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Vigilando espaldas

–¿A dónde vas? –pregunta Mabel.

–Iré al bosque a investigar algunos sucesos extraños –responde Dipper.

–¡¿Y no me avisaste?! –Cruza los brazos.

–¡Oh! Es que... pensé... que tú y Pacífica podrían aprovechar este día y hacer cosas de... amigas –Sonríe nerviosamente.

Una mirada penetrando fue enviada a al joven Pines, el cual empezaba a generar pequelas gotas de sudor.

–Esa es una... ¡increíble idea!

En esta mañana en el pueblo remoto de Gravity Falls, Dipper esperaba no involucrar a su hermana por esta vez en sus actividades. Luego de lo que escuchó de la joven Noroeste, el ser del bosque que busca parece estar armado con un hacha. No sabía si el que causó los sonidos explosivos del otro día era otra criatura o el mismo sujeto que buscaba, pero esperaba no tener que enfrentarlo.

–¡Hoy será un gran día!

Mabel subía a su habitación, seguramente para empezar a elaborar sus planes con Pacífica para el resto del día.

Dipper, por su parte, pasa por la tienda de la cabaña, pues antes iba a saludar a Wendy y a Soos, los trabajadores de la tienda. El local aún estaba vacío, por lo que no había problema en interrumpirlos un momento. Solo Wendy se encontraba en su respectivo lugar en la caja, puede que su amigo Soos esté laborando fuera.

–Oye, Wendy, ¿dónde está Soos? –preguntó el joven Pines.

–Stan lo mandó arreglar el carrito de minigolf, al parecer se descompuso, otra vez –Mira la mochila que carga–. ¿Vas a algún lado?

–Sí, estoy de camino al bosque a investigar sobre un ser desconocido.

–Ojalá sea el mismo que me ha estado acosando.

–¡¿Qué?! ¡¿Acosar?¡ –vociferó sorprendido.

–Al principio no le presté atención, pero cada vez era más frecuente. Logré verlo por un corto tiempo.

–¡¿Y cómo era, dame detalles?!

–Bueno...  –Coloca su mano en su mentón–. Estaba recogiendo leña para llevar a casa y escuché un ruido extraño en los árboles, no parecía ser de un animal, tengo experiencia en ello. Fingí volver a casa para nuevamente regresar por otro lado y sorprenderlo, y ahí pude verlo, aunque solo fue el torso. No pude verle la cara, estaba de espaldas. Pero llevaba un tipo de chaqueta universitaria roja. Al principio iba a gritarle y decirle que se largara, pero tenía un hacha en mano y pensé que sería peligroso hacer algo descuidado.

–¿Un hacha, dices? –cuestiona.

–Sí, un hacha, parecida a la mía. Creo que me notó mirarlo porque salió corriendo, era muy rápido.

–¿Puede que sea el mismo? –susurró– ¿Algún otro rasgo que viste, Wendy?

–Creo que... No estoy segura, pero creo que tenía el cabello castaño.

Luego de obtener información que pueda ser de utilidad, Dipper partió al bosque para resolver este nuevo misterio que esperaba ser resuelto. Al regresar más tarde se encontraría con Soos y tal vez salgan con el carrito de minigolf reparado a explorar. Pero ahora lo que tenía que hacer era reunir más pistas.

Mientras tanto, en otra parte del mundo, Mabel está tratando de convencer a Pacífica de salir y compartir aunque sea un helado de chocolate. Pero en vista de sus constantes rechazos, el cual la gemela Pines desconocía el por qué, se le ocurrió una idea para sacarla de su cama.

–Oye Pacífica.

–No –dijo con la vista en el celular.

–Escuché que hay promociones de ropa en el supermercado –mencionó con voz pícara.

–¿Ropa? –Le presta atención.

–¡Sí! No trajiste mucha ropa, ¿verdad? ¿Acaso has considerado que podrías estar... fuera de moda? –Las últimas palabras resuenan en la mente de Pacífica– Fuera de moda –susurra nuevamente a su oído.

–¡Tienes razón necesito más ropa! –Baja de la cama– ¡Pero no puedo salir como si nada! –Agarra los brazos de Mabel– ¡Necesito camuflaje!

Dipper camina por el frondoso bosque, que mientras más profundo se adentraba, más oscuro se veía. En algún momento juró haber visto un gnomo, pero decidió no darle importancia,al menos no hoy. El objetivo actual era encontrar algún indicio que lo llevé hacia el ser desconocido. Hasta dónde sabía de Wendy, portaba ropa, por lo que es humanoide y está armado con un hacha. No es sabio iniciar una pelea contra él si lo encontrara con aquél instrumento.

En algún momento se alejó lo suficiente como para considerar su regreso antes de desorientarse y perderse. Pero justo cuando lo pensó, encontró lo que parecían marcas en algunos árboles. Tal encuentro no debería suponer tal atención, pero estás marcas eran cortes limpios, hechos por un arma con filo.

–¿Pero con qué objetivo? –cuestionaba.

Mientras más camina, más de estas marcadas se encontraba. Con una idea en mente, trató de ir por los costados, pero no halló rastro similar en ningún otro lado. Eran señalizaciones, estaba en medio de un camino marcado casi recto, por fin tenía algo para seguir.

Fuera de los altos árboles que bloqueaban gran parte de la vista, Mabel y Pacífica estaban dentro de una tienda de ropa. En lo que Mabel apreciaba y se sorprendía con los fabulosos y diversos diseños, la Noroeste observaba y analizaba cada detalle posible de la prenda que llamaba su atención.

–¿Es atractivo o no tan atractivo? –preguntó Pacífica.

–Yo diría que es muy atractivo –añade con un sombrero y bufanda rosa muy coloridos.

–¡Mabel! –Levantó la voz al ver lo que llevaba puesto– ¡Vas a llamar la atención!

–¿Yo voy a llamar la atención?

Era normal su cuestionamiento, pues Pacífica llevaba puesto un saco marrón, lentes oscuros y lo que parece ser un pañuelo que cubre todo su cabello rubio. Considerando la tienda en la que estaban, y la propia vestimenta del resto de clientes, ella era la que más destacaba del montón.

–¿Por qué vistes así? –Mabel trataba de razonar ante la duda planteada.

–¡Ah! Solo terminemos de comprar, estoy cansada de tener que depender de tus suéteres –Volvía a su inspección de ropa en otra parte de la tienda.

Al acercarse al conjunto de sombreros cerca de la ventana, ella pudo, por un momento, ver a uno de los sirvientes de su casa al otro lado del pasillo. Antes de que este pudiera voltear a verla, ella se agacha frenéticamente y se arrastra hacia una posición cercana a Mabel. Encontrarla fue sencillo, su voz resonaba en toda la habitación en cada cierto tiempo.

–Mabel. ¡Mabel! –llamaba su atención en un tono audible para ella.

–¿Qué pasa Pacífica, por qué el misterio? –Imitaba su tono de voz mientras se acercaba.

–Necesito que me saques de aquí, en secreto.

–¿Por qué? ¿De qué te ocultas?

–¡Ahora no es momento de cuestionar mis decisiones! ¡Te necesito!

En ese momento, Mabel mostró una sonrisa amplia ante las palabras de Pacífica. Se sintió feliz de poder ser ayuda para ella, puede que incluso esto refuerce su amistad.

–¡No te preocupes, yo seré tu salvadora! –Adopta una pose heroica.

Pacífica sabía que nada bueno podía salir de esto, pero sus opciones eran limitadas frente a la situación.

Llegar al primer piso fue fácil, al parecer había una oferta de comida que estaba atrayendo clientes. Lo cual era un suceso extraño para ella, aunque no iba a averiguar cómo es que mucha gente estaba interesada en una promoción de 3x2 en papas fritas. Pasar desapercibidas por los buscadores tampoco fue un problema. La diferencia radicaba en evitar las escaleras eléctricas y ascensores, solo descender de la manera tradicional, por las escaleras.

La situación en el primer piso era diferente, no estaba presente la gente que se esperaba como arriba y no eran suficientes elementos cercanos para ocultarse hasta la salida. Lo único que llamaba la atención del público era una banda desconocida que estaba tocando en el centro del lugar, pero al parecer no era lo suficientemente popular como para formar un multitud. En este punto sabían que no podían salir por la entrada principal, por lo que solo quedaba usar la parte trasera. Pero era imposible no ser vistas con la posición adoptada por los sirvientes y mayordomos.

–Tengo una idea –dice Mabel–. Espera mi señal para que salgas corriendo –Se mueve rápidamente a lo que parece ser el centro del lugar.

Pacífica estaba confundida, no sabía cuál iba a ser la señal, ni mucho menos si iba a funcionar. Sea lo que fuese, solo restaba tener esperanzas en que resultara.

Llegando el momento, nota como la canción de fondo se detiene solo para escuchar la aguda voz de la gemela Pines a través de los parlantes.

–¡Miren, los chicos de Varias Veces están en el estacionamiento de afuera! –Señalaba.

Tal anuncio llamó la atención de todos los clientes, lo que provocó una estampida humana en todo el piso. Pacífica reconoce esto como su señal y la oportunidad para pasar entre las personas y no ser vista. Tratando de permanecer agachada, y con varios empujones que sintió en su ruta y que dejaron algo de dolor en sus hombros, logró su cometido al cruzar la puerta que lo dejaría ver el cielo celeste en todo su esplendor.

–Señorita Noroeste –llamó desde su espalda.

En ese momento Pacífica se paralizó, había sido encontrado, había perdido. Asimilando su derrota, voltea lentamente para ver el rostro de aquella voz que reconocía con precisión. Su mayordomo personal y la que ha estado de su cuidado desde una temprana edad.

Correr no tenía sentido, con su ubicación encontraba, era fácil alertar a los demás y tenerla acorralada en un instante.

–Supongo que... se acabó –dijo cabizbaja.

–Aunque si bien es cierto que mis órdenes son de escoltarla de regreso a la mansión Noroeste, me temo que tendré que declinar ante los mandatos del Señor y Señora Noroeste.

–¿Qué? –Pacífica no lograba comprender sus palabras.

–No es la única que ha vivido en ese lugar por un largo tiempo. Entiendo perfectamente la razón del por qué decidió alejarse de la ira de su padre. Además –se hace a un lado–, olvidó sus maletas en la puerta.

Detrás de él estaban el par de maletas que Pacífica había dejado atrás en su intento de escape. Sorprendida, lo único que hace es abrazarlo. Pacífica estaba emocionada por el gesto que se le hizo. Por un momento, olvidó que era una orgullosa Noroeste.

–Gracias, muchas gracias –acurruca su cara entre sus ropas bien tratadas.

–No es ningún problema, señorita Noroeste. Pero lamentablemente voy a tener que despedirme, tengo que volver adentro antes de que sospechen por mi ausencia.

Separándose de su mayordomo, y que este ingresara al supermercado, Mabel hace acto de presencia.

–¡Hola Pacífica! –vociferó.

–¡AH! –El susto provocó que se cayera– ¡¿QUÉ TE PASA?!

–Uy, perdona, es que estaba muy emocionada por lo que pasó en la tienda. ¡La gente corría como loca!

–Sí... Cómo sea –Se pone de pie–. Volvamos a la cabaña, ya terminé de hace mis compras.

Agarrando sus maletas, las 2 chicas regresaron hacia la Cabaña de Misterio. Aunque antes pasaron a comprar el helado que Mabel tanto deseaba consumir junto a ella. No tenían ambas de sabor chocolate, pero era un avance al menos.

En cambio, Dipper aún seguía moviéndose sin detener sus pasos. Cada vez veía más rastros de que alguien pasó por ahí. Ya no solo eran las marcas en los árboles, también había troncos talados y pequeñas excavaciones bien escondidas. No fue hasta que escuchó el sonido de agua cayendo de golpe que supo que llegó a un posible destino.

Corriendo y subiendo el terreno empinado, logró llegar a un espacio libre de árboles. Al acercarse al centro, ve los restos de lo que antes era una hoguera. Aún salía humo, sea lo que fuera que estuvo aquí, estaba cerca. Probablemente logró detectar su presencia y salió a esconderse. Ya no había ninguna otra señal para moverse, no desde su posición. Y seguir adentrándose puede que lo lleve a desorientarse y no encontrar forma de volver.

–¡Maldición! –Patea los restos de leña.

Al mirar atrás se encuentra con vistas increíbles, desde aquí se puede ver todo el pueblo de Gravity Falls. Caminando un poco hacia adelante, vio tres marcas en el suelo, probablemente un trípode. Esto solo significaba una cosa, estaba usando un telescopio. Todo el tiempo estaban siendo vigilados.

Tenía que detener al vigilante del pueblo antes de que cometa alguna atrocidad. Aunque tal vez era pronto para sacar conclusiones. Ayudó a Pacífica hace algunos días y tal vez tuvo que ver con ser salvado del murciélago gigante. Sea de lo que se tratase, tenía que volver a la cabaña. Por suerte, los árboles marcados también servían como señales para volver. De vuelta en sus pasos, fue a la Cabaña del Misterio.

Un poco más allá de la fogata apagada, entre los arbustos frondosos, había una sombra observando. Solo estaba ahí, parado y vigilando atentamente. Ve como de a poco se aleja el joven Pines, y procede a seguirlo.

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