Caras conocidas
Por el bien de la tranquilidad, Pacífica empezaba a adaptarse a su nuevo estilo de vida. Existía ciertas actividades que se rehusaba a hacer en la cabaña. Pero fuera de ello, todo se encontraba en calma.
La trampa turística que tenían como medio de ingresos fue a mejor, pues la joven Noroeste actuó como administradora y contadora del local. Con los conocimientos obtenidos de su padre y sus diversos estudios exigentes, se volvió rápidamente de agradó para Stan. Quien diría que solo era cuestión de recolocar los objetos en exposición e invertir en un poco de publicidad de verdad.
Por otro lado, Dipper se mantuvo en su "sitio de investigación", el cual solo consistía en su escritorio de madera y otros materiales escolares. Él estaba dando un exhaustivo repaso al diario en busca de algún indicio del ser desconocido del bosque. Si se ubicaba en lo oscuro de los altos árboles, debe de estar documentado por el autor de los diarios. Solo era cuestión de seguir buscando. Aunque también podría tratarse solo de un ser humano, lo que haría que los esfuerzos de Dipper sean en vano.
Con la tienda abierta, Wendy atendía a los clientes que eran más de lo usual. Si se mantenía de esta forma, tal vez era posible conseguir un aumento.
Por alguna razón, Wendy no lograba mantener una relación amistosa con Pacífica. Le era difícil tratar de llevarse bien con ella y a veces se preguntaba si la Noroeste sentía lo mismo. A pesar del tiempo, seguía sin entender que hacía en esta cabaña. Al principio no le dio importancia, pero verla con frecuencia le parecía extraño. Pero no dejaría pasar la oportunidad ya que se encontraba cerca de ella.
–Oye, Pacífica –dice Wendy.
–¿Uh? –Preste atención.
–¿Qué se supone que haces aquí?
Sus intenciones eran solo de curiosidad, y de querer iniciar una conversación, pero Pacífica no lo percibió de la misma manera.
–¿Perdona? –Su mirada era aguda.
–Solo preguntaba, ya sabes, ya que te veo aquí casi todo el tiempo.
–Bueno... –pensaba en una mentira que decir–. Estoy adquiriendo experiencia laboral en negocios, y ya que Dipper me debía un favor, decidí aprovecharlo.
–Siendo tú, ¿no podías trabajar en un lugar de mayor... status?
La Noroeste pensó que no quería seguir viéndola por este lugar, como si fuera su territorio. Pero tampoco quería sonar agresiva y hacer otro "enemigo", ya era suficiente con tener a su familia, e hizo lo que una Noroeste sabe hacer.
–Si puedo llevar a este intento negocio a la cima, podré con cualquier reto que se me presente –Se da la vuelta.
Pacífica empezó a caminar a otro lugar de la cabaña. Wendy se dio cuenta de porque no quería tratar de llevarse bien con ella. Simplemente no podía aguantar su actitud de creída. Trataría de ignorarla lo más que fuera posible. Con su posible aumento llegando, no quería abandonar este puesto. Pero de alguna manera predecía que ese incremento de dinero solo quedará en sueño.
Fuera de la Cabaña del Misterio, el pueblo está en constante movimiento por sus habitantes. Personas andaban por las veredas y Toby Decidido seguía buscando alguna primicia, la cual no encontrará, no una de verdad. Pero dentro de ese grupo de personas, se encontraban tres individuos que lanzaron un grito agudo y potente que dejaría sordo a quien estuviera cerca de ellas.
Mabel y Candy se enteraron del intercambio de mensajes de Marius y Grenda.
–¡No puede ser! ¡No puede ser! ¡No puede ser! –Mabel agitaba sus manos.
–Cada vez está más cerca la experimentación genética en bebés, el futuro de la humanidad depende de esto –agrega Candy.
–¡Chicas! ¡Chicas! ¡Tranquilícense! Aún tenemos que solucionar el problema de la distancia –Guarda su celular–. Además, venimos aquí porque Candy quería comprar un libro.
Las tres amigas estaban fuera de una pequeña librería. Como era de esperar, sus anteriores gritos molestaron a los clientes que a dentro leían en tranquilidad.
–No es cualquier libro, estamos hablando de Brandon Sanderson. Toda una aventura fantástica relatada en sus múltiples libros de diversos géneros –Sus amigas la miraban con una sonrisa forzada y aparentando estar interesadas–. Solo entremos y compremos, luego iremos a otro lugar a divertirnos.
Entrando con velocidad, se apresuraron en encontrar lo que parece ser su última obra escrita, la cual Candy estuvo esperando por un largo tiempo. Todos los libros están en múltiples estanterías en fila, por lo que decidieron separarse para cubrir más terreno.
–Haber... Libro. Libro. Libro... –Mabel pasaba título por título buscando su objetivo– ¡Ah, un libro de chistes! –Perdió su objetivo.
Al sacar el libro de su lugar, deja una apertura hacia el otro lado, lo cual deja ver a un muchacho que llama la atención de Mabel. No una atención de tipo romántica, más bien de una familiar, ya que era su hermano quien estaba ahí. Reconocerlo era sencillo debido a que veía perfectamente su marca de nacimiento de la Osa menor.
–¡Hola, Dipper! –Extiende su mano entre la apertura.
–Ah... ¿Hola? Mabel –Recibe el saludo y sonríe nerviosamente.
–¿Qué haces aquí? Pensé que te quedarías en la cabaña.
–Bueno... Salí a caminar y... buscar información.
–¿Es mi imaginación o tu voz es más gruesa? –Agudiza los ojos.
–Pues...
–¿Y dónde está tu gorra? ¿Has crecido? Estás un poco más alto que yo. ¿Y ese polo negro?
Se podía ver pequeñas gotas de sudar en formándose en su frente, lo cual era normal en su hermano. El otro empezaba a mirar a los lados, buscando una salida frente a la situación en la que estaba.
–¡Ya sé! Estás de galán, ¿verdad? –Pone una sonrisa pícara.
–Ah... Sí... Eso mismo –dice en lo bajo.
–¡Lo sabía! Pero no te preocupes –Se voltea–, ¡Mabel te ayudará a encontrar a tu pareja ideal!
Cuando vuelve a posar su vista sobre su hermano, este ya no se encontraba ahí. Intentó rodear la estantería, pero no hubo ningún rastro de él.
–¡LO ENCONTRÉ! –grita Grenda.
–¡YA CÁLLENSE! –vociferó un extraño.
No tenía caso buscar a su hermano, ya lo encontraría regresando a la cabaña y le interrogaría. Ahora debía disfrutar el tiempo que le quedaba del día con sus amigas.
Pacífica, por su parte, comienza a sentirse sola en la cabaña. Con Dipper ocupado, Mabel de paseo y Wendy con la que no quiere intentar comunicarse, no había con quien conversar. Un silbido comienza a resonar, cada vez más cerca. Al buscar quien lo provocaba, se encuentra con el otro trabajador casi oficial de este sitio, Soos. Aunque prefiere evitar hablar con él, tampoco quería seguir sin hacer gran cosa.
–Hey, Soos, ¿cómo estás?
–Oh –Gira hacía ella–. Buenas, Pacífica, escuché que ahora estás trabajando aquí.
–Sí, eso estoy haciendo, de manera temporal, claro –No lograba mantener un contacto visual constante.
–¿Viniste por algún asunto?
–Sí, verás... –Pensando en que hablar, dice lo primero que se viene a la mente–. ¿Qué le gusta a Dipper? Por curiosidad.
–¿A Dipper? Hm... Lo veo leer, mirar programas de misterio y salir a explorar.
–Un nerd, lo imaginé –Suspira–. ¿Algún evento reciente de importancia?
–Pues aparte de tu llegada, creo que Dipper está enfocado en encontrar a alguien.
–¿Hombre o mujer? –dice con rapidez.
–No estoy seguro. Espera, ¿por qué el interés?
–Por nada en particular, curiosidad supongo –Deja una sonrisa de grata sospecha– Cómo sea, creo que lo mejor será volver a la tienda. Hablamos luego, tal vez –Se marcha.
–¿Me pareció o estaba un poco nerviosa? –pensó– Bueno, a volver al carrito.
Al abrir la máquina, un mapache se encontraba dentro mordiendo los cables. Al ver a Soos, este saltó a su rostro para iniciar su ataque feroz. La lucha entre el hombre y el animal inicia nuevamente en un ciclo sin fin.
Más tarde, Mabel llegó a casa, cansada, pero con la suficiente energía para molestar a su hermano.
Para su conveniencia, Dipper baja por las escaleras, pensando y susurrando. Mabel se acerca a él con una sonrisa resplandeciente.
–¿Tengo algo en la cara? –Dipper se da cuenta de la mirada de su hermana.
–¿Cómo te fue con tu conquista?
–De qué hablas –Levanta una ceja.
–Sobre esta mañana, cuando estabas en la librería.
–Yo no salí de aquí.
–Pff... Como no –dice con ironía.
–Nunca salió de casa, puedo dar constancia de ello –anuncia Pacífica que pasaba de una habitación a otra–. Por cierto, Stan me pidió que cargara algunas cosas a dentro de la tienda, y necesito su ayuda.
Mabel se muestra confundida, ella jura haber visto a Dipper durante su salida.
–¿Tal vez me equivoqué? Te lo digo en serio, Dipper, me encontré con alguien que era exacto como tú. Pero mucho más varonil, y también tenía tu marca de Osa Menor. No sabía que era una moda entre los chicos.
–¿Con mi marca de nacimiento? –El interés de Dipper se despierta– ¿Estás segura?
–¡¿Quieren venir a ayudar o los obligó?! –vociferó Pacífica.
Dipper pensaba que Mabel hizo una incorrecta observación, pero de ser cierto, ¿entonces había alguien ahí afuera tomando su identidad? Tendría que salir y preguntar a otros si llegaron a toparse con él mismo, a pesar de lo extraño que sería hacer tal pregunta. Ahora tenía que atender a Pacífica, los pocos días demostraron que no era bueno hacerla enojar demasiado.
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