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Tony Stark era atractivo, realmente bien parecido, poseía una gran cantidad de cualidades que tentaban no solo al sexo opuesto. Un multimillonario, playboy, filántropo, co-lider de los vengadores, considerado uno de los hombres mas poderosos e inteligentes del planeta, Tony era más que popular.

Decir que eso no mantenía su ego por los cielos sería una mentira. Atraía a las personas, estaba bien con ello, lo disfrutaba y podía ser beneficioso.

Justo ahora, se daba cuenta alguien más había caído por él.

Tony continuó fingiendo que no se daba cuenta de la mirada de Steve, permaneció de espaldas extra concentrado en la preparación de su bebida en manos de Clint tras la barra y como pudo se guardo para si un estremecimiento. Un estremecimiento de los buenos, porque si, era Steve Rogers viéndolo. Tony realmente necesitaba controlar lo que eso le hacía a su ego.

Obviamente el rubio lo hacía sin darse cuenta, había caído sin saber ante los encantos de Tony. «El pobrecillo».

Con un trago de whisky en su mano, decidió esperar y asegurarse. Durante el resto de la noche Steve no lo decepcionó.

Al final de la fiesta, Steve todavía seguía alrededor, sabía que era por él, así que sonrió engreído y terminó de golpe lo que había en su vaso, lo relleno rápido y luego paso una mano a través de su cabello. Atravesando la sala fue al encuentro del hermoso rubio sentado en el sofá sosteniendo un vaso con soda.

—Pensé que tu serías uno de los primeros en irte.

Steve dejó el vaso en la mesilla y se puso de pie de inmediato, rascó su nuca y miró nervioso a Tony.

—Alguien tenía que supervisar al equipo de limpieza.

—Cierto. —Lo señaló.

Steve lo miró sonriendo, negó con la cabeza.

—Lo contrato Pepper, ¿no?

Se encogió de hombros y dio un paso más cerca de él.

—Supongo.

Tony tomo lugar en el sofá, miró hacia arriba y alzó una ceja antes de dar un par de golpecitos en el cojín.

El rubio se sentó al borde del sofá, espalda recta, piernas juntas, manos sobre sus rodillas. Divertido, se deslizó un poco más cerca de él.

—¿Te divertiste esta noche, Cap?

Steve lo miró nervioso, luego apartó la mirada y aclaró sonoramente su garganta.

—Bastante si.

Se acercó un poco más a él.

—Lo digo, hago las mejores fiestas.

Steve solo sonrió, aún sin mirarlo, sus mejillas con un tenue color rojo. Extendió su mano libre para colocarla sobre la de Steve, quien se quedo completamente quieto.

—¿No te molesta?

—No —dijo y negó apresuradamente, se detuvo—, ¿el qué?

Tony paseó sus dedos sobre el dorso de su mano antes de deslizarlos hacia su muñeca.

—Ah —murmuró Steve, escuchándose sin aliento— no.

—Sabes, no pude evitar notar que me miraste mucho hoy…

Steve se sonrojó violentamente.

—Umm. Yo… es, no… si, es, ¿qué?

Rió suavemente, encontrando su timidez increíblemente encantadora. Apiadándose un poco, retiró su toque. Le dio otro trago a su bebida antes de dejarla en la mesilla junto a la de Steve.

—¿Entonces? ¿Alguna razón por la qué te concentraste tanto en mi hoy?

Steve se removió en su lugar, lo miró de reojo. Luego tomó su vaso y bebió sin mirarlo.

—Fue… solo lo hice.

—Oh —susurró, conteniendo una pequeña risa— Yo tengo una teoría del porqué —dijo, un poco más sugerente—, creo quieres algo de mi, algo como un beso o… tal vez más.

Steve giró y casi dejo caer su vaso, su expresión por ser descubierto era adorable.

—Eso… eso…

—¿Te he dicho que me pareces realmente guapo, Steve?

—Basta, Tony —dijo, sonrojado. Dejó el vaso y bajó la mirada.

Pegó su muslo al de Steve, luego agarró dulcemente su barbilla. Los ojos azules se abrieron un poco, Tony se acercó y luego de segundos de asegurarse el rubio quería eso, lo besó.

Unió sus labios a los de Steve en movimientos lentos, después de segundos sintió las manos del rubio en su cintura, sonrió y con su lengua buscó que abriera la boca, al conseguirlo agarró su nuca para hacer que se inclinara y profundizar el beso.

El rubio lo sorprendió al alzarlo y ponerlo en su regazo, se movió para quedar a horcajadas y apoyó las manos en sus hombros. Aumentó el ritmo del beso, Steve lo siguió, lo besó como si lo necesitará para vivir, debido a eso sintió su deseo despertar y extenderse por todo su cuerpo como una corriente de calidez satisfactoria, gimió cuando manos tocaron su trasero.

De la nada, Steve lo apartó, suspirando con fuerza se puso de pie cargando a Tony y luego lo depositó en el sofá para retroceder, alejarse de él.

Confundido, dejó el sofá y tambaleándose intentó acercarse otra vez solo para ser detenido.

—¿Qué?

—Tony, es… no… para.

—¿Por qué? Te gusto, así que… ¿qué pasa?

Ruborizado, Steve evitó mirarlo antes de negar y pasar una mano a través de su cabello.

—Si… solo no… No.

Tony parpadeo, creyendo haber escuchado mal preguntó:

—¿No? ¿Cómo que no?

—Solo… no.

Abrió y cerró su boca.

—¡Me miraste toda la noche! ¡Me besaste! ¿Entonces por qué jodidos no?

—Tony… —comenzó Steve con algo muy cercano a la incomodidad.

—No —cortó sintiéndose apenado, controló su expresión para no mostrarlo—. Esta bien, entiendo un no, sé aceptar un no. Lo siento, discúlpame, fue… olvídalo, ¿esta bien?

No le dio tiempo de decir nada más, Tony giró para avanzar con fingida tranquilidad hacia el elevador, como si no hubiera pasado nada, como si no se hubiera humillado a si mismo hace tan solo segundos. Dentro respiró hondo antes de dar media vuelta para ver a Steve aún de pie en medio de la sala de estar, fijó su mirada en su mentón para no enfrentar sus ojos.

Reuniendo su dignidad, sonrió con tranquilidad para después mostrarle el pulgar.

—Jarvis cierra las puertas, cierra las puertas —masculló, intentando que sus labios no se movieran.

Afortunadamente las puertas por fin se cerraron para dar fin a esa situación y de inmediato llevó una de sus manos a su rostro y permitió que la humillación lo golpeara.

Luego vino la incredulidad, otra vez. ¿Cómo que no?, pensó con consternación.

Nunca en la vida se había sentido tan avergonzado.

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Tony vio su reflejo en la ventana, aflojó su corbata y paso una mano a través de su cabello buscando un estilo elegante y desaliñado, después metió una mano en el bolsillo del pantalón e intento posar de forma despreocupada, pero sensual.

—¿Qué rayos estas haciendo?

Saltó y giró solo para encontrar a Pepper frunciendo el ceño, junto a ella una linda morena también lo miraba como si Tony fuera lo más extraño que hubiera visto el día de hoy.

Eso solo aumento su preocupación interna, al parecer últimamente las personas ya no lo encontraban atractivo. En otras circunstancias esa mujer habría estado toda nerviosa e insegura al tener enfrente al mismísimo Tony Stark. Seguramente había algo en el aire, era eso o estaba perdiendo su toque.

Él se negó a recordar lo que había sucedido con Steve hace dos días. Ya le había dado suficientes vueltas, aunque no había encontrado una respuesta que lo dejará satisfecho, porque obviamente Steve lo había querido, había estado todo sobre Tony.

—¿Qué no saben tocar? —cuestionó, mientras se dirigía a su escritorio.

—Tú eres el único que tenía las puertas de su oficina abiertas —respondió Pepper, miró a la morena—. Lo siento, Lilian, parece estar de mal humor, yo haré que firme esto.

—No le hagas caso, hermosa, ven aquí, firmare lo que quieras donde quieras —dijo Tony, después le dio su mejor sonrisa.

La mujer solo lo miró de forma superficial antes de concentrarse en Pepper, le entregó la starkpad y después salió sin darle una segunda mirada a Tony.

Hizo una mueca ofendido.

Pepper se sentó, dejó la tableta en el escritorio antes de cruzarse de brazos y dirigirle una mirada de reprobación.

—He estado aguantando tu extraño humor los últimos días, ya he tenido suficiente. ¿Qué rayos te pasa?

Suspiró y bajó la mirada al escritorio.

—Hice… algo estúpido.

—Dime algo nuevo.

—Y terminé avergonzándome —continuó como si ella no hubiera dicho nada.

—… Eso tampoco es nuevo. El que lo admitas, tal vez.

—Realmente no quiero hablar de eso.

—Vamos, Tony, sea lo que sea esta bien, soy tu amiga, sé que necesitas desahogarte.

—No lo sé, Potts, no es algo que quiera recordar.

Pepper suspiró.

—Estoy en mi hora de comida, comienza a hablar o me voy.

Adiós a la dulzura. Tony tomó un bolígrafo, comenzó a meter y sacar la punta, detuvo el sonido cuando recibió una mirada irritada.

—¡Bien! —Lanzó la pluma al escritorio— Te haré después firmar un contrato de confidencialidad.

La rubia puso los ojos en blanco. 

—Estaba este tipo… ni siquiera era tan atractivo, un seis en la escala de diez si me preguntas. Entonces, me daba estas señales, muy claras; decido acercarme, darle una oportunidad, y me rechaza.

Pepper tan solo lo miró fijamente sin decir nada por lo que pareció una eternidad.

—Me voy a comer —masculló, poniéndose de pie.

—Pepper, en serio, para mi fue humillante, horrible, no…

—Tony —llamó ella—, lo que te sucedió es algo normal, no me vas a decir que es la primera vez que te dicen no, ¿o si?

Tony abrió su boca.

—Ah, si, en realidad si lo es.

La rubia lo miró exasperada.

—Tenía que pasarte. Tony, no a todos les pareces atractivo.

—Si recuerdas que fui elegido por quinto año consecutivo como el hombre más deseado según la revista people, ¿verdad?

—Ambos sabemos que es por tu dinero.

—Ja ja ja… ¿lo crees?

—Fue una broma, Dios, si te afectó —comentó y volvió a sentarse—. ¿Lo conozco?

Negó de un lado a otro.

—Nop, nunca lo has visto.

Pepper podría reprenderlo por molestar al capitán américa. Ella entrecerró la mirada, fingió no se daba cuenta.

—Correcto —murmuró —. Mira, como dije, es algo normal, no a todos les resultas atractivo, lo sabes, es un tipo más, esta bien.

—Lo sé… solo, no sé porque me molesta tanto.

—Olvídalo, él se lo pierde —Se puso de pie—. Ahora vamos a comer.

Más animado, Tony asintió varias veces, miró a Pepper con satisfacción.

—Tienes razón, él se lo pierde, digo mírame. —Abrió su saco en un gesto dramático —. Que sea el Capitán América no lo hace muy listo.

Eso tuvo a Pepper deteniéndose en seco, en menos de un segundo la rubia regresó sobre sus pasos, apoyó ambos manos en el escritorio y lo inmovilizo con la mirada.

Asustado, Tony cayó en su asiento.

—¿Quién? —exigió saber.

Rememoró sus palabras.

—Capitán América.

—¿Steve? ¿Steve Rogers te rechazo?

Avergonzado y confundido solo logró decir:

—Si.

Pepper lo miró anonadada.

—Dime exactamente lo que paso —dijo y volvió a la silla—. Todo.

—Ya te lo dije. Me acerqué a él, hice un poco de coqueteo, lo bese, me beso y él… me detuvo. Me dijo que no.

—No puede ser —susurró la rubia. Escuchándose, si era posible, aún más incrédula.

Asintió lentamente, encontrando que había algo un poco extraño en su respuesta. Antes ni siquiera le había importado, ahora que sabía se trataba de Steve, Pepper parecía no poder concebir eso a largo plazo.

—Tú lo dijiste, pasa —masculló con enojo y vergüenza—, leí mal las señales supongo.

—No. No leíste mal nada… Necesito a James.

Tony parpadeo.

—¿Qué?

La rubia ya tenía el celular en la mano.

—¿Pepper? ¿Sucedió algo? Estoy apunto de iniciar el entrenamiento para nuevos reclutas, no puedo hablar ahora —dijo Rhodes por el altavoz.

—Steve rechazo a Tony.

Miró mal a la rubia.

—¿Qué? Espera. —Tras eso, escuchó como Rhodey ladraba órdenes, después pasos apresurados, una puerta abrirse y cerrase de golpe, después: —¡No puedo creerlo! Tony, dime exactamente que paso.

Apreciaba Rhodey entendiera lo sucedido y estuviera de su lado, sin embargo la incredulidad en su voz también lo consternada. Tony era irresistible si, pero quizás Pepper tenía razón.

Suspiró. —¿Recuerdas la fiesta en la torre hace dos días? Bien, pues al final, noté el interés del Cap, era obvio. —Tuvo que agregar. Vio a Pepper asentir en acuerdo e instarlo a continuar—. Entonces me acerqué, coqueteé, deje claro podía pasar algo más… en fin, dijo no.

—No puedo creerlo —repitió.

—Lo sé —secundó Pepper, ceño fruncido.

Tony también tenía el ceño fruncido, razón diferente.

—Si, bueno. Peps me hizo entender sucede así que… lo olvidaré y-

—En ese momento no sabía se trataba de Steve —cortó Pepper—, no tiene sentido.

—Ni un poco —corroboró Rhodey.

—Llamaré a Natasha —dijo Pepper, chasqueando los dedos.

Tony se echó hacia el frente, la rubia ya había recuperado el celular del escritorio.

—¿Qué? ¡No! No quiero que nadie más sepa sobre esto. No-

—Pepper… estoy un poco ocupada —gruñó con esfuerzo Romanoff, se escuchó un grito de dolor por parte de un hombre—, te llamo después.

—Espera. Steve rechazo a Tony.

—Me arrepiento mucho de esto…

—Ocurrió en la fiesta hace dos días —agregó Rhodey.

Otro gritó de dolor, jadeos.

—¿Steve? Estas bromeando.

—No lo hago. Le dijo a Tony que no.

—Obviamente la mujer esta trabajando —refunfuñó—, dejémosla hacer su trabajo y olvidemos esto.

Del celular vino un chasquido que estaba seguro era el producido por un hueso roto, segundos después, la agotada voz de Natasha se escuchó con mucha más claridad.

—Tony, ¿qué hiciste?

Gruñó irritado.

—Vamos, Romanoff, no querrás insinuar lo moleste o-

—Steve podría partirte a la mitad. Quiero saber que paso —cortó.

Tony hizo una mueca.

—Lo besé, me beso, dijo que no. Ya.

—Fue tras terminar la fiesta. Él lo aparto —dijo informativamente Rhodey.

—¿Steve lo apartó? —susurró con incredulidad.

Rhodes hizo un sonido de acuerdo.

—Tony, dile.

—Si maldita sea, dijo no, fin. ¿Podemos cambiar de tema?

—No puedo creerlo… Llamaré a Clint.

Tony enderezó su espalda.

—Oh Dios, no, Barton no, no te atrevas a incluirlo.

—Hey, Nat. —El sonido de una lata de refresco abriéndose.

—Estas en una llamada con Pepper, James y Tony. Ocurrió algo.

—Mierda, ¿qué paso? ¿Todos bien?

—Steve rechazo a Tony.

—Exageran. Y sé que soy hipócrita al decirlo, pero de verdad están jodidamente exagerando —masculló, mirando a Pepper.

—Vamos. ¿Steve -pongo ojos de corazón cada vez que miro a Stark -Rogers? No juegues —dijo con una diversión enorme.

—Le dijo que no.

—¿Hablas en serio, no? —preguntó incrédulo—, Tony, necesito entender que rayos paso.

—Jodanse, no lo haré otra vez.

—Se acercó, coqueteo, lo beso, dejo claro quería algo más, dijo no —respondió Natasha.

—De verdad no lo creo… Stark, ¿fuiste lo suficientemente claro en lo que querías?

Rhodey resopló. Pepper dijo:

—Es Tony.

La miró ofendido.

—Oye.

—Tienes razón. ¿Qué rayos pudo haber pasado para que el Cap dijera no?

—Estoy incluyendo a Bruce —dijo Natasha.

—Esperen —dijo Clint—, ¿alguien le ha preguntado a Tony como se siente? —Tony casi enternecido, miró el celular—  Porqué debió ser jodidamente divertido. Lo que seguramente esto le hace a tu ego, Stark.

—Te odio.

Tony esperó, Bruce iba a ser la voz de la razón. Su Brucie no haría crecer su humillación.

—¿Hola? —Voz adormilada.

—¡Bruce! Soy yo, por favor ayúdame. Pepper inicio una llamada grupal con Rodhey, Natasha y Clint, están siendo unos idiotas raros.

—Tony —suspiró con cansancio—, sabes que disfruto enormemente hablar contigo, pero llevo cuarenta y ocho horas sin dormir y no ha pasado ni siquiera una hora desde que deje el laboratorio, así que…

—Bruce, despierta. Sucedió algo a lo que no podemos encontrarle explicación —dijo Natasha.

—… ¿Qué?

—El Cap rechazó a Tony —soltó Clint.

Pasaron largos segundos de mudo asombro.

—Quizás nos equivocamos y realmente no le interesa… —contestó, escuchándose más despierto.

La risa de Clint fue la más escandalosa. Solo pudo escucharlos sintiéndose despistado.

Aún riendo, el arquero habló.

—Bruce, ¿recuerdas cuando encontraste a Steve mirando a Tony en el gimnasio?

—Espera, ¿qué?

Lo ignoraron.

—¿O cuándo me preguntó con expresión triste si salía con Tony? —dijo Rhodey, escuchándose sumamente divertido.

—¿O cuándo me preguntó la forma de preparar el café como le gusta a Tony? —Rió Pepper, enternecida.

—¿O cuándo casi lloro porque Tony salió herido en la misión en Libia? —recordó Natasha—, la forma en que no se despegó de él en la zona médica.

—Y mil ejemplos más, Banner —dijo Clint.

—Cierto —dijo Bruce—. Tony… dime exactamente que paso.

—No tú también.

Bruce continuó.

—Tony, ¿qué estaba haciendo Steve? ¿Qué estabas haciendo tú?

—No. Primero expliquen todo eso. —Enfrentó a Pepper—. Ahora.

—Tenían razón, él puede ser denso —susurró Clint. Utensilios de cocina en el fondo.

—Te lo dije —expresó Rhodey con sufrimiento.

—Cállate, no se desvíen. Ustedes no están insinuando que Steve esta… ya saben, más que atraído casualmente por mi, ¿o si?

—Enamorado —declaró Pepper mirándolo sería.

—Si le rompes el corazón yo te romperé mucho más —advirtió Natasha.

—Okay, alto ahí. Esto no tiene sentido. Una cosa es querer sexo y otra es… eso. —Hizo una mueca.

—… Bueno, ahí una posible razón —comentó Bruce—, el miedo de Tony al amor y compromiso.

—No —contestó Pepper, tocando su barbilla—, he hablado con él sobre eso, sabe como tratar con Tony.

—¿Perdón?

—¿Asustado, entonces? —dijo Bruce—, quizás el movimiento de Tony fue muy rápido.

Natasha rió en voz baja, como si supiera más que todos en esa llamada.

—No lo creo.

Tony frunció el ceño, aún procesando lo insinuado y dicho, que Steve estaba enamorado de él.

«No, no tiene sentido».

Pepper suspiró.

—Vamos, tú puedes. Piénsalo.

—Graciosa —gruñó irritado. Pero lo hizo.

Los cinco continuaron hablando, pero no los escuchó, comenzó a rememorar cada interacción suya con Steve aparte de la que había tenido lugar dos días atrás. Pensó en el café que Steve solía llevarle al taller por las mañanas, en su riguroso entrenamiento para Tony, en sus almuerzos de los domingos junto al equipo, como siempre era algo que a él le gustaba. Pensó en muchas otras cosas que parecían casuales, y si veía con otros ojos… quizás revelaran más que un simple compañerismo y preocupación de Steve como líder.

—Quizás tengan razón. —Era lo que estaba dispuesto a dar, no era un idiota. Un segundo después se cruzó de brazos.

—¿Ya lo entendió? —preguntó Rhodey.

Pepper estudió su rostro.

—Algo. Steve tiene una oportunidad.

—Hey, no sabes eso. —Steve lo había rechazado y avergonzado. Además solo lo encontraba atractivo y a veces agradable.

—Esperen, Jarvis dice que Steve volvió de Washington, prepararé el terreno —dijo Clint, tras eso colgó.

—Iré a dormir, Tony solo habla con él, escúchalo… serían buenos el uno para el otro. —Bruce también colgó.

—Aún tengo trabajo —declaró Natasha. Un par de disiparos llenaron la línea, una maldición en ruso—. Tony, no lo arruines —amenazó y cortó.

—Tonos, Steve es bastante bueno, si te contará todo lo que me ha preguntado… —dijo Rhodey—, el hombre es serio. Intenta ser bueno con él. Adiós.

—Bien, esto en realidad no fue de mucha ayuda. —Pepper tomó y apagó su celular—, pero al menos ahora lo sabes.

La miró sin emoción.

—Ni si quiera necesitabas llamarlos.

—No. —Se levantó con gracia—. Pero vamos, sin esto jamás lo habrías notado, o quizás él jamás se hubiera atrevido a dar ese paso. Es tímido así. 

Tony negó.

—Me gusta si, pero, ¿amor, Pepper? Sabes mejor que nadie que no sirvo para eso.

Pepper caminó hacia la puerta, se detuvo y lo miró.

—Exacto. Date esta oportunidad. Son adultos, si nada sucede, lidiaran con eso.

Tony se recostó en su silla y tocó su frente.

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Por la noche, regresó a la torre y hambriento se dirigió a la cocina tras preguntarle a Jarvis si había algo ya preparado para comer.

Aflojó su corbata, se deshizo de su saco y entró a la cocina solo para toparse con Steve frente a la estufa.

Sabía que no tenía sentido, pero miró hacia una de las esquinas donde sabía estaba una cámara oculta. Sospechaba su IA era parte de un complot.

—Hola, Cap —se aventuró a decir.

El rubio lo miró brevemente, tomó un plato de la barra y dejó sobre el un sándwich de queso fundido, uno de los favoritos de Tony. Luego se lo ofreció.

—Estaba esperándote.

Estudió el sándwich, sintiendo que si lo tomaba estaría aceptando algo más, ridículo.

Aceptó el plato.

—¿Es sobre hace dos días?

Steve rascó su nuca, avergonzado.

—No… bueno si. Tiene que ver.

Tony rodeó la barra y se sentó en un banco.

—Habla, soldado.

El rubio cerró sus ojos, parecía estarse preparando, cuando abrió sus labios, Tony no se contuvo, lo interrumpió.

—¿Por qué me rechazaste? Lo querías, fue obvio.

Steve asintió, sus mejillas rojas.

—No quería hacerlo, quería seguir, pero… pero estabas ebrio.

Abrió sus ojos sorprendido. Esa no había sido la respuesta que esperaba, después de saber Steve podía sentir algo por él, porque decidió no creerlo hasta escucharlo del propio Steve; le había dado más vueltas y llegado a la conclusión de que si era cierto, diría algo sobre que primero quería citas o una cosa así.

—¿Y eso te molesta?

Steve se acercó a la barra, pero no la rodeo.

—Si, pero no como crees. Me preocupo por ti y tú consumo de alcohol. La verdadera razón fue que… ¿qué tal si te arrepentías al día siguiente? ¿O qué tal si realmente no querías eso? —Steve lo miró a los ojos—, por eso me detuve.

Tony mordió su sándwich, solo pudiendo contemplar a Steve. Sabía que era decente y bueno, era el capitán América por Dios santo, sabía que de alguna forma se preocupaba por él, pero eso, bueno eso lo conmovía. Generalmente lamentaba todas las decisiones que tomaba borracho, y había tomado muchas mala decisiones así, los periódicos estaban llenos de pruebas de eso, pero Steve no solo se refería a eso, hablaba sobre respetar a Tony para detenerse y no ir más allá en ese estado, hablaba sobre mantener su confianza y cuidarlo.

Dejó el sándwich.

—Primero: Eres adorable. Segundo: Tienes razón lo hubiera lamentado. Y tercero: Soy un adulto, que ha bebió desde más de la mitad de su vida y sé no estaba borracho… No tanto. Pero entiendo. Gracias, Steve.

Steve suspiró y su expresión se lleno de seriedad.

—Yo solo… quiero que también quieras lo que quiero.

Tony rió divertido.

—No, es… entiendes, ¿verdad? —dijo avergonzado.

—Si —susurró, mientras una ola de algo suave y esponjoso inundaba su pecho. Definitivamente no era amor, y no quería saber aún si lo que había en los ojos azules era eso, pero si sabía algo con mucha certeza, debía darle una oportunidad a esa ola suave y esponjosa—. ¿Te gustaría ir a una cita?

Todo Steve pareció iluminarse, era como si la profunda alegría que sentía lo hiciera brillar de verdad. Al contrario, sus ojos destellaban calidamente con una tranquila dulzura.

—Si, Tony. Me gustaría mucho.

Tal muestra de emoción era más de lo que alguien alguna vez le había mostrado, se sentía mejor que cualquier otro tipo de atención que hubiera recibido hasta ahora. No elevaba su ego, lo elevaba todo, casi haciéndolo sentir especial de una forma que sabía no merecía. Tal vez debía hacerle caso a Pepper y descubrir si había futuro en eso, descubrir si era digno de eso.

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Fiu, no sabía si subir esto.

Primero, porque no quería malentendidos y espero no haber exagerado eso del consentimiento. Segundo, porque según recuerdo ya había escrito algo con ese inicio, pero no recuerdo, es que luego escribo algo y a medio camino toma otro giro, pero también escribo lo que planeaba originalmente, en fin. Espero les haya gustado.

Muchas gracias por leer linduras.

Por cierto, no se reían del nombre (oh si, amo hacer reír a la gente), pero de verdad me cuesta mucho pensar en los títulos. A estas alturas ya deben saberlo; en realidad le pido consejos a mi hermana, como ejemplo solo debo decirles que una vez le iba a poner el taco a un fic y ella evito que pasara, aunque quizás lo haga...

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