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CAPÍTULO 58

ISABELLA

Cuando les pedí a los chicos que me trajeran a la mansión, todos se negaron, pero cuando vieron mi arma y lo decidida que estaba para hacer cualquier cosa, no tuvieron otro remedio más que hacer lo que les decía —nunca había tenido que amenazar a alguien con un arma, pero ahora las circunstancias lo ameritan y si tengo que disparar no lo dudaré— decidí venir a la mansión por respuestas y esas me las daría Arno.

Ojalá se encuentre allí porque es el único hombre de confianza de Ronald en quien puedo pensar en el momento, pues Evans está herido.

Apenas llegué lo primero que hice fue dirigirme a la cocina, pero no encontré a Blanca en ningún lado, así que me dirigí a la oficina de Ronald para buscar pistas donde posiblemente pueda estar. Además, necesito buscar cómo comunicarme con el ruso, me prometió ayudarme cuando lo necesitaba y hoy lo necesito.

—¡Isabella! —me exalto al escuchar la voz del padre de Ronald.

—¿Sabes dónde está? —pregunto girándome para mirarlo —¿lo encontraron? —Estoy segura de que el nerviosismo en mi voz es evidente, pero no deseo ocultarlo.

—Estamos en eso —camina hacia donde estoy con un hombre siguiendo sus pasos.

—Está pasando el tiempo, tenemos que encontrarlo ya —estoy tan preocupada. Ronald lleva más de quince horas desaparecido y su padre aún no sabe dónde está.

—Lo sé, por eso estoy haciendo hasta lo imposible para traer a mi hijo —responde.

—No lo parece —digo en un susurro que él escucha a la perfección.

—¿Por qué no descansas? —pregunta.

—Necesito encontrar a mi esposo, luego de eso podré descansar.

—Deja que nosotros hagamos eso, yo puedo liderar con todo esto.

¡Joder! Mis pensamientos están revueltos, así que no le respondo nada al señor Carl. No quiero ser grosera y luego arrepentirme de lo que diga, así que decido salir de la oficina dejándolo atrás.

—Espera —me llama antes de que yo pueda salir del lugar —no tienes conocimiento de esto, así que mantente al margen.

—No conozco esto, pero le aseguro que traeré a mi esposo con vida y usted ni nadie me impedirán hacerlo.

—Te estoy protegiendo, si algo te pasa antes de que él regrese desatará un infierno.

—Yo haré lo mismo por él —ignoro sus intentos de detenerme.

Camino hacia la caseta que hay pasando el jardín, allí mantienen los chicos que cuidan la mansión, posiblemente Arno esté allí.

Ojalá este, ya que no ha aparecido en la mansión desde que regrese y es el único que puede ayudarme a comunicarme con los rusos porque estoy segura de que el señor Carl se negaría.

—¿Saben dónde está Arno? —me acerco a la pequeña entrada donde se encuentra el rubio mal encarado.

—No lo hemos visto, seguramente esté en alguno de los depósitos.

Cuando más lo necesito no está.

—Y Antón, ¿lo han visto? —pregunto antes de marcharme, este tipo, aunque no es de mi agrado, posiblemente sepa dónde se encuentran los demás.

Mis recursos son limitados, ya que la mano derecha de Ronald se encuentra herido y los otros dos hombres que se encuentran más cerca de él no los encuentro.

—Está desaparecido junto al jefe —responde uno de los hombres.

Mi ceño se frunce, pero luego siento un alivio. Seguramente este le esté ayudando y no todo sea como lo han dicho.

Logró escapar de su tío y están escondidos en algún lugar, ¿pero porque mi corazón dice otra cosa? ¿Por qué siento esta presión tan horrible?

—¿Alguien sabe cómo puedo comunicarme con los rusos? —todos se miran y fruncen sus ceño al escuchar mi pregunta.

—Solo el jefe y Evans tienen comunicación con los rusos —responde alguien.

—¿Puedes cerrar la boca? —le piden al hombre que acaba de hablar.

—¿Pueden conseguir algún número que me haga llegar a ellos? —formulé otra pregunta ignorando lo que le dijeron al joven.

—Nosotros no podemos ayudarte, pero tal vez él lo haga —señala a alguien a mis espaldas y me giro con el anhelo de que ese hombre pueda ser Arno, pero para mi mala suerte es el padre de Ronald quien me pidió que descansara y me alejara mientras él se encargaba de todo.

—¿Qué ayuda les está pidiendo? —pregunta el padre de Ronald.

Observó atentamente al señor Carl esperando que más tiene por decir, seguramente lo mismo de hace un rato —deberías descansar, yo me encargaré de traerlo— sí, si eso fuese tan cierto, mi esposo estaría aquí conmigo y yo no estuviera pasando esta agonía.

—Está preguntando cómo puede comunicarse con los rusos —me delata el rubio.

«Empiezo a odiar a este hombre». Pero no es momento para que mis pensamientos se dediquen a un odio de momento.

—Te dije que te alejaras de esto. Yo buscaré a mi hijo —me repite lo mismo de hace un rato, pero mi determinación es mayor.

Si él no lo hace, yo lo traeré de vuelta.

—Y ahora buscas a los rusos, estás haciendo una locura, mujer.

—¿Le parece esto una locura? —pregunto acercándome a él— usted cree que estoy exagerando en querer encontrarlo —llevo mi puño a mi boca para ahogar mis sollozos.

—Te entiendo perfectamente —confiesa.

—No. No me entiende, él es todo lo que tengo y si... —no puedo terminar esa frase, me niego siquiera a pensar en ella.

—Él es mi mitad, mi hijo y el hombre más importante en mi vida —aparta su mirada antes de continuar —descansa un poco, te mantendré informada.

—Déjeme ir con usted —sujeto una de sus manos antes de que él pueda alejarse de mí —si me quedo aquí me volveré loca —mi mirada está llena de súplicas, pero es algo que él pasa por alto.

—Arno viene en camino, él y Blanca se quedarán contigo.

Me aparto bruscamente de él y le sonrió antes de caminar de nuevo hasta el interior de la mansión. Si el señor Carl no me va a incluir en la búsqueda, me veré obligada a comunicarme con el ruso —igual siempre pensé hacerlo— tendré que buscar en las cosas de Ronald hasta encontrar cómo comunicarme con el ruso o hacer lo posible para que Arno se ponga de mi parte.

—Estén pendiente de ella —escucho hablar al señor Carl.

—¡Ellos no pueden ingresar a la mansión! —exclamo antes de terminar de bajar las escaleras.

Las siguientes horas no salgo de la oficina de Ronald, pero parece que es casi imposible encontrar algo que me lleve con el ruso, «necesito saber más sobre este oscuro trabajo de Ronald». El sol empieza a ponerse y mi miedo incrementa. El tiempo sigue pasando y no he tenido ninguna información hasta el momento, ninguno de ellos ha venido a mí para decirme algo positivo.

Esto es una mierda, si Ronald me incluyera en sus negocios y yo no fuese tan cobarde, seguramente ya me hubiera podido comunicar con los rusos e inclusive ya tendría a mi esposo aquí.

—Prepare un poco de comida —me giro para poder observar a Blanca que acaba de ingresar a la oficina.

—No tengo hambre —lleve insistiendo en que coma y duerma un poco, pero no soy capaz de hacer ninguna de esas dos cosas —por favor puedes avisarme cuando llegue Arno.

Desde que el padre de Ronald me dijo que Arno estaría aquí para informarme todos los progresos de la búsqueda lo he estado esperando, pero este no ha aparecido.

—Llegó hace un momento.

—¡Dios! —doy un suspiro de alivio —debiste avisarme, apenas entro en esta casa.

—Está en la caseta con los chicos —dice.

—Dile que lo estoy esperando, necesito decirle algo.

Me siento en el sofá a esperar a Arno, pero este no demora en entrar por la puerta y empezar a decir toda la sarta de palabras que el señor Carl espera que me crea.

—Van cuarenta horas desde que salió de la cabaña —le confieso— y veintiocho horas desde que ustedes perdieron comunicación con él, ¿crees que puedo estar tranquila?

—Lo estamos buscando.

—¿Tiene pistas?, ¿saben dónde lo puede tener Charles? —le hago estas preguntas a la vez, pero no las responde —los hombres que estaban con él, alguno debe saber dónde lo tienen.

Me levanto de un rápido movimiento y comienzo a caminar por todo el lugar mientras llevo una de mis manos a mi boca ocultando mis sollozos. Los nervios los tengo al máximo y no puedo ocultar los temblores que se están produciendo en mi cuerpo, pero esto solo se puede detener con algo.

«Con Ronald regresando a casa».

—Hemos revisado el lugar donde estuvieron y James nos dio todos los detalles de lo que pasó cuando abandonaron la cabaña, pero eso es todo —se lleva las manos a su rostro y suspira pesadamente al revelarme esto.

—No saben nada, mientras más tiempo pase, menos posibilidad hay para llegar a él.

—Lo encontraremos, hay mucha gente buscándolo.

—También hay mucha gente trabajando con su tío.

Camino hacia donde está él y me detengo.

—Hay alguien que puede ayudarnos —confieso.

—¿Quién? —sus ojos me miran inquisitivamente.

—Los rusos —revelo esperando que se altere como lo hizo el padre de Ronald.

—Tienen una sociedad con Ronald, pero no creo que viajen por un problema que es familiar —manifiesta.

—Ese ruso me debe un favor.

—¿Alexey? —pregunta.

—Tengo entendido que se llama Jasha, así lo llamaba Ronald cuando estuvimos en su compromiso.

—¿Estás segura?

—Sí, prometió ayudarme cuando lo necesitara.

—¿Qué hiciste para ganarte una promesa tan valiosa?

—Salve a un pequeño y prometió ayudarme en cualquier cosa.

—¿Sabes cuánto significa eso? Que un hombre como él te prometa algo así.

—No sé, pero si eso significa traer a mi esposo de vuelta, debes ayudarme a comunicarme con él.

—Haré unas llamadas, pero debes saber que ese favor lo puedes utilizar en algo más, ya tenemos gente buscando a Ronald.

—Voy a gastar ese favor en encontrarlo, así que búscame el número o algún contacto del ruso.

—Espérame un momento.

Saca su teléfono y teclea algunos números para después entregármelo. No dudo en aceptarlo y esperar que quien sea que él haya llamado me conteste, pero esto no sucede.

El teléfono suena y la llamada se corta, pero insisto por varios minutos más hasta que Arno me pide el teléfono.

—Esperemos, él devolverá la llamada —asegura Arno —ahora deberías comer algo.

—Voy a estar en mi habitación, en cuanto el ruso devuelva la llamada, házmelo saber —pido antes de abandonar la oficina.

—Deberías comer algo, Blanca me informó que no lo has hecho —hablas detrás de mí.

Giro para poder verlo mientras hablo.

—No tengo hambre, por el momento iré a mi habitación —es verdad, mi apetito desapareció junto con él y aunque todos insistan no me apetece nada más que encontrarlo.

—Le diré a Blanca que prepare algo para ti, ya lo comerás cuando quieras.

No le doy respuesta, por el contrario, me dirijo al piso de arriba donde se encuentra mi habitación y al entrar siento un vacío que nunca antes sentí y el miedo de antes se siente como un remolino.

Se suponía que volveríamos los dos, pero ahora estoy sola sin saber dónde, con quién o en qué situación se encuentra y esto es tan frustrante y agobiante a la vez.

Ya dentro de la ducha me permito llorar por primera vez. Me derrumbo como lo está haciendo mi vida en este momento —aunque puede parecer exagerado—, pero la verdad es que sin Ronald mi vida retrocederá al punto de inicio, estaría sola y peor aún, estaría perdiendo al hombre que amo.

Dejo que el agua corra junto con mis lágrimas y antes de levantarme y prometerme que es la única vez que me derrumbaré porque a pesar de los malos presentimientos, mi dolor y angustia. Muy en el fondo sé que él volverá.



NOTA DE AUTOR 

Corto, pero la intención era que pudieran leer lo que está sintiendo Isabella antes de que pueda salvar a su esposo. 

¿Creen que aún siga con vida? Yo sí, aunque posiblemente esté con un pie en el más allá. (No me crean). 

Las del grupo saben cómo están mis horarios reducidos. Esperaba publicar dos capítulos, pero aún me falta más de la mitad para terminarlo y ayer me acosté a las 3am terminando trabajos de la universidad, en fin, mi vida es un caos. 

En la noche posiblemente les publique el otro. 

Comenten mucho que es el único pago que recibo de ustedes y a veces no lo haces. 

Recuerda que con tu voto y comentario estás apoyando el libro.

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