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HISTORIA PARALELA 1 PARTE H FINAL

Holi, este extra tiene varios saltos temporales y algunos solo tendrán sentido si se leyeron ambos libros jejej gracias por todo :*










En una tarde, donde terminaban de entrenar a campo abierto en la mansión del gremio, Taehyung observó hacia el horizonte, nada en particular mientras permanecía sentado en el pasto, con Mingyu a su lado.

—Estás hasta la mierda, amigo. —le dijo, compadeciéndose luego de que Mingyu le haya comentado que bueno, Hoseok es así como su lazo.

Mingyu suspiró, observando el sol en el ocaso al igual que él.

—Por primera vez te daré la razón.

—Yo sabía que esto iba a pasar —reclamó, negando suavemente con la cabeza—. Es decir, quería que pasara, pero siento que debí advertirte. No le tomé el peso a la situación.

—Ni siquiera te hubiese hecho caso, menos a ti, vampiro de mierda.

Taehyung sonrió, pero sus ojos observaron nostálgico.

—¿Qué harás? —quiso saber—, cuando Hoseok... cuando Hoseok ya no esté...

Mingyu se dejó caer en el pasto y miró el cielo.

—Darle la bienvenida a la esquizofrenia y volverme loco.

Taehyung rodó los ojos y lo golpeó perezosamente con su pie.

—Por supuesto que ibas a bromear con eso, bastardo.

—No quiero pensar en el futuro —comentó luego de un rato—, yo... crezco más lento que los humanos, pero no soy inmortal como los vampiros... que Hoseok sea mi lazo y sea... sea lo que elegí es... tremendo, no puedo ponerlo en palabras, es demasiado bueno, la sensación es absolutamente abrumadora. No quiero pensar en el futuro, no cuando lo tengo ahora conmigo.

Taehyung meditó sobre sus palabras. Silenciosamente. Se preguntó si valía la pena sacrificar toda una vida inmortal por un amor que lo consumirá hasta volverlo loco cuando lo pierda.

Eso... era algo demasiado codicioso a su parecer.

Se recostó, al igual que Mingyu y contempló el cielo. Las formas de las nubes se movían con fuerza en el atardecer, los colores anaranjados y violetas creaban una cortina antes de que empezaran a aparecer las primeras estrellas.

—Nunca me voy a enamorar —sentenció, como una promesa—. He visto la locura de cerca, nunca voy a convertirme en ese tipo de persona, capaz de herir a los que me importan sólo porque la locura me llevó a eso. Prefiero estar solo en el mundo.

—Eso decía yo. —Murmuró Mingyu.

—En serio, no lo haré. Nunca. He vivido como trescientos años así, puedo soportar otros trescientos años más. Pero volverme loco y herir al resto... no lo quiero. Terminar como tu padre, o... —o como el mío, quiso decir, pero no se atrevió. A su vez, negó con la cabeza—. No podría tolerarlo.

Mingyu hizo una mueca, y llevó las manos a su nuca, apoyando la cabeza contra sus dedos.

—No es como si pudieses decidirlo.

—Ya lo he decidido, Mingyu.

Mingyu suspiró. Taehyung era un vejestorio antiguo demasiado terco y anticuado. El vampiro era tan llevado a sus propias ideas que Mingyu ni siquiera insistió en contradecirle.

—Bien. Menos mal no te enamoraste de Hoseok, hubiésemos estado todos jodidos.

Taehyung soltó un ruido similar a una risa.

—Por supuesto que tú habrías estado jodido. Te habría ganado y habría lanzado tu cabeza a los pies de Hoseok.

Mingyu le miró horrorizado.

—Hablas como un maldito psicópata —exclamó, y luego volvió a girar la cabeza hacia el cielo—. Y yo te habría ganado.

—Yo te habría ganado.

—No te creas tanto, bastardo. —Mingyu lo empujó del hombro.

Taehyung se enojó y lo empujó de vuelta.

Mingyu no se conformó y se lanzó hacia él, aplastándolo con su cuerpo y al final Taehyung le encestó un golpe en la mandíbula que el híbrido le respondió con el mismo puñetazo mientras vociferaba que Hoseok era suyo. Taehyung se molestó y le gritó de vuelta que Hoseok no era una cosa que podía ser suya y ambos se revolcaron en el pasto mientras se deshacían en amenazas, patadas y puños.

Hoseok, quien estaba en la sala de estar junto a su padre, sintió ruido en el jardín. Deslizó la cortina y cuando notó que dos hombres se estaba peleando hasta hacerse sangrar, simplemente rodó los ojos y cerró la cortina antes de voltearse y continuar en lo que estaba.

—Vampiros... —murmuró, como si fuese una especie de plaga maligna que de pronto lo contagiaría.

Volviendo afuera, Mingyu hizo una equis con sus brazos, pidiendo por un descanso y se sentó en el pasto mientras respiraba agitado.

Taehyung le miró y se cruzó de brazos.

—Conocí a Hoseok cuando tenía doce años, es como un hermanito para mí.

—Lo sé —se encogió de hombros—. Solo quería pelear.

Taehyung le mostró los dientes y volvió a sentarse con él.

—Solo me gusta que estés con Hoseok porque sé que te pateará el culo.

Mingyu sonrió.

—Adoraría eso.

Recibió un gruñido como respuesta.

—Basta.

Permanecieron en silencio por bastante tiempo. Era cómodo porque generalmente cuando hablaban se peleaban. Mingyu aguardó en su sitio hasta que sus respiraciones agitadas poco a poco se calmaron.

Por otro lado, Taehyung no sudaba, lucía como si necesitara dar tres vueltas al planeta entero para lograr cansarse por fin.

Bastardo engreído.

Mingyu escupió sangre y luego se limpió la boca con la tela de su camiseta.

Luego de eso, le dijo:

—Sé que te da miedo, a mí también me daba miedo. Pero, aunque sea algo fugaz dentro de la eternidad, es un sentimiento inexplicable que te llena el vacío, Taehyung. Es algo que vale la pena. Vale la pena luchar por algo así. Merecer algo así. No digo que andes por ahí, buscando una pareja, buscando a quién amar de verdad. Pero cuando llegue, espero que lo aceptes y no te aterres.

Taehyung no respondió de vuelta.

Era inútil decir algo. Enamorarse no estaba dentro de sus planes.

Prefería hacer mil cosas horrendas antes que enamorarse. Antes que entregarle su corazón a alguien. Antes de darle la oportunidad a alguien para que tome lo que es solamente suyo y haga de él lo que quisiera, desde el ser más feliz de la tierra hasta la persona más miserable.

No podía darle ese poder a alguien. Nunca.



*



Cuando Taehyung conoció a Jungkook, recordó las palabras de Mingyu.

Espero que lo aceptes y no te aterres.

No pudo aceptarlo. Estaba aterrado.



*



Una mañana común.

Hoseok había despertado antes, saliendo del apretado agarre de Mingyu cuando este se empedernía en acurrucarlo contra su cuerpo.

Veinte minutos después, estaba completamente despierto preparando café junto a su padre en la cocina.

Mingyu entró en ese momento, y antes de que alguien pudiese decirle buenos días, el híbrido lo dijo primero.

Sonrió y vio a Garam.

—Buenos días, suegro.

Hoseok olvidó cómo se respiraba y se atoró con su propia saliva, tosiendo escandalosamente mientras una abrumadora mirada se posaba en Mingyu, una que decía que lo mataría después de esto.

Te juro que te voy a matar, Mingyu.

Su aroma, enojado y avergonzado fue todo un espectáculo para Mingyu.

Garam apenas se inmutó. Se giró hacia Mingyu para responderle, pero Hoseok se adelantó, no aguantándose cuando lo insultó por el comentario que hizo sólo para atormentarlo.

Su padre sonrió.

—Ya lo sabía de antes, hijo. Mingyu ha estado intentando que sea su suegro desde hace más de un año.

Hoseok abrió y cerró la boca.

Y de un latigazo miró a Mingyu. Le frunció el ceño.

¿Qué significa eso?

Mingyu tomó una taza y vertió café recién hecho en ella como si fuese de lo más normal, como si los latidos erráticos de Hoseok no estuviesen martilleando en sus oídos.

Lo siento, salí del closet con tu padre primero. Y luego detuvo lo que estaba haciendo, como si estuviese analizando sus palabras. Guau eso sonó horrible. No es lo que piensas, le dije que me gustabas, literalmente le pedí tu mano cuando tú tenías como dieciocho años y pensabas que no andaba detrás de tu tras-

—Es suficiente. —Exclamó, alterado. Su padre le miró con una ceja alzada, curioso ante su arrebato. Y Mingyu bebió de su café, ocultando la sonrisa divertida detrás de la taza.

—¿Qué cosa, Hoseok? —preguntó, haciéndose el desentendido—. ¿Quieres más café?

Hoseok no lo soportó y se lanzó a pelear con Mingyu.

Garam solo los vio y rio.

Mingyu se rio con él.



*



Tener de novio a tu mejor amigo no cambiaba tanto las cosas porque Mingyu seguía siendo un bastardo detestable con él.

En un rápido movimiento se transportó y apareció sobre él, haciéndole una zancadilla para que cayera al suelo de rodillas, en ese cuadrilátero de combate, dentro del gimnasio.

—¿Qué pasa, Hoseokkie? —le dijo, con una curiosidad perlada mientras se acercaba hasta que Hoseok tuvo la vista de sus zapatillas en el campo de su visión—. ¿Me quieres besar los pies?

Hoseok levantó lentamente la cabeza y le miró con un odio indiscutible en sus ojos.

—Hijo de puta.

Cinco minutos después, Hoseok golpeaba la espalda de Mingyu contra la pared mientras le besaba con fuerza.

Un gruñido de satisfacción emergió del pecho de Mingyu y Hoseok apretó los músculos cuando el sonido ronco le estremeció el cuerpo.

Las grandes manos del vampiro vagaron por sus muslos hasta que los dedos se incrustaron en la carne tras estos, haciendo fuerza para levantarlo.

Hoseok no perdió tiempo cuando Mingyu lo cargó y lo volteó para dejarlo apoyado en la pared, con toda esa masa de músculos presionándole el cuerpo.

Abrazó su cuello y envolvió las piernas en su cintura mientras Mingyu seguía besándole con ahínco.

Siembre hambriento. Mordía su labio inferior, lo dejaba ir y le besaba con fuerza, la boca abierta para él mientras introducía su lengua y exploraba curioso su dulce sabor, entrelazándose con la suya.

Mingyu era buen besador. Hoseok se dio cuenta de eso demasiado rápido. Le hacía sentir estrellas y mariposas en el estómago cuando le besaba así, rápido y lento, como si estuviese desesperado, pero a la vez tomándose todo el tiempo del mundo. Movía su cabeza para encajar de manera perfecta y la movía hacia el otro lado como si no quisiera dejar ningún espacio por besar, ningún espacio donde poder respirar.

Hoseok no pudo evitar emitir un pequeño ruidito satisfactorio.

Tan exquisito. Le susurró en su mente, una caricia que parecía querer ser letal y Hoseok se retorció en su toque.

Tan bonito. Tan dulce, bebé.

Hoseok lo quería todo. Quería que lo consumiera, que lo quemara hasta los huesos y ahogarse en este sentimiento.

Mingyu al parecer era igual, pero las emociones se desbordaban de él de una manera más cruda. Y más necesitada.

Dejó de besarle y cerró los ojos mientras reposaba la frente en la de él. El híbrido inspiró profundo y una mueca dolorosa surcó sus facciones mientras intentaba encontrar las palabras.

Le dolía. Amarlo le dolía tanto como a Hoseok.

Porque era demasiado intenso, demasiado abrumador y no había forma que toda esa emoción cupiera en una sola persona.

Hoseok acarició su cabello corto de la nuca.

—Te voy aprender amar —susurró Mingyu, ahogado, como si hubiese caído a la mitad de un océano y solo Hoseok es el oxígeno que podría ayudarlo a respirar. La emoción brotó de su pecho y su aroma fuerte se suavizó—. Déjame aprender amarte, por favor, déjame amarte —Cómo rogaba Mingyu, cómo le rogaba, como si estuviese pidiéndole permiso para vivir, para dejarlo respirar y es que Hoseok entendió que la forma en cómo amaba un ser sobrenatural como él era mucho más fuerte, mucho más pesada y hacía al híbrido emerger un aspecto primitivo que a veces no comprendía.

Sus ojos eran rojos cuando los abrió, el fuego arremolinándose a su alrededor y Hoseok nunca se había sentido tan cautivado.

—Sí, sí, sí. —Le dijo y lo repitió una y otra vez hasta que Mingyu estuviera conforme.

Hasta que Mingyu estuviera tranquilo.

Eres tú, siempre has sido tú, Mingyu. Sí, sí, sí.



*



Ah... Esta vida. No quiere nunca perder esta vida.



*



Hoseok era como un rayo de luz que lo golpeaba en la cara, una brisa suave que le acariciaba el cuerpo, el calor del verano, el frío del invierno. Era la tierra húmeda después de la lluvia. Era existencia, y Mingyu no podría sentirse más vivo a su lado porque eso es lo que Hoseok era, vida. Pura vida.



*



Hoseok tenía veintiún años cuando vio a Taehyung por última vez.

—Mi padre está tramando algo —confesó, con el leve atisbo de miedo—. No me quiere decir.

Hoseok le miró extrañado.

—Si tu padre se deja ver, el gremio va a actuar, lo sabes. Llevamos persiguiendo su rastro desde hace muchos años.

—Lo sé —y eso no lo hizo sentir mejor. Los músculos de su mandíbula se tensaron cuando vio a Hoseok y luego a Mingyu—. Los matará, a todos ustedes. —Hoseok inclinó la cabeza, inspeccionándolo. Taehyung lucía demasiado abrumado, como si hubiese ocurrido algo en casa que lo hizo sentirse desconfiado—. No lo hagas.

Hoseok frunció el ceño.

—Sabes que para esto fui entrenado, y si tengo que dar mi vida, lo haré con orgullo.

Taehyung rodó los ojos.

Por supuesto, Hoseok diría algo como eso.

—No dejaré que nada malo les pase —vociferó Mingyu, mirándole como si estuviese haciéndole una promesa al vampiro, como si entendiera sus sentimientos en ese momento—. Ni a Hoseok, ni a Garam.

Esas palabras aliviaron la tormenta en sus ojos en un segundo.

Taehyung confiaba en Mingyu, y sus palabras habían sido suficiente.

Por otro lado, respetaba la decisión de Hoseok. Si el gremio actuaba contra su padre, él se haría a un lado. Pero si su padre lastimaba a los cazadores, Taehyung no descansaría hasta matarlo con sus propias manos incluso si comparte los genes con aquel hombre.

Un asesino, es un asesino.

Taehyung dio vueltas en círculos por su departamento mientras ellos murmuraban cosas para calmarlo.

Tenía un mal presentimiento, las cosas estaban cambiando, todo estaba cambiando y las consecuencias de los actos se notarían tarde o temprano.

No soportó más la histeria que vivía y se enfrentó a ellos dos.

—Se llama Jimin.

Hoseok arrugó el ceño y miró a Mingyu, curioso y luego a Taehyung.

—¿Quién? ¿de qué estás hablando?

El vampiro apretó los dientes, como si le costara hablar.

Mingyu olió su aroma, el nerviosismo que dejaba escapar en oleadas, como rosas siendo quemadas por el sol, listas para consumirse.

—¿Taehyung?

Taehyung alzó el mentón.

—Mi hermano —confesó por fin, había escondido su existencia desde hace quince años, alejándolo de un mundo que no necesitaba conocer. Sin embargo, ahora mismo le resultaba imposible—. Mi hermano se llama Jimin, es un humano, y no. No confío en mi padre. No puedo permitir que nada malo le pase.

—¿Sabes que Jimin es el nombre más usado para los niños hoy en día? —Mingyu le hizo un mohín, odiando que sea tan ambiguo—. Literalmente es un nombre para mujer y hombres. Danos algo más.

Taehyung le mostró los dientes.

—No es como si quisiera presentártelo, mucho menos a un tipo como tú.

—Amigo... —Mingyu arrastró la palabra, y le dio una media sonrisa antes de resoplar engreído—. Todos quieren conocer a un tipo como yo.

—Pues yo no. —Y se cruzó de brazos.

Hoseok rodó los ojos. Le parecía increíble que se hayan desviado del tema solo para ponerse a pelear.

—¿Por qué nos dices? —preguntó entonces, capturando la atención de ambos—. ¿Está pasando algo importante para que nos cuentes esto?

En toda la vida que lleva conociendo a Taehyung, Hoseok nunca había escuchado nombrarle a alguien más que a su padre como parte de su familia. Somos él y yo.

Taehyung puede ser calculador, decidido y aparenta ser bastante frío, como si rechazara ligarse a lo emocional. Sin embargo, Hoseok sabe que es alguien amable, dulce, honesto con los suyos y sacrificado porque no le importa herirse en el proceso con tal de ayudar a los que le importaban.

Sabiendo todo eso, nunca, pero nunca esperó que Taehyung sea un vampiro que se apegaría a un humano. Mucho menos a uno que dice ser su hermano.

Por supuesto, Hoseok tuvo sus dudas, a través de los años, sospechaba que había algo que Taehyung necesitaba proteger, lo supo cuando se unió al gremio, prestando su ayuda. Sin embargo, nunca pensó que esa persona se tratase de su hermano.

No por nada, de manera estratégica, había estado aportando información sobre uno de los vampiros más poderosos que el gremio haya podido conocer.

Kim Yunho.

—Presiento cosas —confesó el vampiro, negando con la cabeza—. Las brujas han estado alteradas, no me quieren decir, nadie me quiere decir una maldita cosa... solo... cuídalo, cuídalo si es que pasa algo —Mingyu gruñe, en una actitud posesiva que él ignoró—. Solo... ayúdalo, te devolveré el favor.

Hoseok no dijo nada.

No lo vieron más después de ese día.

Taehyung había desaparecido por cinco años.




*




Mingyu posó cada mano a los lados de Hoseok, en el respaldo del sofá.

Su mirada estaba cargada de afecto, y algo mucho más oscuro cuando le sonrió.

—Así que... estaba pensando que podríamos ir a cenar luego... a un bonito lugar.

—¿Estás tratando de conseguir algo?

—Creo que puedes saber muy bien lo que quiero.

Y Mingyu comenzó a enumerar en su mente todos los lugares por donde quería pasar su lengua.

Hoseok sintió calor.

—Mingyu... —Quería sonar como un reproche, pero su voz salió necesitada y se odió por eso.

—Ya sabes, en compensación por lo que le hice ayer a tu trase-

Recibió su ceño fruncido.

—Le haces eso casi todos los días.

—Ayer creo que me pasé.

Hoseok le miró molesto. Pero Mingyu notó el leve rosado de sus mejillas.

El humano se cruzó de brazos y alzó la barbilla.

—Sí, te pasaste, merezco una indemnización.

—No me culpes —gimió Mingyu, acercándose para rozarle la boca en un gesto dulce—, me encantas demasiado.

Hoseok jadeó apenas.

—También me encantas demasiado —le dijo, respondiendo lo mismo sin saber por qué. Sentía que necesitaba decirlo—. ¿Qué tienes en mente?

—Creo que podríamos- —Mingyu se detuvo y miró a su alrededor, tenso. Rápidamente se movió hacia adelante, como si quisiera tapar a Hoseok de lo que sea mientras escaneaba toda la sala donde se encontraban—. Viene alguien. Es un alfa, y un humano. Podrían ser ellos.

—¿Jimin? —Hoseok preguntó, curioso al ver que los había buscado bastante rápido. Mingyu le había contado de su encuentro. Pero nunca pensó que los conocería tan pronto. Ellos tenían pensado aparecer a través de Yeji—. ¿Es el hermano de Taehyung?

—Sí, son ellos. —Mingyu gruñó.

—Por qué... estás tan a la defensiva... Taehyung dijo-

—El alfa —dice, mostrando los dientes y un leve destello rojo se ilumina y se combina con el iris marrón—. Es demasiado temperamental, como cualquier lobo supongo. Y aquí mi prioridad eres tú.

Hoseok enarcó una ceja.

—Por si no sabes, puedo defenderme solo sin ningún problema.

—No me importa —gimoteó—. Eres mi prioridad.

—Creí que lo posesivo se te había pasado...

—Sabes que siempre lo he sido —le dijo, dándole un rápido beso en la coronilla de su cabeza—. Son las secuelas de haberte visto morir. Aunque ahora puedo ocultarlo demasiado bien.

Hoseok gruñó.

—No morí.

—Bueno —le dio la razón porque lo amaba, a su vez, le sonrió presumido—. ¿Cuánto tiempo crees que me tome cabrear al alfa?

—Cinco minutos.

—Yo digo que un minuto. Apuesto que me insulta con algo básico.

Hoseok estuvo de acuerdo.

—El que pierde paga la cena.

—Que risa que digas eso cuando el dinero de ambos sale de tu padre-

Bastardo. Te las verás conmigo luego.

La puerta de la pequeña sala vip en la que se encontraban dentro del bar, fue abierta por el bartender. Yohan. El chico le hizo un gesto y Hoseok respondió con un asentimiento.

El joven trabajador se hizo a un lado y dejó entrar a dos tipos.

Ahí. Frente a ellos.

Un humano, y un alfa.

Hoseok tenía solo dos opciones.

Ayudar o no.

Optó por la primera.

Era el hermano de Taehyung, después de todo y hace cinco años atrás habían prometido hacerse cargo del chico cuando fuera el momento.

Sin embargo, nunca se esperó todo lo que ganaría, y todo lo que perdería a la vez.

Hoseok tenía veintiséis años cuando conoció a Jimin.

Hoseok tenía veintiséis años cuando conoció a Yoongi.

Hoseok tenía veintiséis años cuando se volvió a encontrar con Taehyung.

Hoseok tenía veintiséis años cuando él y Mingyu se unieron a la manada de los lobos del sur.




*




—Esos lobos —preguntó su padre. Aquel día después de haber sido anunciado su exilio de las tierras humanas. Su voz era extraña, pero no despectiva. Hoseok nunca pensaría que su padre usaría ese tono. Más bien, sonaba lejana, como algo irreal. El hombre observaba por la ventana, en el jardín había tres cazadores, charlando entre ellos mientras entrenaban. Giró la cabeza hacia el lado, pero no le miró. Hoseok notó que el hombre estaba observando las fotografías familiares que conservaba en su oficina—. Esa manada, ¿valió la pena todo esto? —preguntó entonces, y negó, como si quisiera corregirse mientras se volteaba por fin a mirarlo. Sus ojos, eran dos estelas de tristeza—. ¿Vale la pena?

Hoseok no dudó.

Con el mentón alzado, tomó aire antes de hablar.

—Sí. Lo vale.

Algo en Garam cambió, en su rostro, como si hubiera un montón de palabras tras su lengua que no sabía cómo decir.

Hoseok esperó, conservando la tensión en sus músculos sin saber qué esperar cuando le vino a comentar a su padre que estaría viviendo definitivamente en la frontera de los lobos, luego de que el gobierno humano haya intentado darle caza a su cabeza y a la de Mingyu, acusándolos de traición, siendo Garam el interferente que evitó tal desastre, consiguiendo como pena el exilio. 

Luego de unos segundos que parecieron una tortura, su padre finalmente le sonrió.

—¿Sabes que estoy orgulloso de ti?

Fue como desarmarse ahí mismo. Hoseok sonrió con el corazón cálido y el alivio en sus huesos cuando su padre rodeó el escritorio y se movió hacia él para darle un apretado abrazo con sabor a despedida, tanta despedida que a Hoseok le dolió el pecho, con lágrimas acumuladas en las esquinas de sus ojos.

—Gracias, papá. —Y fue como un respiro. Hoseok no tenía que tener ningún poder sobrenatural para sentir cómo el aura bonito de su padre le calmaba y le reconfortaba.  La calidez de su cuerpo era hogar en sus brazos y él quería recibirlo todo.

—¿Cómo está Mingyu?

Hoseok se separó, pero su padre tomó sus manos. Hoseok apretó el agarre y le volvió a sonreír.

—Descansando, con los lobos, pero está bien, dentro de todo, sabes cómo es —soltó, negando la cabeza como si estuviese acusándolo—. Siempre prefiere herirse él antes que el resto.

—Puedo... —mencionó su padre, quedándose a medias cuando se detuvo, parecía preocupado, como si no encontrara las palabras y Hoseok nunca había visto a su padre tan nervioso, esa mirada que se infundía en miedo—. ¿Podré ir a visitarlos? Los lobos... ¿lo permiten?

—Por supuesto que sí.

Y esa sonrisa en el hombre fue todo.

Se pasó el resto del día con su padre, coordinando visitas y mencionando ciertas cosas que él tendría que hacer ahora si quería adentrarse al terreno de los humanos y no ser detenido y capturado en el intento.

El hecho de que su padre sea un político activo del gobierno era un plus que le facilitaba las cosas. Porque nadie se atrevería a sospechar de él. No cuando su gremio ha quedado en lo más alto de los gremios de cazadores al haber derrotado a grandes vampiros como lo eran el padre de Mingyu y el de Taehyung.

Cuando llegó a la reserva, ya era tarde por la noche.

Jimin lo recibió, en una casa hogareña y sencilla. Algo que se adecuaba a él mismo.

Había pastelitos en el centro de una mesa, bueno, lo que quedaba de ellos, se notaba que ya habían devorado una buena cantidad de estos.

A Hoseok le rugió el estómago, pero desistió inmediatamente la idea cuando su corazón desesperado gimió por ir donde estaba él.

—¿Mingyu? —preguntó, casi desesperado y no le importaba si él podía escuchar lo errático que sonaba su corazón y lo fuerte que se encontraba su aroma preocupado.

Jimin le sonrió, como si lo entendiera y giró la cabeza hacia el pasillo.

—Al fondo, la puerta de la derecha —se estaba moviendo cuando Jimin interrumpió diciendo—: Hay ropa nueva, pijama y un conjunto deportivo, para que se queden acá. —Hoseok asintió, con una leve sonrisa en forma de agradecimiento—. Yoongi los eligió, por cierto, su lobo tiene una fascinación por cuidar al resto, a los de su manada —dejó en claro lo último, dándole énfasis y Hoseok notó el momento exacto en que los ojos de Jimin cambiaron a unos ambarinos, sutilmente ante la mención de manada—. Descansen, ustedes... lo merecen... nos vemos mañana por la mañana.

—Muchas gracias. Por todo.

—A ti.

Hoseok se despidió de Jimin cuando este lo abandonó. Quiso preguntar por Yoongi, pero supuso que el líder aún seguía haciéndose cargo de ciertas cosas antes de volver a casa.

Cuando entró a la habitación, esta estaba oscura y solo un pequeño ruido de respiraciones acompasadas cubría el silencio.

Ahí, en un amplia cama se encontraba Mingyu, sosteniendo una almohada con sus brazos. 

Su corazón revoloteó y dio un brinco en su pecho por el alivio de verlo bien, después de todo lo que pasaron juntos.

Estúpido, como se te ocurre sacrificarte así.

Mingyu no le respondió.

Hoseok tomó una ducha en el baño anexado en la habitación y cuando salió, ya cambiado de ropa a un pijama de algodón, abrió las sábanas para deslizarse a su lado.

Mingyu despertó de inmediato.

No me llevaste. Fue lo primero que le reclamó.

Hoseok rodó los ojos.

No te podías ni el trasero, y aunque te lo pudieras no te iba a llevar, tenías que descansar.

Mingyu le quedó mirando, mirando, mirando. Hoseok le devolvió la mirada completamente enternecido.

El híbrido no le replicó nada, supuso que estaba aún cansado, y el pecho de Hoseok se llenó de afecto cuando lo vio estirarse hacia él, hasta que sus manos abrazaron su cintura, hasta que su rostro se hundió en su cuello donde pareció inspirar profundo.

Te extrañé, Hoseok. Te extrañé, bebé.

Hoseok le acarició el pelo, y cerró los ojos cuando un nudo se atoró en su garganta, angustiado levemente al pensar que pudo haberlo perdido. No podía explicar el miedo que sintió cuando se vieron atrapados entre todos esos soldados humanos.

Yo también dijo, y sabía que Mingyu sentía su angustia porque depositó besos ahí en la zona de su pulso en un intento de tranquilizarlo. Yo también te he extrañado, amor.

Mingyu se quedó ahí, con los labios pegados en su piel. Ahí, donde volvió a cerrar los ojos y pudo dormir bien.

Ah, qué vida.



*



Hoseok tiene veintisiete años. Ama a Mingyu, ama la casa que tienen en la frontera de los lobos y ama ser parte de una manada.



Listoppp con esta parte del pasado, esta historia seria como LIBRO 0, pero obvio se leería después de los 2 libros alkjdsq bueno habrá otros extras del presente donde igual aparecerán Hoseok y Mingyu, solo para aclarar jeje que estén bien <3

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