HISTORIA PARALELA 1 - PARTE D
♢
Desde que tuvo un pie dentro del recinto supo que algo era diferente.
Alguien era diferente.
Pero no le sorprendió tanto el hecho de saber lo que era.
Sino que cómo olía.
Había un vampiro en la sala de juegos dentro del casino del Hotel Royal.
Pero ese vampiro olía a Hoseok.
Hoseok.
El pequeño hijo de Garam.
Un vampiro olía como a un cazador de vampiros.
Qué ironía.
Taehyung creía ser el único vampiro que trabajaba con ellos, pero no se sorprendería si la gran red de conexiones del gremio iba mucho más allá de su propia persona.
No por nada son la más grande del sur del país.
Si lo tienen a él de aliado, perfectamente pueden tener a otro vampiro también.
Sin embargo, le hirvió la sangre de rabia al saberlo.
Se había grabado el aroma de Hoseok, cuando juró a Garam proteger a su hijo.
Y estaba seguro que su amigo no hubiese puesto a su hijo tan cerca de un vampiro hasta el punto que oliera como él.
Primero, porque Hoseok apenas había cumplido dieciocho años si el mal no recuerda, y segundo, porque Hoseok era apenas un bebé, por el amor de Dios, no debería estar con vampiros ni ahora ni nunca.
Sea lo que sea que este vampiro había hecho, Taehyung no descansaría hasta obtener una respuesta.
La iba pagar muy caro.
Se deslizó por el casino, hacia las mesas de póquer, la sala se encontraba alejada de la zona de juego más concurrida, siendo habitada por unos pocos humanos que fingían ser importante mientras movían fichas a medida que el dealer repartía.
Por supuesto, no iba a pasar desapercibido.
Así que dejó libre su propia esencia y caminó hacia la mesa del fondo, quedando frente a esta, justo donde el aroma de Hoseok provenía del dealer que estaba a punto de repartir las cartas para iniciar el juego.
Era joven y alto, su rostro enmarcado y sus facciones ligeramente suaves cuando sus miradas se encontraron.
Una cara bonita que sobresalía dentro de la multitud, por supuesto que sería un vampiro, pensó.
El chico se puso tenso tan pronto sintió su presencia y lo que significaba.
—Caballeros —Taehyung se acercó, ignorándolo mientras observaba al resto con el rostro sonriente—. ¿Quedará espacio para un jugador más?
—Siempre hay espacio para uno más —dijo el dealer, encargándose de repartir las cartas y las fichas—. Por favor, únase.
Los hombres se movieron un poco, y Taehyung tomó lugar en una de las sillas, el material negro como el ébano con pequeños bordados de lujo recibiendo su cuerpo.
Él lo sabía.
Taehyung sonrío, dejándole ver un leve vistazo de sus ojos rojos antes de volver a la normalidad, haciéndolo sentir alerta, como una invitación a una pelea que terminaría con uno de ellos dos heridos a muerte.
El joven guardó silencio. Taehyung recibió las cartas y comenzó a jugar.
Una hora más tarde, azotaba el cuerpo del chico contra la pared del estrecho pasillo que daba a la salida de emergencia.
El aire escapó de sus pulmones, como si le afectara no respirar y Taehyung no se preocupó por eso cuando tomó el perfecto y lujoso traje que vestía, a la altura del pecho, arrugándolo mientras lo acercaba a él.
Sus ojos se volvieron dos estelas de fuego cuando lo miró directo, un gruñido fuerte y gutural brotando desde adentro.
—Hoseok —gruñó con fuerza, emanando su aroma, aquel que hacía que cualquier persona quisiera encontrarse con cualquier cosa menos con él. Volvió a estampar el cuerpo contra la pared y lo acercó de nuevo, ignorando su jadeo—. Responde, dónde mierda está Hoseok y por qué hueles a él, qué le hiciste, bastardo.
El chico volvió a jadear por aire y cerró sus ojos como si le doliera cada músculo de la espalda que golpeaba contra la pared.
—Jesús —dijo apenas, y abrió los ojos, lagrimeando en las esquinas cuando sus pulmones intentaban llenarse con un poco de oxígeno. Agarró las muñecas del vampiro que lo azotaba y las apretó, intentando que quitara su agarre de él. Recibió un gruñido como respuesta. Mingyu frunció el ceño—. ¡Qué mierda pasa contigo!
—Te hice una pregunta.
Mingyu apretó los dientes.
—Por qué tendría que decirte dónde está Hoseok, en primer lugar, vampiro —lo último salió como un insulto, escupiendo las palabras en su cara, mostrándole esos ojos rojos, fuertes como los de él.
Taehyung estuvo a punto de decirle que no servía que lo insultara porque de paso se insultaba a sí mismo, pero omitió ese tipo de comentario.
Lo dejó ir con un empujón que nuevamente le golpeó la espalda al chico, quitándole el aliento como por cuarta vez.
También quiso hacer comentario sobre eso, mofándose para que dejara de fingir la falta de oxígeno, pero lo ignoró.
—Dónde está —volvió a preguntar—. ¿Qué le hiciste? ¿Dónde está?
—No te voy a decir, ¿quién te crees que eres? —reclamó, acomodándose la ropa que el vampiro había arrugado.
Este imbécil frente a él estaba jodiendo toda la misión.
Taehyung le frunció el ceño.
—No te voy a dejar ir de aquí vivo si no me dices dónde. Rayos. Está. Hoseok. —Los dientes de este vampiro se apretaron con fuerza y Mingyu pudo sentir el poder envolverlo. Algo más que vampiro, algo más que simple poder, era otra cosa mucho más poderosa, mucho más fuerte que parecía temblar alrededor de las paredes, filtrarse como capas por todo el pasillo y Mingyu no supo qué era.
Así que se enojó también.
—¡A ti qué te importa! Ni siquiera sé quién eres, por qué debería decirte alguna mínima cosa de él, qué rayos.
Taehyung resopló.
—Bien, me grabé su aroma de todas formas, lo voy a detectar igual-
Tuvo reacción inmediata.
Los ojos de Mingyu se encandilaron en fuego cuando reveló esa información y la ropa cara de Taehyung fue arrugada en el pecho, al igual como él se lo había hecho hace minutos atrás.
Siente su espalda ser empujada contra la pared mientras el chico lo acorralaba.
—Por qué hiciste eso, por qué te grabas su aroma. —Mingyu no sabía por qué esa información le molestaba tanto.
Taehyung le miró ceñudo y lo alejó de un manotazo.
—A ti qué diablos te importa.
Le gruñó en respuesta y pudo ver unos colmillos emerger de sus encías.
—No te grabes su aroma. —le replicó y Taehyung estuvo a punto de rodar los ojos.
No lo hizo. El chico se alejó como si no estuviese de acuerdo de su propia conducta dominante al reaccionar así por una pequeña información que también podría resultar mentira y Taehyung como que empezó a entender que quizá este joven frente a él sí se preocupaba por Hoseok más de lo que él podría suponer.
Se acomodó el traje y alzó la barbilla hacia él.
—Taehyung —le dijo luego de un momento, dando su brazo a torcer—. Mi nombre es Kim Taehyung, trabajo para los cazadores —se cruzó de brazos y se mordió la mejilla interna cuando agregó—: esporádicamente.
El otro analizó sus palabras, como si estuviese debatiéndose si era una mentira o no. Taehyung le miró fijo, esperando su desafío, pero solo lo vio moverse la chaquetilla de terno para descubrir una insignia. Dos pistoleras con una bala de plata al centro que ardía en llamas.
—Mingyu —le dijo, y el híbrido desistió de decir Kim porque el otro ya lo era y no quería tener ninguna especie de similitud con él, aunque sonaba tonto—. Solo Mingyu. Pertenezco al gremio de los cazadores —e hizo énfasis en la palabra pertenezco sólo para aclarar que él no hacía nada esporádico—. Trabajo junto con Hoseok.
Taehyung alzó una ceja.
Desconocía esa información. Aunque tampoco conocía a todos los cazadores del gremio y las veces que veía a Hoseok por año se podían contar con los dedos de una sola mano, a Garam igual. De todas formas, sigue sin entender cómo pasó por alto este tipo de acontecimiento.
Quizá por eso Hoseok olía diferente, no era sólo la pubertad, era este vampiro.
Qué estúpido se sintió.
—¿Desde hace cuánto lo conoces? —Quiso saber. Intentando entender cómo es que no se dio cuenta durante todo este tiempo.
—Hace dos años —le murmuró con rabia, en la punta de la lengua de Mingyu estuvo la intención de mentir y exagerar el tiempo sin saber por qué.
La risa de Taehyung lo desconcentra.
—Já —se mofó el vampiro, acomodándose el cabello de manera presumida—. Yo desde los doce, maldito, hasta le ayudé a quitarse los dientes de leche —le miró de arriba abajo—, no eres nadie.
No era el mejor argumento, es más, Taehyung ni siquiera sabía si los niños a los doce años botaban aún los dientes de leche, pero había aprendido de ello porque su hermano los botaba. De todas formas, sirvió porque pudo notar el cambio en las facciones del tipo, cuando apretó más la mandíbula, mirándole mientras se le formaba una línea tensa en la boca.
—Pero tú no llevas su aroma —respondió Mingyu, como si quisiera sacárselo en cara.
Taehyung le hizo una mueca, asqueado.
—Eres demasiado intenso con el aroma, qué mierda te pasa, Hoseok es aun pequeño para que andes detrás de-
Mingyu le miró tan horrorizado que lo obligó a detenerse.
—Ni siquiera lo digas, ¿¡qué rayos!? Eso es asqueroso —negó, echándose para atrás como si quisiera alejarse de él y sus pensamientos—, es un niño, ¿qué edad crees que tengo?
—La edad suficiente como para que sea tu tataranieto, joder.
—Entonces deja de escupir estupideces —Mingyu se cruzó de brazos y le miró de pies a cabeza, juzgándole—, yo diría que tú eres el que está interesado en él, y no como amigo.
—Cállate —le siseó. Taehyung no sabía por qué le respondía y por qué gastaba tiempo hablando con él. De todas formas, le siguió el juego cuando levantó las cejas, a modo de desafío y le dijo—: Yo soy su crush.
Mingyu rodó los ojos, ni siquiera se limitó a responder eso.
—No creí que un vampiro estaría trabajando con los cazadores.
Taehyung bufó.
—Literalmente, eres un vampiro y trabajas para ellos.
—Sí, bueno... —se encogió de hombros, todo pretencioso—, me aman.
Taehyung no tenía tiempo para esto.
—¿Dónde está Hoseok? Quiero verlo antes de dejarlo contigo. ¿Qué se supone que hacen aquí?
Mingyu gruñó.
—¿Por qué te tengo que decir todo?
—Porque Hoseok me ama —respondió Taehyung, con una sonrisa vil—. Soy su vampiro favorito.
Recibió una mueca de respuesta. Mingyu lucía disgustado, y eso hizo a Taehyung feliz.
—Eso fue antes de que aparezca yo.
Los ojos de Taehyung se iluminaron.
—Quiero ver a Hoseok.
Hubo un momento de duda en los ojos de Mingyu, como si no quisiera hacerle caso, pero estaba enojado, con Hoseok sobre todo, porque ¿qué mierda hacía alrededor de un vampiro? El humano le debía explicaciones.
Sacó un pequeño celular, marcó un número y esperó tras la línea.
—Hoseok, baja ahora mismo, salida de emergencia del ala sur. Me debes una maldita explicación.
Y le cortó.
Taehyung analizó su actitud.
—Él no te debe nada, maldito, ¿es una cosa que puede ser tuya acaso?
Mingyu se tensó y le miró serio, y a pesar de que Taehyung le sostenía la mirada pudo notar cómo los dedos del vampiro se abrían y se cerraban, como si intentara resistir un autocontrol que no sabía, podía desbordarse.
¿Qué parte de sus palabras le habría molestado? Se preguntó Taehyung, en un intento de captar alguna debilidad para atacarlo en el futuro.
¿Haberle dicho maldito o el hecho de mencionar que Hoseok no era suyo?
Cinco minutos después, que se sintió como una batalla infinita de miradas entre Taehyung y Mingyu, unas pisadas resonaron por el pasillo, acercándose a ellos.
Mingyu no miró. Taehyung sí.
Y su corazón se cargó de alivio al verlo bien.
—Taehyung —Hoseok susurró su nombre con suavidad, acercándose a él para darle un pequeño abrazo en forma de saludo.
—No sabía que tenías esa clase de historial, Hoseok —lanzó Mingyu, entre broma, pero con la voz carga de cizaña—. Parece que cazas a los vampiros de una forma diferente...
Hoseok disolvió el abrazo y giró la cabeza para mirarlo, como si no pudiese creer que le haya dicho eso en voz alta.
Oye, imbécil, no digas cosas extrañas frente a Taehyung, mierda, nunca fue así. Te juro que me voy a deshacer de ti cuando lleguemos a la casa.
Mingyu se cruzó de brazos y le miró serio como nunca antes.
—Inténtalo.
Hoseok le frunció el ceño.
Basta.
—Solo quiero entender lo que está pasando.
—A ver qué rayos está sucediendo —Taehyung se movió, ubicándose entre ellos dos para romper lo que sea que mantenían mientras se miraban. Miró a Mingyu—. ¿Por qué hablas solo? —y cuando ninguno dijo nada, un golpe de raciocinio le bañó la cara, como oleadas de recuerdos de hace años, cuando Hoseok fue a visitarlo para preguntarle si podía leerle la mente. Giró la cabeza hacia Hoseok casi asustado—. No me digas que... —antes de terminar, intentó entrar a la mente de Hoseok. Bloqueada. Sus ojos le miraron serio—. Hoseok...
El humano le miró de vuelta, y sabiendo a dónde quería llegar con sus palabras, negó con un movimiento sutil de cabeza.
—No tenemos tiempo para eso ahora.
Taehyung no estuvo de acuerdo con eso.
—Me debes una explicación.
Mingyu reaccionó ante sus palabras.
—Lo pide el que lloriqueó diciendo que Hoseok no le debía explicaciones a nadie.
Hoseok se hartó. ¿Por qué no se aburrían ya?
—¿Pueden parar? —les gruñó, mirándole enojado—. Voy a irme solo y no me importa una mierda. Necesito que paren ahora.
Ni siquiera quiso pensar desde hace cuánto rato llevaban discutiendo así.
Ni siquiera quería saberlo.
El primero en ceder fue Taehyung.
—Habitación S09, décimo piso —gimió molesto, como si lo hubiese soltado de malas—. Podemos hablar ahí.
Mingyu estuvo a punto de abrir la boca cuando Hoseok le dio una mirada de advertencia.
Ni una maldita palabra más, estoy muy enojado contigo.
Mingyu rodó los ojos.
Guau, el grandísimo Hoseok está enojado, nueva emoción desbloqueada.
Hoseok le miró sorprendido.
Mingyu se irguió en su sitio, una respuesta automática ante la reacción de Hoseok, como si estuviese preparándose para lo que sea que sorprendió al chico.
—¿Qué?
Escuché eso... en mi cabeza... aunque debería golpearte porque te estabas burlando de mí, pero lo escuché, Mingyu.
Mingyu nunca lo pensó, el hecho de que él mismo podía hablarle también a través de su mente porque siempre asumió que no, siempre le respondía en voz alta a sus pensamientos.
Lo que dijo lo hizo sin pensar.
—¿Pueden parar de hacer la mierda que están haciendo? —Taehyung les gruñó.
Mingyu miró a Hoseok y le tomó la muñeca.
Lo hablaremos en casa.
Luego, miró a Taehyung.
—No te tardes.
Y desapareció, llevándose a Hoseok con él.
Taehyung frunció el ceño a la nada, mirando la pared donde había estado Mingyu apoyado.
Los latidos.
Había escuchado los latidos y había visto sus jadeos.
Podía entender que algunos vampiros mantenían pulso, pero los de este chico subían y bajaban, erráticos y relajados, conectado con sus emociones, con todo su cuerpo, con sus mismas respiraciones.
Como si lo necesitara para vivir. Bombear su corazón para funcionar.
Interesante.
Taehyung no esperó y se transportó también.
*
Por supuesto que Taehyung llegó último, recibiendo una sonrisa fanfarrona de Mingyu a modo de bienvenida que activó una porción competitiva en el que no sabía que existía.
O quizá siempre supo, pero no hubo nadie que hubiese intentado alcanzarla.
Intentó ignorarlo apenas, cuando los hizo pasar dentro de la suite, ubicándose en la sala de estar, donde había unos sillones perfectamente acomodados junto con una mesa de vidrio en el centro.
Estantes artesanales de robles esparcidos por el fondo y una pared cubierta de ventanales que mostraban la vista de la ciudad volviéndose diminuta ante ellos, las iluminarias y las luces de los autos titilaban como estrellas a lo largo de la noche.
El aroma entero bordeaba a flores, a un campo botánico de distintas especias dulces, características del aroma de Taehyung.
Hoseok comenzó a explicar el inicio de todo, comenzando desde el día que se encontró con Mingyu.
Taehyung escuchaba a medias, mientras no perdía un vistazo del otro vampiro que permanecía de pie en su sala. Ambos demasiado alertas como para sentarse y relajarse, así como el humano lo hizo.
Había algo en Mingyu que lo hacía diferente, es lo que más atento tiene a Taehyung.
De alguna forma, no era un vampiro del todo.
Era algo. Pero no sabía qué.
¿Qué lo hacía diferente? Taehyung tenía la pregunta en la punta de la lengua, pero desistió de hacerla por miedo a que esa misma duda se rebotara hacia él.
Una presión palpable se sintió como oleadas alrededor de su garganta, activando ligeramente su maldición, de tan solo pensarlo.
Lo tendría que descubrir por sí solo. Tarde o temprano.
—En conclusión —espetó Mingyu cuando Hoseok dejó de hablar, encogiéndose de hombros—, tengo las tremendas Daddy Issues.
—Di algo que aporte y no solo bromees. —le gruñó Hoseok, como si no pudiese creer lo que dijo, pero ajá, lo creía y, es más, se lo esperaba.
Taehyung parecía distante mientras los escuchaba discutir, o más bien a Hoseok aún sacarle en cara lo ridículo que se comportó anteriormente en el pasillo cerca de la sala de emergencia. Luego ambos se quedaron callados, pero se miraban como si les saliera chispas de los ojos y Taehyung supo que se habían puesto a discutir a través de esa conexión mental que compartían y de la cual él tenía muchas dudas por lo rara que era.
Era una discusión para otra ocasión, Taehyung sabe, el problema de ahora es mayor.
Así que se obligó a concentrarse, recogiendo la información que ellos le habían dicho. El rastro del padre de Mingyu había sido aquí por última vez, quizá para matar a un humano, alimentarse de algún borracho que haya caído en el bar y se haya envuelto seducido por el aroma que ocupan los vampiros para atraer a sus presas.
Taehyung lleva dos días en este hotel y no había sentido un aroma distinto.
¿Se le habría pasado?
Por supuesto, los vampiros podían esconder su aroma, los más entrenados, pero él no escondió el suyo.
Si hubiese habido otro vampiro dentro del hotel, se habría acercado a él, estaba seguro.
Incluso si los vampiros eran seres solitarios, se habría acercado solo para asegurarse de no andar detrás de la misma presa, la misma comida.
Aunque Taehyung nunca tuvo necesidad de solicitar sangre de una forma tan enferma como los vampiros requerían. Si lo hacía, cazaba animales en terreno de las brujas.
Nunca humana y seguiría siendo así hasta que su existencia se vuelva nada.
Pero como otros desconocían esa información, si un vampiro anduviera cerca, no tardaría en haberse identificado.
Algo era extraño.
Volvió la vista hacia ellos, seguían mirándose y haciendo lo mismo.
Taehyung colocó los ojos en blanco y se movió más cerca para capturar su atención.
—¿Qué tan verídica es la información que les dieron? —negó, frotándose la mandíbula con una mano y no se molestó en ocultar su preocupación—. Algo es extraño, hubiese sentido otra presencia, o les mintieron, o el vampiro que buscan ya se fue.
Mingyu fue el primero en romper la mierda que sea que llevaba con Hoseok y se giró hacia él.
—Está entrenado, puede ocultar su olor.
—Lo sé, pero yo no oculté el mío, se hubiese acercado.
—Una bruja nos ayudó —alegó Hoseok—. Una de un aquelarre que el gremio había ayudado hace tiempo. Ella lo buscó con su magia y nos trajo aquí.
Mingyu empezó a dudar, con la vista fija en el suelo alfombrado, intentando concentrarse mientras daba vueltas.
—¿Por qué se escondería? —murmuró.
Taehyung no tuvo que pensarlo dos veces para entenderlo.
—Porque los vio —dijo entonces y recibió de inmediato la mirada de ambos—. Si ustedes recibieron ayuda de una bruja, no cabe duda que él también puede trabajar con una. Una bruja los vio, una bruja le dijo que ustedes venían a buscarlo y él se escondió.
—Mierda —Hoseok se quitó el saco de dónde extrajo varias pistolas y municiones de los bolsillos, cargando las armas de manera tan experta que pareciera que sus delicadas manos nacieron para hacer eso—. Supongo que no tendremos el efecto sorpresa de nuestro lado.
Taehyung gruñó una maldición.
Cerca de él Mingyu temblaba, pero no era miedo, era una cólera profunda y colosal que se manifestaba con fuerza fuera de su cuerpo.
Miró a Hoseok, el humano miraba preocupado a Mingyu y Taehyung decidió salir de ahí.
—Iré a dar una ronda afuera, vuelvo en quince minutos e ideamos un plan —luego miró a Mingyu a pesar de que este emanaba un fuerte aroma agrío y ácido, tanto que parecía querer asfixiarlo, marchitarle las rosas y contagiarlas con esa misma sensación de rabia pura—. Los voy a ayudar, tu padre no saldrá vivo de aquí.
Mingyu no miró, pero esa rabia pareció ceder un poquito.
Taehyung no esperó más tiempo y desapareció.
Cuando supo que quedó a solas con Hoseok, únicamente ellos dos dentro de esas paredes, fue que se rompió, mostrando la verdadera persona que había tras ese caparazón.
—Dos años buscando su rastro —rugió—, y el grandísimo hijo de puto aun intenta salirse con la suya.
—Pues será la última vez que lo haga —sentenció Hoseok de vuelta—, porque lo mataremos.
Colocó el seguro a una de las armas que preparó para Mingyu antes de dársela, cargada con balas de plata y otro tipo de mineral que el gremio había estado investigando y que al parecer resultaba más letal para los vampiros.
Mingyu lo miró, preguntándose cómo este humano podía verse así de decidido, así de fuerte siendo que podía oler su estado aterrorizado.
Vio el arma que le tendió, lista para ser usada.
No la tomó, y se sintió como un deja-vú.
—Hoseok —llamó, sonaba adolorido cuando cerró los ojos, como si intentara pensar bien las posiciones de sus siguientes palabras. Los abrió encontrándose de inmediato con la mirada ajena, como si hubiese sabido calcular el lugar exacto en dónde mirarlo—. No tienes que hacer esto.
—¿Qué? —Hoseok abrió y cerró la boca y parecía estar próximo a un ataque de rabia, pero Mingyu no había podido detener sus palabras. Se lo dijo porque tenía que darle elección. No podía hacerlo cargar con todo esto—. Oye para tu mierda, ¿quieres? Siempre es lo mismo, no vayas con esa cosa neandertal de que yo corro y tú te quedas a protegerme, eso no funciona conmigo, si estamos en esto juntos, lo estaremos hasta el final.
Mingyu no se estaba riendo.
Hoseok no tenía que ser sobrenatural para sentir lo desesperado y preocupado que lucía.
Como si recién estuviese asimilando a lo que se enfrentaban.
—Te pones demasiado suicida, como si no te importara morir —se quejó entonces el híbrido—, siempre vas demasiado directo y no me gusta eso. No puedo protegerte si te pones así.
—No necesito que me protejas —le dijo, refunfuñando—, ya te dije, no lo necesito. Estamos en esto juntos.
Mingyu se pregunta si Hoseok se veía así como él lo veía. Un humano frágil capaz de romperse.
Eres demasiado dominante para ser solo un niño, Jung Hoseok.
—Ya te dije que no soy un niño, tengo dieciocho años.
—No haré comentarios sobre eso.
Hoseok suspiró. Sabía lo que hacía Mingyu, distraerlo del verdadero problema.
Se acercó hacia él, hasta que las puntas de sus zapatos estaban a una distancia muy pequeña de toparse.
Hoseok media unos diez centímetros menos que él, pero su presencia era fuerte y solemne mientras le miraba.
La vista decidida del humano cambió a una nostálgica y el suelo bajo los pies de Mingyu se desestabilizó por completo ante esa mirada.
—E-eres mi amigo —Hoseok dijo, con la voz chiquita, como si estuviese desarmándose para él también y Mingyu notó sus mejillas sonrojadas cuando lo dijo. No se tocaban por ningún lado, pero se sintió como si esas palabras lo abrazaran de alguna forma. Las cejas de Hoseok se arrugaron y expresó dolor cuando negó casi imperceptiblemente al decir—: No me pidas que te deje, no me digas que te abandone, porque no lo haré. Me voy a quedar contigo hasta el final incluso si es este.
Lo destruyeron por completo, lo quebraron por dentro y las palabras arrasaron con todo a su paso. Su cuerpo entero se estremeció y fue como una cuerda lanzada a ese precipicio al cual él había caído hace mucho tiempo, al cual él había decidido caer para que nadie pudiese alcanzarlo. La pregunta seguía siendo la misma. ¿quería ser alcanzado? Mingyu no dudaría en tomar la mano de Hoseok ahora, para alcanzarlo.
No había palabras para describir lo que este humano le hizo sentir.
—Mañana estaremos viendo ese programa de cocina que tanto te gusta —Mingyu dijo, tan cotidiano, tan doméstico y a Hoseok se le iluminó la cara y cómo sonrió. La vista se la grabaría por completo, aquella sonrisa que le abrió el mundo y movió piezas dentro de él, dentro de su alma astillada.
—Y después veremos esa serie de romance que te hace llorar.
—No me hace llorar —Mingyu dijo, indignado, pero estaba sonriendo.
—Lo sé. —Hoseok le dijo y era como si fuesen ellos contra el mundo, como lo había sido desde hace dos años.
Era un momento pequeño, como todos los que vivían entre ellos, Mingyu recogió lo recuerdos contra su corazón y los guardó.
Unos pocos minutos después. Taehyung volvió a aparecer.
Venía acompañado.
Y de una bruja que ellos conocían muy bien.
—Hola, muchacho —dijo, cuando su vista se enfocó en Mingyu, las palabras se sintieron como cemento—. Acércate para olerte.
gracias por leer y perdon por cortar la acción u.u así se conocieron tae y mingyu, se odian de mentiris porque son amiguitos obvio ♥
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