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CAPÍTULO III

El viernes ha llegado al pueblo, algunos ya cantan victoria pues la semana parecía pasar lentamente en cada uno de sus días, pero ya es momento de dar un respiro y enfrentarlo, ¿verdad?

Dex está muy pensativo últimamente pues sus intentos de averiguar algo sobre el vecino habían salido mal, pero ya tiene una nueva idea en mente, algo que estuvo pensando el resto de la semana después de volver de la escuela.

Saliendo de clases ese día, Dexter y Kurt visitan la biblioteca de la ciudad para hacer una investigación minuciosa sin tanto apuro, y ahora con la idea de que habría mucho más sobre Graveforth y esa pareja en particular.

—¿Venimos a buscar información para nuestro proyecto de física, viejo? —No recibe una respuesta de parte de su amigo pues él sigue paseándose por los pasillos de la biblioteca, concentrado en cada una de las categorías y títulos. Claramente el joven ingenuo, Kurt, no tenía ni idea de porqué su amigo lo había llevado a ese lugar, en vez de estar en la parada del autobús para regresar a su pueblo—. Viejo.

Su amigo lo llama hasta el cansancio y una de esas veces lo dijo gritando, así que le llama la atención la señorita bibliotecaria. Algo bueno tiene esa llamada de atención, y es que Dexter por fin le pone la atención que tanto le demandaba.

—Ayúdame a buscar toda la información que puedas de nuestro pueblo, desde julio hasta esta fecha, por favor.

—¡¿Qué?! —dice Kurt tan bajo como puede, pero lo que no puede evitar es estar preocupado y extrañado por su amigo que tiene un comportamiento extraño, pues ese no suele ser él—. Primero dime porqué. No entiendo nada.

—No es nada.

—¿No es nada? —le reprocha—. ¿O sea que así de la nada te dieron ganas de investigar sobre tu pueblo de origen?

—Te cuento después te lo prometo.

Y con esas palabras, el chico de tez morena logra convencer a su amigo que cansado y todo decide seguirlo a donde vaya. Él toma la decisión de no decirle todavía porque siente que se va a molestar y lo va a cuestionar, además de que nunca ha llegado a relacionarse con el señor Lee, o tal vez sí, pero no pasa de un "buenas tardes" o "buenas noches".

En el caso de Cass, ella está haciendo algo más divertido. Queda de verse con Charlie a la salida —el chico atractivo del piercing en el labio—, y acto seguido, se besan en su coche hasta intercambiar unas cuantas caricias. Luego recuerdan que están en el estacionamiento de la escuela y se relajan un poco.

—Me vuelves loco, Davies —le dijo este tras un suspiro. Ojalá no les dijera lo mismo a otras diez chicas.

—Ay, vamos, Charlie. ¿Cuándo tendremos una cita de verdad?

—Estaba por hacerlo —Suena muy falso a mi parecer—. ¿A caso no ves lo importante que eres para mí? —Cass duda un poco, pero aun así le sonríe—. Bien, debo irme. Iré a comer y luego a ensayar con mi banda para la presentación de mañana —dijo este con voz ronca, ese tonito que es la debilidad de varias chicas, incluyendo a la chica que tenía enfrente. Y lo sabe.

Charlie se inclina hacia el asiento de al lado para plantarle un beso a Davies. O más bien, se acerca para que ella lo haga por él. Sueltan una risita.

—Te veo mañana. —Así, este hombre procede a salir del auto y cerrar la puerta a su paso.

🪦

El sábado en el pueblo de las tumbas debía ser un día tranquilo, en teoría, pero no empieza como esperaban.

Se encuentra la familia Kunningham desayunando en la cocina, la mesa está repleta de variedad: cereal, pan francés, huevos, lo suficiente para los tres. Ven la televisión al mismo tiempo, mientras aparecen las noticias.
El señor acababa de comprar hace unos días una pantalla plana nueva para la sala y le hacía mucha ilusión que por fin pudiera verla, aunque fuera, uno de la familia.

—Buenos días, Graveforth, los anuncios para hoy son los siguientes —dice la presentadora en la TV— Se han encontrado hoyos en tumbas recientes en el cementerio del pueblo. El guardia de seguridad dice que nadie entró en su vigilia, pero claramente alguien hurtó algunos cuerpos durante las últimas cuarenta y ocho horas.

—¿Otra vez? —exclama el padre de Dex.

—Los guardias y los policías no hacen nada por este pueblo, por suerte nada malo pasa de un robo o un conflicto —agrega la madre, tomando la noticia con calma y quizá como burla.

—En otras noticias, debido a que se han dado muchas quejas sobre el vecino Víctor Lee desde hace semanas, se llevará a cabo una reunión en el centro del pueblo para decidir lo que procederá con él, teniendo como opciones mandarlo a un manicomio con atención especializada o meterlo preso debido a las especulaciones de homicidio...

Dexter se queda asombrado y aterrado a la vez porque no quiere que el señor Lee pase por alguna de esas medidas, pues él sigue jurando que no tiene nada que ver con la muerte de su esposa y que solo tal vez, tenga algo de razón en sus súplicas.

Y es que era en verdad extraño que él tuviera algo que ver pues empezó a enloquecer hasta que descubrió que su esposa había muerto y con todo sentido de razón pues no es algo normal perder a tu esposa un día después de haber contraído matrimonio.

—... en todo caso los mantendremos informados. Mi nombre es Olivia Oxford y estas son las noticias más relevantes de Graveforth, que tengan un buen día.

—Pobre del vecino —dice la señora Kunningham con un poco de preocupación, frotando sus manos a la altura del pecho—. Hace mucho que no le llevamos comida, ¿cómo le estará yendo estos días?

El padre de familia gruñe y hojea el periódico para, tal vez, distraerse de la noticia que aparecía en pantalla, pero para su suerte, siguen apareciendo notas por el estilo. Y eso que las noticias de homicidios y casos paranormales eran raros de verse en aquel pueblo de las mil tumbas.

—Tal vez sea lo mejor para el vecino recibir algo de ayuda profesional —añade este, resignándose de todo el tema.

—Mientras sea nuestro vecino hay que ayudarle con lo que podamos —decide la señora—, al medio día llévale lo que sobre de la comida —se dirige a Dexter—, y dile que lo que se le ofrezca nos puede decir.

—Okay.

Después de la comida familiar de medio día, su mamá cumple su palabra. Hace un poco más de la porción que normalmente hace y sirve en un recipiente de plástico los restos de ensalada de pollo que quedaron junto con algo de puré de papa. Por decisión propia del chico de la casa, toma una bebida gasificada de manzana para complementar el platillo.

De un momento a otro se encuentra frente a su puerta y toma aire para agarrar valor antes de tocar a su puerta. Golpea con los nudillos una vez, y no hay respuesta. Golpea una segunda vez un poco más fuerte y tampoco recibe alguna señal. Pega su oído a la madera vieja de su puerta esperando escuchar algún ruido de pasos o quizá murmullos, pero no consigue percibir nada que le sirviera. Golpea una tercera vez ya sin esperanza y piensa en girar la manija a ver si logra abrir y llamarlo desde allí, sin embargo cuando menos lo espera, el vecino ya se encontraba abriendo la puerta.

—¿Quién es? —grita este antes de abrir por completo la puerta de entrada con un tono alterado.

—Soy yo, señor Lee. Dexter. Su vecino, ¿me recuerda?

—¿Has visto a mi esposa? —le pregunta así sin más, el señor parece estar fuera de sí. Y es que tenía bastante tiempo con la cordura perdida. Y no solo eso, su aspecto ha cambiado para mal. Se ve más ojeroso y descuidado, como si se tratase de un pordiosero. Esto le preocupa de inmediato al joven, que piensa que más puede hacer por él.

—Aaah... no.

—¿Qué te trae hasta aquí, entonces?

—Mi madre me pidió que le trajera esto. Es comida. No hemos sabido mucho de usted desde aquel —Dex no sabía cómo describir el suceso más traumático de la vida del pobre hombre, así que se toma su tiempo para pensarlo, pero finalmente decide evadirlo por su propio bien—, bueno, hace meses ya sabe... Solo queremos asegurarnos de que este bien.

—Ahm... gracias —Casi le arranca el recipiente de la mano y sin más que decir le cierra la puerta en la cara.

No hay mucho que hacer, se dice así mismo. O al menos en ese momento no pudo pensar en algo al instante, entonces vuelve a su hogar a seguir con sus actividades cotidianas. Tiene un proyecto pendiente con Kurt para el cual habían quedado de verse ese mismo día, pero al dueño de la casa no le preocupa tanto como su vecino para ser verdad.

Llega la tarde y su invitado que, a veces no es tan invitado si no que se invita solo, toca la puerta principal de la casa de su mejor amigo para "hacer" el proyecto de física que tenían pendiente para el lunes a primera hora. La persona que le abre la puerta es el señor Kunningham que se encuentra de buen humor en el momento y lo deja pasar sin muchos pretextos.

—¿Dex está es su habitación? —pregunta ya dentro del hogar.

—Si —responde el señor antes de volver a sentarse frente al televisor.

El joven sube las escaleras como si lo estuvieran persiguiendo, acto seguido, toca la puerta de la habitación de Dexter lo más fuerte que puede en caso de que este se encontrara escuchando música. No tarda su amigo en abrirle.

—¡Viejo!

—Pasa —Dex vuelve a sentarse en su escritorio, dándole la espalda a Kurt.

—¿Ya pensaste en cómo hacer nuestro proyecto de física? Estuve viendo unos videos y...

—El señor Lee podría tener razón —lo interrumpe, pues incluso no puso atención a lo que le estaba diciendo.

—¿Eh?

—¿Viste las noticias hoy?

—No veo la tele, viejo.

—Están desapareciendo cuerpos del cementerio.

—¿Otra vez? —se queja—. Ha de ser ese maldito necrofílico de nuevo.

—No creo que sea la misma persona. Tal vez el señor Lee nos esté advirtiendo de algo...

Los cables conectaron dentro de la cabeza de Kurt. Él por fin se dio cuenta de qué le estaba hablando.

—¿Es por eso que me pusiste a buscar noticias ayer hasta el cansancio? —Su amigo asiente lentamente, un poco apenado—. Hermano, no creo que...

—Bro, yo sé que parezco un loco en este momento...

—¿Te estás juntando mucho con el vecino últimamente? —se burla, sin embargo, al ver que su amigo le regresa una mirada retadora, entiende que es algo serio para él.

—... pero te juro que hay algo raro en el pueblo. Todo el mundo piensa que hay algo mal con Víctor Lee, pero ¿qué tal si nos está advirtiendo de algo? ¿qué tal si vio a su esposa aquel día?

—Entiendo que quieras hacer algo, pero viejo, no somos policías, mucho menos detectives. ¿Qué podemos hacer nosotros?

Algo que caracteriza a aquel joven brillante  es que le gusta ayudar de alguna forma u otra. Quedarse de brazos cruzados y sin curiosear por ahí no lo tienen contento, por lo que él sabía que no iba a descansar hasta saber por fuente propia si el señor Lee estaba diciendo la verdad o no.

Así que le pide a su mejor amigo de toda la vida que lo entienda por una vez en su vida y se digne a ayudarlo en esa travesía que prometía ser atrayente, de ser verídicas las palabras del acusado, y si no resultaba interesante, pues al menos no se quedarían con la duda.

Kurt acepta no muy convencido a primera instancia, pero su amigo lo conoce tan bien que le dice que se ganará la atención de muchas chicas lindas y con eso es suficiente para que se incorpore al cien por ciento en esa nueva aventura.

Ahora, tienen un problema. ¿Quién podría llevarlos al cementerio esa noche? Recordemos que, a pesar de que son muy curiosos para interesarse por las actividades paranormales, son lo suficientemente miedosos como para ir en bicicleta hasta el cementerio y caminar por las tumbas a plena luz de la luna.

Tienen una opción, bueno, no es la mejor opción, pero es mejor que no tener nada.

—Déjame hacerlo a mí, por favor —le pide a Kurt casi suplicándole porque sabía que podía estropearlo.

Cassandra Davies estaba por salir en el coche de su padre cuando estos dos salen.

—Hola, Cass —Dexter la saluda de la mejor forma posible.

—¿Qué quieren?

—¿Podemos pedirte un favor? —Suspira tan fuerte que hasta yo lo escucho. Lo invita a seguir hablando con un movimiento de cabeza, a pesar de imaginarse que sería una completa pendejada—. ¿Nos puedes llevar al cementerio, por favor?

Eso deja extrañada a la chica para ser verdad, sin embargo, piensa que están jugando o intentando llamar su atención de alguna forma.

—¿No creen que es muy tarde como para dejarle flores a su abuelita? —se burla de ellos.

—No vamos a visitar a ningún muerto, vamos a investigar un caso paranormal por nuestra cuenta —se adelanta Kurt, siendo callado por Dex casi de inmediato.

—Es una larga historia... te podemos explicar si nos ayudas.

—Suena interesante —dijo con sarcasmo—, pero no tengo tiempo para sus jueguitos. Voy tarde a un concierto. Se sube al coche y arranca tan rápido como pudo, dejándolos atrás.

—¡Por tu culpa! ¡Te dije que mantuvieras esa boca cerrada, imbécil!

—¿Por mi culpa? ¡Si no le hubiera dicho que íbamos a algo peligroso no nos hubiera seguido hablando!

Tal vez deberíamos pasar al punto de vista de Cass, que se pondría más interesante que oír a esos dos pelear y aún tienen que pensar en su proyecto de física, pobres.

Davies tiene la presentación de la banda de Charlie en el Golden Sacks, por eso sale lo más rápido que puede, además de evitar a esos idiotas de sus vecinos, y alcanzar a verlos desde el principio.

A ella le hace mucha ilusión que usaran sus pósteres e invitaciones para el evento. Se siente incluida y parte del "equipo" de alguna manera, aunque no está segura de sí Charlie la ve como una novia o no.

Cuando llega al restaurante con más pinta de bar, se sienta en una de las mesas de enfrente, cerca de otros compañeros de la Universidad teniendo la mejor vista hacía el guapo baterista.

—Buenas noches, Newsville. Nosotros somos "Vivid Theory" y hoy nos complace presentarles algunas canciones que compusimos y uno que otro cover, ¿nos acompañas esta noche? —dice Shayla al micrófono, su tono invita a la gente a pasarla bien y hacer ruido.

Sus atuendos están basados en una famosa banda de rock de los 80's, así que no van vestidos igual, pero el color negro predomina en cada uno de ellos. Las canciones de su autoría son en su mayoría malas en cuanto a lírica, sin embargo, debo admitir que el sonido de la batería junto con la guitarra y la voz son un deleite auditivo.

Al público parece no importarle, porque disfrutan de sus bebidas mientras tararean las melodías y vitorean al mismo tiempo, haciendo que la banda se motive a seguir con más energía.

Para finalizar, tocaron un mix de (I Can't Get No) Satisfaction y Stairway To Heaven teniendo participación de varios de los espectadores incluidos Cass y sus conocidos.

—Son increíbles, ¿no lo creen? —exclama Cass tras escuchar la despedida de parte de la banda joven.

—Fue un buen espectáculo.

—Me divertí.

Ella está satisfecha con la presentación que acaba de presenciar además de estar agradecida con la banda —especialmente con Charlie—, por haber usado sus diseños como imagen oficial de Vivid Theory, así que decide ir a buscar a Charlie para "agradecerle de alguna forma". Si, entre comillas porque tú y yo sabemos que las gracias no serán con palabras exactamente.

Entonces se asoma por el lado de la barra del bar y ve que detrás del área donde se presentaron, había una clase de puerta, que normalmente se trata de la zona VIP, pero ellos la usaron como camerino. Decidida, va hasta allá y sin tocar la puerta ingresa, bueno, no de inmediato porque lo que sus ojos vieron no fue de su agrado.

La escena en cuestión se trata del baterista besuqueándose con una chica que estaba hace unos momentos en el bar, ella encima de una mesa de metal y él de pie frente a ella. Y no solo eso, la mano de Charlie está dentro de su falda, inquieta. Si eso es duro de ver, imagínate como esta Cassandra por dentro.

Cass no puede evitar que eso le duele como si le cayera limón en los ojos, pero se las averigua para hacerle saber que está viendo todo su teatrito. Quizá no le salen las palabras, pero aclara la garganta un par de veces, cada vez más fuerte para llamar su atención.

—Cass... Davies —agrega, nervioso—. Estás aquí. —Se separa cual resorte de aquella chica, acercándose a Cassandra lo más pronto y cuidadoso posible, porque lo que tiene de coqueto lo tiene de adulador —Ella es... yo solo...

—Así que, ¿nueva novia? ¿O me dirás otra vez que es tu prima que viene de visita? ¿O que solo le estabas acomodando la falda?

—Ay, no. Davies, ¿cómo crees que voy a decir eso?

—¿Entonces? —Cruza los brazos.

—Eeh... supongo que me voy... —dijo la mujer que estaba con Char.

—Supongo que es por la adrenalina del momento, ¿sabes? Nos fue muy bien está noche. Recibimos una propuesta para tocar en un mejor lugar, nos dieron unas cuantas monedas, ¿puedes entender lo feliz que estoy? —Se acerca a ella con intención de tomarla por la cintura, pero ella retrocede.

—Pudiste haberlo dicho antes —expresa, en el mejor tono que pudo reunir. Incluso el hijo de puta se sorprende de lo que acaba de escuchar.

—¿Me perdonarás?

—No, estaba bromeando —espetó, ya dejando salir su enojo—. ¿Qué tan idiota crees que soy como para caer en tus mentiras una y otra vez?

—Bebí algunas copas, seguro es por eso. No me dejes, Cass. Por favor. —El actor que debería estar nominado para algún Oscar se arrodilla para suplicarle que no lo deje. Estos espectáculos ni en Broadway.

—¿Dejarte? Estoy segura que nunca fuimos algo. —Se da la vuelta para salir, pero regresa para decirle algo más—. Y por favor, no me vuelvas a buscar. No quiero saber nada de ti.

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