22
♢
Mingyu abrió los párpados con lentitud, la fuerte luz de la habitación lo golpeó con fuerza, tomándole un tiempo poder acostumbrarse.
Quiso levantar su brazo para cubrir su vista, pero en vez de lograrlo, se quejó de dolor.
Todo el cuerpo le dolía como el infierno.
Apenas podía moverse, si es que mover levemente el dedo índice podría considerarse algo.
Lo único que al parecer funcionaba para él, eran sus ojos y los músculos que ocupaba para respirar.
De la nada, se largó a reír.
Y dolió más.
Ay mierda.
Por supuesto dolería. Le dispararon en todo el puto cuerpo.
Un sentido de racionalidad lo golpeó de la nada.
¿Qué estaba pensando cuando creyó que recibir balas de plata sería mejor idea que ocultarse tras la corteza de algún árbol?
El golpe de adrenalina de seguro le había consumido todas las neuronas funcionales de su cerebro.
Pero deja de auto torturarse con sus pésimas elecciones de vida cuando los sonidos de unos pasos llegan acercándose a la distancia.
Alguien se asoma por la puerta abierta, y sus ojos rápidamente se encontraron con los del chico que le observaba con notorio asombro.
—Despertaste.
Mingyu frunció el ceño.
Jimin vestía un delantal de cocina que tenía el dibujo de un lobo demasiado tierno, comiéndose un pastel que de seguro no comían en la vida real.
Uno de sus brazos sujetaba una fuente contra su pecho, mientras que su otra mano sujetaba una paleta de madera que batía con lentitud.
Parecía realizar el movimiento por inercia, ya que sus ojos no dejaban de mirarle con sorpresa.
Mingyu no supo cómo procesar la vista.
—¿Estoy en una especie de universo paralelo? —preguntó, más para sí mismo. Abrió demás los ojos cuando otro raciocinio lo golpeó como una revelación divina—. ¿Acaso morí y ya estoy comenzando a vivir mi novena y última vida?
—¿¡Qué!? —Otra voz se alza por el pasillo, y rápidamente Yoongi emerge tras el marco, frunciendo el ceño el doble que él, y Dios, ¿eso era un delantal a juego con el de Jimin? ¡Qué rayos! Yoongi negó, obviando la mueca de asco que había adoptado su rostro—. ¿Cómo es eso de la novena vida?, creía que las brujas solamente reencarnaban nueve veces, ¿los vampiros también?
Mingyu le observó como si le hubiese salido otra cabeza del cuello.
—Por supuesto que no, ¿qué mierdas dices?
—Entonces por qué dijiste eso —le gruñó, fijando su mirada en él.
—Porque quiero —se mofó Mingyu, y luego miró a Jimin cuando Yoongi le dio esa mirada como si quisiera abalanzarse sobre él y comenzar a bailar arriba de su estómago, lo cual, en ese estado, sería el golpe final de una muerte ridícula. Pensando en lo último, sus cejas se arquearon, adoptando un aspecto preocupado—. Jimin, estoy indefenso y tu esposo me está mirando mal.
—Eso es mentira. —espetó Yoongi, pero lucía feliz por escuchar la palabra "esposo".
—¿Y dónde se supone que estoy? —preguntó Mingyu, decidiendo ignorarlo—, lo último que supe de mí, es que esos malditos humanos me ocuparon como saco de punterías, ¿Dónde está Hoseok?
Yoongi dio un paso dentro de la habitación, y rápidamente, comenzó a marcar todo con su olor.
Mingyu arrugó la nariz y sintió nauseas.
—No hagas eso, joder —chilló, horrorizado—, se siente como si quisieras mearme encima, ¡bastardo!
Yoongi no se inmutó.
A su vez, alzó una ceja y le dio una mirada desafiante.
—Esta es mi casa —se defendió, y una pequeña sonrisa burlona apareció en sus labios—, puedo hacer lo que quiera.
—¿Qué? A ver- espera un jodido minuto —Mingyu se alteró, y con el rostro confundido los miró a ambos—. ¿Dónde mierda estoy?
—En la reserva. —respondió Jimin.
Eso lo dejó perplejo.
—¿Qué? ¿qué hago aquí? —y cuando ninguno respondió, no le gustó para nada—. ¿Van a matarme y hacerlo pasar como un evento casual del que nadie se acordará? ¿dónde está Hoseok? ¿Por qué Hoseok no está aquí? —reprimió un quejido de dolor cuando estiró un poco el cuello, intentando ver más allá de la puerta—. ¡Hoseok! ¡HOOOSEOOOOOOK!
Yoongi rodó los ojos, estudiándolo, y soltó un suspiro audible.
Cuando Mingyu continuó gritando, se cabreó.
—Ya cállate, por Dios.
Jimin dio un paso en la habitación, al igual como Yoongi y dejó la fuente que sostenía en sus brazos encima de una repisa.
Luego, se ubicó a los pies de la cama, capturando la atención del híbrido.
—Hoseok está en Seúl.
De inmediato Mingyu guardó silencio y le dio una mirada fija.
—¿Y por qué no me llevó?
Yoongi soltó un resoplido, y le dio un vistazo de pies a cabeza, no creyéndose que hablara en serio.
Pero Mingyu sí estaba hablando muy en serio.
Yoongi volvió a virar los ojos.
—Joder, no te puedes ni el trasero, ¿cómo te iba a llevar?
—Si me amara, me llevaría.
Esta vez, fue el turno de Jimin para colocar los ojos en blanco.
—No seas así —le dijo, acercándose más a él—, estabas mal, había que estabilizarte.
—¿Y por qué no recuerdo nada?
—Porque no ocurrió nada —respondió Yoongi, ya harto. Quería agarrar el edredón, taparlo hasta la cabeza y mandarlo a dormir de nuevo. Era mejor así, sin tantas preguntas.
Sin embargo, Mingyu estaba lejos de dormir, porque con dolor o no, él necesitaba las respuestas, y las obtendría, aun si Yoongi y Jimin deciden aprovecharse de su situación indefensa, amarrándolo contra la cama con un bozal en la boca para que no hablara.
Claramente, no harían eso, pero Mingyu le gustaba ser extremista porque era la víctima de la situación.
Así que una dura línea se forma en sus labios cuando escuchó a Yoongi decir aquello.
—¿Cómo que no ocurrió nada? ¿qué significa eso?
—Lo que significa. —volvió a decir, encogiéndose de hombros como si no tuviera importancia.
Y desde su lugar en la cama, pudo notar a Jimin girar la cabeza como exorcizado sólo con la intención de mirar muy feo a su compañero.
No sabe por qué, pero eso le dio un momento de felicidad indiscutible.
Quizá porque Mingyu quería mirarle feo también, pero sus ojos no ayudaban porque sus párpados apenas se movían.
En serio, le dolía todo el puto cuerpo.
De todas formas, el momento feliz donde Jimin mostraba lo dominado que tenía a Yoongi, duró poco. El chico se volteó y volvió a posar su atención en él.
—Te dispararon, te trajeron a la reserva para limpiar tus heridas y no has despertado hasta ahora. Estuviste durmiendo todo este tiempo, Mingyu.
Silencio.
Mingyu les dio una mirada dubitativa, como si lo que Jimin estaba contándole fuese una teoría conspirativa.
—Define todo este tiempo.
Jimin suspiró cansado.
—Una semana.
No reaccionó. El shock fue evidente cuando permaneció inmóvil.
Bueno, no me puedo mover, qué más haré. Jaja, qué chistoso.
No supo cómo procesar la información, así que no hizo más que levantar una comisura de sus labios, con un pobre intento de encoger los hombros, cuando bromeó diciendo:
—Por lo menos no fueron cinco años, ¿no?
Jimin sonrió ligero, como si le alegrara saber que su sentido retorcido del humor estaba intacto. Por otro lado, Yoongi lucía como si le hubiesen tirado un insulto.
—Me alegro que estés bien —le dijo Jimin, y parecía sincero.
Mingyu solo asintió, y su mente rápidamente comenzó a maquinear todo lo que pudo haber hecho en una semana en la que se dedicó a pasar tumbado en una cama luciendo como un muerto.
Habría sido gracioso que lo hubiesen puesto en un ataúd, pero era claro que solamente él encontraría divertida esa broma.
—¿Por qué Hoseok está en Seúl? —preguntó, luego de haber ordenado un poco más sus pensamientos, o, mejor dicho, luego de haber dejado de pensar en bromas tétricas sobre él durmiendo por días.
—Hubo una orden del gobierno —comentó Jimin—, Hoseok y tú fueron acusados de atentado. Oficialmente son enemigos del estado.
—Mi sueño máximo —respondió, son una sonrisa de autosuficiencia—, que los humanos me odien.
Obviamente, su comentario fue ignorado cuando Jimin continuó.
—Estaban buscando sus cabezas, pero el padre de Hoseok es un político de alto cargo, así que intentaron bajarle el perfil a la situación, intentando llegar a un trato.
—Me suena a un montón de porquería.
—Ya no serán buscados para matarlos —agregó Yoongi esta vez, parecía harto con sus comentarios y eso hizo a Mingyu feliz, pero, de todos modos, no lo mencionó, a su vez, continuó contándole lo mismo que Jimin—, pero no pueden pisar tierras humanas. Estarán muertos si lo hacen —declaró, y pareció escuchar un gruñido alzándose desde su pecho—. Fueron exiliados, y Hoseok fue a buscar las últimas cosas de ustedes que dejó en la ¿finca?
Lo último lo dijo demasiado inseguro, como si la palabra sonara estúpida en sus labios.
Mingyu chasqueó la lengua, de manera desaprobatoria.
—Adiós a las mínimas posibilidades de llevarme bien con el suegro —murmuró, y ambos chicos parecían querer que dejara de hablar—. Esa finca era la herencia de Hoseok, literalmente, era un maldito palacio donde se entrenan a los cazadores de vampiros —y suspiró, mirando a la nada de manera nostálgica—, supongo que tendremos que conformarnos con la cabañita del bosque. No somos tan delicados, de todas maneras, aparte, esas vibras de secreto en la montaña y la casita en la pradera creo que se me dan bien. —Sonrió y los miró—. Va con mi estilo vegano.
Yoongi fue el primero en reaccionar.
—¿Cómo puedes hablar tanta mierda? —preguntó, pero salió como una indignación—. Estoy seguro que una de las balas te perforó el cerebro.
—¿Y sabes lo que te van a perforar a ti? —respondió, divertido porque todo ese aspecto hostil de su cara no reflejaba para nada al aroma de seguridad que emanaban las feromonas que repartió por la habitación. Así que Mingyu sonrió por completo cuando Yoongi le frunció aún más las cejas, respondiendo su propia pregunta—: El cul-
—Bien, creo que la conversación ya perdió el sentido —aplaudió Jimin, llamando la atención de ambos. El chico se movió para tomar la fuente que había dejado anteriormente en la repisa y la abrazó contra su pecho, mirando a Mingyu—. Estamos haciendo cupcakes, si puedes levantarte más tarde, podrías unirte a la mesa a comer con nosotros.
—¿Son para perros?
Yoongi gruñó, frustrado.
Parecía un niñito a punto de hacer una pataleta.
—Recuérdame por qué lo trajimos —murmuró hacia Jimin, justo por sobre su oreja, como si no quisiera ser escuchado, pero, hola, Mingyu estaba frente a sus narices, por supuesto lo escuchó.
—Es que no lo entiendo —les dijo entonces, y esta vez, sí lucía preocupado—, es el maldito fin del mundo. La guerra inició y- ¡ustedes están haciendo cupcakes con unos delantales ridículos por el amor de Dios! ¡nada tiene sentido!
Jimin le dio una mirada empática, y Yoongi parecía querer echarse a reír por su ataque de histeria.
—Ya todo terminó Mingyu, los asuntos con los humanos acabaron.
—Entonces, ¿Dónde está Taehyung y Jungkook? —preguntó esta vez, con el ceño fruncido—. ¿por qué no están aquí haciendo pasteles ridículos con ustedes?
—En la casa de Jungkook —respondió Jimin y Yoongi realmente parecía que se estaba aguantando una gran risa. Dios, quería golpearle la cara—. Están en la reserva, al igual que tú.
Mingyu chasqueó la lengua.
—Iré hablar con ellos —les dijo, y cuando se quiso mover para levantarse, ningún músculo respondió. Cayó rendido en la cama y gruñó de frustración—. Mierda.
—No puedes —escuchó decir a Jimin, mientras él miraba el techo.
Rápidamente movió la vista hacia él y le dio una mirada cabreada.
—Mira, si te quieres reír de una persona en este estado, adelante, pero creo que te vas asegurar el boleto directo en el infierno, amigo.
Jimin abrió y cerró la boca. Estupefacto.
—Dios, ¿de dónde sacas tanta mierda, Mingyu? —preguntó, entre alterado e indignado—, lo decía porque no dejan entrar a nadie, imbécil. No han salido desde hace siete días.
De pronto, Mingyu se olvidó por completo que estaba discutiendo con Jimin y enojado por no moverse.
A su vez, alzo una ceja, extremadamente divertido.
—¿Secretos en la reserva? —preguntó, como si quisiera compartir una especie de tabú con ellos.
Yoongi frunció el ceño, parecía que le estaba costando procesar sus cambios de humor.
Jimin, por otro lado, suspiró con resignación.
—Sabemos que están bien —dijo entonces, medio nostálgico—, y eso es lo único que nos importa. Han pasado por mucho, les estamos dando su tiempo para descansar.
Mingyu resopló.
—Por supuesto que ellos no están descansando —les dijo, y nuevamente se intentó mover—. Iré a verlos.
—No puedes —esta vez, Yoongi se le unió y Mingyu estuvo a punto de hablar sobre la poca ética que tenían ellos al burlarse de su estado cuando Yoongi prosiguió—: no te van a dejar entrar, a nadie. La casa entera de Jungkook está revestida con magia, como si tuviera un maldito campo de protección. Rechaza a cualquiera. Incluso a Jin, quien es el maldito dueño de la casa, por cierto.
—Ay no —le dijo, medio asqueado y divertido con lo último—, que intenso.
Nuevamente, fue ignorado.
—Sabemos que Jungkook está bien, lo siento en la manada, de una forma diferente y un poco más lejana, pero lo siento, y bueno, la magia... la magia nos dice que Taehyung también lo está.
Resignado, Mingyu soltó un largo suspiro.
—Supongo que no me queda de otra que aceptar tus pastelitos —soltó—, se siente como si esta fuera la guardería y yo estuviera esperando a Hoseok que me pase a buscar.
Jimin y Yoongi lo ignoraron nuevamente, y después de cerciorarse de que se encontraba bien, comenzaron a salir de la habitación mencionándole que le darían el tiempo para descansar. Aun lo necesitaba.
—Nos alegra que hayas aguantado y ahora estés a salvo, Mingyu. —Habían dicho antes de salir, esta vez, cerrando la puerta tras ellos.
Mingyu observó el techo antes de cerrar los ojos por completo.
—Sí... yo también me alegro.
Y esta vez, no dijo nada cuando notó que Yoongi había vuelto a llenar la habitación de feromonas, antes de salir. Feromonas que intentaban darle seguridad, tranquilidad.
Feromonas de alfa, que lo marcaban como uno suyo, como uno más de la manada.
Eres mío.
Soy tuyo.
No se quejó.
Pensó en Hoseok, y su nuevo futuro por aquí.
La sensación que le recorrió el cuerpo fue agradable.
Horas más tarde, unos brazos rodearon su cuerpo, y despertó cuando reconoció el toque gentil de la persona que estaba acostándose a su lado.
Cuando abrió los ojos, en medio de la habitación oscura, notó a Hoseok mirarle enternecido.
Se sintió en paz, y poco a poco, se estiró hacia él para hundir el rostro en su cuello cálido, notando las manos contrarias deslizarse por su espalda, mientras respiraba pesadamente.
Mingyu se quedó ahí, con los labios pegados en su piel, y cuando volvió a cerrar los ojos, pudo dormir bien.
*
Una semana antes
No se aburriría de contemplarlo.
De contemplarse.
Habían estado así desde hace un par de horas.
Desde que Taehyung dejó de llorar.
Desde que Jungkook dejó de llorar.
Ambos con la mirada enrojecida alrededor del párpado, permaneciendo acostados, frente a frente.
Seguían abrazados. Jungkook mantenía las manos flexionadas sobre el pecho de Taehyung y Taehyung tenía sus brazos alrededor de la cintura del menor, con las manos tras su espalda baja, acercándolo a él para tocarlo en todas las partes posibles, cómodos cuando menos de diez centímetros los separaban, permaneciendo en silencio, mientras no paraban de mirarse.
Era inexplicable.
La sensación que se acumulaba en su pecho, era cálida y le cubría todo el cuerpo. Era un sentimiento que venía de Jungkook y de él y se compartía a través de un fuerte vínculo que Taehyung sentía dentro de su propia alma.
La sensación de calma, de tranquilidad fluía a través de ambos y no había mejor lugar que este, no había otro lugar en el que él quisiera estar que no fuera aquí, con Jungkook mirándole así, como si no existiera nada a su alrededor porque el chico, con aquellos ojos rojos de tanto llanto, tenía estrellas, estrellas que le miraban con amor, y Taehyung nunca antes había experimentado aquel tipo de mirada enternecida, pero sabía, sabía que Jungkook le miraba así porque Dios, lo sentía, sentía el tipo de amor que el chico tenía guardado para él y esos sentimientos le apretaban el pecho porque era demasiado puro, tan delicado que él quería luchar con todas sus fuerzas para mantenerlo ahí, sin que nadie lo toque, sin que nadie lo lastime, porque no lo merece, no se lo merece, y daría su vida para darle todo. Porque eso era, su todo, y él era suyo.
—Sabes... yo... creí que por un momento ese lobo que estaba ahí, con nosotros, era tu compañero —confesó, de la nada, y se sintió estúpido ahora que lo decía en voz alta, así que abrió la boca antes que Jungkook cuando vio al chico a punto de hacerlo—. En mi defensa, había perdido tu aroma, y cuando sentí el aroma de ese lobo, me recordó algo familiar —Taehyung negó, frunciendo un poco el ceño mientras lo recordaba—, solo podía pensar que olía como tú y que era tu pareja predestinada. Sé que los lobos tienen una, Momo me lo dijo, los lobos tienen una pareja para toda la vida, un predestinado. Así como Jin y Namjoon. También sé eso, así que no me mires como si mi idea de ese lobo siendo tu compañero fuese una mierda porque cualquiera pudo haberlo pensado.
Jungkook dejó de mirarlo así.
A su vez, suavizó la mirada, y dejó que sus ojos vagaran por el rostro ajeno, el cual lucía preocupado.
Seguía viendo medio borroso por un ojo, pero como sucedía a ratos, no le dio importancia, a su vez, pensaba en todo lo que hablaba Taehyung.
¿Tenía todas esas clases de preocupaciones?
Jungkook negó suavemente cuando lo vio esperando por una respuesta.
—Es casi improbable encontrar a tu pareja destinada —confesó, y eso captó la atención del vampiro, aunque bueno, ya la tenía. Taehyung no podía dejar de mirarle, y él tampoco—. La probabilidad de encontrar a tu destinado es muy baja, además, los lobos pueden enamorarse de alguien más y escogerlo como compañero... o también pueden imprimarse, lo cual es más raro aún.
Taehyung alzó una ceja. Y presionó su palma completa sobre la espalda del menor, intentando acercarlo más.
Dolía moverse, o ejercer la mínima contracción de sus músculos, pero era soportable.
—¿Imprimarse? —preguntó, nunca antes escuchando la palabra.
Jungkook bajó la vista, y cuando la subió, buscando la suya, le dio una mirada profunda, como si quisiera ver a través de él y Taehyung juró sentir como si le estuviesen robando el aliento porque era hermoso, era precioso y la forma en cómo podía notar su reflejo en los suyos era cautivadora.
Apretó las manos tras su espalda, y sintió las manos de Jungkook moverse por su pecho.
—Sí, imprimarse —le dijo, tragando saliva, parecía estar tomándose su tiempo, mientras buscaba las palabras para continuar, y de alguna forma, Taehyung sintió ansiedad, sintió algo apretarle el estómago, el pecho y todo el maldito cuerpo. Y sabía, no venía de él, venía de Jungkook y se estaba manifestando bajo sus huesos. El sentimiento era fuerte, demasiado fuerte y la sensación parecía querer hundirlo.
Rápidamente, apegó la frente en la del menor y cerró los ojos, respirando en su boca.
—Basta —susurró, cuando sus labios se rozaron y una mueca se formó en sus facciones—, no tienes que decirme. —le dijo, y cada toque que se daban era electrizante.
Sea lo que sea que había detrás del significado de eso, hacía sentir a Jungkook pequeñito.
Taehyung quería arrastrar la sensación lejos y quemarla para que desapareciera.
No pudo evitarlo cuando la corta distancia le estaba carcomiendo por dentro.
Y al parecer Jungkook tampoco, cuando sin pensarlo, ambos se movieron al mismo tiempo, sincronizados cuando sus bocas se encontraron.
Se escuchó algo explotar a lo lejos, y la ampolleta de la habitación se encendió y se apagó varias veces.
Lo ignoraron.
Taehyung besó a Jungkook. Y no le importa si el mundo se desmorona por hacerlo porque la sensación cálida fluyó dentro de él y le recorrió los músculos hasta acunarse en su pecho, con ímpetu.
Acercó su cabeza, y se sintió como un adicto porque la sensación era una simple gloria. Un pedazo de cielo saboreado en sus labios, en su lengua. La emoción volátil disparando de él cuando tocaba esos puntos sensibles en él, moviéndose en su boca con lentitud y tanta suavidad que era completamente delicado cómo le besaba, tan de lleno, con tanta pasión que se sentía como si mañana no pudiesen hacer esto.
Y Taehyung creía que, aunque tuviesen todo el tiempo del mundo, siempre le besaría así, porque era la sensación joder, la sensación de tener sus labios en los suyos, su boca moviéndose con la suya, con sus gemidos, con ahínco.
Los sentimientos fluyendo de piel a piel, era todo.
Jungkook soltó un ligero ruidito de satisfacción, y ambos se separaron con un suspiro lento, sincronizado.
Taehyung revoloteó sus pestañas, mientras le miraba enternecido.
—Eres precioso —le dijo, y una de sus manos se movió para posarla sobre su corazón—, tu alma —le susurró, y los labios del vampiro temblaron, sus ojos brillando con tanta verdad que todo eso se sintió como una caricia suave para Jungkook—, tu alma, y tus sentimientos son... son preciosos, yo los siento, y no tengo explicación Jungkook, son... demasiado puros.
No había palabras concretas y exactas para describirlo, la forma en cómo le hacía sentir saber cómo este chico podía tener todas esas emociones para él.
A Jungkook se le apretó la garganta, y sus ojos ardieron.
Porque era lo mismo para él, los sentimientos de Taehyung brillaban y fluían con la misma intensidad y él ahora lo entendía, entendía lo que esté vampiro sentía por él.
Inspiró profundo, y dejó salir el aire con un temblor en sus labios.
—Imprimarse es una manifestación donde el lobo escoge a una persona, para amar y velar por ella por el resto de su vida.
Taehyung le dio una mirada profunda.
—¿Como compañeros? —susurró, sus ojos bajando a sus labios ahora hinchados por su culpa, una y otra vez, mientras que la mano que mantenía en su pecho se movía hacia arriba, a su cuello, su dedo pulgar acariciando la zona donde latía su pulso, cayendo en cuenta que era el mismo latido que el suyo.
Ante todo es espectáculo de caricias, Jungkook se sonrojó.
—No se resume a un amor de parejas, como en los compañeros, es un acto de amor donde uno está imprescindiblemente para la persona la cual se ha imprimado. La existencia de esa persona, es la vida para el lobo, su razón, su existir. No hay luna, no hay alfa. Todo se resume en esa persona, por el resto de su vida —y tragó, dándole una mirada inquisitiva—, en cualquier vida, todas las siguientes vidas.
Taehyung guardó silencio por un momento, procesándolo.
—Eso es —arrastró las palabras, y sintió algo profundo tocarle el pecho—, algo como lo que ocurre con un vampiro cuando se enamora.
Jungkook sintió que perdió la respiración.
—Supongo que es algo parecido... —susurró, y sus manos subieron hasta apretar los hombros contrarios—, para los lobos es algo mágico, y es una muestra total de fidelidad hacia la persona que elegimos.
El aroma de la habitación se volvió completamente dulce, el aire de todo el lugar era completamente agradable y olía a rosas, a especias y coco.
—Bueno, me alegro que ese lobo no era nada tuyo porque, bueno- —empezó a decir, medio torpe—, me vinculé a ti y literalmente estamos unidos de una forma que aun no comprendo, pero estamos bien, y si ese lobo era algo tuyo, con ese aroma familiar, hubiese sido un desmadre, fíjate. —bromeó, y luego frunció el ceño—, y creo que ya hay suficiente drama con esta unión que hicimos porque realmente no sé lo que hicimos, pero dolió como la puta mierda y no me gustaría deshacerlo o tener que hacerlo de nuevo. Mejor me mato.
—Dios, cállate, lo último era innecesario—respondió Jungkook, medio divertido y horrorizado. Subió una de sus manos y tapó su boca—. Tu siempre hablas demás.
Taehyung besó su palma, y le miró.
—Es cierto que los vampiros nos enamoramos una sola vez, y es un tipo de amor en el que podemos estar presente incluso sólo con permanecer en la vida de esa persona, pero —y se tomó su tiempo, porque revelar ese tipo de cosas, y sincerarse era algo que no había hecho con nadie. Los secretos más ocultos de su corazón siempre permanecieron con él—, pero si hubiese sido otro, si otro hubiese formado un vínculo contigo yo... creo que me hubiese vuelto loco, y es egoísta, porque tu bienestar debería estar por sobre todas las cosas, pero... si no eres tú, no es nadie, no es nada, y sé que sueno como un intenso maniático, pero es... es así, no sé cómo detenerlo, y no quiero detenerlo, y este vínculo es... es todo, para mí lo es todo —otro suspiro—, tú para mí lo eres todo.
Jungkook tomó sus palabras, con el pecho apretado y sintió ganas de llorar.
¿Cómo este chico podía decirle que sus sentimientos eran así de puros y preciosos cuando los de él mismo lo eran?
Para muchos los de su raza, sentir así el amor, era una condena. El amor para un vampiro, era una maldición. Sin embargo, Taehyung lo tiene a él, Taehyung no está solo, y no lo estará porque lo eligió a él, de entre todas las personas, se enamoró de él, y Jungkook-
—Quien no es para ti, no lo será nunca —le dijo, y eso capturó la atención del chico. Jungkook le dio una mirada decidida, que no sintonizaba para nada con sus mejillas sonrojadas, sus orejas calientes, su pulso rápido. Le observó, y con toda la sinceridad del mundo, habló—: Y yo quiero estar contigo por el resto de mi vida, de la forma que sea está bien para mí, lo que hiciste, lo que hicimos con el vínculo... habría sucedido tarde o temprano, lo habríamos descubierto tarde o temprano, porque yo lo quería, porque eres para mí, o yo soy para ti, y es así como el destino lo quiso, y es así como yo también lo elegí.
Taehyung sonrió con lástima.
—No lo elegiste, cachorrito, estabas inconsciente y yo hice el vínculo y-
—Estoy imprimado —confesó por fin, y daba miedo decirlo en voz alta, pero a la vez, se sentía feliz por eso. Su rostro se arrugó un poco, como si quisiera aguantar todos esos sentimientos fuertes que fluían a través de ambos. Los ojos le brillaron, se aguaron y una sonrisa sincera cubrió sus labios, mientras le miraba con amor, con demasiado amor, completamente enternecido, enamorado—, estoy imprimado, Taehyung, estoy imprimado en ti, y no puedo dejarte, no quiero dejarte. Eras tú el único que podía formar un lazo conmigo, mi lobo iba a rechazar cualquier otro —se encogió de hombros—, solo podías ser tú, y le doy gracias al destino por eso.
Dios.
Taehyung se iba a poner a llorar de nuevo, qué le pasaba.
Lo abrazó con fuerza.
Toda su vida, toda su maldita vida le dijeron que esto sería un fracaso, que esto sería su ruina, su perdición, la forma más patética de morir.
Por amor.
Pero esto era vida, esto era sol, era brisa, era cálido, era hogar, y era Jungkook, Jungkook, solo Jungkook. Jungkook vinculado a él.
Un hombre lobo vinculado a un vampiro-brujo.
Su rostro se enterró en su cuello, e inspiró su aroma desde la fuente, tan cálido, tan acogedor y entrañable que ahí se quedó, depositando un suave beso ahí, donde la piel del menor vibró.
Jungkook lo apretó con fuerzas, abrazándose con él por todos lados.
—Ahora puedes hacerlo —le mencionó Taehyung de pronto, con la voz temblorosa. El vampiro barrió sus manos por su espalda, por toda su espalda y luego levantó la camiseta para tocar con sus manos de lleno la piel ajena, la cual pareció arder donde él tocaba. Taehyung inspiró su aroma, y cerró los ojos, sintiendo el cuerpo pesado—. Vine a casa —le dijo, y los ojos se le llenaron de lágrimas, un sentimiento completamente profundo brotando a través del lazo, cuando, con la voz quebrada le dijo—: vine a casa por fin, para que puedas arrullarme. Y no me voy a ir, esta vez, vine para quedarme por siempre, cachorrito. No me iré, te lo juro. No me iré, así que por favor... a-arrúllame, porque vine a casa.
Jungkook sintió un nudo cruzar su garganta, recordando lo que había dicho la noche que él había desaparecido.
Sus manos se movieron también por el cuerpo del vampiro, con una de sus manos acariciando suavemente su cabello tras la nuca.
Quiso llorar, y a pesar de que a ambos les dolía todo el cuerpo aún, hizo lo que Taehyung le pidió. Hizo lo que él quería.
Lo hizo. Lo arrulló.
Porque Taehyung volvió a casa, él volvió a casa.
Y ahí, en esos brazos, en esa piel, habían encontrado su hogar.
Holi, gracias por leer, graciaspor sus comentarios no me lo merezco, voy a llorar :( prdon por no responder todos adlkñjqwe pero LOS LEO TODOS ok? Lo otro, yo sé que quieren que hagan el ñaki ñaki pero apenas se pueden el cuerpo, déjenlos descansar ok? aun faltan cositas que aclarar pero el taekook recién se está recuperando así que les quise dar este cap de un momento intimo entre ellos :c asjdjjds eso nos vemos. Besitos, besitos, bye bye
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