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CAPÍTULO 63

RONALD

Aún miro a mi mujer y me sorprendo y a la vez me enorgullezco. Nunca creí que ella tuviera tantas agallas, cuando mi padre llegó con su foto me pareció hermosa y supuse que era como todas las mujeres de la alta sociedad. Criadas para ser esposas y derrochar tu dinero.

Pero cuando investigué sobre ella me di cuenta de que es especial y diferente a cualquier mujer que haya conocido.

—¿Qué tanto piensas? —me pregunta al verme distraído.

—En que eres perfecta —confieso —que no puedo decir que eres diferente a las demás, porque tú eres única y que no puedo encontrarte un significado porque te estaría limitando

—Los golpes te jodieron la cabeza, estoy segura —la veo arrastrar una mesa y ese acto la hace ver jodidamente preciosa.

—Mi cabeza ya la tenía jodida —respondo.

—Entonces, ¿Cómo debería decirte? —destapa unas cocas y ¡Dios! Mi estómago ruge al sentir ese olor tan delicioso —¿Mi loquito?

—Eres tan mala escogiendo apodos, deberías llamarme...—reflexiono por un momento en cómo debería llamarme, pero se me ocurre algo igual o aun mas tonto —tal vez, hombre sexi amor de mi vida.

Su risa resuena por toda la habitación en cuanto suelto aquellas palabras, sé que es ridículo, pero me hace feliz verla reír de esa manera.

—Mi loquito sexi, así suena mejor o podría llamarte mi osito sexi —vuelve a reír mientras acomoda las cocas con comida dejándolas a mi alcance.

—Pero solo puedes llamarme de esa manera cuando estemos los dos solos —recomiendo —nadie pueda saber la existencia de esos horribles apodos.

—Pero ya muchos saben que eres un osito obediente.

—¿Y tú qué eres? —me inclino hacia ella y le sonrió para ocultar el dolor que me produce el movimiento —¿Cómo te conocen a ti?

—Como la mujer que ama a su osito obediente.

—Muy graciosa —me termino lo que queda en las cocas ante la atenta mirada de ella —me vas a desgastar de tanto mirarme —digo.

—¿Quieres más? —pregunta al ver que he terminado todo lo que trajo.

—No, así estoy bien. Debo agradecerte porque la comida de aquí es una basura —honestamente estos dos días no he podido comer bien porque la comida de aquí da asco.

—Lo mismo dice Oliver, así que Blanca le estuvo enviando sopa.

—¿Cómo está él? —Con lo del secuestro y mi estadía aquí en el hospital he descuidado muchas cosas.

Bueno, no fue descuido, ya que es algo que se me sale de las manos.

—Mucho mejor, ayer le dieron el alta y dice que está listo para regresar a su trabajo —observo cómo organiza algunas cosas para mirarme con sorpresa —conocí a su novio o lo que sea que tengan.

—¿Te lo dijo? —Oliver es alguien que no suele hablar de cosas tan personales y menos sabiendo el mundo en el que vivimos y lo que puede pasar si se enteran de sus gustos.

—Sí, la noche en que... —su mirada se aflige y estoy seguro de que noche estaba hablando —pero no sabía que estaba en una relación con Liam, ese hombre es un ogro.

—Es reservado, pero muy buen trabajador —confieso.

—En fin, le recomendé sonreír para que no vaya a arruinar ese rostro que tiene —entrecierro los ojos para analizar mejor lo que acaba de decir.

—¿Qué significa eso?

—O sea, el hombre es guapo, pero vive enojado y arruinará su rostro.

—¿Acabas de llamar a otro hombre guapo?

—Ujum, ¿qué pasa con eso?

—Que no puedes llamar guapo a otro hombre —su risa llena todo el lugar nuevamente —no he dicho nada gracioso.

—¿Estás celoso? —se acerca rápidamente hasta la camilla —no deberías estarlo, cruce el infierno para traerte a mí y no voy a dejarte, así que no esté celoso porque solo tengo ojos, mente y cuerpo para ti.

—¿Segura? —la atraigo hacia mí sin importar el dolor que siento en el momento.

—Muy segura, así que no hay nada de qué preocuparse —me da un casto beso para alejarse un poco —además Liam es gay y es de Oliver.

—Y tú eres mía —digo con seguridad, pues ya lo habíamos dicho antes, nos pertenecemos.

—Al igual que tú eres mío.

No puedo resistir a besarla. Llevo dos días recibiendo besos cortos, así que aprovecho el momento y sostengo su rostro mientras le robo un beso que me acalora y, Jesús, me hace sentir más vivo que nunca —despierta cada parte de mi cuerpo—. Ella quiere alejarse, pero se lo impido mordiendo su labio inferior y acercándola más a mí.

—No te alejes —susurro antes de reanudar el beso.

Un leve gemido sale de sus labios cuando introduzco mi lengua en su boca y la saboreo recordando cómo se siente estar dentro de ella o cuando ella me monta.

—Súbete —pido.

—¿Dónde? —joder, sus ojos están llenos de excitación. Seguramente me veré igual.

—Aquí —señalo mi entrepierna —súbete, dulzura.

—Estás loco —dice alejándose, lo cual impide que la pueda sostener nuevamente.

—No. No estoy loco, solo quiero follar a mi mujer —confieso, quiero sentirla —¿Qué hay de malo en eso?

—Mucho. Estamos en un hospital.

—Podemos cerrar la puerta.

—Tú estás enfermo.

—Pero no impotente —señalo mi entrepierna para que ella vea como me puso su beso —puedo follar a mi mujer.

—No, no puedes.

—Acércate —pido, pero ella niega —por favor.

Lo piensa por un momento hasta que avanza los pasos que retrocedió para estar unos centímetros junto a mí.

—Cuando te recuperes podemos hacer todo lo que tienes en mente —afirma —te daré tu regalo de cumpleaños y viajaremos.

—¿Qué vas a darme? —la escuché hablar sobre regalos cuando estuve inconsciente, pero nunca dijo exactamente cuál era.

—No puedo decirte, los regalos se suponen que son sorpresa.

—Pero puedes darme una pista de lo que me darás —incito a que me diga que va a darme —¿algo material?

—No, algo que me pediste esa noche en el jacuzzi —de tantas cosas que le pedí esa noche.

—Tantas cosas que te pedí esa noche —le recuerdo —solo dime.

Se inclina hacia mí haciendo que sus tetas rocen mi pecho y me susurra algo al odio que hace que mi polla se ponga el triple de dura.

—¡Dulzura! Porque haces eso, no me vas a dejar follarte, pero me estás tentando hasta más no poder.

—Querías una idea de lo que voy a darte y te la di —su risa es perversa, pero no veo la hora de poder salir de aquí y verla arrodilla frente a mí.

Jodida imagen la que llega a mi mente.

—¿Sabes cuándo me darán el alta?

—¿Impaciente? —pregunta con una sonrisa dibujando sus labios.

—No todo el tiempo tengo la mejor mujer del jodido mundo diciendo que me dará una mamada que me hará olvidar mi existencia.

—La mamada de tu vida —asegura riéndose.

Esta mujer me va a matar.

—¿Por qué no lo ensayamos? —insinuó —hagamos la prueba.

—¿Aquí?

—Claro, podemos hacer la prueba de la mamada que dices, será la mejor de mi vida —y no lo dudo, la boca de mi mujer es perfecta y estoy seguro de que apenas mi polla esté en ella, no duraré mucho.

—No me convences.

—¿No? Miremos si esto te puede convencer.

La atraigo hacia mí nuevamente y reanudo el beso de hace un momento. Pero esta vez subo la intensidad mordiendo sus labios cada tanto, robándole leves gemidos.

Acaricio su espalda con mi mano no vendada y sutilmente empiezo a recorrer su cuerpo con ella hasta posicionarla en su abdomen.

—Ohhh, Ronald. No deberíamos estar haciendo esto —gime cuando mi mano se desliza por debajo de su vestido.

—Claro que sí, tu cuerpo lo desea.

Me separo de sus labios para mirarla un momento.

—Quiero que te subas —pido nuevamente.

Quiero follarme a mi mujer y no me importa si es aquí, pero no quiero obligarla a hacer algo que dice no querer, aunque su cuerpo demuestre lo contrario, así que le preguntaré una última vez.

—¿Quieres hacer esto? —pregunto mirándola a los ojos.

—Quiero, no sabes cuanto —muerde su labio inferior antes de volver a hablar —pero no quiero lastimarte y tampoco quiero que nos vean.

—Si me lastimas puede venir el médico a curarme —le planteo —y estoy seguro de que nadie vendrá.

Bueno, de esto no estoy tan seguro.

—Eres experto en persuadir a las personas. Pero no voy a montarte, sé lo delicado que estás.

Joder, creí que la había convencido, pero está siendo muy difícil.

—Pero voy a hacer algo que te hará sentir mejor y bajará tu excitación.

Benditos sean todos los dioses que escucharon esta conversación e hicieron recapacitar a mi mujer.

—Voy a hacerte sentir bien, muy bien —sus palabras están llenas de certeza.

Miro atentamente lo que está haciendo sin perderme ni un solo movimiento de los que hace. Baja mi pantalón de chándal hasta la mitad de mis piernas para así liberar mi polla erecta.

—No vayas a moverte.

—Eso será casi imposible —mi voz se escucha entrecortada y es por la anticipación a lo que va a hacer Isabella en este momento.

—Puedes tocarme mientras lo hago.

¡Mierda! La mirada que me da mientras habla es jodidamente excitante.

—¿Suponías que...? —No pude terminar la frase y creo que nunca lo haré.

Isabella envuelve la punta de mi polla con sus labios y el calor que emana su boca es la jodida gloria entera.

—Quisiera estar en nuestra casa y nuestra cama para hacer esto aún más especial —hablo entre dientes mientras ella intenta tragar toda mi longitud.

—Lo haré lo más especial posible —sus manos rodean mi longitud acariciándola mientras me sonríe y juro por Dios que ese simple acto me hace querer terminar, pero me contengo.

No puedo comportarme como un crío inexperto.

La imagen de ella inclinada y con mi polla llenando su boca debería ser capturada y admirada —solo por mí— por la vida entera, porque es una verdadera obra.

—¿Crees que puedas tomarla toda? —pregunto antes de hacer algún movimiento. Aunque deseo estar completamente en ella, no quiero lastimarla.

Me da un asentimiento y sostengo su cabello con mi mano sana. Bajo su cabeza y luego inclino mi cadera haciendo que mi longitud se hunda por unos segundos.

Repito esta acción por algunos minutos más hasta dejar que ella continúe divirtiéndose y haciéndome sentir tan malditamente bien.

—Ahhh. Joder. Voy. Aaaa —intento apartar para no terminar en su boca, pero ella es determinada e intensifica los movimientos haciendo que me sienta perdido.

Su garganta vibra haciendo que me sea imposible aguantar un poco más. Mi orgasmo se derrama en su boca y ella lo recibe gustosa ofreciéndome una mirada perversa mientras sigo en el furor de mi clímax.

—Dulzura —mi respiración empieza normalizarse, aunque ella aún tiene mi polla medio erecta en su boca.

—¿Te sientes mejor? —endereza su postura y me mira con una sonrisa desvergonzada en sus labios.

—Mucho mejor, aunque creo que deberías repetirlo para estar completamente bien.

—¿A sí? —delinea la comisura de sus labios, recogiendo algo inexistente de ellos —repite lo que voy a decir y ya veremos.

—Estoy dispuesto a arrodillarme si es necesario.

—Repite junto a mí —su sonrisa está llena de malicia y ¡joder! Por verla de nuevo en esa posición no me importaría decir que soy su esclavo —Yo confirmo.

Me impulsa con su mirada a repetir lo que acaba de decir mientras lleva una de sus manos a mi polla que ya se encuentra completamente dura.

—Yo confirmo.

—Que mi mujer me acaba de dar la mamada de mi vida, lo cual hizo que terminara en menos de cinco minutos —su estruendosa risa resuena por toda la habitación y me niego rotundamente a repetir eso.

¿Terminar en cinco minutos?

—No fueron cinco minu...

De nuevo mis palabras se quedan a medias. Mi mujer me toma desprevenido y por supuesto, me vuelvo a sentir en la gloria, aunque estoy más sensible que hace un rato, pero no me quejo en lo absoluto —fuese un verdadero imbécil si lo hiciera— nunca en mis treinta y un años de vida me habían dado una mamada como esta, es más, no recuerdo que otra mujer haya puesto su boca en mi polla.

— Joder dulzura, quiero que pongas tu coño en mi cara —veo como frota sus piernas e imagino que es para aliviar la tensión que bien yo podria estar aliviando.

Separa un poco sus piernas permitiendo que mi mano se deslice hasta llegar a su húmedo coño.

—Voy a aliviar el dolor de aquí —introduzco mi dedo y el gemido producido en su garganta hace vibrar la punta de mi polla que se encuentra en su boca.

Mis dedos entran y salen de su coño, creando sonidos obscenos y empapándolos cada vez más, haciendo que sus gemidos incrementen y con ellos la estimulación que ella está haciendo en mí.

—No te vayas a detener, por favor —menciona en el momento donde siento como su coño aprieta mis dedos.

Como si estuviéramos sincronizados, su orgasmo se desliza por sus piernas y mis dedos mientras yo termino de derramar hasta la última gota de mi esencia en su bonita boca.

Pone todo el peso de su torso sobre mi pierna sana y aunque con el paso del tiempo siento un calambre en ella, no me atrevo a decirle.

—Eso estuvo muy intenso —me mira y noto sus mejillas más sonrosadas de lo normal.

—Más que intenso, creo que podemos repetir, pero ahora tú tendrás tu coño en mi cara —más que un pedido, es una propuesta que espero acepte.

—Creo que es suficiente por hoy, debemos hablar sobre lo que hay que enviarle a los rusos y los italianos.

—Eso puede esperar —se acomoda el vestido y no hace intento de acomodarme el pantalón.

—Lo siento.

Ambos giramos al oír esa voz, estábamos tan concentrados en lo nuestro que no nos dimos de cuenta en qué momento entre el doctor en la habitación.

—¡Afuera! —Mi grito parece asustarlo, pero me importa una mierda.

¿Quién se cree para entrar sin avisar? Este error le saldrá altamente caro.

¿Si hubiera entrado cuando Isabella tenía el vestido encima de su cintura? Joder, esto no puede volver a suceder, no pueden volver a ingresar aquí sin avisar.

—No podré volver a mirar al doctor a los ojos —confiesa Isabella cuando este ha abandonado la habitación.

—Él es quien debería no volver a mirarte a los ojos —aseguro —no estamos haciendo nada malo.

—Claro que sí estamos haciendo algo malo, le acabo de dar una mamada a un enfermo y sumándole he dejado que me folle con sus dedos.

Alisa su vestido y luego se aleja de mí. «Odio cuando hace eso».

—Eres mi mujer —le recuerdo —estábamos haciendo algo que cualquiera en nuestra situación hubiese hecho.

—Deberíamos hablar de los negocios.

—Si eso quieres —no insisto, estoy seguro de que está avergonzada con el doctor, pero yo no —¿puedes ayudarme con esto? —señalo mi polla la cual aún está descubierta.

Tal como me los bajo, los volvió a subir, pero esta vez su mirada seductora había desaparecido.

Gracias doctor.

Gracias por poner a mi mujer en esta situación. 



NOTA DEL AUTOR 

Nuevo capítulo tal como lo prometí. Las que están en el grupo saben que va a pasar hoy en la noche, así que estén pendientes. 

Las demás se pierden los spoiler por no estar en el grupo o seguirme en Instagram, mentiras, todos leen los spoilers. 

Ya saben que sus comentarios me alegran los días. 

Recuerda que con tu voto y comentario estás apoyando el libro.

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