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CAPÍTULO 6

RONALD

Un mes para que la rubia esté a mi lado, aunque puedo traerla ahora mismo, no quiero asustarla, quiero que esté confiada para cuando llegue, no tiene ninguna escapatoria y lo único que debe hacer es seguir mis órdenes, algo sencillo.

Evans me aviso que el amigo de la rubia estuvo haciendo unas llamas en uno de mis hoteles y lo más seguro es que ella se vaya a quedar en él, así que en este preciso momento voy camino al hotel Palace. Buena elección.

—El amigo llegó hace un momento —me informan— suponemos que ellas están en camino, ya que él no ha mostrado indicios de marcharse.

—Muy bien.

Con esas simples dos palabras me dirijo al interior del hotel y me posiciono en el living a esperar a la rubia. Estoy un poco inquieto porque esta es la primera vez que la veré frente a frente y no sé si pueda dejar mis manos quietas o mi boca cerrada.

No tarda mucho en que la rubia entre con su amiga; la rubia le da una sonrisa encantadora al hombre y luego deja a la pareja solos y se dirige hasta donde estoy yo, a escasos centímetros se detiene y se entretiene con el teléfono en sus manos «deseo que cuando estemos juntos me mire con esa misma intensidad».

Me acerco hasta donde ella y decido que sería bueno hablarle un poco.

—¿Qué hace una belleza sólita? —Hablo, pero la rubia me ignora. Nunca nadie me había ignorado —¿No te enseñaron modales tus padres? —preguntó con un tono mordaz.

Me enseñaron tanto, que me prohibieron hablar con gente como tú. —Habla en francés, y para su mala suerte entiendo perfectamente el idioma, no imagina cuando me pone que me hable así.

—¿Necesitas a alguien? —le habló nuevamente, pero sigue ignorándome —Puedo acompañarte por esta noche.

—¿Me ves cara de puta? Te estás equivocando de persona. —Habla nuevamente en francés.

Imagino cómo sería tenerla en uno de mis escritorios y golpear su culo hasta hacerle entender que debe guardarme respeto.

—Parece que no sabes quién soy. —Llegue a creer que el estúpido de su padre pudo darle información de con quien iba a casarse.

—Me importa una hectárea quien seas, para mí eres un patán. —Esta vez me habla en alemán y más que enojada.

—Me gustan así, como tú, que se hagan desear. —Estuvo tentada a acercarse, pero sus amigos se acercaron y decidí fingir tranquilidad.

Les dedico esa jodida sonrisa que quiero solo para mí.

Cuando se retiraron tuve la intención de seguirlos, pero no lo haría, la dejaré descansar por el momento, pero no la dejaré de observar.

Salgo del hotel directamente a una de las bodegas, aunque todo está marchando bien, no faltan algunos inconvenientes, como la estafa que vivió Antón el día de hoy, así que debo regresar a solucionar esto.

Conduzco como es de costumbre por las calles relativamente solas; muchos se han ofrecido a ser mi chófer, pero realmente no creo que deje de conducir alguno de mis autos.

—¿Cómo mierda es que te estafaron, Antón? —pregunto apenas ingresó a la bodega.

—Solo dijeron que ya habían dado el dinero, te llamé, pero nunca contestaste, por lo que supuse que se lo habían dado a usted, señor. —a mí, mi trasero.

—Quiero mi dinero antes de que se acabe la noche o ya sabes las consecuencias.

No lo dejó decir una palabra más, me dirijo hasta mi oficina y cierro la puerta de un azote, no quiero ver a nadie en estos momentos. Necesito saber quiénes están detrás de esto.

Hago unas llamadas a algunas personas que me deben favores en la zona que estafaron a Antón. Aunque no fue mucho dinero el que robaron, no puedo dejar esto así, si ven que no tomó represalias seguirán con esto y la próxima no será un millón, será mucho más.

—No quiero decir, te lo dije, pero, te lo dije —dice con burla Evans.

—No vengas con tu mierda, no lo podemos culpar hasta confirmarlo.

—¿Qué ha hecho Antón contigo? —preguntan con mirada de desaprobación.

No es que no dude de él, pero Antón me salvó la vida y no puedo juzgarlo o arremeter contra él, ya que de verdad le debo una. Yo no perdono, pero cumplo mis promesas.

—Los del sur ya están averiguando quiénes están implicados en esto.

—Lo sabes, solo que lo estás ignorando —insiste.

—No lo ignoro y tampoco voy a matar a uno de mis mejores hombres son una sospecha.

Me pongo de pie un poco exasperado, Evans a veces es demasiado insistente, sé muy bien que la relación de ellos es de solo odio, pero en esta ocasión no desconfiaré de Antón, ya me ha demostrado que es leal.

—No quiero escuchar más tus acusaciones. —lo detengo antes de que mencione algo más.

—No me meteré más en tus asuntos, en fin, nunca tienes la palabra de nadie en cuenta.

Sale de mi oficina y me deja totalmente solo.

☙❧

Una semana ha pasado desde que la rubia llegó a Berlín, no he podido verla mucho porque es muy poco lo que sale del hotel. Supongo que es por precaución, cree que aún no sabemos dónde está.

Le avisamos a su familia que ella se encontraba en Berlín, pero no especificamos dónde exactamente, pero ellos saben que ahora todo se hará como yo lo diga.

Estoy afuera del edificio con la intención de verla, pero todo fracasó cuando vi entrar al francés, jodido y mil veces jodido francés. Entra al hotel y se acerca a recepción donde supongo le avisan a la rubia que su visita está ahí.

¿Cómo conozco al francés? Obvio, fue de las pocas cosas que investigué de la rubia cuando estaba en Inglaterra y lo que menos me gustaba de ella, ¿a quién le gusta que se le follen a su mujer? Aunque ella no lo sabía, pero desde hace mucho es mía.

No tarda mucho en continuar su camino y siento como mi cuerpo se calienta de la ira, es la última vez que estará cerca de ella.

—Quiero que cuando salga ese tipo lo lleven a la bodega del sur —le digo a uno de los tipos que ha estado cuidando a Isabella todo este tiempo.

—Sí, señor, —responde él.

Me subo a mi auto y voy directo a la bodega, mi cabeza es un lío en este momento, no quiero matar al tipo, pero le daré un recordatorio para que nunca más se acerque a mi mujer.

Un viaje largo, pero con la mente ocupada en cómo puedo dejarle claro al tipo que su polla jamás estará en el coño que ha estado saboreando estos últimos años.

Al llegar al depósito doy unas indicaciones y pido que me preparen una cuarto donde me divertiré un rato con el francés, no puedo matarlo porque sería un problema en estos momentos, pero si puedo divertirme.

Estaba revisando unos documentos de las empresas legales cuando uno de mis hombres entró por la puerta y llamó mi atención.

—Ya está aquí, —me informa. —lo llevaron al cuarto cinco.

Sonrió al escuchar, buen cuarto, hoy me divertiré un poco y sacaré la presión que siente mi cuerpo; fueron cinco horas que estuvo con la rubia, entonces serán cinco horas que estaré divirtiéndome con él.

Dejo todos los papeles sobre mi escritorio y salgo de la oficina, hoy no he visto a Evans y agradezco porque Evans es un tipo "honesto" y posiblemente insistiría en que no hiciera nada con el francés.

Abro la puerta y lo primero que veo es un hombre asustado, mira a todos lados y luego fija su mirada en mí, es un extranjero y posiblemente no sabe quién soy, o eso creía.

¡Alemán! —me sorprendió cuando me llamó como todos me conocen.

Eric —respondo— un gusto tenerte aquí. —Le sonrió como lo hago con mis presas.

No entiendo por qué me tienes aquí, no me he metido en tu territorio —habla en francés.

No es que te hayas metido en mi territorio, te metiste con algo que es solo mío —le respondo en francés. —Te acabas de follar a alguien que no puede ser tocada.

El muy maldito me sonríe y luego habla, pero esta vez en alemán.

—Esa perra, créeme que no te pierdes de nada. —dice aun sonriendo. —Ya no sirve para nada, sus padres la abandonaron y no tiene ni un centavo.

Así que él solo la quería por su dinero, listo, enamorar a la rubia y luego ¿Qué? Pretendía que sus padres lo aceptaran. La familia Benz ya tenía el futuro de la barbie definido desde antes que naciera, seguramente la han visto como un negocio.

—Que equivocado estás —digo mientras me alejo de él.

Llego hasta donde está una mesa con algunas cosas de tortura y agarro lo primero que veo, cojo las pinzas con las que voy a fracturar sus dedos uno, por uno. Cada palabra que dijo y cada toque que le hizo a mi mujer lo pagará.

—Veo que te diviertes, pero eso acabará pronto. El coño donde tenías tu polla hace unas horas me pertenece y no dejaré que nadie, escucha bien, nadie vuelva a estar en el.

Me acerco hasta donde está y voy fracturando dedo por dedo, sus gritos son como música para mis oídos, joder, se siente bien, liberarme, se siente bien.

—Se siente bien—. Me alejo de él.

—¡Más bien se sentía cuando estaba metiendo mi polla en ese estrecho coño! —. Lo único que logró fue hacerme enfurecer.

Giro de inmediato y le propinó un puñetazo en la mandíbula, luego otro en su mejilla y así mis puños se repartieron en todo su cuerpo por un rato.

Escupe y lo único que sale de su boca es sangre; no voy a parar en este momento, e iniciado y voy a terminar, saco mi navaja del bolsillo de mi pantalón e inicio a cortar sus brazos, bajó a sus piernas y por último apuñaló su abdomen.

—Esto te enseñará con quien debes meterte.

Balbucea unas palabras que no logro entender. Salgo del cuarto limpiando mis manos con un pañuelo que me tendió uno de mis hombres.

—El señor Evans lo espera en su oficina—. Me informan.

—No puedo recibirlo, tengo algo que hacer. Saquen al hombre de aquí y déjenlo donde no lo encuentren pronto.

Salgo de la bodega y me dirijo a mi casa, necesito quitar la sangre que tengo en mi cuerpo y ropa para poder acudir a la reunión en la empresa, hay algo mal con uno de los hoteles y debo resolverlo hoy mismo.

☙❧

Un mes ha pasado desde que la rubia llegó a Berlín, se mudó a uno de los barrios más peligrosos y para colmo Lucían la contrató en el bar; no la he perdido de vista, sé cada movimiento, cada cosa que hace y puedo decir que hasta lo que piensa.

No volví a aparecer frente a ella, pero eso cambiará hoy, al salir del bar me la llevara, mi tiempo se agotó y el sábado debo presentarla como mi prometida, ¿Cómo haré para que se venga conmigo? Simple, si ella no quiere la subo a mi auto a la fuerza.

La veo salir y subirse a la moto que ha sido su transporte estos últimos días. La sigo hasta que llegamos a un semáforo y golpeó la parte trasera de su moto.

Ella cae de lado y siento preocupación, pero todo eso se pasa cuando la veo acercarse a mi auto con la furia reflejada en su rostro.

Toca varias veces la ventana, pero la ignoró por un momento. Salgo rápidamente del auto y su cara es un verdadero poema, claro que me recuerda.

—Pero mira a quien me encuentro —se tensa en el momento en que le hablo.

—Eres un cabrón, me pudiste haber matado —dice y puedo notar la rabia que la invade.

—Créeme, —me acerco todo lo que ella me permite —puedo matar, pero a ti no, contigo tengo otros planes.

Jadea, al sentirme, puede que sea mi olor o mi metro noventa, lo que la hace querer retroceder, pero se lo impido.

—En tus sueños imbécil— trata de retroceder un poco, posiblemente a su moto, pero lo impido, la sujeto de su cintura, pero inicia a gritar. — ¡SUÉLTAME IMBÉCIL!

—Quieta, Isabella —la llamó al fin por su nombre.

—¿Cómo es que sabes mi nombre? —Pregunta con un atisbo de miedo en su voz.

—Consideré que ya me conocías o que tu padre te había dado la información.

La giro con más fuerza de lo requerido y un chillido sale de su preciosa boca. ¡Dios! La deseo tanto.

—Mucho gusto Isabella Benz, soy tu futuro esposo, Ronald Richter. —digo con una sonrisa dibujada en mi rostro.

Será duró domarla, pero me aseguraré que esté ante mí.



NOTA DEL AUTOR

No odiemos a Ronald hasta no terminarlo de conocer, él es un poco, peculiar, pero posiblemente terminen queriéndolo.

Actualizaciones lentas, pero les prometo actualizar todos los martes y si puedo otro día de la semana, pero con seguridad los martes serán días de GAA.

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