CAPÍTULO 14
Los siguientes días fueron tortuosos, amargos, depresivos... Lluviosos. Ella logró abstenerse de regresar, distrayéndose gracias a Lisa, quien la obligó a salir y conocer Seúl porque su aura oscura era insoportable. Su hermano también les acompañó, aunque sintió que hizo mal tercio, interrumpiendo una cita romántica entre los dos; juró que tal vez Lisa cantaría: Singin' in the Rain, por más que negaran repetidas veces su noviazgo.
Estaba feliz por ellos, sin embargo, observar un amor ajeno, la hizo deprimir y hundirse.
[ . . . ]
Fueron días planos para Nam Joon, sin aventuras. Excepto lo que una ficción en Wattpad podía brindarle. SevenLies publicó el prólogo, junto al capítulo de su obra: «El valor de un nombre», un extraño thriller psicólogico, donde el villano y el protagonista se comunicaban a través de cartas. La referencia del rojo, se presentó como una firma de sangre, extraída personalmente de su víctima.
Este antagonista era un referente en la vida del personaje, jugando a ser un humilde guía cuando en verdad planeaba corromper a su «presa».
Además, leer aquellos párrafos, incitó a Nam Joon a arreglar su primera obra, una historia corta que guardaba entre sus documentos. Consultó a SevenLies un par de veces, hablaron entretenidos; de vez en cuando, se detuvo a observar el perfil de Sunny. Incluso la cuenta de su amigo Ho Seok, quien finalmente se la hizo. Ahora podrán comunicarse a través de mensajes privados, otra vía tan directa como los mensajes en el teléfono.
@HoyaSmile
Hey! Lamento no haber aparecido en estos días... ¿Cómo estás? ( ' u ')/
@LimitedEditionRM
No te preocupes, hyung, Alex trajo comida en tu lugar... Estoy... Estoy muy bien.
@HoyaSmile
No lo parece. ¿Pasó algo entre tú y Sun? ¡No me digas! Adibino: ¡Pelearon otra vez! ( •̀ n •́ )m
@LimitedEditionRM
Adivino*
@HoyaSmile
Sí, sí, lo escribí mal. ¿Pelearon o no? :v
@EditionLimitedRM
¿Acaso importa Ya no quiero saber de ella. NO la menciones más.
@HoyaSmile
La he visto decaída, por eso pregunté. ¡No tienes corazón! ('⌒`;) Por cierto, tengo una duda... conoces a SevenLies? Me siguió, de ahí tuvimos una extraña conversación.
@EditionLimitedRM
¿En serio te siguió? Vaya, ¡que suerte tienes! En Wattpad es popular, ¡claro que sé quién es! Hemos hablado en privado todos los días. ¿De qué hablaron ustedes?
@HoyaSmile
Preguntó si te conozco. Me hizo sentir incómodo, nadie hace ese tipo de preguntas de la nada, hombre. ( - ω - u) Parecía uno de esos acosadores de la web.
@LimitedEditionRM
¿Y qué le has contestado?
El joven se inclinó intrigado, pestañeó esperando respuesta de su amigo pero jamás llegó... Insistió de nuevo pero la conversación se había cortado durante buen rato.
Ho Seok fue interrumpido por la presencia de Alex. Levantó la mirada, enarcando la ceja y dejándole entender que no era bienvenido. Aunque ya era usual en Alex sentarse allí, la situación entre ellos era un agotador ciclo.
—¿Qué haces en nuestra mesa? —reprochó.
Al observar a sus lados, no estaban sus amigos con él. Ni Jung Kook, Agust, Lisa o Sun. Cruelmente lo dejaron a la deriva con su teléfono y su almuerzo a medio terminar.
—¿Nuestra? ¿Mía y tuya? —sonrió divertida, burlándose de su incredulidad.
Ella acabó merodeando a su alrededor, molestándolo durante los días en que estuvo herido. No logró cumplir la promesa de su profesor, era difícil. El rostro de Ho Seok en la semana fueron compungidos y enseñó sonrisas frívolas, como si fuera alérgico a la lástima ajena pues muchos, lo trataron como un enfermo terminal. Principalmente las chicas, ellas nunca dejaron de pegarse a él para preguntarle si recordaba el rostro del estudiante, igual a unas asquerosas garrapatas. Una escena fastidiosa y sofocante. Estando él solo, los papeles cambiaban, esa había sido una oportunidad de acercarse.
—Tu rostro me ha quitado el apetito.
Formó un puchero y una expresión de caprichoso, apartando la bandeja con la mano diestra. Era increíble para Alex que él todavía no se diera cuenta de quien era.
Un. Completo. Idiota.
—Oh, bien... ¿Puedo comerme tu carne?
Ella estiró el palillo en dirección a la porción, ella se relamió impaciente. Tenía tanta hambre que devoraría un porcino entero. La mano de Ho Seok fue más rápida, obstruyéndole la intención al interponer también su palillo. Era una guerra, similar a la de Po y al maestro Shifu en Kung Fu Panda.
La tensión afloró rápidamente, entonces se dio cuenta de que Ho Seok no era como lo describían usualmente en los pasillos: Amable, sonriente, sociable, solidario... ¡¿En dónde estaban todas esas virtudes?! Su temperamento ha repelido la suya, como dos toros chocando sus cuernos en una plaza pública debido a los testigos que asomaban.
—Es mi carne.
—Dijiste que no tenías apetito, baby.
—¡Pero es mi comida!... Espera. ¿Me llamaste baby?
Él lo encontró gracioso.
Y era de esperar que la discusión no pasó desapercibida, aquellos que almorzaban les dedicaron un vistazo curioso, mientras las muchachas cuchichearon entre risas dispersas. Eso bastó para que Alex se detuviera, no quería rumores entorno a su persona. Suficiente dolor de cabeza era su familia. Luego notó que la quijada de Ho Seok estaba descolocada, verlo atónito por un apodo espontáneo seguramente le dio una sinapsis mental.
—Ugh... Van a entrarte moscas si no cierras la boca.
Tomó un pedazo de la jugosa carne y la introdujo sobre su lengua. Pestañearon... Silencio. Ella enrojeció abruptamente, se levantó de un brinco y huyó después de un trance estúpido. ¿En qué diablos pensaba? Sus bromas se descontrolaban, no podía permitirse actuar como una muchacha frente a él. ¡Ni siquiera darle de comer! Tomó su temperatura facial, en efecto, ¡roja hasta la punta de su nariz!
—¿Qué diablos pasó?
[ . . . ]
Eiko Nakashima y su hijo, sentían haber encontrado un hueco de tranquilidad, en la vivienda del abuelo de Jung Kook pero, no podía abusar más de la hospitalidad. Su marido le estaba buscando desesperadamente. Millones de llamadas cayeron a diario hasta que Jung Kook destruyó el teléfono con un martillo para que no fuera localizada. Los hombres celosos eran capaces de lo imposible por arrastrar a sus esposas.
Ella evitaba una vida sumisa.
El señor Nakishima tenía contactos y sentimientos de posesión.
Se sentía terriblemente temerosa, lo razonable sería ir a la policía, lamentablemente carecía de valor para enviarlo a pudrirse en prisión. Por otro lado, encontró empleo como camarera en la cafetería del vecindario; evidentemente, algunos y algunas no evitaron comentar sobre ella, creando cualquier tipo de rumor. Mantenerse escondida le hartaba, a pesar de que Jung Kook insistiera en que no moviera un pie fuera. Por otra parte, Lisa fue quién la animó, caritativamente también le ayudaría a cuidar del pequeño. Por lo que ambas apaciguaron de algún modo a Jung Kook, él entendía que ella también quería pagar la generosidad de su abuelo... ¿Por qué impedírselo?
Eiko limpiaba las mesas, retiraba las tazas y las sobras, colocándolas en una bandeja. Lucía el uniforme, de camiseta blanca con el logo del lugar y pantalones negros de vestir. Su cabello estaba maniatado en un moño alto, dejando caer pequeños mechones oscuros a los lados de sus sienes. La clientela era escasa y suficiente, pero, muchas veces era agotador depender de todos sus caprichos aunque, su sonrisa no se desvanecía. Faltaban unas horas para cerrar, y aún así, la satisfacción por aquel trabajo honorable no se lo quitaba nadie.
La libertad... ¿Tan bien olía?
—Disculpe, señorita... ¿Podría traerme el menú?
El muchacho recién ingresado la despertó de sus cavilaciones. ¿Señorita? Río suavemente. Él la llamó levantando incluso su mano desde la mesa junto a la ventana; aquella que ofrecía una vista relajante de una tarde gris. La lluvia paró por unos instantes, sin embargo, imaginaba que volvería a reanudarse. Al acercarse a él, estudió mejor su costoso traje, su rostro lozano y sus gafas Ray-Ban, encima de la mesa.
Era un joven de familia adinerada, pensó.
Apretó la carta entre sus dedos, dejándola a la vista después de lograr soltarla. Su semblante de sorpresa era palpable, en tanto el joven enarcó su ceja de manera divertida, sin tardarse en recoger el menú y leyéndolo atentamente.
—¿Qué me recomendaría? —Susurró guiñándole. Era una voz profunda y picaresca. Una apariencia dulce, tentadora, pero quizás intentar probarlo sería caer en una planta carnívora.
—Yo... Le recomiendo leer la primera página —respondió torpe. Le costaba creer que un joven mimado rondara por esas zonas. Evidentemente, ella nunca adivinará que era el medio hermano de Jung Kook: Tae Hyung. Eiko fue la primera en saber de él pero los detalles de cómo era físicamente, nunca se lo contaron.
—Usted.
—¿Yo? —parpadeó sin comprender.
La sonrisa felina y los gestos calmos de él, eran dignos de un heredero que no le importaba jugar con los sentimientos de las personas. Esa clase de persona que con o sin dinero, va a comprarte con la simpatía. La más peligrosa de las manipulaciones.
—Quiero pedir una delicia como usted pero, aquí no figura en ninguna parte. Que pena...
—¡Pero que cosas dices! No bromees así, soy mayor que tú... y tengo novio.
Su escandalosa risa alertó a su compañera, quien observó como buitre al atractivo muchacho. A prisas, fue acercándose para interrumpirlos, celosa de la suerte de Eiko.
—Dicen que cuánto más añejo es el vino, mejor sabe... Lo mismo sucede con las mujeres prohibidas, son más apetitosas. —Una lamida intencional de sus labios fue suficiente para sonrojarla y enfurecer a su compañera, ella le dio un empujón de cadera.
—Eiko, en la otra mesa te solicitan para pagar la cuenta, seguiré atendiéndole, si no es molestia. —Su codazo la dejó sin aire. Realizó una pequeña mueca de dolor, sin discutir al no desear problemas, no obstante, Tae Hyungo mostró una expresión aburrida.
Eiko inclinó su cuerpo con intenciones de despedirse y marcharse pero, él dijo:
—La señorita Eiko está tomando mi orden. ¿Por qué no va a usted, señora? Sinceramente, no me interesan las mujeres irrespetuosas. Demuestran su falta de elegancia. —Ladeó el rostro, sonriendo ampliamente bajo una falsa inocencia, era capaz de tener el mundo en su palma.
Y él lo sabía.
La insultó tres veces, ¡gentilmente cruel! Le dijo «señora», cuando es menor que Eiko, la consideró una descarriada, ¡con falta de elegancia! La japonesa agradeció internamente que fuera un muchacho atrevido y caballero. Hoy en día, esas extrañas combinaciones no se veían a menudo. La mujer resopló derrumbada, el rostro se le cayó al suelo y los dejó con rabieta al repiquetear sus tacones bajos.
—Gracias... —murmuró ella.
—No tienes porqué agradecer. Si te molesta, vendré seguido a protegerte, ¿de acuerdo?
—¿Estás loco? ¡Te he dicho que tengo novio! —reprochó bajito, olvidándose de tomarle el pedido.
—¿Debería asustarme?
—También tengo un hijo.
—Oh —susurró, mostrando otro gesto que no fuese su ilustrada seguridad. Comenzó a reírse—. Eso significa que podré hablarle de sexo sin tapujos. ¿O aún le da pudor?
Eiko lo silenció tapándole la boca, ruborizada. Él no tenía filtros. Demonios, estaba nerviosa por un jovencito de cabellos castaños y apariencia de modelo demasiado adulador. ¿Qué debería hacer?
—No sigas. Basta. —Debajo de su mano percibió su sonrisa, se agrandaba sin desaparecer. Lo disfrutaba. Ella carraspeó, no iba a permitir caer en sus trucos, debería estar curada de espanto y... Jung Kook, su amante castaño, era el único que la puede tratar como reina en la cama. Bajó la mano, susceptible a lo que pudiera soltar esta vez. Era de cuidado.
Él habló, otra vez.
—¿Va a servirme?
—¡No! —exclamó enfadada. Sin motivos aparentes.
—¿No? ¿Qué perversiones está imaginando?
—¿Eiko?
Fue Lisa quién la llamó a sus espaldas. Era interesante ver casualmente a su medio hermano, allí sentado como si la coincidencia fuese normal para los ricos. Al menos Lisa no era tonta, alegre y distraída, más no tonta. No confiaba en que oportunamente él decidiera pasar su tarde en esa cafetería habiendo tantas en la ciudad.
—¡Lisa! ¿Me has venido a visitar, dulzura?
—¡Ajá! Quería ver por mi misma si te estabas adaptando —respondió positivamente, animándose a reverenciarla. Era una maldita goma de mascar con Agust, aunque por esa ocasión se separaron.
—Puedes sentarte aquí, estoy muy solo —comentó abierto, sonriéndole.
La oportunidad de hablar con su hermana, era una entre mil. Ella lo pensó, la vida le enseñó que a veces es mejor fingir y hacerse la tonta para obtener algo a cambio. Por ende, descubrir que intención poseía Tae Hyung era una estrategia suspicaz.
—Con gusto, Tae Hyung.
—¿Te llamas Tae Hyung? —preguntó Eiko, cerrando y abriendo sus ojos en caso de que estuviera metida en un extraño sueño. ¡Era irreal! ¡Oh por Dios! No se lo terminaba de creer, nunca hubiese apostado un encuentro así.
Los dos la miraron fijamente, Eiko lucía anonada, su alma viajó muchas veces por el mundo y le costó despertar del trance. Cuando lo hizo, se alejó silenciosamente murmurando incoherencias. Regresaría después de asimilarlo, por eso ninguno se preocupó.
—Jung Kook no está muy feliz de verme... —dijo primero, tomando la delantera al temer que no le dejarán hablar. Sus manos jugaron con las servilletas—. Y lo entiendo. Soy un extraño en sus vidas pero, quiero entender. ¿Es qué tengo yo culpa de algo, Lisa? ¿Qué piensas tú?
—Él mintió, eso me ha molestado. No suele ser así pero, últimamente está sensible, principalmente desde el accidente que he tenido hace poco —contestó—. Tampoco encuentro motivos para odiarte, fue nuestro padre quien nos abandonó. Me molestó al principio, claro pero luego dejé de darle vueltas porque necesitaba seguir adelante. Debes tener nuestra edad, ¿no?
—¿Un accidente? —murmuró pero ella no mencionó más. Dobló su codo en la mesa, apoyó la palma en su mejilla y contempló el exterior a través de la ventana, evitando pensar en sus padres.
—Sí. Soy hijo único, vivimos en Gangnam.
El barrio Gangnam era la Manhattan de Corea, una zona lujosa repleta de sedes importantes de marcas, los mejores restaurantes y tiendas modernas por sus avenidas. Tae Hyung sólo conocía de comodidades, salidas activas y caprichos materiales; por eso Lisa intuyó, que él jamás comprenderá lo que les tocó.
—Creí que él estaría lejos del país... En Europa o América, casado y viviendo su vida, motivo suficiente para pensar que no pudo venir a nosotros. Y en todos estos años, en realidad estaba en Gangnam, el desgraciado. —Desvió su vista vidriosa, le costaba mantenerse digna, realmente le dolía que ni una vez les haya ido a ver o intentado contactar. Ni una.
—Disculpen que les interrumpa —musitó Eiko, justo a tiempo para evitar que se pusiera a llorar. Tae Hyung la observó alzando sus cejas con gallardía—. ¿Van a beber algo?
—Tomaré lo que Lisa pida —y se dirigió a la mencionada—. No te preocupes, yo invito.
[ . . . ]
Agust bajó del autobús, yendo a corroborar en el taller del mecánico. Su auto se mantuvo recluso en el sitio y este, le envió un mensaje diciéndole que lo fuera a buscar. Ya era hora de que el hombre terminará de repararlo, seguramente por la demora, podría exigirle un descuento. Merodeó en las cercanías, hallándose frente a las puertas cerradas, dónde vio el cartel que decía que el taller estaba cerrado al haber salido por unas horas. ¿Era una broma?
El joven se fastidió por la desagradable manera de que le han hecho perder su valioso tiempo. Podría haber ido perfectamente con Lisa a la cafetería y pasar otro día, como ella le dijo, pero el auto era prioritario para poder salir a citas con ella. Entrecerró los ojos, echando la cabeza hacia atrás en gesto impaciente, resopló y sacó los auriculares de sus bolsillos para dedicarse a escuchar música.
«Humble» de Kendrick Lamar fue la primera en sonar. Aquella melodía inspiraba a caminar con estilo, con swag, cómo si el mundo estuviese debajo de sus pies y detrás, hubiese una enorme llamarada de fuego. Detestaba salir en días grises, las calles mojadas solían salpicarse en sus zapatos deportivos y su humor llegaba a un nivel en que lo único que anhelaba, era dedicarse a mirar películas clásicas, encerrado en su habitación.
Su distracción era notable, observó las viviendas, dirigéndose a la parada de autobús, sin embargo, un golpe seco le atacó por detrás. El desconocido volvió a noquearlo, propinándole una paliza inesperada, en donde él acabó tumbado en el suelo. Intentó defenderse volviéndose un ovillo, mientras aquél pateó sus costillas y abdomen, obligándole a expulsar todo su oxígeno. Tosió agitado, puesto que era un uno contra uno desventajoso. La sucesión de golpes cayeron uno tras otro, el dolor lo hizo gritar y apretó la mandíbula hasta que éste se cansó de patearlo, desapareciendo por el callejón.
—Maldito hijo de puta... —gruñó entre dientes.
Se sentía abatido por no haber logrado defenderse y seguirlo en esas condiciones era mal plan. A tientas se levantó del suelo, al estirarse, creyó que iba a crujir y romperse. Largó gotas de sangre por la boca al toser, limpió su labio inferior con el dorso de su mano y anduvo adolorido por la calle. Cojeó hasta encontrar un asiento libre. Su ropa estaba sucia y su cabello enmarañado.
La música siguió reproduciéndose, así que acomodó sus audífonos caídos para tranquilizarse. Respirar era díficil.
NOTAS DE AUTORA:
No sé porque dejo siempre una nota de autor... Pero las veo necesaria en este tipo de series (?)
Espero que no se hayan olvidado de Eiko, la pobre japonesa que es amante de Jung Kook, por eso les resfresqué un poco la memoria la situación que tenía.
Por otro lado, no se enojen mucho con Tae Hyung por su coqueteo descarado, el personaje es así de liberal y divo, hahaha. Pero disfruto mucho narrar su personalidad, es fresco y atractivo. No tiene pelos en la lengua, como habrán visto. Queda en ustedes odiarlo o amarlo. ¿Yo? Absolutamente lo amo, yay <3
Lo de Agust... Bueno, ¡auch! Habrá que esperar por el próximo capítulo porque, -spoiler alert-, introduciré un nuevo personaje en acción, ¡anticípenlo!
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