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23















Jungkook era de piel.

A un nivel extremo.

Y le encantaba, Dios, cómo le gustaba eso.

Taehyung siempre ha sido consciente del cariño físico de los lobos, seres acostumbrados a existir en manadas, afectuosos por naturaleza porque el contacto con los suyos es lo que los mantiene vivos.

Lo ha sabido desde hace meses.

Sin embargo, Jungkook... Jungkook era otra cosa.

El chico ha sido demasiado de piel con él, más de lo normal, y Taehyung no puede evitar preguntarse si la causa detrás corresponde al lazo, o quizá porque su relación ya pasó a otro tipo de nivel, dejando atrás esa incertidumbre y ese futuro incierto que alguna vez sintió con él, cuando tuvo la revelación de sus sentimientos como un golpe estampándose en su cara, el cual le causó tanto terror que no hizo otra cosa que entrar en negación aun cuando sabía desde hace mucho antes que dar marcha atrás a lo que sentía estaba fuera de elección para él.

Ahora no había futuros inciertos, no había negaciones porque Jungkook es la persona con la que se siente seguro, su lugar seguro, y se siente como si fuese el favorito de Dios o cualquier ser divino porque la vida fue capaz de sonreírle así y regalarle un para siempre con el chico que tiene a su lado.

Y Jungkook era tan extremadamente de piel con él que Taehyung siente como si ese tipo de cariño fuese algo que en realidad necesitó toda su vida.

El menor había sido así antes, pero no a esta magnitud y se sintió casi honrado por poder disfrutar esa nueva faceta de él mientras los días pasaban y ellos no se dedicaban a ninguna otra cosa más que dormir, dormir y dormir.

Después de haber soportado el primer día sin mover casi ningún músculo, ellos se habían aseado y cambiado a ropas nuevas, todas auspiciadas por el armario de Jungkook, por cierto, sólo con la intención de volver a caer rendidos en la cama como si estuviesen sufriendo un largo letargo de recuperación.

Taehyung lo atribuía al hecho de haber formado el vínculo, y de las grandes cantidades de dosis que recibieron cuando fueron atacados ahí abajo. Ambos se sentían igual de cansados, como si la energía estuviese exprimiéndose fuera de su cuerpo y necesitaran bastante tiempo para lograr normalizarla.

Lo hacían a través de largas horas de siestas.

Jungkook siempre era el que caía primero, parpadeando con pesadez y buscando un lugar cerca del vampiro ahí en su cama. Sus respiraciones se volvían irregulares y al cabo de unos cuantos minutos, sintiendo las caricias que Taehyung le dejaba, entraba en un estado profundo de sueño.

Taehyung duraba más tiempo, terminando por presenciar la forma en como Jungkook le buscaba con los brazos, le buscaba con la nariz cuando intentaba olfatear su aroma igual al suyo, cuando se trepaba dormido sobre él para encogerse en su pecho, donde parecía querer volverse chiquito mientras las manos de Taehyung recorrían su cuerpo, su boca besando suavemente su cabello.

Algunas veces, Jungkook dormido pasaba los brazos alrededor de su cintura y le apretaba con una fuerza que le hacía soltar un quejido porque, joder, cachorrito y sus músculos eran una broma para el mundo.

Palabras de Taehyung.

De todas formas, nunca lo apartaba. El vampiro se dejaba y estaba seguro que se dejaría incluso si el menor le pegaba una patada o le hundía el codo en el estómago mientras se revolvía en sus brazos.

Eso le hizo sonreír.

No supo por qué.

Estar enamorado le hacía sonreír mucho.

Como tonto.

Aunque el hecho no se debía ciertamente a sus intensos sentimientos. Taehyung sabía que la causa de su extrema felicidad era al hecho de saber que era correspondido. Era reciproco.

Lo sabía porque el vínculo vibrara fuerte y era una sensación regocijante que recibía a través de este, como si la energía que fluía entre ellos estuviese llena de un apego seguro, estable y lleno de un amor completamente fiel. Iban de Jungkook hacia a Taehyung y viceversa.

En una de esas noches, donde se miraban sin decir nada hasta que el cansancio les ganaba, Taehyung se quedó contemplando a Jungkook.

Enternecido, acarició su cabello con un ritmo paulatino, suavemente mientras trazaba líneas delicadas con sus largos dedos, como si hubiese nacido para ello, para estar ahí, así, con él. Siempre con él.

Taehyung cerró los ojos, y se durmió con una sonrisa en su rostro. La mano posada en los mechones largos que crecían al final de la nuca de Jungkook.

Era irrealista, porque era demasiado perfecto para ser cierto.

Casi al amanecer, Taehyung sintió a Jungkook volver a buscarlo en sus sueños, escabulléndose para abrazarse como un pulpo alrededor de él.

A Taehyung le gustaba, pero no estaba acostumbrado, por lo mismo, siempre despertaba cuando Jungkook se arrimaba contra él, no entendiendo lo que estaba pasando hasta que despertaba por completo.

Esta vez, no fue diferente.

Sin embargo, cuando despertó, la escena lo llenó de sorpresa.

Jungkook estaba abrazado a él, como siempre, pero no era solo eso, el chico literalmente estaba con la cabeza debajo de su sudadera, escondido bajo su ropa y con la mejilla pegada a su pecho, cerca de su corazón, como si los latidos de estos fuesen la armonía que necesitaba para dormir.

¿Cómo rayos había llegado ahí de forma tan inconsciente?

Mientras acariciaba su espalda, los pensamientos de Taehyung iban y venían.

Jungkook realmente era un cachorrito en toda la norma, al contrario de Taehyung, quien simplemente caía como un muerto, sin mover ningún músculo a menos que alguien lo moviera.

Pero más allá de eso, pensó Taehyung mientras cerraba los ojos intentando dormir, ¿cómo era posible para Jungkook respirar ahí?

¿Acaso no se privaba de oxígeno debajo de su sudadera? ¿No le daba calor? ¿no era molesto?

Una mueca se forma en su cara y siente a Jungkook acurrucarse más sobre su piel. Taehyung se pregunta si debería quitarse la sudadera porque realmente cree que el chico no respira.

Pero desiste de su idea cuando las vibras que emanaba Jungkook a través del lazo eran solo de calma.

De todas formas, sigue sin entenderlo, porque él no puede hacer eso, sentiría que se ahogaría si lo intenta.

Resopló.

Taehyung toma aire profundo, inspirando luego, recordando que hace dos días atrás despertó agitado, jadeando rápido por aire cuando abrió sus ojos con fuerza, producto de una pesadilla que consistía en masacres y mucha sangre.

Había gritado, Jungkook le contó, cuando lo abrazó y le besó varias partes de su rostro, calmándolo para hacer desaparecer su desesperación.

Taehyung nunca había tenido pesadillas, porque no dormía, y la vivencia de ella fue aterradora como ninguna otra.

Desea no volver a tenerlas nunca, y se pregunta si habrá algún tipo de magia para deshacerse de ellas.

Bueno, no importa ahora, tendría el tiempo para descubrirlo más tarde, se consuela, acomodándose para dormir abrazo del chico que lo sostiene como si fuese su mundo.

Vuelve a respirar, luego bota el aire, consciente de que estaba sincronizado con el de Jungkook.

De pronto, abre sus ojos de golpe, y todo el cuerpo se le tensa.

—Que mierda —susurra, percatándose de lo que había estado haciendo.

¿Por qué no cayó en cuenta antes?

Estúpido, estúpido.

—¡Jungkook! —grita, quitando al chico debajo de su camiseta para despertarlo a zarandeos no muy delicados, y que, por supuesto, el menor recibe de una forma no tan agradable.

Pero Taehyung está desesperado bajo su nuevo descubrimiento y eso es razón suficiente.

Al cabo de unos segundos, el menor abre los ojos de golpe, y el estado de alerta brota de ellos hasta explotar sobre la superficie.

—¡Qué! ¡Qué! —pregunta Jungkook, mostrando los dientes como primera reacción, mientras sus ojos adormilados vagan a cualquier lugar, enojado cuando sintió algo pesado apretarle el pecho, reconociendo la desesperación de Taehyung y su ansiedad ser el motivo de esta.

Sus ojos se posaron en Taehyung, y este le miró horrorizado.

—Me estaba quedando dormido —le confiesa, casi en pánico, y Jungkook le observó como si él estuviese jodiéndole una broma porque literalmente habían perdido el conteo de los días que llevaban durmiendo como muertos.

Era normal que Jungkook no entendiera, Taehyung ha dormido antes para descansar, pero el problema es que ahora era diferente porque él-

—¿Qué estás tratando de decir? —susurra Jungkook, con la voz ronca y ambos se sientan en la cama, el menor lleva una mano a su mejilla y le da una caricia cuando no entiende lo que estaba mal. Negó, confundido—. Hemos estado durmiendo todos estos días, Taehyung, ¿de qué hablas?

Taehyung se frustró.

—¡Estoy respirando! —espetó, con fuerza—, literalmente si cierro la boca y me tapo la nariz —comenzó a decir, haciendo lo que decía, tapándose la boca y la nariz con una mano, mientras que la otra hacía gestos exagerados apuntándose la zona. Era tonto, lucía como un tonto, pero estaba desesperado. Se dejó de cubrir de inmediato cuando comenzó a jadear por aire. Por último, abrió los ojos con demasiada sorpresa y se apuntó la cara—. ¿¡ME AHOGO VISTE!? ¡ME AHOGO!

Por un momento Jungkook le miró como si estuviese loco, pero el lazo, joder, el vínculo era una línea completamente desesperada que le quemaba por dentro, le ardía en sus pulmones y era fuego, demasiado fuego y dolía.

Jungkook reprimió un gruñido.

—Taehyung, no entiendo qué pasa, explícamelo para que pueda entender, pero cálmate —le susurró con un tono grueso, y luego besó sus labios castamente, posando la frente en la de él, sintiendo cómo el mayor tomaba su aire tibio, exhalándolo y volviendo a inspirar, sincronizándose con él. Jungkook envolvió las manos en su cuello y acaricio la línea del cabello de su nuca—. Lo vamos a solucionar, ¿hm?

—No podemos solucionarlo —negó Taehyung—, porque estoy respirando, Jungkook, y yo no respiro, estoy durmiendo, estoy teniendo pesadillas, estoy sintiendo mis latidos y yo no hacía nada de eso —y se alejó un poco, buscando su mirada, la cual brilló como la de él. Su rostro se filtró de miedo cuando negó, diciendo—: y todo eso está en sincronización contigo.

Jungkook guardó silencio, intentando entender sus palabras, y le dio una mirada preocupada.

—¿Te estás volviendo humano?

—¿Qué? —Taehyung casi se ahoga con su propia saliva y- ¿¡qué mierda, es posible morir por culpa de la saliva!? Pánico atravesó su espalda, helándolo por completo—. Eso es imposible, apenas estoy superando esto de ser brujo —susurró, medio en shock—. ¿¡Cómo me voy a volver humano también!?

Ante su actitud, llena de emociones desbordantes, Jungkook volvió a gruñir a la nada, como si alguien estuviese en esa habitación a punto de dañarlos, la misma emoción de Taehyung golpeándolo con fuerza, haciéndolo actuar como si realmente el chico estuviese en peligro.

Su lobo graznó con rabia, y una ira brotó de él, pasando su vista por el dormitorio, observando nada, porque, bueno, no había nada, pero Taehyung estaba viviendo demasiadas emociones de golpe y eso lo estaba alterando.

Protégelo.

Está asustado.

Protégelo, protégelo, por favor, protégelo.

Es tuyo, protégelo.

—Taehyung —Jungkook rugió, dejando salir sus dientes y sus garras, cerró sus ojos con fuerza, resistiéndose y Taehyung sintió sus músculos del estómago tensarse ante la forma en cómo su nombre fue llamado—. Tienes que calmarte, siento como si estuvieras en peligro —le dijo, agitando la cabeza en un intento de dispersar sus pensamientos—, estoy sintiendo tus emociones y está obligando a mi lobo actuar. Tranquilízate, sea lo que sea, podemos preguntarle a Yeji. Ella puede conocer algo.

Taehyung volvió alterarse, pero la razón era diferente.

Los sentimientos de Jungkook, su preocupación hacia él era... intensa.

Sin pensarlo dos veces, presionó la frente en la de él, y tomó su rostro entre sus manos, suavemente.

—Estoy bien, lo siento, estoy bien —le susurró en sus labios, y lentamente las garras y los colmillos se retrajeron. Sentimientos de tranquilidad viajaron a través del vínculo—, estoy bien, no pasa nada, ¿hm?

Jungkook subió sus manos, y rodeó sus muñecas.

Sus dedos apretando la piel caliente.

Caliente.

Dios.

Algo estaba pasando con el cuerpo de Taehyung, era seguro.

—Estaremos bien —le susurra, acercándose a darle un corto beso en sus labios, el tacto emitiendo una sensación regocijadora por todo su cuerpo—, sea lo que sea, estaremos bien. Estamos juntos.

Jungkook le observó con decisión, y sus ojos brillaron con fuerza cuando le mostró a su lobo, sus ojos esmeraldas mirándole a través de estos y-

Taehyung se echó hacia atrás, mirándole estupefacto.

—Jungkook... —le llamó, pero salió como una pregunta, con mucha duda y su mirada lucía preocupada cuando no dejó sus ojos, como si estuviese viendo algo mal en él.

—¿Qué? —preguntó, y soltó su muñeca para refregarse el ojo con el cual le costaba ver. Sucedía a veces, pero que Taehyung le mirara así, le preocupaba más que ver borroso—. ¿Qué tengo? ¿qué ves? —Quiso enseñarle los dientes cuando el mayor no respondió—. ¿Por qué me miras así?

—Tus ojos... —susurró, no muy seguro.

—¿Qué tienen? ¿qué es? —Jungkook esta vez sí le mostró los dientes—. Taehyung si no me dices-

—Creo que te chupe el alma.

—¿Qué? —una risa nerviosa escapó de sus labios por la forma en que lo dijo.

Sonaba como una broma, pero Taehyung realmente le miraba preocupado.

—Tu lobo —aclaró, no dejando ir su vista y parecía tomarse su tiempo porque no encontraba las palabras correctas para decirlo, sin embargo, lo que dijo, lo descolocó—. Solo uno de tus ojos muestra los ojos de tu lobo... el otro es... es entre marrón normal y... —se relamió los labios, nervioso—. Y rojo... como los míos.

Su boca fue una línea tensa.

Jungkook le miró preocupado cuando cayó en cuenta de lo que decía.

—Muéstrame los tuyos —pidió, y Taehyung comenzó a cambiar el aspecto de sus iris a unos completamente demoniacos.

Solo uno cambió.

El otro conservaba la forma normal, de color marrón, salvo que, en el centro del iris, brillaban ligeras escarchas verdes, como los ojos de su lobo.

Palideció.

—¿Qué ves? —preguntó Taehyung, inquieto cuando el menor no tuvo reacción.

—Lo mismo que tú... —respondió, no muy convencido. Pero lo vio y lo que estaba pasando no era una alucinación. Tragó saliva, y Taehyung lo imitó de forma inconsciente—. Uno de tus ojos cambió, pero el otro... el otro era normal, solo que tenían ligeras motas verdes, como los ojos de mi lobo...

Taehyung bajó la vista hacia sus manos, y un sentimiento pesado comenzó a inundarle el pecho.

Parecía angustiado.

—No quiero hacerte más daño —le dijo, negando con la cabeza, frustrado de sí mismo cuando sus facciones se arrugaron—, no sé lo que te hice, pero no quiero que te dañe, Jungkook, no lo quiero así —subió su vista, mostrando tanta aflicción que Jungkook sintió un ardor tras su garganta—, me duele ¿sabes? Lastimarte siempre me ha dolido.

Taehyung era irreal, de otro mundo, y Jungkook se derritió bajo sus palabras, se volvió miel y ah, joder, le encantaba.

Se acercó hasta acortar toda la distancia y extendió las manos para abrazarlo. Taehyung lo rodeó de inmediato, recibiéndolo y ambos cayeron en la cama, con Taehyung de espalda y él encima.

—No estás haciéndome daño, bobo —le calmó, intentando bajarle el perfil a la situación, sus labios bajaron para besarle suave y lento y Taehyung cerró sus ojos y abrió su propia boca para recibirlo, hundiéndose en el tacto, en la lengua que se deslizaba por la suya y la acariciaba, sabiéndole a gloria—. No me estás haciendo daño, sé que no lo harás, así que deja de preocuparte por cosas que aún no pasan —Negó, y Taehyung le dio esa mirada enternecida que lo hizo sonrojar—. No sabemos muy bien lo que hicimos, pero funcionó, tenemos que ver qué pasa contigo, y estoy seguro que podríamos hablarlo con Yeji.

Taehyung se dejó hacer por él, no replicándole nada porque la energía a través del vínculo que los unía se transformó en un mar de calma, mientras se dejaba abrazar por él, besar por él, mimar por él, acariciar por él. Solamente por él, y eso lo tranquilizó al cabo de minutos, su cuerpo se relajó y durmieron un par de horas más, hasta que ambos se sintieron mucho más recuperados que el primer día del vínculo, cuando apenas podían soportar mover un dedo.

Taehyung se alistó primero.

—Iré a visitar a Yeji. —Dijo, vistiendo ropa deportiva que le había robado a Jungkook.

El menor asintió, vestido igual que él y pareció sonrojarse cuando notó que iban a juego.

Taehyung le sonrió coqueto cuando supo el motivo y Jungkook pareció haber perdido el aliento.

De todas maneras, se recompuso de inmediato.

—Yo iré a ver a Yoongi —mencionó, y se movió hacia la ventana de su habitación.

La brisa se filtraba a través de esta, y si Jungkook quiso comentar sobre el por qué no estaba el vidrio, no lo hizo, y no porque sabía el motivo, sino porque realmente no pudo decir nada cuando estuvo a punto de saltar por esta, siendo interrumpido cuando una especie de resistencia lo empuja, lanzándolo hacia atrás.

—¡Jungkook! —Taehyung actuó de inmediato, moviéndose hasta él para amortiguar el impacto con su cuerpo, abrazando su cintura por detrás con el motivo de estabilizarlo, ambos cayendo sentados al suelo.

Taehyung lo apretó contra él, y acarició con su nariz la zona de su oreja.

—¿Estás bien?

Jungkook asintió, y ambos se ayudaron para colocarse de pie, observando la ventana.

—Creo que pusiste una barrera —Jungkook dijo, no muy seguro, pero no sabiendo a quién más atribuirle el hecho de que no puede salir de su casa porque un maldito velo de magia se lo impide.

Era imposible que haya sido Yeji, porque no se le permitía entrar hasta esta parte de la manada.

Taehyung debió ser el único causante de la magia.

El vampiro se movió hacia la ventana e intentó quitarla.

No pudo.

Gruñó de frustración.

—¡Qué rayos! Casi me ahogo con mi propia saliva y ahora esto —se quejó, frunciendo las cejas mientras miraba la barrera casi asqueado de sí mismo cuando cayó en cuenta de lo que hizo—: Soy mi enemigo número uno.

Jungkook no hizo comentarios sobre eso, pero por el vínculo pudo notar que el chico estaba divirtiéndose.

Eso le causó cosquillas en el estómago.

—Tampoco es tu culpa —mencionó Jungkook, volviéndose a rebuscar algo en su cajón de la mesita de noche—, nadie nunca te enseñó, y ahora que te has liberado de la maldición, supongo que es difícil poder controlar tanta energía —Taehyung se giró hacia él y le miró. A pesar de que el menor lucía concentrado en lo que buscaba, no mirándole de vuelta, pudo notar perfectamente el sonrojo de sus orejas cuando le dijo aquello. Era tierno. Minutos después, Jungkook sonrió cuando por fin dio con lo que buscaba—. ¡Aquí está!

Era un teléfono satelital, sin embargo, cuando estuvo a punto de encenderlo, las pisadas de Taehyung se acercaron, y una mano tomó su codo, haciéndolo girar.

Soltó un suave jadeo ante el repentino gesto y antes de que pudiese decir o hacer algo más, la boca del vampiro se estampó contra la suya, en un beso que le robó el aliento, cuando Taehyung movió su boca así, hundiéndola en la de él y besándole con ahínco, con sus manos moviéndose por todos lados hasta dejarlas incrustadas en su cintura, donde aprieta la carne para acercarlo a él, haciéndole emitir un pequeño ruido de satisfacción.

Siente al menor rodearle con los brazos, mientras ladea la cabeza, permitiéndole un mayor acceso y sincronizándose con su beso, besándole de lleno y de nuevo, es esa sensación electrizante que le llena de calidez el pecho lo que le hace olvidar todo. Es esa sensación tan efímera que lo hace sentir vivo.

Es Jungkook.

Solo Jungkook.

Le muerde el labio inferior cuando finalmente lo deja ir.

—Gracias, cachorrito —es lo único que le dice cuando lo vuelve a besar.

Jungkook no sabe muy bien por qué.

Taehyung quiere decirle que por todo.





*





Yoongi se coloca unos lentes de lectura mientras sus dedos se deslizan por una pantalla, donde se muestra su agenda.

—Necesito realizar una reunión con las brujas para ver qué hacer con esos bastardos —dijo, y su lobo se retuerce por querer gruñir y ponerse aullar. Intenta empujarlo hacia atrás—. El consejo de sobrenaturales nos dio su aprobación y el gobierno no tiene ningún derecho sobre la gente que nos atacó. Todo el mundo sobrenatural se les irá encima si se atreven a interrumpir —Miró a la persona a su lado—. ¿Puedes reunir a Yeji? ¿tú y Hoseok? Ustedes son los que más conexión tienen con ellas.

Mingyu estudió sus uñas y pareció pensárselo.

—¿Hay pastelitos de por medio?

—Sí, maldición.

—Entonces puedo —respondió, mirándole por fin—, aunque yo los torturaría, podrías dármelos, soy bueno en eso. Choi Siwon se merece comer mierda.

Yoongi estaba de acuerdo.

Sin embargo, negó suavemente con la cabeza.

—Solo quiero darles la última palabra a ellas —dijo, sintiéndose nostálgico—, han perdido demasiado por culpa de este desastre. No se siente correcto actuar por mi cuenta, no es nuestra ley.

Mingyu no estaba realmente de acuerdo, si fuera él, tomaría su pistola, dispararía lugares sensibles y se sentaría a disfrutar cómo van muriéndose hasta desangrar.

Habían encontrado a unos cuantos involucrados, siendo encerrados en el calabozo de la reserva. Custodiados por lobos salvajes que no durarían en acabar con ellos a mordiscos ante cualquier intento de escape.

De todas formas, no dice nada ante la postura de Yoongi porque la respeta, que la decisión se tome entre todos los involucrados en la guerra tiene sentido para él.

Así que simplemente asiente, porque también le prometieron pastelitos de los cuales se volvió adicto cuando tuvo la oportunidad de probarlos ese día que Hoseok decidió que era mejor hacer las cosas sin él.

Mingyu no lo olvidaría.

Ambos estaban en esta reunión improvisada, cuando Yoongi lo mandó a llamar porque creía que nadie podía dar el comunicado a las brujas mejor que él.

Hoseok estaba ocupado, con muchas cosas de por medio al ser desterrado del gremio de cazadores de vampiros de Seúl, teniendo que mover contactos, y ampliar la cabaña que tenían en la frontera a una casa más grande porque todo su arsenal de armas fue retirado y trasladado ahí, siendo ahora un punto donde otros cazadores llegaban para comprar e intercambiar mercancía.

Todo esto, siendo una zona libre de conflictos.

Podría haber considerado a Taehyung, pero desde que ambos chicos no se han pronunciado, el vampiro estaba fuera de liga por el momento y el único que quedaba disponible era Mingyu.

Aunque todos sus comentarios lo ponían nervioso.

—A veces eres más correcto y pacífico de lo que creo, alfa Min —le dijo, ladeando una sonrisa. Posó los codos en la mesa y se sujetó el rostro con las manos—, parece que malévolo cucarachón se nos puso sentimental con todo lo que pasó.

Yoongi le dio una mirada dura.

—Deja de hacer esas referencias de películas —gruñó, y luego suspiró pesado—. ¿Lo harás o no?

—Claro, si hay pastelitos de Jimin de por medio, soy tu hombre.

—Solo te comiste uno.

Mingyu le guiñó un ojo.

—Y por eso quiero más.

Yoongi le mostró los dientes. —No te acostumbres.

—Es tu culpa, ya me marcaste ese día —y levantó las manos, eximiéndose de cualquier cargo cuando vio al alfa listo para protestar—, ya soy parte de la familia, pusiste tu olor en mí y desolor no hay, ya me adoptaste, háganse cargo.

—Mingyu te juro que si sigues diciendo que-

El timbre de un celular lo interrumpió.

No cualquier celular.

Sino que uno satelital.

Yoongi tomó el pequeño aparato tecnológico y observó la pantalla.

Sus ojos brillaron con fuerza y Mingyu alzó una ceja, curioso ante su actitud casi lunática mientras sonreía, aunque todo su aroma le indicaban que el alfa estaba irritado.

Yoongi pulsó la llamada y acercó el teléfono a su oreja.

—Já, mira quién me está llamando —dijo más para sí mismo, y su sonrisa siniestra se ensanchó—, el maldito precoz número dos. Estás vivo, hijo de puta.

Hubo un silencio tras la línea.

Jungkook se tomó su tiempo y Yoongi podría imaginarlo avergonzado.

—Están... —Jungkook tragó, como si no encontrara su voz—. ¿Están todos bien?

Yoongi alzó una ceja, medio indignado y Mingyu lo encontró divertido.

—¿Después de una semana y media preguntas?

—¿Qué? ¿Ha pasado tanto tiempo?

—Sí, te hubiésemos ido a despertar y dar los buenos días, pero tu noviecito decidió colocar toda una barrera en la casa para que nadie se acerque —ironizó, y se notaba cabreado—, qué lindo, ¿no?

Lo primero que se escuchó en respuesta, fue un jadeo.

—No es mi novio.

—Ah, ¿no? —Yoongi sonrió y ladeó un poco la cabeza, realmente se veía espeluznante, pero Mingyu siguió encontrándolo divertido—. Interesante...

Jungkook volvió a guardar silencio, como si estuviese descolocado de sus propias palabras.

—¿Está Jin-hyung bien? ¿Jimin? ¿los lobos? ¿los cazadores?

—Todos están bien —respondió, con calma y su mirada se apaciguó al escucharlo tan acongojado—. A excepción de Jin, quien se tuvo que mudar de último minuto a la casa de su compañero porque, bueno, no puede pisar su maldita casa. De seguro huele a precoci-

Jungkook gruñó, y Yoongi se lo imaginó haciendo una pataleta.

—Basta de hablar así, te pareces a Mingyu, no me gusta.

Yoongi gruñó.

—No me hables de ese idiota.

—Admítelo, me amas en secreto. —dijo Mingyu, escuchando lo que Jungkook decía porque toda la sala estaba en silencio y su oído era demasiado sensible como para ignorarlo.

—¿Está ahí contigo? —preguntó Jungkook, y Yoongi le dio una mirada al híbrido como si recién se hubiese acordado que seguía ahí con él.

—Desafortunadamente, sí.

—Tengo algo que decirles —comenzó Jungkook, tomándose su tiempo—, no podemos quitar la barrera, Taehyung no sabe cómo quitarla, creo que la creó inconscientemente cuando estuvimos débil.

—Debió actuar de la misma forma cuando se teletransporta al sentirse indefenso, como un mecanismo de defensa... espera, ¿recién ahora se dan cuenta que hay una barrera?

—Si lo sabíamos, hyung...

No sonaba del todo creíble, pero Yoongi no dijo nada.

—Mingyu tiene que hablar con las brujas, le diré que traiga a Yeji, ella puede hacer algo con la magia.

—Gracias, hyung —Jungkook suspiró, y Yoongi reconoció el alivio—. Tenemos que hablar con ella de... varios temas.

—¿Qué quieres decir?

Yoongi enserió la mirada, y sea lo que sea que estuviese transmitiendo en sus feromonas, Mingyu lo sintió bajo su piel, porque se puso en alerta, al igual que él.

Jungkook tragó saliva al otro lado de la línea, y su inspiración fue audible cuando tomó aire.

—Es Taehyung.

Yoongi se tensó. —¿Qué ocurrió con Taehyung?

—Estamos vinculados —le dijo, sonando poco convincente—, pero él... es como si se estuviese volviendo humano, y yo...

—¿Tú qué?

Jungkook chasqueó la lengua.

—Lo sabrás cuando me veas.

—Jungkook. —le llamó, en un tono de advertencia.

—Estoy bien, créeme, pero es difícil de explicar, solo... lo sabrás cuando me veas, ¿bien?

Hubo silencio durante un largo tiempo.

Al final, Yoongi terminó por rendirse.

—Está bien —dijo, y la línea quedó silenciosa nuevamente—. Jungkook... me alegra saber que estás bien. Ambos. Sea lo que sea que hayan hecho, me alegra saber que funcionara, y ya sé —confesó, cerrando los ojos y su lobo parecía querer aullar—, ya sé por qué es Taehyung.

—Hyung yo-

—No pasa nada —le dijo, tragando saliva y apretando su mandíbula, cuando un leve sentimiento de traición invadió su cuerpo—, lo entiendo, está todo bien, es... algo envidiable, sabes que todos los lobos soñamos con eso, así que no te preocupes.

No podía evitar el sentimiento, era algo que venía de su lobo, porque sabe que Jungkook no será fiel a él nunca más. Y no porque desconfiara del chico, todos sabían y estaban conscientes que imprimarse era algo que iba más allá de cualquier cosa, y lo respetaban. Pero el lobo de Yoongi no podía evitar sentir como si estuviesen rompiendo algo dentro de su corazón.

Porque Jungkook ya no es suyo, no del todo como lo sería cualquier lobo de su manada.

Es de Taehyung, únicamente de él.

La emoción es mucho más compleja de entender.

Sabía que Jungkook estaba bien, bien con Taehyung, porque nadie más podría hacer así de feliz al chico como lo hacía el vampiro.

Sin embargo, se sentía como si Taehyung hubiese sacado de la manada a Jungkook, de un día para otro y sin ningún aviso previo.

Por supuesto no era así, Yoongi lo entendía, solo que... a su lobo, y su parte animal, le costaba entender ese proceso.

Cortaron la llamada cuando Yoongi se aseguró de que ambos chicos estuviesen bien. Le contó algunos detalles de lo que había pasado y Jungkook hizo lo mismo, desde que ingresó a buscar a Taehyung hasta los días que pasaron durmiendo en su casa.

Mingyu se retiró en medio de la conversación, murmurándole a Yoongi que iría por Yeji, y que si no le tenían pasteles se iba a desadoptar, cosa que Yoongi ignoró, no importándole menos, hasta creyendo que le haría un favor.

De todas formas, no se molestó en ocultar las feromonas que emitió cuando Mingyu se estaba yendo, marcándolo antes de que el chico abandonara la sala de reunión de la reserva.

Cuando Yoongi quedó solo, cerró los ojos y visualizó el lazo con Jimin.

Jungkook y Taehyung despertaron, ¿puedes volver? Te necesito...

En camino.

Ahí, solo, se desarmó un poco.

Jimin, Jimin, Jimin.

Cerró los ojos, cuando escocieron y el sentimiento le apretó el pecho con fuerza, su garganta ardiendo cuando quiso tragar saliva.

Un suspiro tembloroso escapó de sus labios, y por fin dejó salir esa sensación aterradora que estuvo ocultando durante toda esa semana.

La manada, pensó, observando al techo, como si quisiera hablarles a todos los lobos que perdieron años atrás, a todas las personas que confiaron en él, dejándole este puesto, entrenándolo desde pequeño para asumir este cargo.

La manada está bien, toda la manada está bien.

Taehyung y Jungkook.

Y era lo único que le importaba.





*





Jimin abrazó sus rodillas, sentado en el pasto, sintiendo cómo la brisa acariciaba su cabello, revolviéndolo mientras él no quitaba la vista de la tumba de su madre, pensativo.

Había pasado varias tardes aquí, junto a Yoongi, a veces con Yeji, a veces con Jin.

Sin embargo, la mayoría de las veces venía solo, le otorgaba una especie de calma, además porque ahora, a un lado de las formaciones de rocas, yacía otra más pequeña, otra tumba rodeada de tulipanes blancos.

Las brujas lo habían creado en un acto simbólico para despedir y recordar a Jayoon, el campo con flores blancas solo en ese apartado de pasto, realizado con magia.

Una sensación nostálgica invadió su cuerpo.

En otra vida, en otro cuerpo, ella era su tía.

Y Dios, la tristeza le recorre por dentro cuando sabe que Taehyung va a lamentar esto cuando se entere.

Pero es la ley, se obliga a entender, como Yeji le había dicho una tarde, con la mirada triste, pero la frente en alto, sin ningún atisbo de lágrimas, es la ley que confieren las brujas y su magia.

Dar y recibir.

Es el ciclo.

No hay otra forma.

Aun así, Jimin cree que el motivo de su constante visita es porque necesita darle una especie de luto.

Hacía que el peso de su corazón sea más ligero.

Extraña a Yoongi, y su lobo se encoge ante el sentimiento. Con él aquí era todo más ameno, el alfa lo arrullaría, lo abrazaría y le besaría, le murmuraría palabras de consuelo y él se sentiría seguro.

De pronto, mientras tiene todos esos pensamientos, un movimiento lo tensa, lo alerta.

Sus ojos cambian de color de inmediato, y gira la cabeza bruscamente hacia los árboles del sendero del otro lado, contrario al camino que llevaba a la reserva.

Sabe que el movimiento viene de allí.

El instinto se lo dice, y luego de un par de minutos, puede ver de entre unos pequeños arbustos, emerger un lobo gris.

Jimin lo identifica de inmediato.

Porque no pertenece a la manada.

Es el lobo que acompañaba a Yeji la última vez que la vio.

El animal se acerca sigilosamente, y se detiene a un par de metros frente a él.

Jimin no sabe cómo sentirse, algo en ese lobo le trae nostalgia, dándole una sensación extraña.

Quizá era su mirada, cargada de tristeza, cargada de dolor.

Le habían dicho que era un salvaje, sus ojos dorados y profundos, completamente perdidos, brillaban como los de un animal más.

Sin embargo, era tan grande y alto como lo sería un cambiaformas.

Nunca había visto a un salvaje así de grande y corpulento, la mayoría de los lobos adoptan esa forma porque son entrenados.

Sin embargo, los salvajes mantienen un aspecto más pequeño y primitivo.

Este lobo, era como si pudiera verlo a través de su mirada.

—Hola... —le dijo, medio torpe, sintiéndose ridículo por hacerlo.

El lobo no hace nada, lo ignora y procede a moverse, deambulando por las tumbas de Jayoon y su madre, varias veces, acercando el hocico hacia las flores que rodean la tumba de Jayoon, sin embargo, no permanece mucho tiempo ahí, cuando luego rodea la tumba de su madre, olfateándola de la misma forma, gimiendo adolorido y echándose sobre sus patas frente a esta.

Resopla, como si algo le molestara y luego suelta otro gemido desconsolado.

Jimin no puede dejar de estudiarlo, cuando lo ve olfatear el aire, antes de estirar el cuello y ponerse aullar.

Aullar, aullar, aullar.

Todos sus lamentos.

Es puro dolor.

Es crudo.

Jimin siente el aullido lamentable calarse en sus huesos.

Y es como si estuviese llamándola.

Como si pudiera escucharlo, porque es triste, le rodea de dolor y la brisa que le acaricia el cabello no es viento, es el aullido que llama por un nombre que no responde, un nombre que el lobo no sabe por qué no responde, haciéndole aullar con más fuerzas, con más dolor, porque no lo escuchan, no lo oyen y duele demasiado.

Yoona, Yoona, Yoona.

La garganta se le aprieta al verlo, y sus ojos arden.

No puede ser ajeno a su dolor.

Porque no lo soporta.

Jimin se levanta de su sitio, y se sienta junto a él, procurando dejarle bastante espacio personal para que no se sienta abrumado ante su presencia.

El lobo lo nota por el rabillo del ojo, y detiene sus lamentos.

—¿La conocías? —pregunta, y la poca información que tiene de ella lo golpea con fuerza. Jimin baja la mirada a sus manos, sus dedos magullados por la batalla de hace semana atrás, debido a la dura forma en cómo blandea las dagas cuando ataca—. Yo no la conocí, pero sabía que ella se relacionaba con lobos... creo que es valiente, porque los humanos generalmente no hacen eso, no están con hombres-lobos, ¿la conociste ahí?

Su padre era uno.

Miró al lobo de reojo, y comenzó a juguetear con el pasto a su lado, tironeándolo suavemente.

No supo qué le dio el valor para decir, pero juntó todo el aire de sus pulmones en un largo suspiro antes de hablar.

—¿Tu conociste a mi padre? ¿por eso la conoces a ella? —pregunta, pero el lobo solo lo mira, ladea la cabeza y hay un leve movimiento en sus orejas, una conducta que haría cualquier lobo salvaje, cualquier animal.

Jimin no quiso insistir, se sentía estúpido. Su madre había muerto en su nacimiento y su padre biológico había sido asesinado por su padre adoptivo.

Querer conocer de ellos era como picar sobre una herida que no sabía que tenía.

Los minutos transcurrieron en silencio hasta que poco tiempo después, el lobo se levantó de su sitio, caminó a paso lento hacia él y se echó a su lado, apoyando parte de su cuerpo a su costado, con las fauces descansando en sus piernas.

Jimin bajó la mirada, y un sentimiento de familiaridad le recorrió su pecho.

Tuvo un presentimiento.

Pero este lobo era un salvaje.

—Tú —le dijo, posando una mano sobre la piel entre sus orejas, el lobo resopló, y cerró los ojos, lucía complacido—. ¿Quién eres?

El animal no respondió.

Por supuesto, no le entendía.

Permanecieron así, por un poco tiempo más, y cuando Yoongi se comunicó con él a través del lazo, Jimin se despidió con un sentimiento extraño antes de caminar de vuelta a la reserva.

El lobo quiso seguirlo, sin embargo, se detuvo cuando supo que estaría cruzando territorio de otra manada, sin el permiso del alfa.

Jimin avanzó por el sendero, y cuando miró hacia atrás, vio al lobo permanecer en su sitio, junto a las tumbas, mirándole, nostálgico y profundo.

Siempre triste.

Jimin quiso decirle que volvería, pero sus labios no formaron palabras, con el corazón apretado, se dio media vuelta y se marchó.






*





Yeji pasó una mano por su mentón, confundida mientras observaba la casa.

A su lado estaba Hoseok y Mingyu, y unos metros más adelante, se encontraba Yoongi y Jimin.

Alguien mencionó detrás de ella que Jin venía en camino junto a Namjoon.

Ella había llegado hace más o menos una hora, y no había podido hacer más que estudiar la casa con la misma mirada, alejada de la estructura cuando quiso tocarla, siendo golpeada por una fuerza sobrenatural que la rechazó, empujándola hacia atrás.

Dentro de la casa, Jungkook intentó saludar y llamar el nombre de los que estaban, sin embargo, nadie le prestó atención.

—Creo que bloquea la visión de lo que hay adentro, no nos pueden ver —le dijo Taehyung, cuando notó lo que hacía y cómo el resto no reaccionaba. Frunció el ceño al descubrirlo, pero luego sonrió orgulloso porque era algo que había hecho él—, que buen servicio.

Jungkook alzó las cejas.

—No dirás eso cuando Jin-hyung vea lo estropeada que dejaste la casa.

Taehyung chasqueó la lengua.

—Soy de la familia ahora —le dice, encogiéndose de hombros—, la familia se perdona. Aparte- —se tomó su tiempo, cuando se giró para encararlo—, ¿quién no quiere tener de cuñi a un brujo, vampiro y que se está volviendo medio humano ahora? Soy todo un experimento —añadió, y luego enserió la mirada cuando recordó la conversación de Jungkook con Yoongi hace horas atrás—, aunque sé que le dijiste a Yoongi que no somos novios, así que no sé en qué me convierte eso.

La sorpresa de sus palabras fue evidente en Jungkook cuando abrió y cerró la boca.

—Lo dije por reflejo —aclaró, no entendiendo por qué tenían que discutir sobre eso ahora—, Yoongi-hyung estaba hablando demasiado.

—¿Entonces qué soy?

Jungkook abrió la boca, mas no dijo nada.

—Joder, qué asco, por qué tengo que escuchar esta conversación —la voz de Yoongi se alzó por el teléfono, y ambos recordaron que mantenían una llamada con las personas de abajo—, qué rayos.

Taehyung gruñó.

—Cállate porque yo te vi besar a Jimin y eso es más asqueroso.

Yoongi resopló.

—Seguro yo no te veré besar a Jungkook luego...

—¿Hyung le puedes pasar el celular a Yeji? —preguntó Jimin, y Yoongi hizo caso de inmediato.

Desde su lugar en el segundo piso, Taehyung y Jungkook vieron a Yoongi hacerle caso, para luego darle una mirada de muerte a Hoseok y Mingyu, quienes al parecer quisieron hacer un comentario sobre esa actitud de suprema obediencia que el alfa tenía con su compañero.

Dios, espero no terminar así, pensó Taehyung.

—Escuché eso. —le dijo Jungkook, y el vampiro abrió y cerró la boca.

—¡No te metas en mi mente! —le dijo, demasiado ofuscado—. Eso es sucio, cachorrito.

Jungkook pareció indignado con la acusación.

—¡Te juro que ocurre solo! —le dijo, igual de alterado—, tus pensamientos a veces se proyectan, no sé cómo pararlo, estoy seguro que te pasa lo mismo.

Taehyung no respondió. Tenía un punto, porque el otro día lo escuchó, sin embargo, él creyó que a veces lo escuchaba porque estaba demasiado enamorado y escuchar el tono de su voz le gustaba.

Qué tonto. Él realmente terminaría como Yoongi.

—¿Taehyung puedes concentrarte?

Taehyung tomó el celular y lo acercó a su oreja cuando la voz de Yeji emergió dentro del silencio en el cual se miraban.

—Lo estoy...

—Bien, necesito que canalices la energía de tu magia. Tienes que darle forma, cualquier forma y canalizarla como si quisieras reunirla toda en un solo lugar, dentro de esa forma. Necesito que imagines la estructura de la casa, como una miniatura, contra más pequeño lo imagines, mejor, luego vas a liberar esa energía que estas imaginando sobre toda la casa, deja que fluya libremente, y luego quítala toda, lentamente, extrae toda esa energía de la estructura y únelo a la forma que le diste a tu magia. Jungkook —y el muchacho de inmediato prestó atención cuando fue llamado—, tienes que decirle a Taehyung que no están en peligro, nuestros mecanismos de defensa funcionan igual que el resto, ayúdale a recordar que ya no hay nadie queriendo hacerle daño, que ya está bien, eso facilitará el canal de energía.

Jungkook asintió, aunque no lo estaban viendo.

Cuando cortaron la llamada, Taehyung cerró los ojos, y apretó las manos en puños a sus costados. Intentó concentrarse, intentó bloquear todos los ruidos, intentó imaginar lo que Yeji le pedía.

Era difícil, solo podía ver al lobo de Jungkook, y el lazo tensarse fuerte y vibrante.

Alejó sus propias emociones sobre eso y lentamente comenzó a darle forma a su energía, imaginando que la juntaba toda en un solo lugar, en mariposas que aleteaban sus alas moviéndose de un lugar a otro.

En rosas, rosas y flores, en bosque, mucho bosque.

Sintió una mano deslizarse por su puño, abriendo sus dedos hasta terminar entrelazándolos con los suyos.

Está bien. Puedes hacerlo.

Taehyung no se había percatado hasta en ese momento lo tenso que se encontraba y lo arrugado que tenía la frente, como si concentrarse le doliera.

Afianzó el agarre y siguió intentando todas las órdenes que Yeji le dio.

Fuego recorrió su cuerpo, un ardor que viajó por sus venas y se acunó en su pecho cuando la energía comenzó a moverse de forma paulatina, yendo de él y Jungkook.

Su mano ardía donde apretaba y algo se reventó dentro de la habitación.

La ampolleta que iba y venía ya no estaba y los pedazos cayeron al suelo, brillando ante los pequeños rayos de sol que se filtraban por la ventana rota.

Obviando todo lo que ocurría a su alrededor, Taehyung visualizó la estructura y, sintiendo a Jungkook darle seguridad y tranquilidad a través del lazo, fue que poco a poco pudo canalizar la energía y quitar toda la magia de la casa.

Se sintió como si un peso fuese despejado de sus hombros, haciendo su cuerpo más ligero mientras que la sensación de alivio lo embargó, al mismo tiempo que los olores a bosque, brisa fresca y otoño lo envolvían como si su propio campo de protección hubiese bloqueado cualquier información sensitiva del exterior.

Jungkook también lo sintió, y al notar todos esos aromas venir de golpe, se acercó hacia Taehyung y le frotó la mejilla en el hombro, marcándolo.

Un sentimiento nostálgico vino a él cuando Taehyung le abrazó por la cintura, mientras se dejaba recibir su aroma.

En el pasado, Jungkook habría puesto cualquier excusa sobre marcarlo a escondidas y Taehyung se hubiese reído horas sobre ello, de igual manera recibiendo su aroma contento.

Ahora era todo pacífico y Jungkook se daba la libertad de hacerlo sin escrúpulos.

Se separaron cuando alguien golpeó la puerta de entrada, abriéndola con fuerza.

Jungkook sonrió a Taehyung antes de sentir las pisadas subiendo apresuradas por las escaleras.

—Creo que le debes una compensación a mi hermano por los daños de la casa, chico rico —bromeó, y luego se giró, notando a Jin emerger desesperado por la puerta de su habitación.

Jungkook se encogió de hombros, y sus ojos brillaron cuando se encontraron con los de su hermano.

Le sonrió a lo grande.

—Hola.

Jin no dijo nada, su rostro se arrugó casi a punto de llorar y rápidamente fue a envolverlo en un abrazo apretado.

Por la misma posición, la vista de Jin cayó en Taehyung, quien le sonrió casi enternecido por la escena, sintiendo todas esas emociones de alivio emanar a través del lazo.

Jin se encontró con su mirada.

—Gracias —Articuló, sin encontrar el tono de su voz, y Taehyung asintió pequeño, con un montón de emociones rodeándolo. Sin decir nada, se giró hacia la ventana, y saltó, dejándolos solos.

Cuando estuvo sobre el pasto, vio al resto de la manada que se encontraba ahí, presenciando todo.

Taehyung sonrió a lo grande y abrió los brazos como si esperara un abrazo grupal de su parte.

—Ya llegó por quién lloraban. —les dijo, y nadie se movió, salvo una sola persona.

Jimin lo abrazó con tanta fuerza que Taehyung perdió el equilibro, teniendo que dar varios pasos hacia atrás para lograr estabilizarse.

El vampiro sintió el alivio rodearle cuando recorrió con sus manos la espalda de su hermano, consolándolo cuando notó su cuerpo temblar.

—Idiota —le susurró Jimin, con la voz quebrada—, no vuelvas hacer algo así. No vuelvas a querer arreglar las cosas tú solo, no lo vuelvas hacer.

Taehyung se tragó un nudo pesado, y hundió la nariz en su cuello, sintiéndose querido, sintiéndose amado.

—Lo prometo —le dijo, y nadie podía imaginar con cuánta verdad habían salido sus palabras.  








hola :c muchas gracias por sus comentarios en el cap anterior, de verdar, son muy amables uu los estoy respondiendo. Siento que este cap. fue como uno de transición asi que no tiene mucho dramita, aunque tmapoco hay mucho, solo cositas que aclarar. jeje creo que quedan dos cap más y obvio que hay muchos extras ♥ eso que estém super :* muchas gracias por comentar uu lloro dms 

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