~PRÓLOGO~
No sé porqué me ven así...
Estaba encojida en mi asiento, observando con timidez cómo mis compañeros de clase me observaban como si fuese un experimento fallido.
Algunos me veían como si hubiesen descubierto algo que después de exhaustivas búsquedas por fin encontraron, otros con indiferencia y altivez, como si les presumiese mi condición y otros... simplemente pasaban por alto mi presencia, bueno, al menos gracias a estos últimos no tenía más miradas sobre mí. Estaba ya harta del mismo proceso todos los días, como si no me hubiesen visto ya otras veces...
Yo no tengo la culpa de haber nacido así, no es como si les hubiese dicho a mis padres, "Hey, quiero existir, quiero nacer". Cuando simplemente llenaba una parte más en la nada; no sentía, no respiraba, no vivía, no existía...
Me reacomodé en mi asiento, irguiendo mi columna y mirando al frente como si nada, ignorando todas esas miradas curiosas para prestarle atención al maestro que acababa de entrar al salón de clases, cargando dos libros color vino de pasta dura, uno un poco más grueso que el otro.
Mi maestro es un hombre de unos 25 años, muy agradable e inteligente, sabe expresarse bien y hace que sus clases no sean pesadas, ¿cómo decirlo...? se pone al nivel de chicos de preparatoria, a nuestro nivel y nos explica de una manera divertida y que nosotros podemos entender bien.
No es la octava maravilla pero tiene lo suyo, es muy simpático; tiene hoyuelos que salen a la luz cada vez que le pregunta ha algún alumno desprevenido qué fue lo que entendió de lo que acaba de decir, el cual no tiene ni la más mínima idea, quedándose en blanco pensando en algo para responderle y no quedar en evidencia ante las miradas expectantes de los demás, terminando a fin de cuentas por decir un apenado y patético "No puse atención". También tiene unos ojos verde avellana que se te quedarán viendo fijamente si se te ocurre ponerte a cuchichear con algún compañero mientras él da la clase, claro que no lo notarás porque mientras te ve hablando de mil y un cosas con tu mejor amigo/a seguirá hablando del tema como si no pasase nada, lo voltearás a ver en cuanto la persona con la que estás hablando te lo haga saber, entonces lo mirarás y verás que su entrecejo está levemente fruncido.
Sus labios rosas y carnosos se curvarán en una sonrisa y pronunciarán un "¡Felicidades, si sigues con estas notas llegarás a ser más grande que Shakespeare!" si sales con una buena calificación en el parcial, y por el contrario se formarán en una línea recta si en una de esas pocas veces que suele suceder llegaras a sacar una nota baja, pronunciando un "Pon más atención, la literatura no es difícil, es hermosa y expande los horizontes de las mentes solitarias".
Esto sin mencionar sus demás rasgos faciales muy varoniles, su estatura de... haber... el más alto del salón mide 1.86 y estando al lado del profesor Levi este último es unos centímetros más alto, yo digo que ha de medir sus buenos 1.95 m,... ¡Madre mía, es un rascacielos!, yo a su lado soy una casa en construcción del segundo piso, digamos que mis escasos 1.60 m no son nada a lo que podría ser bien un jugador de baloncesto, pero bueno, creo que ya me he desviado bastante del tema. Ehh, ¡ah sí!, tiene buen cuerpo, está nalgón... ehh su cabello es como ondulado-quebrado de color castaño oscuro y, ahora que lo pienso detalladamente... ¡el hombre está que se cae de bueno!.
Suspiré. Bueno... es hora de la primera clase del día, Literatura.
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Eran las 10:05 a.m., qué alivio que las primeras tres horas de clases pasaron, y no es que no me guste Literatura, es una de mis materias favoritas pero ¡¿tres horas?!, sentía que ya se me estaba borrando la raya, lo bueno es que ahora mismo me encuentro en receso.
Estaba parada, apoyada en el marco de la puerta del salón de clases, viendo cómo los alumnos pasaban de un lado a otro por el angosto pasillo, usualmente no salgo al patio, cancha, cafetería o algún otro sitio de la escuela para evitar miradas, no es que me importe mucho la verdad, pero la sensación de tener muchas miradas sobre mí hace que me incomode y no pueda estar a gusto.
Volteé hacia la derecha y vi a un par de chicos que pasaban por ahí, estos me miraban mientras se susurraban cosas y reían, los ignoré y volteé hacia el lado contrario, pasados unos segundos pasaron por delante mío, y ahí fue donde pude oír su conversación:
Mira los ojos de esa chica, parece un marciano -dijo el más alto de ellos.
Parece un cyborg -comentó su amigo, a lo que ambos chicos estallaron en risas.
Sentí un dolor agudo en la garganta, ese dolor que sientes cuando quieres llorar pero simplemente te aguantas las ganas por ya sea no derrumbarte en público o simplemente para no darle la satisfacción a esas personas que te lastiman y te humillan, así que con la cara en alto esperé a que pasaran de largo para dar media vuelta e irme a mi asiento.
Una vez ahí miré por una de las dos ventanas que estaban a mi costado izquierdo, el cielo estaba despejado y todo allá afuera se sentía tranquilo, ignorando lo que pasaba en mi interior...
¡Estoy harta!, ¡dejen de juzgarme sin siquiera conocerme!, ¡dejen de verme así por favor! ¡ya basta!, ...sé que si me conocieran les caería bien...
Además, no tiene nada de malo ser así, ni que fuera una bruja como creían siglos atrás, me gustan mis ojos tal y como son, me diferencían de los demás y ser diferente es bueno, significa que eres original y ¡a la porra con ellos!.
Me siento orgullosa de tener heterocromía.
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