Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

23.


"Creo que ya he visto esta película antes. Y no me gusto el final..."


No puedo negar más mis sentimientos hacía él. Le quiero, le pienso, le extraño. Sobre todo porque la mañana siguiente, cuando despierto. He descansado cómo nunca.

Cuando eres ayudada a menudo por pastillas para dormir, todo porque el estrés y la ansiedad se apoderan de ti por las noches lo mejor que puedes dormir son unas pocas horas. Y yo a eso no le llamaría sueño de calidad. Ni tampoco descansar.

Eso para mí no es dormir.

Esto sí.

Tengo tanta paz dentro de mi corazón, amor y felicidad que fácilmente me quedé dormida en cuanto entré en la cama anoche. Y hoy es más de lo mismo. María viene en la mañana para ayudarme a dar una ducha rápida, comí mi desayuno afuera sola. Ya que el presidente me ha hecho saber a través de uno de los guardaespaldas que siempre me acompañan que ha tenido que salir muy temprano a su oficina.

Antes ni los buenos días me daba, ahora me han despertado con noticias de él por todas partes.

Incluso María no ha dejado de recalcarme que solo ha ido a trabajar, que no ha corrido de mí, que volverá. Casi como si estuviera adivinando mi pensamiento.

Sí, se me ha pasado por la cabeza salir corriendo de nuevo. No sé qué hace el amor en mí que siempre que lo siento en la más mínima cantidad, sobre todo tratándose de él, eso es lo único que busco hacer.

Correr.

Estoy cómodamente sentada en un sillón de la biblioteca cuando Dimitry entra precipitadamente en la habitación y pide a gritos por mi ayuda.

Apartó el libro de un solo movimiento. Lo arrojó fuera y este cae lejos, en el suelo.

—Venga conmigo, por favor —me pongo de pie rápidamente y tomó las muletas que descansaban recargadas contra el sillón.

Las coloco debajo de mis hombros y comienzo a caminar apresuradamente. Él no dice nada, pero quiere preguntarlo.

—Si me dices que pasa te dejaré llevarme ahí en tus brazos. Podremos ir más rápido de esa manera.

Él asiente y habla.

—Es el presidente. Está herido.

—¿Herido? ¿De qué tipo?

Él no responde, y es cuando todo se suma y lo entiendo. Ni él quiere decirlo porque es grave y es el momento de no hacer preguntas. Me calló.

Asiento y me levanta en sus brazos. Después corre por el pasillo llevándome delicadamente aferrada a su pecho, mis manos están en su camisa. Agarradas fuertemente.

Esperando lo peor y rezando para que mis peores pensamientos que están volando ahora de manera descontrolada dentro de mi mente no se hagan realidad.

Todos los guardaespaldas en la casa se nos han sumado, incluso los míos. Vienen a nuestro encuentro y nos siguen de cerca. Muy de cerca.

Un médico a quién reconozco como el que me reviso la última vez que lo requerí se nos suma también, del lado derecho.

—Dimitry, ¿qué pasa? —Él no me ve. Pero estoy desesperada. Mis manos tiemblan, tengo frío y miedo.

—No lo sabemos, está mañana el presidente ha salido hacía su casa de manera precipitada y ahora ha regresado de manera abrupta y pidió por usted primero antes que por los médicos.

—Eso ya lo sé hombre, pero quiero decir ¿qué está pasando con él? ¿Está vivo o...? —No digo nada por temor a que esto se haga realidad. Otro médico entra en nuestro campo de visión. Corre por el pasillo y se mete en la habitación que se que es la de él, al final del pasillo.

Llevaba gasas, vendas, alcohol y otras cosas de primeros auxilios en sus manos. Quise bajarme de los brazos de Dimitry en cuanto vi lo que llevaban. Porque algo malo debía de estarle pasando para que esas cosas le fueran llevadas.

—Dimitry, ¿qué demonios está pasando? —Llegamos a las puertas y cuándo entré casi me quedó helada con lo que vi.

Antes he visto sangre, no es ajena a mí. Estoy entrenada para curar y dar primeros auxilios, casi de memoria. Lo hago sin importar quién o la situación en la que estén.

Pero verla salir de una persona que quieres y te importa tanto, no es lo mismo. No puedes actuar como si nada, o cómo se debe que es de manera seria y fría. Casi me caigo al suelo al ver al presidente con la camiseta, antes blanca y pulcra, empapada de sangre roja y caliente.

Toda su manga derecha estaba cubierta del líquido rojo cuando le vi, dos médicos de ese lado le limpiaban, verificaban, palpaban y hablaban entre ellos sin mirarle.

Yo, estaba siendo agarrada para no caer al suelo por Dimitry.

El presidente me miró, quizás grité sin darme cuenta. La escena transcurría en cámara lenta ante mis ojos. Él extendió su mano hasta mí y yo corrí para encontrarle a trompicones por el suelo.

Valiéndome de mis manos y de mi pierna libre, parecía un perro arrastrándome para llegar hasta él. Pero entendía que hasta que no le cosieran o limpiaran él no podía moverse.

Me arrepentí tanto en ese momento de haberle dejado ir antes sin reconsiderar pasar la noche anterior con él. Quizás si lo hubiese hecho no habría sido herido como ahora.

Esto era otra cosa que era mi culpa. De nuevo.

—Adanary... —Dijo cuándo mi cabeza tocó su pecho. Trepe torpemente hasta él y me quedé recargada como si mi vida dependiera de ello.

Él tomó mi cabeza entre sus manos y la aprisionó y protegió cómo su estuviera manteniendo un tesoro junto a él.

—¿Estás bien? —Le besé el pecho abierto por la camisa, le repasé con las manos otras zonas para comprobar que en efecto no estuviera herido de ninguna otra parte.

La exhaustiva búsqueda de la verdad de su chica le dio risa y ternura. Pero a ella aquello no le daba nada de risa. Se separó de él molesta.

—¿Cómo está? Fue una rozadura nada más, ¿cierto? —Dijo ella refiriéndose a los médicos que estaba suturándole ahora la herida— ¿Por eso es qué hay tanta sangre?

La chica no apartaba la mirada de la herida, ya no salía sangre pero sus ojos seguían mirando hacía ahí.

—Estoy bien —él tomó su rostro y le regresó hasta dónde estaban sus ojos, obligándola a que le mirará.

—Tú no estás en posición de decir eso —la chica siguió preguntándole a los profesionales, incesantes y molestas preguntas sobre la condición de su amado.

Él regresó su cabeza y la enterró en el cuello de la chica. En ese espacio cercano al hombro.

—Estoy bien —volvió a repetirle.

Ella siguió sin hacerle caso hasta que un médico cayó ante sus provocaciones y le contesto. Alexei les había advertido a aquellos dos que si se atrevían a abrir la boca y contar la verdad él mismo se aseguraría de que nunca consiguieran trabajo en esta ciudad ni en este país.

Ellos, consientes del poder que la Familia Marroquín tenía se quedaron callados, esto hasta que la insistencia de la chica los hizo sentir acorralados.

—Estará bien, es una herida bastante superficial. Él ha tenido mucha suerte, unos cuantos metros más arriba y... —Alexei miró hacía el doctor, la chica temblaba yaciendo entre sus brazos— él estará bien, no hay de qué preocuparse.

Con eso los dos profesionales de la salud tomaron todos sus instrumentos y salieron de su campo de visión.

—¿Cómo puedes ser tan insensible? —Ella le dijo poniéndose de pie, se alejó y no le miró ahora.

—¿A qué te refieres con eso?

—Los has espantado y seguramente amenazado para que no me digan nada, pero ya te lo he dicho son una mujer grande y fuerte y siempre encuentro lo que quiero. Por mis propios medios.

—¿Qué quieres decir eso?

—¡No te hagas el tonto, sé muy bien que esa ha sido una herida de bala Marroquín! —Su chica se cruzo de brazos, la podía ver aunque ella estuviera de espaldas a él.

También pudo ver que estaba llorando, lo sabía porque sus hombros comenzaban a moverse de arriba debajo de pronto. Se sacudía ligeramente y se llevó las manos a la cara en repetidas ocasiones.

Supongo que para limpiarse las lágrimas que comenzaron a salírsele por los ojos. O cómo ella lo llamaría, a escapársele sin que pudiera hacer nada para remediarlo.

Estaba llorando por él.

Él fue hasta ella e intento girarle. Ella se negó a que si quiera le tocará, el gesto le dolió en lo profundo del alma a él.

—¿Cómo es que lo sabes?

—¿Qué? —Dijo ella sin moverse.

—Qué es una herida de bala.

—Ya te lo he dicho he visto muchas cosas en mi línea de trabajo.

Aquel comentario no es lo que él esperaba. Se le arrugo el corazón de pensar que ella pudiera estar viendo toda clase de cosas desagradables en ese lugar dónde trabajaba. Sabía que no era un lugar fácil para trabajar, iban toda clase de personas ahí.

Era una asociación sin fines de lucro, pero aún así no esperaba que le obligaran a ponerse en peligro cómo ese, tal, para ver esas cosas y que no hicieran nada por impedirlo.

—Lo siento. —Declaró.

—¿Qué sientes?

—Haberte preocupado y mentirte. No quería que te preocuparás al verme por eso les he pedido que no dijeran nada pero ya veo que he fallado miserablemente en ello en cuánto entraste en la habitación.

—Idiota arrogante... —Musito ella sin verle.

Aquel comentario llevó una sonrisa a sus labios.

—No puedes engañarme, aunque lo intentes Alexei.

—Prometo no volver a hacerlo, lo siento —ahora ella si se giró para verle. Alexei tenía razón, ella estaba llorando por él. Llevó sus manos a su rostro y limpió unas pocas lágrimas que caían ahora.

—Más te vale, idiota.

Y ella llevó sus labios a los de él. Está vez tuvo que ponerse de puntillas en el suelo para alcanzarle, pero no por eso el beso fue menos especial. Sin separarse de ella, él la elevo en sus brazos para llevarle a la cama.

Está vez, se quedarían en la cama todo lo que ellos dos quisieran. Y estuvieron así hasta que la chica recobro la compostura y la personalidad que tanto la caracterizaba y quiso seguir averiguando.

—¿Quién fue? —Se separó levemente de él para retomar su búsqueda del tesoro.

—No es tan serio como parece, déjalo estar. —Suspiro un poco exasperado.

—¿Qué no es tan serio? ¡Hombre te dispararon! —Gritó ella molesta. A él le dio gracia, así que se rio. Ella no.

—Pero estoy bien. —Contraataco irritado.

—Estás bien porque ellos fallaron o porque no querían matarte pero de una u otra manera estás herido —repasé los dedos por la herida para comprobarla, aquel movimiento le hizo gemir por el dolor, brevemente— no lo preguntaré de nuevo, ¿quién fue?

—Solo un viejo enemigo, no es nada de qué preocuparse.

—Eso lo decido yo, no tú. Mira lo descuidado que eres contigo mismo. Si sé tratará de mí...

—Sí se tratará de ti los hubiera hecho pedazos ya. Si alguien te toca un solo cabello, no quedará nada de ellos para llevar a sus familias.

Me quedé sin palabras. Pero él no se iba a quedar con la última palabra. Seguí contraatacando con todo lo que tuve hasta que tuviera lo que estaba pasando realmente.

—Debes valorarte más, darte más crédito. Hay muchas personas afuera que se sentirían mal si tú no estás.

—Lo dudo realmente. —Él apartó la mirada y no me miró más, se atrapó en sus pensamientos y en sus recuerdos con ello.

—Cómo yo, por ejemplo.

Eso lo hizo regresar a mirarme.

—¿De verdad te pondrías mal si yo no estoy?

—¡Qué no viste cómo me puse cuando te vi al entrar, casi me desmayo por verte en ese estado, patán arrogante!

Esas palabras pusieron una gran sonrisa en su rostro. Se abalanzó al rostro de su amada antes de que ella pudiera pensar en otra palabrota para llamarle.

Sus cuerpos firmemente pegados uno al otro en la cama, yaciendo juntos comenzaron a darles otra perspectiva de la situación en la que se encontraban, a los dos. Como siempre, la primera en reaccionar fue ella.

—No.

Me reí y le aparté de mí en la cama. Estaba sobre mí y no era así cómo quería que esto, entre los dos pasara.

Eran demasiadas emociones las que él me hacía sentir al mismo tiempo. Por ello debí de ponerle freno.

—¿Qué pasa? —Se hecho hacía atrás, confundido.

—Esto no pasara aquí. —Me senté en la cama para verle mejor, él se sentó a mi lado— no así.

—¿Esto...? —Él sonrió hacia mí, obviamente complacido de lo que pienso que está pasando— ¿Y qué es lo que "no" pasará aquí Ada?

Mi rostro se pone rojo de solo pensarlo. Cada que él me besa, cada que me toca, cada caricia...

Alejo el pensamiento de mi cabeza rápidamente, me obligo a centrarme y a enfriarme sino no seré capaz de salir de su habitación en una sola pieza. Me sacaran en brazos cual gelatina derretida por el calor y fuego de este hombre hacia mí.

No es que sea una inocente santa, pero tampoco es que este muy cómoda en este momento como para estar con él de esa forma. Además apenas ayer le demostré que me gusta, hoy no saltaré a la cama con él.

No soy esa clase de chica y nunca lo seré.

—Sabes a lo que me refiero, no me hagas decirlo por favor... —Le pido con la mirada, pongo mis manos juntas en mi regazo y mi mirada también.

Estoy avergonzada y confundida en esto.

—Ada... —Él toma de mis manos, las pone entre las suyas. Se arrodilla ante mí y me levanta la cabeza por el mentón— nunca haré nada que te haga sentir obligada, sino quieres algo solo tienes que decir que no y lo respetaré siempre.

—¿Lo prometes?

—Lo prometo.

Sonreí.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro