CAPÍTULO FINAL PARTE I
RONALD
Me desperté en la madrugada y la rubia estaba sobre mí. Tenía sus brazos envueltos en mi cadera y su rostro enterrado en mi cuello.
Por un rato, no, por mucho tiempo me quedé observándola como lo he hecho casi que todo el tiempo desde que ella llegó a mí. Mire por mucho más tiempo su vientre y desee con todo mi corazón que ella quisiera el bebé y que pudiéramos vivir y recordar cada etapa del embarazo.
¿Cómo se verá con el vientre abultado?
¿Cuáles serían sus antojos?
Cuando el sol empezó a colarse por la ventana, decidí levantarme e ir a mi oficina a ocuparme del trabajo pendiente hasta que ella despertara. Quiero pedirle disculpas por lo imbécil que fui al hablarle de esa manera, al compararla con su familia, ya que ella no se parece en nada a ellos.
Ese día fue una completa mierda. Descubrí que nos han estado robando, que al parecer el pequeño ejército de Charles no era tan pequeño, tuve que dar declaraciones sobre la muerte de Axel, que la estaban vinculando conmigo y cuando llegue a la casa lo único que quería era estar con mi mujer y olvidarme del día de mierda.
Pero la escuché decir que estaba embarazada.
¡Joder! Escuchar ese «estoy embarazada» fue lo mejor del día, no, de mi vida entera. Pero escuchar el «ni siquiera sé si voy a continuar con el embarazo», joder, esto último me dolió como la mierda.
Le dije cosas horribles y luego de abandonar la mansión me arrepentí. No pensé en cómo se estaba sintiendo ella y el porqué de la decisión, pero es un hijo, algo nuestro, lo hicimos los dos, debería hablar conmigo.
Cuando dan las nueve de la mañana decido subir a la habitación para poder hablar con ella. Quiero y deseo solucionar todo esto y apoyarla en cualquier decisión que elija tomar.
Cuando entro a la habitación no la veo en la cama, así que camino hacia el baño donde la veo de pie frente al espejo. Está completamente desnuda mirando su cuerpo y ¡Jesús! Mis pensamientos me llevan a otro momento donde no estamos hablando específicamente.
Sus manos acarician su vientre y mi corazón se agranda.
¿Quiere quedarse con el bebé?
Dios. Ojalá que sí.
Sin hacer ningún ruido me quedo parado en la puerta, observándola por un tiempo, absorbiendo su imagen e imaginando cómo estará su cuerpo en algunos meses.
—¡Mierda! —grita cuando se da cuenta de mi presencia.
—Necesitamos hablar —cambio mi expresión y dejo atrás mis pensamientos.
Subí a la habitación por un motivo y su cuerpo me distrajo al igual que mis pensamientos.
—Espera me pongo algo de ropa —sale del baño y mis ojos viajan rápidamente a su trasero.
Niego con la cabeza para que mis lujuriosos pensamientos se evaporen, no es momento de estar pensando en esas cosas.
Me acomodo en el sofá mientras espero que Isabella regrese. No le lleva mucho tiempo. Sale con un vestido de color rosa, el cual le queda perfecto.
—Siéntate —pido y ella niega.
—Anoche dijiste muchas cosas —empieza a hablar.
—Vamos a hablar sobre eso, sobre lo que te dije y sobre el bebé —con la última palabra bajo mi mirada a su abdomen.
—También quiero que hablemos de mi madre, quiero contarte lo que me dijo —hago una mueca y me arrepiento haberme ahogado en el alcohol mientras ella se enfrentaba sola a la víbora de Hilda.
—Hablaremos de todo, Isabella —un destello de dolor se ve en sus ojos —ahora siéntate.
Hace lo que le digo y nos quedamos en silencio por un momento hasta que ella lo rompe.
—No es mi madre —sus palabras son apenas un susurro.
—¿Hilda? —Algo dentro de mí lo sabía, una madre nunca actuaría así con sus hijos y menos con una hija como Isabella.
—Resulta que solo soy hija de Bruno —juega con sus manos mientras habla, no me mira en ningún momento —soy fruto de una infidelidad.
—¿Te dijo quién es tu madre?
—Soy hija de la hermana de Hilda —una risa irónica sale de su boca —resulta que Hilda es mi tía. Soy fruto de una infidelidad al igual que lo fue mi madre.
—No te estoy entendiendo.
—La mujer que me trajo al mundo era solo hija de mi abuelo, Hilda dijo que el abuelo un día llego con una niña con el cabello tan amarillo como el sol y unos ojos tan azules como los que ella siempre quiso.
—¡Joder! Dulzura —me acerco a ella y sostengo sus manos —fui tan duro contigo sin saber esto. Quiero decirte que no te pareces en nada a ellos.
Todo esto la tuvo que abrumar y no estuve allí para consolarla.
—Espera —detiene mis palabras —me hizo la vida imposible porque le recordaba a mi madre y la muerte de su hijo.
—Pero eras una niña. Niña que no tenía nada que ver en los problemas de los adultos.
—Pero soy esa niña la cual es dueña de todo lo que tienen. Soy esa niña que nació de la hermana que tanto odio. Soy esa niña a la cual tuvo que ver día a día y recordar que su esposo le fue infiel.
Por eso mi padre dijo que tenía que recuperar todo lo que era de ella. Mi padre siempre estuvo enterado de que Isabella solo era hija de Bruno.
—No eres nada de eso —admito —eres una niña que nació para amar y ser amada. Eres esa niña a la cual su madre decidió dejarle todo. Eres una niña que no tiene nada que ver en los errores de los adultos.
Me odio por dejarla sola, por no estar con ella cuando más me necesitaba.
—¿Qué pasó con tu madre?
—Está muerta —me mira por primera vez —Mi madre. Hilda la mató, ella me lo dijo.
Mis manos se hacen puño de solo imaginar lo que le haré a Hilda con ellas.
—Perdóname.
—No, perdóname tú a mí —niego rápidamente —escuchaste algo horrible.
—Yo te dije las peores cosas, te comparé con personas a las cuales no te pareces en lo más mínimo.
—Me escuchaste decir que no tendría al bebe —mi pecho se contrae al escucharla —tenía tanto miedo. Creí que sería igual a mi madre, que en algún momento tomaría sus actitudes y le haría pasar un mal rato al bebe y este terminaría odiándome.
—Eso nunca podría suceder. He visto cómo interactúas con los niños, arriesgaste tu vida por cuidar al hijo del ruso, eso dice mucho de ti —mis manos recorren sus piernas hasta llegar a su abdomen —si hiciste eso por un niño que no conocías, matarías por un hijo tuyo.
—Tenía miedo —susurra —mi corazón anhela ser madre y cuidar de mis hijos, pero temía ser como ellos.
—Te entiendo perfectamente y te juro que estoy dispuesto a aceptar cualquier decisión que tome —confieso —si quieres interrumpir el embarazo lo haremos, pero quiero que estés segura y feliz.
Niega rápidamente mientras acaricia mi mejilla con una de sus manos y la otra la pone sobre la mía que está en su abdomen.
—Quiero tener a nuestra bolita —una sonrisa tímida se dibuja en mis labios mientras siento como mis ojos se humedecen —quiero que tengamos juntos al bebe.
—¿Estás segura? Después de esto no hay marcha atrás.
—Aún tengo miedo, pero no es el mismo —confiesa —quiero que protejamos a esta diminuta bolita y que algún día se sienta orgulloso de ti y de mí.
—Diminuta bolita —ignoro lo demás que dijo, ya que esas dos palabras se grabaron en mi mente.
—Es tan pequeño —sus ojos brillan al hablar.
Se aparta de mí y se pone de pie. Camina hacia la cómoda y saca algo que me entrega al instante.
—¿Qué es? —pregunto.
—Nuestro bebe —veo atentamente la imagen que me entrego y no logro entender.
—Es muy pequeño, pero ahí está —señala un punto pequeño que está ahí en la mitad de la imagen.
Siento como lágrimas ruedan por mis mejillas y me siento orgulloso y feliz.
—Es muy pequeño —digo sin apartar mis ojos de la imagen.
—Blanca dice que pronto será mucho más grande.
—Deseo eso.
Por un buen tiempo me quedo observando la imagen y empiezo a imaginar cuando tengamos al bebe, como empiezan a cambiar las cosas desde este momento.
—Quiero seis hijos —digo volviendo mi mirada a ella.
—Cálmate velocista —me pongo de pie y me acerco a él —miremos cómo nos va con este y después decidimos.
—Quiero una familia grande, ver correr a mis hijos por todo el jardín.
☙❧
Deje de ir a los depósitos porque quiero estar con mi mujer cada segundo y atender cada cosa que requiera. No tiene permitido hacer nada que requiera algún tipo de esfuerzo.
¿Quiere un vaso de agua? Lo tiene de inmediato sin tener que ponerse de pie.
¿Quiere los pasteles que tanto le gustan? No tiene que esperar mucho porque el repostero está justo aquí para preparar sus pasteles.
—Estoy segura de que deberías ir a la empresa o no sé, debes salir —menciona mi mujer mientras acaricio su vientre.
—No me necesitan, Evans se hace cargo de todo —sigo acariciando su vientre. Aunque ella diga que el bebé no ha crecido nada, yo estoy seguro de que sí lo ha hecho.
—Me vas a volver loca —se pone rápidamente de pie y hago lo mismo —no, ya me volviste loca.
—No deberías caminar tan rápido —sugiero acercándome a ella.
—Ronald, de verdad —le sonrió, cada vez se ve más sexy —llevas dos semanas sin salir y evitando que yo haga cualquier cosa.
—Estaremos así hasta que tengas a
el bebé —le aseguro.
—O no. A este punto solo voy a tener un hijo, me vuelves loca con tus cuidados excesivos.
Me aparto al escucharla. Solo quiero cuidarla y asegurarme de que nada les falte o pase a ambos.
Quiero que ella esté bien y cómoda en todo momento.
—Dame un respiro —pide antes de dejarme solo en la habitación.
No la sigo. Le doy el respiro que me pidió. Mientras se da su respiro decidí arreglarme un poco y luego bajar a mi oficina. Quiero saber qué ha pasado con el traspaso de las empresas y los demás bienes de la familia Benz antes de poder acabar con ellos.
—¿Estás segura de que ese es todo el dinero? —le pregunto a Cristal, es quien me ha ayudado con el traspaso del dinero a las cuentas de mi mujer.
—Sí, si ella quiere vender la propiedad de Hamburgo, estoy segura de que los números aumentaran notablemente.
—No sé si ella quiera venderla, pero le preguntaré —respondo.
—También hay varios edificios a nombre de ella —al parecer la madre de Isabella no solo se quedó con todo lo de su padre, sino que su madre también tenía el dinero suficiente para mantener a varias generaciones.
—Hablaré esto con ella y te estaré dando una respuesta pronto.
Finalizo la llamada con Cristal y empiezo a revisar algunos documentos que me envió mi secretaria. También autorizó la distribución de la droga en algunos lugares de la ciudad.
—Yo amo tu atención y me siento muy afortunada que después de todo lo que ha pasado estés conmigo —me sorprende escuchar a Isabella, ¿Cuánto lleva ahí?
—Dulzura... —me hace un gesto de silencio y continua.
—Solo que a veces eres... —hace silencio intentando buscar la palabra para describir mi protección —exagerado en todo. ¿Sabes que puedo abrir la nevera y yo misma sacar un pedazo de pastel?
—Lo sé. Sé que puedes servirte un vaso de agua, que puedes bajar las escaleras sola, que puedes tomar tu pedazo de pastel sin ayuda, pero si yo estoy a tu lado, haré todo más fácil para ti y nuestro bebe.
—Eres imposible, ¿lo sabías? —sigilosamente se acerca hasta sentarse en mis piernas.
—Un poco —empiezo a repartir besos por su mejilla y luego hablo —¿puedes entenderme? Esto es primera vez para mí y no sé cómo actuar.
—Lo estás haciendo bien, solo debes disminuir algunas cosas y volver al trabajo —pide, pero no creo que haga eso.
—No me mires así, yo también volveré a la empresa —no quiero que trabaje, pero no se lo digo porque no quiero hacerla enojar —los hoteles están a punto de inaugurarse.
—¿Vas a trabajar durante todo el embarazo?
—No —responde de inmediato y una tranquilidad me invade —voy a estar en la inauguración de los hoteles, trabajaré en otros proyectos hasta cumplir los siete meses y luego me retiro y haré todo desde casa.
Mis ojos se abren más de lo normal al escucharla. Creí que lo último serían los hoteles.
—Cinco meses, cuando tengas cinco meses dejas la empresa —le ordeno, no protesta, pero me dedica una mirada de muerte.
—La doctora me dio cita para el próximo sábado —dice —¿Quieres venir conmigo?
Ja. Su pregunta es ridícula, sin sentido. Obvio que iré con ella, voy a ver por primera vez a nuestro hijo.
—Eso no deberías preguntarlo —me acomodo en la silla y hago que ella quede a horcajadas sobre mí —quiero ver a mi hijo y escuchar su corazón como tú lo hiciste.
—Amarás ese sonido —asegura —es un pum-pum es tan rápido y fuerte.
La sonrisa que ilumina su rostro mientras habla me contagia. Quiero que llegue el sábado y así poder escuchar el pum-pum que tanto la tiene emocionada. También quiero que pase el tiempo rápido y así poder tener a nuestro hijo en nuestros brazos.
Nuestra conversación se extiende porque decidimos qué hará con algunos de los bienes que tiene en Hamburgo y también lo que hará con sus padres y su hermana.
—Quiero que Poldi se quede con la casa —menciona —pero no sé si él la quiera, tampoco sé si llegará a perdonarme por lo que le haré a nuestros padres.
Aún sigue refiriéndose a Hilda como su madre.
—Si él no la acepta la puedes vender y darle el dinero —propongo —también puedes crearle una cuenta con el dinero para los hijos de tu hermano.
—Puede ser —dice —también quiero hablar con mi padre antes que te deshagas de él.
Niego, pero antes de poder decirle algo, ella continúa.
—Solo quiero saber más sobre mi madre. Conocer la versión de él.
—Pero estaré contigo —aseguro —cuando los movilice al depósito y tú vayas a encontrarte con él, quiero estar presente.
—Así será.
NOTA DEL AUTOR
Bueno... Ya casi nos despedimos y me siento triste y feliz porque este libro ha marcado un antes y un después en mi escritura.
Recuerda que con tu voto y comentario estás apoyando el libro.
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