Día 7: En el arte jamás existirán las reglas.
—¿Es aquí? —preguntó Kirishima confundido mirando la gran bodega que se extendía frente a sus ojos, estaba bastante vieja y maltratada sin las suficientes luces como para tener una iluminación decente en el lugar.
—¡Lo sabía! ¡Es más probable que nos vengan a secuestrar, que nosotros venir a bailar! —exclamó Iida, agitando sus manos de aquí para allá como énfasis de sus palabras.
—¡Oh vamos, Iida! No hay que ser tan extremista puede que... —Uraraka no llegó a terminar lo que decía, los tres dieron un respingo asustado al escuchar el metal ser golpeado con algo de fuerza, volteando en seguida en dirección al ruido.
Se encontraron con Todoroki tocando la puerta metálica sin mayor interés.
—¡Todoroki, casi nos matas del susto! —Eijirō sostenía su pecho asustado, y se podía notar que los otros no se encontraban mejor, el medio albino solo se encogió de hombros.
—¿De qué otra forma sabrán que ya llegamos? —Nadie le respondió, en cierto sentido, tenía bastante razón.
La puerta se abre con un chirrido horroroso del metal demasiado molesto para cualquiera que lo escuchara. Detrás de ella ven a un chico de cabellos rubios visibles apenas entre la oscuridad del lugar siendo únicamente iluminado por las luces coloridas y los distintos objetos fosforescentes.
El chico les sonríe antes de entrar de nuevo gritando una par de cosas que son opacadas por la música que retumba y que no habían notado hasta que la puerta fue abierta.
Entre los cuatro se miran confundidos al ver como otro par de personas salen con sonrisas grandes en sus rostros pintados con neón paint.
Uraraka siente sus corazón latir a prisas al ver a la chica de cabellos rosas y piel bronceada, está vez sin el antifaz blanco que cubría parte de su cara. La ve con sus labios incluso más rosas a causa de la pintura y sus ojos brillando con el destello dorado del primer día.
—¡Sí viniste, linda! ¡Pasa, pasa! —La toma de la mano y como si fuera una rutina de sus encuentros la jala a dentro del lugar.
Uraraka escucha a lo lejos la voz de Iida, pero detrás de ella sólo ve a Kirishima con el pulgar alzado acercándose al tipo de cabellos de arena con el cual bailó en las ocasiones anteriores, y a Tenya ser detenido por un tipo pelinegro que parecía ser de su misma altura.
Llegan al centro de la pista y la chica en esta ocasión no le pide bailar, si no más bien es ella la que empieza con el contoneo de caderas dirigiendole una mirada tan traviesa como retadora. Ochako no tarda en darse cuenta que los roles han sido invertidos en esta ocasión y ahora es ella la que debe seguir sus pasos.
Esta vez lo hace sin mayor problemas, no hay profesores que puedan recriminar su actuar, aquí las personas bailan como si la vida se les fuera en ello, como si fuera lo único que deben hacer para mantener tal alegría en sus rostros.
—¿Qué es este lugar? —pregunta por sobre la música, la chica la mira sonriente soltando una carcajada al procesar la pregunta.
—¡High Alliance! ¡Aquí puedes bailar como quieras y con quien quieras! —responde, dando un par de giros con las manos extendidas como si mostrará su alrededor. —¡Esto es por lo que peleamos! ¡Esto es lo que profesamos! ¡Las reglas no son malas pero no hay que permitirles que te limiten!
Ochako mira a su alrededor, le parece algo un poco confuso pero lo entiende, lo entendió el día que escuchó a sus profesores quejarse de sus métodos de baile aún cuando a la mayoría les pareció algo hermoso, lo entendió cuando las miradas y murmullos reprochaban el baile “seductor” del rubio aún cuando nadie dijo nada malo cuando la chica llamada Pinky lo hizo, lo entendió cuándo vio asco en quienes observaban al par de chicos bailando tango juntos con sus cuerpos tan cerca uno del otro.
Lo entendió porque algo tan hermoso como el arte de bailar había sido manchado por los prejuicios de la sociedad sin que nos diéramos cuenta. Ellos eran un grupo de chicos que lo notaron, que se dieron cuenta de lo malo que era eso, decidiendo dar un paso al frente y decir “no”, mostrando que el baile es para todos y es bello en todas las formas que existían.
La castaña sólo pudo sonreír en grande antes de tomar la mano de la más alta y empezar a dar giros y giros, riendo tan fuerte que las lágrimas se escapaban de sus ojos, sintiendo la alegría recorrer cada parte de su cuerpo.
—¡Lo entiendo, Pinky! ¡Ustedes son increíbles!
—¡Y tú también lo eres! ¡El solo hecho que lo entiendas te hace tan increíble como dices que somos nosotros! —Le respondió mientras reía a la par, se alejaron un poco del bullicio hasta poder sentarse y descansar, recuperando el aire que perdieron entre tantas risas y baile sin pausa.
—Soy Mina Ashido, ¡Un gusto! —Se presenta extendiendo su mano en dirección a la castaña con las mejillas sonrosadas por el esfuerzo y una sonrisa por la alegría que aún burbujeaba en su interior.
—Uraraka Ochako, también es un gusto. —contestó, sus orejas se sentían calientes por lo linda que le parecía la chica tan de cerca y estando quieta para verla sin mayor problema. —Vaya ¡Esto es fabuloso!
Desvía la vista en dirección a las personas que bailaban en la pista, las luces coloridas bañando sus cuerpos y la cabina con el Dj levantando la emoción de las personas.
—Lo sé, esto es el corazón de nuestra lucha. Somos todos los que creemos en esto, y lo dejamos ver de distintas formas. —Mina toma el rostro de la castaña y está se siente enrojecer al pensar qué haría la otra chica, la de irises dorados gira el rostro de la menor en dirección a un gran mural de graffiti.
“En el arte jamás existirán las reglas.”
Profesaba con grandes letras diversas, coloridas y con diseños en sus alrededores.
—Esto no es sólo baile, es todo, todas las formas de arte, todo a lo cual los prejuicios han afectado. —Le explica una vez que suelta su rostro y toma su mano, con los ojos brillando de la emoción. —Es una promesa a no dejar de ser uno mismo nunca.
Uraraka sonríe, parece que no estaba tan equivocada al principio aunque iba mucho más allá de lo que había pensado.
—¿Puedo unirme también? —pregunta.
—Te uniste desde el momento que tomaste mi mano para bailar. —responde. Se levanta y le extiende una mano. —¿Te parece un baile de bienvenida?
La de irises chocolate toma su mano y esa es la única respuesta que necesita.
[🎼]
Creo que use un tipo distinto de narración es este que en las otras dos partes, no estoy segura pero así se queda.
Hubieran sido historias diferentes, pero no quería dejar el día 5 como estaba y me dí cuenta que podía continuarla con los prompts que quedaban así que ya está en el siguiente el agradecimiento.
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