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20 - iv

Pd. Los tiempos no son tan simultáneos, pero hay varios escenarios que considero importante, así que de todas formas los colocaré. No considero que hago relleno, porque no me gusta, ustedes saben que me gusta hacer historias cortas, pero siempre termino extendiéndome más de lo que creo que durará una historia asjdashw siempre quedo 🤡🤡🤡 y si alguna vez lo creyeron así pido perdón, creo que cada parte que escribo es algo que ayuda al desenlace de los escenarios y me gusta mucho dejarlos cerrados y justificar el por qué de cada acto.


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Cuando Jimin y Yoongi salieron del bosque de los humanos, cruzando la carretera que dividía ambas zonas para poder volver a la guarida, supieron que las brujas se habían movilizado hacia el sur.

Lo notaron cuando la brisa fresca les erizó los pequeños pelitos de la nuca, un frío crudo recorriendo toda su espina como si fuera un aviso de lo que estaba sucediendo.

Toda la naturaleza en sí era la respuesta; los fuertes estruendos como truenos partiendo el cielo, los árboles meciéndose, el cielo amaneciendo.

Yoongi ahí lo supo. Tenía que volver a la manada, lo sabía, pero no estaba seguro de poder quedarse ahí hasta esperar que Jungkook, las brujas y los cazadores resolvieran todo.

Aún si tenía el presagio de Yeji calcado en su mente como una ley prohibida en su vida, sabía perfectamente que no podía quedarse quieto, sin hacer algo.

Lo entendió en el momento en que el corazón se le detuvo de golpe, cuando dejó de sentir el ligero rastro de Jungkook. Su lobo alfa aullando al notar que uno de su manada se encontraba completamente fuera de su rango.

Como alfa, Yoongi podía presentir si los lobos pertenecientes a su manada estaban heridos, muertos o simplemente en necesidad de su alfa.

Podía rastrearlos, sin necesidad de marcarlos con su aroma. Un don que cada alfa adquiría con los de su manada a modo de velar por los suyos. Necesitaba un pequeño rastro de su aroma para poder dar con un rango de ubicación a kilómetros a la redonda alrededor de todo el bosque, no más que eso, como si el bosque entero estuviera ayudándolo a seguir a cada lobo.

Al sur de aquí, donde ellos se habían dirigido, era lo suficientemente cerca para presentir a Jungkook.

El problema es que Yoongi había dejado de sentir su presencia hace varios minutos atrás, y ahora no sabía si estaba muerto, herido, o necesitado.

Jungkook parecía haber dejado de existir alrededor del bosque, y Yoongi sabe, sabe que esto es el resultado del chico infiltrándose con éxito en el complejo de los humanos.

Pero, aun así...

—¿Yoongi? —Jimin se acercó a él, posando delicadamente la mano en su brazo, como si quisiera capturar su atención cuando él se quedó escéptico observando el cielo en dirección al sur.

Era de esperar la confusión de Jimin, Yoongi se había quedado detenido a mitad de la carretera, rígido y emanando un aroma preocupado.

Jimin observó para todos lados cuando Yoongi no habló, el chico intentando agudizar sus sentidos, alerta de que quizá estuviese ocurriendo algo que él aun no captaba, sin embargo, estaba seguro que, en aquella desolada carretera, se encontraban completamente solos.

Fue entonces que, luego de otro estruendo, Yoongi finalmente habló.

—Jimin —le dijo, girándose para mirarlo directamente a sus ojos, dorados, agudos y tenaces que parecían brillar en el cielo esclareciendo, donde podía incluso notar su leve reflejo. Yoongi le observó seguro y firme—, necesito transformarme, necesitamos llegar rápido a la manada.

Jimin le miró serio, más no cuestionó, podía sentirlo a través del lazo, así que, como un subordinado más, asintió a su líder, dando un paso atrás, tomando posición de descanso militar mientras esperaba por él.

Yoongi se quitó parte de su traje, tendiéndoselo y en menos de un segundo, los huesos crispan, la materia cruje, la piel se desgarra y un lobo se posa frente a él.

Jimin ahoga un jadeo cuando lo ve, porque el lobo de Yoongi era hermoso, como ningún otro, su aura fría cerniéndose a su alrededor aun cuando sabe que es un animal de temperatura caliente. Dejaba una ligera ola de neblina espesa en el aire, como si estuviera marcando presencia de forma natural, sus feromonas tan fuertes y asfixiantes que estaba seguro pondrían incómodo a cualquiera.

No podía quitar la vista de él, y nunca se aburriría de pensarlo, pero el lobo de Yoongi lucía como un animal mitológico, fuera de este mundo llevado por razas.

Este lobo frente a él, lucía como si el bosque tomara forma física, representada en un gran animal albino y peludo.

El lobo levanta la cabeza, mostrándole sus fauces y luego sus patas delanteras se inclinan, con gracia frente a él, como si estuviera haciéndole una reverencia.

Los ojos dorados del lobo le miran de forma un poco intimidante, pero Dios, Jimin solo veía amor y protección en ellos, entendiendo al instante lo que estaba intentando decirle.

Quería que se subiera a su lomo.

"Así iremos más rápido." Una voz se caló en sus pensamientos, de una forma tan clara que pegó un salto por lo desprevenido. Hizo reír a Yoongi, y su risa le hizo sonrojar. "Te acostumbrarás."

Una cosa era comunicarse a través del lazo cuando ambos estaban en su forma humana, pero esto, viendo a este animal hablar en su mente, era completamente diferente.

Era más básico y primitivo.

Jimin no perdió más tiempo, por más encantado que estaba de esta habilidad de poder comunicarse tan íntimamente entre ellos, tenían cosas que hacer, así que rápidamente se subió sobre su lomo y abrazó su cuello, sus dedos acariciando el pelaje suave y blanco, su palma sintiéndose cálida bajo le acogida de la temperatura alta de Yoongi.

"Sujétate fuerte."

Jimin bajó un poco más su torso, y apretó ligeramente su pelaje.

"Lo estoy."

El lobo le miró de reojo como si quisiera asegurarse de que Jimin estuviera seguro, fueron solo un par de segundos, pero lo suficiente para que el lobo de Jimin emergiera, en sus iris castaños tiñéndose de un ámbar claro, indicándole que estaba ahí, seguro con él.

Yoongi volvió la vista al frente, se inclinó para tomar vuelo y en un gran salto, partió adentrándose al bosque de su territorio.

A mitad del trayecto, alzó la cabeza al cielo y aulló fuerte, un sonido largo y agudo, el cual perduró por varios segundos, retumbando en los oídos de Jimin y provocándole una sensación extraña.

El lobo se echó a correr con mayor velocidad y no pasó mucho tiempo para que se escucharan diferentes aullidos a lo largo del bosque, de la misma forma en que él había aullado.

Cada lobo comenzó a responder. Uno tras otro.

"¿Qué les dijiste?" Preguntó, siendo para él difícil poder reconocer aún el tipo de aullido con el que se comunicaban los lobos.

Yoongi no respondió de inmediato, y Jimin tampoco empujó, su propia naturaleza tranquila tuvo la paciencia de esperar por él.

Sea lo que sea, confiaba, confiaba en Yoongi a ojos cerrados.

El lobo terminó de trotar el último tramo hasta la cabaña de Hoseok, donde volvió adquirir su apariencia humana. Jimin le tendió su traje y espero tranquilo para que se vistiera.

Cuando estuvo listo, sus miradas se encontraron y Yoongi le observó serio, por lo que pareció una eternidad cuando apenas fueron un par de segundos.

Jimin se pregunta si quería decirle algo que le estaba costando hablarlo con él, y bajo ese pensamiento, tuvo la urgencia de acercarse y levantar una mano para acariciar suavemente su mejilla, sin embargo, se detuvo cuando sus oídos captaron varias pisadas acercándose a su alrededor.

Ambos movieron la cabeza en dirección al sonido, sintiendo la fuerte presencia de varios pares de ojos observar desde las penumbras del bosque que rodeaba la cabaña.

Los lobos estaban ahí, incluso Baekhyun y Chanyeol en su forma humana, ambos sin ser capaces de volver a mostrar su parte animal aún.

Jimin se ubicó a un lado de Yoongi y ambos estudiaron al resto, quienes no tardaron en inclinarse frente a ellos, hacia ambos, mostrando respeto. Jimin tuvo muchas dudas, así que su vista fue nuevamente hacia Yoongi, esperando alguna respuesta.

Y Yoongi lo supo.

—Que se preparen —le dijo entonces, respondiendo a lo primero que preguntó mientras venían en camino. Jimin inspiró profundo cuando, junto con esas palabras, sintió el ambiente más pesado, un aroma que le incitaba a unirse también. Esa parte escondida de su lobo queriendo salir y reclamar por él. Sus ojos no dejaron a Yoongi, a su perfil mientras este seguía observando a su manada al mismo tiempo que decía una vez más—: les dije que se preparen, que se preparen para atacar.

Sus ojos se abrieron de golpe y una sensación efímera recorrió todo su cuerpo, moviendo todos los engranajes en su mente.

Su rostro fruncido cuando, casi de forma automática, las palabras de Yeji y su presagio invaden todos sus recuerdos.

La preocupación brotó en él como un instinto de querer proteger a todos ahí.

—La bruja habló —le dijo, en un tono de advertencia como si Yoongi no lo supiera, cuando él sabe que el conocimiento se mantiene vívido en ambos. Sin embargo, Yoongi no dijo nada y algo en eso convirtió a Jimin en un manojo de emociones puras, aflicción, desesperación, duda y recelo. Yoongi lo notó al instante, acercándose a él y actuando al segundo. Las manos del alfa fueron a sus mejillas, dedos cálidos acariciando sus pómulos en un intento de tranquilizarlo, tocando su piel sólo como él podía hacerlo. Sus ojos, aun conservando el brillo dorado de su lobo, le miraron directamente, y a Jimin le dolió el corazón, no porque fuera malo, sino porque Yoongi, pese a cualquier circunstancia, siempre le miraba con amor en sus ojos.

—Tranquilo... —susurró, más Jimin negó.

—Las brujas hablaron —Repitió, negando con la cabeza y no dejando ir su idea—, ellas advirtieron, Yeji advirtió, Yoongi... si ibas... ellos morirán —lo último salió como un susurro ronco, un sabor a miedo en su boca porque sabía que por más bajo que hablara, los lobos lo estaban escuchando igual.

—Si yo iba con Jungkook, entonces la manada quedaba desprotegida —le mencionó, y se tomó una pausa para continuar—, pero no mencionó nada si todos estábamos juntos en esto.

Jimin guardó silencio, era arriesgado, y estaba seguro que Yoongi pensaba igual. La probabilidad y la certeza era nada en un mar negro que estaba a punto de ahogarlos.

No pudo evitar girar la cabeza y observar a los lobos, notando recién ahí su vista nublada debido a lágrimas no derramadas, quizá por la preocupación, quizá por la conmoción.

—¿Ellos están de acuerdo? —preguntó, y sus labios temblaron.

—Por Jungkook —Yoongi mencionó, con la voz más segura que nunca y fue algo que Jimin notó en todo su cuerpo—, por el alfa sucesor de esta manada, y por todo este bosque, que es su casa... ellos matarían y morirían.

Jimin inspiró profundo, y su garganta dolió. Él sabía, la lealtad de los lobos era algo único en el mundo, sin embargo, no pudo evitar pensar en Taehyung, porque para él ambos de sus hermanos eran su prioridad.

—También —Yoongi dice entonces, como si hubiese leído el camino de sus agobiantes pensamientos, sintiendo toda esa preocupación a través del lazo. Jimin rápidamente giró la vista hacia él y le miró sorprendido. Yoongi no hizo más que alzar el mentón y darle una mirada seria, fuerte y tenaz, característica de un líder cuando, como una sentencia, le aclara sus dudas diciendo—: por él también.

El sentimiento le llenó el pecho y el significado de esa simple respuesta le apretó el corazón. La emoción que se dispersaba por todo el lugar lo acogió y Jimin esta vez tragó una sed de lucha y venganza: era determinación.

No respondió nada, Jimin se alejó de él, como anteriormente había hecho y cuando estuvo varios metros distanciado, se ubicó de frente, observándolo. Entonces, un lobo se ubica a su lado, Jimin no tiene que mirar para saber que se trataba de Namjoon, ambos ubicados frente a Yoongi, junto con los lobos atrás de ellos respaldándolos.

Hubo un par de segundos, donde Yoongi esperó y luego, Jimin junto con los lobos inclinaron ligeramente el cuello hacia él, aceptando su decisión y tomando sus palabras.

El fuerte aroma de los lobos aumentó y les dio una sensación de empoderamiento y energía, una fuerza inexplicable y el coraje de ser capaz de ir contra todo y todos.

Los lobos a su alrededor aullaron, fuerte y grueso.

Esta vez, Yoongi junto con ellos.

La brisa viajó, y las brujas se manifestaron como una ráfaga de viento que les acarició el pelaje y las mejillas a todos, delicadamente.

Ellas sabían, que la batalla con los humanos había comenzado y que los lobos también se estaban uniendo.

No importaba lo que había dicho Yeji.

Yoongi sabía, Jimin y cada uno de sus lobos también.

Aunque duela, aunque arda, aunque queme, destino era destino.

Y no había forma de escapar de eso.





*





Estaba saboreando el cielo.

Un golpe de adrenalina explotó en alguna parte de su cuerpo, como una bomba que iba contra el tiempo, dándole una energía por mil años más. Una sensación regocijante que recorrió cada rincón, cada célula y cada rastro de lo que lo componían.

Sus colmillos se alargaron y Taehyung hundió ahí, con ahínco, cegado de una sed a la que no estaba acostumbrado pero que lo volvía adicto, perdiendo completamente los estribos.

Por lo mismo la razón se le nubla, cuando todo su ser pedía por eso, ansiaba esto, el hormigueo en sus dedos, en la punta de su lengua que lamía la piel que sus colmillos se negaban a soltar. El sabor volviéndose tan dulce, tan adictivo que estaba seguro nunca podría tener suficiente de esto.

Era gloria.

No pudo evitar gemir por lo bajo, y sus largos dedos, encajados en la cintura ajena, apretaron con fuerza la carne de ahí por sobre la ropa. Como si estuviera reteniendo a su presa para que no se moviera. Taehyung quería romper la tela y tocarle la piel, su temperatura fría anhelando aquel tacto caliente que sabe, recibiría apenas lo hiciera.

Porque ahora, aun si el tacto era superficial, las palmas le ardían.

Se estaba consumiendo, cada parte de él y no le importaba. Le gustaba.

Taehyung quería ahogarse tan malditamente mal, que el disparo de aquella honesta sensación brotó por todas partes fuera de él.

Era una sensación inexplicable y que nadie podría entender tanto como otro vampiro adicto a esta miel.

Jungkook cerró los ojos con fuerza, sus brazos automáticamente rodearon los hombros ajenos, apretándolo contra él, como si tuviera miedo de que Taehyung se alejara porque sus colmillos estaban enterrados en toda la extensión y cualquier movimiento brusco le desgarraría la piel.

Entonces, Taehyung mordió más profundo y se sintió como si el oxígeno hubiese dejado sus pulmones, completamente vacíos por un leve periodo de tiempo. La piel le ardió y el escozor viajó por todo su cuerpo, líquido caliente que parecía recorrerlo desde la cabeza hasta la punta de los pies, la tensión tiró de él y las manos afianzadas con fuerza en su cintura, lo hicieron permanecer en su lugar quieto como una estatua, sin embargo, fue cuestión de segundos cuando la segunda parte y verdadero placer de la mordida de un vampiro comenzó actuar.

El efecto placebo fue recibido por todo su cuerpo y el escozor se reemplazó por una leve sensación de cosquilleo que se concentró en la zona baja de su estómago. El calor lo acogió y una chispa excitante se caló en el fondo de sus huesos, por debajo de su piel, una electricidad que vibró en su pecho y ahí se quedó, de tal forma que, se sintió bien, se sintió gratificante, se sintió como si él hubiese vivido toda su vida para este momento.

Su lobo se lo decía, esto era lo correcto. Taehyung no le estaba haciendo mal, aun cuando sabe que estaba tomando su sangre, no era daño.

Apenas era consciente, perdió la percepción del tiempo y en lo único que puede pensar es en lo caluroso que se siente su cuerpo y en lo bien que se siente el cuerpo de Taehyung aferrado al suyo. Jungkook quiere fundirse con él y darle lo que necesite.

Le sujetaba fuerte, manos grandes que encajaban de forma perfecta en esa línea curva, como si quisiera impedir que se fuera algún otro lado.

Jungkook quiere tener la fuerza para decirle que eso no pasaría. Que él vino para quedarse.

Y como si fuera necesidad, Jungkook con los dedos temblando logra acariciar torpemente la espalda del vampiro, en un ritmo muy lento y descoordinado.

Es entonces, cuando la pequeña y suave acción se convierte en un golpe de realidad que estalla en todos sus sentidos, cuando sus piernas comienzan a perder fuerza, sus músculos se sienten débiles y su cabeza da vueltas, mareado como si sus pies no encontraran una base estable bajo el duro suelo.

Sus ojos se abren pesadamente, su visión es borrosa cuando intenta fijar la mirada en algún punto, y a pesar de que no puede y le toma varios segundos, en medio de toda la oscuridad que rodea la habitación, Jungkook logra divisar el metal que sobresale de una pared agrietada, producto de los temblores que sacudían el edificio. Las vigas estaban rojas, ardiendo, como si un fuego quisiese fundir el hierro y derretirlas como la cera.

Jungkook sabía, era la clara respuesta de toda la energía que estaba recibiendo Taehyung al tomar su sangre. La sangre de un alfa.

Tanto poder que alteraba todos los sentidos del vampiro, cuando el tubo fluorescente que se ubicaba en el centro del techo se enciende, se apaga y se vuelve a encender para posteriormente estallar en miles de pedazos.

No puede evitar preguntarse cuánto poder debería estar generando Taehyung como para hacer todo eso de manera inconsciente y en un lugar rodeado de minerales y piedras que anulaban lo sobrenatural.

Es algo difícil de entender, y algo por lo que quizá debería sentirse amenazado, un vampiro con tanto poder imponiéndose ante un lobo alfa como él. Sin embargo, todo lo que siente es calor, bordeando su cuerpo, tan cálido, aun si los labios contrarios en su cuello son fríos, aun si el aura de Taehyung es gélido, Jungkook lo único que puede sentir de él es un sentimiento jodidamente cálido.

Quiere llorar, porque Taehyung es hogar, se siente como hogar y no tiene miedo, Dios, no podría tenerle miedo porque sabe, él y su lobo saben que, aunque Taehyung se sienta perdido, no es capaz de hacerle daño.

Lo siente en el fondo de su pecho y confiaría a ojos cerrado del tipo de seguridad que el vampiro les hace sentir.

Y es en ese momento, cuando la piel desgarrada se hace presente, la tensión de sus músculos vuelve y los tendones tiran, hay un ligero escozor que lo aflige y lo contrae y todo explota en un dolor que arde.

Taehyung quita los colmillos al segundo y se aleja de golpe, como si la fuente de calor fuera Jungkook, como si el fuego viniera de él y estuviera quemando todo a su paso.

Como si doliera.

Como si tocarle doliera.

El edificio entero tiembla y gruesos ruidos se escuchan en la infraestructura.

Taehyung solo tiene ojos para Jungkook, ojos grandes y rojos que le miran con sorpresa y con miedo, mucho miedo.

Jadea, como si estuviese ahogado, desesperado por aire que no necesita y sus ojos no pueden dejar los ajenos que parecen más cansados. Sus colmillos siguen largos, con manchas de sangre que gotea en una de las puntas, un pequeño hilo de esta deslizándose por la comisura de su labio.

Jungkook apenas lo visualiza, esforzándose para enfocarlo de a poco, sintiendo su cuerpo pesado, incluso el hecho de pestañear.

Pero no le preocupa, no se preocupa porque no duele, duele más el hecho de verlo así a él, Dios, le duele demasiado ver la culpa en sus ojos, que brillan como pequeñas piedras preciosas.

Jungkook traga saliva y duele, sus labios tiemblan por querer hablar, su garganta raspa por hablar y decirle que estaba bien, que no tiene por qué colocar esa cara tonta, porque lo siente, joder, lo siente desde el fondo de su pecho y necesita decírselo. Ese rostro aterrado le duele a él, ese aroma de Taehyung agrio y marchito, es la causa que empujan a él y a su lobo a querer decir algo porque sabe, (saben) que Taehyung se está sintiendo horriblemente culpable.

Pero no puede, de su boca no sale nada, Jungkook no emite ningún sonido al principio, las palabras se acumulan en su garganta y quedan atrapadas ahí cuando tiene el intento de articular, de consolarlo, arrullarlo.

Quiere estirar las manos para tocarlo porque de pronto Taehyung está demasiado lejos, sin embargo, lo único que hace es sentir sus piernas débiles y pesadas, obligándolo a arrastrar la espalda por la pared hasta caer sentado al suelo.

—¡Jungkook! —Taehyung llama su nombre, con una voz rota y demasiado ronca, el vampiro se arrastra a su lado, pero no lo toca, solo se acerca para cerciorarse de su estado, nada más.

Eso a Jungkook le duele, más que cualquier cosa, porque es el resultado de las acciones que acaban de cometer.

Con esfuerzo y de forma perezosa sube su mano hasta su propio cuello, la palma directo en la zona donde Taehyung mordió. Arde un poco, pero cuando la aleja para comprobar la herida, no hay sangre y estaba seguro que las pequeñas incisiones estaban comenzando a sanar.

Más lento, sí, por su estado y por todos los minerales del edificio, pero algo es algo.

Siente la mirada de Taehyung de forma intensa, y cuando alza la vista ve al chico observarle con un rostro que nunca había hecho antes por él. Sus cejas están fruncidas, y su aflicción se refleja en cada músculo de su rostro.

Era la primera vez viéndole así, con la mirada deprimente y lamentable.

Su lobo aúlla. El pecho se le contrae y algo detrás de su garganta arde. Arde.

—Fue mi culpa —Taehyung dice, en un susurro apenas audible y niega con la cabeza, sus facciones duras, como si apretara los dientes hasta hacerse doler la mandíbula—, es mi culpa, no quería, realmente no quería hacerte esto.

Jungkook le mira, le mira con sus ojos brillosos, iris dilatados que lo reflejaban.

Era amor. Y a Taehyung le duele.

El lobo inspira profundo y bota el aire, tiene que calmarse, Jungkook sabe, están contra el tiempo y tiene que recuperarse a una velocidad excepcional si querían salir con vida de ahí.

Sabe que Taehyung tomó menos sangre que la vez anterior; la primera vez durmió dos días, ahora siente que un corto descanso lo hará volver a continuar.

Así que reposa la cabeza tras la pared y alza ligeramente el mentón, conectando su mirada con aquellos ojos que no se despegan de su vista, como si un pestañeo fuera hacerlo desaparecer.

Jungkook se siente igual, porque eso realmente ocurrió, un solo pestañeo y su vida fue quitada de sus manos.

Volvió a inspirar, apaciguando sus respiraciones y tratando de concentrarse para canalizar su propia energía.

—No me mires así —le dice finalmente, en un susurro roto—, yo elegí esto. Te elegí, así que no me mires así.

—Das mucho —dice Taehyung, negando ligeramente con la cabeza, luce más calmado y eso tranquiliza a su lobo—, para tan poco... das mucho. No menosprecies tu vida.

Jungkook alza ligeramente una ceja y una sonrisa se curva en una comisura de sus labios.

—Wow —susurra, con una voz un poco petulante—, Kim Taehyung desmereciéndose, soñé con este momento...

Taehyung le mostró los dientes. Más la sonrisa en su rostro le conmovió en el pecho.

—No juegues —graznó molesto—, voy a matar al que sea que te haya dado el permiso de venir aquí, no debiste, Jungkook. No debiste.

—Ya te dije —respondió, y tragó saliva, doliéndole un poco. Sus ojos le miraron directamente, una intensidad de Taehyung recibió cuando habló—, fue mi elección. No tuve que pedirle permiso a nadie, yo elegí esto.

Era serio, como nunca antes, Jungkook dejó la sonrisa y le miró serio, sus cejas fruncidas, su mandíbula tensa y gruesa, sus labios en una dura línea.

Taehyung simplemente lo vio, por un segundo, dos segundos, y no aguantó.

Soltó un ligero tsk, una maldición por lo bajo y se acercó hasta tocarlo.

Y se sintió tan bien, tan recibido cuando posó su frente en la del lobo.

Ambos querían esto, ambos necesitaban esto.

Lo sabían.

Taehyung iba a llorar por la sobrecarga emocional que estaba sintiendo.

—Eres tonto, Jungkook —susurró, sus ojos cerrados y sintiéndolo, sintiendo su piel arder en la suya, un tacto al cual se había acostumbrado y por el cual pedía a gritos. Sus manos reposaron en el cuello del chico a cada lado y Jungkook se relajó, sintiendo el frío como un analgésico, su nariz acariciaba ligeramente la contraria y Jungkook lo recibió gustoso—, joder, maldición... —Taehyung apretó los labios y volvió hablar—, en serio no debiste venir, no era necesario, te juro que cuando regresemos les diré a los lobos que te hagan un altar y los obligaré a adorarte y-... perdón, perdón por esto, por todo, perdón.

—Ya te dije, fue mi ele-

—Lo sé, lo sé, solo... perdón —Taehyung rozó sus labios ligeramente, el hielo acariciando el fuego de su piel y se sintió bien, sin embargo, su pecho se apretó por lo doloroso que sonaba la voz del vampiro, por lo doloroso que se sentían sus emociones a su alrededor. Jungkook podía olerlo.

Jungkook no volvió a contradecirlo y Taehyung sabía que no debía pedir perdón porque el lobo había elegido y lo había elegido a él. Debería sentirse reconfortante, porque el alma de Taehyung también había elegido a Jungkook.

Si la situación fuese al revés, Taehyung habría elegido a Jungkook con los ojos cerrados, sin embargo, siente que debe disculparse porque ahora ambos están arrastrados a un precipicio casi imposible de evitar.

—¿Cómo te detuviste? —Jungkook preguntó, Taehyung lo miraba, sus manos entre sus manos, acariciándolo mientras esperaba por él. Jungkook lo miró y preguntó nuevamente cuando vio a Taehyung mirándolo con un poco de confusión—. ¿Cómo sabías que era suficiente? Porque yo no pude, no pude detenerme.

Taehyung permaneció en silencio por unos segundos, y Jungkook tuvo un ligero desespero al no saber qué pasaba por su mente cuando, de pronto, se encogió de hombros.

—Solo pensé en ti —le confesó, siendo demasiado general, pero con una frase que Jungkook sabía, le estaba abrumando—, solo pensé en ti, Jungkook.

¿Cómo podría dañarte? Taehyung se pregunta de forma retórica, Jungkook es todo lo que tiene, es decir, sabe que su vida está rodeada de grandes personas, pero Jungkook es su razón, y esa frase, tiene mucho más significado de lo que aparenta.

Herirlo, pensar en herirlo, era como quitarle el oxígeno a un humano.

Lo mataría.

Aquí era lo mismo.

—¿En mí? —Jungkook preguntó, con la voz ronca y había un leve sonrojo bonito en sus pómulos.

Taehyung pensaba que era bonito.

Asintió. Serio y seguro de sí mismo, como si fuera una sentencia sustancial.

—Siempre pienso en ti, cachorrito —Taehyung tomó aire, solo porque estaba cargado de feromonas de aquel alfa, y sus ojos brillaron más intensos, más rojos—, no te imaginas cuánto.

—Creo que puedo —le respondió Jungkook, quizá sin pensarlo, quizá precipitado, cuando su vista se niega a dejar la contraria, cuando sus ojos son esmeralda pura, son verdes, son brillantes, son seguridad y convicción. Jungkook toma aire, profundo porque la sala olía a él y olía a Taehyung; rosas, rosas en primavera, flores, bosque y coco—, puedo imaginarlo porque yo también lo hago —sin titubeos, algo que caló en Taehyung de una forma que Jungkook no fue capaz de sentir cuando continuó diciendo—: yo también siempre pienso en ti, Taehyung. Siempre.





*





Taehyung no pierde de vista cuando quince minutos después Jungkook se pone de pie, más recuperado, más energético.

El lobo se quita el pequeño bolso que rodeaba sus caderas y lo deja sobre un mesón, hurgando en él en busca de algo.

Taehyung siente culpa de momentos, como ahora, cuando nota la pequeña marca que dejaron sus colmillos en el lateral de su cuello, el fiel recordatorio de que él era un monstruo que había nacido para matar.

Era algo que definitivamente lo acompañaría por el resto de su vida.

La sensación era deliciosa, la sangre de Jungkook lo era, se notaba el poder de alfa, el poder de un lobo, sin embargo, era algo que lo hacía sentir lamentable.

No quería volver a experimentar algo así.

Se acerca al chico, viendo lo que hacía con sus manos dentro de su bolso.

—¿Seguro que estás bien? —pregunta, porque lo ve moverse y actuar como si nada, como si segundos antes no estuvo sentado en el suelo intentando mover un músculo.

Jungkook no responde, Taehyung se pregunta si lo escuchó cuando lo ve sacar una pistola del bolso, la cual le rellena los cartuchos y la deja completamente cargada a un lado cuando hace lo mismo con otra más pequeña.

Entonces, el edificio vuelve a temblar y Taehyung se acerca, dejando sus manos suspendidas en el aire antes de decidir tocarle porque tiene esta culpa que sabe, no se irá tan fácil de él.

—Jungkook pregunté si-

—No tenemos tiempo —Jungkook le corta, sus ojos puestos en lo que está haciendo porque quizá, sabe que, si mira a Taehyung ahora, sería su perdición, sabe que está afligido, lo puede oler y su lobo lo siente ahí, en su pecho. Y aunque quisiera arrullarlo de mil formas, Jungkook se obliga a ver esto como una misión, intentando no desconcentrarse porque su prioridad era sacarlo de ahí a toda costa—. No sé muy bien qué ocurre en la superficie, dejé a los chicos solos, tenemos que movernos, Taehyung, y tenemos que sacarte a ti y a la bruja, no podemos perder tiempo.

Los remezones se calman, Jungkook no puede evitar pensar en los cazadores, sus dedos tiemblan cuando recarga la otra pistola.

Hay silencio, pero sabe que Taehyung le observa, sus ojos arden en su piel, su presencia es poderosa y se cierne en toda la habitación.

Taehyung sabe que es estúpida su pregunta, Jungkook es un alfa, uno fuerte, demasiado para su edad, pero no puede separar las cosas, porque Jungkook también es el chico del cual se enamoró, es un cachorro, por el cual daría su vida y es la razón del por qué seguía con vida.

—No pregunté por el tiempo —insistió y esta vez Jungkook detiene lo que hace cuando el aire se vuelve más pesado entre ellos—. Pregunté si estabas bien.

Y es Jungkook quien no aguanta, no lo aguanta, Dios, no puede, así que, al carajo, deja el arma en el estante y se voltea hacia Taehyung, enfrentándolo para eliminar toda esa distancia porque sabe que el vampiro tiene los puños apretados a sus costados por el miedo a herirlo si lo toca. Jungkook sabe, es algo con lo que tendrán que trabajar con el tiempo, pero son los sacrificios que hicieron y los que volverían hacer una vez más.

Así que él corta la distancia, cuando sus manos caen al pecho de Taehyung y su frente reposa en la contraria, su tacto sintiéndose tan bien, tan cálido, tan hogareño.

Por un momento, por un segundo, le da paz, y es tan sereno que su garganta le arde.

—Lo estoy, lo estoy, estoy bien, no te preocupes, en serio, lo estoy, soy un alfa, me recupero mucho más rápido que los lobos normales y puedo resistir aun, ya no te preocupes, no es necesario, estoy bien... —Las manos de Taehyung recogen su cintura suavemente, quizá con miedo, y sus labios se rozan con calidez. El vampiro no dice nada cuando lo mira, serio y Jungkook sabe que no está del todo convencido, así que un pequeño gruñido brota desde su pecho, frustrado—, estamos en una misión, si fueras un subordinado ya te hubieran reprochado porque estas poniendo demasiado sentimiento aquí, Taehyung.

Taehyung toma el suspiro de Jungkook en sus labios y le besa corto, casto, porque no tiene tiempo y por un momento tiene el deseo devolver el tiempo atrás, cuando estaban en la manada, cuando lo veía molestarse por usar su ropa, cuando lo marcaba indiscretamente, cuando cortó su cabello que él estaba haciendo un desastre, cuando lo cuidó esas veces que él se había debilitado, cuando se besaron, cuando volvieron a besarse y supieron que era demasiado bueno y que, sea lo que sea que haya entre ellos, valía la maldita pena.

—Está bien —dice por fin, sin emoción y su pulgar hace pequeños círculos por sobre la ropa de Jungkook ahí en su cintura unos segundos antes de soltarlo—, no sentimientos.

Jungkook arquea una ceja.

—Yo no dije eso.

—Prefiero tomarlo así —responde, y una mueca se forma en su rostro cuando ve las balas de plata sobre el mueble—, terminemos esto rápido y tomémonos unas vacaciones después, por favor.

Taehyung se veía alterado, Jungkook pudo sentirlo, pero su postura estaba mucho más relajada que minutos atrás y su actitud bromista había vuelto un poco.

Le hizo sonreír.

Y esa sonrisa, le hizo bien a Taehyung.

Jungkook le tendió una de las pistolas, y él la guardó en la pretina de su pantalón.

Vio a Jungkook hacer lo mismo.

—¿Qué tan seguro es arriba?

Jungkook resopló, el sonido similar a una risa sin gracia.

—Te respondo si te digo que esta habitación es lo más seguro que tendremos de aquí a un par de horas —negó con la cabeza, y sus ojos esmeraldas volvieron a inspeccionar la habitación, como si estuviese asegurándose de que estuvieran completamente solos y aislados, al igual que el pasillo exterior. Taehyung quiso decirle que así era, que ahora tenía sus poderes más fuertes y podía confirmarle que así era, sin embargo, no alcanzó a hablar cuando Jungkook lo hizo primero—. Prepárate —anunció y su mirada enserió—, porque las cosas allá arriba son complicadas.

—Genial —ironizó Taehyung y luego elevó sus cejas, enseñando una sonrisa sarcástica—, una nueva experiencia de vida, supongo.

Jungkook no dijo nada, podía imaginar a Taehyung levantando el pulgar hacia arriba, y el pensamiento le causó un poco de gracia antes de volver a colocarse serio, acercándose a la puerta donde apegó su oreja y esperó.

Podía escuchar a la lejanía un par de pisadas, pero no se acercaban, el constante golpeteo se iba alejando como un sonido fantasmal que su mente imaginó. Desapareciendo hasta finalmente perderse por completo.

Ahora había silencio.

—¿Dónde está la bruja? —preguntó, mirándolo—, necesitamos sacarla a ella también.

—Dejaron en el casino a los prisioneros, un piso más abajo.

—Bien —Jungkook asintió, seguro y sus manos reposaron en la manilla de la puerta antes de girarla—. ¿Estás listo?

Taehyung dudó.

—Sí —le dijo, pero había más y Jungkook esperó—, pero hay un lobo, hay un lobo entre los prisioneros.

—Lo sé, Hoseok lo comentó, pero descartamos que sea de la manada, de todas formas, si podemos lo ayudaremos.

Taehyung asintió, sin agregar más, no se atrevió a agregar más, no pudo decir que, a pesar de estar convencido de que el aroma de Jungkook era único, ese lobo, de alguna forma olía similar.

A flores, a especias.

No pudo decirle que él tuvo el estúpido pensamiento de creer que ese lobo era su compañero.

Era la menor de sus preocupaciones aun si el pensamiento le molestaba en el fondo de su mente.

Y Jungkook lo sabía, sabía que había algo inquietándolo, pero tampoco podía detenerse a preguntarle lo que estaba mal. No tenía idea de lo que ocurría arriba y eso alteraba a su lobo, eso y el hecho de estar en un lugar que intentaba anular sus poderes a cada segundo, como si la gravedad fuera una fuerza sobre sus hombros que lo obligaba a poner el doble de esfuerzo para todo.

Jungkook tiene que obligarse a dejarlo pasar, porque sea como sea, su prioridad principal era sacar a Taehyung a como dé lugar.

Salieron al pasillo. Taehyung pegó una de sus palmas en la pared y la energía fluyó con poder, con autoridad.

Sus ojos se volvieron rojos y la esclerótica negra.

—Estamos solos en el piso.

Jungkook asintió y ambos avanzaron por el pasillo.

—¿Qué tan riesgoso puede ser que hablemos? —Jungkook susurró, y se movió primero antes de doblar por un pasillo, en dónde apuntó con el arma la cámara que había en el fondo, destrozándola con una puntería perfecta.

—No lo sé, las habitaciones de los prisioneros contaban con micrófonos y cámaras, pero no sé realmente los pasillos.

Ambos avanzaron hasta el fondo, donde encontraron una de las tantas escaleras de emergencias.

Bajaron por estas, Taehyung había llegado por ellas antes, cuando se había escapado de del casino, o más bien, cuando lo dejaron irse.

—De todas formas —Jungkook le dice, con voz bajita y aunque sea esta la situación, a Taehyung le produce sentimientos—, no me fío.

Había una puerta de vaivén que separaba las escaleras con el resto del piso. Jungkook se hizo a un lado para que Taehyung posara nuevamente las manos en la puerta y en el suelo, intentando inspeccionar la zona.

Cuando lo hizo, miró a Jungkook y negó.

Ambos abrieron las puertas y a sus ojos estaba nuevamente un piso igual al anterior, pasillos por ambos lados, con varias puertas de habitaciones, completamente blancos, un poco agrietados por los temblores que arrasaron con la infraestructura, más el lugar se veía un poco menos dañado que el resto.

—Yo tampoco me fío —susurró Taehyung, cuando él mismo apuntó una de las cámaras del fondo, tirando del gatillo y destrozando el aparato en un solo disparo. Bajó el arma y observó para varios lados, procurando de que no haya otra, y cuando estuvo seguro, su voz se alzó más fuerte—: ojalá no se enteren que escupo ácido que derrite huesos humanos y que de mis brazos se disparan espinas cuando se me acercan mucho.

Jungkook rodó los ojos, pero sus labios se curvaron hacia arriba.

Taehyung podría soltar comentarios estúpidos en las peores situaciones porque así era él, y le gustaba.

Le gustaba.

Realmente, le gustaba.

—¿Por cuál pasillo?

Llegaron a una bifurcación, Taehyung analizó ambos caminos y apuntó el de la derecha.

Ambos se movieron en sigilo, Jungkook primero, a pesar de que Taehyung le frunció el ceño mientras le miraba avanzar.

Estaba indignado.

Existía esta lucha constante por quién cuidaba del otro. Taehyung quería ir primero en caso de cualquier cosa que los ataque de frente y Jungkook hacía lo mismo.

Aunque Jungkook quiere decirle que se siente seguro con él cuidándole la espalda.

Continuaron moviéndose en silencio, cerciorándose de que no quedaran registros de ellos, o por lo menos no los suficientes de Jungkook, rompiendo todas las cámaras, el silenciador del arma aplacando el sonido que resonaba como un eco en el vacío.

Cuando llegaron a las puertas que daban la entrada al casino ambos se miraron, Taehyung dio un paso adelante y Jungkook tomó la pistola de la pretina del chico, apuntando hacia el frente y esperando.

Taehyung posó las palmas en las puertas y cerró los ojos, sintiendo las vibraciones, analizando el complejo en intento de hacer un mapa mental de las instalaciones.

Lo último que recuerda de este lugar era haberlo visto atestado de gente, de soldados, de doctores, científicos, prisioneros como él.

Y Choi.

Choi Siwon dejándolo escapar.

Joder.

Ahora siente nada, sus manos apenas vibran y siente el lugar vacío. Sin movimiento. Sin estática. Sin ruido.

—No hay nada —susurra, y niega con la cabeza. Jungkook lo ve y sabe que no está del todo convencido—, no tengo un buen presentimiento.

Taehyung menciona que quiere ir primero, más Jungkook le frunce el ceño y le muestra los dientes porque es a él a quien el enemigo busca, lo que el enemigo quiere, por supuesto no lo dejaría ir primero. Taehyung susurra que estaba bien, no lo matarán porque lo necesitan, sin embargo, eso ni siquiera es tranquilidad para Jungkook, solo hace que su lobo se sienta más amenazado y sobreprotector que nunca.

—Al mismo tiempo —dice, finalmente, Jungkook, ambos sabiendo que es ridícula la discusión que tuvieron—, me cubres y yo te cubro.

Taehyung parece respirar sus palabras, y cuando sus ojos le miran, es como si observaran los suyos con una profundidad infinita.

—Mis ojos siempre están en ti —le dice entonces, Jungkook se ve en el reflejo rojo de su iris, brillando, como diamantes perlados en el centro de todo ese fuego y la sensación es como si el universo explotara en su pecho, cuando se logra ver tan bien, él y su lobo reflejados en el vampiro—. Siempre estarán en ti.

Era mucho más que cubrirle la espalda y Jungkook quiere besarlo, quiere besarlo con fuerza, rodear los brazos alrededor del chico porque es suyo, suyo, suyo, suyo.

Le duele el pecho.

Jura que sacará a Taehyung de aquí vivo, y no es una simple promesa que se viene recordando desde que llegó aquí, es una sentencia que se marca como la voluntad de su lobo, cuando este aúlla en su pecho para cerrar el trato porque si está vivo, es para cumplir esto.

Ambos se miran, hay demasiado sentimiento en el aire y es tan intenso que Taehyung parece ahogarse, pero ambos se miran y asienten.

Los ojos de Taehyung brillan y sin decir ninguna palabra, sin compartir ninguna palabra más, empujan las puertas e ingresan.

El casino es un desastre, no es como lo recuerda Taehyung y está completamente vacío, tal como sus manos lo presintieron, sin vibraciones.

Todo era caos, el suelo estaba levantado, las mesas y las sillas tiradas y rotas, había fragmentos de vidrio en las vitrinas de la comida y la parte que recuerda haberse derrumbado, se encontraba mucho peor.

Los escombros estaban por todos lados, como si todo el ataque se hubiese concentrado en esta parte del edificio, lo cual era casi imposible porque estaban a cinco pisos bajo tierra, tenía que haberse derrumbado todo el piso de arriba para que eso sucediera.

Esto lucía como si algo hubiese explotado en el mismo lugar.

No es su preocupación principal, así que los pensamientos se dispersan rápidamente.

Busca a Jungkook con la mirada, quien escanea el lugar, el techo y las esquinas, quizá en busca de alguna cámara de vigilancia, la cual de seguro ya estaba hecha un desastre.

—No hay nada —Taehyung dice—, creo que está vacío.

—No, esto es... —Jungkook mira a su alrededor, y hay algo en el aire que se siente diferente.

Los sentidos de alerta de Taehyung se dispararon cuando vio a Jungkook tenso, los pequeños pelitos se le erizaron en la piel y rápidamente se volteó, dándole la espalda para no dejar ningún punto ciego entre ellos aun si lo único que veían eran escombros y basura por todos lados.

—Hay algo familiar en el aroma —dice entonces Jungkook—, lo siento en todas partes, es pequeño, pero lo siento, es...

—Es el lobo del que te hablé —Taehyung responde, pero las palabras se sienten agrias y hay algo en su pecho que pesa demasiado. No sentimientos, se recuerda porque es estúpido y la menor de sus preocupaciones, así que se obliga a continuar diciendo—, el lobo estaba aquí, con los demás prisioneros.

Jungkook arruga la nariz, tomando la nueva información, y a pesar de que desea preguntarle a Taehyung qué es lo que estaba mal y por qué de pronto soltaba ese aroma pesado, no lo hizo cuando el aroma familiar acaparó todos sus sentidos.

—Huele a bosque —susurró—, y está aquí, ese lobo está aquí.

Taehyung extendió sus colmillos y sus ojos se volvieron rojos como fuego. El revestimiento del edificio tiró de su energía, intentando acapararla, sin embargo, el vampiro era más fuerte que todos los minerales intentando retenerlo.

La fuerza venía del gran deseo de proteger a Jungkook.

—¿Dónde? —preguntó, con la voz casi demoniaca.

Jungkook le miro de reojo, preguntándose por qué se sentía tan amenazado. Sin embargo, la pregunta murió en su garganta cuando se dio cuenta que él había sacado garras, que su lobo estaba igual de defensivo que el vampiro.

Protégelo, protégelo.

¿De qué?

Protégelo.

Se va a ir.

De nuevo.

Protégelo. Tenemos que protegerlo.

Jungkook intentó bloquear sus sentidos, cerró sus ojos y dejó que su olfato se intensificara, tan fuerte y primitivo como se volvía en su forma de lobo.

El instinto básico de caza, dejando que tomara poder para guiarlo.

Y entonces, lo supo.

Observó hacia su izquierda, cerca de la puerta de entrada y donde en la pared quebrantada parecía haberse colgado una gran pizarra anteriormente.

—Ahí —apuntó—, el olor viene de ahí.

Taehyung siguió con la mirada el lugar que Jungkook apuntaba, era una pila de rocas y cimientos rotos, en ruinas.

Intentó olisquear el aire, olía a algo, olía diferente, lo sabe, pero no podía confirmar realmente si correspondía al lobo o-

Entonces, lo supo.

—Maldición.

—¡Taehyung!

Rápidamente se acerca a la pila y quita los escombros, las piedras del cemento que se derrumbaron de la infraestructura, grandes fragmentos pesados que le saca una que otra mueca de esfuerzo.

Jungkook está a su lado y le ayuda.

Sus dedos se raspan y se lastiman, pero ambos siguen quitando todos los escombros hasta que ya no queda nada.

Hasta que se muestra un bulto, un pelaje pardo, un lobo encorvado en sí mismo, haciéndose un ovillo.

Jungkook jadea, y Taehyung lo oye, más no dice nada porque el lobo abre los ojos y trata de enderezarse, un ligero gemido brotando de su garganta por el tiempo que sus músculos pasaron en la misma posición, acalambrados.

Entonces, Taehyung lo ve, ve lo que el lobo había intentado proteger en esa posición y reconoce el aroma, el verdadero aroma a bosque, a hojas de otoño, a tierra y lluvia. A toda la naturaleza combinada en una persona.

—Jayoon—susurra, y su nombre se siente extraño en sus labios porque no lo había pronunciado hace mucho tiempo.

Ella apenas abre los ojos, su pequeño cuerpo encerrado en las garras del lobo, pero no hay miedo, no hay amenaza.

Tiene la piel raspada y unos cuantos moretones, pero dentro de todo, Taehyung la ve... bien.

Ella pestañea varias veces y tose, el lobo la mira y le da una lamida en la mejilla, donde hay sangre seca. Parece recobrar la consciencia de a poco, quizá el poco oxigeno que estaban recibiendo bajo toda esa pila de cemento dejándola confundida.

—Jayoon. —Vuelve a susurrar Taehyung, más suave, más pequeño y ella se voltea.

Sus ojos se encuentran.

Taehyung tuvo muchos recuerdos, como el de su nacimiento, el recuerdo de su primera vida como bruja, hace más de doscientos años atrás; su segunda vida, una bruja poderosa y una fiel amiga.

Ahora estaba ella, su tercera vida en una adolescente.

Y bastaron segundos para que la hermana de Yeji reconociera su rostro, su asombro es puro, sus ojos se iluminan, ella se rompe y no tarda en lanzarse a sus brazos.

Jungkook casi gruñe por la acción, pero se queda tranquilo porque Taehyung está tranquilo, hay alivio, lo huele, lo nota, y lo siente.

Y estaba bien. Ella sabía que él estaba bien, y Taehyung sabía que ella también.





*




—Jooooder.

Dos disparos, tres disparos. Hoseok gruñe cuando el arma se queda sin municiones, toma a Mingyu, quien solo ha maldecido, y lo ayuda a colocarse de pie.

Le dispararon en la pierna, y en el hombro.

Porque lo protegió a él.

Hoseok siente desesperación.

Y Mingyu lo nota.

—No pasa nada —le dice, con esfuerzo y hay sudor en su frente.

Estaba sanando, sí, pero no como antes. Las balas eran de minerales y de alguna forma lo debilitaban, no como a un sobrenatural completo, pero lo debilitaban de todas formas.

El sangrado no paraba.

Hoseok se quejó cuando escuchó el grito de varios soldados, quienes habían llegado hasta ellos, descubriendo su paradero.

—Te estás desangrando y te recuerdo que una parte de ti es humana, Mingyu, te puedes morir por si no lo has captado aún.

Mingyu deja salir un suspiro, y se mueve con mucho esfuerzo cuando cojea, casi corriendo mientras Hoseok le ayuda a moverse.

—Salvando el trasero de Taehyung, matando humanos y viendo a las brujas unidas peleando contra ellos —resumió—, que buen día para morir, haciendo de todo menos cazar vampiros, ¿no es gracioso?

Hoseok gruñó.

—No.

Pero bueno, sí, lo era, solo que no puede reír porque estaban solos, soldados seguían sus pasos de cerca, disparándoles y él no podía hacer mucho porque Mingyu estaba herido y necesitaban moverse.

El chico se estaba desangrando y hay lágrimas en sus ojos, sus latidos golpean en sus oídos y siente su respiración jadear, sus músculos cansados, pero es la adrenalina la que lo empuja a seguir, a sacarlos de ahí, a llevar a Mingyu a un lugar seguro para hacerse cargo de la situación.

Y estaba amaneciendo, no tenían la pobre visión de la oscuridad de su lado, los árboles frondosos apenas ayudaban y cada vez que el sol llegaba a un punto más alto, más delatados se encontraban.

Dejó a Mingyu contra un roble, sentado a los pies de este, con la espalda apoyada en la corteza gruesa de árbol.

Se miraron.

Mingyu dejó reposar la cabeza en el árbol y respiró agitado, sus ojos estaban cansados y su cabello sudado caía por sus ojos.

Su traje se cubría de una gran mancha rojiza por la zona de su hombro derecho hasta su pecho, y en su muslo izquierdo la sangre comenzó a manchar el pasto.

A Hoseok le dolió el pecho, detrás de su garganta ardió y sus ojos escocieron.

Esta es la segunda vez que lo ve así, en este estado y dolía, dolió más que la primera vez, cuando un chico de solo catorce años llegó hasta la finca del gremio, un día de invierno donde nevaba fuerte. El niño estaba ensangrentado, manchando la nieve con su sangre y cayendo en esta mientras recitaba sus últimas palabras antes de desmayarse.

"Ayúdenme a matar a mi padre."

Ese chico del pasado no era nada, pero este hombre era todo para Hoseok y por eso le duele, le duele demasiado y no puede concentrarse cuando saca el pequeño bolso que alcanzó a rescatar de todas sus demás cosas, y rebusca en el más municiones para su arma, colocándolas con torpeza cuando varias se le caen y tiene que hacerlo de nuevo.

Intentarlo de nuevo.

Una mano caliente envuelve su muñeca.

Hoseok no lo mira, porque duele mucho.

—Tranquilo —Mingyu susurra, con la voz agotada, el cansancio filtrado en una sola palabra que Hoseok reconoce muy bien—. Estaremos bien.

—Estaremos bien —Hoseok repitió, con una risa amarga, incrédulo—, no te creas ese cuento.

—Solo lo sé —Mingyu inquiere, con la voz desvanecida, y Hoseok levantó la vista para finalmente verle. Incluso en ese estado, la belleza de su rostro destacaba. Lo vio estirar una sonrisa en su labio, apenas—, instinto vampiro. Estaremos bien.

No hizo comentarios, ni tampoco refutó. Hoseok cargó el arma y los gritos de los soldados anunciando que habían encontrado su ubicación golpearon en sus oídos mucho más cerca.

Cogió su otra arma e hizo lo mismo, quitándole el seguro y dejándolas listas para usarlas.

Miró nuevamente a Mingyu.

Esta vez con convicción.

Esta vez, para creer.

—Estaremos bien. —le dijo, y eso fue todo, Hoseok dejó su lugar y saltó hacia su costado, rodando cuando las mismas voces de los hombros reveló la ubicación, creando un mapa en su cabeza de sus posibles posiciones.

Disparó ambas pistolas a los que estaban más cercas y rodó hasta ubicarse detrás de otro árbol paralelo en el que estaba Mingyu.

Quería desviar la atención del chico, así que se aseguró de dejar las pistolas de Mingyu sin carga para que no intentara nada que revelara su ubicación.

Cuando Mingyu se dio cuenta de eso, le susurró un "¡qué carajo!", pero Hoseok no hizo más que ignorarlo.

A su vez se concentró, les había dado a dos, pero no recuerda el número de soldados que habían seguido su rastro. Se voltea hacia un lado en el árbol y dispara nuevamente, esta vez contando a seis de estos. Uno de ellos le apunta y le dispara y por un segundo de diferencia Hoseok alcanza cubrirse nuevamente tras la corteza.

Y Dios, a Mingyu le daría un paro cardiaco si lo veía hacer eso nuevamente.

Hoseok le dio un corto vistazo para asegurarse de que estuviera bien mientras cargaba sus armas y lo ve con la boca abierta mirándole con indignación.

—¡Pequeña mierda suicida! —susurró para que escuchara solo él, más gimoteo—, así no es como trabajamos, Hoseok.

—Cállate que lo mismo puedo decir de ti. —Musitó, porque era cierto.

Mingyu le susurra que no lo vuelva hacer, pero bueno, Hoseok está en posición preparándose porque sí, lo hará de nuevo y esta vez planea correr hacia ellos mientras les dispara, tiene unas cuchillas sujetas en sus muslos y será suficiente para acabarlos.

Mingyu está indignado, sabe que el chico es capaz, pero son muchos soldados en número, y Hoseok está agotado, no tiene la misma destreza que tenía hace media hora atrás.

Sin embargo, cuando Hoseok está a un segundo de agarrar vuelo, ninguno se mueve porque los soldados dejan de hablar, cuando hay un gimoteo y luego el ruido sordo de algo pesado cayendo al suelo, como un saco de papas, pasos silenciosos, y luego nada.

No hay nada.

No hay voces, no hay movimiento. Ninguna presencia.

Es como si...

Hoseok quiere mirar.

Mingyu niega con la cabeza y se está esforzando a moverse para mirar por él, ser delatado primero para que nada le pase a él, sin embargo, su musculatura no responde y apenas se puede la cabeza.

Entonces, hay ruido de pisadas y Hoseok prepara su pistola cuando las pisadas trotan hacia ellos y-

Un chico se detiene entre ambos árboles, pasando la vista de él hacia Mingyu. Lleva un traje táctico oscuro, y un pasamontaña que oculta su cara, dejando ver sólo sus ojos, aquellos ojos que tanto Hoseok como Mingyu logran reconocer.

—¡Chanyeol, Baekhyun! ¡Los encontré! —Grita Jimin, y se descubre el rostro, su cabello negro cae suave y desordenado y hay un brillo de alivio reposando en sus ojos.

En los ojos de Hoseok también.

Entonces, otras pisadas trotan y ahora están Chanyeol y Baekhyun, ambos murmurando cosas cuando ven a Mingyu completamente ensangrentado, los dos lobos se acercan al híbrido, colocándose de rodillas a su lado para examinarlo.

Baekhyun le acaricia la mejilla, Chanyeol las manos y Jimin casi puede sentir a sus lobos gimiendo adolorido al verlo así.

Chanyeol y Baekhyun eran los encargados de vigilar y resguardar la frontera donde Hoseok y Mingyu se habían establecido luego de que Jungkook tomó su lugar junto a Taehyung.

No era extraño saber que sus lobos se habían encariñado con los cazadores.

Porque era su naturaleza.

Proteger todo lo que era suyo.

—Los lobos —Hoseok dice por fin, cayendo en cuenta cuando los ve ahí, con ellos. Jimin le mira—. ¿Se unieron?

Antes de responder, Jimin habla por el intercomunicador, solicitando enfermeros para tratar a Mingyu y luego corta la señal.

—Sí —le dice, y a lo lejos, si agudizaban su audición, se podía escuchar el ruidos de gritos, ruidos de batallas, aullidos de lobos—, están peleando.

—¿Por Jungkook? —Hoseok pregunta, pensando lo peor para el chico, es decir, iba a pasar más de una hora y no han tenido señales de él, solo soldados y más soldados llegando a la zona donde se abrió la base.

Jimin vuelve a colocarse el pasamontaña, y de sus musleras saca dos cuchillas, el filo brilla bajo el filtro de rayos de sol.

—Por Jungkook —le responde, seguro mientras asiente—, por Jungkook y Taehyung.

Jimin retrocede, murmura algo a los otros lobos y se hecha a correr por donde ellos habían escapado, es rápido para ser humano, es demasiado rápido, quizá el poder de su fuerza de híbrido teniendo algo que ver con eso.

Al rato, llegan dos lobos, con los mismos trajes tácticos, el mismo rostro cubierto con pasamontañas.

Hoseok supuso que lo utilizaban para que los soldados no identificaran sus rostros y fueran delatados.

De todas formas, el cazador los reconoce, son Hani y Jin. Ellos ayudan a Mingyu, mencionando que no alcanzarían a llegar a la reserva porque estaba demasiado lejos y Mingyu ya ha perdido demasiada sangre.

Jin saca una bolsa de sangre, y prepara los implementos para quitarle las balas ahí mismo.

Iba a doler como la mierda, pero era lo único que tenían por el momento.

Todos están conscientes que Mingyu podría morirse ahora o en un par de segundos más porque la pérdida es tanta que no le deja recuperarse con normalidad.

Hoseok se mueve hasta quedar al lado del híbrido, apretando su mano en un intento de decirle que estaba ahí con él.

Chanyeol y Baekhyun se alejan, colocándose de pie cuando saben que Mingyu quedó en buenas manos.

Hoseok los ve ponerse los pasamontañas.

—¿Dónde van? —pregunta, curioso, aunque no le corresponda y hay un quejido que brota del pecho de Mingyu cuando siente la intromisión de una pinza en la zona de la herida, Jin buscando el pequeño fragmento de bala.

Hay un apretón en su mano, y Hoseok la cubre con su otra palma, intentando relajarlo, intentando ayudar.

Rogando tener el superpoder de llevarse el dolor con él.

—Por la luna —dice Chanyeol entonces, respondiendo su pregunta aun cuando no necesitaba hacerlo, y hay algo primitivo en su voz, algo que es instinto, algo más salvaje y se siente como si la persona de pie frente a él, no fuera del todo humano.

Hoseok asume que se refiere a Jimin, por lo que él tenía entendido, los lobos a veces le llamaban así. Supuso que seguirían el camino que tomó el chico minutos antes de perderse cuesta abajo.

—A pelear al lado del alfa. —Baekhyun agrega y el aire se vuelve denso. No sabe si el resto lo está sintiendo, pero se retuerce y hay estática, vibra y es como si la fuerza y el aura de sus lobos lo empujaran a él también.

A pelear por el alfa.

Le cuesta respirar, pero la sensación hostil se vuelve a dispersar cuando ellos se echan a correr, desapareciendo tras los árboles.

Al cabo de unos segundos, hay aullidos por todo el bosque.

No era lamentable, Hoseok sabe reconocerlo un poco, era una llamada.

Los lobos estaban llamando a la manada para pelear.




*




El cuerpo de la pequeña bruja es frágil bajo sus brazos macizos. Taehyung se pregunta cuánto tiempo pasó aquí, privada de buena comida y aislada de sus hermanas.

—Jayoon, necesito saber si estás herida.

Ella se aleja, pero sus brazos se mantienen alrededor de ella y Taehyung se da el tiempo de poder examinar mejor su rostro.

Jayoon niega.

—Hubo una explosión, el lobo me salvó —susurró lo último y Taehyung se gira hacia el animal, el cual Jungkook examina, buscando heridas.

—Jungkook, ese lobo... —No sabe qué decir, no sabe lo que sus palabras quieren formular, así que simplemente arrastra la frase y la deja a medias porque no sabe qué busca.

El olor a bosque es fuerte.

—Es un alfa —Jungkook dice, mirándolo confundido, la familiaridad no perdiéndose de sus sentidos cuando lo tiene cerca, no sabe lo que es, pero está presente y parece revolverle el estómago. Niega—, pero está en estado salvaje, es como si su parte animal hubiese tomado toda posesión de la humana, pero es extraño —Jungkook vuelve a mirar al lobo, y esta vez se permite reposar la mano en la zona de su cabeza, entre sus orejas, acariciándolo—. Es dócil para ser un lobo salvaje. Pero no siento ninguna parte humana en él.

Ellos guardaron silencio.

Había demasiadas dudas, dudas que no encontrarían respuesta entre los cuatro.

Tenían que salir de ahí.

Jungkook vio a la bruja, intentando no estar tan a la defensiva ya que ella no resultaba una amenaza para Taehyung.

Era pequeña, el cabello largo cayendo desordenado por sus hombros, rastros de sangre en su rostro y algunos moretones formados en sus brazos.

Lucía como una mini versión de Yeji, y Jungkook se pregunta cómo hubiese lucido la hermana mayor de ellas, la madre de Jimin y la madre de...

Miró a Taehyung, y su corazón se rompe cuando recuerda la conversación con Yeji, siendo realmente consciente por todo lo que tuvo que pasar, le quema saber que sufrió. Y en soledad. Muy solo.

Dolió detrás de su garganta porque la vida era una hija de puta injusta.

Dios, él definitivamente arrullaría a Taehyung por una semana entera después de esto. 

Toma una bocanada de aire cuando siente que se está ahogando y se concentra en el ahora.

—Tenemos que salir —dijo por fin.

Taehyung le dio la razón, y se giró hacia Jayoon.

—¿Puedes ponerte de pie? —Ella asintió, mientras era ayudada por él y luego Taehyung hizo un gesto hacia Jungkook—, él es Jungkook, nos ayudará a salir.

Ella lo miró, y más que solo mirar, lo analizó, como si quisiera descubrir los secretos tras sus iris.

—Lo sé —le dijo—, Yeji nos habló de él —y la bruja endureció la voz cuando se giró hacia a Taehyung—, de tu destino.

Jungkook frunció el ceño, y sus labios fueron una dura línea. Recordaba las palabras de Yeji en su reunión antes de que él partiera.

Él es el destino que llevará a Taehyung a la muerte.

Dios.

Jura que lo cambiará, no importaba como, lo haría.

—Tenemos que salir de aquí —Jungkook dice entonces, desviando el tema—, los cuatro.

El lobo los escucha, parece tranquilo y sereno, como si hubiese aceptado el destino que le tocaba. Aun así, no había nada hostil emanando de su parte, aun si estaba con un vampiro y una bruja, razas que llevan una historia de odio remontada hacia miles de años.

Taehyung asiente, y vuelve a mirar a la bruja, esta vez más serio, más intenso.

—Necesito que rompas la maldición, sé que puedes.

Ella niega. Y su corazón cayó porque su única puerta de salida estaba siendo cerrada.

—Puedo —le dice—, pero no aquí, hay demasiados minerales —y es como si su cuerpo temblara, tenso al ser tan consciente de todo lo que los rodea—, mis poderes no los tengo.

Es una encrucijada, no podrían atravesar todo el camino hasta la salida porque eran demasiados pisos y ahora no eran dos personas, eran tres y un lobo, tres prisioneros que Taehyung sabe, no los dejarían ir tan fácilmente.

Era cosa de tiempo de que terminen siendo rodeados aquí en el casino y a Taehyung no le extrañaría que algo así sucediera.

Pero entonces, la idea brilla en su cabeza y es algo que no puede detener cuando conecta los engranajes y su mente trabaja.

Porque en toda la situación, nunca se esperó a Jungkook, ni tampoco el hecho de haber tomado su sangre.

Lo busca con la mirada, el chico ya le está mirando y es como si supiera lo que diría, o quizá no, pero siente apoyo cuando ese par de ojos castaños que brillan en destellos verdes se centran en él.

—Puedo intentar transportarlos —susurró—, a los cuatro.

Nunca lo ha hecho, apenas ha movido dos personas grandes como lo eran Yoongi y Jimin, hace tiempo, cuando Yunho murió.

—Estas en un complejo revestido de minerales —dice Jayoon como si eso no fuera obvio porque al parecer hay que recordárselo—, no puedes, lo anulará antes de que puedas intentarlo.

—Hay minerales, para ciertas razas —dice Taehyung, y su voz suena un poco temerosa—, pero no para mí. Cuando llegué me debilitaron, porque me inyectaron algo, pero no hay algo que realmente anule totalmente mis poderes. Lo sabes —enfatizó lo último.

—Es muy arriesgado.

—Tome sangre —Taehyung entonces confiesa, y por el rabillo del ojo siente la presencia de Jungkook, sus ojos, su cuerpo, todo—, de alfa, creo que es suficiente para intentarlo. No podemos perder más tiempo.

—Quedarás débil —Jayoon infiere, y no está siendo pesimista, Taehyung  sabe, la bruja  solo está genuinamente preocupada por él—, ocuparás mucha energía, sobre todo con el lobo.

—Arriba podrás quitarle la maldición —Jungkook agrega, y ellos giran su vista hacia él, el lobo es serio, concentrado con el ceño levemente arrugado. Jungkook mira a la bruja—, eso soltaría todo su poder. Si queda débil, podrás quitarle la maldición y liberaras nuevamente su poder.

Pasan unos cuantos segundos. Jayoon está en silencio y Jungkook se altera porque no hay tiempo que perder, realmente no tienen tiempo y está a un paso de apuntarla con la pistola y obligarla a que obedezca sus órdenes porque realmente, no están en una situación para ponerse a sobrepensar las cosas.

Además, ¿no confiaba en la capacidad de Taehyung?, Jungkook lo había visto, había visto lo que puede hacer y si bebió de su sangre, cosa que Hoseok explicó que era casi como una dosis de adrenalina multiplicada por mil, entonces estaba seguro que podría lograrlo.

Y si quedaba débil, Jayoon, o cualquiera de las brujas podría romper su maldición, liberando la parte de brujo en él.

Más silencio, Jungkook bajó su mano hacia el arma y estuvo a punto de sacarla cuando Jayoon habló.

—¿Estás seguro? —le dijo a Taehyung—, ¿estás seguro de querer romper tu maldición? Todo tu poder quedará libre, sin entrenamiento, ¿estás seguro?

—Lo estoy.

Fue convincente.

Jayoon suspiró. —Confío en ti, señor Kim.

Y fue solo una pequeña palabra para que Jungkook sintiera a su alfa reconocer a otro alfa, no al lobo, sino que a Taehyung, era extraño, Taehyung no era lobo, pero podía reconocerlo como un líder. Eso le causó una electricidad que vibró por todo su cuerpo, pero que pudo disimular muy bien.

—Hagamos esto —Taehyung cerró los ojos, y cuando los abrió eran negros como el vacío, y rojo intenso, sus colmillos se alargaron al igual que las garras que sobresalían de sus uñas—. Necesito una referencia, algo que me ayude a ubicarme —dice, con la voz ronca y rasposa.

—La zona donde estaban los focos de incendio, los que pudimos ver en nuestra rotativa de noche —Jungkook mencionó, tragó saliva y miles de recuerdos se dispararon entre ellos—, a los pies de esa montaña, el complejo está bajo esa montaña.

Taehyung asintió, seguro de tener el mapa proyectado en su cabeza y se acercó a ellos.

—Bien, necesito que-

Taehyung se detiene cuando un fuerte ruido los golpea, es estruendoso y luego hay un sonido viajando con el viento y algo se incrusta en su cuello. Lo desestabiliza, lo hace gruñir y se lo quita antes de que le haga algo más.

Es un pequeño dardo, sus ojos vuelven a los castaños, sus colmillos se retraen y sus garras se guardan.

Todos reaccionan al segundo.

Porque un segundo, hizo el cambio de todo.

Jungkook quiere ir donde Taehyung, pero no alcanza a tocarlo cuando hay movimientos por todos lados, en cada parte, pisadas fuertes y ruidosas y se siente como si le hubiesen tendido una trampa.

Todo este complejo estaba vacío, era imposible que estuviesen siendo rodeados.

Lo habrían sentido.

Pero esto estaba ocurriendo y ahora tienen alrededor de unos veinte soldados apuntándolos.

Sus sentidos se ponen en alerta y rápidamente se ubica tras Taehyung, cuidando su espalda.

Jayoon jadeó cerca, y el lobo que la protegió se ubicó a un lado de ella, mostrando los colmillos de sus fauces.

Todos contra espalda mientras eran acorralados al centro del casino.

No, no, no, no.

Taehyung puede ver a Choi moverse entre los soldados.

Y Dios, él podría tirar de ellos e intentar transportarse, pero no puede arriesgarse, siente como si perdió sus poderes por un momento, un momento que sabe no durará mucho porque el dardo que pareció drenar su energía no fue demasiado fuerte, sin embargo, no puede, no puede imaginar a Jungkook lastimado, a Jayoon e incluso al lobo, no se lo permite cuando armas que, él sabe, (porque lo sabe, lo vivió, hace una noche atrás) están cargadas de minerales que harían acabar con la vida de cada uno de ellos en un instante y-

Ha arriesgado mucho, y es bastante consciente de que solo lo quieren a él. Así que si puede hacer un trato con ellos, donde el resto se vaya y él se quede, entonces, lucharía por eso. 

—Kim Taehyung —Choi Siwon dice, con esa típica voz con la que llama siempre su nombre, como si estuviera reverenciándolo, como si fuera el título de alguna buena obra que él admira y eso le da asco, le repugna—, tus acciones han cambiado nuestros planes muchas veces, ya me estoy cansando.

—¿Si? Pues que mal, yo tengo mucha energía.

Nadie se mueve, o eso es lo que piensa Taehyung, porque por el rabillo del ojo lo logra ver, lo logra sentir, el momento exacto cuando una ira descomunal crece al interior de Jungkook.

Este es el hijo de perra, Jungkook sabe, lo sabe porque lo huele en Taehyung.

Mátalo.

Quitó lo que era nuestro.

Jungkook no soporta y explota, camina hacia el frente, sus colmillos salen y le gruñe, ubicándose delante de Taehyung.

Sus manos están en la pistola.

—Yo no haría eso si fuera tú.

—Jungkook. —Taehyung llama en un tono de advertencia, sin atreverse a moverse por miedo a lo que podrían hacerle al chico.

No quiere cargar con más culpa.

Pero Jungkook no escucha y saca el arma.

Lo siguiente ocurre demasiado rápido.

Choi Siwon alza apenas un dedo y entonces hay un disparo.

Jungkook se queda quieto en su lugar cuando baja la mirada, los músculos se le tensan y un aire helado recorre toda su columna.

Arde.

Le habían disparado.




Hola, perdon por demorar parte 2 ahre,perdonperonefdperodnperdon u.u espero no se aburran,espero tener el proximo prontito, no me odien.

El proximo cap es el cap final ahre decía eso, bromis pero será un cap decicivo hehe (en mi mente leía el prox cap sera lacivo ajsdhasd ayuda)

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