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CAPÍTULO 72

RONALD

Hacerle creer a Benno que lo apoyaría en su candidatura fue más fácil de lo que pensé. El hombre toda la semana estuvo convencido de que le estaba ayudando. Le aseguro al país entero de que tenía la ayuda de una persona importante.

Y así era, la semana siguiente a nuestro encuentro, le entregue más de trescientos mil euros para el inicio de su candidatura, pero este dinero no lo perdí, ya que lo saque de sus fondos ilegales, los cuales le sumaron unos números más a mi cuenta y aumentó el dinero para la candidatura de Marco.

—¿A qué horas llega el hombre? —Es la tercera vez que mi mujer pregunta lo mismo.

Estamos esperando en el depósito a donde traerán a Benno. El hombre fue tan ingenuo al reunirse con uno de sus hombres que al final me era leal a mí.

—Ya están en camino, recuerda que no estaban aquí en Berlín.

—Lo sé, pero ya deberían estar entrando por esa puerta, Evans dijo que ya había aterrizado el avión.

—Lo dijo, pero debes entender que del aeropuerto aquí hay mucho camino por recorrer —respondo.

—Estoy impaciente —y nerviosa, completo la frase por ella.

—Ya llegarán y harás con él todo lo que tienes en mente.

Desde que vi las imágenes de cómo habían quedado Charles y Antón y cuando vi como torturaba a Greta no me quedo duda que he atraído a mi mujer a mi maldito mundo enfermo y sangriento, pero soy un puto egoísta y lo que le sigue porque no me arrepiento.

—Cuando terminemos con el hombre regresaremos a la mansión y haremos un recorrido nocturno hasta que sea media noche —le digo a la rubia.

Quiero dar un paseo con ella en su regalo —el cual debe haber llegado ya a nuestra mansión — tenemos exactamente seis horas para deshacernos de Benno, luego de eso tenemos dos horas para asearnos y comer algo.

Cuando hayamos hecho todo eso, daremos un paseo por toda la ciudad en la moto de mi mujer.

—Joder, llegaron —la rubia se pone de pie y camina hacia donde entran los hombres.

Benno mira todo el lugar con sorpresa y luego habla.

—No había necesidad de traerme de esta manera —trata de arreglarse la corbata, pero mi puño lo hace tambalear.

Mierda. Quería hacer esto desde que nos reunimos con él en el restaurante.

—Oye... —se ve desorientado y al parecer mi puño no le reveló porqué está aquí —estás malditamente loco.

—Como no te imaginas —admito, soy un maldito loco sádico y empeoro cuando se trata de defender a mi mujer.

—No entiendo por qué haces esto, ¿para qué ofrecerme tu ayuda si me ibas a traer a tu ratonera como si de un perro se tratara? —escupe y retrocedo unos pasos, no quiero que su sangre manche tan rápido mi traje.

—Yo sé por qué lo hace —habla Isabella haciéndose notar ante el hombre —¿crees que la desaparición de tus amigos fue voluntaria?

—Así que fueron ustedes —no es una pregunta, es una afirmación.

—Ahora estás siendo inteligente —mi mujer se acerca al hombre y le da una cachetada, contuve mi impulso de apartarla de inmediato.

—¡Joder, maldita perra!

—Eso va a doler —se burla Evans cuando mi puño vuelve a dar en el rostro de Benno.

—¿Le creíste a la niña? —veo como un diente sale de su boca al hablar —es una jodida mentirosa.

—No lo es, tus amigos confesaron todo antes de morir y ser comidos por mis perros —afirmo.

Aún recuerdo todo lo que me dijeron y la piel se me eriza, la siguiente en la lista es la perra de Hilda y sé que mi mujer no tendrá compasión cuando le revele todo lo que su madre hizo.

—Yo no tuve nada que ver, ellos hicieron todo —menciona.

—No lo creo, ellos mencionaron que tú empezaste —recuerdo —se la ofreciste a ellos.

—¡No fui yo, fue la perra de la madre quien nos la entregó, dijo que podíamos divertirnos y fuimos unos jodidos idiotas! —revela.

Mierda. No quería que Isabella se enterara de esto de esta forma.

—Hilda sabía que estábamos ebrios y así nos permitió estar con la niña a solas —asegura el imbécil.

—Eso no les dio el derecho.

—Fue la perra de Hilda quien nos dio el derecho —espeta.

—Llévenlo al cuarto y agárrenlo a las cadenas colgantes —digo antes de alejar a mi mujer que está inmóvil.

Mis hombres se alejan con Benno y quedamos Isabella, Evans y yo.

—¿Qué acaba de decir? —parece sorprendida y con muchas preguntas en su rostro.

Yo estaría igual.

—Nada —miento.

—¿Ellos te dijeron esto? ¿Tú ya lo sabías? —me hace ambas preguntas a la vez —están mintiendo, ¿verdad? Mi madre no haría eso, por más que me odie, ella no haría que me lastimen estando tan joven e indefensa.

Mierda y más mierda. Isabella desvía su mirada hacia donde llevaron a Benno. Intenta caminar, pero la detengo.

—Déjame —pide. Su voz está ronca, pero no hay humada en sus ojos.

—Dulzura.

—Terminemos con esto, ahora solo quiero escuchar algo del hombre, acabar con él y marcharme a nuestro hogar —menciona, no tiene el mismo entusiasmo de antes —quiero descansar.

Tal vez fue una mala idea traerla y que presencie la muerte de Benno. Aunque ella estaba bien hasta que este confesó lo que hizo su madre.

Entramos en la habitación y Benno se encuentra colgado tal como lo pedí. Isabella no tarda en acercarse a él y hablarle.

—Repite lo que dijiste —exige —¿Qué les permitió hacer mi madre?

Este le sonríe antes de abrir su boca.

—Yo de ti pensaría muy bien lo que voy a decir —amenazo.

—Tu madre, ¿recuerdas que ella estuvo en el lugar todo el tiempo? —la mirada de Isabella pasa del hombre a mí —¿Por qué crees que no acudió cuando la llamaste o cuando escucho tus gritos?

Debes ser fuerte, no dejes que esto dañe tu proceso.

Eres fuerte.

—¿Mi padre? ¿Él sabe lo que hizo mi madre?

—No, Bruno es un idiota, desde que tu madre descubrió su secreto él hace todo lo que ella dice sin chistar —me acerco a ellos, quiero escuchar más y descubrir si mis sospechas son ciertas.

—¿Qué secreto? —pregunta mi mujer.

—No lo sé —asegura —pero es algo que destruiría la fachada de familia perfecta que tienen ellos y dejaría a tu padre en la total pobreza..

Mi mente piensa a mil por hora y no logro descifrar que es.

—Estoy cansada de ustedes, de mis padres y de toda la mierda que me han hecho vivir estos años —la voz de mi mujer se entrecorta al hablar.

—Culpa a tu madre.

—Todos son culpables —aunque mi mujer trata de mostrar tranquilidad, hay algo que me dice que está a punto de romperse.

—Fue hace años, ya hiciste tu vida y no creo que recuerdes nada —asegura Benno. No puedo detenerme.

Mis puños golpean el cuerpo del hombre hasta que los siento húmedos. Me aparto de él y mi mujer es quien se acerca.

Isabella apunta su puñal directo al corazón del hombre y la sorpresa me atrapa. No creí que fuera a hacer esto tan rápido.

—No quiero escuchar más su voz, no quiero ver sus ojos y mucho menos saber que anda como si nunca hubiese hecho nada malo en su vida.

Un corte recto se traza en la garganta de Benno haciendo que parte de su sangre salpique en el rostro de mi mujer.

Mi piel se eriza y mi estómago se revuelve al ver la escena.

—Acabe con ellos, no volverán ni en mis sueños —asegura mi mujer.

—Nunca más.

☙❧

Cuando regresamos a la mansión, los planes que tenía no los pude ejecutar. Nos dimos una ducha, cenamos y decidimos descansar.

Fue mucha información la que recibió Isabella y con la que está lidiando su mente.

Me levanté temprano y le pedí ayuda a Blanca para realizar una pequeña torta de fresa para empezar la celebración de mi mujer. Hoy está cumpliendo veintidós años y me siento jodidamente feliz de pasar este día con ella como el año anterior.

También preparé un desayuno para que coma algo antes de que podamos dar ese paso en la moto que se encuentra en el garaje.

—Puede llevarle zumo de manzana —propone Blanca —últimamente ha dejado los zumos de naranja.

—Agrega más duraznos en el plato, tengo muchas ganas de ellos —digo mientras termino de servir los zumos.

—¿También quiere galletas con miel?

—Joder, sí.

Las malditas galletas tan dulces y empalagosas han sido prácticamente todo mi alimento estos últimos días.

—Qué gustos raros —menciona Blanca mientras se encarga de embarrar mis galletas con miel.

Cuando está todo listo, subo a la habitación con la bandeja que contiene el desayuno. Cuando entro a la habitación ya la rubia se encuentra despierta.

Está parada frente al espejo de su tocador.

—Hoy estás más hermosa que nunca —menciono caminado hacia ella.

Al girarse veo sus ojos y mi corazón y mi ser se llenan de paz. Creí que tal vez su reacción iba a ser igual que cuando terminamos con los primeros hombres. Pero me atrevo a decir que en sus ojos hay paz y un poco de incertidumbre, tal vez esto último sea por lo que descubrió de su madre.

Aunque no hemos hablado de eso desde que Benno lo mencionó.

—¿Qué es? —señala la bandeja que aún llevo en mis manos.

—Nuestro desayuno —digo lo obvio —bueno, más tuyo que mío.

Me da una leve sonrisa antes de intentar quitarme la bandeja.

—Siéntate, vamos a comer todo esto y luego a recibir tu regalo.

—Debería cumplir años todos los días para que me traigas desayuno a la cama —insinuó mientras se llevaba un pedazo de mis galletas a la boca.

—Dulzura, esas son mías —protesto —si quieres desayunar de esta manera todos los días de tu vida, estoy dispuesto a complacerte.

—Joder, sí.

Terminamos el desayuno a la velocidad de la luz y antes de que me pudiera poner de pie y retirar la bandeja con las sobras Isabella llama mi atención.

—Hable con Violeta antes de que entraras —expresa —estaba dudando y ella me aconsejo.

—¿De nosotros?

—Nunca volvería a dudar de nosotros —asegura —de mi madre, mi familia.

—Es normal, escuchaste cosas terribles.

—Sí, pero quiero hablar con ella, saber de su boca porque hizo todo esto, ¿Por qué nunca me trató como trataba a Ida y a Poldi?

No puedo decirle que no lo haga. Hablando desde racional, ella necesita y merece saber todo eso, recibir respuestas a cada una de sus preguntas y sobre todo saber el porqué sus padres fueron así con ella.

—Mañana intentaré comunicarme con ella —desde la boda no habla con su familia, bueno, esporádicamente con su hermano.

—¿Quieres que haga algo?

—No, pero si llego a necesitarte te avisaré.

—Sabes que soy parte de la base que te sostiene como tú eres la mía, así que no dudes en hablarme, no quiero que perdamos casi un año de terapia.

—Violeta lo hizo bien y ahora soy más consciente de las cosas.

Violeta es una gran amiga de mi madre y tiene conocimiento de todo nuestro trabajo y nunca nos ha criticado o nos ha hecho menos. Cuando le dije si podía ayudar a mi mujer nunca lo dudo y sus sesiones de terapia han logrado muchísimas cosas, aunque aún nos faltan algunas cosas porque lo de mi mujer no se supera de la noche a la mañana.

Más tarde veo salir a la rubia con el pantalón de cuero que le pedí se pusiera. Es el mismo que utilizaba cuando trabajaba en el bar de Lucían. Su cuerpo se ve jodidamente perfecto enfundado en esa tela.

—¿A dónde iremos?

Tal vez crea que la llevaré a algún viaje como lo hice el año pasado, pero este año es diferente.

—Al garaje —hace un puchero que no me resisto a besar.

—Ya verás, es algo que amas.

Su antigua moto no la vendí y nada por el estilo. La dejé en casa de mis padres y nunca la volví a traer. Todo lo que sucedió me hizo olvidarme de ella.

La moto está cubierta por una tela negra, pero con solo mirar a mi mujer me doy cuenta de que ella sabe qué hay ahí.

—¿Esa es mi bebe? —pregunta con un chillido en su voz.

—No, es mejor que tu bebe, es la nueva Aprilia RSV4 Xtrenta.

—¡Joder!

Camina rápidamente hasta donde está el aparado y lo descubre haciéndonos ver una moto de color negra como su pantalón.

«Para ser sincero nunca compraría algo como eso para movilizarme». Pienso.

—Ronald, esto vale tres veces más que la que me robaste.

—No te la robe.

—Si lo hiciste —alega.

—No, no lo hice, está en casa de mis padres.

—¿Quieres que te dé un paseo? —propone.

No quisiera subirme en eso, pero hoy es el día donde todo lo que ella pida se cumplirá.

—Ayer dijiste que daríamos un paseo, así que no dudes de tus palabras —me recuerda.

Joder, sí. Pero no quiero subirme en eso.



NOTA DEL AUTOR 

Disfruten de este capítulo, sus pinches detalles los dejo a su imaginación. 

Si quieren leer sexo, sexo, sexo, vayan y busquen otro libro o vean porno pinche cochinas. Bueno, me alteré, pero es muy molesto saber que me esforcé en escribir y publicarles y me anden preguntando por detalles cuando ya les había dicho que la luna de miel no se iba a narrar. 

Dos capítulos más y nos despedimos, sí, sé que les había dicho que faltaban menos, pero mi mente decidió hilar unas cosas para que todo sea mejor, así que nos faltan dos capítulos sin contar el epílogo. 

Si veo mucha interacción en los comentarios, hoy en la noche les publico otro capítulo o quien quita y me inspire y les publique todo. 

En mi Instagram les dejo las plantillas para el maratón de lectura, (también se las dejo por los dos grupos que tenemos). Instagram: Leidygm18 

Recuerda que con tu voto y comentario estás apoyando el libro.

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