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05. liar



— No lo entiendo. — Nayeon caminaba en círculos, tenía un pequeño remordimiento por todo lo que había pasado las últimas horas. Quiso una respuesta de Chaeyoung pero esta se mantenía acostada y muy concentrada tratando de armar un cubo de Rubik que le había quitado a Yeri, sin embargo, apenas y lograba una cara. La castaña se acercó a ella, tomó el juguete y lo lanzó por la ventana. — ¡Esto es serio! ¡Hazme caso!

— ¡Yeri me va a matar! — La menor se acercó al marco de la ventana y trató de hallarlo entre la oscuridad. Soltó un suspiro resignada, buscaría uno por internet después. Se giró y caminó volviendo a su cama. — ¿Qué es lo que no entiendes?

— Dijo que eran hermanas pero sus apellidos son diferentes.

— ¡Tu salvación llegó! — Jihyo ingresó a la habitación de las dos chicas con una gran sonrisa y Momo tras ella con un ordenador portátil. — Secretaria Hirai, exponga lo que encontramos.

— Sí mi jefa. — La pelinegra ajustó sus gafas sin luna que había encontrado por ahí. — Myoui Akira contrajo matrimonio con Jeon Sunhee, una viuda que había estado casada con un canadiense hace mucho. Mina y Somi se conocen aproximadamente cuatro años y al parecer tienen una gran relación entre hermanas. ¿Algo más que deseen saber?

Chaeyoung y Nayeon se quedaron boquiabiertas.

— ¿Cómo averiguaste todo eso?

— Ah, Facebook, Twitter y Weibo. Por eso no deben exponer tanto de su vida. — Explicó Momo dejando a sus tres amigas completamente sorprendidas por la seriedad de sus palabras. — ¿Qué? — Se encogió de hombros. — La seguridad virtual es importante. 

— Como sea... ¿Qué más tienes?

—Míralo por ti misma. —Momo le entregó la portátil a la castaña y esta revisó el perfil de Somi con detenimiento. Una sonrisa apareció cuando dio con una foto de la mocosa junto a Mina, ambas mirando a la cámara, abrazadas y sonrientes, por un momento olvidó que esa misma pelirroja la sacaba de quicio. Hasta agradable se veía.

—Ahora, Nayeon, dinos qué hiciste. A ti no te importaría una niña que ni estudia aquí. — La castaña mordió su pulgar, Jihyo la mataría por haberse dejado llevar sólo para molestar a la pelirroja. Odiaba que sus amigas la conocieran tan bien.

—Quizá... Y repito, QUIZÁ esparcí rumores de esa chica pensando que tenía alguna relación con Myoui. 

La líder viró los ojos. 

—Pero, ¿por qué te preocupa? Si ni estudia aquí.

— Porque, se quedará mañana, estará todo el día con Myoui y ...

Puede escuchar esos rumores. Completó Chaeyoung. ¿Mina te importa unnie? No te preocuparías fácilmente por algo así.

—Ugh, no, pero esa mocosa no tiene la culpa, tampoco soy un monstruo. — Y tal vez, sólo tal vez Nayeon empezaba a acostumbrarse a esa irritable japonesa, a esa llamativa melena y esa sonrisa triunfante cada vez que la llamaba "fea". Estúpida nerd, debió quedarse en el anonimato y nunca conocerla. Odiaba sentirse culpable por algo que, probablemente, días atrás le habría válido muy poco.

—Somi-ah. —Mina movió con cuidado el cuerpo de la menor, sabía que Somi sólo se estaba haciendo la dormida para evitarla pero no se rendiría, conseguiría el perdón de su hermana esa mañana. — Pequeña. —La llamó usando su último recurso ya que la azabache amaba ese apodo más que su propio nombre, sólo si era Mina quien lo pronunciaba.

Poco a poco la menor fue girándose. — ¿Qué?

— ¿No me vas a hablar nunca más?

— No.

— Bueno, ya me estás hablando. — Sonrió esperando lo mismo de su hermana, pero nunca llegó.

Sólo había una cosa que la ayudaría. Tomó una gran cantidad de aire rezando para que funcione y no termine con un ojo morado; se inclinó hasta el cuerpo de su hermana y sus manos iniciaron una sesión de cosquillas.

Somi se empezó a mover tratando de evitarla pero le era imposible reprimir sus risas.

— ¡Suelta! ¡Suelta! — Rogaba, no quería caer tan fácilmente, estaba enojada y así permanecería incluso si sus risas decían lo contrario.

— ¡Di que me perdonas!

— ¡No!

— ¡Vamooooos!

— Ya, ya, tú ganas. — Su estómago le dolía y cuando Mina se fue alejando aún sentía pequeños espasmos.

La mayor sonrió satisfecha antes de que su pequeña hermana aprovechara su fuerza e invirtiera la situación. La espalda de Mina volvió a estamparse sobre el colchón, y el cuerpo de Somi quedó sobre el abdomen de la japonesa.

— Eres... una... tramposa. — A cada palabra era un golpe en su mejilla, no doloroso pero tampoco suave.

— ¿Ya no estás molesta?

— ¿Qué pasó contigo, Minari?

— Es de mala educación responder una pregunta con... — Sus palabras murieron por la fría mirada de la azabache. —Bien, bien, yo sólo... no sé qué pasó, ¿sí? Y sé que estuvo mal, soy consciente de eso. No me voy a excusar, soy una idiota, hija de puta o como quieras llamarme. Pero no quiero perder a mi hermanita por mis errores, ni que ella se decepcione nuevamente de mí.

No hubo respuesta, la mirada de Somi la inspeccionaba tratando de hallar alguna duda, alguna mentira.

— No lo volverás hacer. —No era una pregunta, definitivamente le ordenaba acabar con ese comportamiento. 

Mina soltó un suspiro. — No lo volveré hacer.

"Gran mentirosa" Se regañó mentalmente.

— ¡Aquí están las donas! Oh... debí tocar. —Jeongyeon ingresó apenada mientras que Somi se retiraba del cuerpo de su hermana con sus mejillas ardiendo y Mina se cubría el rostro con una almohada.


El día, para su sorpresa, pasó más rápido de lo que creía, Somi y ella habían logrado tener un tiempo de hermanas agradable; sin embargo, y a pesar de que todo había transcurrido 'normal' no pudo evitar ver a cada lugar al que iban a chicas pertenecientes a la casa Zeta, como si vigilaran cada uno de sus movimientos.

Por un momento creyó que era obra de Eunha pero descartó la idea de inmediato cuando vio a Nayeon esconderse tras un poste mucho más delgado que ella.

¿Había cometido un error en pedir tregua por ese día? O tal vez había hablado con la persona incorrecta. ¿Ese grupo de locas planeaban algo malo?

"Sabía que debía hablar con Jihyo."

—Unnie. —Somi chasqueó sus dedos frente al rostro perdido de la mayor. —¿Me estás escuchando?

—Lo siento Somi. — Se disculpó. — ¿Puedes repetirlo? — Bajó su mirada hasta el vasito de helado que tenía entre sus manos y sacó un poco de esa deliciosa crema en la cucharita.

— Jeongyeon unnie me dijo que podíamos ir con ella a esquiar en vacaciones con su familia y...

— Hey, miren, ¿no es ella? — Un grupo de chicos se acercaban a las dos hermanas, por las chaquetas que llevaban pudo identificarlos, estaban en el equipo de fútbol. — ¡Sí! Dawon, mírala.

Mina frunció el entrecejo cuando Nayeon hizo acto de presencia, poniéndose de puntitas para rodear los hombros del capitán con su brazo. — ¡Hola! ¡Frank! No te he visto hace mucho.

La castaña sudaba frío teniendo miedo a que alguno de esos cavernícolas soltara algún comentario innecesario y, por eso mismo, se había encargado de seguir al par de hermanas para evitar que escucharan algún calificativo esparcido por ella misma. Ser una buena samaritana era muy agotador.

— Na... Nayeon. — El joven se ruborizó ante la presencia de la coreana, era la primera vez que tenía su atención. — ¿Qué... qué tal, huh? — Su intento por sonar tranquilo y despreocupado se ganó unas risas de sus amigos. 

— Paseaba por aquí y pensé ¿por qué no saludar al mejor capitán de fútbol que ha tenido Hayeang?

La japonesa arrugó su nariz, ¿qué diablos le pasaba a Nayeon? Primero la seguía a cada lugar que iba con Somi y ahora montaba una clara escena falsa, el único que no se daba cuenta era el chico que sonreía como idiota pensando que las palabras de la coreana eran ciertas. 

"Ingenuo."

— Ehm. Con permiso. — La pelirroja se levantó junto a Somi y se alejaron de esa incómoda escena.

— Nayeon, estaba pensando, ¿por qué no salir? Tú y yo seríamos la mejor pareja...

— ¿Eh? — La castaña observaba las espaldas de las dos hermanas a unos metros. Giró su rostro y encaró al chico. — Nos vemos Frank. — Se despidió dando golpecitos al hombro del más alto.

— Es Mark... — Pero a esas alturas, le importaba poco cómo era llamado.

— Oh, es cierto. — Detuvo sus pasos y giró su rostro. — No se atrevan a hablar mal de alguna de ellas o me encargaré de que el director cambie al equipo por completo. — ¿Tenía el poder para hacerlo? ¡Claro! No había nada que Im Nayeon no consiguiera, una llamada a su padre, el gran amigo del director, y tendría a todo el equipo de fútbol fuera de juego, literal.

Y se alejó, dejando con las palabras en la boca a un confundido capitán.




—Eso fue raro. — Comentó caminando hacia atrás, observando a lo lejos a Nayeon y el grupo de chicos.

— Somi, gírate, puedes caerte. — Advirtió su hermana al notar que la menor no quitaba su vista de la castaña. — Nayeon suele comportarse raro. Bueno, ella y toda esa fraternidad.

— ¿Te refieres a que nos siguieron todo el día? — Mina la miró sorprendida, creía que había pasado por desapercibido su hermana. — No me mires así, esas chicas tienen de espía lo que tú de pasiva. A kilómetros podía saber que nos seguían.

La japonesa rió por el comentario de la menor.

— Ven, vamos a la habitación para que puedas cambiarte. En una hora vendrá el chófer de papá para recogerte.

— Es una pena. Quería quedarme más tiempo aquí, contigo. — Estiró su labio inferior en busca de alguna reacción por parte de su hermana, cosa que consiguió a los pocos segundos cundo sintió los brazos de Mina rodearla y besar su mejilla.

— El próximo año estaremos juntas.

— Sí, pero con todo lo que pasó ayer y hoy no tuve tiempo para molestarte.

— ¿A qué te refi... ¡Somi! — La japonesa se alejó lo suficiente cuando una mano se posó en su entrepierna. Su respiración se descontroló.

La menor rompió en risas. — ¡Debiste ver tu cara! Ya no exageres, sólo fue un roce chiquito. —Tomó la muñeca de su hermana y se llevó a la boca lo poco de helado que aún había en el vasito, acción que terminó siendo sólo una erótica provocación para la mayor.

— Maldita niña. ¡Vamos!

Jeongyeon y Mina se encontraban paradas frente a Somi, el lujoso auto esperaba tras las rejas que separaba el mundo universitario de Hayeang con las poco transitadas calles.

— Te voy a extrañar. — Admitió la pelirroja, recibiendo el cuerpo de su hermana y envolverse en un prolongado abrazo. Jeongyeon las observó en silencio, sabiendo que esa despedida era algo dolorosa para su mejor amiga.

— Intentaré volver pronto. — Cuando se separó limpió las lágrimas de sus ojos para evitar llorar frente a las dos chicas, eso se lo guardaría para cuando estuviera dentro del auto. Ahora, girando su rostro, sonrió a la rubia y la abrazó. — Nos vemos, Jeong unnie.

El auto partió mientras Mina agitaba su mano en despedida. Después de unos minutos en silencio, las dos caminaron de regreso. Al ser las 18:00 horas todos se encontraban de regreso en sus habitaciones para descansar de sus horarios, sólo algunos rondaban por ahí. 

— Se ve que te adora. — Comentó Jeongyeon.

— Y yo a ella. Cuando mis padres se divorciaron, mamá regresó a Japón con Kai y yo me quedé con papá, pero él siempre estaba ocupado y yo me encontraba sola. Cuando Somi se presentó como mi futura hermana creí que sería difícil de llevarlo, sin embargo, fue todo lo contrario gracias a ella. Realmente la veo como mi hermana menor.

— Piensa inscribirse el próximo año. Me alegraría tenerla aquí y que te quite esa cara de culo que siempre te cargas.

— ¿Te he dicho alguna vez que eres toda una dama refinada? — Se burló la menor antes de reír.


Nayeon soltó un suspiro de alivio cuando vio partir a la mocosa; a lo lejos divisó las siluetas de Yoo y Myoui que caminaban de regreso, su trabajo había concluido y no podía sentirse más agotada. Bajó las gradas de la gran cancha de fútbol donde unas horas atrás habían estado las dos hermanas y donde ahora ella había tenido panorama de la despedida de la pelirroja con la azabache. Necesitaba una ducha con agua fría.

— Unnie. — Chaeyoung se iba acercando con una sonrisa. — Lo lograste. — Nayeon asintió con desgano, quería dormir.

— Esa cuatro ojos me debe la vida por no permitir que insultaran a la irrespetuosa de su hermana.

— Si no hubieras esparcido rumores te lo habrías evitado. — Comentó divertida la menor, rodeó con su brazo los hombros de la castaña e iniciaron su caminata hasta la fraternidad.

— No fue mi intención hacerlo, esas dos no parecen hermanas. — Escuchó suspirar a la más baja. — ¿Todo en orden, Chaeng? 

— Su hermana me agradó.

— ¡Alta traición! — La empujó con su hombro, recibiendo lo mismo como respuesta.

El juego de ambas chicas se vio interrumpido cuando Momo llegó corriendo, con su rostro preocupado y gotas de sudor acumulándose sobre su frente por la maratón.

— Creo que querrán ver esto.

Las dos corrieron para seguir a la japonesa hasta llegar a un gran grupo de personas observando una agresiva escena, todos expectantes a lo que pasaría y sin la menor intención de intervenir. Nayeon se hizo espacio entre los grandes cuerpos de algunos estudiantes y al llegar al frente sus ojos se ampliaron. 

Jeongyeon abrazaba por la cintura a Mina, la cual tenía un hilo de sangre desde su labio inferior hasta el mentón, pero eso parecía importarle muy poco, la pelirroja estaba a punto de irse sobre el capitán nuevamente.

— ¡Maldita enferma! Mira que coger con la puta de tu hermana...

— ¡Cállate! Maldito imbécil. ¡No te atrevas a insultarla nuevamente! — Ejercía tanta presión en sus puños que sus nudillos se tornaban blancos y sus uñas perforaban la piel de sus palmas mientras que su corazón latía frenéticamente.

Mark sonrió. —Que desperdicio. Un desperdicio de... —Su rostro se volteó por la bofetada que había recibido, en su mejilla quedaba la huella de Nayeon, la coreana lo observaba con asco y enojo sintiendo arder su propia palma, ni se inmutó cuando el más alto se le acercó con intención de devolverle el golpe, sin embargo, se detuvo a tiempo al recordar frente a quién estaba. — Nayeon, ¿qué mierda te pasa? — El varón frunció su entrecejo, esa misma chica lo había halagado horas atrás.

— Largo. ¡Y ustedes también! — Se dirigió a los sorprendidos espectadores.

— ¡¿Qué esperan?! ¡Fuera! — Una nueva voz se hizo presente, Jihyo se acercaba a la escena a paso firme y cabeza en alto, nunca dejaría sola a una de sus chicas, sobre todo si era Nayeon la que necesitaba de ella. — Y tú, estúpido cobarde, es mejor que desaparezcas o haré que te expulsen ahora mismo. 

Chaeyoung y Momo sonrieron con orgullo mientras se acercaban a las dos chicas, Jeongyeon aún abrazaba a la pelirroja.

La menor entre todas le hizo una señal para que la soltara. — Mina unnie. No vale la pena, es un idiota que no sabe lo dice. — La japonesa quiso contestarle, pero la ira no le permitía pensar con claridad, apenas y pudo asentir lentamente.

Los estudiantes reunidos se fueron dispersando, no dispuestos a meterse con las chicas que prácticamente gobernaban la universidad. 

— No se quedará así. —Se dirigió a la pelirroja y antes de irse posó su mirada en la castaña. —Nayeon, defiendes a la persona equivocada.

— No me hagas perder lo poco de paciencia que me queda. —Amenazó, y sin recibir respuesta vio partir al futuro ex capitán de fútbol.

Un silencio incómodo reinó, Nayeon lentamente se giró y caminó hacia Mina.

—No era necesario que hicieras eso por mí, Im.

— ¿Puedo? — Omitió las palabras de la pelirroja dirigiéndose a Jeongyeon quien rápido entendió lo que quería, aunque se lo pensó dos veces antes de aceptar irse, no se confiaba de Nayeon.

— Vamos, Jeongie. — Momo rodeó el brazo de la rubia para jalarla consigo.

— O...Oye suéltame. — No pudo discutir y fue llevada por la fuerza, nuevamente, por esa hiperactiva japonesa.

— Creo que nosotras nos vamos. — Jihyo susurró y Chaeyoung asintió dando una última mirada a Mina que mantenía la cabeza gacha.

Cuando todo se resumió a sólo dos personas en el enorme espacio, Nayeon pensó en cómo debía dirigirse a la menor, esa punzada directo a su corazón que la hacía sentir culpable le incomodaba.


— ¿Por qué lo hiciste? Necesitaba callar a ese imbécil.


—Tu labio dice lo contrario. —Se cruzó de brazos. —Puedes ir quitándote esa idea de la cabeza, yo me encargaré de él y...


— En serio, Nayeon, no sé por qué te portas amable conmigo. — Las acciones de la coreana lograban inquietarla y pensar más de la cuenta; y mientras limpiaba el rastro de sangre en su rostro dio con una errónea conclusión. — Fue Eunha la que habló así de mi hermana, ¿no? Claro, por eso te portas así conmigo, sólo la proteges, ¿dónde está?


— Mina...


— ¡¿Dónde está esa hija de puta?!


— ¡No fue ella! — Nayeon se sorprendió cuando la pelirroja la tomó del cuello de su blusa, podía sentir la respiración agitada de la chica chocar con su rostro.


— Tú sabes quién fue, ¿no? Dímelo.


Tal vez, sólo tal vez por una milésima pensó en decirle la verdad, sin embargo, temió y no precisamente por recibir una paliza por parte de la menor.-que se la merecía.-, había algo más que se lo impedía.


— No lo sé, Mina, pero Eunha jamás lo haría, ella te quiere.


La japonesa la soltó, Nayeon tuvo que retroceder unos pasos ante la fuerza que había usado la chica con ella.


— Me quiere. — Rió falsamente.


— ¿No me crees?


— No me interesan sus sentimientos. — El tono indiferente, seco y frío congelaron a la mayor en su sitio, ¿era la misma Mina? — Pero que te agradezca, te estoy dando el beneficio de la duda, Im. Sólo por eso lo olvidaré. — Giró sobre sus talones sin importarle lo que diría la castaña.


— Espera.


Mina se detuvo a unos metros, la reacción de Nayeon había sido algo lenta.


— Déjame ayudarte con eso. — Señaló su labio. — Y no me interesa lo que tú quieras, idiota, que hoy me estoy pasando de buena contigo, recuerda que mañana se te acaba la tonta tregua.


La pelirroja sonrió, al fin tenía de vuelta a la engreída de Nayeon.



  —  

En este comeback Mina embarazó a medio fandom. 

No sé cuántas veces modifiqué esta parte, Wattpad no quería guardaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaar.

Si ven algo raro no fui yo, fue Wattpad o un hechicero lo hizo :'(. 

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