CAPÍTULO 70
ISABELLA
Casi dos meses han pasado desde que aquellos hombres me entregaron a los brazos de André. En este tiempo todo lo que este hizo y dijo no he logrado olvidar completamente y creo que nunca lo haré, aprenderé a vivir con ello o posiblemente lo supere con mucha ayuda como lo menciona Violeta en cada sesión de terapia.
No consideraba tomar terapia y todo esto debido a la mujer que era mi terapeuta en Inglaterra, pero decidí aceptar la oferta de Ronald, hablar con alguien externo y profesional, que me pudiera entender, guiar y ayudar a superar lo que viví hace dieciséis años y lo que pase hace casi dos meses.
—¿Quieres hablar nuevamente de lo que te preocupa? —me pregunta Violeta sacándome de mis pensamientos.
Aunque al inicio fue difícil confiar en ella —aún estoy en proceso de darle mi total confianza— pude contarle exactamente lo que pasó cuando tenía diez años, lo que me hicieron los amigos de mi familia en esas vacaciones.
Como después de que me lastimaron y me destruyeron, mi familia no me creyó y me hizo pensar que todo fue producto de mi imaginación o que las cosas no llegaron tan lejos.
—Tengo miedo de que algo como esto vuelva a suceder —es cierto, mi miedo viene y va haciéndome recordar que sigo expuesta a que todo pueda volver a ocurrir.
—Está bien tener miedo —veo como escribe en la misma libreta que lleva desde el primer día que me visitó —pero, así como puedes estar expuesta, también estás protegida.
—Sé que cuento con la protección de mi esposo, pero aún tengo miedo —doy un respiro profundo antes de continuar —aunque te soy sincera, mi miedo va más a no poder estar con él, no superar esto bien y sobre todo de que llegue alguien que quiera dañarme nuevamente.
—¿Has hablado con tu esposo sobre el miedo que tienes a no poder estar nuevamente con él? —lo intente desde que recupere la consciencia.
Le pedí a Ronald casi que en súplicas que me hiciera el amor, que borrara las huellas que había dejado André en mi cuerpo, pero se negó, sus palabras fueron.
«—No puedo tocarte en este momento, estás herida y si lo hiciera estaría haciéndote más daño. Te amo y te deseo como no te imaginas, pero primero quiero que te recuperes de esto y cuando estés lista me pidas nuevamente que te haga el amor, ahí estaré».
—No lo he hablado y tampoco he intentado tener sexo con él —confieso. Lo único que hemos hecho desde ese día es besarnos y eso que rara vez me da un beso en los labios, la mayor parte del tiempo sus besos van dirigidos a mi frente o mis mejillas.
Algunos pensamientos negativos me invadía. ¿No quiere volver a estar conmigo por lo que André hizo? Pero los eliminé de inmediato, André no alcanzo a penetrarme, aunque hizo cosas que me dañaron.
—¿Quieres volver a la intimidad?
¿Quiero? No lo sé, en estos dos meses no he sentido esa necesidad, pero tal vez Ronald la tenga.
—Tal vez él quiera —planteo.
—No es lo que él quiera —me corrige Violeta —es lo que tú quieras y si no estás lista entonces no debes hacerlo y podemos trabajar en otras cosas.
—Tal vez hable de esto con él —lo considero, es algo que nos compete a ambos.
—¿Algo más de lo que quieras hablar hoy?
—¿Cuándo se acabarán las terapias?
—Vamos para dos meses y aún falta algo, quiero que dejes todo ese miedo atrás, así como dejaste tu familia —menciona —hasta que eso no suceda, no podemos terminar.
Giro mi rostro al escuchar pasos en la habitación y lo veo a él detenerse. Su rostro se ve agotado y aun así me dedica una sonrisa.
—¿Pero crees que he avanzado? Es decir, he logrado dejar algunas cosas atrás —hablo sin apartar mi mirada de Ronald.
—Estamos avanzando a donde queremos llegar, pero aún quiero seguir las terapias.
Ronald se acerca hasta estar cerca de mí y le habla a Violeta.
—¿Puedo estar aquí?
—Llevas cinco minutos aquí y apenas lo preguntas —le responde Violeta —puedes estar aquí con tu mujer, ya hemos terminado.
Mi psicóloga empieza a empacar sus cosas y antes de abandonar la habitación me da el último consejo del día.
—No te olvides de lo que hablamos, es solo si tú quieres —repite lo de hace un rato —habla con él, nos vemos el lunes.
Violeta no viene los fines de semana, así que serán dos días sin verla, aunque siempre está dispuesta a escucharme a través de una llamada, pero este fin de semana quiero evitar acudir a ella, además asistiré al cumpleaños de Marga.
—¿Con quién tienes que hablar? —pregunta Ronald en cuanto Violeta desaparece por la puerta.
—Contigo —la mirada que me dedica es inquisitiva.
—¿Hay algo que te preocupe?
—En este punto no hay mucho, pero hay algo de lo que debemos hablar y considero que es importante.
Ronald se pone de pie de inmediato antes de que yo pueda continuar hablando.
—No vas a dejarme, ¿verdad? —nunca, no podría hacer eso —podemos superar todo esto, Violeta nos está ayudando.
—No podría dejarte, nunca —confieso —quiero saber lo que piensas, han pasado dos meses y aún no hemos tenido ningún tipo de acercamiento sexual.
—Eso no me importa, lo único que quiero es que estés bien y que podamos ser felices —nuevamente se sienta y sostiene mis manos —el sexo no me importa, puedo vivir sin eso.
—También quiero que seamos felices, pero, ¿si no puedo volver a estar en la intimidad contigo? —es una pregunta que me hice un mes después de lo sucedido.
Aunque Ronald no intentó estar conmigo de esa manera, tenía miedo de que si él llegaba a tocarme pudiera reaccionar de una mala manera.
—No me importa, como te dije, puedo vivir sin sexo, con ver tu rostro y saber que estás aquí me basta.
¿No existen hombres perfectos? Mi esposo tiene ese título ganado hace mucho sin importar lo que sea su trabajo.
—Ahora dejemos esto y vayamos a cenar y luego a descansar. Mañana tienes reunión con la arquitecta y en la noche la fiesta de tu amiga.
Cuando llegamos al comedor ya hay de todo servido y para mi sorpresa la señora Kristin nos acompañara hoy —bueno, no es sorpresa, ella y Anja han venido casi que todos los días— y silenciosamente agradezco la empatía que han tenido hacia mí.
—Te veo mucho mejor —menciona Kristin mientras alcanza un poco de pan.
—Hablé con Ronald sobre algo que me preocupaba —bueno, más que preocupación, era miedo lo que tenía —ahora me siento más ligera.
Ronald me da un apretón en la mano y me sonríe al entender de lo que hablo.
—Además, Violeta dice que vamos avanzando hacia donde queremos llegar.
—Querida, eso es grandioso —la emoción en el rostro de mi suegra es evidente —así podrán recuperar mucho tiempo y disfrutar esa luna de miel retrasada.
Mi luna de miel. Son tantos momentos que hemos perdido por todo lo que hemos vivido.
Nuestro primer baile de casados se vio interrumpido por la bomba.
El regalo que tenía preparado para Ronald se vio interrumpido por su secuestro.
Mi secuestro también nos ha impedido hacer otras cosas y, sobre todo, me impidió estar al cien por ciento en mi proyecto de hoteles.
—Madre, todo a su tiempo —menciona Ronald —cuando nos recuperemos de esto, hablaremos de lo que sigue.
Le dedico mi atención a mi cena y a lo que se está hablando.
La señora Kristin nos hace reír con algunas ocurrencias y así se pasa el tiempo y logro olvidar algunas cosas momentáneas.
☙❧
Para la fiesta de Marga decidí ponerme un vestido rojo. En estos casi dos meses no me he dado la oportunidad de ponerme vestido, la mayor parte del tiempo —cuando salía de la mansión— llevaba pantalones.
Ahora, después de tener una lucha interna, opte por llevar el vestido rojo que me regaló la madre de Ronald.
—Estás preciosa, dulzura —dice Ronald dándome un casto beso en la mejilla.
—Fue tu madre quien me regaló el vestido —confieso, la señora Kristin llegó un día con dos bolsas donde traía este vestido rojo y uno blanco, según ella, para que los usara un día cualquiera.
—Debo agradecerle a mi madre por hacer que mi esposa se vea tan perfecta.
—¿Estás seguro de que quieres ir? —desvió la conversación. Le hago la pregunta porque su rostro se ve exhausto.
—¿No quieres ir? —me responde con otra pregunta.
—Sí quiero, hace mucho no veo a mi amiga —poco a poco siento que me voy alejando de ellos y es algo que de verdad no quiero hacer.
Aunque Marga intentó visitarme, pero no era lo suficientemente estable para recibirla.
—Entonces no lo dudes, te acompañaré allí y espero puedas divertirte.
—Te ves cansado —confieso, todos estos días ha estado trabajando el doble y aunque no ha querido involucrarme nuevamente en los trabajos de la mafia, sé que las cosas han estado complicadas.
—Vamos a divertirnos y después descansaré.
Dicho esto, salimos de la casa y nos dirigimos a la casa de los padres de José, donde se estará llevando a cabo la fiesta de Marga.
Oliver es quien conduce —este volvió en cuanto Ronald me rescató—, decidió volver a su puesto sin importar no haber terminado su recuperación, aseguro que si él me hubiera estado custodiando, nunca me habrían secuestrado y estoy casi segura de que así pudo haber sido.
Arno también nos acompaña en el auto y dos camionetas más con refuerzos nos siguen. Antes hubiera asegurado que era una total exageración, pero sabiendo todo lo que nos ha ocurrido estos últimos meses, estoy tranquila de que ellos vengan con nosotros.
Cuarenta minutos después, estamos en la puerta de los señores Fischer y Dios, tengo la misma impresión que tuve la primera vez que estuve aquí.
¿Cuánto ha pasado desde que estuve en esta mansión? ¿Más de un año?
La mansión no tiene nada diferente a lo que vi en aquella ocasión que me quedé una noche.
—No es tan grande como la nuestra —bromeo al ver que Ronald se queda observando.
—No me sorprende, ya he estado aquí —revela y es obvio, imagino que el gobierno tiene algún tipo de relación con la mafia —cosas de trabajo, dulzura.
¡Jesús! Ya entiendo por qué José insistía en que Ronald no era de fiar, él lo conocía perfectamente y nunca me advirtió, bueno, si me hubiese dicho algo malo sobre Ronald de igual manera estaría hoy aquí con él.
Marga viene hacia nosotros casi que corriendo. Lleva un vestido rosa claro que le queda precioso.
—Mi amiga —se lanza a mis brazos haciéndome retroceder un paso para no caer al suelo —llevo tanto tiempo tratando de verte —dirige su mirada a Ronald —pero ese mafioso tuyo me lo impedía.
—Tiene un nombre, deja de decirle así —le recuerdo —se llama Ronald.
—Bueno, ese esposo tuyo me impedía verte, estuve dos veces en esa inmensa casa tuya.
Y no pasó porque no quería que me viera en el estado en el que me encontraba. Me visitó los primeros días donde yo estaba con los nervios de punta y delirando la mayor parte del tiempo.
—Tenemos más vida y tiempo para recuperar los momentos perdidos —camino junto a ella mientras hablamos.
—¿Estás bien? —se detiene de imprevisto y me inspecciona el rostro —te ves más delgada y agotada.
—Han pasado cosas, tal vez después te cuente.
—¿Desde cuándo nos ocultamos cosas? —pregunta con una actitud seria.
—Desde nunca, pero cuando esté lista te lo contaré todo.
—Sabes que si necesitas ayuda aquí estoy —me recuerda.
—Siempre acudiré a ti cuando esté en apuros —sonrío al hablarle.
Marga me presenta a algunas de sus amigas y platico con ellas un rato mientras sigo los pasos de Ronald, el cual habla con diferentes hombres que le muestran respeto sin importar que sean mayores que él.
Luego de la cena y los bailes decido que es hora de irnos, ya acompañé a mi amiga y ahora quiero descansar junto a Ronald.
—Deberías quedarte un poco más —protesta Marga —no hemos platicado lo suficiente.
Está un poco ebria y yo cansada, así que la plática la podemos dejar para después.
—Necesitamos descansar, ha sido un día largo —estuve trabajando toda la tarde en la empresa.
—¿Podemos vernos esta semana? —me pone sus ojos de perro a los que no puedo decirles que no.
—Sí, te avisaré para que nos reunamos en el café de siempre o para que nos reunamos en mi casa.
—en tu mansión sería mejor —propone —la señora que tienes hace unas galletas maravillosas.
—Lo sé, las manos de Blanca están benditas.
José se acerca a nosotros y ambos nos acompañan hasta la puerta donde ya están los autos esperándonos para regresar a casa.
Me quito los tacones y recuesto mi cabeza en el hombro de Ronald antes de hablar.
—Quiero que al terminar las terapias con Violeta tengamos nuestra luna de miel —anoche me acosté pensando en ello —no quiero retrasar más nuestros planes.
—Todo se hará en el tiempo justo.
—Quiero que vayamos a un lugar único, donde seamos nosotros y nos podamos olvidar de todo esto por lo que hemos pasado.
NOTA DEL AUTOR
Bueno, según mis planes, el domingo estaré subiendo el capítulo final.
Por el grupo les comenté que la luna de miel no será narrada (posiblemente lo deje para un capítulo extra), así que no se vayan a sorprender cuando ellos estén hablando sobre los recuerdos o lo que pasó en la luna de miel.
Los capítulos 71 y 72 los estaré publicando antes del domingo porque vamos a hacer maratón de lectura hasta el domingo antes de publicar el capítulo final.
En mi Instagram les voy a poner la plantilla para el maratón.
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