EXTRA 3
ADVERTENCIA: DE NUEVOOOO +18 SMUT YOONMIN, NO DIGAN QUE NO LES ADVERTÍ
*
Mingyu y Hoseok habían aprendido que hay ciertos días del año en donde los lobos tienen un comportamiento mucho más animal que humano.
No sucedía con todos al mismo tiempo, era como si cada uno tuviera esos días donde, por un proceso natural, los lideraba su instinto primitivo, sobrepasando lo racional.
Aparte, se manifestaba de diferente forma para cada lobo.
Lo descubrieron una vez con Hani. La loba parda de patas blancas. Ella había estado rondando la casa de la frontera por días hasta que una tarde decidió hacerles una visita, insistiendo en que ella debía quedarse a dormir en su casa porque sino no podía protegerlos.
¿De qué? Ellos ni siquiera lo sabían y por un momento pensaron que se estaba volviendo loca.
Habían hecho caso a su petición, debido a lo desesperada y ansiosa que había sonado cuando les pidió por favor quedarse. Y cuando le informaron a Yoongi, que una de las capitanas iba a pasar la noche en la frontera, específicamente en su casa, el alfa lo vio como la cosa más normal del mundo.
Así que tuvieron a Hani ahí por días. Ella había adquirido su forma de loba y una mañana la habían encontrado recostada sobre sus patas afuera de la puerta de su habitación, como si se hubiese tomado muy en serio su rol de protectora.
Luego de unos días, ella se fue y volvió a ser la Hani que conocían.
Había sucedido lo mismo con Chanyeol y Baekhyun. Aunque no se notó el rasgo primitivo de una forma tan fuerte como Hani porque tanto Hoseok como Mingyu estaban acostumbrados a tener a los capitanes en su casa, como si la pareja se hubiese empedernido en estar cerca de ellos.
Ahora, lo mismo estaba ocurriendo con Yoongi.
Había ido de visita.
Estaba serio, apenas hablaba y se movía silenciosamente por la sala como si hubiese recibido una mala noticia.
Aparte, gruñía todo el tiempo.
Hoseok no entendía muy bien a qué había venido y Mingyu empezó hacerle bromas de que sólo vino a gruñir y luego irse.
Yoongi volvió a gruñir y se giró para mirar por la ventana.
—¿Por qué tienen que vivir tan lejos? —refunfuñó, con las manos en su cintura mientras observaba hacia la pradera. Toda su aura, era un aspecto autoritario y demandante—. ¿Por qué tienen que estar tan lejos? No los puedo oler.
Al parecer, eso le cabreaba.
Hoseok y Mingyu se miraron. Y fue el híbrido el que soltó un resoplido mientras se dejaba caer en el sofá.
—Deja de quejarte, agradece que vivimos aquí.
—No tienen que vivir aquí. No me gusta —gruñó, su voz claramente molesta—. Deberían vivir en la manada, con nosotros, donde pertenecen.
Hoseok se acercó un poco más a él.
—Estamos bien aquí —Aclaró y Yoongi se giró sólo para gruñirle en la cara, con los ojos dorados, brillantes y los colmillos emergiendo de sus dientes como si en cualquier minuto fuese a lanzarse encima de él.
Hoseok levantó una ceja, curioso ante su reacción y para nada perturbado. Mingyu, por otro lado, lo miró horrorizado.
Rápidamente se puso de pie y tiró a Hoseok detrás de él.
—Oye, no le gruñas a mi chikistrikis.
Hoseok rodó los ojos y poso la mano en su hombro en un intento de tirarlo hacia atrás.
—Oye, Mingyu, no digas esa mier-
—¿Por qué te gusta vivir lejos de nosotros? —Yoongi rugió, interrumpiéndolo, como si no hubiera un hilo de conversación racional con él, solo sus quejas—. ¿Te gusta estar lejos de nosotros?
Los miró a ambos, pero su vista se posó en Hoseok, como si le hubiesen afectado las palabras del humano.
Hoseok se movió hasta estar a un lado de Mingyu al tiempo que este mismo asentía, respondiendo por él, totalmente divertido ante la reacción.
—Sí. Somos felices viviendo lejos del resto.
Obviamente recibió un gruñido como respuesta, y notaron que un poco de cabello blanco emergía de los pómulos de Yoongi y desaparecía al segundo, como si estuviese a punto de transformarse, dejando que su lado animal lo dominara por completo.
—Odio que vivan lejos y no pueda sentirlos como a los demás lobos —confesó, enojado mientras negaba con la cabeza. Cada palabra, salía como un brote pesado de su pecho—. Odio sentir que son míos y a la vez no. Están demasiado lejos. Lo odio.
Y con eso, comenzó a caminar hacia la entrada, resignado a irse.
Mingyu lo siguió con la mirada, mientras se cruzaba de brazos y levantaba una ceja, procesando su comportamiento ridículo.
—¿Es tu forma de decirnos que nos amas, pero versión lobo?
Yoongi rugió desde la puerta.
—Cree lo que quieras, no tienen un aroma como nosotros y no puedo verlos. No están en los lazos que creo con mis lobos. ¿Dónde está Taehyung?
—¿Le irás hacer lo mismo?
—Tampoco puedo verlo, odio cuando ese bastardo no está cerca —Y Hoseok casi chilla cuando las garras de Yoongi se incrustaron en la madera de la puerta de la entrada, astillando los marcos— ¿Dónde está?
—Con Jungkook metiéndose la lengua hasta el esófago, supongo —Murmuró Hoseok, casi aliviado cuando Yoongi dejó caer la mano.
En respuesta, el alfa volvió a gruñir.
—Yoongi hombre de la caverna gruñir, Yoongi hombre de la caverna feliz. —Mingyu hizo una mala imitación mientras subía sus manos y se azotaba el pecho como tarzán.
Hoseok reprimió una risa un segundo antes de que esta explotara por toda la sala. Bueno, lo intentó, pero Mingyu y sus malas imitaciones no ayudaban. Lo codeó, murmurándole en una risa silenciosa que se comportara si no quería tener los dientes de un lobo alfa desgarrándole la garganta.
Yoongi simplemente los miró, frunció el ceño y se fue despotricando de ahí.
—Ah, claro, dejas pasada la casa a lobo y te vas —exclamó Mingyu, enojado mientras se frotaba la nariz—, qué bonito, por lo menos dinos adiós, bastardo-
—Voy a volver. —Yoongi mencionó desde algún lugar a la lejanía, pero de todas maneras lo bastante cerca para que el oído de Mingyu lo captara.
El híbrido solo se limitó a rodar los ojos y se movió arrastrando los pies hasta abrazar a Hoseok y enterrar la cara en su cuello, hundiendo la nariz en su piel mientras se impregnaba de su aroma.
—Admitiré solo contigo que encuentro tierno que haga eso —confesó, con la voz atrapada. Hoseok le rodeó el cuello con los brazos y una de sus manos entrelazó su cabello. Mingyu casi ronroneó por la caricia—. Pero lo odio porque no me deja tomar tu aroma, deja oliendo la casa a lobo y es como si tu aroma se desvaneciera. Al ser humano, tu aroma es más pequeño y es como si lo aplastara. Es por lo único que me enoja —se quejó y mantuvo sus quejas varios minutos más, mientras inspiraba profundo hasta impregnarse del aroma dulce cuando lo obtuvo desde su piel, donde depositaba besos castos, sintiendo el pulso errático de Hoseok golpear sus labios.
Mingyu se siente en paz, cierra los ojos y se queda ahí, con él, dejando que el otro lo acariciaría e hiciera con él lo que quisiera porque le gusta sentir las manos de Hoseok encima suyo.
Al cabo de unos minutos, se separa rápido y abre los ojos en grande cuando tiene una gran revelación.
—¡Ya sé! —le grita, mientras se separa y busca su mirada.
—Que mierda... Mingyu me asustas —Hoseok le miró feo, pero de todas maneras esperó, curioso—. ¿Qué es? ¿qué pasa?
—Es un celo —le dice, y Hoseok sigue sin captar la idea hasta que también lo procesa—. Hani, Baek, Chanyeol. Y ahora Yoongi.
—Está en celo —Hoseok concluye junto con él—, por eso está más posesivo.
—Sí. Yoongi entró en celo.
*
Yoongi llegó hasta un árbol cerca del claro.
Las garras que sobresalían de sus dedos rasgaron la corteza.
Emitió un pequeño ruido que brotó desde su pecho y apegó la frente contra el tronco cuando sintió un pequeño hilo de sudor tras la nuca.
Apenas estaba lúcido.
Y ahora tenía otro tipo de problema.
El bulto que crecía en su entrepierna.
Miró hacia abajo. Era grande, pesado, estaba hinchado y le dolía porque quería arrancarse la tela y tocarlo hasta que se consumiera.
—Jimin. —pidió, exigió y su lobo aulló ante la idea de tener a su compañero para él, de tenerlo bajo su cuerpo, inmovilizado para él.
Sus propios pensamientos le aterraron ante la idea de poder lastimarlo, ante la idea de que esa parte más animal en él le haga daño al ser tan bruto, al ser tan crudo.
Yoongi se golpeó la frente contra el árbol y gruñó.
Dios.
Jimin, Jimin, Jimin.
Le dolía demasiado. El calor abrasó todo su cuerpo y parecía estar a punto de estallar.
Sus ojos dorados, eran un pequeño punto brillante a la distancia. Y el instinto poco a poco fluyó por sus venas y por toda su sangre cuando su mente se nubló y su animal emergió con fuerza, rugiendo ante la sola idea de pensar en Jimin y en lo que haría.
Cazarlo.
Iba a cazarlo. Lo haría suyo, lo haría suyo, suyo, suyo, suyo.
¿Quieres Jimin? ¿Lo quieres?
Yoongi. ¿Dónde estás? ¿Estás bien?
Yoongi rugió, molesto, adolorido y arañó la corteza antes de separarse de ella y echarse a correr.
Iba a cazar a Jimin.
*
Jimin sintió un pulso dentro de su cuerpo, como si algo dentro de él se hubiese apretado ligeramente. Era el lazo. Tiraba con fuerza, como si lo exigiera cerca.
De la nada, sintió calor.
¿Quieres Jimin? ¿Lo quieres?
Frunció el ceño. Yoongi sonaba... su voz parecía más grave.
Algo estaba pasando.
Pero no era malo, lo habría sabido de antemano. Esto era algo más... interesante.
Sus pulsaciones se volvieron erráticas.
Yoongi. ¿Dónde estás? ¿Estás bien?
No recibió respuesta.
Una mano se posa en la suya.
Jimin alza la mirada, y busca con sus ojos los de Yeji, quien aprieta su mano con sutileza, como todos sus rasgos delicados.
—Creo que debes irte. —le dice, y Jimin la observa un poco confundido y luego baja la cabeza hacia el gran lobo que los acompaña.
Los tres habían estado en el aquelarre de las brujas, comiendo mandarinas mientras pasaban la tarde juntos. Era casi parte de su rutina estar así. Yeji y Jimin charlarían por horas y el lobo estaría ahí con ellos, dispuesto a escucharlo todo. Su sola presencia resultando relajante.
—¿Sientes algo malo?
Ella sonrió.
—No, pero mi magia sintió el llamado de tu alfa —le dice y luego le da una mirada cómplice—. Y no me refiero al llamado de un alfa como tu líder, sino que como tu compañero.
Jimin la mira fijamente, dispuesto a asumir lo peor, a pesar de que el lazo enviaba vibras relajantes entre los dos, no pudo evitar asustarse por la forma en como ella hablaba.
—¿Está él mal?
—No lo sé. Pero creo que te necesita.
—C-cómo lo sabes. Él me habló, por nuestro lazo, pero... sonaba diferente.
—El bosque, Jimin —le responde, posando la mano sobre el pasto corto—. El bosque siente las necesidades de quién le pertenece, y ahora todo lo que se escucha es tu nombre.
*
Cuando cruzó la carretera, entrando al territorio de los lobos, Jimin comenzó a sentirlo, fue como un calor que se expandió por todo su cuerpo.
Estaba ardiendo, estaba agitado, estaba adolorido y todo eso lo sentía porque Yoongi lo estaba sintiendo, mientras repetía su nombre con un gemido una y otra vez.
No podía decir si eso lo asustaba o lo preocupaba o lo emocionaba, era un montón de emociones arrolladas y mezcladas que golpeaban con cada pulso errático en su pecho.
Yoongi lo necesitaba, y cada vez que se acercaba, Jimin sentía que lo necesitaba también.
Se adentró por el bosque, en el territorio cerca de la casa de los cazadores cuando todo llegó a él de golpe.
El aroma.
Espeso, denso, como si quisiera asfixiarlo.
Le tembló el cuerpo entero.
Era el aroma de Yoongi cuando estaba-
Apenas logró emitir un jadeo cuando un cuerpo se estampa contra él. El peso de Yoongi lo rodea por detrás, con fuertes brazos rodeando su cintura, atrayéndolo para acercar su espalda contra su pecho mientras que libraba una mano para guiarla hacia arriba, hasta que los dedos rodearon su cuello sin presionar, pero, de todas formas, inmovilizándolo por todos lados.
Podría zafarse en un solo movimiento, sus piernas liberadas podrían golpear a Yoongi en los lugares correctos, pero lo cierto es que no quería, esta especie de sumisión le gustaba en un sentido retorcido.
Cerró los ojos cuando Yoongi apretó con fuerza el brazo que rodeaba su estómago.
—Yoongi...
—¿Dónde estabas?
Jimin estiró el cuello hacia arriba y hacia el lado, exponiéndolo cuando Yoongi besó su nuca, recorriendo la zona hasta llegar a ese pedazo de piel que él dejo a su disposición.
Soltó un pequeño ruido satisfecho por la caricia, frunciendo el ceño, apretando más sus ojos mientras intentaba concentrarse. Podía sentir la dureza de Yoongi frotándose contra su trasero.
—S-sabes... tú sabes dónde estaba...
—¿Me querías dejar? —pregunta, y Jimin habría detenido la caricia, se habría tensado en su sitio y habría quedado en blanco ante el tono extraño entre la amenaza y la ansiedad. Pero la estimulación es tremenda y no puede, no puede pensar muy bien en sus palabras.
Aparte, ¿por qué hacía preguntas de las cuales sabía la respuesta?
—¿No?
—¿Entonces por qué te alejaste de mí?
Lo miró sobre su hombro, o eso intentó. Había demasiadas emociones y no podía concentrarse solo en una.
—¿Yoongi? ¿qué pasa?
—No puedes escapar —sentenció, su voz ronca entró directo en su oído, haciéndole temblar por dentro cuando mordió y chupeteó su lóbulo—. No te voy a dejar escapar. Eres mío. Te marqué. Llevas mi olor, todos saben que eres mío.
Más que asustarle, o preocuparle, Jimin volvió a recargar su cuerpo contra Yoongi. Esta vez, levantando una mano para engancharla tras su nuca, incitándolo a continuar.
—Soy tuyo —le dice, en medio de una larga exhalación mientras relaja su cuerpo—. No me iré. Soy tuyo. Yo también te marqué, tampoco podrás escapar de mí.
Yoongi gimió, batiendo sus caderas hacia adelante.
—Mmh... Jimin- te abriría y te follaría aquí, en medio del bosque —rugió y antes de que Jimin pudiese responder, sintió la mano de Yoongi vagar hasta su entrepierna, adolorida e hinchada, apretándola sin mucha fuerza, haciéndole soltar un jadeo excitado cuando el mismo Yoongi se volvió a frotar contra su trasero—. Gritarías mientras te follo y todos sabrían cuánto disfrutas mi pene enterrado en ti. Te follaría tan mal, Jimin, te anudaría por horas, maldición.
Le temblaba todo el cuerpo, el calor se cernía por él al sentir a Yoongi tan excitado tras suyo. Su mente ahogada en todo ese deseo reprimido que enviaba Yoongi a través del lazo.
Era demasiado, incluso sus palabras porque Yoongi usualmente no es así con él. Yoongi es amable, es cariñoso y lo trata como si de pronto se fuese a romper. Sus palabras suenan rudas y sus toques son bruscos, como si quisiera destruirlo.
Jimin quiere ser destruido por él.
Abrió sus ojos con fuerza cuando Yoongi apretó más fuerte, sacándole un pequeño grito.
—¿Sí?... ¿A-anudar? —medio que preguntó y jadeó. Su mente desordenaba intentando unir los cabos. Yoongi mordisqueó su piel mientras buscaba la bragueta de su pantalón táctico—. ¿Q-que es eso?
—¿No lo sabes? —Yoongi frotó su nariz en su nuca, olisqueando y de paso dejando su aroma como si no lo tuviera ya. Se detuvo cuando alguna especie de golpe de realidad llegó a él—. ¿O no quieres?
Antes de que Jimin siquiera pudiese responder, miró hacia abajo. Yoongi bajó su cierre, desabrochó su pantalón y rápidamente metió la mano dentro de su bóxer, sacando su erección al aire, la cual rodeó con su mano para comenzar a acariciarlo.
Soltó un fuerte gemido, Yoongi apretó demasiado fuerte la base y eso le produjo toda una corriente de placer que lo rodeó por dentro.
Volvió a tirar la cabeza hacia atrás y sus caderas se balancearon en un intento que Yoongi se moviera.
Lo necesitaba por todos lados.
—Alguien —intentó decir, la racionalidad lo golpeaba a medias—, alguien puede venir...
—Los voy a matar —sentenció Yoongi, besándole todas las partes donde su boca llegaba—, saben que los mataré si se acercan. No los voy a dejar tenerte.
Jimin abrió la boca, pero no salió más que una exhalación tensa cuando Yoongi lo masturbó con su mano. Era duro y rápido. Sus dedos apretaban la base ligeramente antes de deslizarse sobre la punta, su pulgar jugando con el glande cuando de este brotó líquido, ensuciando todo.
Sus palabras, agresivas y posesivas, se transmitían por el lazo, las mismas emociones empujándolo hasta sentirse al borde de perder la cordura.
Tener su cuerpo cerniéndose sobre él, tener sus manos por todos lados, su boca besando por todos lados era demasiado para que él no demorara en sentir el calor que se acumulaba bajo su estómago, debilitándole las piernas.
—Me voy a venir —gimió, como si quisiera advertirle y Yoongi aceleró sus movimientos.
—Quiero probarte —pidió, su mano libre se deslizó hasta tocar un pezón sobre la tela del traje, deshaciéndolo en jadeos por el buen trabajo, mientras presionaba de lado a lado—. ¿Puedo probarte?
Apretó los ojos, frunció el ceño. La erección de Yoongi se sentía justo en la línea de su trasero, gruesa e hinchada dentro del pantalón.
—Joder... h-has lo que sea... pero-
Yoongi fue rápido, lo arrastró hacia un árbol cercano, lo volteó y lo dejó con la espalda reposada contra el tronco de un gran roble al mismo tiempo que bajaba, en cuclillas, mientras sujetaba su miembro con una mano para guiarlo hasta su boca y tomarlo por completo.
Jimin tembló, su cuerpo entero se tensó mientras presionaba la espalda con fuerzas sobre el tronco, como si tuviese miedo de que sus piernas perdieran la estabilidad que Yoongi le quitaba.
La vista fue maravillosa, y no pudo evitar apretar los labios en un intento de acallar el gemido agudo que amenazaba con salir porque era demasiado estímulo verlo con su boca llena de él, lengüeteando la punta mientras le miraba hacia arriba, antes de echárselo por completo dentro de su boca, jugando con su lengua en las zonas donde sabía Jimin era más sensible, donde le gustaba ser tocado, tomándolo hasta que su nariz topó con su piel, tragando para que él sintiera la presión empujar por todos lados su miembro.
—D-dios, joder... —Jimin se mordió los labios, rendido dejando salir sus gemidos mientras que sus manos enrollaban el cabello de Yoongi, sin forzarlo a seguir, pero tampoco dejando que dejara lo que estaba haciendo. Era excitante verlo de rodillas, con un hilo de saliva escurriéndole por el mentón, chupándole la polla como si estuviese hambriento de ello—. Y-yoongi... nngh... no creo que pueda soportarlo...
Una mano de Yoongi vagó por su cadera, sujetándolo mientras que la otra vagó por su otra pierna, recorriendo el muslo hasta llegar a la zona posterior de su rodilla, la cual levantó y llevó hasta dejarla enganchada sobre su hombro, abriéndolo para así tener más acceso.
Por supuesto sus caricias no se detuvieron. Su mano continuó vagando, sin dejar de masturbar el miembro de Jimin con su boca, acarició sus testículos hasta que sus dedos encontraron por fin el final de su cometido.
Jimin no soportó la estimulación cuando sintió un dedo hacer círculos por su entrada antes de que ingresara un tercio de este.
Yoongi le miraba con ojos feroces, como si quisiera devorarlo mientras lo estimulaba. Su glande se ahuecó en su mejilla y los dientes rozaron el camino de una manera tan superficial que lo dejó cayendo hacia su orgasmo.
Yoongi.
Yoongi. Sí, sí, sí. Yoongi.
Jimin no paraba de gemir y llamar su nombre mientras se iba, sintiendo su cuerpo en llamas. Mientras veía a Yoongi recibirlo en su boca, su lengua saboreando el líquido caliente, su pene ardiendo dentro de aquella boca igual de caliente, viendo como Yoongi había sacado sus colmillos, viendo sus ojos del color del oro, tan hermosos que Jimin se vio reflejado en ellos. El estallido emocionado viajando por el lazo hasta golpear con calor su pecho.
Sus respiraciones agitadas comenzaron calmarse y se sonrojó hasta el cuello cuando comenzó a volver a la realidad.
Miró a Yoongi, quien dejaba ir su miembro, deslizando la lengua por la punta sensible como si no quisiera perder ninguna parte de su semen. Decidido a tragarlo todo.
Quitó la pierna que había puesto en su hombro mientras arreglaba el desastre que había hecho con su pantalón.
Jimin le quedó mirando fijo, tragando duro, sintiéndose aún estimulado incluso si parecía sufrir de los últimos espasmos de su orgasmo.
Esos ojos feroces, hambrientos, no le miraron de vuelta porque parecía más interesado en otras partes de su cuerpo.
Sintió un tirón de electricidad en su estómago mientras comenzaba a entender el motivo de sentirse como si fuera a incendiarse.
—¿Estás en celo?
La pregunta tensó visiblemente a Yoongi, todo su cuerpo, podía ver su musculatura ondear bajo la misma tensión. Su mandíbula apretada, sus ojos fuertes, su cabello volviéndose más blanco de lo que ya era. Su aura en sí, la de un animal muy peligroso a punto de perder el sentido.
Jimin tragó saliva. Yoongi se puso de pie y se acercó a pasos cautelosos, en silencio. Posó ambas manos a cada lado de su rostro y comenzó a olfatearlo, enterrando la nariz en su cuello.
Su temperatura ardiente colisionó con él y Jimin no pudo evitar tocarlo también, rodeando su cuello para atraerlo a su cuerpo.
Era un animal, un lobo, una bestia que olfateaba mientras acorralaba a su presa, decidiendo cómo debería cazarlo.
Lo podía sentir a través del lazo, como si la humanidad en Yoongi pendiera de un hilo, siendo llevado solamente por los instintos básicos y primitivos de su lobo.
Jimin no le teme, todo lo que aúlla el lobo es su nombre. Todo lo que quiere su propio lobo es a Yoongi, su compañero.
—Yoongi —llama de nuevo—, ¿Hyung? ¿estás en celo?
Vuelve hacer la misma pregunta, a pesar de que lo sabe por el lazo. Quiere escucharlo. Desea escuchar cuánto lo necesita. Yoongi se aprieta contra él y no dice nada. Lo abraza con fuerza.
—Tu aroma... —susurró en su piel—, tu aroma me está volviendo loco, maldición. Te necesito, Jimin.
Eran demasiados sentimientos. Yoongi se sentía como el animal más peligroso del mundo con el cual meterse, pero a la vez, sonaba como si Jimin tuviese la decisión de hacer lo que quiera con él.
Le estaba mostrando su lado más vulnerable, pero a la vez el más salvaje.
Jimin lo abraza con fuerza, y al igual que él, hunde el rostro en su cuello, aspirando su aroma, sintiéndose en llamas, como él.
—También quiero estar contigo, vamos a casa, hyung.
Yoongi se separa y asiente, parece un poco más sumiso, pero el hambre está en sus ojos, en su aroma y es como si quisiera devorarlo.
Jimin sabe que el celo golpea de diferentes formas a una persona.
La primera vez que lo vio, fue a los quince años, cuando él y Jungkook tuvieron que pasar unos días en la casa de Momo porque Namjoon tenía un comportamiento muy agresivo con el resto.
Momo se lo había explicado a muy grandes rasgos.
Pero aparte de eso, nunca vio un celo de Yoongi, solo supo hace mucho tiempo que le llegaba una vez al año y que cada que lo presentía, se escapaba por unos días al corazón del bosque, pasándolo en su soledad, oculto hasta que su temperamento se calmara.
Quizá por eso en esos años se comportaba como un idiota de primera con él. Porque nadie lo saciaba en su soledad. Porque el mismo Jimin no atendía la marca que había hecho para salvarlo.
—No. —Rápidamente, las manos de Yoongi se enganchan en sus caderas, como si hubiese adivinado el camino de sus pensamientos. Su cabeza deja el lugar acogedor de su cuello y se echa hacia atrás para buscarlo con la mirada—. No te veía como una pareja sexual en ese tiempo, eras un adolescente, Jimin, y por más animal que fuera, los lobos reconocemos la mayoría de edad como un indicativo para procrear con nuestra pareja. No se trataba de no atender la marca. Solo me ponía de mal humor porque no sabía por qué mi lobo estaba tan fascinado contigo. Y cuando tenía mis celos, me iba al bosque porque me ponía agresivo con cualquiera que se acercara preocupado para ayudarme. Mi lobo no encontraba a nadie digno. No quería a nadie cerca. Podía matarlos.
Lo último sonó feroz. Yoongi se inclinó y descanso su frente en la de él.
Jimin no tenía palabras para decir. Se sentía como si Yoongi había esperado toda su vida por él.
Incluso si el mismo Yoongi no sabía, era su lobo quien estaba seguro sobre eso.
Rápidamente, las manos de Jimin buscan su cabello tras la nuca, entrelazándolas y jugando con él mientras lo ve como si quisiera grabarse cada aspecto de su piel, sentir la mirada apasionada y fuerte encima de él.
No puede evitar deslizarse hacia adelante y besarlo con suavidad, abriendo la boca, uniendo su lengua en la de él y Yoongi lo recibe gustoso, con un gemido satisfecho que brota desde el fondo de su garganta, su lobo por dentro aullando complacido de tenerlo, de tenerlo a él, de que Jimin sea de ellos.
Es hermoso, es precioso.
Jimin se desvanece en el beso, inclina el rostro para besarle con más ahínco, para que el encaje sea perfecto, para darle lo que quiere y todos sus sentidos estallan ahí, donde su lengua toca, donde su lengua se mueve para continuar besándole hasta gastarle el oxígeno de los pulmones.
Se separa rozando su nariz con la contraria.
Jimin bate sus pestañas y le mira fijo.
—Quiero estar contigo, hyung. Vamos a casa.
Yoongi traga duro y asiente. Sus ojos dilatados le miraron con fuerza.
—Estoy a punto de volverme loco —confiesa, como una advertencia. Jimin creía que iba a ser rechazado, Yoongi se preocupaba demasiado por él, lo cuidaba a un punto extremo y Jimin se dejaba porque era el instinto de su lobo, era el instinto de un alfa y por todos los acontecimientos que los envolvieron en los últimos años, entiende que es necesario para su compañero comportarse así de vez en cuando. Jimin entendería si Yoongi prefiere protegerlo por miedo a ser demasiado agresivo con él. Así que asiente, acariciando sus orejas, dispuesto a lo que sea que el otro le quiera dar. Yoongi niega como si supiera lo que él había entendido—. Lo digo porque quiero que lo sepas. Sé que no te haré daño, no puedo hacerte daño, Jimin. Te amo demasiado... pero quiero que lo sepas.
Los ojos de Jimin brillaron con fuerza mientras le miraba, apreciándolo. Bajó la vista hacia sus labios y se inclinó hacia adelante para volver a besarlos.
*
—Mnngh... ¡Sí! —Jimin no cree soportarlo más, su cabeza da vueltas y apenas se puede concentrar en mantenerse de pie.
Está desnudo, contra la puerta de la entrada de su casa. Yoongi nuevamente está en sus rodillas, atrás de él. Una mano levanta una de sus piernas, enganchada contra su rodilla, reteniéndola contra la madera.
La otra separa una de sus nalgas para enterrar la lengua ahí, donde ha estado jugueteando y lamiendo por varios minutos.
Su boca devora todo a su paso, desde sus testículos hasta su entrada rosada. Realmente no cree soportarlo, incluso si su pene está desatendido, no puede soportarlo, el placer que lo recorre lo tienen mordiéndose los labios, bajando él mismo su culo para que Yoongi lo tomara por completo.
Sus manos arañan la madera, su pie con el cual se apoya hace lo imposible para equilibrarse y no derrumbarse, aunque cree que pronto lo hará.
Su boca está abierta, sus mejillas sonrojadas, su cuerpo tenso y su pene goteando cuando Yoongi aparta su boca para introducir un dedo en su interior.
Gime con fuerza, apoyando la frente en la madera que se siente arder.
—Joder...
—Te sientes tan suave... —Yoongi ronronea, mientras lame alrededor de su entrada al mismo tiempo que introduce otro dedo hasta los nudillos.
Es demasiado profundo. Jimin abre los ojos en grande y no puede evitar mover las caderas para guiar el mismo movimiento de los dedos que entran y salen, deslizándose suavemente.
Yoongi estira la piel y encuentra ese lugar que lo hace gemir con fuerza.
Jimin cree que va a llorar.
No puede evitar seguir alzando más su trasero, mientras que una de sus manos viaja para agarrar el cabello de Yoongi como si quisiera dejarlo ahí. El placer es demasiado, arde en cada parte de su cuerpo, cada parte de piel que Yoongi toca, que Yoongi saborea. Es demasiado estimulante, su pene duele, su cuerpo entero parece temblar.
Yoongi ruge, es un ruido que sale de su pecho, la mano que sostiene su pierna se aprieta con fuerza, dejándole marcas en la piel. Pero Jimin no puede pensar mucho en eso, porque Yoongi no pierde un segundo en desarmarlo cuando desliza el tercer dedo, la presión alrededor de Jimin sintiéndose tremenda, haciéndolo sollozar por lo bien que se siente porque Yoongi sabe dónde presionar para que el estímulo se intensifique, sabe dónde colocar su lengua, donde tocar para hacerlo sentir como si estuviese saboreando un pedazo de cielo.
La mano de Yoongi suelta su pierna, y esta vez empuja su espalda baja hacia la puerta, haciendo que su pene se roce bruscamente con la madera.
—J-joder... Yoongi... voy a-
Su cuerpo entero tiembla, cierra los ojos mientras un gemido largo sale de su boca.
Está atravesando su orgasmo cuando Yoongi quita sus dedos y lo reemplaza por su pene, hundiéndose hasta tenerlo todo dentro, llenándolo por completo.
Jimin lloriquea ante la brusquedad, ante el hecho de sentirse tan lleno, excitado mientras se iba, manchando la madera de la puerta y sintiéndose horrible por haber hecho eso.
Mas no puede pensar en nada porque es demasiado para procesar lo que está sintiendo, su orgasmo lo golpea con fuerza mientras Yoongi se mueve con estocadas lentas pero profundas tras él, sujetándolo de la cintura en un intento de estabilizarlo porque sus piernas se doblaron.
Siente la boca saborear su nuca, morder entre el espacio de su cuello y su hombro. Yoongi mira el desastre que Jimin había hecho sobre la puerta, haciéndolo excitarse por el semen que aun goteaba de la punta.
—N-no me esperaste... —le gruñe, separándose para ver hacia abajo, donde su pene entraba y salía de Jimin—. Te sientes tan bien... se siente demasiado bien, Jimin...
Jimin echa la cabeza hacia atrás, buscando aproximación cuando Yoongi se separó.
—Siento que me voy a morir... —lloriquea, está demasiado sobreestimulado y Yoongi cada que se hundía, golpeaba su próstata con fuerza.
Cree que va a tener otro orgasmo, así se siente, pero nada sale de su miembro que recién acaba de terminar de gotear.
A pesar de eso, no puede evitar batir sus caderas, siguiendo el ritmo que lo está llevando al borde de la locura.
Yoongi le besa la mejilla, le mordisquea el lóbulo mientras comienza a follarlo con mayor fuerza, mientras el ruido de sus cuerpos chocando es lo único que rodea la habitación, mientras Jimin gime y lloriquea por lo bien que se siente tener la presión dentro suyo, por lo excitado que se siente cada que Yoongi se hunde con fuerza dentro de él, sintiendo el choque de sus muslos contra su trasero, como si quisiera molerlo.
Jimin no puede hablar, su boca se abre, pero no dice nada cuando las embestidas se vuelven más bruscas, cuando Yoongi mordisquea con fuerza su cuello, cuando le gruñe en los oídos, cuando todo es un desorden de gemidos.
Yoongi tira la cabeza hacia atrás y se hunde una última vez antes de atravesar su propio orgasmo, corriéndose dentro de Jimin, quien se sintió caliente por dentro, su pene volviendo a doler por la estimulación recibida.
Sintió un mordisco en su nuca y segundos después el paso de una lengua. Una mano escabulléndose por su pecho mientras que otra tomaba su miembro desatendido.
—Estás precioso —le dice Yoongi, pasando la lengua por la zona detrás de su oreja, recibiendo un gemido como respuesta—. Estás precioso y listo para mí.
Yoongi salió de él con suavidad y Jimin sintió líquido escurrir por sus piernas.
El lobo soltó una risita coqueta cuando se dio cuenta.
—Lo estás botando todo, amor.
—Yoongi... —Gimió Jimin, con cansancio mientras sus respiraciones comenzaban a regularse.
Yoongi solamente hizo un pequeño ruido con sus labios cerrados mientras una de sus manos viajaba hacia su propio semen goteando fuera de Jimin, tomando el líquido con sus dedos para pasarlo por el pequeño agujero maltratado.
Yoongi separó uno de sus glúteos, apretándolo con fuerza en su mano abierta y su pene, ya erguido se frotó entre la línea, una y otra vez, estimulándose.
Las rodillas de Jimin se doblaban, y Yoongi tuvo que hacer malabares con una de sus rodillas entre las de él para intentar estabilizarlo y mantenerlo de pie.
—No te caigas. Aun no terminamos.
Las palabras viajaron hacia la zona baja de su ombligo y Jimin no pudo evitar alzar un poco más el trasero, sintiendo el miembro de Yoongi erecto bañándose de su propio semen cuando este continuaba escurriendo fuera.
En tres tiempos, Yoongi lo volteó y lo besó con fuerza. Jimin correspondió con la misma ferocidad sintiendo el calor ajeno rodearlo.
Gimió en el beso, y en un movimiento apresurado, Yoongi tomó sus piernas y lo levantó, guiándolo a la cama, donde lo dejó suavemente reposado contra el edredón, Jimin abriendo sus piernas para envolver sus caderas cuando lo tuvo completamente cernido sobre él.
Sus pulsaciones eran erráticas, los movimientos de sus caderas aumentaban la velocidad y Yoongi gruñía con una leve vibración en su pecho mientras le besaba. Jimin pudo sentir la punta de sus colmillos cuando deslizó su lengua y se volvió loco por el simple toque.
El aroma de ambos estaba por todos lados, como si intentara marearlos y Jimin tuvo sus ojos en blanco cuando las manos de Yoongi se deslizaron por su torso para jugar con sus pezones mientras frotaba sus erecciones juntas, mientras le robaba el aire en cada beso largo y profundo que le daba.
Jimin apenas puede procesar lo que estaba pasando.
Yoongi los había guiado hacia su casa, como una presa. Extrañamente nadie apareció cerca de ellos y Jimin intuía que era por el hecho de que la manada sentía el estado en el que estaba.
Luego, le destrozó la ropa y en todo lo que pudo pensar Jimin desde ese momento fue tocarlo, tocar a Yoongi por todos lados, así como lo hacía él.
Un deseo primitivo de sentir el contacto de su piel con la de él porque ardía si no lo hacía, ardía si lo hacía. Era una caída que lo llevaba al precipicio y a Jimin no le importa. La sensación benévola de ser adorado, tocado con cariño y sentir sus fuertes emociones a través del lazo lo estaban llevando a otro mundo.
Incluso si Yoongi decía que se volvería loco, era Jimin quien parecía perder la cordura por la forma tan vulnerable en la que se estaba mostrando.
Todo esto era Yoongi y Jimin estaba encantado de tenerlo.
Su mente da vueltas, su mente en lo único que puede pensar es la forma en como Yoongi lo toca, la forma en como separa sus labios y ahora besa su mandíbula, besa su cuello, su hombro y cada extracto de piel que explora y toca con sus labios, lame con su lengua, mordisquea con sus dientes.
Es excitante y le hace perder la razón. Le hace añorar cada toque, implorar para que lo toque. Sus manos envuelven los hombros de Yoongi y arañan su espalda, toca sus omóplatos como si quisiera acercarlo más incluso si ya no puede. Sus dedos suben por su cabello y lo acarician.
Jimin echó la cabeza hacia atrás y se apretó contra él cuando Yoongi bajó la boca hasta acunar un pezón en su lengua, rodeando la estimulante zona y mordisqueándolo, haciéndole chillar. Una sensación que iba entre la excitación y el dolor.
Sus manos recorrían su torso, sus costillas y Jimin cree haber soltado una maldición cuando Yoongi fue gentil y no olvidó de atender el otro pezón, el cual mordió y dejó igual de marcado que el otro.
La marca se borraría en unas horas, pero cuando Yoongi se echó hacia atrás, parecía contento de su hazaña mientras miraba contemplado.
—Estás precioso —susurró, la voz gutural, ronca. Parecía casi animal—. Estás tan precioso y listo para mí.
Sus ojos lo recorrieron, los ojos de Jimin se encontraron con esos feroces ojos dorados y los suyos brillaron para él, su propio lobo se expuso para Yoongi y Yoongi decidió tomarlo todo.
Agarró las rodillas de Jimin por la parte posterior y las acercó hacia su pecho, doblándolo por la mitad, exponiendo su trasero y la entrada maltratada a la vista, la cual se contraría bajo la falta de algo que la llenara, brillando con el semen que escurrió cuando él se había ido minutos antes.
Alineó su pene y entro de manera lenta, soltando un gemido largo y ronco. Jimin cerró los ojos, ahogándose en la sensación y sus manos apretaron con fuerza las sábanas, soltando un leve jadeo al sentirse tan lleno por dentro.
Yoongi no podía dejar de observar fascinado cuando salió por completo solo para hundirse de nuevo.
—¿Te gusta? —preguntó en un susurro, volviendo hacer lo mismo—. ¿Te gusta que te folle así?
Jimin ladeó el rostro hacia un lado, no sabiendo cómo soportar la sensación de placer que lo recorrió con cada estocada. Golpeaba su cuerpo maltratado, moviendo la cama junto con él.
—S-Sí, sí —lloriqueó cuando Yoongi salió y volvió a entrar—. Me gusta... me gusta tanto... se siente demasiado bien~
Salió una última vez, observando la entrada contraerse ante su propia ausencia. Yoongi soltó una maldición y volvió a hundirse, esta vez soltando las piernas de Jimin para que rodearan sus caderas.
Yoongi entierra la cara en su cuello y Jimin lo abraza, gimiendo en su oído mientras se comienza a mover, mientras lo folla con fuerza, brusco. Su agujero estaba mojado de semen por lo que el deslizamiento es mucho más fácil. Yoongi llega a lugares que lo hacen temblar, que lo hacen delirar y lo hacen perder el poco control que le quedaba a su mente.
Se siente perdido, aturdido, sobreexcitado, pero es Yoongi quien lo sostiene y no importa nada más.
Aprieta su trasero y eso hace a Yoongi soltar otro gemido que golpea en la zona baja de Jimin, amando la sensación de lo que él provocaba en el alfa.
—Es tan bueno, Jimin... eres tan bueno —susurra, mordisqueando su cuello, justo donde estaba la marca—. Tan bueno... te follaría por siempre...
Sus palabras llegan directo a su oído, los gemidos, los gruñidos. El calor de su voz, el movimiento brusco de sus caderas aplastando las suyas.
Todo ese deseo era como un fuego artificial explotando en su cuerpo.
—Dios- siento que voy a morir —echó la cabeza hacia atrás, ladeó nuevamente el cuello para que Yoongi mordiera, para que Yoongi pasara su lengua, cualquier cosa, lo que sea.
Cerró los ojos, sintiéndose tan cerca que se delató con un fuerte lloriqueo cuando Yoongi fue más profundo, con estocadas más brutales.
—Joder, Jimin. Quiero hacerte mío- morderte... nngh... y que todos lo vean- que todos lo vean-
Yoongi siguió murmurando una y otra vez, como si Jimin no estuviese marcado por él ya, de todas maneras, la idea lo excitaba demasiado.
—N-ngh... no creo aguantarlo más... Yoongi-
Yoongi se separó cuando lo escuchó gemir más profundo. Una mano se clavó en su cintura y la otra masturbó su pene.
Jimin no controló los ruidos que hacía, sintiéndose pleno mientras comenzaba a alcanzar su orgasmo.
Yoongi frunció el ceño y sin dejar de masturbarlo, salió de él para atender su propia erección.
Jimin lo vio, y a pesar de que la escena lo excitaba demasiado, abrió mucho más sus piernas y con el talón de su pie lo empujó desde su trasero.
—En mí... —lloriqueó, viendo a Yoongi apretar la base de su pene—. H-hazlo en mí.
—No. —Yoongi negó. No dejando de acariciar su miembro, sintió la mano de Jimin rodear su muñeca, incitándolo a empujar su pene dentro de él—. Te va a doler, te vas a lastimar.
—Por favor... —le sollozó, sentía que se volvería loco—. ¡Joder, te necesito! te necesito tanto... ¡Yoongi!...
Yoongi ahogó una maldición y se sentó, apoyando la espalda contra el respaldo de la cama.
—Arriba mío.
Se movió en tres tiempos. Yoongi tiró de sus brazos y las piernas de Jimin se flectaron a cada lado de sus muslos, subiendo a su regazo.
Jimin acomodó el pene contra su entrada y bajó de golpe, hasta hundirse y sentarse por completo en los muslos ajenos.
La nueva posición hizo tocara su próstata, y el roce de su sensible glande contra el estómago ajeno lo llevó directo a su orgasmo.
Yoongi también, gruñó fuerte, dándole una última estocada hacia arriba antes de acercarlo para abrazarlo con fuerza, mordiéndole entre el cuello y el hombro y gimiendo su nombre a través del lazo.
No pasó mucho tiempo para que Jimin supiera de lo que hablaba Yoongi.
Lo apretó aún más entre sus brazos, mientras la presión aumentaba y-
—Oh- Dios- que-
Yoongi arrugó la frente, una de sus manos viajó hacia el pene desatendido de Jimin y lo acarició, haciendo que Jimin se apretara contra él, lloriqueando su nombre mientras se iba a través del dolor y el placer. La otra mano de Yoongi masajeó su trasero, apretándolo con fuerza y separándolo para tener todo su miembro dentro.
A él también le dolía. Joder si no le dolía, era demasiado estrecho, la presión parecía querer hacerlo explotar a medida que la base de su pene comenzaba a hincharse para anudar en él.
—Q-qué es... esto, joder se siente tan apretado —gimió Jimin en su oído, moviéndose un poco más mientras se hundía. Lagrimas salieron de sus ojos mientras el placer explotaba dentro de su estómago, como si no pudiese decidir entre la línea dolorosa que era tenerlo así dentro de él, y lo placentero que se sentía sentirse tan lleno por dentro—. Es tan grande... Yoongi... es demasiado grande-
Yoongi separó sus dientes, lamió la pequeña herida e inclinó su frente contra el pecho de Jimin.
—Jimin... cariño... n-no, no puedo sacarlo ahora... —gimió con dolor, mientras Jimin apretaba con fuerza alrededor suyo—. Nunca había hecho esto... se siente... siento que me voy a morir...
—N-no quiero que lo saques —exclamó mientras que de su pene salía el semen a borbotones, llegando al punto de su propio placer—. Se siente... se siente demasiado bien~
Yoongi se separó buscando su rostro.
—Yo también me siento demasiado bien, amor.
Sus ojos le miraron con estrellas, su mirada mucho más calmada que antes, mucho menos feroz. Parecía tranquilo mientras que con su mano limpia barría ligeramente las lágrimas que Jimin había botado.
Su cara en sí era un desastre, llena de llanto y sonrojada, brillante y con el cabello despeinado.
Estaba precioso, y el lazo se afianzó con fuerza mientras su lobo aullaba feliz por el momento.
—¿Qué es esto? ¿Es...?
Yoongi asintió, sabiendo a donde iban sus palabras.
Era normal para ellos continuar la frase a media del otro.
—Te anudé —confesó, negando ligeramente con la cabeza—. Lo siento, nunca lo había hecho antes, es... una forma que tienen los lobos para procrear, solo ocurre con el celo. Lo siento si te duele, y no podría decirte cuánto estaremos así porque es diferente para cada lobo...
Había una pizca de culpabilidad en su cara mientras le miraba, explicándole algo que debió haberle advertido desde un inicio. Jimin siente la causa y la culpa por el lazo y no hace más que inclinarse hacia él para besarle los labios.
—Está bien —le susurra, entre medio del beso—, me gusta, me gusta esto. —acarició su nariz con la suya, le besó la mejilla y dejó su frente reposada en la de él, sintiendo las manos de Yoongi acariciar su espalda, en un movimiento que intentaba relajarlo. Su cuerpo estaba poco a poco acostumbrándose a la presión, era calor por dentro, pero no se sentía mal, fue un placer que llegó con el dolor y el hecho de que Yoongi enviara vibraciones calmadas por el lazo lo ayudaban a relajar su musculatura.
Yoongi cerró sus ojos y se dejó acariciar tiernamente por su compañero.
Su pecho inexplicablemente se apretó y sus ojos ardieron, conmovido por el momento, conmovido por él.
Conmovido por lo puro que se siente Jimin a través del lazo, por lo noble que se sienten sus sentimientos.
No sabía si Jimin se sentía así de querido por él, esperaba que sí. Porque no había palabras para poner que explicaran realmente lo que estaban compartiendo. Nada podría explicar cuán profundo se sentía la unión entre ellos, entre anudar, entre marcarlo de nuevo, entre la forma en como el momento no causó rechazo ni recelo en Jimin ni su lobo, confiando plenamente en él para cuidarlo.
Yoongi besó sus labios tiernamente.
—Te amo —le dijo—. Te amo tanto mi amor...
Cómo le sonrío Jimin. Había estrellas en sus ojos mientras le miraba recibiendo todo.
Le devolvió el beso.
—Te amo Yoongi... A ti y a tu lobo.
Jimin dejó descansar su mejilla contra el hombro de Yoongi, relajándose por completo mientras las caricias perezosas no se detenían en su espalda.
Cerró sus ojos, calmado y tranquilo. Sintiéndose arrullado por él.
Amado por él.
***
Bueno los rumores dicen que el nudo de Yoongi duró más de una hora,, pero eniweis, se aman y son felices de estar pegados como lapa con el otro gracias por leer ü
YA PERO EL CELO es diferente para cada uno y no necesariamente debe ir relacionado a una intención sexual, mucho menos si estan sin parejas, ADEMÁS, UN RASGO IMPORTANTE es el hecho de que son más posesivos con el resto por ej HANI es una loba que en sus celos busca proteger al resto, o a los que siente que están en peligro, es como que SACA su instinto animal de proteger, solo eso. Namjoon se puso agresivo por lo mismo, aunque él tenia a Jin asi que andaba de mamoncito ahre.. y Yoongi le gustaba estar en soledad porque claramente, al ser el alfa de la manada, los demas lobos solteros y disponibles, se ofrecerian a ayudarlo (sin ningun sentimiento más allá de por medio), por lo que les gruñía para que no se les acercaran, ocultandose por días en el bosquesito.
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