
02. La cazadoras dan mal rollo
VALERIE
-No os separéis.- dijo Betty, y como buenos niños con TDAH, hicimos caso.
-¿Dónde están?- choqué con Thalía, que buscaba a los otros dos.
-No lo sé.- le agarré de la chaqueta y corrimos a la salida, donde chocamos con Grover.
-¿Recordáis la conexión telepática?- asentimos.- Es Percy.
-¿Que te dice?- pregunté.
-Grover, ven.- suspiré agotada. Miré al muro que teníamos delante.
-¡Que específico Jackson!- murmuré para mis adentros
-¡Chicos!- gritó Betty y yo la abracé.
-Tenemos que distraer a Latiza.- comentó Thalía.- Eh, Castellan no te rías.- puse una cara seria cuando Thalía dijo eso.
-¿Y Espino?- preguntó Annabeth.
-Si está con Percy y los otros...- no terminé mi frase. Me temía lo peor.- Una distracción, y la necesitamos ya.
-Yo me encargo.- Betty se puso su gorra de los Yankees y desapareció. Oímos gritos y un cristal rompiéndose. Latiza corrió hacia el gimnasio y Annabeth apareció a mi lado.
-Eres increíble.- le dije.
-Lo sé.
Salimos y el frío de fuera nos recibió con un puñetazo de vientos helados. Volví a abrazarme a mí misma y esta vez, sí conseguí activar mis poderes y entrar en calor. Grover y las otras se pusieron a mi lado y cada uno me agarró de una mano o un brazo. Era una estufa portátil.
-Tengo otro mensaje de Percy.- chilló Grover.- Dice que Espino es un lanza pinchos y que está loco.
-Grover, encuentra a Percy.- él inspiró profundamente y señalo una dirección.
-Es por allí.- dijo el sátiro.
Nos metimos por el bosque y Grover nos iba guiando, gracias a mi padre que mis poderes se activaron justo a tiempo. El bosque era oscuro y gracias a mi luz podíamos ver más o menos. Y por lo menos no estábamos convertidos en unos helados.
Nos encontramos con una imagen terrible. Los cuatro mestizos estaban al borde de un acantilado y Espino estaba moviéndose mucho. Parecía que lanzaba cosas, pero eran muy difíciles de distinguir. Nico estaba aferrado a los brazos de su hermana y de Troy.
-Os quieren vivos. Por que creedme que si de mí dependiera, estaríais muertos.- siseó Espino.
-Si crees que nos van a pedir un rescate, estás equivocado. No tenemos familia. Solo somos nosotros tres.- contestó Troy. Oí un suspiro a mi lado y Annabeth estaba mirándole sonrojada.
-Betty, ¿qué te pasa?- retomó la compostura.
-Nada. Déjame en paz Rapunzel.- reí ante su nerviosismo. Volví a mirar al frente.
-Enseguida conoceréis a mi jefe.
-Es Luke. Trabajas para Luke.- ahí estaba de nuevo ese dolor punzante en el corazón.
-No tienes ni idea, Perseo Jackson, el General te informará de todo.- ¿Quién es el General?
-Ahí está, su transporte.- miramos hacia arriba.
Un helicóptero se acercaba a gran velocidad hacia nuestra zona. Saqué una flecha y la puse en mi arco, barajé las posibilidades de disparar al helicóptero, pero podría caer sobre Percy y el resto de mestizos, por lo que guarde la flecha de nuevo.
-El Gran Despertar está cerca.
-¿El Gran Despertar?- preguntó Percy.
-Sí, hijo de Poseidón, los peores monstruos de todos los tiempos, despertando. Monstruos que no se veían desde hace miles de milenios, causarán la muerte del Olimpo, y vosotros tres, sois más que necesarios para ello.
Sentí a Annabeth ponerse su gorra y desaparecer a mi lado. Saqué mi cuchillo de caza y lo lancé al árbol de detrás de Espino, lo que hizo que se girase y Annabeth aprovechó para hacerle un placaje a los cuatro mestizos en peligro.
-¡Annie, estás bien!- chillé mientras empezaba a disparar flechas a Espino, pero las esquivaba todas.
-¡Sí, solo rasguños!- suspiré aliviada al ver a mi mejor amiga a salvo.
-Es una mantícora.- murmuré para mí misma.
En el fragor de la batalla, se escuchaba el helicóptero cada vez más cerca, la música de la flauta de Grover y el choque de las espinas de Espino contra el escudo de Thalía. Rodé por el suelo esquivando alguna que otra espina y me puse junto a Percy.
-¿Estáis bien?- pregunté a los Di Angelo.
-Una heroína.- sonreí ante las palabras de Nico.
-¡Cuidado!- Percy me abrazó a su cuerpo y activó el reloj-escudo que le regaló Tyson el año pasado, las espinas de la mantícora.
-Gracias.- sonreímos un poco y preparamos nuestras armas de nuevo.
De repente, el helicóptero estaba justo al borde del acantilado. Preparé una flecha trucada y la disparé, deseando que explotase, pero la flecha se detuvo a mitad de su trayectoria y se dirigió de nuevo a nosotros. Agarré a Nico y Bianca y les aparté de ahí, mientras Percy hacía lo mismo con Troy.
Escuchamos el sonido de un cuerno siendo soplado. Miré a mi alrededor buscando a las persona que hicieron sonar el cuerno. Espino se quedó paralizado en el sitio, aterrado por lo que fuera que hubiese sido ese sonido.
-No puede ser...- chilló aterrado. Soltó un grito de dolor en cuanto una flecha de plata le atravesó el hombro.
-¡Sí! por fin llegáis.-Recogí mis propias flecha y volví a disparar una y otra vez, dándole en los brazos y piernas a la mantícora.
-¡No es justo!- chilló Espino, mientras recargaba, la mantícora me atestó un golpe con su cola en mi pecho, por lo que me estrelló contra un árbol.
-¡Valerie!- Percy corrió a mi lado.- ¿Estás bien?
-Escucho borroso.- Percy sonrió y me ayudó a levantarme.
-No cambias, eh, Legolas.- sonreí y pasé mi brazo por su cuello, el golpe me había hecho que me torciese el tobillo.
-Esto va contra las normas naturales.
-No es cierto, tenemos permitido cazar, y lo sabes.- dijo una chica de unos doce años pelirroja, me miró y sonrió levemente.
-Bien, sino me los llevo vivos, me los llevaré muertos.
-¡No!- Annabeth gritó en cuanto la mantícora salto a por Percy y a por mí.
Saltó a su lomo y le clavó su cuchillo en la espalda. Las cazadoras empezaron a disparar, yo estaba aterrada de que le disparasen por accidente a Annabeth, debido a esto, el monstruo empezó a tambalearse y cayó por el acantilado.
-¡Annabeth!- salté por el acantilado, pero una ola me rodeó y me devolvió a tierra firme.- Percy te juro que como no me dejes bajar, te clavaré una flecha entre ceja y ceja.- dije entre llantos.
-Lo siento, Valerie.- pero no podemos perder a dos en una sola noche.- dijo la cazadora pelirroja.- Y menos si una es mi sobrina.
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