María de las Mercedes Bernardina Bolla Aponte de Murano, más conocida como Yiya Murano, fue una famosa estafadora y asesina argentina acusada de al menos tres cargos de homicidio y estafa. Su caso es uno de los más famosos en la historia criminalística argentina. Nació el 20 de mayo de 1930 ( Ciudad de Corrientes) y falleció en abril de 2014 en un geriátrico de Belgrano (barrio de Buenos Aires).
Contrajo matrimonio con Antonio Murano, abogado, y tuvieron un solo hijo. Se confirmó que, si bien estaba casada, mantenía con frecuencia relaciones extramatrimoniales; se le conocieron varios amantes. Incluso, llegaron a encubrirla de buena fe cuando la Cámara de Apelaciones revocó la libertad concedida por el Juzgado de Primera Instancia y ordenó su captura.
Durante mucho tiempo, Yiya buscó hacerse pasar por una mujer rica y culta, cosa que no se le hizo difícil ya que tenía un cierto don para hacerle creer a la gente que lo que decía era cierto. Sin embargo, la verdad estaba muy lejos de las apariencias: sus baches culturales eran gigantescos y sus recursos económicos escasos. El departamento en el que vivía con su esposo e hijo era una vivienda deprimente, aunque ella pretendía con soltura vivir en uno de los pisos más lujosos. Para reforzar su imagen de riqueza, Yiya gastaba buen parte del dinero que su esposo ganaba en aros y pulseras – las cuales adoraba superponer ya que producía un ruido permanente a metal que se convirtió en su marca registrada. "Más que por el perfume –solía decir– me conocen por el tintinear de mis joyas".
Sus amigas la querían, era verdad, pero era un afecto más por costumbre y aburrimiento que verdadera amistad. Cuando ella no estaba presente, solían criticar sus gastos excesivos y su actitud altanera. A pesar de no tener amistades genuinas, Yiya logró engañarlas a todas y cada una de ellas. Les hizo creer que era una mujer eficiente y exitosa en cuestiones de inversiones financieras. "Yo conozco la manera de que la plata te rinda mucho más que en un plazo fijo", repitió tantas veces con tono profesional que al fin y al cabo consiguió que tres mujeres de su círculo más íntimo fuesen sus víctimas.
Yiya tentó a su prima segunda, Carmen "Mema" del Giorgio de Venturini, con promesas de jugosos intereses para que le diera un monto de dinero –aunque este no fue muy significativo– para invertir. Luego del éxito de su inversión, Mema decidió hacer otra.
Lo mismo sucedió con su vecina Nilda Adelina Gamba, también su amiga Lelia Elida "Chicha" Formisano de Ayala. Yiya aumentaba con creces sus amistades con estas mujeres y, sobre todas las cosas, las visitaba con más frecuencia. El sábado 10 de febrero de 1979, Nilda Gamba comenzó a sentir dolores agudos en el estómago y náuseas. El médico que la atendió le diagnosticó intoxicación y ella recordó haber tomado el té con Yiya Murano esa misma tarde del incidente. Yiya se ofreció a cuidarla, pero para la noche estaba empeorando, entró en estado de coma y falleció durante la madrugada del domingo.
Yiya buscó al doctor que había tratado a Nilda para que firmase el certificado de defunción mas el doctor Denner se negó alegando que él no había sido el último en atenderla. Ante tal inconveniente, Yiya se dirigió al médico de la cochería quien sí aceptó el trámite (a cambio de una propina). Según el certificado, la causa de muerte fue un paro cardíaco no traumático – formula que evitaba la autopsia.
Mes y medio antes de la muere de Nilda Gamba, no se supo de ella por tres días de corrido. Se hizo la denuncia a la policía y cuando los oficiales forzaron la puerta para ver qué ocurría, la encontraron desvanecida en el piso víctima de un coma diabético. Una vez más, Yiya fue la última persona en ver a Nilda antes de que se descompusiera. Puede que haya sido un coma diabético verdadero como puede haber sido un intento de envenenamiento que salió mal.
Días antes de la fecha en que Yiya debía devolverle su dinero a Chicha Formisano, ella fue a su casa para tomar el té y tranquilizarla. Según Murano, ambas pactaron encontrarse esa misma noche para asistir al teatro; por eso fue extraño que cuando Yiya y otras personas fueran a buscarla, nadie atendiera la puerta. El 22 de febrero los inquilinos del edificio se quejaron ya que del departamento de Chicha se podía apreciar un olor penetrante y nadie contestaba el timbre. Al forzar la puerta, encontraron el cadáver de la mujer sentado ante la televisión; a su lado restos de pescado, masas finas y una taza con un poco de té. También en este caso el médico de la funeraria extendió el certificado de muerte: infarto de miocardio no traumático.
El 24 de marzo fue el turno de Mema del Giorgio Venturini, quien sintió náuseas y un profundo malestar. Desfalleciente, se arrastró hacia el pasillo del edificio, presa del vértigo perdió equilibrio y cayó haciendo ruido suficiente para que sus vecinos le escucharan y corrieran a socorrerla. Yiya Murano, quien justo ingresaba, preguntó si Mema había dicho algo antes de desmayarse. De camino al hospital, Mema falleció en la ambulancia y Yiya le consultó al médico si una autopsia sería necesaria.
Cuando la hija de Mema intentaba poner en orden las pertenencias de su madre, descubrió que faltaban unos pagarés que habían sido extendidos como garantía de los depósitos de Yiya. Fue tal la curiosidad de Diana Maria Venturini que terminó interrogando al portero del edificio buscando respuestas de si alguien había entrado al departamento de su madre. El portero le confirmó sus sospechas al aceptar que le había dado las llaves a Yiya unos minutos después del incidente ya que ella quería llamar a los familiares para comunicarles del incidente; dichas llamadas nunca se hicieron.
No le llevó mucho tiempo a Diana hacer sus conjeturas sobre todo el sospechoso asunto. Considerando que otras dos personas a las que Yiya le debía dinero también habían muerto de forma similar a la de su madre, decidió hablar del caso con la policía. A partir de ese momento, el juez ordenó la exhumación de los cadáveres para realizar las autopsias correspondientes.
Debido al tiempo que Nilda y Chicha habían estado enterradas y en proceso de descomposición, sus resultados no serían decisivos; sin embargo, en el cadáver de Mema si se pudo determinar con exactitud que en sus vísceras había restos de cianuro alcalino y fue por esto que se consideró que se trataba de un asesinato por envenenamiento.
El 27 de abril de 1979 la policía detuvo a Yiya Murano en su hogar. Ella fue quien abrió la puerta y cuando le pidieron que les acompañara no se inmutó; no ofreció resistencia ni siquiera lució sorprendida. Solo se limitó a buscar un saco de hilo, el que se puso sobre sus hombros, y luego de verse una última vez al espejo se marchó. Durante los interrogatorios, quien luego sería bautizada como "La envenenadora de Monserrat", jamás admitió haber envenenado a sus amigas. Es más, hasta contestó en su defensa: "Pero por favor, si yo no sé cocinar, ¿cómo les voy a preparar masitas envenenadas? Es ridículo". Sí aceptó la existencia del préstamo de dinero y de forma vaga comentó que ella podría conseguir mejores intereses, aunque no fue clara con el paradero del préstamo o de sus intenciones de devolverlo.
En 1980 fue encontrada desmayada en el penal donde estaba presa y luego de eso se le extirpó un tumor en la cabeza. En junio de 1982, el juez de sentencia Ángel Mercardo la absolvió de todos los cargos y la dejó en libertad. A mediados de 1985, en pleno juicio a los generales de la dictadura cívico-militar que hubiesen gobernado Argentina entre 1976 y 1983, Yiya había sido casi olvidada hasta que se la condenó. Ella insistía en que era inocente, «Nunca invité a nadie a comer», fueron sus palabras.
Por reducción a su condena y por la polémica ley quepermitía contar dobles los días previos a la sentencia, salió de prisióndespués de solo 16 años. Se supo que, como señal de agradecimiento, Yiya lesenvió a los jueces a cargo de su puesta en libertad una caja de bombones.
1. «La historia de "Yiya" Murano, la mujer que envenenaba a sus prestamistas». Infobae.
2. «Hace veinte años condenaban a la "envenenadora de Monserrat"», artículo del 28 de junio de 2005 en el diario Clarín (Buenos Aires).
3. «Una historia argentina y que muchos conocen». La Nación. 30 de abril de 2016.
4. Mujeres asesinas 1, GRINSTEIN, MARISA. Editorial Sudamericana, año 2000.
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