EXTRA #1
|LUNA DE MIEL|
ISABELLA
Cuando Ronald me propuso tomar terapia quise negarme, no tengo muy buenas experiencias con las psicólogas y más por lo que hizo la de Inglaterra. Siempre me hizo parecer que lo que yo decía era producto de mi imaginación, que la violación solo fue algo creado por mi mente para llamar la atención.
Con Violeta todo ha sido diferente, esta mujer me ha ayudado de una manera que siempre estaré agradecida —aunque Ronald ha sido parte fundamental de este proceso—, tuve que recordar todo para poder superar y aunque los primeros días fueron totalmente complicados, ahora seis meses después empiezo a hallar una tranquilidad que creía inexistente.
Por eso he tomado la decisión de que es hora de dejar todo atrás y concentrarme en mi presente y futuro junto a mi esposo, y para eso debemos reanudar lo que pausamos, como nuestra luna de miel.
—¿Hoy viene Violeta? —Ronald me regresa a la realidad con su pregunta.
Lo veo ponerse la chaqueta para completar su traje y jesús, mi esposo es el hombre más atractivo que puede existir y cada vez que envuelve su cuerpo en esos trajes de tres piezas mis pensamientos se vuelven lujuriosos.
—Sí —recorro su cuerpo con mi mirada y mis ojos se quedan más tiempo de lo normal en su trasero.
—Entonces nos veremos en la tarde —está ignorando mis miradas lujuriosas como lo ha hecho la última semana.
—¿Vamos a cenar con tus padres? —pregunto, en los últimos meses hemos ido todos los viernes a la casa de los padres de Ronald para cenar, lo que se convirtió en nuestra rutina de los días viernes.
—Sí, yo vendré por ti para que nos vayamos juntos —dice.
Me pongo de pie y me acerco a él, rodeó su cintura con mis brazos.
—Te amo —digo.
—Dulzura, yo también te amo.
Amo que me llame dulzura, amo que diga que soy su rubia, su mujer. Dios. Amo incondicionalmente a este hombre.
Ronald se inclina y me da un casto beso, trata de separarse de mí, pero atrapo su labio inferior con mis dientes y hago de nuestro beso algo más apasionado. Con cada segundo que pasa nuestro beso se hace más intenso y un gemido se me escapa, lo que hace que Ronald finalice en beso.
Sus ojos están llenos de la lujuria y el deseo que ha reprimido todos estos meses. No sé a atrevido a tocarme más allá de sutiles caricias, y lo entiendo porque ha presenciado mis ataques en los últimos meses, mis pesadillas y el horror que había en mis ojos cuando recordaba.
—Si vas a salir debes llevar a Oliver, no lo olvides —estas son sus palabras cada vez que me deja sola en la mansión. Detesta que yo salga y más cuando lo hago sola.
Lo veo salir de la habitación y una fuerza mayor me detiene de ir tras de él y rogarle que se quede para que hagamos lo que los dos deseamos.
Me cambió de ropa rápidamente y bajo a la sala donde ya me está esperando Violeta —la mujer es bastante madrugadora—, antes de llegar a la sala paso por la cocina por un vaso de agua.
—Buenos días —saludo cuando entro a la sala.
—¿Cómo estás hoy? —me pregunta cuando tomo asiento.
—Mucho mejor —aseguro.
—Eso me hace feliz —saca la libreta que ha traído desde nuestro primer encuentro.
—¿Estás segura de que no quieres una nueva libreta?
Desde el tercer mes le estoy preguntando lo mismo, la libreta se ve desgastada y puedo estar segura de que es allí donde anota todo lo relacionado con sus pacientes —bueno, aunque la mujer ya no atiende a tantas personas como lo hacía en sus inicios—, una lástima, porque es la mejor psicóloga que he conocido.
—No estarás tranquila hasta que cambie, ¿verdad? —confirmo con un asentimiento —bueno, entonces cuando termines las sesiones diarias me podrás regalar dos, pero igual a esta.
—Eso es un trato —digo —¿terminaremos pronto las sesiones?
—No, apenas llevamos seis meses y sabes que el proceso tuyo es largo.
Claro, un trauma que ha estado conmigo durante casi trece años no se olvida en seis meses —creo que nunca—, pero con la ayuda de Violeta lo voy superando.
—Pero posiblemente disminuyamos las sesiones, tres o cuatro veces por semana.
—No es que no me guste verte diariamente, pero disminuir las sesiones es un gran avance.
Violeta empieza la sesión y hace las preguntas de todos los días y como cada día, una nueva pregunta surge y ahora las respondo con más fluidez y confianza.
—Quería preguntarte algo —menciono.
—Isabella, puedes hacer todas las preguntas que quieras —asegura.
—Sabes que desde que sucedió todo con André, Ronald no me ha tocado ni una sola vez.
—Sí.
—Él fue quien tomó la decisión de no tocarme hasta que yo estuviera bien y se lo pidiera nuevamente.
—¿Quieres estar con él? —pregunta.
—Siempre he querido estar con él —confieso —sé que mis ataques y pesadillas le impidieron estar conmigo, también sé que él tiene miedo de que mi reacción al volver a estar juntos sea diferente.
—Podemos hacer que esté en una de las sesiones —propone.
—No, solo quiero contarle que ya estoy lista, bueno, siempre lo he estado.
—Entonces hazlo.
—Voy a proponerle que tengamos nuestra luna de miel.
—Oh. No quiero saber nada más —bromea y me río al escucharla.
Una hora después me estoy despidiendo de Violeta y regresando a la habitación. Reviso alguno de los contratos que me envió mi secretaria y luego me ducho nuevamente.
☙❧
Vamos de regreso a la mansión. La cena en casa de los padres de Ronald fue igual que siempre, con la particularidad de que Ronald siempre discute con Evans, porque este último no para de llamarlo hermano y es algo que Ronald dice odiar, aunque estoy casi segura que no es así.
En la tarde decidí que después de la cena le haría la propuesta y es algo que me tiene sumamente nerviosa en este momento.
—¿Pasa algo? —pregunta Ronald mientras conduce.
—No.
—Desde que salimos de la casa de mis padres te noto diferente —lo miro y le sonrió, pero estoy segura de que mi sonrisa en vez de tranquilizarlo lo asusta.
¿Cómo es que estoy nerviosa por decirle a mi esposo que quiero que nos acostemos nuevamente y nos vayamos de luna de miel?
Dios, esto es ridículo.
—Estás nerviosa —me mira por unos segundos.
—Para nada.
Llevo mi mano a su muslo y lo acaricio mientras me pierdo en mis pensamientos y su rostro. Mi hombre es realmente hermoso, entiendo porque todas en la ciudad lo quieren.
—¿Apreciando la vista, dulzura?
—Como no lo imaginas —murmuro.
No demoramos mucho en llegar a la mansión gracias a que no había mucho tráfico.
Cuando estamos en nuestra habitación me cambio rápidamente y luego me siento en la cama esperando que Ronald salga del baño y cuando lo hace mi boca se abre de par en par.
Lleva un pantalón de chándal que le queda perfecto. ¿Tendrá conocimiento de lo que su imagen me está haciendo? Va sin camisa dejando a la vista sus sexis abdominales, por los que me gustaría pasar mi lengua en este preciso momento.
—Dulzura, ¿me estás escuchando? —sacudo mi cabeza para que mis pensamientos se evaporen.
—Sí —mentira, no escuche nada de lo que dijo.
—Mentirosa —me acusa —¿En qué piensas?
—Podemos tener nuestra luna de miel esta semana, ya tengo el lugar y reservé el hotel donde nos hospedaremos.
—Despacio —pide —¿Cuándo decidiste esto?
—¿No quieres?
—Si quiero, pero, ¿Por qué tan rápido?
—Hemos retrasado esto por mucho tiempo y quiero, no, deseo estar a solas contigo.
—¿Estás segura?
—Sí, creo que nunca antes había estado tan segura de algo.
—¿Comentaste esto con Violeta, no afectará el proceso?
—Sí, y sí, ella me alentó a hacerlo, ¿tú quieres hacerlo?
—Dulzura, quiero hacer todo contigo, hasta lo más mínimo, pero como te lo dije antes, quiero que estés bien.
—Lo estoy, Violeta lo puede confirmar.
—Y tu lujuriosa mirada también —dice.
Ambos nos reímos y siento como mi nerviosismo se disipa completamente.
—¿Qué lugar escogiste?
—Uno espectacular, he estado mirando lugares y deduciendo en cuál podemos hacer nuestros recuerdos —a decir verdad, llevo más de un mes investigando lugares para lunas de miel y de los miles que me salían siempre terminaba llegando al mismo.
—¿Entonces cuál será?
—Tenía varios en mente, Grecia y Marruecos son los más visitados por las parejas y son hermosos, pero me enamoré de un lugar en Brasil.
—¿Brasil? Al otro lado del mundo.
—Pero el lugar es hermoso, alquile una pequeña cabaña en Boipeba y sé que amaras en lugar tanto como yo.
—¿Cuándo nos vamos?
—Tenemos el lugar para nosotros a partir de la próxima semana, así que debemos organizar y terminar los pendientes para que nos vayamos el lunes.
—¿Podemos adelantar los días? —pregunta.
—Solo son cuatro días, mientras podemos, ya sabes.
Mi mano desciende por sus abdominales y me detiene cuando estoy a punto de llegar a su entrepierna.
—Dulzura, si empezamos esto no podremos organizar ni adelantar nada.
☙❧
Hace veinte minutos llegamos a Brasil, exactamente a Boipeba nuestro lugar, donde pasaremos la siguiente semana y donde crearemos recuerdos para toda la vida.
Ronald está coordinando nuestra seguridad y es que a pesar de que no estamos en Alemania, aún hay peligro, el trabajo de mi esposo nos hace estar en peligro en cualquier lugar que estemos y Brasil no es la excepción.
Contrató un puñado de hombres y trajo a Oliver junto a su novio, estos dos se hospedarán a metros de nosotros y aseguran que no me daré cuenta que están aquí, pero es algo que ya sé y la presencia de ambos se nota a kilómetros de distancia.
Mientras Ronald vuelve decido ponerme uno de los diminutos vestidos de baño que traje —fui arriesgada en traer algo tan pequeño—, pero tenemos un espacio privado donde solo estaremos Ronald y yo.
El vestido de baño es de dos piezas y su color rosa chillón resalta aún más mi color de piel.
—Ni de broma, debes quitarte eso de inmediato —me sobresalto al escuchar la petición, no, la exigencia de Ronald.
—¿No te gusta? —pregunto haciendo un puchero.
—Dulzura, ese pedazo de trapo me para la polla con una simple mirada y te juro que no quiero que ningún hombre ande con la imagen de mi mujer en su mente.
—No estaré en la mente de ningún hombre, bueno, de solo uno —su ceño se frunce al escucharme —solo estaré en tu mente, el lugar y sus alrededores es solo para nosotros, además la playa es privada.
—No quiero que salgas con eso, alguno de mis hombres puede verte —dice.
Realmente quería salir a la playa con este traje, seguramente podría darle color a la mayor parte de mi cuerpo.
—¿Te sientes bien con eso? —asiento —entonces déjatelo, pero me tendrás duro hasta que logre quitarte eso.
—Entonces puedes empezar —insinúo.
Los últimos cuatro días solo me besaba hasta que estaba empapada y adolorida, pero no tuvo la intención de complacerme y ahora mismo quiero que él acabe con la abstinencia que llevamos por más de seis meses.
—Vamos a esa dichosa playa privada —me arrastra, protesto en mi interior.
Creí que en cuanto llegáramos iba a arrancar mi ropa y follarme hasta quedar satisfecho.
—No puedo hacer esto.
Se devuelve haciéndonos regresar a la habitación.
—¿Recuerdas que una vez te dije que no íbamos a follar?
—Sí.
—Bueno, hoy voy a hacerle el amor a mi esposa, a la mujer que me cautiva y me hace ser diferente.
—Qué romántico.
—Siempre, pero solo contigo.
Desata los nudos de ambas piezas de mi traje haciendo que las diminutas piezas caigan al suelo, dejándome completamente desnuda ante su vista.
—Dulzura —su mirada repasa mi cuerpo y siento como esta hace arder cada centímetro de mi piel —acuéstate.
Hago todo lo que me dice mientras mi mirada está fija a la suya.
—Voy a adorar cada parte de tu cuerpo, me meteré en tu piel y te haré el amor por primera vez.
—Ronald —solo sus palabras me hacen gemir y estoy segura de que es por la anticipación de lo que ocurrirá a continuación.
—Mi esposa —murmura con sus labios a centímetros de mi garganta.
Sus labios deciden por mi cuerpo marcando cada centímetro de mi piel y en vez de molestarme, me agrada poder llevar sus marcas, saber que él es el único hombre que podrá ver y tocar mi cuerpo de esta manera.
—Te amo jodidamente tanto —sus susurros acarician y erizan mi piel a la vez.
Su boca está a centímetros de mi coño y tengo el impulso de levantar mi cadera para ahorrar este paso, pero él ejerce presión haciendo que mi culo se quede en la cama.
—Yo...
Sus besos ascienden nuevamente hasta que sus labios se fusionan con los míos creando una danza de lenguas y jesús, los besos de mi esposo son embriagadores.
—Te amo —susurra.
Mientras repite la palabra empieza a penetrarme de una manera jodidamente lenta. Sus ojos no se despegan de los míos y podrían llamarme loca, pero el amor que se reflejan en ellos nunca lo había visto en otros ojos.
Sus embestidas son lentas y precisas, deseo que el movimiento sea mucho más rápido, pero entiendo que me está haciendo el amor, que está adorando mi cuerpo tal como lo dijo.
—Extrañaba esto.
—Más —pido.
—Quiero hacerte el amor y a la vez follarte por el resto de nuestras vidas.
Su mano desciende hasta mi clítoris el cual masajea aún más lento, siento como mis paredes empiezan a palpitar.
—Oh. Ronald —susurro su nombre en medio de mis gemidos.
—Eso es, dulzura —jadea mientras yo me deshago aún con su polla en mi interior.
—Oh. Dios mío —sus lentas embestidas hacen que mi orgasmo se postergue.
—Dulzura...
Sus embestidas incrementan, lo que me hace saber que está a nada de terminar y la anticipación es tanto que hace que una nueva corriente recorra mi cuerpo y los dos acabemos al instante.
Ronald se desploma sobre mí haciendo que mi cuerpo sostenga su peso hasta que nuestras respiraciones se normalizan.
—Te amo de una manera enloquecedora —junta nuestras frentes.
Antes de poderle responder que yo también lo amo, nos envolvemos en un beso embriagador, beso que nos excita de inmediato.
Los seis meses de abstinencia no se acabarán con esto.
—Comamos algo antes de volver a la cama.
—Creí que querías conocer la playa.
Ronald me ayuda a ponerme de pie y siento como su semen se desliza por mis muslos internos.
—Te ves tan caliente con mi semen derramándose de tu coño.
Jesús, sus palabras me hacen querer devolverme a la cama y hacer que se hunda en mi coño nuevamente.
—Comamos, rápido —resalto la palabra rápido.
Ambos nos ponemos un albornoz y salimos a la pequeña cocina de la cabaña donde hay comida preparada.
Como si estuviéramos en sincronía nos devoramos los filetes de pollo junto a las papas salteadas. Con dos botellas de agua en nuestras manos regresamos a la habitación.
Tan pronto como dejamos las botellas de agua sobre la mesa, Ronald me toma de manera ruda y, mierda, lo necesitaba. Amo como me hizo el amor, pero también amo este lado.
Sus embestidas son diferentes a las de hace un momento, rápidas y fuertes, tocando el punto al que él solo ha podido llegar.
—Sí, sí, sí —canturreo en medio de mi excitación.
Las siguientes horas nos perdimos en recuperar esta parte carnal que Ronald juro no necesitar para seguir conmigo, pero que yo sí la quería.
El sexo no es lo importante en una relación, pero realmente quería sentirlo nuevamente.
NOTA DEL AUTOR
Este extra era para hace mucho tiempo, pero mi ajetreada vida me impidió escribirlo antes, pero aquí lo tienen.
Vienen más extra y los amaran, de eso estoy segura.
Gracias por el apoyo que le están dando al libro y por los mensajes que recibo día a día de ustedes.
Ya son más de 3millones de lecturas. GRACIAS.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro