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HISTORIA PARALELA 1 - PARTE C










Taehyung arrugó la nariz cuando vio a Hoseok entrar a su departamento.

—Hueles raro —dijo, olisqueando este nuevo aroma en él—. ¿No te bañaste?

Hoseok rodó los ojos.

—Por supuesto que sí.

Taehyung alzó una ceja y le miró expectante. No es como si oliera mal, pero era algo diferente desde la última vez que lo vio.

Aunque Taehyung no lo había visto hace más de un año.

—¿Será la pubertad?

—Ni siquiera sé qué significa eso. —le dijo, sentándose en el sillón del living, en el departamento del vampiro, lugar al que corrió casi desesperado por una respuesta.

—¿Garam te envió a decirme algo?

Hoseok negó, pero guardó silencio, como si estuviese sopesando sus opciones siendo que sólo vino por un solo motivo a visitarlo.

El viaje había sido de una hora, desde la finca en la que él vivía hasta entrar a la ciudad y dirigirse hacia la zona del distrito donde Hoseok sabía, el vampiro tenía un departamento o más bien un edificio completo.

No esperó más tiempo. Le dio su atención, serio, como si quisiera concentrarse y le dijo:

—¿Tu puedes leerme la mente?

Taehyung le miró como si le estuviese hablando en otro idioma.

—¿Es en serio? —pregunta y el rostro afligido y preocupado de Hoseok es la respuesta. Taehyung negó—. No, no puedo leerte la mente, estás entrenado.

Wow.

Hoseok ahogó un jadeo asustado y su cuerpo entero sintió un frío recorrerle la piel hasta los huesos.

—¿Qué te pasa? —Taehyung le mira preocupado ante el aroma que estaba expeliendo junto a sus latidos horriblemente erráticos—. ¿Qué es? ¿por qué te asustas así?

Tragó saliva.

—Nada.

—¿Estás bien?

—Si... solo... —negó, ¿estaba bien? No sabía. Alzó la vista y miró a Taehyung, sonriéndole—. Solo quería saber si alguien podía leer mi mente, asegurarme que las brujas me hayan entrenado bien.

El vampiro guardó silencio y pensó.

Hoseok estaba pasando por la pubertad. Tenía apenas dieciséis años, quizá era eso, se inventó alguna loca historia en su cabeza que lo obligó a venir aquí a consultar algo que el mismo humano sabía.

Taehyung no dijo nada por un momento.

—Si entro, es como si hubieses creado una fortaleza de acero alrededor de tu mente, no hay nada que yo pueda alcanzar —confesó, porque era cierto, eran como barras y barras de metal que se alzaban, inquebrantables y que se mantenían en un montón de capas siendo imposible llegar hasta el lugar donde él quiere—. Ni siquiera hay un espacio de fuga. No puedo leer tu mente, estás demasiado entrenado.

Hoseok no supo qué decir.

¿Por qué entonces ese híbrido podía?

Se tragó las palabras y huyó de ahí.





*





Hoseok tiene diecisiete años y odia a Mingyu.

Siente su cabeza rebotar contra la colchoneta cuando su cuerpo entero se estampa contra ella.

Escucha una risita ronca provenir desde su espalda, al otro lado del cuadrilátero.

—¿Qué pasa pequeño Hoseok? —la voz de Mingyu es... no sabe lo que es, pero le enfurece—. ¿Está interesante lo que andas buscando en el suelo debido a que te has pasado toda la tarde ahí?

La rabia se acumula sobre él, como una capa densa que es capaz de penetrarle los poros.

Maldito hijo de puta.

Mingyu vuelve a reír cuando escuchó esa voz en su mente.

—Ese no ha sido el mejor de tus insultos, pero es mi favorito, ¿sabes?

Siente al híbrido acercarse hasta quedar delante de sus pies, Hoseok no pierde demasiado tiempo mientras lo escucha parlotear. Así que presiona las manos en la colchoneta contra su pecho, asimilando impulsarse con estas para levantarse cuando cambia de parecer y barre con sus piernas el suelo, golpeando las piernas de Mingyu, quien sorpresivamente se estampa contra la colchoneta ante la pérdida de equilibrio.

Hoseok sonrió.

—Caes tan fácil... —se burló, colocándose de pie mientras el otro le miraba con una sonrisa fingida.

No importaba si quizá esta era la primera vez que Mingyu caía, pero la victoria se sintió tremenda.

Es decir, mírenlo, él era solo un humano, un adolescente, escuálido y en crecimiento. Mingyu era un vampiro. Híbrido, sí. Pero el poder sobrenatural exudaba de su cuerpo.

Una perfecta ceja de Mingyu se alzó hacia arriba, mientras se erguía con ayuda de sus codos.

—¿Te sientes orgulloso de eso?

—Por supuesto que... —No alcanzó a terminar cuando las alarmas de alertas comenzaron a sonar por el gimnasio, al igual que en la finca.

Hoseok y Mingyu se miraron.

Alguien había entrado al territorio y a la fuerza. Las alarmas sonaron porque no era bienvenido.

El humano sopesa sus opciones de inmediato. Era domingo, él y Mingyu habían decidido entrenar como locos, más por petición de Hoseok, pero provocado por las constantes burlas de Mingyu, así que la culpa medio iba para los dos.

El hecho es que era domingo, la mayoría de los cazadores estaban en misiones o en sus casas y sólo estaban ellos dos porque su padre tuvo que viajar al extranjero a una reunión política.

Los empleados no contaban. No tenían tanta formación y si era algo más peligroso Hoseok no los arriesgaría. Ellos sabían que cuando las alarmas se activaban tenían que ir al subterráneo y esperar a que cualquier causa que las activó sea desechada.

Salió disparado del cuadrilátero, hacia el centro de un monitor donde había cámaras que daban hacia afuera del gimnasio y hacia los distintos patios.

Un brazo tiró de él cuando quiso abrir la puerta al notar unas figuras cerca de la entrada de la finca.

Hoseok se volvió hacia Mingyu, sus ojos primero hacia el fuerte agarre en su brazo y luego hacia su cara seria.

—Cualquier cosa, te mantienes cerca mío.

Hoseok le miró con el ceño fruncido y se quitó de una.

—Deja de decir cosas extrañas —le gruñó.

Este imbécil... cree que no me sé proteger.

Mingyu soltó una risita.

Esa risita... A Hoseok no le gusta.

—Eres tan adolescente para tus cosas...

Hoseok ignora lo que significa eso y se concentra en el monitor.

—Son dos personas.

Mingyu asiente.

—Brujas.

—¿Buenas o malas?

El híbrido se encoge de hombros.

—Habrá que descubrirlo.

Hoseok se movió hacia la estantería y sacó dos pistolas de estas, las cuales cargó con rapidez y guardó dentro de la pretina de su buzo.

Ambos vestían conjuntos deportivos. No era de las mejores prendas considerando que no sabían lo que les esperaba afuera, pero no había tiempo para cambios. Sea lo que sea que ellas quieran, los habían buscado a ellos.

Mingyu desistió a primera instancia de usar un arma cuando Hoseok se la presentó.

—Tómala.

—No la necesito, prefiero la lucha cuerpo a cuerpo.

Hoseok frunció el ceño.

—No me gusta cómo suena eso —le dijo, reclamándole y Mingyu como que quiso reírse ante el tono dominante de este chico, pero prefirió no hacerlo y simplemente se dejó cuando Hoseok golpeó el arma contra su pecho—, solo toma la maldita arma.

La tomó esta vez y Hoseok sintió un pequeño alivio cuando vio al híbrido guardar la pistola cargada en la pretina de su buzo, al igual que él. Luego se sintió tonto por eso.

Soy un estúpido.

—Concuerdo con eso. —dijo Mingyu tras él y Hoseok le dio una mirada de muerte, pero no habló.

Mingyu ha podido leer sus pensamientos sin que Hoseok pueda hacer algo para impedirlo, por más que entrenara, por más que la bruja que lo entrenó le haya dicho que no había forma de que alguien pudiese entrar a su mente porque había alcanzado de alguna forma un nivel excepcional para cerrarla.

Había demasiadas preguntas y ninguna respuesta. Hoseok prefiere no ponerse a pensar en eso y aceptarlo como parte de su problema personal el cual algún día se empeñará por solucionar.

Toma el mango de la puerta de vaivén para salir y Mingyu nuevamente agarra su brazo.

—Ya te lo dije, no te vayas lejos de mí. —Y esta vez su voz fue más profunda, como si no existieran bromas a su alrededor.

—¡Ya sé! —le siseó en respuesta, odiando que se comportara así—. Solo vamos.

Salieron del gimnasio y se colocaron a vista de las dos visitas. Ellas se habían mantenido cerca de la entrada, como si hubiesen estado esperando que alguien saliera a recibirlas.

—Señoritas... —Hoseok dijo, a modo de saludo con una leve inclinación de cabeza.

Si estaba nervioso o no, no lo mostró, ni siquiera con su olor.

—¿Qué las trae a unas dependencias de cazadores? —Mingyu pregunta, con una sonrisa cálida, como si quisiera ser amable y se movió más cerca de Hoseok, su hombro tocando con el contrario.

Hoseok no se movió para alejarlo.

—Nos preguntábamos de dónde provenía tan dulce aroma. —Una de ellas mencionó, era alta y tenía el cabello largo y negro, con mechones blancos. La otra era más pequeña, llevaba el cabello largo, igual que la otra, pero caían en pequeños rizos desordenados que se reflejaban en colores caoba frente al sol.

—¿Y lo descubrieron? —preguntó Hoseok, cruzándose de brazos.

Por supuesto hablaba de sus aromas.

—Sí —respondió la de cabello rizado, ubicándose más adelante—. Sabemos la fuente —ella posó la vista en Mingyu y Hoseok a su lado se puso rígido—. Pero no sabemos lo que él es.

Hoseok negó.

Estas sucias, olisqueando el aroma de otros...

—Sea lo que sea que buscan, no lo encontrarán aquí, sugiero que vuelvan a su lugar y no entren en propiedades de otros sin el permiso del dueño.

La de cabello largo sonrío, mientras que su hermana no paraba de mirar a Mingyu como si hubiese descubierto un cofre lleno de oro.

—Acércate chico, déjame olerlo mejor.

Mingyu se cruzó de brazos.

—¿Por qué no te acercas tú? —pregunta, con una sonrisa sugerente en su cara, lamiéndose los labios mientras le miraba fijo.

La cabeza de Hoseok se movió hacia el híbrido en un solo movimiento.

—No —respondió, incluso si su vista estaba en Mingyu, les hablaba a las brujas.

Mingyu no le miró de vuelta, prefería no perder ningún movimiento de ellas, aunque se moría de ganas de ver el rostro que estaba colocando Hoseok, solo para burlarse de él más tarde.

Este imbécil, siempre con esos aires superiores para provocar al resto. Le oye decir entre sus pensamientos y eso hizo ensanchar su sonrisa hacia ellas.

—Solo venimos a jugar... —la de rizos les dijo y Hoseok no quiere preguntarle cuál era su concepto de juego.

Volvió la vista hacia ellas, notando que habían dado unos cuantos pasos y les dijo:

—Vuelvan, ustedes dos no son bienvenidas aquí.

En tres tiempos, la bruja de cabello rizado desapareció, siendo una explosión de pétalos el lugar donde ella había estado antes.

Apareció frente a Mingyu.

—Solo déjame saber lo que eres chico. —susurró, con una uña en el rostro de Mingyu.

Hoseok apenas reaccionó. Moviéndose y levantando su pierna para darle una patada en el costado con toda la fuerza de su pie extendido.

Ese golpe había sido todo.

—¡No toques a mi hermana! —le dijo la otra, apareciendo a centímetros de él, con garras en la punta de sus dedos que iban a su cara.

Hoseok la esquivó y le dio un manotazo en el brazo, echándose hacia atrás para obtener distancia.

—Y tú no toques a-

Una ráfaga de viento los cubrió, tan fuerte que Hoseok fue lanzado hacia atrás.

Mingyu en tres tiempos se materializo atrás de él, recibiendo el impacto de su cuerpo con el suyo.

Hoseok giró la cabeza y le miró.

—No me dijiste que podías hacer eso. —le dijo, olvidándose de las brujas mientras los brazos de Mingyu lo rodeaban.

El híbrido se encogió de hombros.

—Hay muchas cosas que puedo hacer y no sabes.

Hoseok por momentos se olvida que Mingyu es un híbrido, que una parte de este chico es vampiro.

Habían estado siguiendo el rastro del padre de Mingyu por meses, volviéndose exento de muchas misiones, y si Mingyu participaba en una, tenía estrictamente prohibido hacerse notar y que los otros se dieran cuenta de su verdadera identidad.

Esto era nuevo.

Un chillido fuerte de unas de las brujas los interrumpió, obligándolos a mirarla.

Una de ellas había elevado al aire pequeñas rocas, las cuales pulió con magia, simulando unos dardos que lanzó con fuerza hacia ellos.

Hoseok no alcanzó a saltar hacia un lado para esquivarlas cuando Mingyu apretó el agarré y los transportó a un par de metros del lugar donde habían estado antes.

Las rocas se clavaron como agujas en el pasto.

Hoseok se enojó. Esta bruja realmente lo quería herir.

—No te quiero matar. —Le dijo, en un tono de advertencia mientras se separaba de Mingyu.

La del cabello con mechas blancas sonrió de lado.

—Pues que mal, porque yo sí. Ahora quiero tu corazón.

—Ven a buscarlo, entonces.

Hubo un gruñido de Mingyu, como si estuviese decepcionado de haberlo escuchado provocar a una bruja.

Que se trague su mierda, Hoseok pensó, Mingyu había hecho lo mismo hace un rato atrás.

Antes de que el híbrido pudiese comentar algo, la bruja de cabello rizado lo atacó.

Hoseok no se preocupó mucho, sabía que Mingyu era bueno y estaba entretenido.

A su vez, miró hacia adelante, hacia la bruja que tenía con él y se preparó.

No esperó más tiempo cuando ella se transportó y apareció a su costado, Hoseok elevó una patada, ella volvió a materializarse, dejando un remolino de pétalos, como si hubiese intercambiado la materia de su cuerpo con el de las flores de algún lado y volvió hacer lo mismo.

En un momento, Hoseok pudo interceptar un golpe. Ella gruñó y se movió hacia atrás.

Hoseok sacó la pistola, le quitó el seguro y le disparó.

La bala se detuvo a centímetros de la cara de la mujer, todo por acto de magia.

Hoseok pudo notar cómo la bala giraba con ayuda de algún tipo de telequinesis y se la volvía a lanzar a él.

La esquivó por centímetros, viendo la munición incrustarse en la tierra.

Era inútil atacarla de lejos, tendría que llegar a ella y posar el arma directamente contra su piel.

Para su suerte, o quizá no. La bruja desapareció y apareció frente a él, comenzando una batalla cuerpo a cuerpo. Ella lograba esquivar por pelos sus golpes, siendo demasiado rápida.

Desapareció y apareció comenzando a golpear en sus puntos ciegos, como tras su espalda.

La bruja le arañó un brazo, haciéndole gotear sangre, cosa que ella disfrutó visiblemente al sentir el aroma intensificado. Y ante esa distracción de su sangre, Hoseok alcanzó por fin a colocar un golpe en el estómago, haciéndola perder el aliento.

Ella se echó hacia atrás, mirándole con furia, unos ojos de sed con la esclerótica completamente negra, como podridos y muertos.

Elevó pequeñas rocas nuevamente y se las lanzó, Hoseok saltó hacia un lado, pero los pequeños piquetes lo siguieron.

Esta vez, él no tenía a Mingyu transportándolo a otro lugar, así que no pudo hacer mucho cuando tuvo esas pequeñas astillas sobre él, siendo difícil de bloquear, aunque se cubriera con sus brazos.

Le hicieron un corte en la oreja, en la ceja, en el pómulo y uno en el cuello además de sus brazos.

Estaba sangrando horrible.

—¡Hoseok! —escuchó a Mingyu gritar, su desesperación. Nunca le había llamado con ese tono, pero se obligó a ignorarlo cuando la bruja con la que peleaba le mencionaba lo que haría con él si se desconcentraba un poquito.

Hoseok solo tenía ojos para la mujer frente a él, quien le sonreía enloquecida mientras olía el aroma de su sangre.

—¡Es tan dulce! ¡Tan dulce y frágil el corazón de un humano! —ella decía, con fuerza y gloria, como si estuviese triunfal ante el aperitivo que se llevaría a casa—. ¡Va a ser mío!

Hoseok hirvió de rabia.

Corrió directo hacia ella.

La bruja alzó nuevos pedazos de montículos y a Hoseok no le importó dañarse, cubriéndose con sus brazos para que estos recibieran el impacto.

La sangre manchaba el pasto cuando goteaba de su cuerpo y el golpe de adrenalina le duraría unos cuantos minutos antes de que su cuerpo cayera derrotado.

No importaba.

Alcanzó a llegar hasta ella. La bruja no pudo transportarse y Hoseok supo que era por el exceso de magia que ocupaba en sus otros poderes.

Así que la golpeó con su puño en la mandíbula, ella recibió el impacto e inclinó la mano para arañarle como quiso hacer hace un rato atrás. Hoseok detuvo el golpe que parecía ir a cámara lenta, pues el entrenamiento con Mingyu le había resultado beneficioso a la hora de enfrentarse a otro tipo de cuerpos, a otro tipo de velocidad.

Le lanzó una patada, y la golpeó con fuerza con un puño en su plexo solar, haciéndola perder el aliento y el equilibrio, ella cayó con su cuerpo al pasto y Hoseok se abalanzó contra ella.

Sin embargo, la bruja alcanzó a desaparecer, apareciendo tras él, ella golpeó con toda su fuerza su cabeza, haciéndolo caer al suelo donde rebotó contra esta.

Se sintió aturdido y mareado, pero la rabia se acumulaba con más fuerza, así que se abalanzó nuevamente hacia ella.

Y fue un mal movimiento de pies, los que hicieron a ella caer cuando Hoseok le hizo una zancadilla y luego le golpeó la sien, aturdiéndola.

No esperó más tiempo, se movió más cerca de ella y sacó ambas pistolas, apuntándolas a su corazón.

Disparó cuando la punta del cañón estuvo en contacto con su ropa.

La bruja no se movía, no respiraba.

La había matado y su otra hermana se dio cuenta.

La de cabello rizado gritó hacia su dirección y luego desapareció, dejando ecos de su voz.

Se había ido.

Mingyu se acercó a él, cuando no sintió movimiento cerca a través de la tierra.

Sea donde sea que haya escapado, fue lejos de aquí.

—¿Crees que vuelva? —preguntó Hoseok, cuando lo tuvo bastante cerca.

—No —dijo, mirándole con un rostro que Hoseok desconocía—. A menos que tenga más hermanas, no creo que vuelva aquí. Sabe que las podemos matar, sabe lo que podemos hacer.

Hoseok miró a la bruja que había matado.

—Tenemos que deshacernos de esta —dijo, agitado mientras respiraba fuerte—, puede que vuelva a vivir.

—Lo sé —le dijo Mingyu y Hoseok le sostuvo la mirada aun cuando Mingyu deslizó la suya hacia su cuerpo, hacia las zonas donde había sangre, los pequeños cortes—. Te ves como un guerrero vikingo.

Hoseok frunció el ceño.

—¿Eso es bueno o malo?

—Depende de cómo te sientas —Mingyu chasqueó la lengua y se acercó a tomarle la mano—. Vamos a curar esas heridas.

Hoseok se movió más lejos, lo suficiente para que esas manos no lo alcancen y le frunció el ceño.

—No, hay que deshacernos de ella primero.

—No sin antes curarte, venga, vamos.

—No —dijo Hoseok de nuevo, pero el cuerpo se le sintió pesado—. Vamos a...

No pudo continuar cuando sus piernas perdieron fuerza, y cayó desmayado a unos brazos que no lo dejaron tocar el suelo.

—Eres tan terco —Mingyu le dice—, aun si no quieres, te terminaré cuidando igual.

Hoseok no pudo decir nada contra eso, había perdido sangre y le dolía el cuerpo. Cerró sus ojos y se acurrucó en Mingyu sin poder evitarlo.

Bastardo, no te creas porque sigues intacto.

Mingyu sonrió, pero no dijo nada mientras caminaba hacia la finca con él en sus brazos.

No hubiese dejado que te lleven.

La respuesta fue silencio, y Hoseok se preguntó si ese pensamiento también pudo leerlo.

Cerró los ojos y se relajó.

Antes de entrar, Mingyu lo miró.

—Yo tampoco hubiese dejado que te lleven.




*




Horas más tardes Hoseok y Mingyu veían la pila incendiarse en el patio trasero, los restos de la bruja volviéndose ceniza frente al fuego.

Ellos estaban sentados a metros y metros de distancia mientras los empleados se encargaban de rodear el fuego, impidiendo que este sobre pase la línea que habían dejado para quemar el cuerpo.

Hoseok se acomodó en el pasto, traía vendas en uno de sus brazos y pequeños parches donde la bruja había hecho esas pequeñas heridas.

Se relajó en su sitio y se apoyó contra sus manos mientras veía el humo elevándose por el cielo.

—¿Por qué quieres matar a tu padre? —preguntó de la nada. Interrumpiendo el cómodo silencio.

Nunca se lo había preguntado, no sentía que correspondía. Mingyu vino un día pidiendo matar a su padre y él junto con Garam lo acogieron para ayudarlo.

Lo quería matar, pero ¿por qué? A Hoseok nunca se le había ocurrido preguntar hasta ahora.

—Está loco.

Hoseok hizo una mueca.

—¿Qué significa eso?

Mingyu suspiró, cansado y su cabeza observó el cielo.

—Perdió su lazo, perdió a mi madre cuando yo nací, esos los vuelve locos.

—¿La muerte los vuelve loco?

—Perder a su lazo, el vínculo, los vampiros pueden amar una sola vez en la vida, podrán sentir cariño, amistad o un tipo de amor diferente a lo largo de sus vidas, pero el verdadero amor se lo dedican a una sola persona. Para siempre. Y cuando la pierden, se vuelven locos. Él... estaba completamente fuera de sí.

Lo último sonó oscuro, como si los recuerdos aún permanecieran en Mingyu a pesar de que llevaba ya un año separado de aquel hombre.

A su mente viene el recuerdo de cuando apareció en la entrada de la casa, cubierto de sangre.

Hoseok no pudo evitar revolverse en su sitio.

—¿F-fue... fue malo contigo?

Mingyu guardó silencio, ¿cómo responderle?

Dejó salir el aire de sus pulmones mientras prefería ir por lo simple.

—Se alimentaba de mí.

—¿Qué? —En tres tiempos, Hoseok le miró.

Ay no, ay no, ay no, maldito hijo de puta.

Mingyu sonrió. Que Hoseok insultara a su padre era... un nuevo tipo de fascinación.

El corazón del humano latía tan rápido...

—Cuando llegué aquí tenía marcas en los brazos, ya desaparecieron, pero hubo un tiempo que las heridas siempre estuvieron abiertas.

—¿Te mordía?

—Todos los malditos días, mordía y tomaba mi sangre, decía que le recordaba a ella, a mi madre. Una bruja me ayudó a escapar, su magia hizo que mi padre perdiese mi aroma, por lo tanto, no tiene idea de dónde estoy, y si me vuelve a oler, no va a reconocer mi aroma, a menos que me encuentre cara a cara con él y vuelva a grabarse mi olor, cosa que no ocurrirá porque lo mataré.

Hoseok recogió los pedazos de su historia. No podía entender cómo el amor podía terminar en algo así, destruyendo a una persona. Un sentimiento tan bonito como ese terminaba por podrir a alguien por dentro, volverlo enfermo hasta el punto de hacerle daño a alguien que no tenía culpa, que no tenía por qué cargar con el dolor ajeno.

Le hervía la sangre de la rabia.

Que Mingyu tuviera que pasar por algo así...

Le dolía. Le dolía demasiado.

—Y tú... —dijo después de un rato—. ¿También te enamorarás de una sola persona que puede dejarte loco?

Silencio.

—N-no lo sé... —Era la primera vez que titubeaba, pensó Hoseok, pero no dijo nada, quizá, el tema era mucho para Mingyu y él lo había empujado. Saber qué lo hacía vampiro y qué lo hacía humano. El híbrido viró la cabeza hacia él, y le miró con esos ojos profundos—. Tendría que descubrirlo con el tiempo.

Le sostuvo la mirada, como si no existiese nada más. El mundo pareció desaparecer a su alrededor.

Hoseok no sabe si fue producto de su imaginación cuando los ojos de Mingyu se tiñeron de rojo, por breves segundos antes de volver a los marrones de siempre.

Pero Hoseok ni siquiera pestañeó cuando le dijo:

—Lo voy a matar —era una sentencia, una promesa, algo que el mismo destino parecía encargarse de cumplir, como si hubiese magia en su boca mientras recitaba las palabras—. Voy a matar a tu padre. Por ti.

Mingyu apenas pudo respirar.

Y no supo por qué, pero le creyó.



*



Hoseok tenía dieciocho años, cuando se encontró con el padre de Mingyu. 



GRacias por leeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeer ♥ espero que se haya subido bien pq mi internet está como el culo :( SE VIENEEEEEEEEEE VIBEEEEEEEEEEEEEEEEE FT JIMIN AHHHH 

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