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Cap 11: ¡Yo te ayudaré!


Hyoga llegó en poco tiempo a su habitación con el peliverde en su espalda, caminó a su cama y lo sentó con cuidado sobre el blando mueble, miró al chico y le sonrió, buscó el juego y lo puso sobre la cama.

– Shun – el nombrado lo miró – yo, quería preguntarte ¿quieres darle una vuelta a la habitación? – el chico lo miró algo confundido – bueno, es que tienes que comenzar a caminar un poco más si quieres recuperarte, así que puedes hacerlo y después podemos jugar ludo.

Andrómeda lo vio preocupado.

– No creo que sea una buena idea – habló decaído.

– ¿Por qué?

– Es que… ¿Qué pasa si vuelvo a caerme? Es decir, puedo sentir mis piernas por un milagro, y temo que, si me caigo otra vez, vuelva a quedar confinado a la silla de ruedas – miró el objeto con tristeza.

El rubio suspiró, lo entendía perfectamente, él mismo había vivido esa horrible pesadilla junto a su amigo, pero claramente el peliverde había sufrido más que nadie por ese accidente. Tomó las manos del menor y se arrodilló frente a él.

– Shun – el más joven lo miró – no te vas a volver a caer, esta vez yo voy a estar cuidándote y ayudándote, y aunque no lo esté, no puedes postergar por siempre esto, en algún momento tendrás que caminar y si no prácticas, será como si siguieras estando en silla de ruedas – sujetó su rostro con cariño – yo te voy a ayudar para que te recuperes poco a poco y si por algún motivo te vuelve a pasar lo mismo, yo siempre estaré ahí para ayudarte, en la buenas y en las malas.

El peliverde miró a Hyoga y le sonrió, respiró profundo y tomó las manos del ruso.

– De acuerdo, lo voy a intentar – Hyoga asintió, cargó a Shun por la cintura hasta levantarlo, los pies del menor no tocaban el suelo todavía, el ruso lo cargaba como si no pesara un gramo.

– Bien, primero debes pararte en el suelo, te voy a bajar con cuidado – notó el nerviosismo en el rostro de su amigo – no te voy a soltar en ningún momento, ¿preparado? – el menor asintió.

Hyoga empezó a bajarlo con cuidado hasta que los pies de Shun tocaron el suelo.

– ¿Estás haciendo fuerza? – preguntó aun sujetándolo por la cintura, el menor asintió, una pequeña sonrisa apareció en su rostro, era la primera vez que estaba de pie en mucho tiempo, el rubio sonrió complacido – Shun – llamó su atención – pon tus manos en mis hombros, seré tu bastón, apóyate en mí – el peliverde asintió, llevó sus manos hasta los hombros del ruso – te voy a soltar, con cuidado ¿sí? – el menor asintió. Hyoga lo fue soltando, Shun comenzó a hacer fuerza con las manos y se mantuvo de pie sin tambalearse – muy bien, lo estás haciendo bien.

Shun miró sus piernas, estas tenían un muy pequeño temblor, pero parecía no importarle.

– ¿Puedo intentar dar un paso? – el rubio asintió.

Andrómeda movió con cuidado su pie derecho, lo levantó y avanzó y poco, mientras Hyoga retrocedía para que no chocara con él, logró dar bien el paso.

– Excelente, ahora da otro – el menor movió el pie izquierdo y lo puso junto al derecho, el rubio notó como las piernas de Shun comenzaban a temblar – de acuerdo, trata de mover un pie y luego el otro, con calma – el peliverde subió su pierna derecha y respirando despacio dio un paso, luego repitió el procedimiento con la izquierda, sus piernas parecían gelatina – te están temblando mucho las piernas ¿quieres continuar? – el menor asintió.

– Trataré de dar tres pasos – habló el menor – puedo hacerlo, puedo hacerlo – dio un paso y luego el segundo junto al ruso, pero cuando estaba por dar el tercero sus piernas temblaron agresivamente – ¡me voy a caer! – de inmediato perdió fuerza, comenzó a caer, Hyoga lo tomó de nuevo por la cintura y lo atrajo hacia él inclinándose hacia Shun para no perder el equilibrio, las piernas del menor parecían fideos recostados en el suelo, ya no hacia fuerza con ellas.

El rubio miró el rostro de su amigo, estaban muy cerca; Shun lo miraba sonrojado y él podía sentir el calor subiendo por sus mejillas. Lentamente comenzó a acercarse a aquellos labios que lo atraían como un imán a la nevera hasta rosarlos con dulzura, luego los unió dando un beso un poco más profundo, incitando al menor a corresponderle, ambos se besaron con suavidad, para ese punto Shun había cerrado sus ojos y disfrutaba del beso hasta que el aire se les acabó a los dos, se separaron mirándose a los ojos.

– Hyoga – habló el peliverde con el rostro rojo mientras jadeaba – d-deberíamos, jugar ludo a-ahora.

– Si, tienes razón – en un ágil movimiento sujetó las piernas del otro y lo cargó en brazos, caminó a la cama y volvió a sentar al menor en ella pegando su espalda en la cabecera.

Acercó el juego al menor y se sentó al otro lado de la cama a su lado, comenzó a dejar las fichas en su lugar y tomó el dado, Andrómeda era el verde y Hyoga el azul.

– Vamos a ver quién gana, prepárate – Shun sonrió divertido a las palabras de su amigo y el rubio arrojó el dado.


El castaño dormía junto al peliazul, ambos habían limpiado el desorden inesperado del Pegaso y se habían quedado dormidos en la cama. Ikki se movió un poco hacia el Pegaso y al sentirlo lo abrazó por la cintura, Seiya se movió hacia Ikki y lo abrazó también; ambos siguieron acercándose hasta que sus labios se rosaron tiernamente, los dos sintieron el rose y abrieron los ojos.

– ¡Aaaaahhhh!

– ¡Aaaaahhhh! – se separaron mientras gritaban, Ikki se levantó como resorte de la cama y miró al castaño – ¿Qué fue…? ¿Qué cosa…? ¿Qué rayos…? ¡¿Qué pasó?!

– Yo… tú… nos… ¿Qué rayos fue eso? – preguntó el Pegaso con los ojos desorbitados sentado en la cama.

– No lo sé… – se sonrojó al recordar, miró nervioso al castaño – Bueno… yo vine a ayudarte y ya lo hice, así que… – caminó a la puerta.

– ¡Espera! – el Fénix se detuvo – gracias por ayudarme, no habría podido arreglarlo sin ti – le sonrió, Ikki se sonrojó un poco y asintió.

– De nada, solo espero que dure – habló amenazante, Seiya comenzó a reír, pero al ver la mirada seria del peliazul se detuvo – es en serio Seiya, que dure.

– Bien, veré que puedo hacer – Ikki asintió y salió de la habitación.


...

Ambos estaban en un punto decisivo de la partida, Hyoga se había comido dos fichas de Shun y este se había comido una de su amigo, en algún momento el peliverde había logrado alcanzarlo y es que el dado parecía estar de su lado, pero ahora a ambos les quedaba una ficha, ya estaban en sus respectivas casas y los dos a una sola tirada para entrar a su hogar y llevarse la victoria; al ruso le faltaban tres pasos y a Shun cuatro.

Shun lanzó el dado, este dio vueltas ante la mirada atenta de Andrómeda y cayó en el 3.

– ¡Ay! ¡por uno! – exclamó molesto y movió su ficha, Hyoga tenía una sonrisa victoriosa en su rostro – ¿Por qué sonríes así? Ni siquiera has ganado.

– No, pero tengo una oportunidad – el ruso, muy seguro de ganar dio un beso al dado y empezó a agitarlo en su puño – vamos un 3, un 3 – habló y arrojó el dado con una gran sonrisa, que se le cayó cuando vio en número – 6.

– Creo que el dado te entendió que querías un doble tres, amigo – habló el peliverde triunfante, Hyoga movió la ficha quedando en el mismo lugar. Shun tomó el dado y lo sopló dentro de su puño, lo lanzó y vio con tristeza el número que le había salido – 2.

– Te pasó igual que a mí, dos veces 1 – el menor movió su ficha quedando en el mismo punto, Hyoga tomó el dado un poco más inseguro y lo lanzó, el dado dio 4 – ¡No!

Shun comenzó a reír, Hyoga parecía un lunático viendo al dado, como si quisiera controlarlo con la mente para que cayera en el 3 que tanto necesitaba, ahora estaba igual que Shun, ambos necesitaban un 1.

Andrómeda lanzó el dado y volvió a salirle 2, esa era la parte más desesperante del juego, ambos estaban literalmente empatados y solo el azar diría quien se llevaría el postre del otro… si, habían apostado sus postres, así que uno de ellos solo almorzaría esa tarde.

El ruso tomó el dado, doble o nada, no debía darle oportunidad al otro para ganar, así que sacudió el dado entre sus manos y lo sopló dos veces, tal vez el ritual de Andrómeda le dé suerte.

– Dame un 1, dame un 1, dame un 1 – le habló al dado, estaba muy concentrado pidiéndole al dado ese pequeño número y rogando a que este saliera por fin, fue su idea apostar los postres, no podía perder, estaba por lanzar el dado con la máxima concentración, como si eso fuera a ayudar en algo.

– Chicos, el almuerzo está listo – el ruso dio un salto y soltó el dado, este golpeó la mano de Shun y cayó en un 6.

– ¡No! – Hyoga exclamó dramáticamente y se dejó caer al suelo mientras Shun reía a carcajadas, el ruso miró a la puerta furioso encontrando a la responsable de su fracaso: Alma – ¡Tú!

– Hyoga, perdóname, no sabía que estabas tan concentrado – habló la chica apenada, el peliverde seguía muriéndose de risa, la cara del ruso cuando vio el 6 no tenía precio.

– ¿Acaso entiendes que por tu culpa estoy a un paso de perder mi postre? ¡¿Lo entiendes?! – la chica lo miró tratando de aguantar la risa y asintió.

– Perdón, en serio, pero Saori me dijo que les avisara que ya está el almuerzo, lo siento mucho; bajen cuando puedan, Suerte Hyoga – dijo para retirarse de aquel lugar, el ruso miró al peliverde y este se limpiaba una lagrima de la risa, Hyoga lo miró enojado, pero por dentro estaba feliz de verlo sonriendo.

– Bueno, bueno, lanza, veamos si me ganas o no – habló fingiendo molestia, Shun suspiró y arrojó el dado sonriente, este dio vueltas y al caer revelo el resultado definitivo para los dos, Hyoga lo miró derrotado y Shun sonrió aún más.

– ¡Gané! – exclamó el menor mientras movía su ficha a la última casilla – ¡Gané, gané, gané! Tu postre es mío – habló sonriendo, el rubio sonrió y ambos se dieron la mano, había sido una buena partida; definitivamente la suerte adoraba a Shun, el dado lo había hecho sacar 6 en muchas ocasiones y así había remontado.

– Bueno, bajemos a comer – habló el ruso y luego de subir a Shun en su espalda bajó con él al comedor.

Allí todos los estaban esperando, ambos notaron un poco incomodos a Ikki y a Seiya, pero no le dieron mucha importancia.

– Y el almuerzo de hoy es: Arroz de coco con Ikki a la piña y jugo de parchita (maracuyá).

– Se ve delicioso – habló el Pegaso mientras se relamía los labios, Ikki por otro lado ignoró el comentario hecho por su diosa y comenzó a comer con los demás.

Shun notó algo inquieta a la joven de cabello turquesa, la miró preocupado.

– Alma ¿te sientes bien?

– ¿Qué?

– Es solo que, no has tocado tu comida, ¿sucede algo? – preguntó el peliverde, todos miraron a la chica preocupados, ella sonrió y negó.

– No Shun… no es eso, es que tengo un presentimiento extraño desde hace un rato – Ikki se pasmó al escucharla al igual que Hyoga, ambos sabían que el Fénix también había presentido algo hace unos días.

– Deja eso, disfruta de la comida, esta deliciosa – le habló el Pegaso, la peliverde sonrió y empezó a comer mientras el Fénix y el Cisne se miraban preocupados.

Cuando terminaron de comer, todos se sentaron en el sofá de la sala y encendieron el televisor, estaban dando “La Ley y el Orden: Unidad de Victimas Especiales” así que decidieron dejar el programa. Shun estaba muy feliz comiéndose su segundo pastel de queso, Hyoga lo veía sonriente, había perdido, pero podía deleitarse con esa bella sonrisa, y eso era mucho mejor que saborear ese pastel. Andrómeda lo miró y con una sonrisa tomó un poco con la cuchara y le dio de comer a Hyoga.

– No Shun, yo fui el de la idea, así que ahora debo pagar las consecuencias – el peliverde asintió, pero no quitó la cuchara de su posición.

– Lo sé, y como el ganador, es mi derecho elegir que quiero hacer con el premio, y elijo darte un poco – Hyoga sonrió, su amigo era un ángel, un verdadero ángel caído del cielo, sin más dudas probó el pastel, como se lo imaginaba, estaba delicioso, Shun lo miraba con una sonrisa complacido y el ruso le sonrió.

– Gracias – empezaron a comer los dos de aquel dulce postre.

– Esto se está poniendo interesante – habló el dragón intrigado, parecían dar lentamente con el sospechoso y todos estaba tan atentos como él a la pantalla.

De pronto un fuerte ruido fuera de la mansión los alertó a todos, Saori se levantó nerviosa mientras que Alma apretaba su vestido asustada, Ikki, Seiya y Shiryu se levantaron alertas mientras Hyoga se mantenía junto a Shun.

– ¡¡ATHENA!! – se escuchó un fuerte grito fuera de la mansión.

Continuara...

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