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HISTORIA PARALELA 1 - PARTE B








El mundo daba vueltas.

Se sentía como si no hubiese nada para pisar bajo sus pies, lanzándolo a un precipicio hondo y vacío.

Donde nadie llega, donde nadie alcanzaría a estirar la mano lo suficiente para tocarlo.

¿Quería ser alcanzado?

No estaba seguro. Quería que lo consumiera.

Un dolor agudo le obligó a despertar, abriendo sus ojos lentamente mientras se acostumbraba a la luz.

Lo primero que supo es que estaba tendido en una cama, en una habitación que no era la suya y con un chico sentado en una silla ubicada un poco más allá de los pies de la cama.

Apenas se acomoda, y todo arde. Pero más allá de sus propias heridas, siente el ambiente tan fuerte y cargado que no puede soportarlo.

—¿Por qué estás tan preocupado? —Pregunta, con la voz vacía. Le suena rasposa, como si no hubiese hablado en años. Se obliga a tragar saliva y a mirarlo—. No me conoces.

El chico, quien al parecer era solo un niño a punto de ser golpeado por la pubertad, se puso rojo hasta el cuello y negó con fuerza, igualando el ceño que él fruncía para él.

—No estoy preocupado —dijo, y pareció luchar por encogerse en esa silla mientras l miraba—. Eres un vampiro.

Casi le saca una risa irónica. Pero se siente tan exhausto que apenas soltó un pequeño resoplido.

Observó el techo. Blanco y liso.

—¿Y eso que tiene que ver?

—Te estoy vigilando —respondió. Y a pesar de que no lo miraba, se lo imaginaba con el rostro tenso. Alerta—. No estoy preocupado, no te conozco. Solo estoy vigilando.

Guardó silencio.

No supo qué responder a eso.

Era obvio que estaba mintiendo.

El corazón del humano martilleaba en sus oídos. Lo escuchaba fuerte, un latido potente y rápido. Podía escuchar su obvia mentira, podía sentir su preocupación como hielo recorriendo su espina, en el fondo de sus huesos.

No entendía.

¿Por qué se preocupaba?

Un niño.

Por él.

—Kim Mingyu —dijo de pronto, porque sintió que le correspondía a este niño saber su nombre. Volvió la cabeza hacia él y lo vio así mismo como lo imaginó, tan agitado y tenso que parecía haber vuelto de correr una maratón. Tragó saliva—. Mi nombre es Kim Mingyu.

Los latidos.

Lo golpeaban como un trueno.

—Mi nombre es Jung Hoseok —se presentó y Mingyu lo vio inflar el pecho con orgullo—. Y seré el mejor cazador de vampiros.

Eso le sacó apenas una mueca de lo que sería una sonrisa.

—Dalo por hecho... —murmuró, cerrando los ojos e inclinando la cabeza para descansar.

Se sentía agotado, el cuerpo cansado y-

¿¡Qué!? ¿Qué significa eso? ¿Por qué dijo eso? ¿Qué está pasando? ¿Por qué está tan agitado? ¿Por qué se ve así? ¿Por qué finge que respira? Es un vampiro, no necesita respirar, ¿por qué se le mueve el pecho? ¿Por qué está aquí? ¿Debería llamar a papá? ¿Por qué papá no viene? ¿qué hago? ¿qué hago? ¿qué hago? ¿qué hago? ¿qué hago? ¿qué hago? ¿qué hago? Necesito hacer pis, no. No puedo dejarlo solo, no puedo, es un vampiro, ay, eso no importa, no puedo dejarlo solo, pareciera que-

Soltó una maldición.

—Jesús, ¿¡puedes detenerte un maldito segundo!? —gruñó, frunciéndole el ceño. Hoseok se tensa sin saber qué rayos ocurría y Mingyu le miró serio—. Tranquilo, joder.

Ve al humano jadear.

—¿De qué está hablando? —le dijo, mirando para todos lados dentro de esa habitación, como si estuviese hablándole a alguien más porque literalmente Hoseok solo se quedó sentado dedicándose a respirar cuando él de la nada insultó—. Solo estoy aquí.

Mingyu no le diría que todos sus pensamientos se estaban proyectando como flechas directas a su mente, sin siquiera él hacer algo para entrometerse en su cabeza. Como una línea directa hacia él.

El chico parecía haber expandido su mente para hacerlo partícipe de ella y era demasiado abrumador.

Ve a Hoseok levantarse de su silla. Demasiado rápido.

—¿Qué hiciste? ¿Por qué dijiste eso? —pregunta, atropellado como si quisiera atacarlo con sus palabras y Mingyu se pregunta si todos los adolescentes son así.

Lo mira ahora, detenidamente. Ve su cabello empapado, al igual que su ropa, al parecer este chico no había querido dejarlo solo desde que lo trajo aquí, a esta habitación que se nota por todos lados, a gritos, que le pertenece.

Mingyu se pregunta qué tanto tuvo que atravesar en su infancia para tener este tipo de vida a una edad tan corta.

Gira la cabeza hacia un lado, concentrándose en la pared al no querer mirarlo cuando habla.

—Tus latidos... —dice entonces, entre mentira y verdad—. Son demasiado fuertes. 

Hoseok chilla y se cubre el pecho como si hubiese estado desnudo y como si eso fuese a protegerlo de las palabras que lo atacaron.

—¡No escuches mis latidos! PERVERTIDO SOY MENOR DE EDAD.

Mingyu abrió y cerró la boca, girándose de golpe mientras le mira descolocado, casi asqueado como si le hubiesen tirado el peor insulto en la cara.

—¡¿Oye qué rayos?! Ni siquiera me gustan los hombres, ni mucho menos un niño, qué asco —eso no convence a Hoseok, quién sigue mirándole como si fuese lo peor que pudiese haber encontrado en el mundo y hace gruñir a Mingyu—. Estás tan agitado que tus latidos se escuchan. Sí, soy un vampiro, puedo escuchar tus latidos, niño, no es tan difícil de entender- ¿qué te pasa?

Hoseok se quedó quieto, tan quieto que apenas se podía decir que estaba respirando.

No sabe por qué, pero todo lo que le dijo ese vampiro le daba vergüenza.

Nadie le había escuchado sus latidos.

Es decir, sabe que los vampiros pueden. Pero ni siquiera Taehyung, y es raro que se lo digan, nadie nunca se lo había dicho y no puede evitar sentir el calor en su rostro, demasiado avergonzado cuando este chico le mira y le frunce el ceño, luciendo entre cabreado y confundido por su estado.

Hoseok logra calmarse apenas.

—No escuches mis latidos —susurra, casi perdido en sí mismo. Como si quisiese hacer cualquier cosa para calmarse.

Mingyu resopla.

—Sí, bueno, para eso tendrías que morirte, genio.

—¡No los escuches! ¡Pervertido!

—Oye, basta con eso, imbécil, escucha los míos y estamos a mano, bastardo.

—Eres vampiro —recriminó—, no tienes latidos.

Mingyu iba abrir la boca para comentar algo sobre eso cuando la puerta se abre, interrumpiéndolo.

Papá está aquí. Papá sabrá qué hacer.

Muy al contrario del alivio que sintió en los pensamientos de Hoseok, ve al chico hacer un gesto de saludo y luego una reverencia antes de volver a posición de descanso militar.

—Jefe Jung —mencionó al terminar su reverencia.

—¿Qué sucedió? ¿estás bien? —el hombre cortó la pequeña distancia que lo separaba de su hijo y sin pensarlo tomó el rostro de este entre sus manos, girándolo hacia los lados, como si quisiera buscar alguna herida. Pero Hoseok solo tenía el cabello mojado y quizá esté próximo a recibir el peor resfriado de su vida.

Mingyu agudizó la mirada hacia el hombre, sin siquiera darse cuenta de cómo lo miraba.

La mente de este tipo, no podía leerla. Estaba demasiado entrenado.

Y como si el hombre hubiese captado sus intenciones, dejó ir a su hijo cuando se cercioró de que se encontraba bien y se volteó hacia él.

—Hoseok me dijo que te encontró en la entrada de la finca —mencionó y le echó un leve vistazo a su cuerpo recostado en la cama, centrándose en la camiseta cubierta de sangre—. ¿Tus heridas? ¿necesitas que llamemos a un médico?

Controla tus latidos, controla tus latidos, mierda, controla tus latidos.

Mingyu frunció absurdamente el ceño cuando escuchó, nuevamente, la voz de Hoseok en su cabeza, dándole un vistazo al chico, quien lucía para nada perturbado y alocado como estaban siendo sus pensamientos.

No comentó nada y dejó de mirarlo cuando se dio cuenta que el hombre seguía esperando por una respuesta.

—Estoy bien. Solo necesito dormir.

Y comer.

Pero se reservó lo último.

Un silencio incómodo y tortuoso se apoderó de la habitación. Y a pesar de estar cansado, Mingyu se puso en alerta ante cualquier caso.

El hombre lo ignoró y observó a su hijo y sus ropas antes de soltar un suspiro cansado.

—Hoseok, hijo, ve a cambiarte y date una ducha, tomarás un resfriado así. Saca ropa de mi habitación.

—Está bien.

Sin chitar, Hoseok pasó por el lado de su padre, dándole un vistazo fortuito a Mingyu antes de abandonar su habitación, obedeciendo a lo que el hombre le había dicho.

Cuando cerró la puerta de la habitación, el aire se tornó asfixiante y Mingyu como que extrañó un poquitín la presencia del adolescente, sólo porque la mirada del viejo hombre a metros de él le resultaba incómoda.

Hoseok parecía inofensivo, pero este hombre... todos sus sentidos le gritaban que se alertara y se preparara.

Era la mirada que le daba, como si supiera mucho de él, solo al tenerlo ahí, yaciendo en una cama.

El hombre se movió por la habitación de su hijo, observando lo simple del lugar y lo ordenado que se mantenía. Caminó hasta tomar asiento en la misma silla que Hoseok había ocupado minutos antes.

En ningún momento Mingyu despegó la vista de él. Estaba alerta, incluso si cada célula de su cuerpo ardía estaría listo para atacar y defenderse.

No era tonta, el lugar apestaba a plata y minerales, y a pesar de que no le afectaban tanto como a otros vampiros, no podía evitar mantenerse a la defensiva.

El hombre alzó el rostro y le sonrió ligero, un gesto de cortesía, algo que no alcanzaba sus ojos pero que intentaba romper la tensión que fluyó tan pronto Hoseok abandonó la habitación.

—Jung Garam —le dijo—, es mi nombre, soy el actual líder del gremio de cazadores de vampiros y político activo del gobierno.

Mingyu apenas reaccionó.

—Kim Mingyu.

Garam asintió, conforme de su escasa introducción.

—¿Por qué viniste, Mingyu? —pregunta entonces, sonando directo pero no descortés—, este no es un lugar para ti. No tenemos lo que buscas.

Mingyu tragó saliva, su garganta sintiéndose rasposa. Seca.

—No creía que me tuvieran como prisionero.

—¿Y qué te hace pensar eso?

—En el Bulletproof... —menciona, y aguarda un segundo para estudiar el rostro del hombre, su reacción—, en el bar. Hay rumores de que el gremio forma alianzas con vampiros —se detuvo cuando ese comentario causó una leve contracción en los músculos del rostro del hombre, quien calmó el gesto y aguardó en silencio para que prosiguiera—: y que no matan humanos.

—Exacto. No matamos humanos. Solo vampiros.

Mingyu inspiró y dejó salir el aire. Una acción que causó demasiada curiosidad en Garam, sin poder ocultar la confusión en su rostro.

El vampiro se lamió los labios, notándose nervioso y el humano le dio todo el tiempo del mundo para que dijera eso que al parecer lo tenía tan a la defensiva.

—Soy un vampiro —le dice entonces, Mingyu, como si Jung no lo supiera ya, el líder del gremio estuvo a punto de abrir la boca para comentar algo cuando él termina de decir—: Pero también soy humano.

Tuvo reacción inmediata.

—¿Qué?

Sorpresa, estupefacción. Garam no pudo evitar pararse de su asiento y acercarse un poco más como si necesitara escucharlo de más cerca. El rostro tenso y serio mientras le miraba con fuerza.

—Mi madre... —le dice, la voz nunca flaqueando, pero Dios, Mingyu cierra los ojos por un segundo porque está a punto de contar una verdad que nadie más sabe y es un trocito de su vida que había estado dispuesto llevárselo a la tumba, cargando la verdad por años. Sin embargo, está aquí y ya no puede detenerse de decir—: Mi madre es humana, y mi padre... vampiro.

Jung Garam le frunció el ceño, más de lo que ya estaba y lucía descolocado, casi enojado. Su aroma se volvió ácido y Mingyu arrugó levemente la nariz ante el desbordante olor.

—Eso es imposible —especula, más para sí mismo—, los vampiros no pueden tener hijos. Los humanos... los humanos no tolerarían algo así. El gobierno y el consejo de razas no toleraría nunca una unión entre las especies, mucho menos los humanos.

—Bueno —Mingyu soltó un resoplido que en su mente sonaba como una risa tonta—. Sorpresa. Soy un híbrido de lo que no debió suceder.

Garam estrechó la mirada. Los vampiros no podían tener hijos y no conocía a este chico, posiblemente lo que está diciendo sea alguna especie de inventó que se le ocurrió para que lo dejaran ir.

—¿Cómo puedes probarlo? —le preguntó, luego de estudiarlo.

—Necesito comer, dormir y respirar, pero... dame ese cuchillo —se cortó la palma de la mano tan pronto tuvo el pequeño utensilio entre su mano. Sangre goteó hacia las sábanas y Mingyu esperó unos cuantos segundos ante de pasarse un dedo por la mancha, descubriendo la piel suave y limpia donde él había hecho el corte, sin ningún rastro de heridas. Buscó la mirada de Garam, notando que lucía demasiado conmocionado—. Tengo ciertas cosas que me hacen humano, pero también otras... que me hacen vampiro.

—No deberías estar aquí —le dijo cuando salió de su trance. Su voz lucía como si lo estuviese regañando. Garam negó con la cabeza—. El gobierno nunca debe enterarse de eso, nunca. No puedes dejar que te atrapen, tu vida estará acabada si lo hacen. Deberías estar lejos de aquí, muchacho, lejos de las manos que te pueden alcanzar.

—No puedo irme —dijo entonces, con fuerza, como si escupiera las palabras con asco, cargadas de odio—, no aún —sus ojos miraron el colchón, como si fuese capaz de hacerle un hoyo y después su vista se enfocó en Garam. Sus ojos iluminados de un fuerte rojo, el fuego puro estallando dentro de ellos cuando le dijo—: No sin matar a mi padre.





*





Efectivamente, Hoseok se resfrió.

Le temblaba el cuerpo, le moqueaba la nariz y lucía como si un camión hubiese pasado por arriba suyo, quitándole la fuerza.

Por suerte tenía bastante tiempo libre los siguientes días, y solo se había obligado a salir de su cama esa mañana porque su padre lo había llamado a su despacho.

Hoseok recuerda los acontecimientos de ayer, al híbrido que no volvió a ver y la fuerte lluvia que aún persistía durante la mañana.

Arrastró los pies, con pereza y se recordó mentalmente pedirle al médico del gremio que le diera algo para acelerar el proceso de la enfermedad.

Vagó por los pasillos del segundo piso hasta encontrar la puerta al fondo, donde se encontraba el escritorio de su padre.

Llamó a la puerta con pequeños golpes y luego la abrió.

Su sorpresa no fue encontrarse a su padre, su sorpresa fue encontrarse a Mingyu ocupando una de las sillas vacías frente al escritorio mientras le miraba impasible.

Qué hace este tipo aquí todavía.

Un pequeño gesto en el rostro de Mingyu se tensó, pero Hoseok lo ignoró cuando saludó a su padre con una reverencia para luego caminar y tomar asiento a un lado del híbrido, lugar que le indicó Garam.

—Hoseok, te he llamado para una nueva misión.

Su corazón se paralizó. Era obvio que estaba relacionado al híbrido, por algo estaba ahí, aunque Hoseok deseaba que el encuentro entre ellos haya sido mera casualidad, como si Mingyu estuviese ahí de paso antes de irse y retomar su camino hacia donde sea que estaba dirigiéndose.

Inclinó la cabeza, a modo de respeto.

—Es un honor para mí servir al gremio.

Su padre asintió brevemente.

—Vas a investigar al padre de Mingyu —le dijo y Hoseok intentó expresar nada en su cara que pudiese delatar algo de lo que estaba sintiendo en ese momento—. Mingyu te dará información para que puedas recopilar. Trabajaran juntos en este caso, desde hacerle el seguimiento hasta encontrarlo —Hoseok iba abrir la boca para comentar algo cuando su padre ahora se dirige al híbrido—. Si algo le pasa a mi hijo, Mingyu, déjame decirte que serás tú el que afrontará las consecuencias. Tendrás que ganarte nuestra confianza, y si por algún motivo la rompes, lo tomaremos como signo de traición y nos haremos responsables.

Mingyu escuchó la mitad, desde que entendió las palabras bonitas entrelazadas con una verdad más cruda.

Entendía el punto, no lo conocían y este niño era el hijo del jefe.

—¿Por qué con él? —pregunta entonces, negando con la cabeza cuando Garam alza una ceja y luego Hoseok le mira de un latigazo y todo en su cabeza estalla—. Es un niño. —dice lo obvio, sintiendo que es justificación suficiente.

—Nadie sabe tu condición, solo Hoseok y yo. No sabemos cuánto tiempo permanecerás aquí, por lo que creemos que es mejor tomar discreción sobre el asunto.

—Puedo ocultarlo bien, si me designas a alguien más adecuado a mis...

¿Más adecuado? Hoseok había dejado de escuchar. ¿Qué se cree este imbécil?

Mingyu de nuevo hizo ese gesto en su rostro como si algo le molestara en la cara.

Garam suspiró.

—Un mes —dijo—, daré un mes para que puedas adaptarte y si aún sigues creyendo que Hoseok no cumple las expectativas que esperas... —hizo énfasis en esa palabra, como si el hecho de que él sostuviera no querer trabajar con un adolescente fuera de lo más raro—. Te asignaré otro grupo.

Mingyu no dijo nada, miró a Garam con ojos agudos y en un agraciado movimiento se paró de su silla, arrastrándola y se dirigió a la salida, golpeando la puerta con fuerza luego de abandonar la habitación.

Hoseok se volvió a su padre luego de ver el lugar por donde había abandonado el híbrido.

—Yo también puedo pedir no trabajar con él, es demasiado presuntuoso.

Por no decir que le molestaba que le sacara su edad en cara, como si eso equivaliera a la experiencia que él tiene encargándose de vampiros.

Como si rebajara su historia, su entrenamiento, su experiencia. Todo lo que Hoseok atravesó desde los doce años para convertirse en la persona que es ahora. 

Garam estiró su mano, y alcanzó a tomar la de él. Su padre tenía la piel arrugada y con callos, pero su agarre era tibio y acogedor.

—Eres la persona en quien más confío —le dice y una pizca de orgullo apretó el pecho de Hoseok—. Por supuesto que, si crees que es demasiado de aquí a un mes, papá intentará resolverlo.

Eres la persona en quien más confío.

Hoseok tomó esas palabras y las abrazó con fuerza contra su corazón.





*





Apenas salió del despacho de su padre, interceptó a Mingyu a medio pasillo.

—Tú, acompáñame.

Se dio media vuelta, esperando que el otro le siguiera.

—¿Por qué le haría caso a un niño? —le dijo la voz tras su espalda, Hoseok se volteó para verlo en el mismo lugar y cruzado de brazos—. Y a uno que huele a enfermedad.

Justo su nariz moqueó. Ay.

Este imbécil, idiota, hijo de-

Mingyu gruñó.

—Ni siquiera vayas por ahí. —le dijo, con una voz amenazadora. Hoseok no entendió a lo que se refería y simplemente alzó el mentón, mirándole desafiante, así como el otro le veía.

Un mes. ¿Cómo lo soportaría? Apenas estaba comenzando esta especie de primer día.

—Solo sígueme, te mostraré el gimnasio.

Esta vez no esperó, no vio si se había quedado en su mismo sitio, o si lo estaba siguiendo, simplemente se dio media vuelta como si las paredes del pasillo amenazaran con tragarlo y se movió a pasos francos y rápidos, implorando por un poco de aire lejos de él.

Tres minutos más tarde, estaba fuera de la mansión, con los pasos de Mingyu tras él a una distancia prudente.

Hoseok caminó hacia la otra casa más pequeña, la cual correspondía al gimnasio donde se llevaban a cabo los entrenamientos.

La mayoría de los cazadores habían partido. Los que estaban libre, así como él, iban a sus respectivas casas, con sus familias. Hoseok y su padre eran los únicos que vivían en la mansión de manera permanente, junto con un par de empleados.

A veces, otros cazadores decidían quedarse, pero generalmente eran solo ellos.

Así que, a esa hora de la mañana, el lugar se encontraba completamente vacío.

Ingresó por las puertas de vaivén y todas las luces dentro se encendieron.

Había máquinas al fondo, una zona de descanso, con mesas y sillones junto a una máquina de refrescos, a uno de los lados y puertas que indicaban dónde estaban los baños, las duchas y los vestidores.

En el centro había un cuadrilátero de lucha y un montón de colchonetas repartidas por toda la zona.

Hoseok se dio media vuelta y encontró a Mingyu inspeccionando el lugar.

—Aquí podrás entrenar, el lugar está libre las veinticuatro horas del día.

A ver si te sacas toda esa mierda de encima, bastardo.

Mingyu silbó.

—Difícil, considerando que estarás conmigo todo el tiempo.

¿Qué?

Hoseok decidió ignorarlo.

—Alguien te mostrará tu habitación después, y los horarios de comida. Puedes darte el tiempo de inspeccionar el lugar. Hay cámaras de vigilancias, por si se te ocurre hacer una estupidez —advirtió, no confiando del todo en él—, que conste que lo hacemos sólo porque nos ayudarás a llegar a un vampiro de élite —y agregó después—. Tu padre.

Mingyu le miró como si le hubiese tirado el peor insulto encima y Hoseok ni siquiera tembló.

Estaba esperando que el otro comenzara otra batalla verbal, pero Mingyu simplemente guardó silencio y se dedicó a estudiar cada cosa, cada punto, las máquinas, las pilas de boxeo que había en el otro lado, la pared de espejo, el soporte para armas pegado a la pared con un montón de ellas a la vista.

Hoseok lo ignoró y a su vez suspiró, sintiéndose mentalmente cansado.

Afuera se había largado a llover nuevamente, y todo lo que Hoseok pudo pensar fue en lo feliz que había llegado luego de que su misión haya resultado con éxito y ahora esto.

Un giro de 180 grados al que no estaba preparado.

Otro suspiro cansado salió de sus labios.

¿Por qué tiene que ser así? Pensó, refiriéndose a la situación. Quiero ver a Tae-

—Vas a tener que dejar de hacer eso. —Mingyu le miró serio, cortando el hilo de sus pensamientos.

Hoseok miró hacia varios lados. Literalmente se había dedicado a permanecer en su lugar y respirar.

—¿Qué?

¿Por qué me dijo eso? ¿qué significa eso? No entiendo, por qué tiene que ser tan raro para hablar y tan ambiguo.

Mingyu estaba terminando de escanear todo el lugar cuando lo apunta, conservando su distancia.

—Tienes que hacer algo con eso —le dice de nuevo y Hoseok odia como lo dice y como habla porque sigue siendo ambiguo. Mingyu escuchó eso en su cabeza y rodó los ojos—. Tus pensamientos, se proyectan y los escucho... algunos —prefirió decir lo último al ver la cara de espanto que le colocó—. Tú padre está entrenado, no puedo escuchar los de él, dile que te entrene también.

Hoseok seguía descolocado, como si hubiese visto un fantasma y Mingyu frunció el ceño, no entendiendo qué estaba mal y por qué su corazón comenzó a latir tan errático.

—Estoy entrenado —dice Hoseok entonces, pero es apenas un susurro porque sigue luciéndose así de estupefacto.

Mingyu resopló.

—¿Qué? Literalmente escucho toda tu mierda aquí dentro —confiesa, apuntándose con el dedo índice la frente.

Ay Dios.

—Nos entrenan desde pequeños —afirma el humano y su corazón es fuerte y desbocado y Mingyu siente cada latido golpearlo en la cara—. A mí me entrenaron desde los cinco años, y los últimos años entrené con una bruja... todos los cazadores lo estamos.

Mingyu le frunce el ceño.

—Te escucho todo el tiempo, niño.

—¡Pues deja de hacerlo! —Le grita, ya enojado.

—Oye, no es como si quisiera ¿de acuerdo? Eres tú el que proyecta las cosas que piensa.

Hoseok no supo que decir, se colocó rojo de la rabia y no hizo otra cosa más que dirigirse al ring.

—Sube, vamos a entrenar.

Mingyu lo miró como si le hubiese pedido volar o algo así.

Qué le pasa.

Como si lo hubiese escuchado, el híbrido negó.

—No voy a golpear a un niño.

Las facciones del rostro de Hoseok apenas temblaron. Pero su aroma, joder, todo su aroma era una emanación fuerte de algo que estaba a punto de estallar de la rabia.

—Tengo dieciséis años —le dice, serio mientras rotaba sus muñecas y sus articulaciones para prepararse—. No soy un niño.

—No es la mejor respuesta, dado que sí, lo eres.

Qué imbécil.

Mingyu enarcó una ceja y se cruzó de brazos.

—Escuché eso, pequeño Hoseok.

Pequeño.

Oh Dios, a este tipo sí que le encantaba joder. Hoseok estaba en la sexta erupción del volcán que contenía todas sus emociones.

Era muy asesino imaginar que lo quería muerto, pero no lo soportaba.

Su altanería, su soberbia. Tan típica de un vampiro. Como si estuviese en los genes sentir que pueden llegar y pisotear al resto del mundo.

—Vamos a entrenar, hay que hacerlo si quieres estar aquí.

—No contigo, niño, ya te dije, no voy a discutir con un adolescente.

Mingyu se volteó como si estuviese dándole fin a la conversación y sintió las emociones estallar en Hoseok.

Lo ignoró.

Hoseok bajó del ring y se movió tras él.

Mingyu es consciente de que sacarle ese hecho en cara lo había molestado, se le notaba en la cara hirviendo cuando le miraba con esos ojos agudos, pero él tenía razón. No iba a ponerse a entrenar algun estilo de combate cuerpo a cuerpo con un niño, no cuando él no era capaz de medir la fuerza y podría perfectamente quebrarle un hueso.

Siente los pasos de Hoseok estamparse fuerte contra el suelo, moviéndose hacia él, aunque Mingyu sabe que Hoseok pasará de su lado, dirigiéndose hacia la salida del gimnasio, hacia donde él mismo estaba caminando.

Sin embargo, no alcanza a reaccionar cuando una mano está en su hombro y lo gira con fuerza.

Se da cuenta que fue demasiado lento, considerando que un poder sobrenatural se carga en sus genes.

O quizá Hoseok es demasiado rápido.

Mingyu apenas se encuentra con el rostro del chico cuando recibe todo el impacto en su mejilla derecha.

Hoseok lo había golpeado.

Y él no se lo esperó.

Se alejó cuando vio que el chico tenía la intención de enganchar otro golpe y se echó a reír.

—Sí... puedo ser bien hijo de puta a veces... —susurró, dándose cuenta lo que realmente había molestado a Hoseok, como si él lo hubiese rebajado e insultado cuando le dijo que no podía golpear a un niño.

—Entrena. —Hoseok demandó, su fuerza, su aura, el impacto que tuvo en Mingyu fue lo que hizo al híbrido encender los ojos en un fuerte rojo, como si estuviera reconociendo a un verdadero enemigo.

—No llores después —le gruñó, harto mientras caminaba al ring del cuadrilátero.

Aquel comentario hizo furia a Hoseok por dentro.

El humano no dijo nada, fue hasta él, en el cuadrilátero y lo atacó.

Esta vez, Mingyu respondió de vuelta.




*




Hoseok entró al despacho de su padre, despotricando y con un aura que emanaba fuerza y rabia.

Sin embargo, Garam ahogó un jadeo cuando lo encontró con la mitad del rostro ensangrentado, las manos magulladas y el labio roto.

—Cuando pase el mes, no le darás a nadie al híbrido —le dijo, con la voz fuerte—. Él es mío. 

Su voz, era un torbellino de furia que amenazaba con destrozar todo a su alrededor.

Hoseok no esperó ningún comentario a esa petición que sonó a afirmación. Se dio media vuelta y se fue, a pasos fuertes.

Una solo pensamiento invadía su mente.

Se iba a arrepentir. Ese híbrido realmente se iba a arrepentir de haberlo rebajado así.





Gracias por leer Ü, le coloqué historia paralela a esta parte pq siento que son varios capítulos asdha como para diferenciarlo de los otros extras ♥

Me da dms pena soltar este mundo u.u 

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