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CAPÍTULO 55

RONALD

Antes de salir del depósito me reúno una última vez con los chicos, los cuales me acompañaran —incluyendo a James y algunos de sus hombres— todo lo repasamos tal como lo habíamos hecho horas antes de que yo pudiera reunirme con Axel, así que a este punto todo será aún más fácil.

Aunque decidí cambiar algunas cosas, las cuales me reservaré hasta el final, esto debido a que no quiero que el posible traidor esté con nosotros.

—Antón —llamó la atención de este— tú irás en la camioneta con los chicos de James, nos encontraremos en el inicio de la montaña.

—Creí que iría con usted.

—Nunca dije que irías conmigo —camino hacia donde está el auto en el cual iré yo —le creí no existe, solo sigue mis indicaciones.

Evans, James y dos hombres más siguen mis pasos hasta llegar al auto donde iremos nosotros.

«Aunque al inicio pensé llevar una cantidad exagerada, después me decidí por llevar solo quince hombres».

—Cuando lleguemos al inicio de la montaña debemos hacer una corta reunión y distribuir a todos los hombres, ya que nosotros no llegaremos junto a ellos —uno de mis hombres conduce el auto en el que vamos mientras yo sigo dando órdenes.

—Considero que es mejor que lleguemos todos juntos, no sabemos qué nos espera allí —menciona Evans.

«Podría ser una trampa». Este pensamiento se repite junto con lo que acaba de decir Evans, pero lo desechó de inmediato, no creo que Axel arriesgue tanto.

—Vamos a hacer lo que yo estoy diciendo, ¿está claro? —le pregunto a Evans con sorna.

—No he dicho nada —menciona.

—Así debería ser.

Las siguientes dos horas me la pasé hablando con los demás chicos y dando órdenes sin cesar —quiero acabar rápido con esto y poder volver a casa con mi mujer—. Cuando el carro se detuvo en el inicio de una montaña donde solo se veían árboles y caminos estrechos, decidí salir del auto. Informe alguno de los cambios que me surgieron al momento de salir del depósito.

Estoy arriesgando mucho con esto, pero es algo bueno, ya que si en esta misión hay algún traidor no sabrá todo lo que pasará de aquí en adelante.

«Podría ser una trampa». Maldito pensamiento que viene y va, pero no creo que mi primo me haya mentido.

Él cree que la vida de su familia está en juego y no se arriesgaría a tanto, «¿pero si el interés que tiene por su familia es el mismo que su padre tiene por él?».

Mierda. Todo esto es una odisea. Un camino donde posiblemente me pierda.

—¿Voy con ellos? —pregunta Antón acercándose —¿o me quedo con usted?

Su insistencia en acompañarme empieza a molestar, no lo necesito conmigo.

—Ve con ellos y está al tanto de cualquier cosa que hagan —digo —de los que van en ese auto, eres en quien más confió.

No es cierto, no confió en ninguno de los que van conmigo, soy consciente que cualquiera de ellos puede ser el desleal, quien le esté dando información a mi tío, pero para su mala suerte hoy será su fin.

Espero un tiempo hasta poder quedarme a solas con James y Evans, quienes son los únicos hombres con los que llegaré a la cabaña.

—Tomaremos otro camino —digo antes de subirme al auto— llegaremos antes que los demás, organizaremos nuestras armas y luego entraremos.

—Por fin algo de diversión —habla James antes de subirse al auto.

—No le veo nada divertido —responde Evans.

—Entraremos después de que los demás chicos confirmen su ubicación —explico— aunque también esperaremos a que ellos ataquen primero, luego seguiremos nosotros.

Ambos me escuchan atentamente y estoy seguro de que a Evans no le gusta este cambio repentino, pero, ¿quién es él para estar disgustado o en desacuerdo? Absolutamente, nadie, uno más de mis trabajadores.

—Yo voy a conducir.

Con esto último emprendo viaje y me desvió del camino que siguieron los chicos.

La pequeña investigación que pude hacer del lugar me indico que hay un camino que pocos conocen y aunque es algo arriesgado decidí que llegaría por ahí y tomar un poco de ventaja porque soy el único de todos mis chicos que lo conoce.

Conduzco durante los siguientes minutos hasta poder acercarme al tramo donde dejaré el auto y nos tocará seguir a pie, «sí, esta es una parte que mis acompañantes no sabían, a partir de aquí nos toca llegar caminando hasta la cabaña».

—¡No me jodas las pelotas! —Exclama James en el momento que detengo el auto.

—No te estoy jodiendo las pelotas —respondo— desde aquí iremos a pie.

—Qué buen cambio de plan —habla James nuevamente con ironía.

—Tal vez te haya ido peor con los chicos —respondo —con ellos tendrías que caminar mucho más.

—Eso no lo sabes, llegarán hasta la colina en los autos —replica.

—Deberíamos avanzar, discutiendo no llegaremos —interrumpe Evans.

—Estás muy demandante, ¿se te olvida con quién estás hablando? —entrecierro mis ojos mirándolo atentamente.

—Sé con quién estoy hablando, pero has dicho que quieres terminar esto rápido —se excusa con mis palabras.

—No te ha gustado nada de lo que estoy haciendo hoy, pero ahora vienes con esta mierda —me acerco rápidamente a él —¿eres tú?

—¿Yo qué? —retrocede unos pasos buscando su propio espacio.

—No lo sé, pero hoy lo descubriré.

¿Puede ser Evans quien me esté traicionando? Antón lo acusó anteriormente y aunque las investigaciones que ha hecho Arno y las que yo hice no demuestran nada. No puedo confiar, no en este momento.

Los dos me siguen mientras yo me dirijo por el sendero que me lleva hasta la cabaña.

«Puede ser una trampa». Durante el tiempo que camino, las mismas cuatro palabras se repiten una y otra vez en mi mente, pero las desechó al instante. No puedo echarme para atrás, no puedo dejar esto a medias y seguir con la incertidumbre de cuando mi tío puede atacarme o de que más gente se le una.

—Debí quedarme en tu depósito o tal vez debí marcharme a Colonia cuando aceptaste mi trato —menciona James con la respiración agitada.

—No te obligue, tampoco te puse un arma —lo miró con desde antes de seguir caminando— puedes retroceder, estás a tiempo.

—¿Y perderme esto?

Maldito loco.

—Quiero ver sangre, quiero deshacerme de Leo.

—Y yo de mi tío —susurro mientras agilizo mi andar.

Veinte minutos después estábamos a unos cuantos kilómetros de una pequeña cabaña que para otros pasaría desapercibida, pero para mí no.

Observando por mis binoculares pude notar que había cinco hombres custodiando la cabaña, —qué idiota— posiblemente hayan más en el interior del lugar.

—Prepara tu rifle —le digo a James.

—¡Ohhh, casi que no lo dices! —está loco. Es un maldito loco.

—Tú puedes comunicarte con los chicos, informarles lo que tendrán que hacer, apenas lleguen —Evans no es mucho de armas y como no quiero exponer mi ubicación con su mala puntería, por el momento tendrá que ser intermediario.

Evans se comunica con Antón, el cual escucha atentamente. Yo por otro lado organizo mi rifle y lo posiciono para estar alerta y en posición para cuando lleguen los demás y terminen el primer paso de todo esto.

—Están a siete kilómetros —informa Evans.

Eso son aproximadamente veinte minutos, quince si vienen a paso ligero. Los hombres que custodian la cabaña cambian la posición cada cinco minutos. Hablan y ríen entre ellos.

—Están llegando —informa Evans.

Observo por el binocular de mi rifle y efectivamente están ahí. Mis hombres empiezan a esparcirse silenciosamente por todo el lugar, mientras que los chicos de Charles siguen divirtiéndose.

—Diles que no ataquen hasta que les dé la orden.

Intento mirar nuevamente por las ventanas, pero todas están cerradas con una tela oscura, lo cual impide mi visión hacia el interior.

Diez minutos después se da inicio a todo. Los cinco hombres que se encontraban custodiando la entrada caen al recibir los disparos que provienen de diferentes lugares.

—¿Eso fue todo? —pregunta James con aparente indignación.

Nadie sale y me vi tentado a bajar de donde estoy, pero me detuve al ver como la puerta se habría y de ella salían el triple de los hombres que había afuera.

«Es una trampa», retumbaron esta vez tres palabras, marcándose la última.

—No dispares aún —le pido a Jamás cuando noto su intención— no pueden saber dónde nos encontramos.

Los hombres de abajo siguen en la guerra y algunos de los que venían conmigo han caído, lo que reduce el total de mis chicos, pero hasta no estar cerca no puedo deducir las caídas que tuve.

—Vamos a bajar —digo— toma tu arma que desde ahora te unes a esto —le ordeno a Evans.

Abandonamos nuestra posición y nos dirigimos a la puerta que quedó sin protección. Entramos por allí, nos arriesgaremos a lo que encontremos dentro.

—Ronald, espera —pide Evans —deberíamos esperar a los chicos, a algunos para que te cubran.

—Entramos los tres, con eso es suficiente para estar a salvo.

¿Lo es?

Camino delante de ellos a pasos sigilosos tratando de hacer el menor ruido posible de tal manera que podamos pasar desapercibidos y que ninguno de los tipos que se encuentran afuera y los que posiblemente se encuentren adentro nos descubran.

Cuando estamos dentro del lugar me llevo una sorpresa. No es tan pequeña como se veía desde afuera, pero la parte donde estamos está oscura y no se escucha algún movimiento —seguramente las paredes estén insonoras— esa puede ser la razón, ya que los ruidos de afuera se disminuyeron en gran cantidad.

—jefe, tenemos que retirarnos, vienen más hombres —escucho la voz de Antón por el radio.

Recorremos el lugar, pero no hay rastro alguno de Charles, por ningún lado. Si yo fuera él también me hubiese largado de este lugar desde que capturaron a su hijo, sabía que tarde o temprano Axel daría la ubicación.

—¿Cuánto tiempo tenemos y cuántos hombres nos quedan? —pregunto por la radio.

—Aproximadamente siete minutos, diez si tenemos suerte —me responde —somos siete, los otros están muertos y algunos con heridas de gravedad.

—Protejan a los heridos, luego abandonen el lugar —camino hacia lo que parece ser la sala del lugar.

—Deben quedarse y cuidarte —aclara Evans.

—Nosotros también nos iremos.

—Fue una mala idea venir aquí sin primero asegurarnos que la información fuera correcta —el nerviosismo de Evans empieza alterarme.

—Como se lo dije a James allí abajo —lo señaló antes de acercarme a él —no te obligué a venir, lo hiciste porque querías.

—Porque vine a cuidarte el culo.

—No tienes que hacerlo.

Detengo nuestra discusión cuando los ruidos del exterior aumentan.

—Yo opino que deberíamos irnos ya, son veinte minutos que demoramos en llegar al auto.

Dándole la razón a James, abandonamos la cabaña por el lugar donde entramos y así mismo regresamos por donde subimos hasta aquí. La bajada fue más rápida y mientras lo hacía me comunique con Antón asegurándome de que ellos estuvieran a salvo.

—¿Dónde está el maldito auto?

Estoy seguro de donde lo dejé. Estoy seguro de que no bajamos por el camino incorrecto. Entonces, ¿Dónde está el maldito auto?

—Espera —me detiene Evans cuando intentó llegar a la carretera.

—Deja tu pánico atrás, me estás desesperando —respondo, pero al momento de hacerlo él se abalanza sobre mí cuando resuenan los disparos.

Mierda, caigo al suelo con el cuerpo de Evans sobre mí.

—Morimos escondidos o morimos peleando —menciona James mientras inicia a disparar su rifle.

Con el comienzo de James todo se torna peor, los disparos ahora vienen directo al lugar donde nos encontramos y no puedo hacer mucho porque Evans se encuentra inconsciente y las pocas municiones que tenía se están agotando.

—¡Mierda! —siseo cuando el dolor en mi pierna se intensifica.

—¿Te dispararon? —pregunta James sin mirarme.

—No aguantaremos mucho —ignoro su pregunta.

—Aléjate con ese imbécil que se dejó disparar, yo los cubro todo lo que pueda —sugiere.

—Con una herida en la pierna retrasaría las cosas —digo— llévatelo junto a su arma y yo los cubro.

—Me gusta esto, tú eres quien debe resguardarse, eres el jefe —me aconseja, pero lo ignoro poniéndome en posición junto a mi rifle.

James niega mientras sujeta a Evans y el arma que este llevaba.

—No mueras, me debes mucho.

Un hombre fuerte y sin heridas puedes correr junto a mi amigo que se sacrificó por mí, lo único que pido es que ninguno de los dos mueran el día de hoy. Tenemos muchas cosas por hacer.

Yo tampoco puedo morir, se lo prometí a mi mujer.

Sin regresar mi mirada hacia ellos, sigo disparando las últimas balas que tiene mi rifle para seguir con el que dejó James, —no es mucho—, pero esto me da algo de ventaja para eliminar algunos hombres que se encuentran en la carretera.

—Mierda. Mierda. Mierda.

Al ver que ya no disparó, tres hombres empiezan a caminar hacia mí y hago lo posible para poder levantarme.

«Era una maldita trampa». Por agilizar las cosas caí en ella y ahora estoy a punto de morir. De incumplirle mis promesas a mi mujer.

Agilizo mi paso en lo posible, aun con el dolor agonizante en mi pierna, pero no puedo detenerme, debo continuar hasta encontrar una parte donde resguardarme.

La oscuridad y los árboles podrían servir para ocultarme, pero no sé cuánto tiempo pueda estar aquí sin que ellos me descubran o que mi herida empeore.

—¡jefe! —La voz de Antón me sorprende, no creí que aún estuviera aquí.

—¿Antón? —susurro el nombre de este para que pueda verme donde estoy.

—¿Y los demás? —observa todo el lugar antes de terminar de llegar a mí.

—Estoy solo —respondo —¿Por qué estás aquí?

Es raro que esté aquí, ya que mis órdenes fueron otras y él tenía que estar con los demás hombres.

—No lo vi así que decidí venir a ayudar —responde.

¿Ayudar?

—Debo salir de aquí, los hombres de Charles vienen en camino —trato de ponerme de pie, pero el dolor en mi pierna es intenso.

—Avance, yo iré detrás de usted —dice antes de pasarme un arma.

Caminamos unos metros, pero me detengo —el dolor en mi pierna va en aumento— todo empieza a dificultarse para mí.

¿O ya lo estaba?

—¡jefe!

Dos disparos resuenan cerca de nosotros mientras que un punzante dolor se instala en mi cabeza.

—¡jefe! —grita Antón, pero su voz se oye cada vez más lejana.

Mi visión empieza a oscurecerse y hago hasta lo posible para impedir caer, pero no lo logró. No logro ver a las personas que se acercan, no sé si son de mis hombres o los de mi tío.

Un nuevo dolor en mi cabeza me hace perder la conciencia y perder por completo la noción del espacio y el lugar donde me encuentro.

No. Puedo. Morir.



NOTA DEL AUTOR 

Volví :) 

Disfruten del capítulo que escribí con mucho, pero mucho amor. 

Nos leemos en el próximo capítulo. 

Comenten mucho, pero mucho. 

Dedico este capitulo a dos lectoras que estuvieron cumpliendo año, les deseo nuevamente lo mejor.  Rashell537643 

Recuerda que con tu voto y comentario estás apoyando el libro.

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