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Capítulo 54: Tessa

Tessa había permanecido inconsciente la mayor parte del tiempo desde que Malcolm la capturó.

Fue cobrando la conciencia y al despertar por completo se dio cuenta de que estaba atada en una cama. Estaba asustada, pero trataba de pensar en que el sacrificio que había realizado era por el bien de su mejor amiga.

—Y la bella durmiente ha despertado —escuchó decir de alguien que estaba solo unos metros de donde se encontraba sobre una mesita.

Malcolm estaba cortando verduras como si fuera una persona completamente normal realizando actividades normales.

Tessa no dijo nada, solo se quedó observando la delicadeza con la que estaba rebanando el jitomate. Cada verdura que cortaba la estaba colocando dentro de un tazón. La joven aun adormilada comenzaba a cuestionarse lo que estaba planeando Malcolm porque sabía que era inteligente, sabía que las cosas que hacía siempre tenían un fin específico.

—¿No vas a hablar? —nuevamente habló Malcolm tratando que ella dijera algo.

—¿Qué estás haciendo? —preguntó Tessa y Malcolm sonrió en cuanto oyó su voz.

—Una ensalada para tus amigos.

—¿Ensalada?

— Sí, pero será una ensalada con un ingrediente especial: tú.

—Me hubieras matado en el bosque maldito enfermo —comenzó a forcejear sus manos tratando de aflojar el nudo, pero era imposible zafarse de aquello.

—¿Sabes qué día es mañana? —dijo echando el último jitomate al tazón.

—La graduación...

—Además de ello, ¿qué más?

—Su cumpleaños... —respondió tímidamente.

—Así es. Mañana tus tres queridos amigos van a cumplir dieciocho años y será el último cumpleaños que pasen juntos.

—Déjalos en paz. Dijiste que una vida por otra, no toques a Violet.

—¿De verdad creíste que iba a dejarla vivir?

—¡Hijo de perra!

Malcolm comenzó a reírse y se fue acercando a Tessa, pero antes de llegar a ella se acercó a un buró en donde sacó una cinta. Estando frente a frente le tapó la boca con la cinta para evitar que gritara, y comenzó a desatarla.

—¿Sabes dónde estamos? —preguntó Malcolm que ya había terminado de quitar los nudos de su cuerpo. Hizo que se levantara y que avanzara entre la habitación en donde se encontraba.

La acercó a la ventana y pudo ver que estaba en una casa de Stewartville. Sus ojos se cristalizaron porque sabía en qué casa se encontraba, una casa que ya no había sido habitable desde hace un año: la residencia de Tania.

—Es curioso que nunca vuelvan a las casas de sus amigos, ni que estuvieran malditas. Solo están abandonadas y me parece estúpido que no se hayan llevado nada sus malditos padres.

Tessa no podía decir nada, estaba cerca de las casas de sus amigos. Pensaba en cómo salir de aquel lugar para buscar ayuda. Malcolm la quitó de la ventana y la fue dirigiendo hacia el pasillo de fuera de la habitación donde se encontraban.

Avanzaron poco a poco hacia una silla colocada entre el pasillo que llevaba a las escaleras y en donde iba ellos. La sentó y con la cinta empezó a pegar sus pies en las patas de la silla.

Se levantó para quitarle el mechón de cabello que cubría su rostro y sin pensarlo arrancó la cinta de la boca. Tessa aguantó el ardor que le había dejado con todas las fuerzas que pudo.

—No grites.

Mientras Malcolm regresó a la habitación en donde estaban, ella trató de separar sus pies de la silla usando sus manos. En cuanto logró despegar una se dio cuenta de que una sombra estaba frente a ella.

—¿Por qué haces las cosas difíciles?

Tessa gritó por ayuda, pero Malcolm corrió a golpearla directo en la cara para que se callara. Agarró las sogas que traía y comenzó a amarrarla para que esta vez no se moviera.

Sollozando dijo que se detuviera, pero fue silenciada en cuanto Malcolm volvió a colocarle cinta en su boca. Ató sus manos de tal forma que quedaran detrás en su espalda.

Nuevamente Malcolm se retiró del pasillo mientras Tessa solo esperaba a que el momento de morir llegara. Regresó y fue avanzando poco a poco hacia ella.

Se detuvo en frente y sonrío mostrándole unas grandes tijeras. Tessa forcejeó para gesticular algo, pero era en vano su intento.

Malcolm fue caminando hacia atrás de ella y se agachó observando sus manos tan suaves. Jugó con ellas por un momento, rozando su índice por toda la palma. Después agarró las tijeras y sosteniendo fuertemente uno de los dedos lo cortó.

Los gritos de Tessa eran ahogados porque no podía zafarse de la cinta. Ni siquiera el forcejear con sus manos le servía de algo.

Otro dedo cayó al suelo y así siguió hasta que sus manos quedaron en puros muñones al aire. Tessa solo sollozaba cada vez más fuerte hasta que perdió conciencia de su alrededor.

Mientras ella permanecía inconsciente Malcolm levantó los dedos y se dirigió hacia la habitación. Llegó directamente al tazón y aventó los dedos moviendo con una cuchara uniformemente en círculos.

Tomó su ensalada y salió de donde estaba dirigiéndose hacia la cocina. Guardo el recipiente dentro de una caja y colocó la dirección a donde debía ser entregada el día de mañana.

Sacó su teléfono y rápidamente escribió un mensaje. Lo mandó y en cuestión de segundos recibió la respuesta.


Durante treinta minutos Malcolm estuvo en la sala escuchando como Tessa intentaba soltarse, cada sollozo que oía era música para sus oídos. Iba a comenzar a subir para volver a callarla, pero alguien se asomó por la ventana.

La persona que estaba detrás del vidrio estaba encapuchada, le hizo señas a Malcolm para que abriera la ventana y se acercó en seguida. Al entrar se acomodó en la sala sin quitarse la capucha.

—Hola hijo, sobre la mesa está tu encargo. Ya sabes a quien debe llegarle.

Malcolm únicamente recibió un pulgar arriba de la mano de la persona que estaba a su lado. Tomó el paquete y se dirigió hacia la ventana para salir de aquel lugar.

Antes de cerrarla se quitó la capucha y le sonrió a su padre para después salir corriendo del lugar. 

Al fin ha sido revelado algo, ¿no?

En efecto, para quienes sospechaban que alguien lo estaba ayudando aquí está la respuesta: su otro hijo.

Pero, ¿quién será? 

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