la pelirroja hizo un sobreesfuerzo para no burlarse frente a todas.

— ¿En serio les asusta esto? — La rubia se sentó en el pequeño espacio que había en el gran sofá. — Y bien... ¿tienen comida? — Se quejó cuando su amiga le dio un golpe en la cabeza.

— No le hagan caso, por favor.

— Ya están aquí. — Chaeyoung bajaba las escaleras dedicándole una sonrisa a las dos nuevas. No tardó en posicionarse al lado de Mina y tomarla del brazo. — ¿No les dio miedo cruzar todo el campus?

— ¿Miedo? No, no da miedo. — Mintió la japonesa.

— ¡Tengo una idea! — El grito de Yeri asustó a todas las presentes y se ganó una letal mirada por parte de la rubia que se llevó una mano a su pecho. — Lo siento. — Susurró. — Aprovechemos este ambiente.

La habitación quedó en silencio, si bien no era una buena idea tanto para Momo como para Jeongyeon, todas estuvieron de acuerdo en formar un círculo para que la sesión de historias de terror iniciara.

Mina quedó entre Nayeon y Jeongyeon, mientras que esta última por primera vez aceptó la invasión de su espacio personal por parte de la japonesa mayor, no es que estuviera asustada, no, no, pero quería a alguien cerca por si necesitaba apoyo emocional.

— ¿Con miedo, Myoui? — Preguntó con una media sonrisa la castaña.

— Después de verte a ti con una máscara, nada puede darme miedo. — Se burló ganándose un golpe sobre su frente.

Un golpe en la ventana producido por las ramas de un árbol fuera de la casa hizo saltar a Nayeon, la pelirroja arqueó sus cejas.

— Miedosa. — Susurró.

— Bien, empecemos. — Jihyo tomó la palabra y se alumbró el rostro con la linterna de su teléfono.




Me iba a quedar muy largo si seguía, así que lo dividí en dos. Espero tener suerte con mi internet y subir la segunda parte mañana c:
Quería este capítulo lleno de Minayeon y no necesito de tu aprobación.

Susurro: estúpida nerd.

Posdata: si ven un error, un hechicero lo hizo, mi internet está kk y tengo miedo a que no lo haya subido correctamente :(

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