HISTORIA PARALELA 1 - PARTE A
♢
Hacía frío.
Especialmente ese día.
Hoseok es consciente de que está a mitad de invierno y que se espera que todos los días sean así de álgidos como este. E incluso peores.
Y es que un pesado y oscuro viento decidió bañar toda la región de Seúl con la intención de quedarse hasta el comienzo del equinoccio.
Aún si lo sabe, este día se siente diferente.
Quizá por otras razones. Pero era inevitable no removerse en su abrigo como si quisiera que la gruesa prenda lo tragara.
De todas formas, no podía abandonar su lugar en el corredor de la gran mansión.
Afuera, sus ojos fijos en la entrada a varios metros de él, la nieve cayendo haciendo como cortina donde él estaba viendo, justo en esos portones de fierro obscuro y pesado, largas columnas que temblaban ante la fuerte ventisca que amenazaba con golpear la gran casa.
El cielo había permanecido cubierto durante días, espesas nubes que no dejaban mostrar el sol. El paso de la pradera que se extendía hasta las colinas completamente revestido de una capa de nieve, la cual apenas mantenía las huellas de las pisadas de los forasteros porque la ventisca caía cada tarde y arrasaba con todo rastro.
Había sido así durante semanas.
De la nada, la sensación lúgubre de la tempestad le hizo doler el pecho.
De tan solo pensarlo.
Cuán diferente sería este año.
Hoseok suspiró, sus pequeños labios tiritaban cuando dejaron un leve vapor de aire helado a su alrededor.
Volvió a acurrucarse en su abrigo y sus manos empuñadas y rojas del frío temblaron dentro de los bolsillos.
Cualquiera que lo viera diría que está terminando de llevar alguna especie de castigo que lo obligaba a resistir los grados bajo cero fuera de la finca. Mirando al frente mientras los copos de nieve le golpeaban en la cara gracias a la dirección del viento.
Sin embargo, Hoseok estaba ahí porque quería.
Realmente quería.
Como si deseara congelarse, como si deseara dar un paso más y bajar los pequeños peldaños de la entrada del corredor. Hasta que sus zapatos toquen nieve y se hundan posiblemente hasta la rodilla. Hasta caminar donde la misma naturaleza le permita y hasta donde su cuerpo resista antes de caer con un horrible caso de hipotermia.
Hoseok recuerda, su cuerpo es muy débil.
Pero se niega a moverse.
Y quizá se le estaba congelando el cerebro, sus entrañas siendo hielo cuando cree que delira por el movimiento que perciben sus ojos a la distancia.
Porque ni una persona en su sano juicio estaría ahí, bajo la ventisca, ni mucho menos en una zona tan aislada como lo era el terreno que pertenecía al Gremio de cazadores de vampiros de Seúl.
Pero Hoseok no está delirando, y a pesar de que tuvo que apretar los ojos fuertemente y pestañear varias veces, lo que veía era real, lo que capturaba su mirada realmente estaba ocurriendo.
Quizá fue muy tarde cuando lo notó, esa sombra aparecer y desaparecer, varias veces.
El verdadero terror lo sintió hasta sus huesos cuando unos ojos se iluminaron a la distancia, como dos pequeños faroles teñidos en sangre que guiarían su camino a la muerte prematura.
Hoseok no podía morir. No tan joven.
Miedo filtró su columna, erizando los pelitos de su nuca en modo de alerta, su corazón desbocado cuando no hizo más que retroceder lentamente, como si sus piernas hubiesen olvidado para lo que servían.
Sus labios apenas articularon.
—V-vam... —Terror y frío, Hoseok no sabía a qué sensación darle prioridad. Retrocedió, y casi se estampa contra el suelo cuando gira la cabeza hacia dentro de la casa, intentando llamar la atención de alguien— ¡Vampiro! —logra gritar por fin y se olvida del tipo que tenía en frente, está demasiado asustado como para girar la cabeza y verificar si era real. A su vez, prefiere gritar—. ¡Vampiro! ¡Un vampiro! ¡Vam-
No puede hablar cuando la presencia se estampa contra su cara y el poder que emana la criatura lo golpea tan brusco y fuerte que lo tienen cayendo sentado sobre su trasero.
—Cállate, mocoso, vine a ver tu padre —le responde aquel chico. Porque es eso, un chico, como cualquiera, sin embargo, Hoseok está seguro que se está intentando mentir a sí mismo porque la realidad es mucho más difícil de asimilar.
Ay, iba a morir.
Se armó de valor como pudo cuando el vampiro le miró desde arriba, inclinando la cabeza con curiosidad.
Ahogado de terror, Hoseok tuvo la audacia de fruncir el ceño y enfrentarlo.
—No voy a dejar que toques a mi padre.
El chico resopló. Y Hoseok apostaría a que lo vio rodar los ojos si no estuviera tan espantado.
—Voy a beberme hasta la última gota de tu padre, y después le abriré la cabeza para jugar con su cerebro.
Hoseok estuvo a punto de hablar, pero la bilis subió por su garganta y solo se limitó a cerrar y abrir la boca, mirándole, como si quisiera asegurarse de recordar su cara antes de morir. Antes de que lo maten.
De pronto, hubo ruido a su alrededor.
La puerta de la finca fue abierta y una alta figura se asoma tras él.
—Taehyung —escucha decir la voz de su padre, tranquila y serena, como si no estuviese refiriéndose a un vampiro y Hoseok tiene muchas dudas, demasiadas. Levanta la cabeza y ve a su padre con una mirada cansada, como si estuviera acostumbrado a ver repetir la misma escena varias veces. Su padre posa los ojos en él, dándole una leve sonrisa que le calma y luego posa los ojos en el vampiro—. Por tu culpa creo que los vampiros tienen tantos mitos.
El joven soltó una risita, y Hoseok creía estar soñando porque no puede creer que su padre, un cazador de vampiros, esté compartiendo un momento agradable con un vampiro, algo que toda su vida le han inculcado matar.
La mente de Hoseok va demasiado rápido para que pueda simplemente entenderlo. Así que solo se concentra en colocarse de pie nuevamente, limpiándose las manos magulladas y llenas de nieve derretida.
Esa acción capturó la atención del vampiro.
Taehyung le mira, y es como si pudiese ver a través de él y Hoseok tiene la urgencia de ir corriendo hasta su padre y colocarse entre sus brazos. Donde se siente protegido.
Pero no lo hace. Se obliga a alzar el mentón y esperar lo que sea que el vampiro quiera de él.
El llamado Taehyung, como había nombrado su padre, enarca una ceja y hace algo que deja demasiado en shock a Hoseok.
Le sonríe.
—¿Tú hijo? —pregunta.
—Sí —y siente la presencia de su padre acercarse detrás de él hasta que una mano se posa en su hombro y es como si Hoseok pudiese volver a respirar, acurrucándose rápidamente al grueso abrigo que envuelve al alto hombre. Hoseok mira hacia arriba y se encuentra con la mirada de su padre, ojos cariñosos y sonrisa paternal que le hacen sentir protegido. El hombre corta el contacto y vuelve su atención a Taehyung—. Hoseok inicia este invierno.
Esa última frase levanta la curiosidad de Taehyung, el vampiro se acerca, apenas un paso más que lo hace removerse nervioso en su sitio.
Se agacha a su altura y le sonríe.
—¿Qué edad tienes?
Hoseok no debería tener miedo, la mirada que le da este hombre es... enternecedora, sin embargo, es como si el poder sobrenatural que exuda de sus poros pudiese quitarle el aire y es difícil respirar, aun cuando es un simple humano y no debería sentir esa emanación de poder que le estampa en la cara.
Siente el apretón cálido de su padre en su hombro y es como un cable que lo enlaza a la tierra, trayéndolo al presente.
Está seguro.
Hoseok lo sabe.
Traga poquito y carraspea para encontrar su voz.
—Doce... —Responde por lo bajo. Lamiéndose los labios para intentar de nuevo—: Tengo doce años.
Eso al parecer descoloca al vampiro, pero es un cambio en las facciones de su cara que duran apenas unos segundos antes de volver a colocar ese rostro estoico, impasible.
—Qué tierno, aún estás a tiempo de irte de aquí y hacer una vida normal.
Taehyung vuelve a enderezarse y se acomoda el abrigo caoba que vestía encima.
Y por algún motivo, ese comentario hirió el orgullo del pequeño Hoseok.
Se enderezó en su sitio e infló el pecho con presunción cuando le miró a pesar de que este ya había volcado la atención en su padre.
—Esta es mi vida normal —dice, con énfasis, y no sabe de dónde saca tanto coraje para hablar sin que le tiemblen las piernas cuando la mirada ajena se vuelve hacia él—. Ser el orgullo para mi gremio y mi clan. Para eso crecí y para eso me entrené. Seré el mejor cazador de vampiros.
Hubo un pequeño silencio.
Hoseok se pregunta si dijo algo malo, lo cual no cree ser cierto, la mano de su padre en su hombro le dice que está resguardado. Que lo hizo bien.
Pero el vampiro frente a él solo lo mira, y pasan unos cuantos segundos que parecieron una tortura para Hoseok cuando el chico le sonríe.
Cálido.
Hoseok nunca creyó que un vampiro podría sonreír así, y verse así, como él.
Con tanta... luz. Un semblante empático que baña las facciones hermosas de aquel hombre. Esos ojos, cariñosos mirándole con nostalgia y Hoseok ya no tiene miedo.
—Entonces, espero no cruzarme en tu paso y que me mates —le dice, pero no es una amenaza, por lo menos Hoseok no lo siente como una—, después de que inicies, seremos enemigos hasta la muerte, Jung Hoseok.
—Basta de tanta cháchara —la voz profunda de su padre se alza antes de que Hoseok pudiese responder algo—. Ven a mi oficina, Taehyung.
Ante la orden. El vampiro simplemente sonrió como lo estuvo haciendo hace un rato.
—Jung Garam —dijo, mirando a su padre—. Siempre es agradable hacerle una visita a tu casita.
Lo último salió como una broma.
Hoseok miró a su padre y luego al vampiro, hizo el recorrido varias veces, viendo la sonrisa compartida entre ambos, como si hubiese una especie de amistad entre ellos, como si su padre no fuera el líder de cazadores de vampiros y no tuviera esta casa llena de armas, pólvoras y metales dañinos para seres sobrenaturales como Taehyung.
Como si Taehyung no tuviera ningún problema en entrar a lo que sería la boca del león.
Como si las etiquetas no existieran.
Hoseok no se atrevió a seguirlos.
Quizá, era pequeño aún, y por eso no entendía.
Volvió su vista al frente, a la entrada y siguió observando así como lo estuvo haciendo hace un rato, como si esperara que algo fuese a salir de ahí, en medio de la ventisca.
Cualquier cosa.
Algo.
Alguien.
*
Apenas tuvo un pie dentro de la oficina cuando la sensación hosca de la plata lo invadió por completo.
Como si intentara tragarlo para no dejarlo ir. Una fina capa densa que cubría su piel y le hacía picar la garganta.
Un instinto de advertencia de que todo este lugar era peligroso.
Taehyung no tuvo miedo.
Se movió por la oficina de Garam, intrigado por los pequeños cuadros que yacían en los estantes acorralados en la pared, la mayoría de estos siendo fotografías que representaban la vida de Hoseok, desde un pequeño bebé en pañales hasta el niño que era ahora.
En algunas salía Garam, con menos arrugas de las que tiene ahora. En otras, cazadores de vampiros armados de pies a cabezas con sus trajes tácticos y sus pistolas de plata. Haciendo un pequeño gesto que representaba al gremio, portando una pequeña insignia con unas pistoleras y una bala de plata envuelta en llamas.
Taehyung se volteó cuando escuchó a Garam sentarse en el asiento de su escritorio.
—No puedo creer que hayas involucrado a tu hijo en todo esto, Jung —comentó, aunque no le correspondía. Le daba una sensación amarga, como un mal sabor en su boca, quizá porque algo de Hoseok le recordaba también a su hermano pequeño—. Tiene apenas doce años.
El hombre suelta un suspiro, cansado y le mira.
Sus ojos iluminados, pero tristes, su aroma agrio, como a flores marchitas y podridas.
—No puedo esconderlo para siempre, mi rostro es conocido, soy el líder del gremio, y no dudaran en ocupar a mi hijo en mi contra, podrían dañar a Hoseok por lo que soy —negó, y sus labios se volvieron tensos, su mandíbula apretada como si le costara tragar—, prefiero que se sepa cuidar, se sepa defender, yo no estaré para siempre y prefiero darle todas las herramientas necesarias para que el día de mañana se pueda valer por sí mismo.
Taehyung guardó silencio por un momento, entendía el punto de Garam. En esta sociedad, y en este mundo llevado por razas y jerarquías, no podías ser débil.
Te quedabas atrás.
El vampiro se enfocó en una pequeña foto. Había un sol fuerte, y la pradera que estaba cubierta de nieve ahí afuera, era completamente verde, brillante, cálida.
Hoseok estaba abrazado de su padre, y Garam sonreía con alegría mientras sostenía a un chico de unos cinco años tal vez.
Sin nada que representara lo que eran, para lo que nacieron, para lo que Hoseok fue criado.
Solo un padre y su hijo.
Era la única fotografía diferente.
—Es un mocoso apenas —susurró, más para sí mismo, pensando en lo corta y peligrosa que puede llegar a ser la vida para los humanos.
—Yo inicié a los diez —dice Garam, y su voz se oye cansada, como si no tuviera deseos de discutir con él sobre su hijo—, es lo mínimo que puedo hacer por él, lamentablemente desde generaciones antiguas hemos caído en esta etiqueta, en este gremio. Y no podemos dar marcha atrás. Él necesita aprender a defenderse, y cuanto antes, mejor.
Taehyung no discutió.
Volteó la vista hacia el hombre, su tez blanca, sus ojos profundos, su cabello negro, con pequeñas entradas blancas en las esquinas.
Sonrió, intentando dispersar la nostalgia que sintió al tener ese recuerdo de cuando lo conoció, joven, en algún momento luciendo la misma edad que él representaba.
—Estoy seguro que será un gran cazador, sino el mejor —le dijo, siendo sincero. Taehyung no mentía.
El recuerdo permanece en su memoria, cómo el pequeño niño le sostuvo la mirada, imperturbable a pesar de que todo su aroma le indicaba lo aterrado que se encontraba.
Se acercó hacia la silla que quedaba frente al escritorio de Garam y tomó asiento en esta.
—¿Has tenido información de los vampiros del norte?
—Se han alejado de la zona, se siguen moviendo hacia el norte —informa, negando con la cabeza ligeramente—, las brujas mencionaron que no serían un problema para ustedes, no creo que vuelvan a esta zona, hay demasiado poder sobrenatural marcando los territorios, las brujas, la manada de los lobos en el centro del bosque sur, por no contar que están ustedes también, cazadores. No creo que se sientan tan intimidados, pero las noticias viajan, y estoy seguro que los vampiros saben el tipo de gremio que son y el poder que poseen. Si llegan a atacar a humanos, serán pequeños pueblos alrededor de las zonas más urbanas, pero no aquí. Ya desapareció su rastro.
Garam asintió. Y rápidamente abrió uno de los cajones del escritorio, de donde sacó una tablet en la cual comenzó a mover los dedos sobre la pantalla.
—Avisaré al gremio del norte, necesitan estar preparados.
Taehyung asintió, dándole espacio y tiempo, sin lucir demasiado interesado.
No le correspondía nada más allá de lo que les suceda a los humanos. Solo estaba cumpliendo con informar algo que podría ser importante para un amigo.
Así que aguardó en silencio, cómodo. El vampiro observó al cazador maniobrar el dispositivo y realizar algunas llamadas mencionando sobre el ajuste de algunos horarios y planificación de reuniones con otros gremios.
Esa información la desconocía. El número de gremios activos en la zona.
Eran pocos los cazadores de vampiros, pero los gremios eran fuertes...
Pasó un minuto más hasta que Taehyung alzó la voz.
—Mi padre —dice de la nada, y eso detiene cualquier acción que Jung está haciendo. El humano alza la mirada hacia él, y Taehyung nuevamente no puede evitar detenerse en todas las arrugas. Niega con la cabeza, sin despegar la vista de sus ojos—. No confío en mi padre.
Garam deja la Tablet de lado y le da toda la atención que necesita.
Afuera el viento siseaba y la mansión entera se estremecía producto de la ventisca.
—¿Qué estás tratando de decir?
—Me hizo algo —dijo Taehyung, sin poder ocultarlo más, con la expresión tensa, como si no pudiese creer lo que estaba diciendo—, no sé qué. No lo puedo recordar, pero sé que lo hizo, no puedo descifrarlo, pero sé que fue algo. Y si me hizo esto, es porque está tramando algo que no me quiere decir. Sabes que perdió su lazo, y eso lo ha estado volviendo... inestable, por eso las brujas no me dejaron ir con él hasta que yo haya sido suficientemente mayor.
Hubo un silencio, el cazador parece masticar sus palabras, procesarlas antes de poder elaborar alguna opinión, como si le costara un poco entender lo que Taehyung le decía, sonando tan... desesperado de alguna forma extraña que no había visto antes.
—Yunho es un vampiro de élite —espeta, negando con la cabeza—, es diferente a otros vampiros. Él es leal a ti —el humano frunce el ceño, luciendo confundido—. No sé por qué... y-
En cuestión de segundos, los ojos de Taehyung se iluminan y su mandíbula se endurece cuando aprieta los dientes.
—Ni siquiera vayas por ahí —musita, en una advertencia apenas dicha, una mueca dolorosa formándose en su cara. Garam pudo ver los tendones tensos de los músculos contraídos en su cuello—. No lo menciones más, por favor.
Es una súplica apenas, como si alguien hubiese cerrado sus manos en el cuello del vampiro para no dejarle hablar.
Garam solo asintió, dejando la tablet de lado.
—Podemos enviar espías, sabemos lo poderoso que es, serán cuidadosos.
Taehyung asintió.
Vio el alivio en sus ojos de inmediato, se preguntó si Taehyung tenía algo que proteger. El vampiro era reacio a contar sobre su vida. Todo lo que sabía de él, era la conexión con su padre y la buena relación que mantenía con las brujas.
La forma en cómo actuaba, y la forma en como cuidadosamente pedía las cosas le hacían entender que estaba intentando proteger a alguien.
¿Qué? o ¿a quién? A Garam no le correspondía saberlo, quizá no aún. Así que no insistió en los motivos, sin preguntar, se dispuso a darle lo que quería.
Taehyung se inclinó hacia adelante en su asiento.
—Pase lo que pase, asegúrense de detenerlo cuando sea el momento —pidió, y sus ojos, nuevamente esos ojos ardieron como perlas bañadas en fuego—. Colaboraré contigo y con el clan.
Garam negó, juntando las manos sobre el escritorio.
—No nos debes nada —replica—. Y recuerda que perseguimos a tu propia raza.
Ese último comentario hizo reaccionar a Taehyung visiblemente, como si hubiese recibido un pequeño golpe de corriente por sus músculos.
Fue apenas, porque se recompuso a los segundos.
—Nunca me identificaré con esa raza —espetó, casi escupiendo las palabras como astillas—. Sé lo que haces Garam, sé la clase de hombre que eres. Te he visto crecer... y confío en tus ideales. Yo nunca... nunca conocí a un humano con un pensamiento como el tuyo, como el de tu padre, y sé que eres el único que puede ayudarme ahora, sé que eres mi amigo, siempre lo has sido.
El humano permaneció en silencio, pero Taehyung pudo escuchar el latir de su corazón en sus oídos. Emocionado, agradecido, aliviado.
Amigo.
—Mi hijo —dijo Garam luego de un momento, casi como si las palabras lo tragaran—, cualquier cosa, por favor, protege a mi hijo.
Quizá por eso sabía los motivos de Taehyung tras esa petición, porque al igual que el vampiro, Garam también tenía algo que proteger.
Taehyung inclinó la cabeza, como una reverencia.
—Tienes mi palabra.
Garam se inclinó también, reverenciando hacia él.
—Tiene mi palabra también, señor Kim.
A los segundos, Taehyung desapareció.
*
Hoseok tenía catorce años cuando tomó la mano de Taehyung.
Era fría, como el invierno, pero su pecho se sintió cálido. Seguro.
Era su amigo.
Taehyung se lo dijo y él le creía.
*
Hoseok tenía dieciséis años cuando sintió el mundo salir de su eje.
Venía de una misión, junto con otros cazadores, celebrando porque habían descubierto un aquelarre de unas brujas malheridas. Ellos ayudaron sin ninguna objeción, recibiendo como recompensa el paradero de un vampiro que viajaba hacia el este, y el cual ya había asesinado a más de tres humanas en un pequeño pueblo desconocido.
Le siguieron el rastro por unas cuatro semanas, hasta dar con él en un pueblo alrededor del bosque de Jeonju. El vampiro era nuevo, inicial y estaba frenético de sangre, lo cual fue una ventaja a la hora de acecharlo.
Era inestable y torpe, como si no pudiese diferenciar la ficción de la realidad. Hoseok creía que, si ellos no lo mataban, se mataría a sí mismo en un par de días más. Pocos resisten el veneno cuando se transformaba un vampiro.
Dieron aviso al gobierno, y solo quedaba el rastro del vampiro que lo había convertido. Sin embargo, esa era una misión mucho más compleja de la que Hoseok no pensaría ahora, no cuando estaba de vuelta en la finca, su hogar.
Faltaba poco para la primavera, y a pesar de que la nieve se estaba derritiendo, la tormenta que había afuera era el claro aviso de que el sol tardaría varias semanas en aparecer.
Se ubicó de pie frente al ventanal que daba hacia la entrada, observando en silencio el lugar como si estuviera esperando algo.
Siempre esperando.
Hoseok no sabe qué, pero ha tenido esta manía consigo desde que tiene memoria.
Esperando.
Esperándote.
La lluvia caía fuerte y golpeaba como granizo el techo y el corredor principal.
Nunca le ha gustado el invierno, pero es imposible quitar la vista. Tiene miedo de perderse algo, lo que sea, cualquier cosa.
Esta época le recuerda su temporada de inicio y lo mucho que sufrió a los doce años, cuando su padre lo envió solo a una misión, sin saber nada porque tenía que volverse hombre, porque un día tendría que liderar a los cazadores, entrenarlos como su padre alguna vez los entrenó.
Hoseok siente el cargo pesado sobre sus hombros, como bloques de cemento que intentan derribarlo hasta hacerlo desaparecer.
Sin embargo, era el orgullo de su padre, de la familia Jung y con la frente en alto lo haría incluso si las entrañas se le retuercen del miedo.
Sigue en esa postura militar de descanso, las piernas amplias y firmes contra el suelo de cerámica y las manos juntas tras su espalda. Esperando.
Las gotas continúan golpeando con fuerza los ventanales y estos tiemblan cuando un trueno emerge y los rayos iluminan el cielo.
Y es en esa fuerte luz que lo ve.
Es una silueta, apenas arrastra los pies y camina, como si sus piernas no pudieran con la nieve derretida.
Algo tiró de su pecho y sin perder más tiempo abrió la puerta de la finca y salió.
La lluvia lo empapó en segundos, otro relámpago iluminó el campo y el trueno que retumbó segundos después lo hizo encogerse en su sitio.
No se detuvo, mucho menos cuando otro rayo deslumbró el cielo y pudo ver aquella silueta, la de un joven, desplomarse en el suelo, cayendo desmayado.
Hoseok fue hasta él, haciendo un conteo mental de los cazadores, todas las caras que vio en la finca, sabiendo que todos estaban reclutados dentro de la casa antes de que se avecinara la tormenta.
Este chico... no era de acá, no pertenecía al gremio y pudo verificarlo cuando lo tuvo a centímetros, finalmente, llegando hasta su lado.
—¡Hey! ¡¿estás bien?! —preguntó, alzando la voz por sobre el ruido de la lluvia.
El desconocido no respondió, sus párpados cerrados, los ojos volcados hacia atrás. Tenía una herida en el pómulo derecho y una mancha de sangre sobre lo que sospecha es un labio roto. Hoseok buscó por más heridas y ante otro rayo que iluminó el territorio, notó la sangre que empapaba toda la chaqueta, el rojo mezclándose con el agua mientras escurría de su cuerpo hacia el suelo, donde la nieve completamente derretida se teñía.
Hoseok gruñó una maldición.
Tenía que sacarlo de ahí, llevarlo dentro, pero no sabía si estaba bien para el chico moverlo así con lo herido que estaba.
Miró hacia atrás, hacia la casa, rogando que alguien se haya dado cuenta por las cámaras de vigilancia, sin embargo, recordó que el sistema se había reiniciado debido a la fuerte tormenta que afectó el fallo de la energía y demoraría en volver unas dos horas más.
—Mierda... —susurró, y luego intentó tomar al chico por las axilas—. Te voy a sacar de aquí, te llevaré a un lugar seguro, ¿de acuerdo?
El joven no se movió, tampoco abrió los ojos. Hoseok sabía que necesitaba ayuda. Su cuerpo escuálido de dieciséis años apenas podía mover un bloque.
Ah, maldita pubertad.
Rápidamente se sacó la chaqueta y lo cubrió con esta como pudo, su cabeza y la herida.
—Voy a buscar ayuda —le gritó cerca de su oído—. Solo... aguanta, ¿bueno?
Antes de que pudiese levantarse de su sitio, una mano envolvió su muñeca y él casi chilla aterrado de la sorpresa.
—A-ayúdame... —el joven le dijo, tendría unos cuantos años más que él, veinte quizá, Hoseok no sabe. Su ceño se frunció en una mueca dolorosa y sus ojos se abrieron cuando lo buscaron, notando un brillo extraño en ellos cuando dijo—: Ayúdame a matar a mi padre.
El chico se desmayó.
Quizá estaba delirando.
Hoseok jadea asustado cuando vio la cabeza caer hacia el lado, sin fuerza.
Sin embargo, el agarre nunca se soltó, era firme, tan fuerte que a Hoseok le dolía la muñeca, seguro de que le dejaría una marca.
Y no supo qué pensar, qué sentir, cuando la misma lluvia borró la sangre seca de su labio, los relámpagos iluminaron el cielo en el momento justo donde él presenció cómo la herida de su boca se regeneraba. Dejando piel lisa y normal.
Esa simple acción, había derribado su mundo.
NUNCA PENSÉQUE ME PEDIRÍAN A KOOKIE ESPERANDO? ASDKLÑQWE
La primera parte seráde la historia d eMingyu - Hoseok - Tae ♥ como son extras son libres de leer y no interfieren con la trama, es solo profundizar en sus historia y el desarrollo de sus personajes ♥ muchas gracias por todo u.u
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