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EPÍLOGO

RONALD

DIEZ AÑOS

Ver a mis pequeños correr por todo el jardín me infla el pecho. Han pasado diez años desde que nuestras vidas cambiaron con la llegada de nuestro Dominik el cual se convirtió en hermano mayor dos años después con la llegada de los mellizos. Un año después del nacimiento de los mellizos llegó Emil y cuando creímos que habíamos terminado con nuestras creaciones, llegó la pequeña Raina.

—¡Dios, Joss! ¡Puedes quedarte jodidamente quieto! —Dominik le grita a su hermano con frustración.

—Dominik —mi mirada hace que le pida disculpas de inmediato a su hermano.

—Joss, eres inquieto, debes dar ejemplo a los demás —señala a sus otros hermanos que se encuentran en el jardín jugando con los perros.

—Ellos están corriendo, yo solo quiero que me enseñes eso —Joss es un niño el cual quiere saber hasta lo más mínimo.

—Ve con tu mellizo, no sé, cuida a los otros —Dominik y Joss heredaron mi temperamento para mala suerte de todos.

—Papá, ¿puedes decirle que me enseñe lo que está haciendo? —Joss dirige su mirada a mí, pero en esto no lo voy a complacer.

—Son las cosas de tu hermano, además aún eres pequeño para eso —Dominik está encajando las piezas de un arma.

—¡Papá! —Joss con su temperamento retador me levanta la voz, pero se arrepiente al instante —lo siento, solo quiero aprender como Dominik.

—Aprenderás cuando cumplas los diez años —le aseguro —ahora ve a preguntarle a tu madre si está lista la cena.

Joss sale corriendo a hacer lo que le dije.

—Es igual a mí —admite Dominik cuando su hermano se marcha.

—Y a mí —me río.

Ellos dos son lo más parecido a mí y habló de todo. Su cabello tan negro como el mío, las ganas de aprender cada cosa y su temperamento frío y retador.

Por el contrario, Carl, Emil y Raina son iguales a mi mujer. Tan rubios como ella, con sus ojos azules como el cielo y una sonrisa que contagia al mundo entero.

—¡Papá! —Raina entra a la sala mientras me grita —¡Papá!

—Deja de gritar, todos te hemos escuchado —le dice Dominik al instante que ella ocupa nuestro campo de visión.

—Papá, aprendí un nuevo paso, ¿quieres verlo? —mi pequeña reina ama bailar y en cada oportunidad que tiene nos enseña sus pasos —hermano, tú también puedes verlo y aplaudir cuando terminé.

La comisura de los labios de Dominik se eleva cuando escucha hablar a su hermana.

—Pequeña, para tener tres años eres inteligente —este deja las piezas del arma y le presta total atención a su hermana, yo hago lo mismo.

Mi hija da algunos pasos y el último la hace caer, pero se levanta de inmediato como si nada hubiera sucedido. Continúa con sus pequeños movimientos hasta terminar con una voltereta.

—Pequeña, eso estuvo increíble —le aplaude a su hermana tal como ella se lo pidió.

—¿Verdad? Cuando sea grande quiero ser una bailarina exitosa.

—Lo serás, pero ahora vamos a cenar —aparece mi mujer haciendo que los niños corran hacia la mesa, exceptuando a Dominik que camina con total tranquilidad.

—Ese niño es igualito a ti —murmura mi mujer antes de que pueda robarle un beso.

—También a ti, tiene la amabilidad tuya, solo que la esconde para que nadie la vea.

Rodeo la cintura de mi mujer mientras camino junto a ella hasta la mesa donde ya los niños están cómodos en sus respectivos puestos.

Yo voy en la cabecera de la mesa, mi mujer va a mi izquierda, Dominik a mi derecha, los mellizos están uno frente al otro y Emil está junto a su hermana.

En diez años creamos una familia donde los niños se unieron en el camino y no puedo decir que me arrepiento de algo. Cada suceso fue importante para que estuviéramos hoy aquí disfrutando de todos y todo.

—Te amo —repito la palabra que le he dicho a mi mujer cada día de los últimos diez años.

—Papá, ¿también me amas? —pregunta Raina moviendo sus piecitos en la silla.

—También te amo, los amo a todos.

—¡Papá! —exclama Joss —no puede decir eso, somos grandes para escucharte decir eso.

—Joss —lo reprende su madre.

Este niño es quien me saca las mayores canas que empiezan a adornar mi cabeza.

—Padre, yo sí dejo que me ames —mi pequeño Emil habla mientras tiene su boca llena.

—Traga primero mocoso —con estas palabras de Carl la casa se inunda de quejas y gritos de los niños.

No me incomoda, estoy acostumbrado a escucharlos gritar en cada comida y si algún día falta esto, estoy seguro de que moriré.

Cuando terminamos nuestra cena nos ponemos de pie y los niños corren a sus habitaciones mientras Isabella y yo recogemos la mesa.

—Una noche agitada —digo acercándome a ella.

—Con cinco niños siempre lo será —confiesa.

—Me debes uno —digo pegando mi cadera a su trasero.

—Estás loco, hace tres años se cerró nuestro campo de creación.

—Pero podemos ir a la cama y quitarnos nuestra ropa y luego follar toda la noche —la última palabra la susurro mientras aprieto su cadera a mi creciente erección.

—Me gusta esa idea —su culo se mueve de manera complaciente en mi erección.

—¡Papá! —la voz de Raina me hace apartar rápidamente de Isabella.

Dios. ¿No pudo llegar en otro momento?

—¿Qué pasa reina? —pregunto.

—Papá, aprendí un nuevo paso, ¿quieres verlo?

Me río al escucharla.

—¿Puedo verlo mañana? Ahora estoy en algo con tu madre.

—No ignores a tu hija —la risita de Isabella no pasa desapercibida —tenemos toda la noche.

—Ven, voy a acostarte.

Subo a la habitación de mi hija y le pongo el pijama para después ayudar a cepillar sus dientes.

—Te amo papá —dice antes de darme un sonoro beso en la mejilla.

—Yo también te amo mi reina —mi pequeña reina.

Al salir de la habitación de Raina entró a la de mis otros chicos. Me aseguro de que Emil esté acostado al igual que Carl, pero cuando voy a la habitación de Joss no lo encuentro.

Pequeño diablo, ¿donde estás metido?

—No lo hagas así, lo vas a dañar. ¡Joss! —Dominik está frustrado y lo noto por su voz.

—Solo tengo siete años, debes entenderme —le susurra Joss.

Desde la puerta puedo ver lo que hacen. Dominik le enseña a su hermano como armar el arma y sonrió. Siempre es lo mismo entre esos dos.

Estoy seguro de que trabajarán a la par y serán un buen equipo.

—Muy bien enano —lo molesta Dominik cuando Joss ensambla perfectamente la última parte del arma.

—Le mostraré a papá —trata de levantarse, pero su hermano lo detiene.

—Me regañara, recuerda que dijo que te enseñaría cuando tuvieras diez.

Nunca me atrevería a regañarlo por eso. Mi Dominik es un excelente hermano y siempre está ahí para los demás.

Dejo de invadir su privacidad y camino hacia la habitación donde está la rubia esperándome.

—Ponle el pestillo a la puerta —pide —no quiero que Raina entre mientras me haces el amor.

—Hoy no te voy a hacer el amor, te voy a follar, dulzura —confieso —estoy hambriento de ti.

Así construí mi familia por la cual daré mi vida y lucharé hasta el último suspiro.


FIN...


NOTA DEL AUTOR 

¿Cómo, ya se terminó? 

Aún no creo, pero todo tiene su fin y GAA no se queda atrás. Infinitas gracias por llegar hasta aquí y ser parte de este año lleno de muchas cosas, pero sobre todo, mucho aprendizaje. 

Nos leemos en un próximo libro. Los hijos tienen libro, si señores, pero eso será la segunda parte de la serie, así que posiblemente nuestra dulzura y osito sigan haciendo de las suyas. 

Recuerda que con tu voto y comentario estás apoyando el libro.



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