Capítulo 1: El Anillo
Narrado por Tiffany.
—¡Mamá!
—¿Qué sucede hija? —me pregunta mientras abre la puerta de mi cuarto.
—¿Me dejas hacer una fiesta el miércoles? —hago ojos de ternura para convencerla.
—Hija, ¿estás segura?
—Lo necesitan mamá. Cada año es su fiesta y creo que así los mantendré despejados.
—No lo sé. Mejor piensa en otra cosa, esta vez es diferente para tus amigos.
—Está bien, tienes razón.
Tenía que pensar en la manera de distraerlos. Sabía que esta semana sería dura para ellos y realmente necesitaba un incentivo para liberarse de esa carga.
Volví a verme en el espejo y un maldito granito había aparecido en mi frente.
¡Tercer ojo, ven a mí!
Esponjé mi cabello rubio y coloqué un pasador del lado derecho para que no lo volara el viento.
Bajé, tomé mi vaso de leche matutino y me despedí de mi madre. Al salir vi que Hayden ya se encontraba afuera.
—Hola cariño —la saludo dándole un beso en la mejilla. Ambas comenzamos a caminar, pero me detengo un momento.
—¿Qué pasa TIff?
—Se me acaba de ocurrir cómo distraerlos.
—¿De verdad? ¿Cómo?
—El laberinto que construyeron todo este largo año.
—¿Estás diciendo que quieres que participemos?
—Oye, nos vendría bien el dinero que está en juego para el sábado. Necesitamos juntar dinero para el salón.
—Bueno, pensé que lavaríamos autos y abriríamos ventas de garaje.
—Y lo haremos Hayden —sonrío y volvemos a tomar nuestro camino. Al llegar a la parada de bus nos sentamos esperando a que el transporte apareciera.
El día parecía que iba a estar despejado, por lo que no me arrepiento de haberme puesto short.
Llega el bus y subimos. Nos sentamos en medio para así estar cerca de la puerta. Hayden me pasa uno de sus audífonos y comienza a reproducir Oath de Cher Lloyd.
—Hayden, ¿es en serio?
—Sabes que es nuestra canción favorita.
Hayden fue la primera amiga que hice en la Preparatoria. Jamás pensé que nos llevaríamos tan bien y menos cuando me volví la capitana de las porristas. Pero afortunadamente la volví mi co-capitana.
Bien se sabía por toda la escuela que Natalie no cedía ese lugar a cualquier persona. Esa persona debía ser digna de ser la capitana y tener la fama de ser una perra con todos.
Para muchos soy ese tipo de persona, pero para los que realmente me conocen saben que soy un amor en su mayor expresión.
Llegamos a la escuela y las jardineras estaban infestadas de estudiantes. Algunos más estaban recogiendo los anuarios de esta generación mientras firmaban a otros.
Esta era una de las partes más emocionantes de la graduación: firmar anuarios. Siempre seríamos recordados al menos por las otras dos generaciones que nos acompañaban.
Al pasar frente a unos chicos de primer año me pidieron que les firmara, asentí y les deje un muy buen autógrafo para que nunca en sus vidas me olvidaran. Hayden también les firmó y ambas reímos al entrar a la escuela.
Caminé hacia el patio trasero, en donde seguro estaría Violet. Había sido el lugar de los ocho y cada que iba ahí se encontraba.
Le dije a Hayden que en un momento la alcanzaría, solo asintió y siguió su camino al salón de clases en donde seguro ya habían llegado los demás.
Crucé la puerta y ahí la vi sentada. Era triste verla con un mal estado de ánimo. La entendía, pero no dejaría que estuviera así en estos días.
—¿Violet?
—¡Oh! Hola Tiff —me responde bajando su mirada.
—¿Qué haces aquí? Quedamos en vernos en el salón de Mr. Parker.
—Ya sabes que es un lugar que aprecio mucho y espero a Tessa.
—Está bien Violet, pero en cuanto llegue se van directo al salón.
—Sí, te lo prometo.
De verdad era triste verla devastada.
Ya veíamos venir este momento para los tres. Sabíamos que en cuanto llegaran los finales iba a cambiar su estado de ánimo. No sería lo mismo para ellos, pero haríamos lo mejor para que la pasaran bien.
Antes de ir al salón decidí pasar a recoger unas cosas más del casillero. Al abrirlo despegué las fotos que tenía pegadas en la puertecilla; una con Alex en el baile de navidad de hace un año y la otra con el Club de los Ocho en su pre-fiesta.
Al quitar las fotos me percaté de que había una cajita roja. Se suponía que nadie sabía la combinación del candado, pero alguien debió ingeniárselas.
La abrí para revelar el contenido, era un anillo que tenía una etiqueta de color amarilla. La arranqué sin darle importancia y me coloqué el anillo. Cerré el casillero y me fui al salón.
Una vez que entré solo estaba Hayden con Tyler. Era raro solo verlo a ellos cuando quedamos que debíamos estar al menos diez, pero conociéndolos terminaríamos siendo menos.
Entendía que ya no veníamos a hacer nada, pero eran los últimos días. Teníamos que disfrutarlos haciendo la broma que dejan todos los de último año, y claro que siendo yo la que organizaba todo debía de sorprender a todos.
El año pasado nos habían sorprendido con la típica broma: llenar toda la escuela de papel higiénico. Dos años atrás decidieron llenar cada rincón con hojas de las pruebas de cada uno de los graduados. Literal, a cualquier lado que vieras una nota te encontrabas.
Este año debíamos de dejar en claro que nosotros éramos la mejor generación. No decepcionaría a Natalie, ni a ninguna de las personas que me bautizaron como una arpía.
—Tyler, ¿sabes si Alex estuvo husmeando en mi casillero? —pregunto viéndolo directamente a los ojos, para así detectar si me llegaba a mentir.
—No que yo sepa TIff —me responde tranquilamente. Me acerco más a él y le pregunto nuevamente.
—Deberías creerle —responde esa voz hipnótica. Volteo hacia atrás y veo a Alex recargado en la puerta. Corro y lo recibo con un dulce beso.
—¿Sabías que eres la mejor?
—¡Shh! Tú eres el mejor.
—¿Y los demás? —pregunta mientras saluda a Hayden y Tyler.
—Violet está en el patio trasero esperando a Tessa. Los demás no tengo idea, pero ya que estamos nosotros cuatro deberíamos hablar de la broma que tenemos que hacer este viernes.
—Mejor deberías de contarle lo del laberinto.
—¡Oh! Es cierto —hago una pausa y tomo aire—. Ya habíamos hablado sobre mantener a los tres distraídos durante esta semana. Todos estamos conscientes de que es duro este momento, pero nos necesitan.
Justo cuando iba a retomar el habla vibró mi celular. Lo saqué de la bolsa que traía y lo abro comprobando que era un mensaje de texto.
"Disfruta tu última semana Tiff."
Gracias anónimo, supongo.
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