Ochako jugueteó con la pequeña cuchara que mantenía entre sus dedos, sujetandola con algo de fuerza para evitar que la falta de gravedad la elevara hasta el techo.

Podría simplemente liberarla de su quirk, pero eso implicaba soltarla, juntar sus dedos y hablar. Lo menos que quería era que la chica frente a ella se diera cuenta de sus nervios.

Era su primera cita después de todo, Uraraka tenía razones para estar nerviosa, pero aún así no deseaba quedar expuesta frente a la chica de rizos rosados.

Tomó un sorbo de su té de frambuesa saboreando su sabor dulzón, Mina la miraba con una sonrisa de labios cerrados y soltando chispas de sus ojos dorados.

—¿Te gustó el té, Uraraka? —preguntó la mayor, la castaña simplemente asintió tomando otro sorbo, sintiendo la garganta cerrada por tanta ternura que le daba su acompañante. —. Me alegra, Momo me ayudó a hacerlo ¡Quién diría que preparar té era tan complejo!

Ashido se rió de su propio comentario, mientras Ochako asentía y tomaba una de los golfeados de canela y miel que había hecho junto a Sato.

Aunque no precisó muy bien sus movimientos, la cuchara escapó de sus dedos, empezando a levitar de forma lenta frente a sus ojos. Los mofletes de la heroína Uravity se colorearon de un rojo casi tan fuerte como el té de su taza.

Mina extendió su mano para tomar la cuchara con delicadeza, la de ojos chocolate junto sus dedos y dió la orden, el objeto simplemente dejó de romper las leyes de la gravedad, mientras la dueña de la habilidad se sumergía en una profunda vergüenza.

Bajó la mirada en dirección al fino recipiente de porcelana de líquido fucsia que se encontraba sobre el mantel celeste. Aceptó para sus adentros que sus amigas se habían lucido preparando todo hasta el punto de casi dejarlas fuera de esto, permitiendo su ayuda simplemente para la comida.

Sintió una calidez rodeando su mano, notando que la cubría otra igual de piel rosada y uñas pintadas.

—No te preocupes, Ochako. Yo también me encuentro muy nerviosa. —comentó junto a una sonrisa grande y reluciente. —. ¿Qué te parece si olvidamos todo el rollo de la primera cita perfecta y salimos a divertirnos un rato? ¡Con los chicos descubrimos una pizzería grandiosa a unas calles de aquí!

—Creo que eso sería perfecto. —contestó antes de levantarse y tomar la mano de la más alta.

Empezaron a correr importandoles poco el ambiente refinado que dejaban atrás junto al té caliente y los postres elegantes, después de todo Mina tenía razón, no necesitaban una cita elegante, mucho menos una perfecta, aún había tiempo de tener más si es que algo fallaba, o para ponerse vestidos glamorosos para estar solo las dos.

Mejor corrían entre risas, ignorando las malas miradas, repartiendo besos en los mofletes sonrosados de la otra disfrutando de su compañía. Ese era el ingrediente principal de la cita perfecta disfrutar de cada segundo juntas.

☕🍯🍕

Primer día, sencillo y bonito. Como siempre entrego tarde, y ya a nadie le sorprende. Así que seguir adelante, algún día entregaré algo a tiempo.

¡Bye!