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Cap 4: Una Tristeza Para el Alma

— ¡¿Qué?! — fue lo único que pudo responder el rubio en ese momento.

— ¡No siento mis piernas!... ¡¡NO PUEDO SENTIR MIS PIERNAS!! — gritó el peliverde completamente exaltado mientras agitaba sus piernas con sus manos.

Hyoga reaccionó de su shock momentáneo y se acercó a Shun.

—Shun, ¡tranquilízate!, ¡tranquilo! — le dijo mientras tomaba al peliverde por los hombros, intentaba hacer que el menor lo mirara, Shun lo miró preocupado.

— ¡¿CÓMO QUIERES QUE ME CALME?! ¡NO PUEDO SENTIR LAS PIERNAS! — Intentó calmarse — ¿Qué va a pasar si es que resulta ser una parálisis? — dijo llorando, Hyoga lo miraba con tristeza.

Andrómeda se movió bruscamente y consiguió que sus piernas quedaran casi tocando el suelo, el rubio lo detuvo.

— ¡Detente! ¡Shun, te vas a hacer daño! — le dijo mientras intentaba acostarlo en la camilla.

— ¡No! ¡Quiero comprobar si esto es una parálisis! — habló mientras trataba de empujar a Hyoga.

Los demás entraron a la habitación encontrándose con esa escena.
Ikki corrió hacia los jóvenes pero no pudo interferir.

— ¡Suéltame Hyoga! — le dijo mientras forcejeaba.

— ¡No! ¡Te vas a hacer daño y no lo voy a permitir! — Shun comenzó a alterarse.

Esto era malo, Saori llamó de inmediato a un medico quien rápidamente sedó al joven peliverde dejándolo dormido.

— Bien, dejemos que descanse — el doctor se arregló la bata que se le había arrugado un poco por el forcejeo.

— Doctor, Shun me dijo que no sentía sus piernas, ¿eso es malo? — el médico puso una expresión de angustia, luego retomó su compostura.

— Acompáñenme a mi oficina — el Doctor los guió a todos hasta su amplia oficina en el hospital. Sus paredes eran azules y tenían algunos afiches con algunos sistemas del cuerpo y las funciones en cada una.

El Doctor tomó asiento frente a su amplio escritorio marrón, Saori y Seiya se sentaron en las sillas frente a la mesa, los demás quedaron de pie.

—Doctor, explíquenos por favor, ¿Qué sucede? — habló la encargada de la fundación y heredera de la mansión Kido.

— Tengo entendido... — el médico tomó unos papeles — que su amigo sufrió una caída en las escaleras. Estas caídas parecen inofensivas pero en realidad pueden ser capaces de matar a una persona. Dígame — colocó los papeles en el escritorio —¿Alguien detuvo la caída del joven?

— Si, yo pude evitar que llegara al final de la escalinata — habló el rubio.

— Bueno, su amigo tuvo suerte de que usted…

— Hyoga — habló el ruso.

— Joven Hyoga estuviese cerca en ese momento, recibió un golpe en la nuca, si recibía otro igual tal vez no estarían ustedes aquí — todos se miraron sorprendidos. —Por suerte eso no sucedió y el joven se encuentra estable pero, la caída fue lo suficientemente violenta como para reabrir esa herida que había sido suturada hace algún tiempo. Deben evitar que se altere…

— Disculpe que lo interrumpa doctor pero ¿Qué hay de lo que dijo Hyoga? Él dijo que Shun no sentía las piernas ¿eso es posible?

— Señorita, este joven acaba de sufrir una caída bastante violenta y casi mortal, así que en efecto, algo como una parálisis puede suceder en estos casos — habló el doctor con seriedad mientras miraba a la joven de cabellos violetas por encima de sus lentes.

— ¿A qué se refiere? — Preguntó Ikki —¿Está diciendo que mi hermano tiene una parálisis?

— No, eso aun no se sabe, cuando despierte haré unos cuantos exámenes para asegurarme de que no haya ningún problema, pero hasta que despierte no puedo dar ninguna información sobre este tema.

— ¿Y la herida? —preguntó Seiya.

— Estará bien si no vuelve a alterarse así y si no vuelve a sufrir otra caída como esa, mientras no se esfuerce por un tiempo la herida sanará rápidamente, además, su amigo tiene muy buena cicatrización — aclaró el doctor.

— Entendemos, muchas gracias doctor — agradeció Saori.

— No hay de que, señorita, yo les mantendré informados de todo lo que pase con este caso, ya pueden retirarse — los caballeros y su diosa salieron de la oficina. Llegaron a la sala de espera y se sentaron.

— Bueno yo iré a la cafetería, no hemos desayunado así que compraré algo ¿Qué van a querer? — preguntó la joven.

— Un emparedado de atún — pidió el Pegaso.

— Una empanada de carne molida — ordenó el dragón.

— Una arepa de queso amarillo — pidió Ikki.

Hyoga miraba el suelo sin expresión, Saori se levantó, se acercó a él y tocó su hombro.

— Hyoga, ¿no quieres nada para comer? — el joven ruso salió de su ensimismamiento y miró a la diosa.

— Ah… si, perdón, no había escuchado. Una cachapa con queso extra estaría bien — la mujer sonrió.

— De acuerdo, ya regreso — se fue a la cafetería.

— Espero que Shun esté bien — habló Shiryu.

— Si — susurró el castaño.

Hyoga se inclinó en su asiento hacia adelante con las piernas abiertas y sostuvo su cabeza con ambas manos.

—Hyoga, ¿Qué te pasa? — preguntó Ikki algo preocupado.

— Yo… solo estoy preocupado por Shun… verlo reaccionar de esa forma… yo… fue horrible… me hubiera gustado hacer más — respondió el joven ruso.

Minutos más tarde, Saori llegó con la comida, todos comieron rápido ya que estaban ansiosos por tener noticias nuevas sobre Shun.

El doctor caminó hacia ellos y los llevó a su oficina. De nuevo el médico tomó asiento tras su escritorio, Saori y Seiya se sentaron frente a él.

— Su amigo despertó y me temo que no tengo buenas noticias.

— ¿Cómo esta? — Preguntó Saori — ¿Qué le sucede?

— Las sospechas de su amigo eran ciertas, al parecer en la caída se golpeó la columna vertebral repetidas veces, esto pudo causar daños en algunos de los nervios de respuesta que controlan sus piernas.

— Y ¿usted puede hacer algo para arreglarlo? — preguntó Seiya.

— Me temo que no, los nervios de respuesta que se conectan a sus piernas están dañados, el cerebro puede enviarles señales pero las piernas no reaccionaran.

— Eso quiere decir…

— Si, lamentablemente su amigo sufre de una parálisis y por lo tanto no podrá caminar.

Todos se sorprendieron por esa respuesta, estaban destrozados, no podían creerlo: Seiya estaba devastado, Ikki sentía como su mundo se caía a pedazos, Saori se sentía terrible, Shiryu no podía creerlo pero Hyoga, él sentía que le habían lanzado una cubeta gigante de agua con hielo, congelante y dolorosa.

—¿Es… permanente? — preguntó la joven diosa con lágrimas en sus ojos.

— Hay una pequeña posibilidad de que vuelva a caminar, pero por lo severo de los daños dudo mucho que eso suceda — habló el doctor con tristeza. — Lo lamento mucho, en verdad me gustaría hacer más. El hospital le dará una silla de ruedas y también los medicamentos necesarios para intentar arreglar los daños en sus nervios de respuesta. Espero de todo corazón que se recupere. Esa es toda la información que puedo ofrecerles, pueden salir de mi oficina.

Todos salieron completamente destrozados por la noticia.

— No lo puedo creer, mi hermano en silla de ruedas — los ojos del fénix se cristalizaron. —¿Por qué esto tenía que pasarle a él?... ¡Shun! — se lanzó al suelo a llorar.

Hyoga también lloraba ¡¿Cómo era posible que su mejor amigo quedara en silla de ruedas?! Eso sí que había sido un golpe bajo, demasiado bajo.
Pasaron los días y Shun salió del hospital… en silla de ruedas…
Esto era un gran golpe para el caballero de Andrómeda, Hyoga, Ikki y Seiya lo ayudaban a bajar y a subir las escaleras, su hermano lo llevaba a la tina para que se duchara, lo ayudaba a cambiarse, a trasladarse de la silla a algún mueble. A todo. Shun sentía que era un completo inútil.

Estaba muy deprimido, comía por petición de Ikki y se la pasaba casi todos los días en su habitación y no salía de la mansión. Lloraba en las noches por sentirse un estorbo, casi no hablaba con nadie, su sonrisa se había borrado de su rostro. Seiya se sentía culpable, no actuaba tan alegremente como antes, no salía corriendo a desayunar y casi no hablaba con el peliverde, al contrario, intentaba evitarlo.

Hyoga se sentía terrible, ver a Shun de esa forma era muy difícil y le dolía. La mirada de su amigo era triste y sin vida, echaba de menos esos ojos brillando de alegría, o esa sonrisa que ya no se posaba en sus labios. Hyoga quería ver esa alegría en el peliverde, quería que su alegre Shun volviera porque quería declararle de una vez por todas un secreto que estuvo guardando por semanas.

Se había enamorado profundamente de él.

Continuará…

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