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27














Taehyung no dejó ir la mano de Jimin cuando pasaron por la carretera, cruzando la doble vía.

Jimin le miró sin decir nada, no sabiendo a qué quería llegar mientras lo llevaba por la zona del bosque de los humanos, donde estaba la casa de Yunho, su antigua casa.

Caminaron más allá de eso, más dentro del bosque y de pronto una sensación de aire puro le rodea los pulmones, como si antes hubiese estado caminando en una capa densa de humedad.

Aquí se podía respirar bien, y no tardó en darse cuenta que se trataba del aquelarre de las brujas.

Fue como haber entrado a un mundo paralelo.

La vista de lo que tenía ahí era hermosa.

Las pequeñas casitas, como cabañas, completamente adecuadas a la zona del bosque, como si no quisieran perturbar el curso natural de verde que los rodeada.

Más allá de ellas, había un pequeño claro, donde brujas jugaban, entrenaban o simplemente estaban, leyendo, conversando.

Ninguna pareció haberse perturbado por su presencia, tanto por la de Taehyung como la de Jimin, y la de Yoongi a metros tras ellos.

Taehyung se detuvo a metros del claro, donde el bonito lago de agua cristalina reflejaba los rayos del sol y pintaba de acuarela la montaña frente a ellos.

Jimin le miró.

—¿Por qué me has traído aquí?

Taehyung se giró a verlo y se mantuvo extrañamente callado, cosa que a Jimin preocupó, frunciendo el ceño mientras miraba a su hermano.

El vampiro quitó la vista y volvió a mirar hacia adelante. Sea lo que sea que estaba viendo, Jimin tuvo curiosidad también, siguiendo su mirada.

A lo lejos, estaba Yeji de pie frente a dos brujas que se sentaban sobre sus piernas, adornando con flores a un lobo.

Jimin lo reconoció, era el lobo salvaje que habían rescatado del laboratorio de los humanos.

Lo miró, curioso y el lobo al parecer sintió la presencia ajena, quienes no eran bienvenidos quizá, porque Jimin sabía lo hostil y territorial que pueden ser a veces, sin embargo, el lobo no hizo nada, simplemente clavó la mirada en ellos y no hizo nada más.

Jimin sintió una pequeña presión en el pecho.

No supo por qué. De alguna forma, a pesar de que el ambiente alrededor de las brujas le daba paz, como si la magia dispersa en el aire tuviera esa misión, se sentía nostálgico. Con el pecho apretado.

Realmente, no supo por qué.

Y el hecho de que su hermano no dijera nada, no ayudaba en absoluto.

Quizá, era la sensación que emanaba su hermano la que lo hacía sentir así, oprimido.

—¿Qué está pasando? —susurró, y su hermano le miró, sus ojos brillantes, como si cargaran una verdad y un dolor inmenso, cosa que es contraproducente porque Jimin sabe lo feliz que es su hermano con Jungkook, así que no entendía por qué le miraba con tanta pena y con tanta culpa—. ¿Taehyung?

Taehyung inspiró profundo y botó el aire luego.

—Ese lobo —comenzó, tragando poquito y completamente nervioso. Jimin no sabía por qué estaba así y no sabía qué hacer para dejar que su hermano pareciera como si cargara con demasiado dolor. Apretó su mano que aun sostenía en un indicador que lo esperaría todo el tiempo del mundo porque al parecer lo que quiere decir le duele. Taehyung negó como si estuviese luchando consigo mismo y volvió a tragar—. Ese lobo de ahí se llama Rhys. Con Yeji estuvimos buscando información de él, creemos que no es de acá, no de la región o del país. No sabemos nada de él. No mucho.

—¿Cómo sabes que así se llama? —preguntó, con la voz hecha un susurro.

Taehyung volvió a inspirar.

—Papá dijo que así se llamaba —Tuvo la mirada del menor en un instante. Taehyung se empujó a seguir—, se lo dijo a Yeji, pero no sabemos si es su nombre real. Papá le hizo una compulsión hace mucho tiempo, y después de haber muerto, la compulsión se deshizo, fue entonces que fue atrapado por los humanos. Al parecer, está en estado salvaje porque sacrificó su parte humana y sus recuerdos humanos para poder mantenerse con vida, sino, moriría de angustia y dolor. Posiblemente sea alfa, por lo que me han comentado en la manada, los lobos alfas no dejan al humano morir. Quizá por eso, sacrificó todo y se refugió en el lobo, volviéndose por completo animal.

—Eso es... —tragó saliva, sin mucho que decir—, eso es... triste, pasar por un dolor tan grande hasta el punto que tú mismo lado animal te haya protegido, borrándote los recuerdos es... demasiado...

—Lo es... —susurró, y Jimin no pudo quitar los ojos del animal, ahora lleno de pequeñas margaritas que las brujas colocaban para él, alrededor de su pelaje pardo. Sentado sobre sus patas, descansando como si todo lo que contara Taehyung fuera ajeno a su historia, fuera un invento y fuera nada—. Perdió su lazo. —Taehyung dice de pronto y Jimin lo mira.

—¿Qué?

Taehyung se detiene de decir y el agarre en sus manos se aprieta. Su mirada gira nuevamente hacia él y ambos se encuentran.

El dolor en su rostro es más visible, como si sintiera pena y culpa, demasiada culpa y Jimin está agitado porque no sabe qué está pasando y el corazón le late a mil por horas cuando Taehyung toma aire y le dice:

—Perdió su lazo y perdió a su cachorro...

Jimin siente su garganta apretada.

—¿C-cómo sabes? —dice, mirando al lobo.

—Mi papá- —se detiene, apretando los labios—. Papá se los quitó, porque tú viste como amaba un vampiro. Los vuelve loco... y él... él le quitó las cosas que más amaba el lobo... lo siento —Taehyung dice entonces, y su voz se quiebra, es más profunda y entrecortada—. Lo siento tanto, Jimin.

Jimin ahoga un suspiro, y sus ojos se llenan de lágrimas. Algo en su corazón se encoge, algo en su lobo se pone alerta, algo en él duele y se quiebra para siempre.

—Ese lobo salvaje que ves ahí es tu padre —dice entonces, y todo alrededor de él se detiene cuando una punzaba fuerte de dolor lo atraviesa por fin, desgarrándolo por dentro—. No pude hacer nada para intentarlo volver, para que intente reconocerte, Jimin. Lo siento tanto, de verdad, lo siento mucho.

Jimin dejó de escuchar en algún momento.

Su padre, su verdadero padre.

Aquel hombre que le dio esta parte de lobo que hay en él, un poco menos fuerte que un hombre lobo de verdad al ser un híbrido, pero lobo como tal.

Su padre, quien no lo recuerda, quien nunca sabrá que en realidad su hijo no murió, que su hijo está aquí, que fue feliz y que lo extrañó, que está agradecido de tener un animal con él, un animal tímido y a la defensiva al haber estado tanto tiempo escondido, pero que está, que está y existe por él.

Jimin no sabe qué decir, no tiene palabras y la opresión en su pecho es horrible, se hace cemento y su garganta duele cuando traga, cuando retiene todas las emociones ahí y le mira, le mira y el lobo lo mira de vuelta, con los ojos fijos antes de cerrarlos lentamente y volver abrirlos para mirarle, quizá curioso, quizá oliendo todo lo que él siente.

No sabe, Jimin no sabe lo que ese lobo siente cuando le mira y no sabe cómo sentirse ante toda esa información.

No sabe si las lágrimas y la opresión en su pecho es por pena, por lástima, por tristeza, o es por enojo, enojo hacia una persona a la que no puede exigirle nada, a una persona con la que no puede enojarse, gritarle en la cara por qué lo hizo porque está muerta, porque los únicos recuerdos que tiene Jimin en su infancia, y de él, son felices, junto con su hermano antes de saber que su padre, el vampiro, fue una persona horrible, fue egoísta y fue ciego por amor.

Amar era una maldición.

Yunho era la prueba de ello y Jimin tiene sentimientos encontrados por eso.

Porque su padre lo amó, lo sabe, pero le quitó su familia, le quitó su familia de sangre, le quitó a este lobo su hijo y Jimin sabe que no habría nada para recuperar ese lazo.

Deja ir la mano de Taehyung con suavidad, el vampiro lo deja mientras él se acerca lentamente donde están las brujas junto al lobo.

Yeji dice algo, susurra hacia las pequeñas brujas y ellas en menos de un segundo se esfuman, como si hubiesen sido polvo, como si hubiesen sido un fantasma alrededor de la presencia de aquel lobo, sin embargo, Jimin sabe que ellas fueron reales porque las margaritas están ahí, dándole vida al pelaje que brilla ante el sol de la tarde.

Jimin queda cerca del lobo, agachándose a mirarle a los ojos, destellos de ámbar que le ven sin ninguna expresión.

Él lo mira y luego mira a Yeji.

—¿N-no puedes hacer algo para que él recuerde?

Yeji lo ha intentado, oh, joder si no lo ha intentado, junto a Taehyung, junto a la magia poderosa del brujo.

Pero esto... esto no se trataba de magia, se trataba de voluntad. El animal de aquel lobo sacrificó demasiado como para poder recordar algo de lo que alguna vez fue su vida.

Años, veinte años sumergido en ese dolor.

Yeji desconoce el tiempo que pasó entre sus recuerdos humanos hasta volverse completamente salvaje.

—Lo siento —es lo único que dice y el corazón de Jimin se encoge.

No sabe por qué, pero siente culpa, al igual que el resto, como si fuese su culpa el hecho de que él terminara así.

La vida es injusta, la vida es tan injusta que dos lágrimas caen por sus mejillas. Su aura se vuelve melancólico y su aroma pesado, triste y penoso y hacen al lobo gemir un aullido pequeño, como si le afectara el hecho de que él esté así, no entendiendo por qué estaba así mientras le miraba.

Era un lobo tranquilo, quizá agotado por todo lo que ha tenido que pasar, exhausto, así que no se puso a la defensiva cuando Jimin se acercó más, arrodillándose frente a él, a centímetros para poder estirar una mano y posarla en su pelaje.

—¿Papá? —pregunta y la palabra es tosca en su boca, apenas un susurro que solo el lobo alcanza a oír. El animal agita las orejas, como si quisiera acostumbrarse al sonido y solo le mira. Jimin siente el corazón caer, y siente a su propio lobo agitado, y quizá su lobo no es tonto, a pesar de haber estado tanto tiempo reprimido, su lobo sabe, sabe lo que este alfa frente a él significa, sabe que este alfa es familia porque quizá, esa opresión en el pecho que sintió desde el principio vino desde su lobo al reconocer a este lobo más grande, al reconocerlo como lo que era.

Su padre biológico.

Lo siente aullar, en el fondo de su corazón, una tristeza pesada que carga en su espalda y no puede evitar inclinarse hacia adelante y abrazar al animal del cuello, quien se deja por él.

—Perdón —dice, sin saber por qué, porque sabe que no es su culpa, pero las lágrimas bajan sin detenerse y él no puede decir otra cosa—. Perdón, lamento tanto por todo lo que tuviste que pasar —susurra, adolorido, roto—, perdón por todo, en serio perdón.

Y es como si todo se infectara con su dolor. El lobo salvaje lo siente como una segunda capa de piel atravesarle, y mientras Jimin lo abrazaba, el lobo tiene la urgencia de inclinar el cuello hacia arriba y aullar en un fuerte lamento que se oye por toda la reserva.

Aúlla varias veces, y nadie le responde.

Siempre fue así. Cantando solo para él. Sin obtener respuestas. Sin obtener algo.

Aúlla, aúlla y Jimin se disuelve en llanto mientras lo escucha.

La melodía es una canción de soledad. Es una canción para buscar a otros.

Una canción para que aquellos que se han ido puedan encontrar su camino.

Una canción para su lazo, y una canción para su hijo.

Jimin lo aprieta con fuerza, y promete, promete a la luna, promete a todo lo que él cree, que este lobo, nunca más estará solo.

Perdió el camino, vagando sin ningún destino.

Sin embargo, Jimin sabe, que ahora había encontrado un lugar a donde llegar.




*




Taehyung ve a Jimin hablar, a lo lejos. Su hermano está con Yeji y el lobo, los tres sentados bajo un cerezo que crecía a las esquinas del claro.

Ha estado así alrededor de media hora. Jimin tenía los ojos rojos en las esquinas, pero ya no lloraba, ahora simplemente quitaba margaritas y lentamente las acomodaba en el pelaje del lobo mientras movía la boca, hablando algo que a Yeji hizo reír. Taehyung lo puede ver desde aquí, y a pesar de que podía agudizar su audición para escucharlos, no lo hace. Prefiere esta privacidad y prefiere simplemente esta vista.

Le da calma.

Es como su pudiese redimirse, a pesar de que no era su culpa, le dio un poquito de paz saber que, la verdad que lo hizo llorar, ahora también es la verdad que lo pudo calmar.

Tampoco ignora la presencia que está sentada a su lado, observando de la misma forma que él, dándole el espacio a Jimin suficiente para estar con aquel lobo, pero también queriendo cerciorarse de que todo estuviera bien.

Al fin y al cabo, Taehyung y Yoongi son iguales cuando se trata de Jimin.

—Nunca pregunté —dice Taehyung de pronto. No estaba mirando a Yoongi directamente, pero sí la pregunta era dirigida hacia él—. Jungkook me lo contó, lo que ocurrió, el presagio de Yeji. Si tú ibas muchos morirían, así que por qué, ¿por qué lo hiciste?

La verdad es que Taehyung no sabía qué tipo de respuesta estaba buscando.

No es como si tuviera curiosidad de saber por qué Yoongi se involucró tanto en su secuestro como lo hizo, quizá una parte de su corazón necesitaba saber la respuesta, mientras que otra parte más grande decía que como Jungkook estuvo involucrado, y al ser todos parte de una manada, no podían dejar a ese cachorro solo.

Dios, le da rabia de tan solo recordar lo tonto y loco que Jungkook fue al infiltrarse solo.

Lo iba a castigar, piensa, y espera que, sea donde sea que Jungkook esté, sienta la reprimenda a través del lazo.

—Las palabras de Yeji fueron muy ambiguas —Yoongi dijo de pronto, sorprendiéndolo porque no creyó que respondería con tanta seriedad—. Ella tampoco tenía la verdad exacta, solo vio un posible destino y sus diferentes consecuencias, solo actué en base a eso... —chasqueó la lengua y negó, mirándola—, esa bruja... tsk, tendré una seria conversación con ella.

Taehyung alzó una ceja. Un tanto divertido a sus palabras y conclusiones.

—Gracias por no dejar a Jungkook solo. —le dice entonces, porque quizá esa fue la razón principal del por qué quería hablar de este tema con él.

Hubo silencio entre ambos, no era incómodo, no era asfixiante, era simple silencio. Ambos observaron a Jimin y Yeji reír luego de que el lobo hubiese estornudado, removiendo su pelaje y quitando la mayoría de las flores que estaban en su lomo.

—Si Jungkook no hubiese ido, habríamos ido igual —confesó Yoongi de la nada, y esta vez Taehyung le miró.

No supo que responder a eso.

Yoongi no lo miró de vuelta, a pesar de que sentía sus ojos sobre él. A su vez, alzó la barbilla, y con la vista al frente dijo:

—Nos perteneces, eres mío, eres de la manada. Mucho antes de lo que pude darme cuenta. Quise creer que no, quise pensar que estaba bien separarte porque en mi sangre recorre el deseo innato de cazarte, enemigos naturales, pero no pude, eso dolía —y giró, esta vez sus ojos posados en los de él. Su lobo mostrándose a través de unos fuertes iris dorados—. Aunque se sienta como si de alguna forma Jungkook y tú estuviesen ajenos a la manada, por el vínculo que formaron, eres mío. Son míos.

Lobo de mierda sobreprotector.

Taehyung sonrió de lado y volvió la vista al frente, en Jimin.

No le protestó.







*







Mingyu cayó al suelo de rodillas, agitado y jadeando por aire que sus pulmones no ingresaban cuando recibió una patada en su plexo solar.

Gruñó, y sus ojos se tiñeron de un ligero rojo, apenas imperceptible.

Se puso de pie y miró a su contrincante, sin antes, escupir hacia el pasto.

—Sabes, yo pensé que estarías de mejor humor después de tener sex-

—Eso no tiene nada que ver.

—Sí, bueno, yo no estoy de buen humor siempre simplemente porque mi personalidad es así, ¿sabes?

Jungkook frunció el ceño.

—No quiero saber de tu vida sexual.

—Yo tampoco la tuya —Mingyu dijo, colocándose en posición de ataque, escupiendo sangre antes de volver hablar—, pero déjame decirte que apestas a sex-

Joder.

No lo iba a dejar terminar esa palabra.

En el perímetro de combate a campo abierto, Jungkook corrió hasta él con la intención de taclearlo.

Mingyu sonrió feliz, como si un lobo alfa que quisiera taclearte con toda su masa muscular fuese un regalo para su vida.

Antes de que Jungkook pueda alcanzarlo, el híbrido desaparece, haciéndolo caer de rodillas al pasto.

Gruñó desde su pecho al ver que Mingyu se había teletransportado. Cerró sus ojos, y en menos de un segundo, cortó el aire con su brazo derecho cuando sintió la presencia del vampiro emerger desde su costado, deteniendo la patada que el chico pretendía dar directo en sus costillas.

Se volteó, tomándole el tobillo y jalándolo para acercarlo a él y propinarle un golpe en su mejilla. Mingyu fue más rápido, interceptando el agarre con su mano, sin perder el equilibrio en ningún momento cuando Jungkook no dejó ir su pierna, alzándola para jalarla hacia arriba y hacerlo caer de espaldas.

Mingyu cayó, pero con sus manos se impulsó y se giró, dando varias volteretas lejos de él, la misma fuerza haciendo que soltara el agarre.

El alfa le mostró los dientes, volviendo a correr hacia él y la lucha se mezcló entre puños y patadas bloqueadas por el otro.

Una filosa garra alcanzó la mejilla del híbrido, cortándola apenas y haciéndole salir sangre. Jungkook se debatió entre alegrarse por esa pequeña ventaja, o aullar adolorido por haber lastimado a alguien de la manada.

Ignoró el lamento de su lobo cuando Mingyu lo alcanzó, encestando un golpe de lleno en su estómago, haciéndolo caer a metros de él, sobre su trasero.

Ay joder, su trasero.

Aún no se recuperaba de-

—Y a eso, yo le llamo el súper puñogyu —Mingyu dice feliz, inventándose el nombre en el momento porque quería joder—. Vampiro uno, lobo cero.

Jungkook le gruñó.

—Eso fue porque me distraje —espetó, con el ceño fruncido—, cúrate la mejilla.

Mingyu alzó una ceja.

—Oye mi proceso de regeneración no es tan rápido —le dice—, soy humano también.

—Bien —dice Jungkook, brincando para quedar de pie nuevamente—, entonces no llores.

El ojo de Mingyu palpitó como si tuviera vida propia y el híbrido soltó algo parecido a una risa, seca, no creyendo lo que Jungkook decía.

—¿Quién mierda está llorando? ¿Uh?

Punto débil de Mingyu, hacerlo sentir como un debilucho, pensó Jungkook.

Hizo nota mental de eso para molestarlo más tarde.

Ahora mismo, volvió a su posición de combate, llamando los ojos de su lobo, uno esmeralda y uno granate mientras, esta vez, era Mingyu quien corría hacia él.

Jungkook le mostró los dientes, y se preparó, sin embargo, ninguna colisión ocurrió cuando Taehyung apareció a mitad del campo.

—Tiempo muerto —dijo el vampiro, alzando su mano hacia Mingyu, sin tocarlo, pero haciendo que una fuerza de gravedad hiciera al chico volar hacia atrás—. Mingyu no puede continuar, Jungkook gana.

—Hijo de puta —Mingyu gritó desde el otro lado, abrazando su estómago cuando el golpe dolió más de lo que creyó que dolería.

Por su parte, Jungkook le mostró los dientes a Taehyung.

—¿Por qué te metes? —le dijo, ofuscado mientras lo enfrentaba a la cara—. Estaba ganando.

Ambos escucharon el pequeño murmullo de Mingyu decir algo como "en peleas ajenas no me meto" mientras se sentaba en el pasto a metros de ellos.

—Hey... —Taehyung susurra, acercándose mientras una de sus manos rodea su cintura, colocándola en su espalda baja. Sus ojos incursionan su cara y se quedan en su mirada y Jungkook se vuelve gelatina, no pudiendo mirarle mal ni enojarse por haberle interrumpido su encuentro—. Dijiste que venías a buscar materiales para la casa...

Cierto, la casa. Dios, de la nada se sonroja hasta el cuello, y no sabe por qué se sonroja y se avergüenza si aquello no es propio de su persona orgullosa, pero de todas formas se sonroja cuando Taehyung vaga con su mano más allá de su espalda baja, recordando lo que hicieron ayer, cómo quedó la casa, cómo quedó el cuerpo de Jungkook, y si el menor mira hacia el cuello del vampiro vería esa bonita marca que estaba ya curada pero que dejaba una pequeña cicatriz y-

—Mingyu se comportó idiota y nos pusimos a entrenar.

—¿¡Yo idiota!? —Mingyu resopla a lo lejos, haciendo uso de su capacidad auditiva cuando lo escuchó echarle la culpa—. ¡Tú viniste a buscar materiales para la casa que estoy seguro que ya no parece casa y apestabas a ESO! —El chico se pone de pie, como si tuviera mucho que decir y lo enfrenta—: Solo dije "parece que Jungkook comió bien anoche" y tú de la nada quisiste entrenar.

Jungkook abrió y cerró la boca, no creyendo que repetiría esas palabras que lo hicieron casi atorarse con su propia saliva.

—Eso es-

—¿Y sabes lo que comió? —dijo Taehyung a su lado, demasiado orgulloso de sí mismo cuando infló el pecho y le siguió la mierda a Mingyu—: Se comió a este vam-

—Mingyu te voy acusar con Yoongi —Jungkook dice de la nada porque no puede creer que Taehyung le siga el juego y Dios, Jungkook no es vergonzoso, es bastante orgulloso con todas las cosas que hace, pero ver como Mingyu hablaba sobre eso abiertamente y ver como Taehyung le seguía el juego no le hizo más que sentir como si fuera el único que quería que se lo tragara la tierra porque lo que hablaban era algo íntimo, de ellos, de dos.

Mingyu pierde el hilo de todo cuando escucha a Jungkook decir aquello.

—¿Qué? ¿por qué? Aun no paso el periodo de prueba —dice, serio, frunciendo el ceño—, no llevo ni un mes.

—¿Qué se supone que es el periodo de prueba? —preguntó Taehyung, volviendo a sentirse engreído de sí mismo porque él no tuvo nada de eso—. Yo no tuve que pasar por eso, literalmente, un día no era y al otro día sí estaba en la manada.

Jungkook rodó los ojos. ¿En serio Taehyung creía que había un periodo de prueba?

Taehyung miró a Jungkook cuando las emociones viajaron por el lazo.

Enarcó una ceja, no diciendo nada verbal.

Lo único que me llega por el lazo es tonto, tonto, tonto. Cachorrito. ¿Me querrás decir algo?

Jungkook sonrió de lado.

—Bobo.

—Hey, no hagan su cosa loca aquí, frente a mí.

Jungkook se volvió hacia Mingyu, quien lucía serio.

—Mingyu no existe un periodo de prueba, ¿de dónde te inventaste eso? —gruñó, sintiendo a su lobo alfa molesto al pensar que hubo alguien en la manada que estuvo diciéndole cosas innecesarias al chico—. Eres manada. No puedes no serlo, si estás, estás. Eres nuestro.

Mingyu sonrió a lo grande, con esos ojos pícaros y esa sonrisa perfecta que hacían a su cara lucir como algún modelo de revistas sobre rostros hermosos.

Jungkook supo que le estaba jugando una broma.

Maldito hijo de-

—Ya sé —Mingyu dice feliz—. Obviamente no existe periodo de prueba, lo sé. Solo quería escucharte decir cuánto me amas.

—Yo no dije eso.

—Bien, me voy, que les quede bonita la choza —espetó, ignorándolo mientras comenzaba alejarse, y con ayuda de sus dos manos formó un corazón—. Los amo, manada.

Taehyung sintió un escalofrío recorrerle el cuerpo y Jungkook a pesar de que frunció el ceño al escucharlo, sintió a su lobo feliz porque, ajá, era manada y eso era bonito.

De todas formas, no lo expresó en su cara, mirándole como si quisiera cortarle la garganta en cualquier momento.

Mingyu lo dejó con los materiales y se largó de allí, aquel lugar a campo abierto que quedaba a unos pocos metros de su casa, caminando por un sendero del bosque.

—Oye... —dice Taehyung luego de un rato. Se acerca desde atrás, rodeándole la cintura con la mano, la cual expande los dedos para abarcar su abdomen—. ¿Aun no entiendo por qué te peleaste con Mingyu? ¿No te gusta tener mi olor, cachorrito?

Jungkook cierra los ojos, cuando ahora dos brazos fuertes se cierran sobre su abdomen y tiene la urgencia de ladear la cabeza, dejándola descansar en el hombro ajeno.

—No es eso... —dice, entre suspiros y siente la boca de Taehyung lamer su cuello, besarlo suavemente, repartiendo besos por la extensa piel que se tensa debido a lo mucho que estira Jungkook para poder descubrir ese trozo de piel que nació para ser mordido por él.

—¿Entonces? —Taehyung empuja, besando ahora detrás de su oreja, en la nuca y viajando hacia el otro extremo de cuello desatendido, olisqueando la piel superficialmente que huele igual a él, por lo que la pregunta está demás porque sus aromas se han compartido desde quizá sabe cuándo. Solo quería aprovechar el privilegio de saborear el cielo en la piel blanca y suave del menor, escuchándolo retorcerse bajo su toque, cuando una de sus manos rodea su cintura, mientras que la otra va hacia arriba, hasta su pecho y se posa cerca de su garganta, cerrándola ligeramente, con el pulgar acariciando en círculos ese lado de cuello que él maltrató segundos atrás, optando por ir hacia el otro.

Lo empuja hacia él, y siente el trasero de Jungkook apoyarse a su entrepierna y oh, cómo reacciona.

Taehyung siente los músculos apretados bajo su ombligo y los respiros entrecortados de Jungkook viajan directamente a su erección.

El chico apoya la espalda a su pecho y no hay ninguna parte de ellos que esté separada del otro.

—Mingyu... —dijo Jungkook, con la boca seca, teniendo que tragar para encontrar las palabras mientras se hace nada ante todas las sensaciones que percibe al ser tocado por él en ciertas partes sensibles, al ver cómo su boca hace esa cosa con sus dientes mientras le da pequeños mordiscones por su cuello. Se relame los labios con urgencia e inspira profundo—. Sabe que los lobos son más temperamentales, y h-hace... dice cosas para hacerme enojar.

—Mmh... ¿es así? —pregunta, no escuchándolo realmente.

Jungkook no lo soporta y suelta algo parecido a un sollozo que lo avergüenza.

—Tu boca —le dice, en un susurro—, déjame besarte.

En tres tiempos, Taehyung le da lo que quiere, le da lo que pide porque lo que salga de la boca de Jungkook es orden y él es solo un servicial dispuesto a cumplirle cualquiera de sus deseos.

Lo suelta, solo para voltearlo porque sus brazos siguen en él, sus manos reposan en su cintura y su boca se inclina, abierta para besarle profundo, amoldándose a ella a la perfección cuando el sonido de chasquidos se opaca bajo el ruido de la brisa, los árboles, los animes que andan cerca y las pequeñas aves que revolotean sobre las copas de los pinos.

Taehyung sabe cómo besar, Jungkook está encantado y Taehyung goza del dulce sabor que le entrega la lengua del menor cuando este las entrelaza, no parando de besarle nunca mientras respira por la nariz, mordiéndole los labios porque le gusta morder, casi como si su lobo implorara morderlo para marcarlo, a pesar de que es una mordida chiquita que no daña.

—Me encantas... —Taehyung dice, con los labios hinchados sobre el otro, reposando la frente en la de él para descansar ahí, en sus brazos, en su aroma dulce, en su aliento, en su piel.

Jungkook toma sus mejillas y lo besa de nuevo, respondiéndole a través del lazo que le encanta también, que lo adora y que es suyo, suyo, suyo.

—¿Cómo está Jimin? —pregunta, una vez que se separa.

Sabía lo que Taehyung estuvo haciendo, lo hablaron antes de dormir, y lo hablaron cuando se alistaron en la mañana. Jungkook listo para cumplir sus demandas como capitán y Taehyung por otro lado no perdiendo más el tiempo cuando había un secreto no hablado que Jimin necesitaba escuchar.

Taehyung le mira, sus ojos tristes, pero con cierta pizca de alivio brillando en ellos.

—Está... bien, lo está asimilando —menciona, inspirando profundo para exhalar luego. Jungkook toma los materiales que había olvidado cuando se puso a entrenar con Mingyu, y Taehyung entrelaza sus manos, caminando con él por el sendero. Podría transportarlos, pero es más bonito caminar con él así, de la mano mientras hablan—. Se lo tomó mejor de lo que esperaba, al menos no me odia.

Jungkook resopló y apretó el agarre en sus manos.

—Basta de decir eso, no tiene por qué odiarte porque no le has hecho nada malo.

—Mi padre le quitó todo —confesó, sintiéndose culpable. Sabe que no es su culpa, pero a veces la carga de los mayores pesa sobre los hijos y no puede hacer otra cosa que sentir como si fuese su problema arreglarlo.

—Tu padre —dice, convencido—, no tú. Tú le diste una familia, y te quedaste fiel a él —menciona, Taehyung le mira casi como si sus palabras fueran un mandamiento y es que así se sentía cuando Jungkook le hablaba así de seguro, así de valiente—. A pesar de llegar a una manada de lobos donde todos te odiaban y te aborrecían, te quedaste por él. Porque era tu hermano. Estoy seguro que Jimin nunca olvidará eso.

Taehyung levantó una comisura de su boca y agachó la cabeza mientras un sonido parecido a una risa salía de sus labios cerrados.

—Siempre sabes qué decir ¿hm?

Mirándole de reojo, vio a Jungkook con las orejitas ligeramente teñidas en la punta.

Su lobo le decía, la emoción que se compartía a través del lazo.

—Es la verdad. Has hecho mucho por todos —dijo, deteniéndose para tomar la atención completa del vampiro—, aunque no te des cuenta, Taehyung, haces mucho por el resto. N-no era tu obligación reconocer a ese lobo. No lo digo como si no importara, me refiero a que haces cosas sin pedir algo a cambio porque la gente de tu alrededor te importa, y ellos ven eso. No podrían odiarte.

Taehyung ahora sí, sonrió a lo grande y tenía corazones en los ojos cuando miró a Jungkook, con los iris brillando, la cara iluminada ante la vista del chico, la vista de su compañero, del amor de su vida.

—Gracias —Le dijo, acariciando con su pulgar el dorso de la mano que se unía a la suya—. Eres excepcional, Jungkook.

A Jungkook se le cortó la respiración al ver cómo el otro le miraba, al ver cómo el vínculo se sentía, ese lazo que ha estado sensible desde ayer porque Jungkook le mordió y fue como haber triplicado el efecto entre ellos.

Le daría todo. Piensa.

Es tan suyo que le daría todo para hacerlo feliz, incluso si son palabras, incluso si es su cuerpo, incluso si son sus sentimientos, no importa cómo.

Jungkook está tan imprimado que le daría cualquier cosa para hacerlo feliz porque así es feliz él.

Y es doméstico entre ellos cuando llegan a la zona de las viviendas dentro del corazón del bosque, cuando ambos saludan a ciertos soldados y capitanes que se encuentran, felices de tenerlos ahí con ellos, en un lugar que puedan ver.

Y no cabe más que risas y burlas cuando llegan a esa casa que parece sacada de película de terror porque Dios, Taehyung y sus no tan estables emociones hicieron estragos en ella.

Taehyung hace una mueca.

—Bueno, hogar no tan dulce hogar, supongo.

Jungkook lo mira y se ríe más fuerte, dejando la bolsita con materiales en el suelo. Sus ojos volviéndose medias lunas, ese hoyuelo sobresaliendo en su mejilla y arrugando la nariz cuando es toda sonrisas mientras sus manos van hacia Taehyung, rodeándole el cuello con los brazos.

Taehyung se ríe como él, y ambos se olvidan del resto cuando Jungkook lo besa y se abraza a él, acurrucándose en él.

—Hogar no tan dulce hogar.

El pecho de Taehyung se siente liviano, y es como si pudiese respirar aire puro cuando el menor le abraza así y le habla así.

Entierra la cabeza en su pecho e inspira su aroma.

Sí, es hogar. 




ay siento que escribí este cap como si fuera el cap final, pero nooo lo es alksdj en fin, gracias por leer :c ♥

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