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CAPÍTULO FINAL PARTE II

RONALD

CINCO MESES

Camino al depósito aún sigo creyendo que Isabella no debería venir conmigo. Está a nada de cumplir los ocho meses de embarazo y aunque todo el embarazo ha sido positivo y ella ha estado bien, nada nos asegura que el encuentro con sus padres no generará en ella una reacción negativa que le pueda afectar a ella y al bebé.

—¿Estás segura de esto? —pregunto nuevamente antes de que podamos llegar al depósito, si ella no quiere ir juro que hago que Oliver retroceda y volvamos a la mansión.

—Quiero hablar con mi padre, pero no quiero ver a mi madre —se corrige rápidamente como siempre lo hace —no quiero ver a Hilda, ella ya dijo todo lo que tenía que decir.

Acaricia su vientre suavemente y yo la sigo.

Nuestro pequeño está creciendo rápidamente y como dijo Blanca, la diminuta bola ahora es un niño bien formado.

—No quiero llevarte allí —confieso aún con mi mano acariciando su vientre.

—Estaré contigo, además no veré lo que le vas a hacer a ellos —tiene razón, ella no estará presente cuando me deshaga de su padre e Hilda.

—Podemos esperar a que nazca Dominik.

—No quiero retrasar esto, es mejor terminar y poder estar en paz cuando nazca nuestro bebé.

Tiene total razón, mientras menos enemigos vivos, mejor será la vida de nuestro hijo y la nuestra.

—Estamos aquí —avisa Oliver al detener el auto.

—Hagamos esto, terminemos con ellos y volvamos a nuestra casa —pide —tengo los pies hinchados.

Señala sus pies, los cuales se encuentran envueltos cómodamente en unas sandalias planas. Desde que su vientre empezó a crecer dejó de utilizar ciertas cosas como los tacones y los vestidos ceñidos a su cuerpo.

Sujetando su mano mientras la ayudo a bajar del auto para después dirigirnos al interior del depósito. Mientras caminamos, algunos hombres inclinan su cabeza en señal de respeto y otros hacen algún gesto de saludo hacia mí sin mirar a mi mujer.

Antes de encontrarnos con Bruno vamos a mi oficina para tener un poco más de tiempo y pensar las cosas —bueno, el tiempo lo necesito yo—, estoy nervioso y ansioso, como si algo fuera a salir mal, ¿pero qué puede salir mal?

Estamos en mi territorio, con un puñado de hombres que arriesgarían su vida por mí y mi familia.

—Debes calmarte —dice mi mujer sacándome de mis pensamientos —yo estoy bien, llevo cinco meses asimilando todo esto.

—No sé cómo vas a reaccionar cuando te encuentres con tu padre o con lo que él te diga.

—Ya sé todo, lo peor fue lo que me hicieron vivir todos estos años—su mirada está llena de paz y tranquilidad —ahora sólo quiero escucharlo a él, que me cuente sobre mi madre y poder saber algo sobre ella.

—Deseo ser así como tú, manejar las cosas tan bien —por eso es mi mujer, porque es la única que trae calma a mi vida.

—Roguemos para que Dominik saque algo de mí —sonríe. Me tiende su mano y parece como si yo fuese quien se va a enfrentar a mis enemigos.

Bueno, los enemigos de mi mujer también son mis enemigos.

—Que no sea impaciente como el papá, porque ya estoy muy viejo para ser la mano derecha del heredero —murmura Evans detrás de nosotros.

—Me tiene a mí, yo instruiré a mi hijo y lo haré mucho mejor que yo —digo.

Mi hijo tomará las riendas del negocio cuando tenga la edad suficiente y espero sea mucho mejor que yo, ya que él llegará a gobernar un país entero y mucho mas.

Bajamos las escaleras hasta donde está el cuarto donde se encuentra Bruno, me detengo antes de entrar y giro para poder mirar a mi mujer, pero esta me dedica una sonrisa de total tranquilidad.

Entramos al lugar y veo a Bruno sentado en una silla en la mitad del lugar —igual que cada persona que se trae a este lugar—, sus ojos se dirigen rápidamente a Isabella y le dedica una sonrisa.

¡Dios! Ellos se parecen tanto físicamente.

—Mi niña —murmura aún sosteniendo su sonrisa.

—Padre —le habla Isabella sin una pizca de sentimiento.

Entiendo que ella ya lo dejó ir, eliminó todo sentimiento que tenía hacia ellos.

—Hilda, te lo contó todo —dice —me arrepiento tanto haber sido así contigo, pero hoy no hay lugar para el arrepentimiento.

—Soy tu hija —alcanzo rápidamente una silla y hago que la rubia se siente antes de que continúe con su charla —me jodieron, me lastimaron y nunca estuviste para mí.

—Fue el precio que tuve que pagar —menciona Bruno —me odie toda la vida.

—¿Cómo se llamaba ella?

—¿Tu madre? —Isabella asiente y este responde —Emily. Emily Fischer, aunque cuando su padre murió se cambió el apellido por el de su madre. Emily Müller.

Joder. Ese apellido lo reconozco.

—Hay tantas cosas que no entiendo, ¿Cómo es que engañaste a Hilda con mi madre? —esta vez la voz de mi mujer se escucha rota.

—A quien engañe fue a Emily. Yo me casaría con ella, pero una noche me acosté con Hilda y cuando nos enteramos de su embarazo, Emily cortó toda relación conmigo —confiesa Bruno.

—Eres un hijo de puta —murmuro, pero todos los presentes me escucharon.

—Pero soy menor que Poldi e Ida.

Eso es cierto, así que Bruno puede estar mintiendo.

—Una noche estaba cansado de Hilda, de sus gritos y sus reclamos así que acudí a casa de Emily, tomamos demasiado esa noche y una cosa nos llevó a la otra.

—¿La violaste? —la cara de Isabella se retuerce.

—Nunca le haría eso —asegura rápidamente —un mes después me dijo que estaba embarazada, pero no esperaba que yo me hiciera cargo, ella se aseguraría de darle todo a nuestro hijo —los ojos de Bruno bajan al vientre de mi mujer y la sangre hierve en mí.

—¿Cómo terminé con ustedes?

—Tu madre tuvo complicaciones en el parto y como Hilda había perdido a nuestro bebé, decidimos que tú remplazarías al bebé que perdimos.

—Eso es absurdo, Emily tuvo complicaciones, pero no murió —dice Isabella.

—Una noche llegué a su casa y ella estaba muerta, así que decidí quedarme contigo —toda esta historia es una mierda, no le creo nada a Bruno.

—¿Cómo es que obtuvieron todo el dinero de Emily? —pregunto.

—Todo estaba a nombre de Isabella, pero yo era su padre, por ende, tenía derecho a ese dinero —la mirada de Bruno se oscurece.

—No tenías derecho a nada. No amabas a esa mujer, amabas su dinero —mi furia crece.

Joder. que hijo de puta.

—¿Dónde la enterraron? ¿Tienes foto de ella? ¿Quiero saber más de ella? —las preguntas salen rápidamente de la boca de Isabella.

—En Hamburgo hay fotos de ella, también puedes buscar en internet —dice Bruno.

Las fotos de Emily son fáciles de encontrar, era la heredera de la familia Müller. Dueña de innumerables inmuebles y la empresa hotelera más grande del país.

—¿Tú participaste en su muerte? —Isabella se pone de pie antes de que Bruno pueda responder a su pregunta.

Este la mira por un rato y no menciona alguna palabra, lo que nos indica que la respuesta es un sí.

—Creí que me dirías algo que sirviera, que me hiciera perdonar tu vida —dice mi mujer —pero el odio que siento hacia ti incrementó mucho más, espero haya un infierno reservado para ti e Hilda y que nunca puedas encontrarte con mi madre.

—Yo sí te amé como mi hija, pero hubo sospechas de que no eras mía —murmura esto último.

—Con tanto dinero pudiste hacerte una prueba, pero saldría positiva —asegura Isabella —el parecido entre tú y yo es evidente.

—No quería arriesgarme —confiesa.

—No querías arriesgarte a perder el dinero —estoy seguro de eso.

—No tengas compasión por él, no me importa lo que le hagan. No lo dejes vivir.

Mi mujer abandona el lugar y me deja solo con Bruno, a quien no le doy ni un segundo para hablar.

Mis puños parten su nariz al instante y hacen que su mandíbula se desencaje de una forma inhumana.

—Te perdiste el amor de una gran mujer —menciono mientras golpeo su cuerpo con el bate —los que he escuchado de Emily es que era guerrera y una excelente mujer. Le hiciste daño a tu hija por un simple interés. Pudiste quedarte con el dinero y dejarla libre.

Un gemido de dolor se escapa de la boca de este y lo ignoro.

—Nada de esto sirvió, ahora no tienes nada.

La habitación se torna oscura y un charco de sangre empieza a ensuciar mis zapatos, pero no me importa. Golpeo el cuerpo de Bruno hasta que sus ojos se abren ante mí sin vida, pero esto no es suficiente. Saco mi arma y disparo en su entrecejo hasta que las balas se acaban.

Sacudiendo un polvo inexistente de mi traje salgo de esa habitación y me dirijo a donde tienen a Hilda. Esta no se encuentra tan bien como estaba Bruno. Mis chicos se encargaron de hacerla sufrir, de degradar su existencia por más de una semana haciendo que suplicara por su muerte.

Al entrar la veo levantar su rostro de donde se encuentra acostada.

—No más —susurra sin reconocerme —han sido muchos y estoy agotada hasta el punto de estar casi muerta.

—Es agradable verte así —su cabeza se inclina un poco más hasta el punto de verme —creo que aún puedes aguantar una ronda más con tres de mis hombres.

—No —veo como su mentón tiembla y niega con su cabeza —me están matando.

—Eso es bueno, lo mismo sintió mi mujer cuando esos tres tipos la atacaron porque tú lo permitiste.

—Perdón, perdón, perdón... —empieza decir estas palabras como si fueran un canto, pero es tarde para ella. Lo que le hizo a mi mujer no se lo perdonará ni el mismísimo Dios.

—No perdonaré tu vida y tampoco creo que tu Dios perdonará tu espíritu.

Sacando mi arma, la cual cargue mientras me dirige a esta habitación. Le disparó en repetidas ocasiones para así acabar con la vida de la mujer que inició el infierno en la vida de mi rubia.

Salgo de la habitación dejando atrás el cuerpo sin vida de Hilda. No siento remordimiento, nunca lo he sentido. Cuando terminó con una vida siento que le hago un favor a la humanidad, soy un monstruo a mi manera. Un jodido mafioso que no le importa deshacerse de todas las personas que resulten o parezcan ser un peligro para su familia porque mi mujer e hijo están ante cualquier persona.

Al volver a mi oficina me encuentro a Isabella totalmente relajada comiendo fresas junto a mi hermana.

—¿Terminaste? —pregunta al verme entrar.

—Todo está listo, es hora de regresar a casa.

De un pequeño salto se levanta de la silla y niego, no debería hacer esos movimientos tan bruscos.

Despidiéndonos de mi hermana y Evans abandonamos el depósito. Regresamos a nuestra casa donde me lavo la sangre y el olor a muerto para después regresar al lado de mi mujer.

☙❧

ISABELLA

Estoy a días de dar a luz a mi niño y la anticipación de lo que será cuando volvamos a casa con él me llena el corazón de un sentimiento que jamás había sentido.

Mi vida dio un giro desde que regresé de Inglaterra. Mis padres me comprometieron con un hombre el cual no conocía. Viaje a Berlín para huir, pero me encontré con mi prometido, el cual me hechizo. Cumplí mi promesa de hacer pagar a los hombres que me hirieron. Pero también descubrí que aquella mujer que amé sin importar lo que me hacía resultó no ser mi madre.

Ahora estoy a nada de conocer a mi hijo y asegurarme de que sea el niño más feliz del planeta tierra, que jamás sienta que sus padres no lo aman, porque lo amamos más de lo que se puede amar a alguien.

—¿Qué piensas? —me pregunta Ronald al verme distraída.

—En lo orgullosa que estoy de nosotros —respondo —en lo feliz que me siento al tenerte a ti y tener a nuestro bebé.

Aún me arrepiento de los pensamientos que tuve cuando me enteré de que Dominik estaba creciendo en mí y espero que mi hijo algún día me perdone por eso.

—Y yo estoy orgulloso de ti porque a pesar de todo nunca te rendiste conmigo —dice, pero debería ser al contrario.

Él nunca se rindió conmigo.

—Creo que tu hijo está feliz —digo al sentir un fuerte movimiento en mi vientre.

—Dominik está feliz por su madre y por mí —le habla a mi vientre y sonrió.

Despertar cada mañana viendo esto. Como Ronald le susurra cosas a nuestro hijo. Cuando dice que nos ama más que a nada en el mundo, mi corazón crece al igual que todo el amor que siento por él.

—Oh, dios. Tu hijo está muy activo hoy —los movimientos de mi hijo son cada vez más fuertes.

Los ojos de Ronald me miran llenos de ilusión y no puedo imaginar una vida sin esa mirada.

—Te amo mi amor.

—Mi mujer. Te amo dulzura.

—Los amo.



NOTA DEL AUTOR 

Les dije que se bajaran de esa nube, Isabella no tendría mellizos, ni gemelos. Pero sí al precioso Dominik, quien dominara el imperio de su padre. 

Disfruten de ellos y también de Perversa Obsesión, que es el siguiente libro de esta serie.

Recuerda que con tu voto y comentario estás apoyando el libro.

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